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  • ¿Es la felicidad verdadera un sueño irrealizable?
    ¡Despertad! 1977 | 8 de diciembre
    • ¿Es la felicidad verdadera un sueño irrealizable?

      TODA persona normal desea sentirse feliz. Pero, ¿cuántas de las horas que usted está despierto están llenas de felicidad verdadera? ¿Podría usted decir verdaderamente que su vida es un deleite?

      En el caso de la mayoría de las personas, las respuestas a esas preguntas indicarían un nivel de felicidad desilusionador. Especialmente en la actualidad, parece que muchas personas no experimentan los períodos de felicidad genuina tan frecuentemente como los experimentaban en otro tiempo. Se ve más a menudo que los rostros de trabajadores, viajeros, compradores y otros reflejan preocupación, tristeza o apatía; no felicidad.

      Además, el paso de vida en nuestra generación es más rápido que en cualquier otro tiempo, y las presiones de la vida cotidiana son mayores. La gente halla que el tiempo huye velozmente a medida que tratan de hacer lo necesario. A menudo, cuando miran atrás después de muchos años, quedan consternados al descubrir que en el tropel de las cosas han extraviado la felicidad verdadera.

      Un observador escribió: “La felicidad es el más raro, más apreciado y menos entendido estado del hombre.” No obstante, es relativamente fácil definir la felicidad. Según un diccionario, el sentirse feliz es ‘indicativo de placer, satisfacción, gusto grande o alegría.’

      Es cierto, es fácil definir la felicidad en un libro. Pero el poseerla como una parte usual de la vida, ahora y en el futuro, a menudo parece ser un sueño irrealizable.

      ¿Es el dinero o la fama el camino?

      Muchos pasan su vida en busca de dinero o fama. Les parece que el poseer esas cosas tal vez sea el camino a la felicidad. Pero ¿lo es?

      Por supuesto, la pobreza rara vez hace que alguien se sienta feliz. A casi todos les parece que se sentirían más felices si fueran ricos en vez de pobres. Sin embargo, los hechos demuestran que, aunque la pobreza no trae felicidad, tampoco la traen las riquezas. Por eso, el escritor de un proverbio bíblico pidió prudentemente: “No me des ni pobreza ni riquezas.”—Pro. 30:8.

      Uno de los hombres más acaudalados del mundo, que según se informa tenía más de mil millones de dólares, dijo que a pesar de su gran riqueza no se sentía feliz. En realidad, murió después de un período largo de abusar de su salud, y hasta se descuidó de su apariencia y pasó muchos años recluido de todos, salvo de unos cuantos criados.

      Otro hombre igual de rico tuvo una serie de matrimonios desdichados durante su vida. Cuando se le preguntó qué le proporcionaba la mayor felicidad, en vista de su tremenda riqueza, pensó un rato y contestó: “Un paseo a lo largo de una playa buena, y luego meterme en el agua.” ¡Eso es algo que la persona más pobre a menudo puede hacer de balde!

      Hizo eco a esto el suicidio de un cómico de televisión que, a la edad de solo veintidós años, tenía tanto fama como fortuna. El productor de su programa televisado declaró que el actor joven había “invertido todo en busca de la felicidad.” Pero no la halló. En lugar de hallarla se había entristecido cada vez más. Su tristeza giraba alrededor de la pregunta que hacía: “¿Cuál es mi lugar en la vida? ¿Dónde está mi felicidad?” Cuando el productor le dijo al actor: “Tu felicidad está aquí mismo; eres una estrella,” el actor respondió: “No, eso ya no representa felicidad para mí.” Más tarde, se suicidó.

      Los problemas asociados con la acumulación de las riquezas demuestran la veracidad de la declaración bíblica: “Los que están determinados a ser ricos caen en tentación y en un lazo y en muchos deseos insensatos y dañinos, que precipitan a los hombres en destrucción y ruina. Porque el amor al dinero es raíz de toda suerte de cosas perjudiciales.” La Palabra de Dios dice que como resultado de esa búsqueda de las riquezas el individuo a menudo queda “acribillado con muchos dolores.”—1 Tim. 6:9, 10.

      Riquezas no son la solución

      Hubo tiempo en que se pensaba que si se elevaba la norma de vida en un país, la gente se sentiría mucho más feliz. Sin embargo, es en los países más ricos que actualmente se halla la mayor cantidad de personas con problemas mentales.

      Por ejemplo, un encabezamiento del U.S. News & World Report declaró: “Búsqueda de la felicidad... meta fugaz en los ricos Estados Unidos.” El artículo que lo acompañaba decía, en parte: “En una época en que aumentan las riquezas y el tiempo libre, los estadounidenses hallan que la felicidad es más fugaz que nunca. . . . para muchos estadounidenses, el mejor de los tiempos empieza a parecérseles como el peor de los tiempos.”

      Se calcula que en los Estados Unidos diez millones de personas necesitan tratamiento para la depresión mental. Y la cantidad de niños que reciben tratamiento siquiátrico ha experimentado un aumento aterrador en años recientes.

      Se ve, pues, que la busca frenética de “felicidad” por medio de riquezas materiales y fama, o por medio de excesos en recreo, bebidas alcohólicas, drogas o prácticas inmorales, no ha producido felicidad, sino cada vez más infelicidad.

      Hasta muchas de las invenciones de este siglo, que en un tiempo fueron extensamente aclamadas, han llegado a ser la causa de infelicidad para muchos. Por ejemplo, los automóviles han producido, hasta cierto grado, gozo, pero también han dado por resultado tremendas congestiones de tráfico, frustración y contaminación. Además, en todas partes del mundo los automóviles matan a decenas de miles de personas cada año y lesionan a otros millones, lo cual causa tristeza incalculable.

      Y la televisión, que pudiera haber servido de una vía importante para instruir e iluminar, no ha resultado ser edificante. ¡Una encuesta reciente indicó que en el hogar estadounidense de término medio se mira la televisión por seis horas y dieciocho minutos cada día! La encuesta reveló que gran parte de ese tiempo se pasa mirando programas llenos de odio, brutalidad, violencia e inmoralidad.

      Hoy se preocupan por el mal efecto que todo eso puede tener en la mente, especialmente en el caso de los jóvenes. En una universidad de Washington, un sicólogo de niños calcula que para el tiempo que el niño estadounidense de término medio complete su instrucción en la escuela secundaria habrá visto 18.000 asesinatos en la televisión. Ciertamente eso no ayuda a edificar un espíritu de felicidad en la mente de los jóvenes.

      Bueno, pues, ¿puede esperarse que haya felicidad verdadera en un mundo donde en cada generación se le da muerte a millones de personas en guerras, asesinatos y accidentes, donde el crimen aumenta vertiginosamente, donde los odios raciales y nacionales persisten y donde la enfermedad, vejez y muerte les sobrevienen a todos? ¿Es práctico considerar la felicidad como una posibilidad realizable ahora, o lo será algún día en el futuro?

      Por más extraño que parezca en el mundo actual tan lleno de dificultades, la respuesta a estas preguntas es: Sí. La felicidad genuina es posible aun ahora hasta cierto punto, y la felicidad total puede ser una realidad en el futuro. Pero ¿cómo? ¿Dónde? ¿Bajo qué condiciones?

  • ¿Cómo puede uno hallar la felicidad genuina?
    ¡Despertad! 1977 | 8 de diciembre
    • ¿Cómo puede uno hallar la felicidad genuina?

      ¿CUÁLES SON LOS FACTORES PRINCIPALES PARA LOGRAR LA FELICIDAD AHORA?

      SE PUEDE hallar felicidad genuina hasta cierto grado ahora, y el que se pueda hallar felicidad mucho mayor en el futuro cercano es cosa segura.

      Esta no es una creencia inspirada por el deseo. Se basa en lo que realmente es el caso hoy día en la vida de muchos centenares de miles de personas por todo el mundo, y en lo que el futuro definitivamente encierra para la humanidad.

      ¿Cuáles son los factores principales para lograr la felicidad ahora? Las respuestas pueden variar muchísimo, pues depende de quién es el que comenta. Por ejemplo, algunos creen que no hay mal, y por eso se imaginan que pueden hallar gozo en casi todo. Pero eso es engañarse a sí mismo, puesto que hay muchas cosas en este mundo que son muy malas.

      Algunos van al otro extremo. Tienen dificultad en hallar algo bueno en cosa alguna o en persona alguna; por lo tanto no hay causa para felicidad. Tienen un punto de vista muy parecido al del poeta griego Sófocles de la antigüedad, quien dijo: “No considere feliz a ningún hombre que no esté muerto.”

      Pero estos puntos de vista son extremos. En algún punto entre los dos hay un modo equilibrado de ver lo que lleva a la felicidad. Y, por lo general, la mayoría de las autoridades convienen en cuanto a varios factores básicos que son muy necesarios.

      Sin embargo, al mismo tiempo, ¡casi todos estos observadores pasan por alto el factor más importante para lograr la felicidad! Y cuando se pasa por alto este factor, entonces con el tiempo las otras partes empiezan a fracasar.

      Primero, notemos algunos de los factores elementales que pueden contribuir a una vida más feliz aun ahora en este mundo angustiado. Entonces identifiquemos el factor más importante, y observemos la relación entre éste y la felicidad mucho mayor del futuro.

      Apreciando lo que tenemos

      Ciertamente, en nuestra vida cotidiana tenemos que enfrentarnos a mucho que es malo. Pero, por otra parte, hay cosas por las cuales podemos estar agradecidos, cosas que pueden aportarnos alguna felicidad si solo nos damos tiempo para reflexionar sobre ellas.

      Un modo sencillo que nos puede ayudar a apreciar a mayor grado el hecho de que podemos disfrutar de la felicidad hasta cierto punto ahora es considerar las alternativas. Casi todos pudiéramos pensar en alguna tragedia que disminuiría la felicidad que sentimos en este momento. Ya que tal es el caso, significa que sí tenemos felicidad hasta cierto punto ahora, puesto que no han sucedido esas tragedias. Por eso, aunque nuestra condición en la vida no nos haga sentir muy felices, nos es útil reconocer que por lo general estamos en una situación mejor que lo que nos hemos imaginado.

      El apreciar lo que tenemos ciertamente incluiría el apreciar la vida misma. Aunque usted posiblemente tenga muchos problemas que pueden ocasionar depresión, no obstante, prefiere estar vivo a estar muerto, ¿verdad? Únicamente las personas desequilibradas se suicidan. Sí, la vida es “dulce,” y nos adherimos a ella hasta más no poder.

      La alternativa de la vida es muerte, en la cual no hay disfrute alguno. Como dice la Biblia: “En cuanto a los muertos, ellos no están conscientes de nada en absoluto.” (Ecl. 9:5) Por eso el versículo anterior comenta: “Un perro vivo está en mejor situación que un león muerto.” (Ecl. 9:4) El estar vivo, y ser criatura humana, es un estado muy superior al de ser una roca, o un árbol, o un animal... o estar muerto. Podemos sentirnos felices de que estamos vivos como criaturas humanas, si solo nos damos tiempo para reflexionar sobre ello.

      Además, si abrigamos el punto de vista correcto, muchas de las cosas sencillas de la vida nos pueden proporcionar felicidad adicional. Un día de sol agradable es un deleite. También lo es la creación natural, como los árboles, flores, animales, montañas, ríos y lagos. Hasta en las ciudades atestadas, hay días lindos y lugares agradables de los cuales podemos disfrutar y que pueden ser una fuente de refrigerio.

      ¿Puede usted ver? Hay algunos que no pueden, pues son ciegos. ¡Pregúntele a un ciego si se sentiría feliz si pudiera recobrar su vista! O cierre los ojos por un rato y trate de cumplir con sus tareas diarias. Apreciará a mayor grado cuán precioso don es su vista.

      Lo mismo es cierto de los sentidos de gusto y olfato. Puede que haya cierta comida que le guste especialmente y que usted haya comido centenares de veces durante su vida, pero cuando se la están preparando y capta el olor de ella, se siente feliz.

      Sí, estamos construidos de tal manera que nunca nos cansamos de las cosas verdaderamente buenas de la vida. Si ‘contáramos nuestras bendiciones,’ las apreciaríamos a mayor grado y nos sentiríamos más felices.

      Disfrutando del trabajo

      La felicidad requiere actividad. Nos sentimos más satisfechos con la vida si tenemos algo útil que hacer. El trabajo realmente es una bendición para nosotros.

      Aunque el no tener que trabajar en absoluto puede parecer deseable, realmente no lo es. Si todo lo necesario fuera hecho para nosotros milagrosamente, la vida se haría increíblemente aburrida. La razón es que fuimos hechos para medrar con la debida cantidad de actividad.

      Aunque el trabajo que usted hace le parezca falto de interés e importancia, ¿no contribuye a su existencia? ¿no ayuda a pagar sus cuentas? Entonces le es de importancia. Y le es de importancia a la sociedad en general, porque si todos los trabajos que parecen rutinarios o “insípidos” fueran eliminados, ¿por cuánto tiempo seguiría funcionando la sociedad?

      Es cierto que el trabajo que usted hace quizás no sea tan deseable como el de otra persona. Pero casi siempre contribuye algo, no solo a su propio bienestar, sino al de otros también. Si mira a su trabajo así, si trata de hacerlo bien, le proporcionará alguna satisfacción. Como lo expresa la carta mensual del Banco Real del Canadá:

      “El trabajador que hace bien las cosas pequeñas por las cuales es responsable contribuye al éxito de la empresa mayor, y el hombre que se dedica a su tarea con celo y resolución, empleando su mejor habilidad, tendrá un sentido de logro, que es un factor necesario para la felicidad.”

      Un factor de mayor importancia

      Uno de los factores más importantes para lograr la felicidad tiene que ver con nuestra relación con otros. No podemos sentirnos realmente felices sin la amistad, cariño, cálido afecto y comprensión —sí, el amor— que proviene de la gente.

      Es cierto que en algunos lugares, como en las ciudades atestadas, a veces uno pudiera desear que toda la gente desapareciera. Pero ¿quién realmente quisiera estar completamente solo? Aunque la idea pudiera tener atractivo por un rato, la realidad es que no podemos obtener felicidad genuina sin otra gente, aunque a veces nos desilusionen o disgusten. Jamás se le ha hecho sentir feliz a un hombre por medio de tenerlo incomunicado por algún tiempo.

      Pero el simplemente tener a otros alrededor de nosotros no nos trae felicidad. Lo que realmente importa es que manifestemos amor, un factor importante que se necesita para lograr la felicidad. Y la clase de amor, la clase que produce los mejores resultados, es un amor basado en principios rectos, además de ser caluroso y cariñoso.

      “Amor: El factor más importante para lograr la felicidad,” declaró un encabezamiento de Psychology Today. Y en el artículo acompañante se citó este comentario del sicólogo Robert M. Gordon:

      “El amor es por mucho el recurso más importante en la vida de la gente. Desempeña el mayor papel en la formación de valores que guían a las selecciones y modo de vivir. La persona que en su niñez experimenta una escasez de amor se siente infeliz entonces, y además desarrolla valores que perpetúan la infelicidad en la vida posterior.”

      A menudo, cuando no hay amor y como resultado no hay felicidad, se tiende a sustituir estas cosas con dinero o bienes materiales. Pero esas cosas jamás pueden sustituir adecuadamente la felicidad que proviene de relaciones humanas cuando se despliega amor.

      ¿Significa esto que si carecimos de amor en la niñez, nunca podemos sentirnos realmente felices? No, porque el amor se puede cultivar, desarrollar, a cualquier edad. ¿Por qué? Porque fuimos hechos para expresar amor y para responder al amor como parte inherente de la sociabilidad humana. Dios nos creó con esta capacidad. Y a pesar de la desilusión que uno haya experimentado más temprano en la vida, es posible reavivar este amor.

      Sí, al nacer tenemos el deseo de recibir amor y de responder al amor de otros. La revista canadiense Maclean’s hace notar:

      “Muchos científicos han estudiado las sonrisas con que responden los niñitos, la primera manifestación de felicidad tan fascinadora, . . .

      “Han hallado que hay un patrón humano universal: hasta la edad de seis meses, los bebés de toda raza se sonríen, casi sin excepción, en respuesta a cualquier adulto amigable.

      “El hecho de que los bebés rara vez se sonríen al ver juguetes o sus botellas de alimentación, pero casi siempre se sonríen con personas, demuestra que esta sociabilidad es instintiva en la humanidad.”

      La “regla áurea”

      Lo que otros hacen afecta nuestra felicidad. Y lo que nosotros hacemos afecta la felicidad de otros. Simplemente no podemos pasar por alto el hecho de que nuestra felicidad está entretejida con la vida de muchas otras personas: nuestras familias, nuestras amistades y otros.

      Hasta donde esté en nuestro poder, no debemos hacer nada en busca de nuestro propio placer que perjudique la felicidad de otros. Este principio se llama la “regla áurea,” la cual está contenida en la Biblia. Jesucristo fue quien dijo: “Todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos.”—Mat. 7:12.

      Cuando usted trata a otros así, con amor, bondad, honradez e imparcialidad, ¿qué sucede? Lo mismo que el niñito que responde a su sonrisa, otros responderán al buen tratamiento que reciben de usted. Es cierto que no todos lo harán. Pero la mayoría responderá favorablemente.

      Esto aumentará su felicidad, porque Jesús dijo: “Hay más felicidad en dar que la que hay en recibir.” (Hech. 20:35) Sirve para ilustrar esto el caso de la abuela cuyo esposo había muerto. Ella escribió:

      “Ya que [mi esposo] se ha ido, estoy dando a mis hijos y nietos . . . lo cual les ocasiona mucho placer. Pero la verdad es que cuando yo les doy a ellos, mi placer es mucho mayor que el de ellos.”

      Si ella no hubiese “dado” a otros les hubiera negado alguna felicidad, y también se hubiera negado a sí misma una buena porción de felicidad. Descubrió la veracidad de lo que dijo el filósofo inglés John Stuart Mill, quien dijo que las únicas personas realmente felices son las que “tienen la mente fija en algún otro objeto que no sea su propia felicidad; en la felicidad de otros.”

      Resultados excelentes

      Cuando las personas muestran amor de la clase correcta entre sí, se pueden derribar todas las barreras que las dividen. Los testigos de Jehová de toda nación saben que esto es cierto porque han observado los resultados excelentes que provienen de mostrar amor imparcial a otros. Se esfuerzan por practicar la “regla áurea,” por practicar el “dar.”

      Eso explica por qué han logrado mayor progreso, en escala mundial, que cualquier otra gente en superar las barreras divisivas del nacionalismo y racismo. Por ejemplo, después que un grupo de más de cien Testigos de Nigeria viajó a una asamblea de testigos de Jehová en Pensilvania, un vocero de los africanos dijo:

      “La maravillosa parte de esta visita ha sido el poder ver de modo directo que el pueblo de Jehová vive como una familia grande y feliz y que cumple las palabras de Jesús en Juan 13:35, cuando dijo: ‘En esto todos conocerán que ustedes son mis discípulos, si tienen amor entre ustedes mismos.’”

      Y comentaron de modo parecido dos personas que recientemente empezaron a asistir a las reuniones de los testigos de Jehová, pues dijeron: “Lo que más nos impresionó fue el interés amoroso que los Testigos manifiestan los unos en los otros. Lo que más valuamos actualmente es esta asociación amorosa.” Una persona de Nuevo México que solo se ha asociado con los Testigos recientemente escribió: “Asistí a unas cuantas reuniones y quedé impresionada con el amor y bondad que la congregación me manifestó.” Cuando se le preguntó a un señor que había dejado su anterior modo de vivir nocivo en pro del mejor modo qué fue lo que le había ayudado a hacer el cambio, contestó: “Alguien me mostró amor. Alguien se interesó en mi bienestar.”

      Fue Jesús quien dijo: “Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo.” (Mat. 22:39) Y mostrar amor al prójimo incluye el ser cooperativo, así como respetar los derechos y la propiedad de otros. Cuando se hace esto, algo bueno a menudo resulta de ello. Por ejemplo, después de una asamblea de los testigos de Jehová que se celebró recientemente en Kelowna, Colombia Británica, Canadá, el supervisor de la arena escribió a los Testigos:

      “En los veinte años o más que he estado en esta arena, nunca antes he tenido que escribir una carta como ésta. Esta es la primera vez, y posiblemente la última, que yo le he escrito a un arrendatario para sinceramente expresar mi agradecimiento por cooperación tan excelente como la que se le ha ofrecido al personal de la arena durante este suceso.

      “Sus hermanos y hermanas que tuvieron que ver con la administración y los deberes generales pertenecientes a esta asamblea han demostrado, sin excepción, estar prestos para ayudar, y han hecho de este suceso uno de los deberes más agradables que se nos ha pedido cumplir desde que nos iniciamos en el negocio de administrar arenas.

      “Gracias por haber venido a nuestra arena. Esperamos que todavía estemos trabajando aquí cuando vuelvan.”

      Además, al decir Jesús que hay que “amar a tu prójimo como a ti mismo,” ciertamente estaba incluido en esto los prójimos más cercanos que tenemos. Estos serían los miembros de nuestra familia inmediata. Puesto que Dios creó a la familia, solo es razonable esperar que se halle felicidad en ella.

      Aquí, también, cuando aplicamos la “regla áurea,” y practicamos el dar altruista de nosotros mismos a otros de la familia, hay resultados excelentes. Muchas familias que habían estado a punto de desbaratarse han sido fortalecidas en gran manera y hechas más felices por medio de hacer lo que Jesús dijo. Y mientras más se apliquen estos excelentes principios de comportamiento, más feliz será la familia. El pasarlos por alto pudiera resultar en daño irreparable.

      Además, hay muchos placeres sencillos en la vida familiar de los cuales podemos sacar felicidad si solo pensamos en ellos. Se da un ejemplo en Maclean’s:

      “El historiador Will Durant dice acerca de buscar la felicidad en el conocimiento y de hallar la desilusión. Buscó la felicidad en viajar y halló cansancio, en las riquezas y halló discordia y preocupación. Buscó la felicidad en escribir y quedó rendido.

      “Un día vio a una señora esperando en un automóvil pequeño con un niñito dormido en los brazos. Un hombre bajó del tren y viniendo a donde estaban besó a la mujer tiernamente y luego al bebé, muy suavemente para no despertarlo. La familia se fue en el auto a través de los campos y dejó a Durant atónito con el reconocimiento de lo que es la felicidad verdadera.

      “Más tarde escribió: ‘Toda función normal de la vida encierra algún deleite.’”

      Sí, el que apreciemos las cosas buenas que tenemos, y manifestemos amor de la clase correcta en todo nivel de las relaciones humanas, obra maravillosamente para mejorar la felicidad. Esto es cierto aun en un mundo lleno de problemas.

      Sin embargo, hay otra cosa que es aún más importante que estos factores. Hay algo tan importante que si no lo tenemos en nuestra vida, no podemos sentirnos verdaderamente felices. ¿Qué es este factor que es el más crucial de todos para lograr la felicidad? El siguiente artículo nos dirá.

  • El factor indispensable para lograr la felicidad
    ¡Despertad! 1977 | 8 de diciembre
    • El factor indispensable para lograr la felicidad

      LAS cosas materiales pueden ser la fuente de alguna felicidad. De aún más importancia como fuente de felicidad (como se explicó en el artículo anterior) es el amor genuino que la gente puede manifestarse unos a otros. Sin embargo, hay otra cosa que es más importante que todo lo demás como fuente de felicidad para las criaturas humanas.

      Cuando Jesús dijo: “Amar a tu prójimo como a ti mismo,” dijo que éste era el segundo de los mandamientos grandes que la gente debería observar. (Mat. 22:39) ¿Cuál, entonces, es el primero, y más importante?

      Jesús dijo: “Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente.” (Mat. 22:37, 38) Solo si la gente hace esto le vendrá la mayor felicidad ahora, y en el futuro.

      ¿Por qué es éste el caso? Porque Jehová Dios es el Creador de las criaturas humanas. Él formó el cuerpo y la mente. Por eso, él sabe mucho mejor que la gente lo que contribuye más a su felicidad.

      Aunque los sicólogos y filósofos experimentan y especulan en cuanto a qué principios y reglas para el comportamiento humano dan los mejores resultados, Jehová Dios no tiene necesidad de experimentar. Él sabe cuáles son los mejores, puesto que él los originó. Por eso, cuando prestamos atención a lo que él dice, estamos recibiendo el mejor consejo que les está disponible a las criaturas humanas en cuanto a lo que nos hará felices.

      Mientras más cooperemos con las leyes y principios de Dios, más felices nos sentiremos. Para ilustrar: ¿Qué sucedería si toda persona que conduce un automóvil pudiera hacer sus propias reglas de tránsito? Puede imaginarse el caos que resultaría. El conductor arriesgaría su vida al cruzar cualquier calle de mucho tránsito, y especialmente estaría en peligro el transeúnte que cruzara. Simplemente tiene que haber una autoridad superior que establezca reglas para la conducción, de las cuales todos nos beneficiamos.

      Así mismo, Jehová Dios, el Creador, ha establecido las mejores reglas y principios para el comportamiento de las criaturas humanas. Realmente surten efecto. Son prácticos y obtienen los mejores resultados. El pasarlos por alto es equivalente a pedir dificultades, tan ciertamente como en el caso de los conductores que abandonaran las reglas de la conducción. En realidad, una de las razones fundamentales por las cuales hay tantas dificultades en la Tierra es que la gente quiere establecer sus propias reglas.

      Gente más feliz

      La Biblia llama al Creador el “Dios feliz.” (1 Tim. 1:11) Síguese, entonces, que los que hacen la voluntad de Dios, cumpliendo con sus instrucciones para el comportamiento humano, pueden reflejar esta felicidad o disfrutar de ella hasta cierto grado.

      Por eso el salmista escribió: “Oh Jehová de los ejércitos, feliz es el hombre que está confiando en ti.” Y se dice: “Felices son los que en su camino son exentos de tacha, los que andan en la ley de Jehová. Felices son los que observan sus recordatorios.” Sí, “¡feliz es el pueblo cuyo Dios es Jehová!”—Sal. 84:12; 119:1, 2; 144:15.

      Es cierto que el obedecer a Dios no cambiará el infeliz sistema de cosas en el cual vivimos actualmente. Pero ciertamente mejorará la vida de las personas que desean mayor felicidad y que acuden a su Creador como la Fuente de esa felicidad. Y cuando acuden a él, él responde por medio de bendecirlas y ayudarles con su poderosa fuerza activa, su espíritu santo. No existe mayor poder para la felicidad que éste en todo el universo.

      ¿Ninguna dificultad?

      Por esto no queremos decir que las dificultades del mundo no afectan a los que hacen la voluntad de Dios. Ciertamente los afectan. Ellos tienen su porción de problemas y pesares. Y enferman y mueren lo mismo que otros. Pero al mismo tiempo, tienen más felicidad que la que tendrían si no acudieran a Dios como la Fuente de la felicidad.

      Además, los que sirven a Dios reconocen que la felicidad que tienen en la actualidad es relativa. Es decir, es mayor que la que puede lograrse de cualquier otro modo; sin embargo, no es completa, perfecta. La felicidad no puede ser perfecta en la actualidad.

      ¿Por qué no? Porque todos hemos nacido en pecado, en imperfección, como muestra la Biblia. (Rom. 5:12) Por eso, todos cometemos errores, todos estamos propensos a períodos de depresión y desdicha, y también somos propensos a la enfermedad y muerte, que estorban la felicidad. Además, todos vivimos en este inicuo sistema de cosas lleno de dificultades y problemas. Mientras dure, ni siquiera los siervos de Dios podrán lograr la felicidad perfecta.

      Al mismo tiempo, el tener conocimiento de Dios y el entender su propósito para la humanidad en el futuro cercano les proporciona gran consuelo y felicidad. Esto les ayuda a mantenerse equilibrados en un mundo falto de equilibrio para que no se apesadumbren como otros lo hacen. Este es el caso aun cuando una persona que aman muere, porque, como dice la Biblia, los que conocen a Dios ‘no se apesadumbran como lo hacen también los demás que no tienen esperanza.’—1 Tes. 4:13.

      Puesto que los siervos de Dios conocen el maravilloso propósito que él tiene para esta Tierra y la humanidad, no dejan que las dificultades de este mundo y las malas personas en él los aflijan indebidamente. Por eso no se retraen dentro de una “concha” dura como lo hacen muchos otros. (Mat. 24:12) Siguen haciendo lo correcto, aunque otros no respondan, o si responden de manera negativa.

      El ejemplo de Jesús

      Eso es lo que hizo Jesús. Recuerde lo que sucedió cuando levantó de entre los muertos al hombre que se llamaba Lázaro. El registro bíblico manifiesta que muchas personas respondieron a esto favorablemente. Pero no todos respondieron así.

      De hecho, hubo algunos hombres tan perversos, que la Biblia dice que “desde aquel día entraron en consejo para matar” a Jesús. ¡Imagínese! ¡Qué corruptos se mostraron al responder tan inicuamente a un acto milagroso tan bueno, sí, especialmente cuando consideramos que quienes lo hicieron fueron los clérigos religiosos de aquel día! ¡Su perversidad fue tal que estos clérigos hasta “entraron en consejo para matar también a Lázaro”!—Juan 11:45, 53; 12:10, 11.

      No obstante, Jesús no dejó de aplicar los dos grandes mandamientos... los de amar a Dios y amar al prójimo de uno. Sabía que la mayor felicidad y los mayores beneficios provienen de hacer la voluntad de Dios prescindiendo de cómo otros actúen. Eso explica por qué pudo mantener dominio de sí mismo y seguir con su modo de proceder bondadoso y amoroso. Como dice la Biblia: “Cuando lo estaban injuriando, no se puso a injuriar en cambio. Cuando estaba sufriendo, no se puso a amenazar, sino que siguió encomendándose al que juzga con justicia.”—1 Ped. 2:23.

      Jesús sabía que si uno se inquietara indebidamente por este mundo y su maldad, eso perjudicaría su felicidad puesto que no hay criatura humana que pueda resolver sus problemas. Sabía, lo mismo que su Padre celestial, que este sistema de cosas realmente iría de mal en peor hasta que llegara el día en que Dios le pondría fin.

      Felicidad perfecta... ¿cuándo?

      Así, los que les muestran a otros amor basado en principios y a Dios amor de toda el alma saben que todas las dificultades de esta vida son temporáneas. Pronto, este entero sistema lleno de dificultades y penas será triturado y dejará de existir.

      ¿Qué significa esto para las personas de corazón sincero y honrado que desean hacer lo correcto? Significa que se acerca el tiempo en que un nuevo orden hecho por Dios se establecerá permanentemente aquí mismo en la Tierra. Entonces, en ese tiempo, la felicidad perfecta llegará a ser una realidad.

      Las profecías de la Biblia hacen patente que se aproxima el tiempo en que Dios pondrá fin a las penas y dificultades. Sin falta Dios reemplazará este viejo sistema de cosas corrupto y gastado con su nuevo orden de justicia bajo la gobernación de su reino celestial. Esa es la gobernación, o gobierno del cielo, acerca del cual Jesús les enseñó a otros. (Mat. 6:9, 10) Su gobernación será global, pues será el único gobierno para toda la humanidad. Todos los otros reinos habrán sido triturados hasta ya no existir. (Dan. 2:44) Bajo ese reino, la clase de felicidad que uno solo puede imaginarse parcialmente hoy será entonces una realidad diaria, aquí mismo en esta Tierra.

      Dios les promete a los moradores de ese nuevo orden que “él limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.” (Rev. 21:4) Hasta la enfermedad y la vejez serán cosas del pasado, porque la gente que viva entonces llegará a ser perfecta tanto física como mentalmente, tal como se propuso Dios cuando creó al primer hombre y a la primera mujer. Esto hará posible que la gente viva para siempre, y, nótese, esto será en una Tierra restaurada a condiciones paradisíacas.—Luc. 23:43.

      ¡Qué tiempo deleitoso será ése! ¡Considérelo... toda enfermedad, pena, dificultad y muerte serán eliminadas una vez para siempre bajo la gobernación justa de Dios! ¡Pues, hasta los sepulcros quedarán vacíos al resucitar los muertos! Estas personas serán restauradas a la vida y a las personas a quienes aman, porque “va a haber resurrección así de justos como de injustos.”—Hech. 24:15.

      Finalmente, no habrá personas faltas de principios para estorbar esa felicidad. “Los rectos son los que residirán en la tierra, y los exentos de culpa son los que quedarán en ella. En cuanto a los inicuos, ellos serán cortados de la mismísima tierra; y en cuanto a los traicioneros, ellos serán arrancados de ella.”—Pro. 2:21, 22.

      Sí, usted puede hallar mayor felicidad hoy día, a pesar de los problemas de la vida. Y podrá hallar felicidad perfecta en el futuro. De modo que, la felicidad verdadera no es un sueño irrealizable.

      Pero para lograr esa felicidad, es preciso que usted aprenda a confiar en la única Fuente de la felicidad verdadera, el Creador, Jehová Dios, y le sirva. Entonces usted podrá esperar con anhelo el tiempo emocionante y de satisfacción profunda predicho en la Palabra profética de Dios, que promete: “Los mansos mismos poseerán la tierra, y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz.”—Sal. 37:11.

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