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  • El servicio de tiempo cabal produce riquezas verdaderas
    La Atalaya 1967 | 1 de marzo
    • verdad en aquellos años críticos, pues los hermanos necesitaban mantener un buen punto de vista sobre el futuro y estar preparados para el servicio futuro.

      En 1926, después de ocho años en ese rasgo del ministerio, fuimos asignados a territorio que abarcaba el hermoso Distrito de los Lagos de Inglaterra, el sudeste de Escocia y el norte de Irlanda. Hicimos arreglos para usar cuatro salones en diferentes poblaciones y dábamos cuatro discursos a la semana en cada uno de ellos. Colocábamos letreros que anunciaban las conferencias y distribuíamos hojas sueltas de puerta en puerta. Una preciosa experiencia relacionada con este trabajo en Irlanda septentrional tuvo lugar cuando dimos una serie de discursos en el condado de Sligo. Un señor obtuvo una de las hojas sueltas que distribuíamos, pero no asistió al discurso. En cambio, pidió literatura de Londres. Más tarde aceptó las verdades de la Palabra de Dios, junto con varios miembros de su familia. Pero no volví a encontrar a este señor hasta treinta y cuatro años después, ¡en 1963! Eso fue en la Asamblea “Buenas nuevas eternas” de los testigos de Jehová en el Twickenham, Londres. ¡Qué gozo tuve!

      Ahora llegaron las instrucciones para mi esposa y para mí de que continuáramos nuestro ministerio en Irlanda. Usando bicicletas, el mejor medio de transporte para esas partes, comenzamos en los condados septentrionales de Irlanda y trabajamos hacia el sur en lo que iba a ser un período de cinco años de predicación intensa.

      Fue en Irlanda donde llegamos a apreciar más plenamente el poder protector de los siervos invisibles, los ángeles, los que son “espíritus para servicio público.” (Heb. 1:7, 14) Esto se debió a que nos enfrentamos a oposición violenta de parte de la Acción Católica. Fuimos maltratados, apedreados, amenazados, perseguidos de aldea en aldea; nos robaron la literatura de estaciones de ferrocarril y también la quemaron en una plaza de mercado en una población en Tipperary; y hasta se nos hizo mirar el cañón de un revólver. Un pueblo amable había sido tristemente predispuesto por la religión babilónica. No obstante, entre ellos hubo unos cuantos dignos de encomio que nos brindaron hospitalidad en tiempo de necesidad.

      Con el tiempo los automóviles con equipo sonoro se usaron en la obra de predicación y se nos pidió llevar uno de éstos. En el exterior del automóvil estaban las palabras “Este evangelio del Reino tiene que predicarse.” Con éste íbamos a pasar dos años trabajando en muchas partes de Escocia donde no había congregaciones. En esta tierra interesante nuestros altoparlantes declararon en voz alta el mensaje de la verdad de Dios, en tierras bajas y en tierras altas, por las ensenadas, las montañas y las llanuras.

      Después de esto recibimos otras asignaciones en Inglaterra. Allí comenzamos a ver el aumento esperado por largo tiempo de los congregados de Jehová a medida que el movimiento progresivo de la obra de predicación condujo a muchos a un conocimiento de la verdad bíblica y a la dedicación.

      SERVICIO EN EL BETEL DE LONDRES

      En 1942 se me pidió que fuera a las oficinas principales de la Sociedad de Londres. Se necesitaba ayuda debido a que varios de los hermanos prominentes del Betel de Londres estaban encarcelados debido a su posición neutral basada en la Biblia durante la II Guerra Mundial.

      Estuve en Betel el tiempo que duró la guerra iniciando un período de servicio de cuatro años y medio que fue inolvidable. La vida en una casa Betel ofrece servicio del orden más elevado prescindiendo de la forma que asuma ese servicio. Tuve el privilegio de trabajar en el escritorio de servicio y estar en comunicación con las congregaciones de Inglaterra. Esa fue una experiencia muy feliz y muy preciosa.

      Esos también fueron años muy peligrosos. Londres fue hecha centro de ataque de los aviones enemigos. Rabiaba la “Batalla de Inglaterra.” Bombas incendiarias y de altos explosivos caían casi todas las noches en Londres. Pero lo asombroso fue que los Testigos de Londres nunca cesaron en su obra de predicación. En cambio, ¡la aumentaron! Visitaban a la gente con las “buenas nuevas del reino,” trayendo consuelo a muchos. Bajo estas circunstancias difíciles estábamos aprendiendo en cuanto a las verdaderas riquezas del cuidado de Jehová para suministrar protección a su pueblo.—Mat. 24:14.

      MÁS RIQUEZAS

      En 1946 la Sociedad me invitó, con la hermana Guiver, a efectuar el trabajo de siervo de circuito. Después de vivir con la familia Betel, el trabajo de siervo de circuito fue uno de los privilegios más preciosos y espiritualmente remuneradores de los que uno puede disfrutar. Así es como me pareció. Se requiere gran amor y mucha benignidad para con los jóvenes y para con los ancianos. Pero hay un gozo especial al servir a los hermanos y al llevar a los nuevos a la obra de predicar. Así pasaron dieciséis años, hasta 1962.

      Entonces mi esposa y yo fuimos agregados a la lista de precursores especiales, para servir en la costa meridional de Inglaterra, donde es más conveniente para nuestra salud. ¡Pero no hay jubilación! Los días se ocupan sirviendo en la congregación local y en la obra de predicación de tiempo cabal.

      Meditando después de más de cincuenta años de actividad en una variedad de maneras desde que hice mi carrera del servicio de tiempo cabal, recuerdo lo que muchos dijeron cuando decidí este modo de vivir: “¿Qué harás cuando te hagas viejo?” Honradamente puedo decir que jamás me ha faltado algo de lo que verdaderamente he necesitado. Las cosas esenciales siempre las he tenido, como prometió Jesús cuando dijo: “Sigan, pues, buscando primero el reino y Su justicia, y todas estas otras cosas les serán añadidas.” (Mat. 6:33) Verdaderamente, lo que hemos obtenido de manera espiritual desde que hicimos nuestra carrera del servicio de tiempo cabal son riquezas durables que jamás pueden fallar.—Mat. 6:20.

  • Preguntas de los lectores
    La Atalaya 1967 | 1 de marzo
    • Preguntas de los lectores

      ● Efesios 5:3 dice: ‘Que la fornicación . . . ni siquiera se mencione entre ustedes.’ Por lo tanto, ¿no es pecaminoso el discutir la fornicación o publicar algo sobre este tema?—M. N., EE. UU.

      En Efesios 5:1-5, el apóstol Pablo dio esta exhortación inspirada: “Que la fornicación e inmundicia de todo género o avaricia ni siquiera se mencionen entre ustedes, así como es propio de personas santas; tampoco comportamiento vergonzoso, ni habla necia, ni bromear obsceno, cosas que no son decorosas, sino más bien el dar gracias. Porque ustedes saben esto, reconociéndolo ustedes mismos, que ningún fornicador, ni inmundo, ni avariento —que significa ser idólatra— tiene herencia alguna en el reino del Cristo y de Dios.” Por supuesto, aun en este caso el apóstol mencionó la fornicación, recalcando el punto poderoso de que un fornicador no tiene “herencia alguna en el reino del Cristo y de Dios.” Por eso, hay veces cuando no es pecaminoso en absoluto mencionar o discutir la fornicación.

      Pablo estaba instando a los efesios a vigilar su conducta, habla y pensamientos. Habrían de llegar a ser imitadores de Dios, que es perfecto, limpio y recto en todo sentido. Ciertamente, entonces, la fornicación no habría de ser tema de conversación regular entre ellos. No deberían describir lascivamente los hechos inmorales ni discutir la fornicación con el propósito de obtener placer sensual de alguna manera de tal conversación.

      Sin embargo, si uno asumiera la posición de que siempre es pecado considerar algo sobre la fornicación, tendría que suprimir de su material de lectura ciertas porciones de la Biblia. Esto no le agradaría a Dios, porque no debe haber tal corrección personal de las Escrituras.

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