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  • ¡El chismear puede destruirlo a usted!
    La Atalaya 1956 | 1 de enero
    • Las tendencias agresivas del hombre lo hacen pecar en una dirección diferente. Como grupo, los hombres están más propensos que las mujeres a perpetrar violencia física o asesinato. Pero a las mujeres les gusta hablar más que a los hombres, y están muy interesadas en la gente, en las actividades, en los problemas y romances de la gente. Cuando las mujeres hablan, discuten acerca de lo que les interesa a ellas, lo cual quiere decir que hablan acerca de la gente, lo cual a su vez significa que siempre hay peligro de que la conversación deteriore y llegue a ser chismear. Los hombres están más interesados en temas, ciencia, acontecimientos mundiales, economía política o en su trabajo, y cuando ellos hablan de estas cosas el peligro de chismear no es tan grande como cuando se habla de personas. En sí mismo el hablar no es malo. La inclinación que tienen las mujeres puede ponerse y a menudo se pone a buen uso. Es debido a la locuacidad de ellas que los niñitos aprenden a hablar. Debido a su habla ágil, es posible que las mujeres ministros presenten la verdad a otros con más facilidad que los hombres, y quizás contribuyan más a las reuniones de congregación al comentar voluntariamente cuando el programa requiere la participación del auditorio. Sin embargo, esta ventaja puede llegar a ser una trampa cuando la lengua se suelta y se desenfrena en el chismear. Por eso, tanto los hombres como las mujeres harán un examen de ellos mismos para ver si tienen la debilidad de chismear, y si descubren que sí la tienen procurarán mantener una vigilancia especial sobre su lengua.

      LOS MALES DEL CHISMEAR

      9. ¿Qué dice la Biblia acerca de los entremetidos?

      9 La Palabra de Jehová repetidamente amonesta en contra del chismear. Los chismosos son entremetidos y cuidan de los asuntos ajenos mientras que descuidan los suyos. A los cristianos se les aconseja: “Algunos andan desordenadamente entre ustedes, no haciendo ningún trabajo pero entremetiéndose en lo que no les atañe.” Si sufrimos debe ser por retener la integridad cristiana, no por ser entremetidos: “Que ninguno de ustedes sufra como homicida o ladrón o malhechor ni como entremetido en los asuntos de otras personas. Pero si sufre como cristiano, que no sienta vergüenza.” En lugar de ruidosamente meterse en los asuntos ajenos, hay que “tener como mira suya el vivir quietos y . . . ocuparse de sus propios asuntos.” “Todos los necios se meten en pendencias,” nos dice la Biblia. ¿Por qué dejar que le venga bien a usted la descripción de los necios?—2 Tes. 3:11; 1 Ped. 4:15, 16; 1 Tes. 4:11, NM; Pro. 20:3.

      10. ¿Cómo comienzan la dificultad los chismosos y la mantienen en acción, y por qué no son ellos amigos?

      10 Los chismosos entremetidos causan dificultad. Balbucean los asuntos de otros, los exageran, los desfiguran y los tuercen, y amontonan a grande altura sus murmuraciones inflamatorias: “Como en faltando la leña, se apaga el fuego, así donde no hay chismoso, cesa la contienda. Lo que es el carbón para las brasas, y la leña para el fuego, eso es el hombre rencilloso para encender las contiendas. Las palabras del chismoso son bocados muy suaves, pues descienden a lo más interior del cuerpo.” En lugar de que las palabras se hablen en voz alta a la cara de la persona, éstas son susurradas detrás de su espalda y la calumnia es vorazmente engullida por oídos que son glotones para el chisme. Estas murmuraciones no causan una impresión superficial, sino que se introducen profundamente para ser bien masticadas y digeridas. “El amigo ama en todo tiempo, y el hermano es nacido para la adversidad,” pero el chismoso no es amigo. Precisamente cuando la persona más necesita de amigos y hermanos, cuando está en cierta dificultad o sufriendo adversidad, entonces es que el chismoso ataca con más fuerza para quitar los amigos al que sufre: “El chismoso separa a los amigos más íntimos.” “Aquel que sigue mentando el asunto, separa . . . al amigo más íntimo.”—Pro. 26:20-22; 17:17; 16:28; 17:9.

      11. ¿Qué clase de habla fué predicha para estos últimos días, y cuál es la responsabilidad del chismoso que inconscientemente esparce mentiras?

      11 “Aquel que profiere la calumnia es un insensato.” La mayoría de los chismes son calumniosos. A cualquier verdad que en un tiempo haya estado presente pronto se le añade tanto que la mayor parte del cuento llega a ser mentiras. Los amigos empiezan a alejarse del que está siendo calumniado, y la ira de Jehová viene sobre el chismoso “que siembra discordias entre hermanos” dentro de la congregación. La calumnia es uno de los pecados que se predijo florecerían en los últimos días y que hace a este viejo mundo digno de la destrucción; de modo que los cristianos especialmente deben evitar la “hipocresía y envidias y toda clase de difamación solapada.” (Pro. 10:18; 6:19; 1 Ped. 2:1; 2 Tim. 3:3, NM) A menudo el chismear no es malicioso y no se tiene intención de perjudicar, pero de todos modos resulta en daño. Si usted accidentalmente mata a un hombre él está tan muerto como si usted se hubiera propuesto matarlo. Si usted esparce mentiras creyendo que son verdades, éstas siguen siendo mentiras y usted está mintiendo. Usted quizás trate de pasarle la culpa a otro diciendo que él le contó el cuento a usted. Muy bien, él mintió. Pero cuando usted lo repitió, usted mintió. De acuerdo con las leyes de algunos países sobre difamación si uno repite una mentira imprimiéndola es culpable, prescindiendo de quién la empezó o a quién se estaba citando. Después de todo, si solamente el originador de un rumor lo contara, el rumor no llegaría muy lejos ni haría mucho daño. ¿Acaso Jehová no considera culpables a los que hoy día repiten las mentiras religiosas que fueron comenzadas hace muchos siglos? Él también considera responsables a los chismosos que comienzan o esparcen mentiras.

      12. ¿Qué parecen olvidar los chismosos, y aun cuando lo recuerdan qué dicen?

      12 Si uno ha estado esparciendo mentiras sin saberlo no es tan reprensible como el que miente deliberadamente, pero tampoco es inocente. Si uno realmente lo siente ciertamente será cauteloso acerca de repetir cuentos en lo futuro. Pero esta cautela no es característica de los amantes del chisme. Concerniente a probarse fiel, Pablo dijo: “Olvidando las cosas que están atrás y esforzándome hacia adelante a las cosas que están más allá, prosigo hacia la meta para alcanzar el premio de la vocación de arriba.” (Fili. 3:13, 14, NM) Pablo olvidó el pasado y miró hacia adelante con un buen fin en mira, pero los chismosos parecen olvidar sus cuentos pasados que resultaron falsos y mirar hacia adelante con fervor no disminuído para chismear más en lo futuro. Uno pensaría que ellos recordarían cuán a menudo sus chismes pasados resultaron ser falsos, y por lo tanto se esperaría que ellos fueran mucho más cautelosos en lo futuro. Pero raramente lo son. Si se molestan en recordar sus mentiras pasadas, es para justificarlas. Niegan que hayan dicho tal cosa, o dicen que sólo repitieron lo que otro dijo, o esconden la primera mentira por medio de decir otra. Supóngase que ellos estuvieran esparciendo un rumor de que dos personas se iban a casar. Pasa el tiempo y no hay casamiento. Entonces dicen que los dos tuvieron una riña y anularon la boda. Sin embargo desde el principio todo estaba en la imaginación y sospechas de los chismosos, y el rumor nunca tuvo cimiento sólido. Si los chismosos miraran hacia atrás al daño que sus mentiras causaron quizás no mirarían hacia adelante con tanto celo para mover más la lengua.

      13. ¿Por qué es cobarde y asesino el chismear, y qué resultará a los que persisten en ello?

      13 El chismear puede ser malvado. Es cobarde. Puede ser asesino. Puede asesinar un buen nombre o arruinar una buena reputación o envenenar la mente de algunas personas contra la víctima del chisme. “Aguzan su lengua como la serpiente; hay veneno de áspid debajo de sus labios.” El habla puede ser mortífera: Sus “dientes son lanzas y saetas, y su lengua una espada aguda.” Algunas lenguas son tan afiladas como espadas y las palabras que lanzan pueden traspasar como flechas, y las descargas verbales que sueltan son lanzadas desde una emboscada y hieren a su víctima por la espalda: “Los que afilan su lengua, como espada; arman sus flechas, es a saber, dichos amargos, para asaetear a escondidas al inocente [BC]: de repente le asaetean, y no temen.” Pero los cobardes que chismean detrás de la espalda de alguien deben recordar que tienen que enfrentarse a Jehová, que Jehová oye si su víctima humana no, y “debido a la lengua de ellos él les acarreará ruina.” (Norm. Rev.) Sus lenguas chismosas los desarraigarán de la tierra de los vivientes: “Agravios maquina tu lengua, como navaja afilada, que obra engañosamente. Amas el mal más que el bien, la mentira, más que hablar justicia. (Pausa.) Amas toda suerte de palabras mortíferas, ¡oh lengua engañosa! A ti también Dios te destruirá para siempre; trabará de ti, te arrancará también de tu tienda, y te desarraigará de la tierra de los vivientes.”—Sal. 140:3; 57:4; 64:3, 4, 8; 52:2-5.

      14. ¿A qué puede conducir el chismear?

      14 El chismear puede llegar a ser tan perverso y hacer tanto daño que puede hacer que merezca la expulsión el que lo haga. Puede causar la ruina del hablador en la congregación: “El que guarda su boca guarda su vida; mas para aquel que abre inconsideradamente sus labios, habrá destrucción.” Su chismear podrá separar a amigos, pero si el chismear continúa lo separará a él de la organización de Jehová: “Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿quién residirá en tu santo monte? El que no calumnia con su lengua, ni hace mal a su prójimo, ni toma sobre sus labios afrenta contra su cercano.” “La boca engañosa yo aborrezco,” dice Jehová. Si Jehová la aborrece, también nosotros deberíamos, y no debe permitirse que exista la cosa aborrecible en la congregación. Oramos como se nos instruye: “¡Jehová, libra mi alma de los labios mentirosos, y de una lengua engañosa!” Si tales labios y lenguas están en la congregación, mediante el acto de expulsión la congregación puede ser librada de ellos.—Pro. 13:3; Sal. 15:1, 3; Pro. 8:13; Sal. 120:2.

      15. ¿Qué cosa hace al chismear tan peligroso, y qué preguntas debe considerar el chismoso?

      15 Muchas veces el chismear es tocante a un asunto de poca importancia, pero siembra discordia cuando las lenguas alborotadoras lo engrandecen fuera de toda proporción. Un chisme hace del huracán un simple viento y del simple viento un huracán. El verdadero huracán, el sembrar la discordia, es como un simple viento para el chismoso en comparación con la dificultad menor que él engrandece hasta proporciones semejantes a huracán para causar la discordia. ¡Cuán peligrosa es tal habla inútil! Leemos en Mateo 12:36, 37 (NM): “Les digo que, de todo dicho inútil que digan los hombres, rendirán cuenta en el Día de Juicio; porque por tus palabras serás vindicado, y por tus palabras serás condenado.” ¿Cómo cree usted que son consideradas las palabras de chisme durante períodos de juicio? ¿Puede usted vindicar su chismear? ¿Bastará la excusa de que usted no intentaba hacer daño? ¿Tendrá el sonido de verdad si el registro muestra que usted continuó chismeando aun después que algunos de sus cuentos resultaron falsos? ¿Podrá usted pasarle a otro la responsabilidad por las palabras que salieron de la boca de usted? Sepa de seguro que sus palabras, si fueron de chisme, serán condenadas. Cuánto mejor es el cultivar sabiamente ahora una lengua que sane, y no una que hiera: “Hay uno cuyas palabras inconsideradas son como estocadas de espada, pero la lengua de los sabios resulta en sanar.”—Pro. 12:18, Norm. Rev.

  • ¡Usted puede aplastar el chismear!
    La Atalaya 1956 | 1 de enero
    • ¡Usted puede aplastar el chismear!

      “El viento norte produce lluvia, y un rostro airado la lengua calumniadora.”—Pro. 25:23, UTA.

      1. ¿Con qué ilustraciones mostró Santiago el poder de la lengua y la inconsistencia de usarla para bendecir y maldecir?

      EL DISCÍPULO Santiago reprendió la lengua humana. Mediante ilustraciones notables dió énfasis a lo difícil que es dominar este pequeño miembro del cuerpo. Frenos en las bocas de los caballos pueden hacer volver todo su cuerpo. Pequeños timones pueden hacer que grandes barcos den la vuelta. De la misma manera la pequeña lengua hace jactancias grandes. Tal como una chispita puede incendiar un bosque, así la pequeña lengua puede ser un fuego que encienda todo el cuerpo y lo corrompa. El hombre puede domar a las bestias de la tierra, “pero la lengua, nadie de la humanidad puede domarla.” Pues, “si alguno no tropieza en palabra, éste es un hombre perfecto.” Una fuente no hace brotar lo dulce y lo amargo. Una higuera no produce aceitunas, ni una vid higos. Ni el agua salada produce agua dulce. Sin embargo la misma lengua arroja tanto bendición como maldición. Esto no es propio. Aunque ningún hombre es perfecto y ningún hombre puede dominar perfectamente la lengua, no obstante esto no da permiso para chismear o decir obscenidades. Podemos mantener al mínimo su daño. Podemos impedir que esté llena de ponzoña para envenenar la mente de uno contra otro. Podemos impedir que se convierta en espada que corte o en flecha que traspase, no dejando que vuele asesinamente para destruir mediante el chismear el buen nombre de otros. Si está ocupada con aguas de verdad no puede estar encendida con chismes. Santiago mostró que debe ser tenida bajo algún dominio, diciendo: “No es correcto, hermanos míos, que estas cosas sigan aconteciendo de esta manera.”—Sant. 3:2-12, NM.

      2. ¿Qué puede explicar en parte por qué las personas están más prestas a criticar que a encomiar?

      2 Si entendemos por qué chismeamos quizás eso nos ayude a parar antes de comenzar. Es un hecho el que las criaturas humanas están más prestas a criticar que a encomiar. ¿Por qué tendemos a decir lo malo y callarnos acerca de lo bueno? ¿Damos por supuesto lo bueno, aceptándolo como correcto sin comentario? ¿Señalamos con especialidad lo malo porque sentimos irritación o hasta indignación justa acerca de ello? Esto puede ser cierto en algunos casos. ¿Es el asunto de comentar sobre cosas extremadas lo que captura nuestra atención? Comentamos sobre lo bueno si es sobresaliente y sobre lo malo si es extremado. Sin embargo, el chismear más a menudo es mezquino, se concentra en asuntos triviales. De modo que aparentemente hay más envuelto que cosas extremadas que capturen nuestra atención, o pecados suficientemente graves para que en justicia nos indignemos.

      3. ¿Qué condiciones naturales del presente puedan explicar la tendencia a chismear, lo que resulta en qué conflicto?

      3 El hombre es criatura social, que por naturaleza se junta en comunidades. Al hombre le gusta comunicarse con otros y existe una fuerte tendencia de contar a otros aquello de que acabamos de enterarnos. El saber algo que otro ignora y el soltar este manjar nos hace sentir sabios. Pero ¿por qué son los chismes los bocaditos más sabrosos? Pues, de la “abundancia del corazón habla la boca,” y acerca del corazón del hombre caído leemos: “El corazón es más traidor que toda otra cosa, y desesperadamente enfermo—¿quién puede entenderlo?” “Engañoso es el corazón más que toda otra cosa y peligrosamente descarriado—¿quién puede conocerlo?” Luego se dice que Jehová conoce el corazón, y se hace la oración pidiendo que él lo sane. El hombre caído con el pecado heredado se inclina hacia la maldad, y su corazón, el asiento del móvil y del cariño, es engañoso, descarriador y está enfermo, y del contenido de este órgano débil de la carne caída habla la boca del hombre. La tendencia pecaminosa es hablar pecaminosamente, pero las mentes educadas por la Palabra de Dios se esfuerzan por observar la ley de Jehová. Por eso resulta un conflicto entre la ley de Dios en la mente y la ley del pecado en la carne, con este resultado frecuente: “Lo que deseo, eso no lo practico; sino lo que aborrezco es lo que hago.” Después de haber chismeado nos arrepentimos y nos pesa el no haber callado. Lamentamos la debilidad que tenemos de dejar que entren los chismes por el oído y salgan por la boca. Tenemos que fortalecer nuestra mente en la ley de Jehová y orar para que él sane nuestro corazón para ayudarnos a aplastar la ley del pecado que hay en nuestra carne y vencerla. Los corazones enfermos y descarriadores tienden a ver la enfermedad y el descarrío en otros, y de esa abundancia habla la boca. Muchos periódicos públicos estimulan esta debilidad proclamando crímenes viles en sus encabezamientos y teniendo columnas especiales de chismes.—Mat. 12:34, NM; Jer. 17:9, 10, 14, UTA, Ro; Rom.7:15, NM.

      4. ¿Qué motivos pueden impulsar el chismear?

      4 Algunas veces el chisme es deliberado y malicioso, ideado para desacreditar a alguna persona entre tanto que ensalza al chismoso. El calumniador quizás esté desacreditando a otro para conseguir su empleo o para quitarle sus amigos o para conseguir su puesto de servicio en la congregación. Quizás esté tratando de despertar animosidad u oposición contra alguna persona porque no la quiere. Frecuentemente es un espíritu de envidia o de celos lo que impulsa el chisme. El chismoso quizás le tenga envidia a la prominencia o reputación o buenas obras de su víctima, ya que al hacer una comparación entre los dos el chismoso no luce con ventaja. ¿Por qué mató Caín a Abel? “Porque sus propias obras eran inicuas, pero las de su hermano eran justas.” Por la misma razón los chismosos tratan de ensalzarse echando abajo a otros. Cualquiera que así trate de ensalzarse ciertamente será humillado, y lo mismo aplica a los que tratan de adelantar las maquinaciones de tales personas por medio de repetir sus calumnias envidiosas. También por causa de provecho propio y para conquistarse el favor de cierta persona el maquinador pudiera chismear acerca de alguien que él sabe que a esta persona no le agrada. Esto puede convertirse en adulación, contrastando favorablemente al que escucha con aquel que está siendo calumniado. De tales individuos es verdad: “Su boca habla cosas hinchadas, entre tanto que están admirando personalidades en el interés de su propio provecho.” Los cristianos copian a Pablo, que dijo: “En ninguna ocasión nos hemos presentado ya sea con habla aduladora, (como ustedes lo saben) ni con falsa apariencia para la codicia, ¡Dios es testigo!” Jehová aborrece “el corazón que maquina tretas inicuas.”—1 Juan 3:12; Judas 16; 1 Tes. 2:5, NM; Pro. 6:18.

      5. ¿Cómo puede usarse el chismear para desviar la atención de uno mismo?

      5 Una persona puede chismear para desviar la atención de sí misma. Si ella puede dirigir los rayos de la crítica sobre otro, entonces no estarán sobre ella. Por eso quizás trate de cubrir su propia suciedad por medio de arrojar lodo sobre otros. O, el chismoso tal vez critique a otros acerca de pecados que él comete. Él desea compañerismo, porque así la desaprobación no puede concentrarse en él, sino que se extiende sobre un grupo. Si se le acusa él puede señalar a otros diciendo que ellos hacen la misma cosa, pensando que así se podrá justificar o excusar. Y entre paréntesis, los chismosos a menudo son los primeros en acusar a otros acerca de chismear. Sabiendo que son culpables, ellos juzgan a otros por lo que ellos son, pero con mucha más severidad. Otro es quien siempre comienza las cosas. De modo que resulta como dice la Biblia: “Por lo tanto, eres inexcusable, ¡oh hombre!, no importa quién seas, si juzgas; porque en la cosa en que juzgas a otro, te condenas a ti mismo, puesto que tú que juzgas practicas las mismas cosas.”—Rom. 2:1, NM.

      6. ¿Cómo se exaltan sutilmente algunos, y con qué resultado?

      6 Muchas veces las personas que chismean acerca de otros lo hacen para ensalzarse. Quizás no se den cuenta de ello, pero esto es un móvil sutil que impulsa a los chismes. En realidad el criticar a otros resulta en ensalzarse uno mismo. Puesto que usted desaprueba dicha falta usted no sería culpable de tal cosa—eso es lo que se deduce. Esta clase de chisme puede ser una forma de halagarse uno mismo. Usted acusa a otro de ser culpable y como resultado usted se siente superior. Siente cierta satisfacción por ello. Tal actitud es semejante a la del fariseo que en su oración a Dios chismeó acerca de otros y dió gracias porque él no era como ellos, no “como los demás hombres, concusionarios, injustos, adúlteros, ni siquiera como este recaudador de impuestos.” Pero el recaudador de impuestos cuando oraba “de continuo se golpeaba el pecho, diciendo: ‘Oh Dios, sé bondadoso conmigo un pecador.’” Él no se sentía presumidamente superior a otros, sino que humildemente lamentaba su propia indignidad. Entonces se declaró la regla divina: “Todo el que se ensalza será humillado, pero el que se humilla será ensalzado.” El ensalzarse sutilmente por medio del chismear resultará en humillación. Para ser ensalzado por Jehová, considere humildemente sus propias faltas, no las de otros.—Luc. 18:9-14, NM.

      7. ¿Qué otros factores pueden contribuir al chismear, y sin embargo cuando se arranca todo disfraz cómo se ve que es el chismear?

      7 Varios otros factores también pudieran contribuir al chismear. Si uno se siente demasiado frustrado para hacer ciertas cosas, si no puede hacerlas debido a alguna razón, quizás trate de compensar esta falta criticando a los que las hacen, haciendo que dicho comportamiento parezca incorrecto. Uno quizás se sienta inseguro; por eso para asegurarse busca falta en otros. Si uno es fuerte en cierta cosa quizás critique mucho a otros que son débiles en ese sentido, careciendo de misericordia, y pensando con egolatría que él es el modelo a cuya altura otros deben elevarse. Por medio de criticar esta debilidad en otros él sutilmente llama la atención a su propia superioridad en este respecto. En muchos casos las personas chismean sólo para recibir atención, para conseguir un oído que oiga. Les halaga saber algo que otros desean oír, eso los hace sentirse sabios. En realidad éstas son personas simples, demasiado simples o demasiado flojas para meditar profundamente y conseguir atención por medio de hablar con inteligencia. Es fácil chismear, criticar, desacreditar y exagerar, por eso hacen esto para regalar los oídos de los que están ansiosos de escuchar un cuento sabroso. El chismoso suma dos y dos y saca un total de cinco, y con la repetición eso crece a seis o siete. Sin duda hay muchas razones y combinaciones de razones por las cuales la gente chismea, pero cuando se le arranca todo disfraz y vemos cómo el chisme verdaderamente es—despiadado, injusto, perjudicial, odioso, mezquino, calumniador, malicioso, asesino—entendemos por qué lo detesta Jehová y por qué los cristianos deben evitarlo.

      ¡NO DEJE SALIR NI ENTRAR LOS CHISMES!

      8. ¿Qué hace que el chismear sea cobarde, y qué pensamiento ayudará a refrenar la lengua?

      8 El conocer lo que es el chisme nos ayuda a impedir que salga de nuestra boca. Es habla cobarde y la mayor parte de ella es habla mentirosa. ¿A quién le gusta un cobarde y un mentiroso? Ciertamente no a Jehová. Su Palabra dice: “En cuanto a los cobardes . . . y todos los mentirosos, su porción será en el lago que arde con fuego y azufre. Esto significa la muerte segunda.” El decir a espaldas lo que uno teme decir cara a cara es un acto cobarde. No debemos disparar a otros con palabras por la espalda. ¿Se opone usted a que el acusado oiga la acusación? ¿No desea usted darle oportunidad de defenderse, de contar el asunto desde su punto de vista, de aclarar las cosas, de poner fin a un rumor o de refutar una falsedad? ¿Cómo podrá él hacerlo si usted rehusa enfrentarse a él? ¿Se está portando usted de un modo imparcial y honrado con su hermano? Antes de hablar de una persona, pregúntese: ¿Estoy dispuesto a decirle esto a la cara? Si se trata de un chisme la respuesta probablemente será No, pero si usted es un chismoso probablemente lo dirá de todos modos. Usted quizás haga que el que le escuche jure guardar silencio. Empero un proverbio recalca cómo vuelve el chisme al calumniado: “Ni siquiera en tu pensamiento maldigas al rey, ni en tu cámara de dormir maldigas al rico; porque algún pájaro del cielo llevará la voz, y alguna avecilla divulgará la noticia.” Y ¿puede usted quejarse con razón? Usted mismo no pudo guardar silencio. Entonces, ¿por qué esperar que otra persona lo haga? ¿Por qué esperar más de otro que de usted mismo? El quedarse callado fué demasiado esfuerzo para usted. ¿Por qué esperar que otro resista lo que usted no pudo resistir? Además, a la persona con quien usted habló quizás le simpatice la persona a quien usted calumnió y tal vez él querrá darle oportunidad de defenderse. Eso es muy justo. Por eso cuando empiece a chismear, piense usted en cómo se sentirá usted cuando su víctima oiga el chisme, probablemente en forma exagerada. Que este pensamiento le ayude a refrenar la lengua.—Apo. 21:8, NM; Ecl. 10:20.

      9. ¿Qué mejor razón existe para dejar de chismear, y de qué varias maneras podemos tratar de romper el hábito?

      9 Sin embargo, nuestro motivo para cerrar nuestros labios contra el chismear debe ser mejor que el temer las repercusiones cuando nuestra víctima nos atrape en ello. El chismear agrada a Satanás, pero desagrada a Jehová. ¿A quién agradaremos? ¿A quién de los dos serviremos? Usted sirve al que obedece. La voluntad de Satanás es que usted chismee. La voluntad de Jehová es que usted aplaste el chismear. El chismear se convierte en hábito. Mientras más se practica, más arraigado se hace el hábito. Se requiere esfuerzo consciente para romper el hábito, esfuerzo constante, determinado y tenaz. Usted no puede consentirse. No trate de cesar poco a poco. ¡Pare ahora mismo! ¡Libre una lucha incesante! Cada vez que usted resiste el impulso el hábito pierde terreno, usted debilita el dominio de éste sobre usted; pero cada vez que usted sucumbe a él fortalece su dominio sobre usted. Combátalo hasta matarlo, sin volverse atrás, sin ceder, sin retirarse. Luche contra él en su fuente, destruya sus raíces, que están en la mente y el corazón. Haga más que sólo despedir los chismes de su mente; substitúyalos con pensamientos buenos. Jesús mostró que cuando se echaba de un hombre un espíritu inmundo éste regresaría con otros siete si el hombre no se llenaba con el espíritu de Jehová. (Mat. 12:43-45) Por eso eche fuera el chismear perverso por medio de pensamientos buenos. Ore por la ayuda de Jehová: “¡Pon, oh Jehová, una guarda a mi boca! ¡vigila la puerta de mis labios!” Los chismosos siempre buscan lo malo en la gente. Forme el hábito de buscar lo bueno en ella. En vez de fijarse en la gente mala “vigilen a los que andan de la manera que va de acuerdo con el ejemplo que ustedes tienen en nosotros,” dice Pablo.—Sal. 141:3; Fili. 3:17, NM.

      10. ¿Qué pensamientos nos ayudarán a abstenernos de los chismes aun cuando lleguemos a ser blanco de ellos?

      10 Pero ¿qué hay si alguno chismea acerca de nosotros? ¿No podemos luchar en defensa propia? Con la verdad, sí, pero no con chismes. ¿Por qué dejar que otros nos provoquen de manera que pequemos, como sucedió con Moisés en una ocasión: “Porque exasperaron su espíritu, de modo que habló inconsideradamente con sus labios”? ¿Por qué dejar que el chismoso haga un chismoso de usted transformando a usted a la imagen perversa de él al conseguir que usted chismee de él para vengarse de él? Pruebe que usted es más fuerte que este alfeñique, “no devolviendo mal con mal ni injuria con injuria.” “No devuelvan mal por mal a nadie.” Rehuse apilar más combustible sobre los fuegos del chismear y en vez de acalorarse por el habla inflamatoria permanezca usted sereno y tranquilo de espíritu: “El que es impaciente de espíritu ensalza la necedad.” David comprendió el peligro de las respuestas acaloradas: “Yo dije: Cuidaré de mis caminos, para no pecar con mi lengua: guardaré mi boca con una mordaza, en tanto que el inicuo esté delante de mí. Enmudecí con profundo silencio; me callé aun acerca de lo bueno; y mi dolor se encrudeció. Enardecióse mi corazón dentro de mí: en mi meditación se encendió fuego; hablé entonces con mi lengua.” Al ir pensando hervía por dentro, pero cuando habló no fué con calumnias ardientes para los opositores, sino en petición devota a Jehová.—Sal. 106:33; 1 Ped. 3:9; Rom. 12:17, NM; Pro. 14:29; Sal. 39:1-3.

      11. ¿Por qué es incorrecto prestar oídos a los chismes?

      11 Cuando usted chismea no ayuda a nadie y lastima por lo menos a tres personas: a la persona de quien habla, a la persona con quien habla, y a usted mismo. Lo mismo es cierto cuando usted presta oído a un chisme. Lastima a las mismas tres personas. ¿Conoce usted cómo usted puede aplastar completamente el chisme? Rehuse escucharlo. El chismoso desea los oídos de usted. No le preste usted sus oídos. Él sólo los llenará de lodo. Y quizás usted se sienta tentado a esparcir el lodo a otros oídos. Ayúdelo y protéjase usted mismo rehusando escuchar. Cuando usted presta oídos a los chismes no es un observador inocente. Usted debe ponerle fin al chisme, a su salida y a su entrada. Si usted lo cuenta, su lengua está pecando; si usted lo escucha, sus oídos están pecando. Si usted presta oído al chismear y lo cree en realidad usted está juzgando un asunto antes de oírlo, pues hasta que usted oiga ambos lados del asunto usted no lo habrá oído todo. Por consiguiente, de acuerdo con la Biblia, usted es injusto y está cometiendo insensatez: “Al que responde antes de oír, le es una insensatez y un baldón.” Por eso no dé oídos al chismear. Deténgase y considere: Si un chismoso lo estuviera calumniando a usted, ¿no le gustaría a usted que el que lo estuviera oyendo lo detuviera? Por eso haga usted lo que le gustaría que le hicieran, como Jesús dijo: “Todas las cosas, por lo tanto, que quieren que los hombres les hagan, también de igual manera deben hacérselas a ellos.”—Pro.18:13; Mat. 7:12, NM.

      12. ¿Qué debemos recordar acerca de los chismosos, y cómo podemos tratar de ayudarlos?

      12 Siempre recuerde usted esto: El chismoso no es un amigo verdadero. Si

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