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  • La prueba del diseño
    ¡Despertad! 1979 | 8 de junio
    • ¿No es obvio que en nuestro cuerpo hay ejemplos de sobresaliente diseño? ¿No deberíamos llegar a la misma conclusión lógica a la que llegó un sobresaliente ingeniero consultor que durante dos años se afanó en diseñar un “cerebro electrónico”? Dijo: “Después de encararme a los muchos problemas de diseño que me presentó [la computadora] y resolverlos, me parece completamente irracional pensar que tal artefacto pudiera llegar a existir de cualquier otra manera que por medio de un . . . diseñador inteligente. . . . Si mi computadora exigió un diseñador, cuánto más lo exigió esa compleja . . . máquina, mi cuerpo humano.”

      ¿Pudieran todos estos ejemplos de diseño sencillamente haber “sucedido por casualidad”? George Gallup, un conocido experto en estadística, alguien que cuidadosamente compila cifras y hechos sobre ciertos temas, dijo en una ocasión: “Puedo probar que Dios existe por medio de las estadísticas. Sencillamente considere el cuerpo humano... la probabilidad de que todas las funciones del individuo sencillamente surgieran por casualidad es una monstruosidad estadística.” En otras palabras, la probabilidad de que todo esto “sucediera por casualidad” sin algún poder director es, en realidad, imposible, “una monstruosidad estadística.”

      El gran físico Lord Kelvin, quien para el tiempo de su muerte “sin disputa alguna era el mayor genio científico del mundo,” llegó a la misma conclusión: “La ciencia nos obliga absolutamente a creer con perfecta confianza en un Poder Directivo... en una influencia aparte de las fuerzas físicas, dinámicas o eléctricas . . . La ciencia nos obliga a creer en Dios.” (Las bastardillas han sido añadidas.)

      Podemos ver prueba convincente de la existencia de Dios por medio de (1) la lógica científica sólida y (2) la existencia de diseño en el mundo que nos rodea. Aun así una pregunta viene a nuestra mente: ¿Cómo es este Dios? Para hallar una respuesta satisfaciente, tenga la bondad de leer el siguiente artículo.

  • ¡Dios existe! ¿pero cómo es?
    ¡Despertad! 1979 | 8 de junio
    • ¡Dios existe! ¿pero cómo es?

      ¿QUÉ se puede decir acerca de su personalidad? ¿Es él el tipo de individuo que llegaríamos a amar si lo conociéramos íntimamente? ¿No le parece que éstas son preguntas importantes?

      ¿Cómo podemos llegar a conocer algunas de las cualidades de Dios? En Romanos 1:20, la Biblia sugiere: “Porque sus cualidades invisibles [las de Dios] se ven claramente desde la creación del mundo en adelante, porque se perciben por medio de las cosas hechas [“se entienden por medio de las obras de Sus manos”—New Berkeley Version], hasta su poder sempiterno y Divinidad, de modo que son inexcusables.”

      Por medio de echar una ojeada a fondo a las cosas que Dios ha hecho, “las obras de Sus manos,” podemos aprender cuáles son algunas de sus cualidades. Pues bien, ¿qué vemos?

      Amor y bondad

      Esas cualidades son muy evidentes en la manera en que estamos diseñados. Nuestros cuerpos fueron hechos para hacer más que meramente vivir; más bien, fueron hechos para realmente disfrutar de la vida. Nuestros ojos pueden ver en color. Algunos animales ven solo en blanco y negro, pero el mundo está lleno de deslumbrantes colores. Podemos oler y tenemos papilas del gusto. De modo que el comer no es meramente una función necesaria; es algo deleitable. Estos sentidos no son absolutamente vitales para la vida, pero evidencian un Creador amoroso, generoso, considerado.

      También hay prueba de interés amoroso en el reino animal. Los muchos pequeños “peces limpiadores,” a los cuales a veces se les llama “peces médicos,” son un ejemplo. Actualmente más de 40 especies han sido designadas como “limpiadores.” Estos peces se dedican a remover de otros peces los parásitos y piojos que pudieran obstruirles las agallas y enfermarlos.

      “Más que esto,” el pez limpiador “come a bocaditos las agrupaciones de hongos y bacterias que pudieran infectar la piel, y si el pez ha sido herido, se come cualquier carne muerta y de esa manera le limpia la herida,” informa el libro Animal Partners and Parasites.

      De modo que se puede ver que estos peces son muy parecidos a pequeños “médicos,” y a veces hasta mantienen “oficinas” o “estaciones de limpieza.” Se observó que una “oficina” sirvió a más de 300 peces durante un período de seis horas. Imagínese el cuadro: Algunos peces esperan en fila a que se les atienda, mientras que otros están “parados” de cabeza o boca abajo a medida que los limpiadores les dan un tratamiento minucioso. ¡Los “médicos” suministran todo este tratamiento “profesional” sin enviar ni una sola “cuenta médica”!

      ¿Cuán importante es esta actividad de limpieza? Una de las autoridades principales en este campo, Conrad Limbaugh, la llamó “una actividad constante y vital.” En una ocasión removió todos los “limpiadores” conocidos de cierta zona, y en cuestión de pocos días la cantidad de peces había disminuido dramáticamente... por fin casi todos se marcharon. Y los pocos que quedaron “desarrollaron erupciones blancas y vellosas, hinchazones, llagas ulceradas y aletas raídas.” ¡Todo porque estos pequeños “médicos” ya no estaban!

      ¿Efectúan los “limpiadores” su labor meramente por la comida que reciben?

      “Ninguno de ellos [los limpiadores] parece depender exclusivamente de este hábito para obtener su alimento.”

      “Ninguno de estos dos peces [dos de los más celosos limpiadores] depende mucho del limpiar para obtener su alimento, y pueden subsistir de pequeños crustáceos; ambos recogen estos crustáceos de las plantas; la señorita [cierto tipo de pez limpiador] también puede tomarlos del fondo y directamente del agua.”

      Así es que no tienen que cuidar de estos otros peces. Pero lo hacen. ¿Quién diseñaría a este pequeño y eficaz limpiador... completo con colores brillantes para identificarlo fácilmente, nariz puntiaguda y dientes parecidos a tenacillas? ¿Quién tiene que haber puesto tal instinto amoroso en estas pequeñas criaturas? Solo un Creador amoroso y considerado.

      Un propietario de fábrica que tenga aprecio sano por la vida instala en su fábrica muchas válvulas de seguridad con el fin de proteger a las personas que trabajan allí. Estas válvulas, colocadas en calderas a vapor y en otro equipo con el fin de impedir que la presión se acumule hasta llegar a poseer fuerza explosiva, dan prueba de su interés genuino en la gente.

      En nuestro mundo vemos muchas de estas “válvulas de seguridad” colocadas por el Diseñador de la creación. El Creador “hace llover sobre justos e injustos.” (Mat. 5:45) La manera en que la lluvia cae es un ejemplo sobresaliente del uso de “válvulas de seguridad.”

      Sobre nuestra cabeza hay miles de millones de litros de agua almacenados en las nubes en forma de vapor. El agua es pesada: un metro cúbico pesa más de 930 kilos. ¡Se calcula que una nube grande puede pesar hasta 100.000 toneladas! ¿Puede usted imaginarse el estrago que se produciría si el vapor acuoso formara una “gota” inmensa y cayera en cascada a la Tierra? ¡Qué devastación! Pero, por alguna razón que todavía es inexplicable, las pequeñas gotitas de agua se reúnen en torno a una partícula de polvo —pero solo hasta llegar a cierto tamaño, sin sobrepasarlo— y entonces caen a tierra. Las suaves lluvias casi nunca dañan ni siquiera las más delicadas flores. Sin duda nos beneficiamos de esta “válvula de seguridad.”

      O, considere el terror del invierno si el agua cayera como colosales trozos de hielo. En esto también, al instante de ser liberada, una “válvula de seguridad” produce pequeños copos que descienden inocuamente y proveen una atractiva frazada que conserva el calor del terreno para beneficio de la vegetación.

      Muchas personas que viven en países en que la temperatura puede cambiar rápidamente quizás recuerden que de niños, cuando la temperatura bajaba de súbito durante la noche, su madre o padre se levantaba y los tapaba con una frazada adicional. ¿Recuerda la siguiente mañana, mientras se arrellanaba en su cómoda cama, lo “caliente” que se sentía dentro de sí, sabiendo que Mamá o Papá mostraban tanta atención al bienestar de usted? Pues bien, ¿no debería esto infundir en nuestro corazón afecto hacia nuestro Padre celestial, quien provee esta plateada frazada de nieve para preservar la vegetación? Sí, las “obras de Sus manos” testifican de que él es un Creador tierno y amoroso que se interesa por nosotros.

      Justicia

      ¿Qué hay en cuanto a la cualidad de justicia? Es vital que establezcamos si el Creador tiene esta cualidad o no. Sabemos que un Dios de justicia no tolerará para siempre las injusticias notorias, el desafuero, el ambiente de maldad que hoy día existe por todas partes de la Tierra.

      Hallamos prueba de esta cualidad en algo que tenemos en nuestro interior. ¿Qué es? Se le describe en una declaración verídica que se halla en la Biblia:

      “Porque siempre que los de las naciones que no tienen ley hacen por naturaleza las cosas de la ley, éstos, aunque no tienen ley, son una ley para sí mismos. Son los mismísimos que demuestran tener la sustancia de la ley escrita en su corazón, mientras su CONCIENCIA [“sentido del bien y el mal,” Amplified Bible; el vocablo griego significa “distinguir entre lo que moralmente es bueno y malo . . . encomiando lo uno, condenando lo otro,” Léxico Griego-Inglés de Thayer] da testimonio con ellos y, entre sus propios pensamientos, están siendo acusados o hasta excusados.” (Rom. 2:14, 15)

      Es la existencia de la conciencia, una ley “escrita en [nuestro] corazón,” lo que nos da un sentido del bien y el mal. Esto es una prueba fuerte de que nuestro Hacedor mismo tiene que ser un Dios con sentido moral, que posee la cualidad de la justicia.

      Hace 23 siglos, Aristóteles habló de la realidad de tal ley interior, y la llamó una “justicia e injusticia naturales que obliga a todos los hombres.” Otros la han llamado una “ley natural,” “la ley suprema” y la “ley de las naciones” o de la humanidad. Sí, un sentido natural de lo que es justo o injusto ‘obliga a todos los hombres.’

      M. F. Ashley Montagu, un antropólogo prominente, declaró una opinión que comparten muchos científicos: “El asesinato

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