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El desafío de las “buenas nuevas”La Atalaya 1963 | 15 de junio
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El desafío de las “buenas nuevas”
1. ¿Cuáles son las mejores nuevas que pueden oírse hoy, y por qué?
A TODA persona le gusta oír buenas nuevas. ¡Cuán feliz es el esposo cuando se entera de que su esposa ha dado a luz con buen éxito su hijo primogénito! ¡Cuán felices somos al enterarnos de una visita inminente a nuestro hogar por parte de buenos amigos o miembros muy queridos de la familia, quizás la madre o el padre! ¡Cuán feliz es el agricultor cuando oye buenas nuevas procedentes de los campos, que la semilla sembrada está comenzando a germinar! ¡Cuán feliz es el hombre que, después de buscar empleo por muchos meses, finalmente obtiene trabajo! Otra vez tendrá dinero para proveer para las necesidades de la vida de él mismo, de su esposa y de sus hijos. Sí, hay muchos acontecimientos que pueden significar buenas nuevas para nosotros, pero de todas las nuevas que son buenas ningunas podrían ser mejores que las “buenas nuevas del reino [de Dios],” dado que ellas ofrecen la esperanza de bendiciones eternas de vida y paz para la humanidad obediente en un nuevo mundo.—Mat. 24:14.
2. ¿Qué acompaña a menudo al oír buenas nuevas? Ilustre.
2 Pero note que junto con las buenas nuevas a menudo viene responsabilidad. Presentan un desafío. Requieren del recipiente de las buenas nuevas que obre, que haga algo para mostrar su aprecio por las buenas nuevas para que saque pleno provecho de ellas. La llegada del primogénito es buenas nuevas para el esposo y la esposa, pero mediante este milagro del nacimiento llegan a ser padre y madre. Esto requiere que ellos ajusten su vida a la nueva situación y asuman la responsabilidad de ser padres. La llegada de invitados significa trabajo para el amo de casa, aunque es trabajo feliz, para proveer la hospitalidad que se necesita. El brotar la nueva siembra en los campos del agricultor es un desafío para él. Requiere su tiempo y atención espantar los pájaros que pudieran atacar la nueva producción, azadonar la mala hierba y regar las plantas jóvenes. Significa trabajo duro cuidar la nueva siembra hasta que crece a la madurez y es cosechada con buen éxito. Las buenas nuevas de empleo para el hombre sin empleo traen consigo responsabilidad. Ahora tiene un contrato de trabajo al cual debe ser leal a fin de retener su trabajo. El desafío para él es: ¿Resultará ser buen trabajador?
3. (a) ¿Qué nos dicen las “buenas nuevas” en cuanto al futuro de esta Tierra? (b) ¿Qué preguntas hacen ahora las personas sinceras?
3 Asimismo sucede con las “buenas nuevas del reino.” El oír estas buenas nuevas es un desafío-requiere de los que las oyen el que hagan algo que demuestre que las aprecian. ¡Y qué buenas nuevas son! El reino de Dios bajo Cristo Jesús que habrá de destruir a este inicuo sistema de cosas; que habrá de acabar con el odio y la guerra, la enfermedad, las dolencias y la muerte; que habrá de restaurar esta Tierra a un paraíso poblado de hombres y mujeres perfectos, saludables en paz y felicidad, y que habrá de efectuar esto en el futuro muy cercano, dentro de esta generación. (Vea Daniel 2:44; Salmo 37:10, 11; 46:9; Isaías 9:6, 7; Apocalipsis 21:3, 4; Mateo 24:3-14, 32-34.) Sin duda, usted ya está algo familiarizado con estas buenas nuevas. El hecho de que usted está leyendo estas páginas indica su interés en las “buenas nuevas” y en el propósito de Dios por medio de su reino. Sin duda, su deseo es vivir bajo ése, el mejor de los reinos, y gozar eternamente de sus bendiciones. Si éste es su deseo sincero, entonces es natural que usted pregunte: ¿”Qué requerirá esto de mí? Si acepto las buenas nuevas del reino del Dios Todopoderoso, ¿cómo afectará eso mi vida ahora?”
4. ¿Qué clase de conducta se requiere ahora de los que desean conseguir la vida bajo el reino de Dios, y por qué significa esto un cambio?
4 Todos podemos convenir en que las palabras del apóstol Pablo en Efesios 5:16 son ciertas en lo que toca a nuestro tiempo: “Los días son inicuos.” Sí, es sumamente cierto que vivimos en un mundo inicuo, un mundo de injusticia, en el cual los pensamientos y hechos de los hombres son malos. La conducta de los hombres y las naciones no trae gloria a Dios y es indigna de su reino. Hemos crecido en este mundo, en medio de sus tradiciones y costumbres, muchas de las cuales son contrarias a los principios justos de Dios, y en compañía de personas cuya conducta se halla muy lejos de las normas que encontramos en la Biblia, la Palabra de Dios. Todo esto ha tenido sus efectos en nosotros y en nuestra manera de vivir. También, habiendo crecido en un mundo dividido hemos adquirido diferentes lealtades-lealtades a la familia, tribu, raza y nación-las cuales a menudo resultan en división, odio, sospecha y falso orgullo, un sentimiento de superioridad sobre otros. Pero cuando leemos en cuanto al reino de Dios en la Biblia aprendemos otra lealtad que se requiere de los que quieran conseguir la vida eterna. Esta es lealtad a Jehová, el Gobernante Supremo del universo, y a su reino bajo Cristo Jesús, y aprendemos un nuevo modo de vivir en obediencia al dominio de ese reino. Esto requiere conducta diferente a la del mundo. Requiere que uno ‘se porte de una manera digna de las buenas nuevas.’—Fili. 1:27.
5. ¿Qué significa para nosotros aceptar las “buenas nuevas del reino”?
5 Es importante apreciar que las “buenas nuevas” tienen que ver con un reino, el reino de Dios. Un reino es un gobierno y por lo tanto ejerce dominio o gobierna a los que son sus súbditos. Así como otros gobiernos tienen leyes para gobernar a sus súbditos, así el reino de Dios tiene leyes o reglas que gobiernan la conducta de sus súbditos. Por lo tanto, el aceptar las “buenas nuevas” realmente significa aceptar la responsabilidad de ser súbdito del reino celestial de Dios, de ser sumiso a él y humildemente aceptar y obedecer los mandatos del Gobernante Soberano del universo, Jehová Dios. Solo haciendo esto podría uno ser ‘considerado digno del reino de Dios.’—2 Tes. 1:5.
6. ¿Por qué es éste un asunto muy apremiante hoy en día?
6 Este es un asunto que requiere la atención apremiante de todas las personas que viven sobre la Tierra. Las “buenas nuevas del reino” se están predicando ahora en todo el mundo-eso no puede negarse. Esto se debe a que vivimos en los “últimos días” de este mundo actual, y se ha acercado un tiempo de juicio final para todos los que viven en la Tierra. Lo que decidirá entre la vida y la muerte para usted es la manera en que usted escucha las “buenas nuevas” y si está anuente a ser obediente a-ellas y poner su vida en armonía con ellas. Ya muy pronto Cristo Jesús como Rey del reino de Dios, junto con sus santos ángeles, traerá “venganza sobre los que no conocen a Dios y los que no obedecen las buenas nuevas acerca de nuestro Señor Jesús.”—2 Tes. 1:7-10.
LAS BUENAS NUEVAS DECLARADAS A ISRAEL
7. ¿Qué buenas nuevas le fueron declaradas a la nación de Israel mientras estaba en Egipto?
7 Los israelitas, descendientes de Jacob o Israel, el hijo de Isaac, hijo de Abrahán, moraron por muchos años en la tierra de Egipto. Allí se hicieron numerosos. Allí, en aquella tierra de los faraones, llegaron a ser odiados y perseguidos. Fueron reducidos a pueblo esclavo y sufrieron mucha opresión. ¡Pero en medio de su aflicción les llegaron buenas nuevas! Por eso muchos años después se habló de ellos como el pueblo “a quienes les fueron declaradas primero las buenas nuevas.” (Heb. 4:6) Jehová Dios, por medio de su vocero Moisés, dirigió este conmovedor mensaje a los israelitas: “Los sacaré de la aflicción por los egipcios a la tierra de los cananeos . . . a una tierra que rebosa de leche y miel.” (Éxo. 3:17) ¡Qué consolador mensaje! ¡Y con qué gozo lo oyeron los israelitas! ¡Qué gozo también cuando más tarde contemplaron la liberación milagrosa que Jehová obró para ellos a medida que demostró su poder todopoderoso a favor de ellos por medio de las diez plagas y finalmente al destruir a los egipcios en el mar Rojo, mientras los israelitas bajo el mandato de Moisés caminaron a través de tierra seca hacia la seguridad! (Éxodo, capítulos 7 al 15) Mientras todavía estaba en Egipto, a Moisés se le había mandado además que declarara a este pueblo: “Por lo tanto di a los hijos de Israel: ‘Yo soy Jehová, y ciertamente los sacaré de debajo de las cargas de los egipcios y los libraré de su esclavitud, y verdaderamente los reclamaré a ustedes con brazo extendido y con grandes juicios. Y ciertamente los tomaré a ustedes para mí como un pueblo, y verdaderamente demostraré ser Dios para ustedes; y ustedes ciertamente sabrán que yo soy Jehová su Dios quien los está sacando de debajo de las cargas de Egipto.’” (Éxo. 6:6, 7) Aquí estaba la promesa bendita a los israelitas de ser introducidos a una relación especial con Jehová como su pueblo, y esto ciertamente requeriría de ellos conducta digna de ese gran privilegio.
8. (a) ¿Cómo mostrarían aprecio los israelitas por las buenas nuevas que les fueron declaradas? (b) ¿Qué cualidad demostró la nación que resultó en que fuera librada de Egipto?
8 El aprecio de estas buenas nuevas y el privilegio de tener a Jehová como su Dios seguramente harían que la nación de Israel estuviera deseosa y dispuesta en cuanto a hacer obedientemente todo lo que Jehová le mandara. La oportunidad para demostrar tal obediencia llegó muy pronto, cuando, por medio de Moisés, Jehová mandó al pueblo mientras todavía estaba en Egipto que celebrara la Pascua. Cada familia tenía que reunirse en su propio hogar en la noche del 14 de nisán, (calendario judío). Un cordero había de ser muerto y la sangre había de ser rociada en las jambas de las puertas. (Éxo. 12:1-23) Después de recibir estas instrucciones de parte de Moisés “los hijos de Israel fueron e hicieron exactamente como Jehová les había mandado a Moisés y Aarón. Lo hicieron exactamente así.” (Éxo. 12:28) La obediencia de los israelitas en esta ocasión resultó en que sus hogares fueran ‘pasados por alto’ cuando el ángel de Jehová Dios mató a todos los primogénitos de los egipcios. “Y sucedió en este mismo día que Jehová sacó a los hijos de Israel junto con sus ejércitos de la tierra de Egipto.”—Éxo. 12:51.
9. (a) ¿Qué dijo Jehová que llegaría a ser la nación de Israel? (b) ¿Qué requería él de ella?
9 Al tercer mes después de salir de Egipto los israelitas llegaron al monte Sinaí y allí Jehová, otra vez por medio de Moisés como vocero suyo, les aclaró la nueva relación en la cual habían de entrar ahora como su pueblo. “Y Moisés subió hasta el Dios verdadero, y Jehová comenzó a llamarlo de la montaña, diciendo: ‘Esto es lo que habrás de decir a la casa de Jacob y relatar a los hijos de Israel: “Ustedes mismos han visto lo que hice a los egipcios; para llevarlos a ustedes sobre alas de águilas y traerlos a mí mismo. Y ahora si ustedes obedecen estrictamente mi voz y verdaderamente guardan mi pacto, entonces seguramente llegarán a ser mi propiedad especial de entre todos los demás pueblos, porque toda la tierra me pertenece. Y ustedes mismos llegarán a ser para mí un reino de sacerdotes y una nación santa.” Estas son las palabras que has de decir a los hijos de Israel.’ De modo que Moisés vino y llamó a los hombres de mayor edad del pueblo y expuso delante de ellos todas estas palabras que Jehová le había mandado. Después de eso todo el pueblo respondió unánimemente y dijo: ‘Todo cuanto Jehová ha dicho estamos dispuestos a hacerlo.’”—Éxo. 19:3-8.
10. ¿A qué grado hizo Jehová leyes que gobernaron a su pueblo pactado?
10 La nación de Israel fue singular. La entera nación, todo hombre, mujer y niño, quedó bajo ese arreglo de pacto, a menudo llamado el pacto de la ley, y por medio de él literalmente vino a ser una nación o pueblo separado para Jehová. En verdad, Jehová era su Rey y por eso ejercía el derecho de hacer leyes que gobernaran la vida de sus súbditos abarcando todo aspecto de la vida. Las leyes que se les dieron por medio de Moisés tenían que ver con su adoración de Dios, el hacer ofrendas y sacrificios; había leyes en cuanto a comer, en cuanto a limpieza espiritual y física, en cuanto a la apropiada conducta moral; se dieron leyes en cuanto a la relación apropiada en el matrimonio, los deberes de esposos y esposas, y padres e hijos; hubo leyes y principios que orientaban su relación entre unos y otros como prójimos, recalcando la necesidad de honradez y justicia así como de misericordia y amor al tratar unos con otros.
11. ¿Qué ley concerniente a la sangre dio Dios a Israel, y sobre qué previo mandato se basó esta ley?
11 Algunas de estas leyes solo ensancharon principios o leyes ya dadas previamente y las cuales eran, y todavía son, obligatorias sobre todos los hombres como descendientes de Adán y Noé. Por ejemplo, las leyes en cuanto a la santidad de la sangre dadas a Israel estuvieron basadas en el mandato divino que Dios le dio a Noé después del diluvio, en el capítulo 9 de Génesis. “Todo animal que se mueve que está vivo puede servir de alimento para ustedes. Como en el caso de la vegetación verde, les doy todo ello. Solo carne con su alma-su sangre-no deben comer. Y, además de eso, su sangre de sus almas la reclamaré. De la mano de toda criatura viviente la reclamaré; y de la mano del hombre, de la mano de aquel que es su hermano, reclamaré el alma del hombre. El que derrame la sangre del hombre, por el hombre su propia sangre será derramada, porque a la imagen de Dios hizo él al hombre.” (Gén. 9:3-6) La razón para mostrar tal respeto en el uso de la sangre era que la sangre representaba la vida, o alma; y dado que la vida es un don de Dios, él tiene el derecho de exigir que los hombres respeten la vida de otros hombres y mujeres y también de los animales. Aunque le fue permitido al hombre matar animales para alimento, no habría de haber matanza desenfrenada de animales por deporte. Por consiguiente, en la ley de Dios a los israelitas se recalcó el respeto a la vida, incluyendo el respeto a la sangre que representa a la vida. Jehová mandó: “En cuanto a cualquier hombre de la casa de Israel o algún residente extranjero que esté residiendo como extranjero en medio de ustedes que coma cualquier clase de sangre, ciertamente pondré mi rostro contra el alma que esté comiendo la sangre, y de veras la cortaré de entre su pueblo. Porque el alma de la carne está en la sangre, y yo mismo la he puesto sobre el altar para que ustedes hagan expiación por sus almas, porque la sangre es lo que hace expiación debido al alma en ella. Por eso he dicho a los hijos de Israel: ‘Ninguna alma de ustedes debe comer sangre y ningún residente temporario que esté residiendo por un tiempo en medio de ustedes debe comer sangre.’ En cuanto a cualquier hombre de los hijos de Israel o algún residente extranjero que esté residiendo como extranjero en medio de ustedes que al cazar coja una fiera o un ave que pueda comerse, en ese caso debe derramar su sangre y cubrirla con polvo. Porque el alma de toda clase de carne es su sangre por el alma en ella. En consecuencia dije a los hijos de Israel: ‘No debes comer la sangre de ninguna clase de carne, porque el alma de toda clase de carne es su sangre. Cualquiera que la coma será destruido.’” En el sexto de los Diez Mandamientos se recalcó otra vez la santidad de la vida con las palabras: “No debes asesinar.”—Lev. 17:10-14; Éxo. 20:13.
12. ¿Qué se manifiesta en los Diez Mandamientos, que Jehová escribió en las tablas de piedra?
12 Los Diez Mandamientos declararon diez leyes o reglas básicas que gobernaban a los israelitas. Fueron inscritos por Dios mismo por el poder del espíritu santo en dos tablas de piedra que fueron dadas a Moisés en el monte Sinaí. Correctamente ocuparon el lugar preeminente en el código de la ley dado a Israel, aunque siguieron formando parte de él. Señalaron leyes o principios básicos, reglas de conducta que gobernaban primero a la relación de los israelitas con Dios y luego su relación con la unidad de la familia y unos con otros. Los primeros cuatro recalcaron la necesidad de adoración de todo corazón y exclusiva a Jehová como Dios y la obediencia a sus mandamientos. El quinto mostró la necesidad de la unidad de la familia, los hijos respetando al padre y a la madre; y los cinco restantes se relacionaban con los tratos con los semejantes: no matar, no cometer adulterio, no robar, no dar falso testimonio en contra de otro, no codiciar, es decir, no desear equivocadamente algo que perteneciera a otro.—Éxo. 20:1-17.
NACIÓN DE ISRAEL PROVEE EJEMPLO AMONESTADOR
13, 14. (a) ¿Qué le resultaría a Israel por la obediencia a las leyes de Dios? (b) ¿Qué bendición le vino, y por qué no duró ésta?
13 La obediencia a las leyes de Jehová les traería a los israelitas incalculables bendiciones. Sus mandamientos los guiarían en conducta sana que promovería unidad en la nación, buena salud y felicidad. Pero lo más importante de todo, los dirigirían en la adoración correcta, en la conducta correcta que sería agradable a Jehová su Dios, y que aseguraría el favor de él. La obediencia de ellos los protegería de la religión falsa y de las prácticas inmorales que los conducirían al pecado y a la rebelión y con el tiempo a ser rechazados por Dios.
14 Fiel a su promesa, Dios condujo a los israelitas a una tierra que rebosaba de leche y miel. (Éxo. 3:8; Núm. 13:27) Después de muchas experiencias la nación se estableció en la Tierra Prometida, Canaán o Palestina, y se informa que bajo el dominio del rey Salomón “la paz misma llegó a ser suya en toda región suya, por todas partes. Y Judá e Israel continuaron morando en seguridad, cada uno debajo de su propia vid y debajo de su propia higuera, desde Dan hasta Beer-seba, todos los días de Salomón.” (1 Rey. 4:24, 25) Pero tales bendiciones no duraron. La repetida desobediencia a la ley de Dios finalmente segó su propia recompensa-ser rechazados por Dios como pueblo suyo. En vez de bendiciones, vinieron sobre la nación las maldiciones que Dios había predicho por tal desobediencia.
15. (a) ¿En qué dos mandamientos básicos se basaba la relación de Israel con Jehová? (b) ¿Por qué no engañaría a Jehová ninguna forma hipócrita de adoración?
15 Aunque el pacto de la ley tuvo los Diez Mandamientos como fundamento, la relación de la nación con Dios se basaba realmente en dos principios fundamentales-amor a Dios y amor al prójimo. (Deu. 6:5-9; Lev. 19:18) La fidelidad a estos dos principios era sumamente esencial para permanecer en el favor de Dios. La debilidad o fracaso temporario a causa de la imperfección humana, aunque acarreaba corrección y reprensión, todavía podía perdonarse, pero cuando la nación perdió su amor a Dios y ya no le sirvió con todo el corazón esto solo podría resultar en desastre. (1 Cró. 28:9; Pro. 4:23) Ninguna forma hipócrita de adoración podía engañarlo, porque Jehová es un Dios que ‘ve el corazón’ y que está ‘escudriñando el corazón’ de los hombres. El corazón del mayor número del pueblo de Israel se alejó del amor a Dios y al prójimo para amarse él mismo, y Jehová discernió esto. Podía ver los hechos inicuos que se ejecutaban, primero en la oscuridad y luego abiertamente en pleno día, a medida que el corazón de la gente se endurecía en la conducta mala.—1 Sam. 16:7; Jer. 17:10.
16. (a) ¿Cómo vino la calamidad sobre esa nación? (b) ¿Cómo explicó el profeta Jeremías la razón de esto?
16 Los israelitas entraron en la Tierra Prometida en 1473 a. de J.C., y la tierra fue subyugada finalmente bajo ellos en el tiempo del rey David, cuyo reino de cuarenta años terminó en 1037 a. de J.C. Cuarenta años después la nación fue rasgada en dos por los celos y la rivalidad, y por eso, después de la muerte del rey Salomón en 997 a. de J.C., la nación original de Israel se dividió en dos reinos, el reino de diez tribus de Israel al norte con Samaria como capital, y el reino de dos tribus de Judá al sur con Jerusalén como capital. El reino septentrional de diez tribus fue destruido por los asirios en 740 a. de J.C., y luego en 607 a. de J.C. el reino de Judá fue destruido por los babilonios. No mucho tiempo antes de ese fin para el reino de Judá, Jeremías les pronunció estas palabras: “‘“Porque yo solemnemente amonesté a sus antepasados en el día que los hice subir de la tierra de Egipto y hasta este día, levantándome temprano y amonestando, diciendo: ‘Obedece mi voz.’ Pero no escucharon ni inclinaron su oído, sino que siguieron andando cada uno en la terquedad de su mal corazón; y por eso traje sobre ellos todas las palabras de este pacto que les mandé hacer, pero que no hicieron.”’ Además, Jehová me dijo: ‘Conspiración se ha hallado entre los hombres de Judá y entre los habitantes de Jerusalén. Han regresado a los errores de sus antepasados, los primeros, que rehusaron obedecer mis palabras, pero que ellos mismos han andado tras otros dioses a fin de servirles a ellos. La casa de Israel y la casa de Judá han quebrantado mi pacto que concluí con sus antepasados. Por lo tanto esto es lo que Jehová ha dicho: “Aquí estoy acarreando sobre ellos una calamidad de la que no podrán salirse; y ciertamente clamarán a mí por ayuda, pero no los escucharé.”’”—Jer. 11:7-11. Compare Deuteronomio 6:12-15 y 28:15, 45-47.
17. ¿Qué restauración temporaria recibieron los israelitas?
17 Jehová en su gran misericordia y en cumplimiento de su promesa y propósito, restauró a un resto de la nación desde Babilonia hasta la Tierra Prometida después de un período de desolación de setenta años. Otra vez las buenas nuevas de esta liberación llegaron al pueblo de Israel mientras estaba en condición de cautiverio. Este resto del Israel natural fue regresado a Palestina a fin de que la adoración de Jehová pudiera ser restaurada allí, aunque no fue restaurado como una nación independiente, como un reino separado.
18. ¿Se probó la nación de Israel “digna de las buenas nuevas” que le fueron proclamadas?
18 ¿Se probó al fin esa nación antigua de Israel “digna de las buenas nuevas” que le había predicado Moisés allá en, Egipto? ¿Cumplió ella la promesa que hicieron sus antepasados de hacer todo lo que Jehová les había mandado y de ser verdaderamente su pueblo, haciendo su voluntad? El Registro inspirado contesta: ¡No! El ser completamente indigna como nación se vio claramente por su actitud hacia Jesús, el Mesías prometido, a quien ella rechazó e hizo que fuera empalado en un madero. Exactamente antes de su muerte, Jesús pronunció juicio sobre la nación cuando dijo: “Jerusalén, Jerusalén, la asesina de los profetas y apedreadora de los que son enviados a ella,—¡cuántas veces quise recoger a tus hijos, de la manera que la gallina recoge a sus polluelos bajo sus alas! Pero ustedes no lo quisieron. ¡Miren! su casa se les deja abandonada a ustedes.”—Mat. 23:37, 38; Luc. 23:18-25; Hech. 2:23.
19. (a) ¿De qué gran privilegio habían disfrutado los Israelitas mientras fueron fieles? (b) Cuando Dios rechazó finalmente a esa nación, ¿significó esto el fin de los tratos de Dios con la humanidad?
19 Los israelitas habían gozado del alto privilegio de ser una nación de testigos de Jehová. (Isa. 43:10-12) Esto no quiere decir que se les mandó que predicaran en cuanto a Jehová a todas las otras naciones de la Tierra; más bien, era que habían sido apartados para el servicio y adoración exclusivos de Jehová. Por las maravillosas obras que Jehová ejecutó a favor de ellos y mediante el practicar ellos la adoración verdadera cuando fueron fieles, Jehová se hizo un gran nombre para él mismo. Pero ellos solo podían continuar como sus testigos por medio de adherirse a la adoración verdadera y honrar el pacto que él había hecho con ellos y por medio de obedecer sus mandamientos. No hicieron esto. Por eso Jehová desechó al Israel natural. El arreglo del pacto de la ley con ellos llegó a su fin, siendo cumplido en Jesús y su ley siendo clavada al madero de tormento. (Col. 2:14) Pero esto no puso fin a todos los tratos de Dios con los hombres. Ahora, con Cristo Jesús como Mediador, fue inaugurado un arreglo de nuevo pacto, no con el Israel natural, sino con una nación que produjera los frutos correctos, cuya conducta sería digna de un reino celestial de Dios con Cristo como Rey.—Heb. 8:6; Mat. 21:43.
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Sembrando semillas de verdad en la escuelaLa Atalaya 1963 | 15 de junio
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Sembrando semillas de verdad en la escuela
● Una testigo de Jehová de Texas escribe esta experiencia acerca de cuando ella era joven en la escuela: “Vivíamos en el bosque en una granja, y puesto que mi padre no quería que viniera gente a nuestra casa, mantenía la puerta cerrada con llave. ¡Pero aquel portón cerrado con llave no impidió que la verdad entrara! En la escuela primaria hubo varios niños testigos que mostraron admirable firmeza a favor de la adoración verdadera en los días de la guerra; ¡parecían siempre tan bondadosos! Su conducta sobresalía ante la de todos los demás. Y hasta este día le doy las gracias a Jehová de que ellos hayan testificado a sus compañeros de juego.
“Un día una niña de diez años me explicó acerca de la esperanza de vivir en la Tierra para siempre; sus palabras realmente parecían tener el toque de la verdad. Todo esto hizo una impresión en mi mente, hasta que finalmente cuando yo tenía quince años y mi hermana tenía trece, las dos decidimos al mismo tiempo que esto tenía que ser la verdad y dijimos: ‘Hagámonos testigos de Jehová.’ De modo que comenzamos a estudiar, ¡pero papá se enfureció!
“Puesto que no nos había mandado a la escuela secundaria, no teníamos manera alguna de ver a aquellos niños que eran testigos, y él no nos permitía ir a la casa de ellos; pero ellos nos escribieron muchas cartas, ayudándonos. Nos suscribimos a La Atalaya y ¡Despertad! y pedimos por correo muchos de los libros de la Sociedad. Ya que papá nos prohibió que fuéramos a las reuniones o participáramos en el servicio, tuvimos nuestras propias reuniones con regularidad en casa, solamente nosotras dos, acumulando de esa manera mucho conocimiento básico. Y dábamos testimonio incidental, principalmente por correo.
“Papá tenía el propósito de mandarnos a las dos a la escuela comercial cuando yo cumpliera dieciocho años; de modo que con la esperanza de con el tiempo salir de la casa y poder asistir a las reuniones, nos pusimos a esperar con paciencia por tres años. Papá usó muchas horas, muchos días, tratando de lograr que desistiéramos del derrotero que habíamos escogido, todo en vano. Después de salir de nuestro hogar para asistir a la escuela comercial, hallamos un Salón del Reino, comenzamos a asistir a las reuniones, a salir en el servicio. Pronto nos bautizamos. Con cada paso que tomamos para avanzar, papá se esforzó más frenéticamente por lograr que desistiéramos. Una de las últimas veces que él trató de hacer que dejáramos todo ello fue cuando renuncié a un empleo que pagaba bien, emprendí empleo de tiempo parcial y comencé el precursorado. Ahora después de 18 años, todavía estamos agradecidas de que aquellos niños testigos nos dieran el testimonio en la escuela, ¡y de que la verdad llegara hasta nosotras detrás de aquel portón cerrado con llave!”
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Las “buenas nuevas” separan ‘un pueblo para el nombre de Jehová’La Atalaya 1963 | 15 de junio
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Las “buenas nuevas” separan ‘un pueblo para el nombre de Jehová’
1, 2. (a) ¿A qué reino aludió Jesús en Mateo 21:43? (b) ¿Quién es el rey de ese reino, y cuándo comenzó a dominar con pleno poder del Reino? (c) ¿Se propuso ese reino para alguna raza especial de gente?
¿A QUÉ nación aludió Jesús cuando dijo, en Mateo 21:43: “El reino de Dios será. . . dado a una nación que produzca sus frutos”? ¿Y cuál es el reino mencionado aquí? No, la nación bendecida así no es alguna raza de gente en particular, que pertenezca a alguna rama especial de la familia humana y que esté unida bajo algún reino de hechura humana. Ahora Jehová Dios se propuso llamar a personas de todas las naciones para estar asociadas como un pueblo separado del mundo, “un pueblo para su nombre.”—Hech. 15:14.
2 El reino, cuyos intereses han de servir, no es ningún reino terrestre con una ciudad capital en Jerusalén o alguna otra ciudad sobre la Tierra. El reino mencionado es el “reino celestial” de Dios. (2 Tim. 4:18) Cristo Jesús, que fue rechazado por la nación infiel de Israel y muerto, fue resucitado y más tarde ascendió al cielo. Allí aguardó el tiempo debido de Dios para que él comenzara su dominio con pleno poder del Reino. (Heb. 1:13; Hech. 2:32-36) Ese tiempo llegó en 1914 d. de J.C. Después siguió la “guerra en el cielo” que resultó en que Satanás, el gran opositor de Dios y de los hombres fieles sobre la Tierra, fuera echado del cielo, y ahora le corresponde ser aplastado en breve junto con todos sus ángeles inicuos, gobiernos mundanos y hombres injustos que se han opuesto al dominio de Dios. Esto acontecería en la “guerra del gran día de Dios el Todopoderoso” llamada Armagedón.—Apo. 12:7-12; Dan. 2:44; Apo. 16:14,16.
3. ¿Cuál es la relación para con el Reino de (a) la“ manada pequeña,” y (b) las “otras ovejas”?
3 Ahora se encuentra dominando desde los cielos limpiados el reino celestial de Dios bajo Cristo Jesús. Este reino se compone en su totalidad de 144,000 personas escogidas de las naciones de la Tierra y quienes dominan como “reyes” con Cristo. (Apo. 20:6; 14:1-4) Comparados con el gran número de personas que consigue la vida sobre la Tierra bajo el Reino, los que reciben esta recompensa celestial verdaderamente son una “manada pequeña.” Además de esa “manada pequeña” hay “otras ovejas,” incluyendo a una grande muchedumbre de personas de buena voluntad hacia las “buenas nuevas” que viven en este tiempo del fin, quienes llegan a ser súbditos terrestres del Reino en una Tierra paradisíaca.—Luc. 12:32; Juan 10:16; Apo. 7:9, 13, 14; Sal. 37:11, 29. Vea “Estas buenas nuevas del reino,” párrafos 23-28.
4. ¿Por qué pudo decirse que cuando los primeros miembros de los 144,000 comenzaron a ser recogidos hace 1,900 años quedaron bajo el dominio del Reino?
4 Cuando Jesús y luego sus apóstoles y discípulos del primer siglo comenzaron a predicar las “buenas nuevas del reino,” el propósito era juntar de entre las naciones a los que formarían ‘el pueblo para el nombre de Jehová,’ los 144,000 que habían de estar unidos con Cristo Jesús en el dominio del Reino. Estaban siendo llamados a un destino celestial con Jesús su Señor, y esto se estaba haciendo por medio de las “buenas nuevas.” (2 Tes. 2:14) Aunque en aquellos días el reino celestial de Dios todavía no había comenzado a ejercer su dominio hacia la Tierra con pleno poder, no obstante, debido a que Jehová sigue siendo siempre el “Rey de la eternidad” y Jesús era la cabeza invisible sobre la nueva nación cristiana, pudo decirse que por medio de Cristo Jesús los que creyeron vinieron bajo el dominio del Reino. Cuando oyeron las “buenas nuevas del reino,” las aceptaron y se dedicaron al servicio de Dios, se dijo acerca de ellos que fueron ‘librados de la autoridad de la oscuridad y trasplantados al reino del Hijo de su amor.’—Col. 1:13.
5, 6. (a) ¿A qué pregunta se enfrentaron entonces aquellos cristianos primitivos, y a qué preguntas semejantes se enfrentan hoy día los cristianos? (b) ¿Qué identifica a los seguidores verdaderos de Jesús como siendo ‘un pueblo para el nombre de Jehová’?
5 ¿Cómo los afectaría este cambio? Todavía vivían en el mismo mundo, en territorios dominados por varios gobiernos nacionales. La sexta potencia mundial, Roma, dominaba la mayor parte del mundo civilizado en aquel tiempo en que vivieron los primeros cristianos. ¿Cuál había de ser ahora su relación con Roma y los otros gobiernos de la Tierra?
6 Hoy, 1,900 años después, las mismas preguntas son apropiadas. La predicación de las “buenas nuevas” no es ahora principalmente con el propósito de llamar personas al reino celestial, sino que se dirige a todos los hombres de buena voluntad que esperan vivir para siempre en una Tierra paradisíaca. Desde el año 1914, como prueba el cumplimiento de las profecías de la Biblia, el reino del cielo ha estado dominando con poder, y esto significa el fin de este sistema de cosas pronto. “Estas buenas nuevas del reino” están siendo predicadas ahora a las personas en 189 países e islas de los mares que viven bajo muchas diferentes clases de gobierno y formas de dominio político. Realmente, en muchas tierras la forma de dominio cambia a menudo, a medida que partidos políticos diferentes entran en el poder, o los movimientos nacionales locales toman posesión de las administraciones coloniales. ¿Cuál es la relación del cristiano con tales gobiernos y con tales cambios? ¿Es posible que los seguidores verdaderos de Cristo Jesús lleguen a ser un pueblo unido a pesar de sus orígenes raciales y nacionales diferentes, un pueblo separado del mundo, sirviendo los intereses del reino de Dios, un pueblo para el nombre de Jehová? Si ése es el caso, ¿cómo se les identifica como tal? Es por conducta ‘digna del reino.’—2 Tes. 1:5.
7. ¿Cómo, entonces, son un desafío las “buenas nuevas”?
7 Así como las “buenas nuevas” que primero le fueron predicadas a Israel allá en Egipto fueron un desafío a ellos, requiriendo cierto derrotero de conducta, de fidelidad al pacto de la ley y sujeción a Jehová como su Rey y obediencia a sus mandamientos, así mismo, desde el comienzo de llamar a la nueva nación del Israel espiritual de 144,000 hasta este día y de llamar a la grande muchedumbre de “otras ovejas,” las “buenas nuevas del reino” presentan un desafío a los que las aceptan. ¿Se portarán “de una manera digna de las buenas nuevas”?—Fili. 1:27.
SEPARADO DEL MUNDO
8. (a) ¿Qué principio que gobierna la relación del cristiano con el mundo se aclara en Juan 17:14-18? (b) ¿Cómo son los testigos de Jehová de hoy día una sociedad del nuevo mundo?
8 En su reunión final con sus discípulos exactamente antes de su muerte, Jesús, en oración a su Padre celestial, aclaró un principio en cuanto a la relación del cristiano con el mundo. “Yo he dado tu palabra a ellos, pero el mundo los ha odiado, porque ellos no son parte del mundo, así como yo no soy parte del mundo. Yo te pido, no que los saques del mundo, sino que vigiles sobre ellos por causa del inicuo. Ellos no son parte del mundo, así como yo no soy parte del mundo. Santifícalos por medio de la verdad; tu palabra es la verdad. Así como tú me enviaste al mundo, yo también los he enviado al mundo.” Los verdaderos seguidores de Jesús no son, por lo tanto, parte de este mundo, en el sentido de que se separan de sus caminos inicuos y no cifran su esperanza para el futuro en los proyectos y organizaciones de hombres. Más bien, su esperanza estriba en el nuevo mundo dominado por el reino de Dios y tienen concentrados sus intereses en ese nuevo mundo. Por eso es apropiado decir que los testigos cristianos de Jehová de hoy día son una sociedad del nuevo mundo. Esta sociedad del nuevo mundo de testigos de Jehová está unida por todos tener el mismo amor de todo corazón a Dios, por reconocer a Jehová como el Gobernante Supremo del universo y por su sumisión al reino de Dios.—Juan 17:14-18.
9. ¿Qué prueba hay de que el reino de Dios existe y está dominando ahora?
9 A causa de que el reino de Dios es celestial y por consiguiente invisible a los humanos sobre la Tierra, las naciones mundanas rehúsan reconocerlo o tomarlo en cuenta. Pero el que Dios sea invisible a los ojos humanos no significa que no existe. La evidencia de su existencia se ve en su creación. (Rom. 1:20) La prueba de la existencia del reino de Dios se discierne por la mismísima existencia de la sociedad del nuevo mundo-centenares de miles de personas que vienen de todas las naciones, unidas, en paz y aceptando el dominio del Reino. Esto está en armonía con las inspiradas palabras del Salmo 72:7, 8: “En sus días el justo brotará, y la abundancia de paz hasta que la luna ya no sea. Y tendrá súbditos de mar a mar y desde el Río hasta los cabos de la tierra.” Por eso es que los que forman la sociedad del nuevo mundo de testigos de Jehová se encuentran literalmente hasta en los “cabos de la tierra.” Demuestran que verdaderamente son súbditos del reino de Dios por medio de ser obedientes y sumisos a la voluntad divina y por medio de apoyo activo al reino de Dios, predicándolo a través de la Tierra.
10. ¿Por qué los testigos de Jehová no toman partido en los puntos en cuestión políticos ni en las guerras entre las naciones?
10 A fin de mantener su unidad los siervos verdaderos de Dios deben seguir los principios, manifestados antes, para estar separados del mundo. Es por esta razón que los testigos de Jehová no toman partido en los puntos en cuestión políticos. ¡Póngase a pensar qué significaría esto si fueran a hacerlo! La congregación de cristianos verdaderos estaría dividida contra sí misma si los miembros individuales apoyaran diferentes organizaciones políticas, uniéndose a ridiculizar u oponerse a algún otro grupo del cual otros individuos de la congregación pudieran ser miembros. ¿Cómo sería posible que esto pudiera armonizar con las palabras adicionales de Jesús de los versículos 21 y 22 del capítulo 17 de Juan? Jesús allí oró en cuanto a sus seguidores: “Para que todos ellos sean uno, así como tú, Padre, estás en unión conmigo y yo estoy en unión contigo, para que ellos también estén en unión con nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. Además, yo les he dado la gloria que tú me diste a mí, para que ellos sean uno así como nosotros somos uno.” También en escala internacional los testigos de Jehová conservan esta unidad al no participar en guerras y contiendas entre las naciones, que están divididas por barreras hechas por el hombre.
PAGANDO DE VUELTA “LAS COSAS DE CÉSAR A CÉSAR”
11, 12. ¿Cómo paga de vuelta el cristiano “las cosas de César a César”?
11 Sin embargo, los testigos de Jehová continúan viviendo en territorios dominados por gobiernos terrestres, que Jehová ha permitido que continúen hasta este tiempo. Al explicar la relación del cristiano con tales gobiernos Jesús declaró otro principio bien conocido: “Por lo tanto, paguen de vuelta las cosas de César a César, pero las cosas de Dios a Dios.” (Mat. 22:21) Estas palabras muestran que los gobiernos terrestres (o “César”) apropiadamente pueden requerir ciertos deberes de sus súbditos cristianos. Por ejemplo, en el capítulo 22 de Mateo, Jesús estaba discutiendo el asunto de pagar impuestos. Los gobiernos rinden muchos servicios a los seguidores de Cristo, como en el campo de la educación, la construcción de carreteras, el control de la ley y el orden por medio de la policía y los tribunales de justicia, haciendo disponible agua, electricidad y otras provisiones, por todo lo cual tiene que pagarse. Por eso los cristianos ‘pagan de vuelta’ con una buena conciencia, por medio de impuestos, etcétera, estos diversos servicios.
12 Además, los cristianos verdaderos demuestran ser observantes de la ley y respetuosos. Por ejemplo, obran de acuerdo con los reglamentos que gobiernan el tránsito, no conduciendo con velocidad excesiva, más allá de lo que la ley permite, y de otras maneras se amoldan a los reglamentos que gobiernan los normales negocios ordenados de la vida. Al proceder así, también muestran respeto a los que tienen que administrar la ley. Esto está en armonía con las palabras del apóstol Pablo en Romanos 13, versículos 6 y 7: “Por eso ustedes también están pagando impuestos . . . Paguen a todos lo que se les debe, al que pide impuesto, el impuesto; al que pide tributo, el tributo; al que pide temor, dicho temor; al que pide honor, dicho honor.”
13. ¿Qué hacen los testigos de Jehová ante los cambios de forma de gobierno?
13 El cristiano sigue este derrotero prescindiendo del gobierno que esté en el poder. El gobierno puede cambiar, al entrar en el poder un diferente partido político. Sin embargo, los testigos de Jehová continúan siguiendo el mismo derrotero observante de la ley para con el nuevo gobierno así como lo hicieron para con el antiguo, y esto continuarán haciéndolo mientras Dios permita que dominen las formas terrestres de gobierno.
PAGANDO DE VUELTA “LAS COSAS DE DIOS A DIOS”
14. (a) ¿Qué cosas pertenecen a Dios que deben pagársele? (b) Cuando hay un choque entre lo que Dios requiere y lo que César demanda, ¿qué derrotero sigue el cristiano? (c) ¿Qué principio siguieron Pedro y los apóstoles en conexión con esto?
14 Note que Jesús dijo que un cristiano había de pagar de vuelta, no solo “las cosas de César a César,” sino también “las cosas de Dios a Dios.” Jehová Dios es el Creador de todas las cosas vivientes y por eso nuestras vidas le pertenecen. Dado que él es el Supremo en el universo y el único Dios verdadero, nuestra adoración le pertenece solo a él. La adoración verdadera de Dios incluye en estos últimos días la declaración pública de su nombre y la predicación de “estas buenas nuevas del reino.” (Nah. 1:2; Mat. 24:14) A veces puede haber un choque entre lo que “César” demanda y lo que Dios requiere. Entonces, ¿qué debe hacer el cristiano? El derrotero apropiado que uno debe seguir si desea probarse ‘digno de las buenas nuevas’ se ilustra claramente en un caso que envolvió a cristianos del primer siglo. A Pedro y algunos de los otros apóstoles se les había traído ante el sumo sacerdote judío, quien les dijo: “Les ordenamos positivamente que no siguieran enseñando con este nombre de base, y sin embargo, ¡miren! ustedes han llenado a Jerusalén con su enseñanza, y están determinados a traer la sangre de este hombre sobre nosotros.” En respuesta Pedro y los otros apóstoles dijeron: “Debemos obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres.” Estos cristianos primitivos vieron que su adoración estaba envuelta en el asunto y por eso rehusaron obrar de acuerdo con esa orden particular del tribunal que les mandaba que no predicaran. En reconocimiento fiel de la Ley Suprema de Dios, el registro muestra que continuaron su predicación, “regocijándose porque habían sido tenidos por dignos de ser afrentados por causa de su nombre.”—Hech. 5:28, 29, 40-42.
15. ¿Qué conducta debe manifestar el cristiano bajo persecución, en armonía con Romanos 12:12-21?
15 Esta oposición y persecución no hizo que los apóstoles se volvieran contra aquellas autoridades con represalia física, ni, cuando se hallaron ante los tribunales, mostraron falta de respeto. Más bien, con dignidad y serenidad defendían su posición, manteniendo su integridad en obedecer la ley de Jehová sobre la de los hombres. Así mismo, en estos días, aun donde los testigos de Jehová son perseguidos, como en países comunistas, no se unen a ningún movimiento rebelde para derrocar a las autoridades existentes, sino, más bien, fielmente explican su posición como siervos de Dios y como sus testigos comisionados para predicar en cuanto a su reino. Con fe firme en la esperanza de vida en el nuevo mundo pueden aguantar tal tribulación. No se permiten el llegar a estar amargados y tratar de devolver el mal a otros por el mal que se les hace a ellos. Más bien, tratan de continuar viviendo de manera pacífica y aun tratan de ayudar a los opositores a aprender la verdad de la Palabra de Dios y hallar una bendición. Escribe el apóstol: “Regocíjense en la esperanza que está delante. Aguanten bajo tribulación. Perseveren en la oración. . . . Sigan bendiciendo a los que los persiguen; estén bendiciendo y no maldiciendo. . . . No devuelvan mal por mal a nadie. Provean cosas excelentes a la vista de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de ustedes, sean pacíficos con todos los hombres. No se venguen, amados, sino cédanle lugar a la ira; porque está escrito: ‘Mía es la venganza; yo recompensaré, dice Jehová.’ Pero, ‘si tu enemigo tiene hambre, aliméntalo; si tiene sed, dale algo de beber; porque al hacer esto amontonarás brasas ardientes sobre su cabeza.’ No te dejes vencer por el mal, sino sigue venciendo el mal con el bien.”—Rom. 12:12-21.
16. ¿Qué les ha resultado a los testigos de Jehová por seguir los principios bíblicos considerados hasta ahora?
16 Es por medio de seguir los principios discutidos antes en Juan 17:14-18, 21, 22; Mateo 22:21 y Hechos 5:28, 29 que la sociedad del nuevo mundo de testigos de Jehová ha sido separada de las naciones del mundo de manera especial. Es, verdaderamente, un pueblo para el nombre y reino de Jehová. En obediencia a las palabras de Jesús en Mateo 6:33 están “buscando primero el reino y su justicia [de Dios].”
17. ¿Qué requisito para la salvación se aclara en Romanos 10:10?
17 Por eso, entonces, para responder al desafío de las “buenas nuevas,” ¿se trata solo de ingresar en una organización como los testigos de Jehová y unirse a las filas de predicadores de las “buenas nuevas del reino”? Es indisputablemente cierto que los que obtendrán la vida en el nuevo mundo de Jehová deben participar en la declaración pública de la verdad. “Porque con el corazón se ejerce fe para justicia, pero con la boca se hace declaración pública para salvación.” (Rom. 10:10) Por lo tanto, está bien que el que oiga las “buenas nuevas” y ejerza fe en ellas se aplique a obtener un conocimiento acertado de la verdad por medio de un estudio de la Biblia con el fin de que participe en esta declaración pública. Al proceder así muestra su aprecio a las “buenas nuevas” y también su deseo de adorar a Jehová.
UNA NUEVA PERSONALIDAD
18. ¿Cuán grande cambio requieren en nuestra vida las “buenas nuevas”?
18 Pero las “buenas nuevas del reino” requieren un cambio aun mayor en nuestra vida. En verdad, requieren que pongamos nuestra vida entera en armonía con los principios bíblicos, llegando a ser sumisos en toda parte de nuestra vida a la voluntad de Dios. Como amonesta la Biblia: “Cualquier cosa que estén haciendo, trabajen en ello de toda alma como para Jehová,” y “cuanto hagan en palabra o en obra, háganlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por medio de él.” (Col. 3:23, 17) Podemos decir que realmente es comenzar una nueva vida, el llegar a ser una nueva persona. Debemos buscar primero, no solo el reino de Dios, sino también su justicia, es decir, esforzarnos por hacer lo que es correcto a los ojos de Dios en toda nuestra conducta a todo tiempo.
19, 20. (a) ¿Cómo describe el apóstol Pablo este cambio en Colosenses 3:5-10? (b) ¿Qué clase de cambio debe ser éste a fin de agradar a Jehová y conseguir la vida en su nuevo mundo?
19 Esto significa desechar lo que es injusto o malo, hacer que las cosas que son malas a la vista de Dios desaparezcan de nuestra vida, y luego reemplazar lo que es malo con lo que es bueno. El apóstol escribió sobre este punto en Colosenses 3:5-10: “Amortigüen, por lo tanto, los miembros de su cuerpo que están sobre la tierra en lo que toca a fornicación, inmundicia, apetito sexual, deseo perjudicial, y codicia, que es idolatría. Por causa de esas cosas la ira de Dios viene. En esas mismas cosas ustedes, también, en un tiempo anduvieron cuando acostumbraban vivir en ellas. Pero ahora en verdad deséchenlas todas de ustedes, ira, enojo, injuria, habla insultante y habla obscena de su boca. No se mientan unos a otros. Desnúdense de la vieja personalidad con sus prácticas, y vístanse con la nueva personalidad, la cual por medio de conocimiento acertado está siendo renovada de acuerdo con la imagen del que la creó.”
20 Este vestirse uno mismo con la nueva personalidad debe brotar de un corazón sincero, de un deseo sincero de poner la vida de uno en armonía con la voluntad de Dios a fin de agradarle, con la esperanza de conseguir la vida en su nuevo mundo. No puede ser hipócrita, como el ponerse una nueva muda de ropa solo para un día de la semana. Mucho de la religión hoy día es exactamente así, la gente se pone su “cristianismo” cuando va a la iglesia y luego se quita su “cristianismo” como una muda de ropa y regresa a los caminos malos del mundo durante el resto de la semana. Necesita haber un esfuerzo cuidadoso para desechar, para amortiguar lo que es malo, para ‘desnudarse’ de la vieja personalidad con sus prácticas y ponerse la nueva personalidad por medio de esforzarse sinceramente por hacer la voluntad de Dios. Tampoco puede uno hacer este cambio solo para agradar a los hombres, solo para ser alguien a quien otros consideren un buen hombre. Aunque el cristiano naturalmente desea el respeto de sus semejantes, y especialmente de sus hermanos cristianos, primero debe estar esforzándose por agradar a Dios. Él aprecia lo que Jehová Dios dijo al profeta Samuel: “Porque no de la manera que el hombre ve es la manera que ve Dios, porque el simple hombre ve lo que aparece a los ojos; pero en cuanto a Jehová, él ve lo que es el corazón.”—1 Sam. 16:7.
21. ¿Qué paso querrá dar la persona sincera?
21 Es un gran privilegio estar asociado con el ‘pueblo para el nombre de Jehová,’ porque trae consigo el gozo de servir al Dios verdadero. Pero más importante es la relación en la que se entra con Jehová Dios. El que tiene un buen corazón, que aprecia las “buenas nuevas” y tiene un sincero deseo de hacer la voluntad divina, querrá usar su vida para alabar a Jehová. Con ese fin dedica su vida, haciendo una promesa solemne en oración a Jehová de que de allí en adelante se esforzará por hacer, no su propia voluntad, sino la voluntad de Dios, así como Jesús lo hizo. (Sal. 40:8; 143:10; Luc. 22:42; Juan 5:30) El cristiano reconoce que es por medio del medianero Cristo Jesús que puede entrar en esta relación de dedicación con Dios.—Vea “Estas buenas nuevas del reino,” párrafos 45-51.
22. ¿Qué se necesita a fin de que uno ‘ande digno de Jehová,’ según se explica en Colosenses 1:9, 10?
22 Solo es por medio de mantener esta relación con Jehová Dios por medio de Jesucristo que uno puede mantener apropiadamente su asociación con el ‘pueblo para el nombre de Jehová.’ Dado que el continuar en el favor de Jehová exige que uno esté haciendo la voluntad divina, entonces un conocimiento acertado de esa voluntad es sumamente importante. Por eso, los cristianos se esforzarán seriamente para ser “llenados con el conocimiento acertado de su voluntad en toda sabiduría y discernimiento espiritual, para poder andar dignos de Jehová a fin de agradarle plenamente mientras siguen llevando fruto en toda buena obra y aumentando en el conocimiento acertado de Dios.”—Col. 1:9,10.
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Identificación religiosaLa Atalaya 1963 | 15 de junio
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Identificación religiosa
● La Oficina del Censo de los Estados Unidos de Norteamérica hizo algunos ambiciosos estudios en 1957, descubriendo que el 96 por ciento de la gente se identificó como protestantes, católicos o judíos en respuesta a la pregunta: “¿De qué religión es usted?” Sin embargo, los totales combinados de todas las cifras de miembros de las iglesias indican que unos 68,000,000 de estadounidenses no pertenecen a ninguna iglesia o sinagoga.—A Tale of Ten Cities, E. J. Lipman y Alberto Vorspan, pág. 316.
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