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Participando de la prosperidad de la nación de DiosLa Atalaya 1953 | 1 de junio
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siguieron edificando y prosperando, en virtud de la profecía de Aggeo profeta, y de Zacarías hijo de Iddo.” (Esd. 6:14) Nosotros, también, estamos ocupados en una obra reedificadora con respecto a la adoración pura del Dios vivo y verdadero. Significa sabiduría de nuestra parte el prestar atención a los profetas de Dios que nos hablan por medio de su Palabra. Por lo tanto es necesario que estudiemos las profecías privadamente y vayamos a donde podamos oír una discusión de ellas, en las reuniones de nuestros Salones del Reino o en nuestras asambleas de circuito, distrito, nacionales e internacionales. Si prestamos atención, entonces esto asegura el que seguiremos prosperando en el servicio divino.
22. Para prosperar ¿qué cosa debemos tratar de hacer que progrese, y por qué?
22 Si siempre buscamos el progreso de la Palabra de Dios y los intereses del Reino, prosperaremos, porque su Palabra jamás regresará a él nula, sino que, dice él: “Prosperará en aquello a que yo la envié,” y, ‘del aumento de su reino no habrá fin.’—Isa. 55:11; 9:7.
MÁS TRABAJO EN QUE PARTICIPAR
23, 24. ¿Por qué no puede decirse que la oración del salmista por salvación se haya contestado plenamente en nuestro caso todavía?
23 El trabajo que antecede a la guerra del Armagedón todavía no está completo. Nuestra propia salvación todavía no se ha completado. Hay un sinnúmero de otras ovejas lejos del Pastor Propio de Jehová que necesitan ser ayudadas hacia el camino de la salvación. Nuestras oraciones tienen que elevarse a Dios, abarcando más allá de nuestra propia salvación individual e incluyendo la salvación de estas otras ovejas. La oración que el salmista ofreció en conclusión es apropiadamente nuestra oración ahora: “¡Sálvanos, oh Jehová, Dios nuestro, y recógenos de entre las naciones, para que demos gracias a tu santo nombre, y nos gloriemos en tus alabanzas! ¡Bendito sea Jehová, el Dios de Israel, desde la eternidad y hasta la eternidad! y diga todo el pueblo: ¡Amén! ¡Aleluya!”—Sal. 106:47, 48.
24 Son muchas las otras ovejas a quienes el Pastor Propio todavía tiene que recoger. Entre todas las naciones se hallan presas a Babilonia por medio de la ignorancia y el temor, pero muy dentro de su corazón anhelan participar de la prosperidad de los escogidos de Jehová y regocijarse en la alegría de su nación. Hasta que hayamos trabajado para su liberación conforme a la voluntad de Dios no se ha contestado completamente la oración a Dios de que NOS salve y NOS recoja (no simplemente a mí) de entre las naciones, para dar gracias a su santo nombre y gloriarnos por medio de alabarle.
25. (a) Para no contradecirnos al exhortar a toda la gente a que diga amén, ¿qué tenemos que hacer? (b) ¿Por qué podemos y debemos ser liberales con nuestra prosperidad?
25 Es contradictorio en sí mismo el que nosotros pidamos a la gente que diga amén a nuestra bendición de Jehová nuestro Dios y luego no permitir que oiga y sepa acerca de él y se ponga en contacto con su organización teocrática bajo Cristo para su liberación. Entonces, dé un paso al frente. Que estas personas nos vean y nos oigan como testigos de Él y observen nuestra prosperidad espiritual y sientan un deseo arrollador de participar de ella. Nuestra actitud hacia ellos tiene que ser la del salmista que dijo: “¡Canten de gozo y alégrense los que se complacen en mi justicia! y digan siempre: ¡Sea ensalzado Jehová, que se complace en la prosperidad de su siervo!” (Sal. 35:27) La prosperidad con la que nos ha bendecido es lo suficientemente abundante para que la grande muchedumbre de otras ovejas participe de ella, no importa cuántos la compongan. Podemos ser liberales, dadivosos. Mediante el compartir nuestro bienestar altruístamente con otros veremos la prosperidad de la organización visible de Dios adelantar más y más, a pesar de la situación del mundo, situación que va de mal en peor en el mundo. Aumentaremos nuestra propia alegría en Jehová con todo su pueblo, a través de todo el camino hasta el nuevo mundo. Por eso, nos unimos al salmista para decir a nosotros mismos y a otros: “¡Aleluya!” o ‘¡Alabad a Jehová!’
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Esclavos teocráticosLa Atalaya 1953 | 1 de junio
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Esclavos teocráticos
“Sean esclavos de Jehová.”—Rom. 12:11, NM.
1. ¿Qué hace discutible que el ser esclavo sea un honor, pero de qué cosas depende?
¿HAY honor alguno y dignidad en ser esclavo? Según las normas de este mundo, eso difícilmente podría ser. Cuando la esclavitud era cosa común los que generalmente se hallaban en tal servidumbre, aunque a menudo desempeñaban ocupaciones y deberes que hoy son considerados como profesionales, cultos y honorables, eran despreciados como inferiores. Se abusaba mucho de la institución de la esclavitud, y el alivio para los esclavos fué lento y se tardó mucho en venir. Se informa que algunos países mahometanos todavía se adhieren a la institución. Fué introducida a las colonias británicas en América tan recientemente como en el siglo diecisiete, y no fué abolida en los Estados Unidos de América hasta la segunda mitad del siglo diecinueve. En realidad, no fué hasta ese mismo siglo diecinueve que la esclavitud fué abolida por los gobiernos de la cristiandad en general. En muchas partes los descendientes de los esclavos libertados todavía son considerados con desprecio y mantenidos dentro de límites y bajo restricciones. ¿Cómo, entonces, podría el ser esclavo tener honor alguno y dignidad? ¿Cómo podría el llamarse uno esclavo o escoger llamarse esclavo ser otra cosa que humillante? Pues, todo eso depende de: de quién es usted esclavo o qué clase de esclavo es usted. El ser esclavo teocrático es un honor y privilegio. Es una servidumbre que conduce a la vida eterna.
2. ¿Cuándo comenzó la esclavitud, y para quién fue una condición maldita?
2 La esclavitud es una institución antigua. No hay registro en la Biblia de que existiera social y económicamente antes del diluvio. Pero el que surgiría algún tiempo después del diluvio se predijo cuando Noé, después de haber sido injuriado por su hijo Cam, maldijo a uno de los hijos de Cam, diciendo: “Maldito sea Canaán; esclavo de esclavos será para sus hermanos. . . . Bendito Sem de Yahveh, mi Dios; sea Canaán esclavo suyo. Dilate Dios a Jafet y more en las tiendas de Sem, y sea Canaán su esclavo.” (Gén. 9:25-27, BC; UTA; Mo) Esto no condenó a una de las tres divisiones principales de la familia humana a esclavitud inevitable. No, sino que el hecho es que esta maldición que Dios inspiró a Noé a que expresara se cumplió
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