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  • Parte 3—“Hágase tu voluntad en la tierra”
    La Atalaya 1959 | 1 de febrero
    • (Mod; Luc. 4:16-21) De esto se ve que Dios tiene un nombre personal.

      42, 43. ¿Cómo se separa Dios de todos los demás que se llaman “dios,” y con qué declaración hindú está en desacuerdo su Palabra en este asunto?

      42 Dios tiene un nombre que lo separa de toda otra persona o cosa que se llama por el título “dios.” Él honra y respeta su propio nombre y no permitirá que viva para siempre cualquiera que hable mal de su nombre o que vitupere su nombre. Él pone su propio nombre como apoyo para las promesas, las profecías, las declaraciones de propósito que él hace, para que no lo confundan a él con cualquier otro que los hombres adoran como dios. En lo que concierne a su nombre su Palabra escrita, la Biblia, está en desacuerdo con la siguiente declaración reciente:c

      43 “Los nombres de dioses no hacen la religión así como los nombres de hombres y mujeres no hacen su personalidad. Los nombres se dan originalmente y usan sin idea de comparación o contraste con otros nombres. . . . Sea Dios, Jehová, Bhagwan, Ishwar, Alá, Hari, Siva o Rama, es el mismo Ser que es recordado vagamente por todo devoto cuando pronuncia el nombre que por su crianza acostumbra asociar con el misterio del universo y la idea de adoración.”

      44. ¿Qué se conocía acerca del Dios a quien Jesús estaba enseñando a sus discípulos a orar?

      44 Por lo contrario, Jesús enseñó a sus discípulos a orar, no a un llamado Dios Madre-Padre,d o a un dios sin nombre, sino a un Dios cuyo nombre Jesús mismo conocía y que los sumo sacerdotes israelitas conocían. Si el nombre personal de Dios, que es Jehová, no tenía importancia, ¿por qué comenzó Jesús su oración modelo enseñando: “Padre nuestro que estás en los cielos: Santificado sea tu nombre”? Los que escuchaban el Sermón del Monte de Jesús no creían en los dioses de la India u otros países semejantes, sino en el Dios a quien Jesús mismo adoraba. El mismo nombre de Cristo honra el nombre de este Dios y Padre celestial, porque el nombre Jesús significa “Jehová es Salvación.”—Mat. 1:21.

      (Continuará)

  • Siguiendo tras mi propósito en la vida
    La Atalaya 1959 | 1 de febrero
    • Siguiendo tras mi propósito en la vida

      Según lo relató Carlos Eisenhower

      FUE allá en 1933, en una granja en Pensilvania, en los EE. UU. de la América del Norte, que tuve primer conocimiento sobre los testigos de Jehová. Mi padre le pidió prestado el libro Gobierno a mi maestro de escuela dominical. El libro le gustó tanto que, al devolverlo, volvió a casa con otro libro llamado El arpa de Dios. Casi todas sus horas libres mi padre las pasaba con estas publicaciones.

      Un día nos dijo a mi madre y a mí lo que había estado leyendo. “Estos libros,” dijo, “cuentan acerca del reino de Dios. Prueban que la tierra no va a ser consumida por fuego, que no existe semejante lugar como un infierno ardiente, como enseña el clero,” y como se nos enseñaba en la iglesia luterana.

      Lo que mi padre dijo me hizo feliz. Aunque yo era un muchacho de solamente catorce años, no podía entender por qué un Dios de amor quisiera destruir este planeta, ni podía entender por qué quisiera atormentar a personas en fuego

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