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Invitación para alabarLa Atalaya 1950 | 15 de julio
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exigir que la alabanza se le dé a él. Si los hombres del siglo veinte persisten en edificar ídolos, no pueden esperar nada mejor en sus esfuerzos que lo que Dios ha decretado: “¡Avergüéncense todos los que sirven a una escultura, los que se glorían en los ídolos!” (Sal. 97:7) Con gran provecho podrían notar cómo Dios fué provocado a la ira y movido al celo debido a las esculturas a las cuales Israel daba alabanza, y cómo entregó a esa nación de la antigüedad a la completa destrucción.—Sal. 78:55-64.
9. ¿Mediante qué agencia perfeccionará Dios su alabanza? ¿Cuándo?
9 Pero los gobernantes no prefieren prestar atención al relato de la historia conservado para la instrucción de los que quieren ser verdaderamente sabios. (1 Cor. 10:11) No desanimados por fracasos anteriores proceden con sus propios ardides aparte de Dios, al mismo tiempo manteniendo la pretensión de reconocer a Dios. La situación en el mundo es como Isaías fué obligado a describirla: “Por cuanto este pueblo se me acerca con su boca, y con sus labios me honran, pero alejan de mí su corazón, y su temor de mí es solo un mandamiento de hombres, cosa que se les ha enseñado; por tanto yo volveré a obrar maravillosamente con este pueblo; cosa asombrosa y maravillosa voy a hacer; y perecerá la sabiduría de sus sabios, y la inteligencia de sus entendidos desaparecerá.” (Isa. 29:13, 14; 1 Cor. 1:19) Jehová no será servido mediante ningún gobierno político, ni mediante ninguna agencia de imágenes idólatras. Mediante el Reino Jehová se perfeccionará la alabanza, en el cielo y en la tierra, y por eso el reino es el tema predominante de la Biblia y por eso Jesús les enseñó a los cristianos a orar siempre por su venida. Ahora está revelado en gloria celestial, y pronto ejercerá jurisdicción ilimitada de este planeta terreno. De modo que en verdad ha llegado el día en que los hombres tienen que decidir si adorarán y alabarán a otras criaturas e imágenes o si buscarán a Dios y lo honrarán a él.
POR QUÉ CONOCERLO Y ALABARLO
10. ¿Qué quiere decir el que uno conozca y alabe a Jehová? ¿Por qué?
10 Siendo prácticos, ahora, ¿Por qué debe procurar conocer a Dios y adorarlo la persona honrada y sincera? ¿No resultará eso en pérdida para uno en un mundo lleno de alabadores de criaturas, de ídolos hechos por los hombres y de ardides para enriquecerse uno rápidamente si procede de una manera contraria y alaba a Dios? ¿Qué provecho saca uno? En pocas palabras, quiere decir la vida para uno, no de sesenta o setenta años, sino de años sin número. Dijo Jesús: “Y ésta es la vida eterna, que te conozcan a ti, solo Dios verdadero, y a Jesucristo a quien tú enviaste.” (Juan 17:3; Rom. 6:23) Ninguna agencia humana puede garantizarle tanto. Cuando el Dios Todopoderoso en breve salga para expresar su justa indignación contra este mundo inicuo que adora a criaturas, sólo la persona con fe intacta vivirá porque agrada a Dios. Los hombres que ahora adoran a Dios correctamente serán ‘puestos a cubierto en el día de la ira de Jehová’. (Sof. 2:3) Por eso tiene usted que reconocer la verdad de las palabras del profeta: “Porque grande es Jehová, y digno de ser en gran manera alabado; y él es digno de ser temido sobre todos los dioses. Porque todos los dioses de los pueblos son ídolos; pero Jehová hizo los cielos.” “Desde el nacimiento del sol hasta donde se pone, alabado será el nombre de Jehová.” (1 Cró. 16:25, 26; Sal. 113:3) Es preciso que se dé cuenta de que su destino eterno descansa en manos de Dios, y por eso tiene usted que procurar conseguir el favor de Dios alabando su nombre, porque “la vida está en su favor”.—Sal. 30:5.
11. ¿Por qué tiene que comenzar ahora, antes del Armagedón, la alabanza a él?
11 ¡No se equivoque! El alabar a Dios es lo que garantiza la liberación y salvación al nuevo mundo de la vida eterna. A menos que el hombre ahora alabe a Dios confesando su fe, no hay futuro duradero para él; y no hay excepciones, tampoco. “Pues que escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que a mí se doblará toda rodilla, y toda lengua ha de confesar a Dios.” “¡Mirad hacia mí y sed salvos, todos los términos de la tierra; porque yo soy Dios, y no hay otro alguno! Jurado he por mí mismo, la palabra ha salido de mi boca en justicia, y no será revocada, que ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua jurará lealtad.” (Rom. 14:11; Isa. 45:22, 23) El fiel apóstol Pablo, pues, tuvo apoyo bíblico cuando sostuvo que no el alabar a hombres o imágenes sino el confesar la alabanza a Dios conduce a la salvación eterna. Expresó el parecer de Dios sobre el asunto al decir: “Con el corazón se cree para alcanzar justicia, y con la boca se hace confesión para salvación.” (Rom. 10:10) Es ineludible que todos los hombres que vivan doblen la rodilla a Jehová Dios y confiesen su supremacía, y tienen que comenzar ahora. Cuando el Armagedón estalle sobre la tierra será inútil que los hombres entonces por primera vez se pongan a hacer estos actos que honran a Dios, porque el juicio de todos los hombres que vivan se habrá completado y se les habrá dado a los verdugos la señal de seguir adelante. Ningún arrepentimiento de lecho de muerte en el Armagedón será acepto. Por eso es tiempo de considerar sobriamente el asunto ahora mientras todavía hay oportunidad.
12. ¿Quién lo alaba ahora más y más? ¿De qué manera?
12 Hoy en día una “grande muchedumbre” de personas “de entre todas las naciones, y las tribus, y los pueblos, y las lenguas” ofrecen alabanza a Dios de la manera correcta; y sus filas crecen de continuo. (Apo. 7:9-17) Con los testigos de Jehová levantan la voz de entre toda nación, haciendo eco a las palabras del salmista: “¡Aleluya! ¡Alaba, oh alma mía, a Jehová! Alabaré a Jehová en toda mi vida; tañeré salmos a mi Dios mientras yo tenga ser. No confiéis en príncipes, ni en hijo de hombre, que no puede salvar: pues sale su espíritu, y él se torna en su tierra: en ese mismo día perecen sus pensamientos.” (Sal. 146:1-4) El espíritu irresistible de Jehová está detrás de esta actividad de cantar alabanza y nada puede detener su aumento. De una manera muy práctica, con mucho trabajo duro de marchar de puerta en puerta, visitando a la gente muchas veces con el mensaje del Reino, los testigos de Jehová y sus compañeros testifican a la gente respecto al Reino y sus bendiciones. Invitan a la gente a tomar parte en alabar a Dios, porque ahora están siendo juzgados los hombres sobre este punto en disputa de la alabanza de Dios. Una gran obra divisora es la que ahora está en progreso entre la gente por dondequiera, como lo predijo Jesús. Los que emprenden la actividad de cantar las glorias de Dios se clasifican como “ovejas” cuya herencia será bendiciones eternas. Los que se niegan a reconocer a Dios mediante la alabanza de su nombre ahora se ponen con las “cabras” cuyo fin es la destrucción eterna. (Mat. 25:32-46) ¿Dónde estará usted? ¿Podrá decir usted lo que se predijo que Jesús diría, “Yo alabaré a Jehová en gran manera con mi boca, y en medio de mucha gente le celebraré”?—Sal. 109:30.
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Uniendo nuestras alabanzas universalmenteLa Atalaya 1950 | 15 de julio
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Uniendo nuestras alabanzas universalmente
1. ¿Qué curso mundano no hace falta para aprender a alabarlo a él?
SUPÓNGASE ahora, habiéndose considerado los hechos anteriores que tienen que ver con la importancia de alabar a Dios en este fin del mundo, que usted sinceramente desea buscar a Dios y esforzarse por la salvación y las bendiciones que él ha prometido. ¿Qué hará usted? ¿Se inscribirá usted en un seminario religioso y emprenderá un curso de estudio difícil, consumiendo años de tiempo, para prepararse para servir a Dios de una manera que merezca su salvación? ¿Es preciso que primero produzca usted un certificado significando grandes alcances educativos en las escuelas de este mundo antes de poder esperar hacer confesión de alabanza a Dios? Si así es, entonces no muchos hombres podrían esperar manifestarse aptos para la salvación que Dios promete. Y si sólo unos cuantos son capaces y aptos para cantar las alabanzas de Dios de la manera correcta, entonces ¿cómo podemos entender estas palabras de Jesús? “Y este evangelio del reino será predicado en toda la tierra habitada, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.” (Mat. 24:14) ¿Cómo sería posible que tal testimonio se diera a todas las naciones en esta misma generación, como dijo Jesús que se haría, a menos que hubiera muchas, muchas personas que cantaran las alabanzas de Dios? No, tal elevado alcance educativo mundano no le hace falta para que usted sirva a Dios. Por eso es posible que Jehová llame una “grande muchedumbre” de entre todas las naciones en estos postreros días.
2, 3. ¿Cómo fué ejemplificado esto en el caso de Jesús?
2 Consultando el relato bíblico hallamos que Jesús mismo no había estudiado a los pies de Gamaliel, doctor en leyes en Jerusalén, ni tampoco hay relato que diga que haya tenido educación extendida en algún colegio o escuela como requisito previo para comenzar la obra de predicar que Dios su Padre había ordenado para él. Jehová Dios sabía lo que le hacía falta a la gente: le hacía falta la verdad respecto a Dios y su reino de salvación. Le hacía falta este mensaje en una forma pura y sin mezcla, sin embellecimientos mundanos, no obscurecido por la sabiduría del hombre. De modo que cuando Jesús se presentó en la sinagoga en Nazaret no era conocido a la gente como erudito doctor en teología, ni como doctor en letras, sino que era conocido como carpintero, hijo de carpintero. Eso no impidió que Jesús declarara su intención de alabar a Dios, haciéndose predicador de la Palabra de Jehová, ¿verdad? De veras que no, porque tomó las Sagradas Escrituras y leyó su comisión del libro del profeta Isaías: “El espíritu del Señor [Jehová] está sobre mí, porque me ha ungido para proclamar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado para publicar libertad a los cautivos, y el recobro de la vista a los ciegos; para dar libertad a los oprimidos; para proclamar una era de aceptación con el Señor.”—Luc. 4:16-21, Diaglotón (en inglés).
3 Sí, causó conmoción entre la gente el que Jesús hiciera esto, sobre todo porque sabían que no era apto conforme a las normas de los hombres en aquel tiempo. “Y maravillábanse los judíos, diciendo: ¿Cómo sabe éste letras, sin habérsele nunca enseñado?” (Juan 7:15) Quizá Jesús no era erudito en toda la sabiduría de su tiempo, pero sí tenía la verdad, que es la Palabra de Dios. (Juan 17:17) Él sabía que la verdad era lo que haría libre a la gente y la capacitaría a tomar parte en alabar a Dios para la salvación, y de esta verdad de la Palabra de Dios él se había llenado el corazón. (Juan 8:32) De modo que Jesús no podía dejar de hacer lo que sabía que era para el bien más elevado de la humanidad y, de mayor importancia, para la eterna gloria de Dios y la vindicación del nombre de Jehová. El deseo de alabar a Dios era como fuego que ardía dentro de él y no podía quedarse callado. Jeremías se sentía de la misma manera, pues dijo: “Pero su palabra fué en mi corazón como fuego consumidor, encerrado en mis huesos; me cansé pues de refrenarme; no pude callar.” (Jer. 20:9) Jesús no se esforzó por retener su alabanza. Más bien, conforme está escrito, “Y aconteció después, que viajaba por toda ciudad y aldea, publicando y proclamando las buenas nuevas del reino de Dios; y los doce estaban con él.”—Luc. 8:1, Diaglotón (en inglés).
4. ¿Cómo fué ejemplificado esto en el caso de los apóstoles?
4 Y, ¿qué hay de los doce que estaban con él? Ellos, también, vinieron a ser alabadores de Dios, predicando su Palabra y hablando de sus buenas obras. Buscaban la salvación de Dios, tal como nosotros la buscamos ahora en estos postreros días cuando está tan cerca. ¿Cómo se hicieron ellos aptos para alabar a Dios? No pasaron años preparándose para hablarles a otros acerca del glorioso evangelio del Reino. Con la excepción de Pablo, no eran hombres de educación mundana, pero eso no les impidió que confesaran
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