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El largo desfile de los gobiernos humanosLa Atalaya 1982 | 15 de agosto
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El largo desfile de los gobiernos humanos
El hombre los ha probado todos; ninguno ha dado buen resultado. ¿Qué esperanza queda de que haya gobernación justa?
MONARQUÍAS, imperios, democracias, repúblicas, dictaduras y gobiernos socialistas... se ha probado toda forma de gobierno humano muchísimas veces durante los pasados 6.000 años. Finalmente, todos sufren fracaso, aunque cada gobierno nuevo que se ha probado ha proclamado que tendría éxito.
No constituyen excepción a esto los esfuerzos actuales de los hombres por gobernarse. No han abierto caminos nuevos; no han introducido logros brillantes. Los mismos sistemas de gobierno están en existencia, con los mismos registros de fracaso. La ética laboral está desapareciendo, la moral está derrumbándose, los valores de la antigüedad están cediendo a filosofías de “yo primero.” La pobreza y el hambre, la desigualdad y el privilegio especial, la opresión y la corrupción, el delito y el terrorismo, las naciones poderosas que dominan a las más débiles, las carreras de armamentos y las guerras de codicia... todos estos males son productos de los gobiernos humanos del día actual. Si hay una sola cosa que distingue a esta generación de las anteriores, es su rápido adelantamiento en conocimiento científico, pero éste se ha prostituido para corromper la industria y producir terribles armas bélicas.
Después de haber experimentado los hombres por 6.000 años con toda clase de gobierno, se puede decir de esta esfera también que “no hay nada nuevo bajo el sol.” (Eclesiastés 1:9) Tampoco son nuevas las causas del fracaso en los gobiernos humanos. Todavía resulta cierto lo que Jehová declaró mediante su profeta Jeremías, a saber: “No le pertenece al hombre que está andando siquiera dirigir su paso.” (Jeremías 10:23) Además del hecho de que hay imperfección humana, “el mundo entero está yaciendo en el poder del inicuo.” “El dios de este sistema de cosas ha cegado las mentes” de millones de personas. Influencias satánicas están maniobrando a “los reyes de toda la tierra habitada.”—2 Corintios 4:4; 1 Juan 5:19; Revelación 16:14.
Cuando consideramos el desfile de gobiernos humanos, su subida al poder y posterior decadencia y caída, parece que en todos ellos se manifiesta el mismo patrón. Debido a esto, muchos eruditos dicen que la historia se repite. Las potencias mundiales ascienden a su apogeo como resultado de su dedicación resuelta y sacrificio. Pero, una vez que se establecen sólidamente, dejan que su ánimo disminuya poco a poco y por fin se entregan a los excesos materiales y a las inmoralidades carnales. Una vez que esto sucede, no falta mucho para el derrumbamiento.
El historiador Will Durant reconoció este patrón de decadencia interna, y dijo: “Hemos tratado de mostrar que la causa esencial de la conquista romana de Grecia fue la desintegración de la civilización griega desde el interior. Nunca se conquista a ninguna nación grande sino hasta que ella misma se haya destruido.” (Parte II de The Story of Civilization, pág. 659) The World Book Encyclopedia (edición de 1978) señala un presagio del derrumbamiento que debería ser para nuestra generación motivo para preocupación especial: “La familia es la más antigua institución humana. De muchas maneras es la más importante. Es la unidad más fundamental de la sociedad. Civilizaciones enteras han sobrevivido o desaparecido, dependiendo de si la vida familiar era fuerte o débil.”—Tomo 7, pág. 24.
¿Se repetirá la historia?
El historiador Arnold J. Toynbee dijo lo siguiente sobre el asunto de repetirse la historia: “Un estudio del paisaje histórico a la luz de nuestro conocimiento existente revela que, hasta la fecha, la historia se ha repetido unas veinte veces en cuanto a producir sociedades humanas de la clase a la cual pertenece nuestra sociedad occidental, y también muestra que, con posiblemente la excepción de la nuestra, todos estos representantes de la especie de sociedad que se llaman civilizaciones ya están muertos o moribundos. Además, cuando estudiamos en detalle las historias de estas civilizaciones muertas y moribundas, y las comparamos unas con otras, hallamos indicaciones de lo que parece ser un patrón recurrente en el proceso de sus desintegraciones, decadencias y caídas. Naturalmente, hoy nos preguntamos si este capítulo de la historia en particular está destinado a repetirse en nuestro caso. ¿Nos tocará a nosotros el turno de aquel patrón de decaimiento y caída como un destino del cual ninguna civilización puede esperar escaparse?”
El historiador luego contesta su propia pregunta diciendo: “En la opinión del escritor, hay que contestar esta pregunta con una negativa enfática. ... No hay nada que impida que nuestra civilización occidental siga el precedente histórico, si elige hacerlo, y cometa suicidio social. Pero no estamos predestinados a hacer que la historia se repita; tenemos ante nosotros la oportunidad, mediante nuestros propios esfuerzos, de dar a la historia, en nuestro caso, un rasgo nuevo y sin precedente. ... ¿Qué haremos para salvarnos? En la política, establecer un sistema de gobierno mundial constitucional y cooperativo. En la economía, hallar arreglos que funcionen (que varíen en conformidad con los requisitos prácticos de los diferentes lugares y tiempos) entre la libre empresa y el socialismo. En la vida del espíritu, volver a poner sobre fundamentos religiosos la superestructura seglar. ... De las tres tareas, la religiosa, por supuesto, es a la larga, con mucho, la más importante.”—Civilization on Trial (1948), págs. 38-40.
Es típico el que él piense enfáticamente que nuestra civilización puede ser diferente y evitar que se repita en ella la historia de los gobiernos humanos. Hace 34 años que él escribió lo que se citó en el párrafo anterior, y al hacerlo tenía cifrada su esperanza en sentido político en las Naciones Unidas, económicamente en un arreglo entre el capitalismo y el comunismo, y, lo de más importancia, en un regreso a la religión como los fundamentos de nuestra civilización. Hoy día vemos el fracaso en los tres frentes. Las Naciones Unidas han resultado ineficaz, la posibilidad de un arreglo entre el capitalismo y el comunismo está más lejos que nunca, y la religión, más débil que nunca.
La historia parece estar a punto de repetirse. ¿Pero lo hará?
Hay otro escritor de historia que se ha expresado sobre el asunto del gobierno humano. De hecho, ha escrito con anticipación una historia de esto. También ha escrito de antemano acerca de una gobernación justa que vendrá a la Tierra. El artículo siguiente considera las expresiones que él ha hecho sobre gobierno.
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La única esperanza de gobernación justaLa Atalaya 1982 | 15 de agosto
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La única esperanza de gobernación justa
“Y en los días de aquellos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas.”—Daniel 2:44.
LA HISTORIA revela que a muchos gobernantes de edades pasadas se les consideraba dioses. Aun en nuestro siglo Stalin e Hirohito fueron aclamados así. Ninguno de esos llamados dioses cumplieron con la prueba bíblica de divinidad, a saber, el poder predecir el futuro. Jehová desafía a todos los dioses falsos con estas palabras: “Hágannos oír aun las cosas que vienen. Informen acerca de las cosas que han de venir después, para que sepamos que ustedes son dioses.” (Isaías 41:22, 23) Nunca ha habido gobernantes humanos que hayan podido predecir el futuro, ni siquiera respecto a su propia gobernación. Siempre han hecho grandiosas predicciones de lo que harán al desempeñar su cargo, pero han demostrado ser falsos profetas con tanta frecuencia que la gente ya no confía mucho en sus pronosticaciones.
La I Guerra Mundial se peleó a fin de ‘hacer al mundo seguro para la democracia.’ No lo hizo. La Sociedad de las Naciones había de ser ‘la expresión política del reino de Dios en la Tierra.’ No lo fue. La II Guerra Mundial había de librar al mundo de dictadores. Todavía florecen. Las Naciones Unidas habían de unir a las naciones en cooperación pacífica. Están divididas en los bloques oriental y occidental, y las naciones del Tercer Mundo son factores de poca importancia a medida que guerras frías y calientes siguen en toda su fuerza. Los gobernantes mundiales proclaman esperanza, pero, por lo general, producen desesperación. Sus predicciones de que habrá tiempos mejores no se realizan. Tal como sucedió en la antigüedad, así sucede hoy: “Tratan por encima las heridas de mi pueblo; dicen que todo está bien, cuando todo está tan mal.” (Jeremías 6:14, Versión Popular) ¡No es de extrañar que la gente haya dejado de creer en las promesas de los políticos!
Jehová... un Dios que conoce el futuro
Sin embargo, Jehová Dios sabe lo que es gobierno, y siempre se cumple lo que él predice acerca de los gobiernos humanos. Unos 150 años antes que Nabucodonosor destruyera a la ciudad de Tiro en tierra firme, el profeta de Dios, Isaías, predijo la destrucción de esa ciudad. Otro profeta de Dios, Nahúm, predijo la caída de Nínive, y eso no solo se cumplió, sino que sucedió de la manera que Jehová lo había descrito. (Isaías 23:1-13; Nahúm 1:8; 2:6, 8; 3:13) Años antes que Judá cayera en manos de Babilonia, Jeremías lo había predicho, y también predijo que los judíos serían restaurados después de un período de desolación que duraría setenta años. Pero Isaías predijo los mismos sucesos más de cien años antes que lo hiciera Jeremías y hasta dio el nombre del que derribaría a Babilonia y libraría a los judíos del cautiverio.—Jeremías 29:10; 51:30, 37; Isaías 13:17-22; 44:26-28; 45:1, 2.
Es más impresionante aún el poder que Jehová demostró en cuanto a pronosticar sobre gobiernos humanos cuando en una visión reveló a Daniel la subida y caída de las potencias mundiales. En el capítulo ocho de Daniel, el profeta ve un carnero de dos cuernos que es supremo, hasta que un macho cabrío con un cuerno grande entre los ojos sale de occidente, golpea con violencia al carnero y le quiebra los dos cuernos. Pero luego que el macho cabrío se hace poderoso, se le quebranta el cuerno grande y cuatro cuernos pequeños suben en su lugar. (Da 8 Versículos 3-8) No se nos deja en duda en cuanto a la interpretación de todo esto.
“El carnero que tú viste que poseía los dos cuernos,” explica el relato, “representa a los reyes de Media y Persia. Y el macho cabrío peludo representa al rey de Grecia; y en cuanto al gran cuerno que estaba entre sus ojos, representa al primer rey. Y puesto que ése fue quebrado, de modo que hubo cuatro que finalmente se levantaron en lugar de él, hay cuatro reinos de su nación que se pondrán de pie, pero no con su poder.”—Da 8 Versículos 20-22.
Algunos años después que se utilizó a Daniel para predecir estos sucesos trascendentales, la nación doble de Medo-Persia, el carnero de dos cuernos, sí derribó a Babilonia y llegó a ser la Cuarta Potencia Mundial. Más de dos siglos después que Daniel registró esta profecía, Alejandro Magno ascendió al poder y derribó a Medo-Persia. Al morir Alejandro —el quebrantamiento del cuerno grande que tenía el macho cabrío— la Quinta Potencia Mundial de Grecia fue dividida en cuatro partes. Cada parte fue gobernada por uno de los cuatro generales de Alejandro... los cuatro cuernos pequeños que reemplazaron al cuerno grande, pero nunca llegaron a tener el poder que éste tenía.
En el capítulo siete de Daniel también se emplea una visión para mostrar una sucesión de bestias que representan la subida y caída de Babilonia, Medo-Persia, Grecia y el Imperio Romano. En el capítulo dos Nabucodonosor ve en un sueño una gran imagen metálica de forma humana mediante la cual se representa la subida y caída de las potencias mundiales hasta nuestro día, y luego se describe la destrucción de esa imagen colosal:
“Una piedra fue cortada, no por manos, y dio contra la imagen en sus pies de hierro y de barro moldeado y los trituró. En aquel tiempo el hierro, el barro moldeado, el cobre, la plata y el oro fueron, todos juntos, triturados y llegaron a ser como el tamo de la era del verano, y el viento se los llevó de modo que no se halló ningún rastro de ellos. Y en cuanto a la piedra que dio contra la imagen, llegó a ser una gran montaña y llenó toda la tierra.”—Daniel 2:34, 35.
La piedra que llega a ser una montaña y llena la Tierra es el reino de Cristo que reemplaza todos los gobiernos humanos, como lo revela Daniel 2:44, 45: “Y en los días de aquellos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. Y el reino mismo no será pasado a ningún otro pueblo. Triturará y pondrá fin a todos estos reinos, y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos; puesto que contemplaste que de la montaña una piedra fue cortada, no por manos, y que trituró el hierro, el cobre, el barro moldeado, la plata y el oro.”
El capítulo siete de Daniel también habla de la sucesión de gobernaciones humanas y también concluye su desfile de gobiernos con el reemplazo de ellos por el reino de Cristo: “Con las nubes de los cielos sucedía que venía alguien como un hijo del hombre; y al Anciano de Días [Jehová Dios] obtuvo acceso, y lo presentaron cerca, aun delante, de Aquél. Y a él fueron dados gobernación y dignidad y reino, para que los pueblos, grupos nacionales y lenguajes todos le sirvieran aun a él. Su gobernación es una gobernación indefinidamente duradera que no pasará, y su reino uno que no será reducido a ruinas.”—Daniel 7:13, 14.
¡Basta con 6.000 años de fracaso!
Jehová Dios ha ejercido paciencia al conceder a los hombres miles de años para que probaran vez tras vez gobiernos de toda clase posible que pudieran idear. Ninguno de éstos ha aportado a sus súbditos una bendición permanente. A los súbditos se les ha hecho pasar hambre, se les ha empobrecido, oprimido, hecho víctimas de prejuicios religiosos, raciales, nacionales y económicos, se les ha impuesto contribuciones gravosas para mantener gobiernos corruptos, y se les ha dejado enfermos, tullidos o muertos como resultado de siglos de guerras insensatas que gobernantes ávidos y locos por poder han hecho. Ninguna persona honrada puede afirmar que al concedérseles más tiempo a los hombres, ellos pudieran haber establecido un gobierno justo. Vez tras vez se ha demostrado que ‘no está en el hombre que anda dirigir sus pasos.’ (Jeremías 10:23) Además, se ha probado repetidas veces el hecho de que, en realidad, en ningún caso fueron los gobernantes humanos dioses que pudieran predecir el futuro, ni siquiera acerca de los gobiernos que ellos controlaban.
En contraste marcado con eso, Jehová ha demostrado que es el Dios que sí conoce el futuro, incluso el de los gobiernos humanos. También sabe, y se lo ha informado a la humanidad mediante su Palabra, la Biblia, de un gobierno justo bajo su rey nombrado, Cristo Jesús. Mientras que la gobernación humana ha sido una maldición para la humanidad, el reino de Cristo traerá bendiciones de salud, felicidad y vida sin fin en una Tierra paradisíaca.—Compare con Lucas 23:42, 43; Revelación 11:15.
Que todas las personas honradas que aman la justicia reconozcan ahora a Cristo Jesús como su Redentor y Rey. Reconozcan que “no hay salvación en ningún otro, porque no hay otro nombre debajo del cielo que se haya dado entre los hombres mediante el cual tengamos que ser salvos.”—Hechos 4:12; Mateo 12:21.
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