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¿Puede surgir por casualidad la vida?La Atalaya 1978 | 1 de diciembre
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¿Puede surgir por casualidad la vida?
Si no hay un Creador, la vida tiene que haber comenzado por sí misma. Muchas piensan que así sucedió. Pero ¿está apoyado este punto de vista por el adelanto en el conocimiento?
LOS egipcios antiguo veían que los escarabajos salían súbitamente del terreno, y creían que éstos se producían por sí mismos. The Encyclopedia Americana dice: “Sobre la superficie de los bancos de lodo a los lados del Nilo solían encontrarse tremendas cantidades de escarabajos, y esto apoyaba la creencia en la generación espontánea.” (Tomo 24, pág. 336, edición de 1977) Pero ¿qué sucedía, realmente? Las hembras de los escarabajos hacían una bola de estiércol, ponían huevos en ella, y la enterraban. Las larvas salían a su tiempo de los huevos y se alimentaban del estiércol, y posteriormente salían como escarabajos. No había ninguna generación espontánea, después de todo.
Los filósofos griegos enseñaban la generación espontánea de la vida. En el siglo quinto a. de la E.C. tanto Anaxágoras como Empédocles creían en ella. Un siglo después Aristóteles pensó que los gusanos y los caracoles se producían de la putrefacción. En fecha tan posterior como la del siglo diecisiete E.C., hombres de ciencia, tales como Francis Bacon y William Harvey, enseñaron la generación espontánea.
Sin embargo, en aquel mismo siglo Redi mostró que las cresas no aparecían en la carne a menos que primero las moscas hubieran puesto huevos en ella. Se descubrieron las bacterias, y se les aclamó como prueba de generación espontánea, hasta que en el siglo dieciocho Spallanzani mostró que venían de esporas. Un siglo después Pasteur aclaró estos asuntos. Probó que la vida solo viene de la vida. Los hombres de ciencia ahora aceptan ese punto de vista, pero muchos insisten en que la vida surgió espontáneamente hace dos o tres mil millones de años.
LA EVOLUCIÓN QUÍMICA, LA MÁS RECIENTE ESPECULACIÓN
Muchos científicos creen que una atmósfera primitiva de metano, amoníaco, vapor de agua, anhídrido carbónico y otros gases fue bombardeada por rayos ultravioleta, y así las moléculas se desintegraron en átomos, que se recombinaron para formar aminoácidos, los bloques de construcción de las proteínas. Estos compuestos orgánicos y otros, se nos dice, se aglomeraron en el agua, adquirieron una membrana y llegaron a ser una célula viviente; ésta quizás derivó originalmente su energía del metano, y más tarde de la fermentación. Más tarde todavía, se dice, la célula tuvo que “inventar” el proceso de fotosíntesis. Pero ¿podría una simple célula realmente producirse y sustentarse de esta manera? ¡Hay que considerar que hasta los mejores científicos admiten humildemente que no pueden entender cabalmente la fotosíntesis, mucho menos reproducirla!
ALGUNOS ESCOLLOS
Muchos científicos han teorizado que la célula evolucionó espontáneamente de este modo. ¡Pero los escollos que se presentan ante su teoría son muchos, y decididamente muy pronunciados!
Primer escollo: Es una atrevida suposición la de que la atmósfera primitiva de la Tierra contuviera los gases necesarios en las proporciones correctas para dar comienzo a la cadena de reacciones. No hay evidencia que apoye esto.
Segundo escollo: Si tal atmósfera hubiera existido, y si los aminoácidos se hubieran producido, habrían sido destruidos por la misma fuente de energía que dividió al metano y el amoníaco y el vapor de agua. Los aminoácidos son moléculas muy complejas; por lo tanto, son menos estables y se destruyen con más facilidad... tal como es más fácil derribar una pila de 10 ladrillos que una pila de tres. Estos aminoácidos, formados a gran altura en la atmósfera, difícilmente pudieran haber sobrevivido para llegar al agua en la Tierra, y, si lo hubieran hecho, no habrían podido durar aquí el tiempo necesario para concentrarse en la “sopa” de la teoría evolucionista. Las siguientes porciones de un artículo por el Dr D. E. Hull en la revista científica Nature del 28 de mayo de 1960 confirman esto:
“Estas existencias cortas que terminarían en descomposición en la atmósfera o el océano claramente eliminan la posibilidad de que se acumularan concentraciones útiles de compuestos orgánicos a través de enormes cantidades de tiempo. . . . el más alto valor admisible parece desesperadamente bajo como material de comienzo para la generación espontánea de la vida. . . . La conclusión que se deriva de estos argumentos presenta el más serio obstáculo, si es que de hecho no es fatal, a la teoría de la generación espontánea. Primero, las calculaciones termodinámicas predicen concentraciones efímeramente pequeñas de hasta los compuestos orgánicos más sencillos. En segundo lugar, se ve que las reacciones que se alega que sintetizaron a estos compuestos son mucho más eficaces para descomponerlos.”
En un experimento, cuando unos científicos sometieron a una descarga eléctrica una mezcla de gases cuidadosamente preparada, unos cuantos aminoácidos de los más sencillos sí se acumularon, pero solo porque fueron rápidamente removidos de aquel lugar. Si se hubiera dejado que estos aminoácidos quedaran expuestos a la descarga, la situación pudiera haberse comparado con lo que sucedería si un hombre estuviera haciendo ladrillos y otro estuviera golpeándolos con un martillo tan pronto como se formaran. Se necesitan varios centenares de aminoácidos eslabonados en secuencia correcta en una cadena para hacer una proteína de término medio, y se necesitan varios centenares de proteínas diferentes para componer el más sencillo de los organismos. De modo que, en nuestra analogía del hombre que estuviera haciendo ladrillos: él tendría que pegar centenares de ladrillos en hilera, y acumular centenares de estas hileras de cientos... ¡y hacer todo esto mientras el otro hombre está golpeando desenfrenadamente con su martillo! Esto todavía está demasiado simplificado, porque se necesita mucho más que una cadena de aminoácidos para componer un organismo viviente.
MÁS ESCOLLOS
Tercer escollo: Cuando los aminoácidos se forman al azar vienen en dos formas que químicamente son iguales, pero una es una molécula “derecha” y la otra una molécula “zurda.” Todas están mezcladas unas con otras, en aproximadamente cantidades iguales de cada una. Pero en los organismos vivientes solo se usan aminoácidos “zurdos.” Por eso, volviendo a nuestra ilustración, el hombre que hace los ladrillos hace dos clases de ladrillos, rojos y azules, y acumula una pila que contiene millones de ladrillos, rojos y azules entremezclados. (Por supuesto, tenemos que suponer que se ha eliminado al que estaba dando con el martillo, tal como los evolucionistas suponen que los destructivos rayos ultravioleta han sido removidos de la acción.) Ahora una pala monstruosa se mete en la pila de millones de ladrillos rojos y azules y saca varios centenares de miles de ladrillos, y, ¡por casualidad, cada uno de ellos es un ladrillo rojo! Del mismo modo, por casualidad, cada uno de los centenares de miles de aminoácidos, y a veces millones, que forman un organismo viviente unicelular tiene que ser “zurdo,” aunque se saca de una mezcla que contiene otros millones de aminoácidos que son “derechos.”
Cuarto escollo: No basta con conseguir la clase correcta de aminoácidos en cantidad suficiente. Cada una de las 20 diferentes clases de aminoácidos tiene que conectar en la cadena proteínica en la secuencia correcta. Si un solo aminoácido está fuera de lugar, el organismo puede resultar baldado o muerto. De modo que la enorme pala no solamente tiene que sacar todos los ladrillos rojos, ¡sino que también tiene que dejar caer cada uno de ellos en su lugar apropiado!
Quinto escollo: La membrana celular se forma de tejido membranoso. Los evolucionistas teorizan que una película de agua alrededor de una acumulación de proteínas llegó a ser una membrana, o que glóbulos grasosos envolvieron unas proteínas y llegaron a ser una membrana celular. La membrana es extremadamente compleja, compuesta de azúcar, proteína y moléculas de grasa, y determina qué sustancias pueden entrar o no pueden entrar y salir de la célula. No se comprenden con claridad todas sus complejidades. Bernal dice, en The Origin of Life (El origen de la vida): “Lo que nos falta todavía, como ya se ha mencionado, es un modelo plausible para el origen de las grasas.” (Página 145) Sin las grasas no podría haber membrana; sin la membrana, no habría organismos vivientes.
LAS IMPOSIBILIDADES NO LOS DETIENEN
Hay literalmente miles de escollos para la teoría evolucionista, en su camino desde una atmósfera primitiva, bombardeada por rayos o radiación, hasta el organismo unicelular que pudiera reproducirse. Todo científico competente sabe esto. Sabe que las muchas suposiciones o especulaciones que se presentan para evadir estos escollos son inadecuadas. Las leyes que gobiernan la energía y la materia declaran imposible la generación espontánea de la vida. Las leyes matemáticas de probabilidad condenan su posibilidad.
El más sencillo organismo conocido dotado de reproducción (la especie H39 de micoplasma) tiene 625 proteínas con un promedio de 400 aminoácidos cada una. Sin embargo, algunos alegan que, teóricamente, pudiera bastar con 124 de tales proteínas. ¿Qué probabilidades hay de que una de estas proteínas de 400 aminoácidos “zurdos” se formara de una mezcla de aminoácidos “derechos” y “zurdos”? Una probabilidad en 10120 (1 seguido de 120 ceros).
Sin embargo, para esta célula no existente se necesitan 124 proteínas. ¿Qué probabilidades hay de formar espontáneamente esa cantidad de proteínas, todas de moléculas “zurdas”? Una probabilidad en 1014.880. Pero estos aminoácidos no se pueden atar de cualquier manera que se quiera; tienen que estar en la debida secuencia. Para conseguir estas 124 proteínas, con un promedio de 400 aminoácidos “zurdos” cada una, con los ácidos en la secuencia u orden correcto, las probabilidades son de 1 en 1079.360. ¡Si fuéramos a escribir este último número en forma completa (1 seguido de 79.360 ceros), necesitaríamos unas 20 páginas de esta revista para hacerlo! El Dr. Emil Borel, una autoridad en probabilidades, dice que si hay menos de 1 probabilidad en 1050 de que algo suceda, nunca sucede, sin importar cuánto tiempo se permita. Y ese número se pudiera escribir en menos de dos de estas líneas.
Evolucionistas prominentes conocen los problemas. Algunos tratan de empujarlos al espacio sideral. El astrónomo británico sir Fred Hoyle dijo que ‘las teorías terrestres existentes sobre el origen de la vida dejan mucho que desear, por sólidas razones químicas,’ y que ‘la vida no se originó en la Tierra misma, sino, más bien, en cometas.’ Otros aprietan los dientes y creen a pesar de la falta de prueba. El biólogo Dr. George Wald, ganador del premio Nobel, declaró: “Basta con que uno contemple la magnitud de esta tarea para que admita que la generación espontánea de un organismo viviente es imposible. Sin embargo, aquí estamos... como resultado, creo, de generación espontánea.” Por su propia admisión, él cree en lo imposible. Esta clase de razonamiento se puede comparar con la de un biólogo anterior, D. H. Watson, quien dijo que la evolución ‘se aceptaba universalmente, no porque pudiera ser probada mediante evidencia lógica coherente como verdad, sino porque la única otra posibilidad, la de creación especial, era claramente increíble.’
¿ES USTED CRÉDULO, O LÓGICO?
Puesto que no tienen otro fundamento, los que escriben acerca de la evolución se rebajan a emplear la tiranía de la autoridad: ‘Todo científico de importancia cree en ella; ningún biólogo de reputación la duda; las personas informadas no la ponen en tela de juicio; toda persona inteligente la acepta; solo los que tienen prejuicio religioso la rechazan; ha sido probada más veces de las necesarias; ahora no se necesita más prueba.’ Así sigue el ejercicio de presión y el lavado de cerebros.
Sin embargo, usted debe hacer su propia investigación. Entonces, tome su propia decisión. Su vida puede depender de su decisión. Y considere esto: Usted pudiera saltar de un edificio de 20 pisos. Precisamente antes de que se estrellara en la calle, una tremenda y súbita ráfaga pudiera arrebatarlo y ponerlo de nuevo encima del edificio. ¿Le parece probable eso? Habría muy poca probabilidad de ello. No cuente con eso. ¡Pero la probabilidad de eso es mucho mayor que la de que un organismo vivo se formara espontáneamente! ¡No cuente con eso tampoco!
La Biblia dice en Salmo 36:9: “Contigo [Dios] está la fuente de la vida.” Es credulidad creer que la vida surgió por casualidad. Es lógico creer que fue creada por un Dios inteligente, como lo muestra el artículo siguiente.
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“Se perciben por medio de las cosas hechas”La Atalaya 1978 | 1 de diciembre
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“Se perciben por medio de las cosas hechas”
Si toscos instrumentos de piedra prueban la existencia de un diseñador, ¿no es con mucho más vigor que las criaturas vivientes de intrincado diseño declaran la existencia de un Creador sabio y poderoso?
SI EN una montaña hay un desprendimiento de rocas, al pie de ésta esperamos ver una acumulación desordenada de grandes piedras. No podríamos creer a nuestros ojos si todas las piedras grandes al detenerse hubieran formado una hermosa casa de material rocoso... porque una casa exige diseño y trabajo con propósito. Y no hay diseño sin diseñador, ni trabajo que refleje propósito sin un trabajador inteligente. Esto concuerda con la declaración de la Biblia en Hebreos 3:4: “Toda casa es construida por alguien.”
Un científico excava en los escombros de la tierra y halla una piedra redonda, oblonga, que es suave y tiene una acanaladura alrededor, en el medio de la piedra. El científico no lo duda: un hombre primitivo dio a la piedra la forma que tiene. Queda convencido de que la piedra en un tiempo estuvo atada a un palo por medio de una tira de cuero y fue usada como martillo o como arma. De manera similar, halla una piedra plana con una orilla cortante y está seguro de que un hombre de la “edad de piedra” le dio forma para usarla como cuchillo o raspador. O puede ser que un pedacito de pedernal agudo que tenga la forma de una punta de flecha lo convenza de que el hombre diseñó esto para usarlo al extremo de una flecha o de una lanza. El científico concluye que estas cosas con propósito, diseñadas, no son producto de la casualidad.
La obra refleja al trabajador. Estos instrumentos y armas son toscos. Por eso, se considera primitivos a sus hacedores, porque los antropoides no hacen armas, y las del hombre moderno son de diseño ingenioso. De modo que el científico coloca al hombre que hizo los artículos de piedra en una edad de piedra, y supone que su apariencia y potencia cerebral debe estar en algún lugar entre el antropoide y el hombre moderno. Por eso, se pinta mentalmente la figura de un peludo hombre-mono, de hombros encorvados, poca frente, movimientos torpes. Las creaciones de éste reflejan más propósito y diseño que el palo que un antropoide pudiera recoger, pero mucho menos que las cosas que crea el hombre moderno. El científico ve al trabajador a través de sus obras, y juzga sus cualidades por lo que ha hecho.
ABANDONAN SU PROPIA LÓGICA
Sin embargo, cuando se trata de la abundancia de vida vegetal y animal que se halla en la Tierra, la mayoría de los científicos se expresan en contradicción de su propio punto de vista de que el diseño exige un diseñador. Los organismos más sencillos son mucho más complejos que toscos instrumentos de piedra. Sí, ni siquiera al protozoo unicelular se le puede considerar simple. Porque dentro de esa única célula está capacitado para ejecutar todas las funciones corporales que son atendidas por los muchos órganos de un vertebrado. En sí mismo es un organismo complejo. Científicos evolucionistas insisten en que esos organismos complejos no tuvieron diseñador, sino que se presentaron en la existencia por casualidad. ¡En comparación con el que el protozoo se produjera a sí mismo espontáneamente, sería fácil el que instrumentos de piedra fueran formados por un derrumbe o por el agua de un río apresurado, o hasta sería la sencillez misma el que un derrumbe de piedras formara una casa de material rocoso!
En lo que tiene que ver con las creaciones de diseño más complejo del universo, ¿es prejuicio emocional lo que hace que muchas personas inteligentes abandonen su regla lógica de que el trabajo que manifiesta propósito refleja las cualidades de un trabajador inteligente? La Biblia concuerda con la regla de ellos, pero ellos huyen de la aplicación que la Biblia le da: “Sus cualidades invisibles se ven claramente desde la creación del mundo en adelante, porque se perciben por medio de las cosas hechas, hasta su poder sempiterno y Divinidad.” (Rom. 1:20) Ellos jamás aceptarían la casualidad como hacedora de un tosco instrumento de piedra, ¡pero están prestos a aceptarla como lo que ha creado, no solo los protozoos, sino a toda la vida en la Tierra, el hombre inclusive! Se resisten a percibir en estas maravillas de diseño al gran Diseñador y Creador del universo. Considere algunas de esas maravillas. Medite en si la casualidad ciega tiene las cualidades que ellas reflejan.
EL SUELO DEBAJO DE SUS PIES
En el tercer día creativo Jehová dijo: “Aparezca lo seco.” (Gén. 1:9) Esto abrió el camino para la vegetación terrestre. Pero para que estas plantas medren tiene que haber la maravilla del suelo o terreno. ¿El suelo? ¿Es eso una maravilla? ¿No es una de las cosas más comunes sobre la faz de la Tierra? En verdad, lo es. Sin embargo, el suelo es un recurso vital, y hoy es causa de preocupación el hecho de que su erosión produce regiones de sequía y desiertos que se extienden. A menudo se han necesitado miles de años para que las rocas se conviertan en suelo fértil. Experimentan los efectos de las condiciones del tiempo; los hongos se establecen y germinan, enviando ramas que enredan algas, y así los hongos y las algas se unen y llegan a ser líquenes. Los líquenes crecen en la superficie de las rocas, las desintegran, van formando un suelo delgado que sostiene a los musgos, y los musgos, a su vez, viven y mueren y producen más suelo que con el tiempo puede sostener plántulas. Las fuerzas de la erosión mudan estos terrenos a lugares donde se acumulan a profundidades que pueden brindar sostén a formas vegetales superiores, y finalmente a árboles.
A medida que las plantas dejan caer sus hojas y mueren, las bacterias causan descomposición, y se crean ricos suelos orgánicos. Los microbios descomponen estos compuestos orgánicos en sustancias nutritivas simples que las plantas necesitan. Aunque hablamos de suelo o terreno sólido, muchos terrenos están muy lejos de ser sólidos, porque están llenos de aire, agua y grandes cantidades de cosas vivas. Unos 29 gramos de partículas del suelo pueden tener superficies que pudieran cubrir 2,4 hectáreas. ¡En las regiones templadas, una cucharadita de suelo podría contener más de 5.000.000.000 de organismos vivientes! Cada uno de éstos es una maravilla de diseño y propósito y se les necesita a todos juntos antes de que ‘la tierra misma dé su producto.’ (Eze. 34:27) ¿Es el suelo algo para sencillamente pisarlo? ¡Sin él no habría vida en la Tierra!
NAVEGANTES QUE DESAFÍAN EL ENTENDIMIENTO HUMANO
Para escapar de las estaciones frías y hallar alimento, muchas aves emigran. Sus aptitudes de navegación son pasmosas y todavía desafían el entendimiento. En el hemisferio norte, cuando el frío empieza, ¿cómo saben estas aves que el clima caliente y el alimento están al sur, y no al este ni al oeste? Y cuando regresan en la primavera, ¿cómo saben que deben volar hacia el norte? Diferentes hormonas descargadas en su sangre les dicen. Algunas aves hacen viajes migratorios de centenares de kilómetros, otras, de miles, al mismo lugar que dejaron seis meses antes. Las golondrinas de mar y el chorlito hacen viajes de 6.400 kilómetros en una sola dirección. Aves jóvenes hacen el viaje solas por primera vez. Hasta en fecha tan avanzada como en la Edad Media los naturalistas rehusaban creer que las aves emigraban, y se imaginaban explicaciones fantásticas para las apariciones y desapariciones de éstas en la primavera y el otoño. Pero en fecha tan temprana como en el siglo séptimo antes de Cristo la Biblia hablaba de las migraciones: “Aun la cigüeña en los cielos... bien conoce sus tiempos señalados; y la tórtola y el vencejo y el bulbul... observan bien el tiempo de la venida de cada uno.”—Jer. 8:7.
Hasta después que se aceptó que las aves grandes emigraban, hubo naturalistas que alegaron que las aves pequeñas cruzaban los océanos montadas sobre aves mayores. Pero el pequeño cerrojillo gorjeador, como muchas otras aves pequeñas, vuela por su cuenta. Sale de Alaska en el otoño, viaja en etapas a la costa de Nueva Inglaterra, espera por las condiciones metereológicas apropiadas, entonces emprende el vuelo sobre el Atlántico y pasa de tres a cinco días volando hasta la costa nordeste de la América del Sur. ¡Un viaje sin paradas, por días, sobre 3.800 kilómetros de océano, por un pájaro que pesa aproximadamente veinte gramos! ¿Qué pasmosa computadora hay en esa cabecilla que dice la hora, calcula el movimiento del Sol, usa las estrellas, orienta todo esto a un mapa de su destino, y hasta hace posible que el ave llegue a salvo si los cielos están nublados? ¿Puede alguien, en las profundidades de su propio pensamiento, realmente creer que la casualidad creó a este pequeño cerrojillo gorjeador?
Estudios de palomas mensajeras han revelado otro sistema de guía que pueden usar las aves. Si a estas palomas se les lleva en una caja oscura por rutas indirectas y se les suelta a 960 kilómetros de su palomar, regresan en un solo día. Si el Sol brilla, usan su sistema de guía. Pero también pueden regresar en días nublados o durante la noche. Sienten el campo magnético de la Tierra y lo usan como sistema de guía. Se soltó una bandada; a la mitad de las aves se les ató imanes sobre los lomos, y esto causó distorsión del campo magnético de la Tierra y lo hizo inútil para ellas. En un día soleado toda la bandada regresó sin percance. Sin embargo, en un día nublado las palomas que no tenían imanes regresaron, pero las que tenían imanes atados describieron círculos al azar. Por años se creía imposible el que hubiera criaturas que pudieran sentir el campo magnético de la Tierra; por lo débil que es. Ahora los científicos saben que, además de las aves, las abejas pueden sentir ese campo magnético. Experimentos recientes parecen sugerir que hasta algunos caracoles lo sienten.
No solo hay migraciones de aves, sino también de ballenas, focas, tortugas, anguilas, cangrejos, peces, mariposas y caribúes. Sin embargo, en el caso de algunos dormilones, se prefiere la hibernación para escapar de los rigores del invierno. La pequeña ardilla terrestre de 13 franjas ilustra algunos de los notables cambios fisiológicos que experimentan los animales en la hibernación. La temperatura corporal baja hasta estar a pocos grados del frío que hay fuera de la madriguera. El corazón bombea solo una o dos veces por minuto. Cuando está activa, esta ardilla puede respirar unos cuantos centenares de veces por minuto, pero en la hibernación respira lentamente una vez cada cinco minutos. Sin embargo su sangre permanece saturada de oxígeno, y los músculos, que reciben poco uso entonces, retienen su tono. ¿Qué impulso la lleva a su decisión de dormir en el otoño y despertar en la primavera? No se trata solo de las condiciones del tiempo. Una sustancia química descargada en la sangre da comienzo a su hibernación, y otra hace que se despierte. Usando estas sustancias químicas, los científicos han hecho que animales que acostumbran entrar en hibernación entren en su largo sueño a mediados del verano.
Acerca de maravillas como ésas, Job admitió: “Hablé, pero no entendía cosas demasiado maravillosas para mí, las cuales no conozco.”—Job 42:3.
MISCELÁNEA DE DISEÑOS INGENIOSOS
¿Recuerda usted el tosco instrumento de piedra que simplemente no pudo haberse hecho por sí solo? Téngalo presente para hacer una comparación mientras decide si las cosas siguientes pudieran haberse presentado por casualidad.
La mayoría de las personas saben que el camaleón puede disparar su lengua por varios centímetros para recoger insectos. Pero ¿sabe usted cómo hace esto esta criatura? Situado horizontalmente en la parte posterior de su boca hay un hueso con forma de cono, con la punta hacia el frente. En la base de éste está anclada la larga lengua hueca. Largos músculos mantienen la lengua, doblada como pliegues de un acordeón, comprimida alrededor de este hueso. En la punta de la lengua hay músculos esfínteres que reposan en la punta del hueso. Los ojos giratorios del camaleón, que se vuelven individualmente, advierten la presencia de un insecto al alcance de su lengua. Los largos músculos se contraen poderosamente y sostienen la lengua sobre el hueso como un muelle comprimido. Entonces los músculos esfínteres que rodean la punta del resbaloso hueso súbitamente se entesan, y, al hacerlo, los largos músculos que comprimen el “muelle” se aflojan, y la lengua sale disparada. El insecto queda pegado en la punta pegajosa del camaleón y éste atrae lentamente hacia sí la larga y fláccida lengua. La acción es parecida a la de un muchachito que estuviera disparando pepitas de ciruela o semillas resbalosas de melón desde entre el pulgar y el dedo índice; pero en este caso el hueso resbaloso permanece donde está y la punta de la lengua que aplica la presión sale disparada. Un diseño tan ingenioso ciertamente necesita un diseñador.
El escarabajo escopetero usa explosivos para protegerse de atacantes. Mantiene almacenadas tres sustancias químicas secretadas por unas glándulas. Cuando un enemigo se acerca, una válvula se abre para dejar que las sustancias químicas entren en un compartimiento de paredes fuertes. Allí una enzima hace que exploten y una niebla nociva sale disparada de una parte giratoria del insecto que puede apuntar en cualquier dirección. El escarabajo puede hacer explosión repetidas veces, docenas de veces en unos minutos, con un audible “¡pap!” cada vez. El enemigo se retira, a veces en convulsiones. Este escarabajo tiene un laboratorio, elabora explosivos, y los usa con propósito. ¡Es una asombrosa fabriquilla de bombas!
El escribano del agua tiene ojos bifocales para ver por encima y por debajo del agua de charca o laguna donde se encuentra, pero ésa es la más pequeña de sus maravillas. Puede volar, reptar, caminar sobre el agua o sumergirse. Cuando hace lo último, lleva consigo una burbuja de aire que funciona como un pulmón. Recibe los desperdicios de anhídrido carbónico del escribano del agua y los pone en el agua, y transfiere oxígeno del agua al escribano. Esta criatura puede mantenerse bajo el agua por horas. Las partes inferiores del escribano son partes para estar en contacto con el agua, pero las partes superiores, incluso las mitades superiores de los ojos compuestos, son mantenidas engrasadas por glándulas de modo que se repela el agua. El escribano se mueve rápidamente en toda dirección sobre la película superficial del agua, produciendo ondas arqueadas al hacer esto. Cuando estas ondas dan en la orilla, o en objetos que se hallan sobre la película superficial —quizás otro escribano del agua o un insecto comestible— se reflejan de regreso. Por medio de mantener dos antenas en la superficie del agua, el escribano del agua recibe sus mensajes acerca de lo que le rodea. Obtiene alimento y evita choques mientras centenares de otros escribanos del agua están moviéndose rápida y erráticamente alrededor, todos produciendo ondas de agua, pero cada uno interpretando solo las suyas. Este sistema trabaja de día o de noche. El escribano del agua hace con las olas del agua lo que los murciélagos hacen con las ondas de sonido... ¡qué computadora hay metida en esa cabecita!
“NADA NUEVO DEBAJO DEL SOL”
La gente mira a los logros técnicos y admira a los inventores humanos. Ven los mismos principios empleados con propósito por criaturas vivientes y dicen que esto se presentó fortuitamente. Por lo general los inventores humanos son en realidad adaptadores. Lo que ellos hacen ya se ha hecho antes, como dijo Salomón: “No hay nada nuevo bajo el sol.” (Ecl. 1:9) En el libro Bionics, por Daniel Halacy, Jr., en la página 19, leemos:
“Se llevó al mercado un avión comercial con el ala curvada a la manera de las alas de un pájaro. Una compañía cauchera estaba haciendo experimentos para lograr buen flujo laminar por medio de una ‘piel’ artificial para botes, copiada de la piel de los mamíferos marinos. Un nuevo indicador de velocidad en tierra para aviones imitó el ojo de un escarabajo, y una mejor cámara de televisión simuló el mecanismo del ojo del cangrejo bayoneta.”
Los hombres estudian las creaciones de Jehová Dios para descubrir las maneras ingeniosas en que funcionan y adaptarlas a las invenciones humanas. Esto nos recuerda las palabras de Job 12:7-9: “Pregunta, por favor, a los animales domésticos, y ellos te instruirán; también a las criaturas aladas de los cielos, y ellas te informarán. O muéstrale tu preocupación a la tierra, y ella te instruirá; y los peces del mar te lo declararán. ¿Quién entre todos éstos no sabe bien que la misma mano de Jehová ha efectuado esto?” Los inventores aprecian el que se les honre por sus ingeniosas adaptaciones, pero muy frecuentemente le niegan reconocimiento a Aquel que “con sabiduría” dio origen a todo.—Sal. 104:24.
La Biblia habla de la hormiga cosechadora en Proverbios 6:8: “Prepara su alimento aun en el verano; ha recogido su abastecimiento de alimento aun en la siega.” Por siglos se dudaba de la existencia de hormigas que cosecharan y almacenaran grano, pero en 1871 un naturalista británico descubrió los graneros de éstas. Las hormigas también atienden siembras, tienen esclavos y mantienen “ganado” insectil. Las termitas acondicionan el aire de sus nidos, como las abejas lo hacen respecto a sus colmenas. Por un baile en la oscuridad, unas abejas también comunican a otras abejas dónde está el néctar, en qué dirección y a qué distancia. Los insectos despliegan asombrosas aptitudes que los hombres no pueden copiar. ‘Son instintivamente sabios,’ como dice la Biblia, creados así por Jehová Dios.—Pro. 30:24.
“Agua por todas partes y ni una gota para beber,” es un dicho acerca del océano. Pero algunas aves marinas tienen glándulas que desalan el agua marina. Algunos peces y anguilas generan electricidad, hasta 400 voltios. Muchos peces, gusanos e insectos producen luz fría, para envidia de los científicos cuyas propias luces pierden energía debido al calor. Los murciélagos y delfines usan sonar, hay avispas que hacen papel, hay hormigas que construyen puentes, los castores edifican represas, ciertas culebras tienen termómetros que pueden determinar un cambio de temperatura de una milésima de grado centígrado. Insectos de las charcas usan tubos de respiración y campanas de buzo, los pulpos usan propulsión a chorro, las arañas tejen siete clases de telarañas, preparan trampas, redes, lazos, y producen hijitos que son aeronautas en globo que viajan miles de kilómetros a grandes alturas. Una mariposa nocturna rocía un perfume que puede ser detectado por un macho de la misma especie a 10 kilómetros de distancia sólo con que una sola molécula toque sus antenas. El salmón regresa al río donde comenzó su vida, después de pasar años en el mar abierto, porque cada salmón recuerda el olor característico del río original y puede detectarlo mientras nada en las aguas costaneras.
Jehová llamó la atención de Job a Sus muchas maravillas de la creación. ¿Cómo respondió Job? Así: “He llegado a saber que tú todo lo puedes, y no hay idea que te sea irrealizable.”—Job 42:2.
Es imposible que diseño tan sorprendente exista sin diseñador. Los evolucionistas alegan que el diseñador es ‘la selección natural y la supervivencia del más apto.’ Pero el problema es la llegada del más apto, no la supervivencia. No se puede seleccionar hasta que hay una opción disponible. No se puede construir una casa antes de que lleguen los materiales de construcción. Como dice la Biblia: “Por supuesto, toda casa es construida por alguien, más el que construyó todas las cosas es Dios.” La evidencia está por todas partes. Muchas personas que pueden ver a un hombre-mono reflejado en un tosco instrumento de piedra no pueden percibir las cualidades de Dios espejadas en todas sus sorprendentes obras. “Son inexcusables.” (Rom. 1:20) Pero nosotros, tengamos ‘ojos que vean’ la existencia de Jehová como se refleja en sus obras creativas.—Mat. 13:14-16
[Ilustración de la página 11]
CAMALEÓN
huesos ioides
músculos esfínteres
músculos ioideos
hueso central
la lengua pegajosa aguanta el insecto
[Ilustración de la página 12]
escarabajo escopetero
[Ilustración de la página 13]
Navegación, sonar, propulsión a chorro, horticultura, comunicación... ¿quién lo hizo primero?
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El cerebro humano... 1,4 kilos de misterioLa Atalaya 1978 | 1 de diciembre
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El cerebro humano... 1,4 kilos de misterio
¿Quién defendería la idea de que un edificio pudiera construirse a sí mismo, o un televisor producirse a sí mismo, o una computadora diseñarse o programarse a sí misma? Se necesita cerebro para hacer estas cosas. Pero hay quienes alegan que el cerebro se presentó por casualidad. ¿Es más sencillo que los edificios, los televisores y las computadoras el cerebro humano?
DAVID levantó la vista a la bóveda estrellada que se extendía sobre él y vio el mensaje que se reflejaba allí: “Los cielos están declarando la gloria de Dios; y de la obra de sus manos la expansión está informando.” La inmensidad de los cielos infundió en él temor reverente, y se preguntó por qué Dios tomaría en consideración al hombre, que tan insignificante es: “Cuando veo tus cielos, las obras de tus dedos, la luna y las estrellas que tú has preparado, ¿qué es el hombre mortal para que lo tengas presente, y el hijo del hombre terrestre que cuides de él?” Pero cuando David contemplaba su propio cuerpo, de nuevo se maravillaba: “Te elogiaré porque de manera que inspira temor estoy hecho maravillosamente. Tus obras son maravillosas, como muy bien se da cuenta mi alma.”—Sal. 19:1; 8:3, 4; 139:14.
¡Qué contraste con los hombres de hoy día! David quedó pasmado de asombro ante el poder majestuoso de Jehová cuando vio unas 2.000 estrellas. Hoy los hombres disciernen centenares de miles de millones de estrellas en nuestra galaxia, la Vía Láctea, calculan que hay otros cien mil millones de galaxias en el universo (cada una con miles de millones de estrellas), y sin embargo niegan la existencia de un Creador. David se maravilló ante el intrincado diseño de su propio cuerpo y alabó a Jehová. Hoy los hombres saben mucho más acerca de las maravillas del cuerpo, pero lo atribuyen todo a una evolución ciega. Siempre están aprendiendo, pero parece que no pueden llegar al conocimiento de la verdad que sus descubrimientos declaran, a saber, que se necesita un sabio y poderoso Creador para dar existencia a estas maravillas de diseño.
La revista Scientific American llamó atención a este diseño y dijo: “Casi parece como si en algún sentido el universo tuviera que haber sabido que nos presentaríamos aquí.” La revista atribuyó esta preparación para nosotros a “los muchos accidentes de la física y la astronomía que han trabajado juntos para nuestro beneficio.” Sin embargo, no fue el universo, sino Jehová Dios, quien sabía que nos presentaríamos, y no fue por accidente que él preparó la Tierra y sus cielos inmediatos para nosotros. No hay duda de que nos sentimos como David se sintió cuando vemos la grandeza de la Tierra y la vasta expansión de los cielos... pequeños e insignificantes. Pero cuando Jehová nos dice que la Tierra fue hecha para el hombre, que espera que el hombre sea quien la cuide y atienda, y que ha equipado al hombre con la aptitud para cumplir con esta responsabilidad, entonces no tenemos que sentir que nuestra pequeñez nos descalifique de ser dignos de su atención.—Gén. 1:14-18, 26-28; 2:15; Isa. 45:18.
1,4 KILOS DE MISTERIO
El más grande de los dones que Dios nos ha dado para equiparnos para atender la Tierra es una sustancia gris y blanda un poco mayor que una toronja. Lo precioso de este don está enfatizado por el hecho de que está en una ubicación protegida. Está envuelto en tres membranas y virtualmente flota en un fluido acojinador o amortiguador, y todo esto está encerrado en hueso sólido... el cráneo. Esto es lo que nos separa de los animales irracionales y nos imparte la posibilidad de estar a la imagen y semejanza de Dios. Con esto podemos pensar, aprender, sentir, soñar y recordar... pero no lo podemos entender. A pesar de toda la intensa investigación científica para penetrar en la manera en que funciona, sigue siendo un misterio. El fisiólogo británico sir Charles Sherrington escribió: “El cerebro es un misterio. Lo ha sido y todavía lo será. ¿Cómo produce pensamientos el cerebro? Esa es la pregunta central y todavía no tenemos respuesta para ella.” El famoso antropólogo Dr. Henry Fairfield Osborn escribió: “Mi opinión es que el cerebro humano es el objeto más maravilloso y misterioso de todo el universo.”
El sistema nervioso es de complejidad tremendamente asombrosa. Sus células se llaman neuronas y se extienden por todo el cuerpo. Algunas solo miden una fracción de centímetro; otras pueden medir metros. La más larga conecta el cerebro con el dedo gordo del pie. Los impulsos electroquímicos que llevan mensajes al cerebro y desde el cerebro viajan de 3,2 a 320 kilómetros por hora. Los nervios mayores se componen de miles de fibras, como el nervio óptico, que tiene algunos millones de fibras, cada una de las cuales lleva un mensaje diferente. El sistema nervioso autonómico dirige, sin pensamiento consciente por parte de uno, el funcionamiento de órganos, el sistema circulatorio, membranas y muchos músculos, como los que tienen que ver con la respiración, el tragar y los movimientos peristálticos de los intestinos.
El cerebro mismo tiene 10 mil millones de neuronas y 100 mil millones de células glías que forman estructuras sustentadoras y probablemente tienen funciones alimenticias. Las neuronas del cerebro están activas día y noche, hasta durante el sueño, y utilizan energía a gran velocidad. En cada célula la energía se deriva de la oxidación de glucosa. El cerebro permanece inmóvil, ni se contrae ni crece, y tiene únicamente 2 por ciento del peso del cuerpo. Y sin embargo, para continuar funcionando, tiene que recibir 20 por ciento de la sangre que se bombea desde el corazón; exige el 25 por ciento del suministro de oxígeno de la sangre. Si por 15 segundos se le priva de sangre, se pierde el sentido; si por cuatro minutos, puede ocurrir daño cerebral irreparable. Su actividad eléctrica se puede medir y registrar en papel como líneas ondulantes, llamadas ondas cerebrales, y a este registro se le llama electroencefalograma, o EEG.
Los procesos de más alto pensamiento del cerebro tienen su centro en el cerebrum, con sus varios lóbulos, y éste está dividido en un lado derecho y un lado izquierdo. El cerebro izquierdo controla el lado derecho del cuerpo, generalmente es el dominante, y es el centro de la lógica, las facultades verbales y de la acumulación y proceso a que se someten los millones de datos que entran en grandes cantidades en el cerebro cada segundo. El cerebro derecho controla el lado izquierdo del cuerpo, y está dedicado a las actividades creadoras e intuitivas de la mente. Pero si a edad tierna falla un lado del cerebrum, el otro lado asume la mayoría de sus funciones. Se cree que el cerebro no se usa a capacidad plena; tiene la potencialidad de hacer genios de gente sencilla y ordinaria.
MENSAJES, PENSAMIENTOS, EMOCIONES
“El oído que oye y el ojo que ve... Jehová mismo los ha hecho aun a ambos.” (Pro. 20:12) El oído recibe ondas sonoras y las convierte en disparadores eléctricos que dan principio a impulsos en el nervio auditivo. Cuando éstos llegan a la zona auditiva del cerebro, se les interpreta como sonidos, y se crean pensamientos. La luz entra en el ojo, y bastones y conos convierten esta luz en disparadores eléctricos que envían impulsos por el nervio óptico hasta el cerebro, donde se convierten en escenas que estimulan el pensamiento. De manera similar, Jehová ha provisto receptores nerviosos sensorios en la nariz y la boca y la piel que hacen disparadores eléctricos de los olores y gustos y toques y el calor. Estos envían impulsos al cerebro, que, a su vez, analiza los mensajes recibidos así, y decide qué respuestas apropiadas dar.
Las neuronas o células nerviosas tienen en un extremo dendritas que se extienden hacia fuera como las ramas de un árbol; el otro extremo es un hilo largo llamado axón. Las dendritas reciben los impulsos y los envían por el axón, que los pasa a las dendritas de la siguiente neurona. Pero el axón y las dendritas nunca se tocan. Hay una minúscula brecha de 1/500 de lo ancho de un pelo humano que los impulsos tienen que pasar mientras corren de neurona a neurona hasta que llegan al cerebro. Estas brechas, o sinapsis como se les llama, son cruzadas usualmente por mensajeros químicos conocidos como neurotransmisores. Los mensajes no viajan hacia el cerebro y de regreso del cerebro como la electricidad pasa por un alambre. Son de naturaleza electroquímica, viajan en impulsos que varían en frecuencia según la intensidad del estímulo, y no tienen que ser empujados por una fuente externa de energía como la electricidad en un alambre. Cada neurona es como una pequeña batería, es su propia fuente de energía, y la intensidad o poder del impulso es constante durante todo el viaje al cerebro o de regreso de él. No hay pérdidas en el camino.
La aptitud del cerebro para acumular y procesar información desafía el entendimiento. ¡Imagínese lo que debe pasar en el cerebro del conductor de una gran orquesta sinfónica! Hay conductores que se han aprendido de memoria las partituras para 50 ó 100 instrumentos. Mientras la orquesta toca, y centenares de notas por segundo con sus diversas frecuencias entran apresuradamente en el cerebro del conductor, él está comparando las notas con los patrones que tiene en la memoria. ¡Si uno de los muchos instrumentos toca una nota equivocada, él lo percibe! ¡O considere al pianista de concierto que toca una difícil partitura mientras todos sus dedos vuelan sobre el teclado! ¡Qué maravilloso sentido cinemático tiene que tener su cerebro, para ordenar con exactitud la relación espacial de los dedos, de modo que den en las teclas correctas que casen con las notas que tiene en la memoria!
Las redes de interconexiones entre los 10 mil millones de neuronas del cerebro llegan a cantidades tan astronómicas que se hacen incomprensibles. La investigación reciente muestra no solo conexiones entre los axones y las dendritas, sino también conexiones entre axón y axón, y microcircuitos entre las dendritas mismas. Las siguientes citas suministran más información.
“De los muchos miles de millones de células nerviosas en la corteza cerebral, la gran mayoría de éstas, por mucho, se utilizan en memoria asociativa. Estas células están eslabonadas en cadenas por miles de millones de fibras de asociación. Estas células y fibras pueden volver a usarse indefinidamente; cada vez que se usan, los impulsos cruzan las sinapsis de ellas con mayor facilidad. Los recuerdos almacenados en algunas células pueden asociarse así con los que están almacenados en otras, y pueden compararse nuevas impresiones con las memorias de impresiones previas. Así se puede llegar a conclusiones lógicas y éstas pueden, además, resultar en pensamiento creativo.”—Encyclopedia Americana, tomo 4, pág. 423, edición de 1977.
“El cerebro pesa menos de 1,4 kilogramos; sin embargo, una computadora que pueda encargarse de la producción de un solo cerebro pudiera cubrir la Tierra entera. El cerebro clasifica cien millones de datos procedentes de los ojos, los oídos, la nariz y otros puestos de avanzada sensorios cada segundo, pero usa menos electricidad que una bombilla de término medio. . . . Puesto que cada neurona contiene unas doscientos mil sinapsis a lo largo de sus numerosos puntos de follaje, y hay miles de millones de neuronas, los sinapsis le suministran al cerebro una flexibilidad casi ilimitada.”—Mainliner Magazine, marzo de 1978, págs. 43, 44.
Un pensamiento, si es lo suficientemente fuerte, produce un sentimiento. El sentimiento, si es lo suficientemente fuerte, causa una acción. Usted piensa en las creaciones de Jehová, siente gratitud, le sirve. Usted piensa en una persona amada que se halla en peligro, siente temor, entra en acción para salvar a esa persona. Los pensamientos malos trabajan de la misma manera. Cuando alguien mira a una mujer con pensamientos de adulterio, el deseo crece; pudiera suceder que se cometiera adulterio. Tanto Jesús como el discípulo Santiago confirman esto: “Cada uno es probado por medio de ser provocado y atraído seductoramente por su propio deseo. Luego el deseo, cuando se ha hecho fecundo, da a luz el pecado.” (Sant. 1:14, 15; Mat. 5:27, 28) Los nervios sensitivos que van al cerebro producen sentimientos. Por ejemplo, hay centros de placer en el cerebro que, cuando se les estimula por medio de electrodos, producen placer. Otros centros de la emoción, cuando se les estimula por medio de electrodos, producen ira, temor o paz. Se puede hacer que gatos a los cuales se estimula así se sobrecojan de temor al ver un ratón. Las ratas con electrodos en cierto punto sienten ira; en otro punto, sienten placer. Se han arreglado pedales de modo que unas ratas, al pisarlos, estimularan sus centros de placer. ¡Ellas pisaron estos pedales hasta 5.000 veces en una hora, pasando por alto el alimentarse, el coito y el sueño hasta desplomarse de puro agotamiento!
QUEDAN MUCHOS MISTERIOS
Mucho se ha aprendido acerca del cerebro, pero es mucho más lo que sigue siendo un misterio. Por medio de usar electrodos, se han hecho mapas de las zonas de la corteza cerebral en los cuales se muestra qué funciones se ejecutan y dónde. Se han removido algunas creencias falsas, tales como la frenología... el estudio de “rasgos del carácter” por medio de tocar protuberancias en la cabeza. La forma del cerebro no determina la forma del cráneo, ni es posible asignar “rasgos del carácter” a zonas específicas del cerebro.
Sin embargo, no se sabe cómo las puntas de los nervios en los receptores sensorios convierten los estímulos que reciben en disparadores eléctricos. No se sabe cómo funciona la memoria. No se sabe cómo surge el pensamiento de los impulsos electroquímicos, ni cómo se toman decisiones, o cómo se inician las respuestas que se envían sobre los nervios motores. Hasta las transmisiones de impulsos a través de las neuronas no se entienden completamente. No podemos entender cómo estos impulsos eléctricos causan sueños, llevan a escribir poemas, componer música... ¡o, en cuanto a ello, cómo hacen que el estado consciente mismo exista!
¿Ha considerado usted la magnitud del trabajo cerebral que se requiere para actos que damos por sentados... caminar, hablar, comer, nadar, transportarnos en bicicleta, o echar mano a una pelota que alguien haya lanzado? Un principiante se mueve de un lado a otro tratando de atrapar una pelota que ha sido lanzada a gran altura, y ésta por lo general cae a cierta distancia de él. En contraste, el jugador de pelota profesional sale disparado al sonido del golpe que el bate da a la pelota. El sonido del bate al pegarle a la pelota le dice con cuánta fuerza ha sido golpeada, su ojo nota la trayectoria y velocidad de la pelota, y su cerebro calcula como por computadora la zona general en la cual caerá. El pelotero corre en esa dirección, pero, mientras corre, su cerebro computador está efectuando calculaciones continuamente para determinar con exactitud el punto donde él tiene que estar para capturar la pelota. ¿Hay viento? ¿Qué fuerza tiene? ¿Está empujando la pelota a la derecha o la izquierda? ¿Está retardando el movimiento de la pelota o la está empujando hacia más lejos? ¿Tiene que cambiar de dirección él, o correr más rápidamente o menos rápido? ¿Está el terreno accidentado, habrá un hoyo que tenga que ser evitado, viene otro pelotero a echar mano a la pelota y debería dejársele a él, o debería hacérsele señas para que se vaya?
¡Él tiene que notar todas estas cosas, pero sin quitar sus ojos de la pelota! Si hiciera eso, “desconectaría su computadora,” y fracasaría en su intento. No hay tiempo para hacer todos estos cálculos y decisiones conscientemente. La mente y los músculos del jugador, entrenados por experiencias registradas en su memoria, efectúan una ejecución automática debido a que su cerebro ha sido programado por la práctica para hacer todo esto. ¡Es un misterio en sí mismo cómo fue que el pelotero llegó a adquirir la habilidad de atrapar en sus manos una pelota que caía!
¿Puede atribuirse a la casualidad la inteligencia del cerebro, como hacen actualmente tantos científicos? Ellos son muy inconsistentes cuando consideran la casualidad o el azar. Hablan de enviar señales de radio a las estrellas para establecer comunicación con una civilización distante en un planeta hipotético. ¿Cómo reconocerían los que en la distancia recibieran las señales que estas señales venían de una fuente inteligente y no eran solo casualidad? Estas señales pudieran llevar ecuaciones matemáticas simples, como la de dos por tres son seis. Esto se puede hacer fácilmente. También, las señales pudieran ser mucho más complicadas, pero en cierto orden que comunicara información, y quizás hasta trazaran la figura de un hombre. Ciertamente si uno de nuestros grandes radiotelescopios que investigan el espacio profundo recibiera un mensaje pictórico de esa índole los científicos jamás dudarían de que el mensaje se hubiera originado de una fuente inteligente. Sin embargo, ¡esto es tan sencillo al compararse con el cerebro, y mucho más simple que la una sola célula en una matriz que puede hacer no solo un cerebro, sino una criatura humana completa! ¿Es consistente decir que el cerebro puede simplemente haber llegado a existir por casualidad, que la célula en la matriz puede llegar a ser por casualidad, pero que las señales de radio que sigan un patrón prueban sin lugar a duda que hay una fuente inteligente tras ellas? Tal pregunta no necesita respuesta.
Mientras conversaba sobre la naturaleza de Dios, el universo y el hombre, Alberto Einstein de súbito miró al cielo y dijo: “No sabemos nada en absoluto en cuanto a ello. Nuestro conocimiento es simplemente el conocimiento de chiquillos colegiales.” Le preguntaron: “¿Cree usted que alguna vez descubriremos el secreto?” Respondió: “Es posible que lleguemos a conocer un poco más que ahora. Pero la verdadera naturaleza de las cosas... eso jamás lo sabremos, jamás.”
Tanto Einstein como David quedaron asombrados profundamente por los misterios del cielo nocturno y el hombre. Y nosotros continuamos experimentando asombro extraordinario por ese aproximadamente kilo y medio de misterio encerrado dentro de nuestro cráneo... el cerebro humano.
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