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Fue hecho para latir para siempre¡Despertad! 1979 | 8 de julio
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Fue hecho para latir para siempre
DENTRO de su pecho late un órgano verdaderamente asombroso, más o menos del tamaño de su puño... su corazón. Sin pausar, este órgano bombea la sangre que lleva la nutrición sustentadora de vida a los miles de millones de células de su cuerpo. En el libro Your Heart, varios médicos dijeron esto acerca del corazón: “Es más eficiente que cualquier clase de máquina que el hombre haya inventado hasta la fecha.”
Las fuerzas implicadas en el diseño y construcción del corazón no están al alcance del entendimiento humano. Por ejemplo, al momento de la concepción, se trazan los planos para el corazón y también para las otras partes del cuerpo de la nueva criatura. ¡Maravillosamente, en cosa de minutos, quedan determinadas todas las instrucciones dentro de la célula fecundada para hacer una persona nueva! Ningún científico sabe cómo se hace esto.
Sin dirección discernible, el óvulo fecundado original pronto empieza a dividirse y formar células que son diferentes de sus predecesoras. Dentro de poco, muchas diferentes clases de células empiezan a formar una variedad de órganos. A las tres semanas, el corazón parcialmente desarrollado empieza a latir, probablemente antes de que la futura madre siquiera sepa que está encinta.
¿Qué hace que estas células cardiacas, que al principio solo forman un tubo recto, empiecen a contraerse rítmicamente? “Todavía nos falta mucho para hallar la respuesta final,” confiesa el Dr. Robert L. DeHaan que ha pasado años estudiando el tema.
Sin embargo, lo que sí se sabe acerca del corazón es fascinador. Inspira en uno admiración reverencial. Considere, por ejemplo, este latido, o contracción, del corazón que impulsa la sangre a través del resto del cuerpo. ¿Sabe usted lo que causa el latido?
El extraordinario sistema de control
Es responsable de ello la asombrosa habilidad que el corazón tiene de generar impulsos eléctricos. Por eso, si se le provee de oxígeno y se protege de modo que no se seque, el corazón sigue latiendo por un rato aun después que lo hayan extirpado del cuerpo. Dentro del corazón hay un complejo sistema que genera y regula los impulsos eléctricos. Este extraordinario sistema de control se compone de células especiales concentradas en grupos en diferentes partes del corazón.
Una parte principal de este sistema es una estructura diminuta en forma de coma que se llama el nudo o nódulo sinoatrial, o nudo S-A, un tejido especial que es una mezcla de músculo cardiaco y células nerviosas. Este es el “marcapaso” fundamental del corazón, lugar del origen del ritmo normal, y por eso se le ha llamado la “bujía de encendido” del corazón. En este aparato se genera una serie regular de pulsaciones eléctricas que viajan por el corazón e inician su latido. Las células de este nudo sinoatrial generan contracciones a la frecuencia elemental de unos 70 latidos por minuto, el ritmo normal para el corazón de la mayoría de los adultos.
Otra parte del sistema de control del corazón es el nudo atrioventricular, o el nudo A-V. Los pulsos eléctricos del nudo sinoatrial llegan a esta parte donde son regulados apropiadamente para asegurar la buena coordinación de la acción cardiaca de bombear. De aquí estas pulsaciones atraviesan rápidamente otros tejidos especializados de conducción, incluso uno que se llama el fascículo de His, y así llegan al resto del corazón.
El nudo atrioventricular también tiene un ritmo inherente —unos 50 latidos por minuto— un poco más lento que el ritmo del nudo sinoatrial. Sin embargo, en condiciones normales, no se utiliza la función generadora de impulsos de esta estructura. Pero en una emergencia, si el nudo sinoatrial falla, el nudo atrioventricular sirve como “marcapaso” de reserva. Además, el fascículo de His, junto con otros tejidos especializados de conducción, pueden servir como última línea de defensa. Estos también pueden iniciar contracciones lentas del corazón, entre 30 y 40 latidos por minuto, una frecuencia que puede sostener la vida.
Cómo el sistema satisface las necesidades del cuerpo
Si usted corre para tomar un autobús, sube escaleras, o hace ejercicios que exigen un esfuerzo parecido, es preciso que el corazón aumente el ritmo de latidos para satisfacer la necesidad que el cuerpo tiene de más nutrimento. ¿Qué le dice al corazón que se acelere? ¿Cómo sabe a qué ritmo latir para satisfacer las diferentes necesidades del cuerpo?
Son especialmente responsables de esto las señales que vienen de otras partes del cuerpo a través de las conexiones nerviosas. Por ejemplo, cuando uno está haciendo ejercicios, sus músculos necesitan más oxígeno; de modo que toman de la sangre una cantidad mayor de oxígeno. El nivel disminuido de oxígeno en la sangre activa receptores en las arterias para que envíen señales nerviosas al cerebro. A su vez, el cerebro por medio de impulsos nerviosos señala al corazón que lata más rápidamente, y así se provee más sangre transportadora de oxígeno a los músculos.
Sin embargo, como se ilustra en el caso de transplantes de corazón, el corazón no depende exclusivamente de estas conexiones nerviosas. En esas operaciones se cortan los sistemas nerviosos vagal y simpático, no obstante el corazón transplantado continúa regulando hasta cierto grado su latido en respuesta a los cambios en las necesidades del cuerpo. El corazón puede responder directamente a sustancias químicas, como la adrenalina, que se reciben por la corriente sanguínea, y “sabe” cuándo acelerar o disminuir su velocidad.
¡Verdaderamente es maravillosa la manera en que el corazón está diseñado para mantener justamente la cantidad correcta de sangre fluyendo por el cuerpo para satisfacer sus necesidades según van cambiando! También son asombrosos los muchos sistemas de “reemplazo” que pueden asumir cargo y compensar en las emergencias. ¡Con razón los médicos dicen que el corazón “es más eficiente que cualquier clase de máquina que el hombre haya inventado hasta la fecha”! Si da una mirada a la tremenda capacidad de funcionamiento del corazón se sorprenderá aún más.
Lo que puede hacer el corazón
El cuerpo adulto contiene poco menos de seis litros de sangre y unos 96.500 kilómetros de vasos sanguíneos, incluso diminutos capilares. A su ritmo normal de unos 70 latidos por minuto, el corazón propulsa unos seis litros de sangre cada minuto. ¡Imagínese! ¡Su corazón empuja toda la sangre de su cuerpo por toda parte de su cuerpo en menos de 60 segundos! En condiciones rutinarias, propulsa hasta 10 toneladas de sangre por sus vasos cada día. No obstante, al hacerlo, ni siquiera está trabajando muy duro.
Si su corazón está físicamente sano, entrenado por ejercicio metódico, tal vez pueda propulsar hasta 30 litros de sangre o más cada minuto. ¡En tal caso está empujando toda la sangre de su cuerpo por su sistema aproximadamente cada 10 segundos! ¡Sí, su corazón bombea tan constante y poderosamente que cada día puede propulsar su sangre miles de veces a través de todo su cuerpo!
Un órgano diseñado tan maravillosamente quizás lo inspire a preguntar: ¿Habían originalmente las criaturas humanas de vivir solo 70 u 80 años y luego morir? ¿Pudiera latir el corazón indefinidamente?
Habría de latir para siempre
El diseño del corazón, así como el del resto del cuerpo, es muy diferente al de cualquier máquina hecha por los hombres. Las máquinas de diseño humano se hacen con ciertas partes permanentes, que, por supuesto, se desgastan con el tiempo. Sin embargo, la estructura del cuerpo humano es muy diferente. Hace años el Dr. Paul C. Aebersold, entonces director de la División de Isótopos de la Comisión de Energía Atómica explicó:
“Anteriormente, los médicos pensaban en el cuerpo humano como una máquina que ingiere alimento, aire y agua principalmente como combustible para seguir funcionando. Se pensaba que solo una parte pequeña de lo ingerido se destinaba al reemplazo del desgaste de la máquina. En cambio, las investigaciones con los isótopos han demostrado que el cuerpo se parece mucho más a un regimiento militar muy fluido que puede retener su tamaño, forma y composición aunque los individuos en él estén continuamente cambiando, uniéndose, siendo transferidos de puesto en puesto, ascendidos o rebajados, sirviendo de reservas, y por fin se vayan o fallezcan después de períodos de servicio de diferente duración.
“Según los estudios con indicadores radiactivos el cambio de átomos en nuestro cuerpo es bastante rápido y completo. En una o dos semanas la mitad de los átomos de sodio son reemplazados por otros átomos de sodio. Es parecido en el caso del hidrógeno y el fósforo. Hasta la mitad de los átomos de carbono son reemplazados en uno o dos meses. Y así sigue el relato respecto a casi todos los elementos. . . . En aproximadamente un año el 98 por ciento de los átomos que tenemos en nosotros ahora serán reemplazados por otros átomos que ingerimos en nuestro aire, alimento y bebida.”
Así, sin importar que la persona viva para cumplir 20, 80, u 800 años de edad o viva para siempre, casi todos los materiales en su cuerpo tendrían menos de un año de edad. Teóricamente, la duplicación celular debería mantener vivo el cuerpo para siempre. De vez en cuando los investigadores médicos han llamado atención a esta posibilidad y han hecho notar que es más fácil explicar por qué los humanos deberían vivir para siempre que explicar por qué deberían morir.
No obstante, andando el tiempo, el corazón, junto con el resto del cuerpo, deja de mantener su capacidad para reemplazar sistemáticamente sus células antes que se pongan defectuosas y mueran. ¿Por qué? Los biólogos que se dedican al estudio de las células tienen muchas teorías. Pero realmente no saben de seguro. Es obvio que con el tiempo algo se estropea en el funcionamiento interno de las células, y las que se gastan y mueren no siempre son reemplazadas con células nuevas por medio de la división celular. De modo que los seres humanos envejecen y mueren.
Si se pudiera hacer una corrección, y se mantuviera el debido equilibrio en el reemplazo y renovación de las células, las criaturas humanas podrían vivir para siempre. Sin embargo, el hombre no puede reparar el funcionamiento defectuoso. Él no diseñó el cuerpo, incluso su maravilloso corazón. Solo el Creador, Jehová Dios, puede hacer los ajustes para que las criaturas humanas vivan para siempre. Y a su tiempo Dios lo hará, como lo promete su Palabra, la Biblia. Por ejemplo, Romanos 6:23 dice: “El don que Dios da es vida eterna.” Salmo 37:29 predice: “Los justos mismos poseerán la tierra, y residirán para siempre sobre ella.”
Entretanto, es común de toda la humanidad que nuestro corazón de diseño maravilloso esté sujeto a trastornos. Pero, muchas veces hay pasos que podemos dar para diferir el comienzo de estos trastornos, y para controlarlos cuando ocurren.
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Enfrentándose a los trastornos cardiacos¡Despertad! 1979 | 8 de julio
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Enfrentándose a los trastornos cardiacos
CON demasiada frecuencia oímos de parientes, amigos y conocidos que han sufrido un ataque cardiaco. Tan solo en los Estados Unidos, unas 650.000 personas mueren cada año de ataques cardiacos, más de una persona cada minuto. Unos 350.000 mueren antes de llegar al hospital. Pero también las personas de otros países sufren de este mal. Casi la mitad de los hombres en los países occidentales, así como muchas mujeres, mueren de esta sola dolencia... ¡ataque cardiaco!
Lo que hace especialmente alarmante la situación es el hecho de que tantas víctimas son jóvenes... de entre 30 y 60 años de edad. A menudo tienen corazones esencialmente sanos. ¿Por qué mueren? ¿Cuál es la dificultad?
Fuente del problema
La fuente del problema es la falta de suministro sanguíneo al músculo cardiaco. ‘¿Pero cómo es posible eso?’ quizás pregunte usted. ‘¿No está el corazón literalmente bañado de sangre? ¿No pasan toneladas de ella diariamente por el corazón?’
Esto es cierto. Por eso, para entender la naturaleza del problema, tenemos que saber un poco acerca del funcionamiento del corazón. Es un músculo hueco, con cuatro cámaras o cavidades: la aurícula derecha y el ventrículo derecho, y la aurícula izquierda y el ventrículo izquierdo. La sangre oxigenada fluye de los pulmones al atrio izquierdo mientras que el atrio derecho está llenándose de sangre cargada del anhídrido carbónico que recogió del cuerpo. Al contraerse los atrios, se obliga la sangre a pasar por las válvulas y entrar en los ventrículos. Entonces ocurre la principal acción de bombeo del corazón. Los ventrículos se contraen a la fuerza, y envían simultáneamente la sangre oxigenada a las diferentes partes del cuerpo por vía de la aorta y la sangre carente de oxígeno a los pulmones por vía de la arteria pulmonar.
Mientras la sangre viaja por estas cavidades, el músculo cardiaco mismo no se beneficia de este fluido sustentador de la vida. Esto pudiera compararse con un camión que entrega gasolina. El camión no obtiene su fuerza de la gasolina que lleva para entregarla a un cliente. Más bien, su fuerza motriz proviene del combustible que obtiene cuando se detiene en las estaciones de servicio. Se conduce este combustible por la tubería del combustible hasta el motor del camión.
De modo parecido, la sangre que pasa por las cavidades cardiacas no es la que entrega las sustancias nutritivas al corazón. No; sino, más bien, la sangre que el corazón bombea y que vuelve a él por otra ruta es la que alimenta al corazón. La clave al problema de los ataques cardiacos yace en estas ‘tuberías del combustible,’ o rutas para la entrega de sangre al corazón.
La sangre en el corazón que está por salir es expulsada a la aorta, la mayor arteria del cuerpo. Sin embargo, gran parte de esta sangre se conduce casi inmediatamente a las dos arterias coronarias. De este modo se lleva el oxígeno y los nutrientes químicos a todas las partes de este músculo, el más importante de todo el cuerpo. Pero, ¿qué pasa si algo obstruye el flujo de la sangre a través de las arterias coronarias?
Obstrucción de las arterias coronarias
Se pudiera ilustrar esto por lo que sucede cuando se acumula una gran cantidad de herrumbre en el interior de un tubo de agua. Cuando se bombea agua por ese tubo, el flujo está limitado. ¿Qué pasa, pues, si se necesita una cantidad grande de agua en un espacio breve de tiempo? La bomba que empuja el agua pudiera empezar a funcionar mal debido a la fuerza adicional, y averiarse.
Esto le da una idea de lo que ocurre en los corazones de millones de personas hoy día. Las arterias coronarias van estrechándose a medida que se acumulan en ellas depósitos grasos. Esta condición se llama aterosclerosis. Entonces, ¿qué sucede cuando el corazón necesita más sangre para hacerle frente a alguna emergencia física o emocional?
Aun cuando una parte pequeña del corazón está desprovista temporalmente de sangre, los patronos eléctricos pueden alterarse de algún modo y trastornar el ritmo de los latidos. Entonces le ocurre al corazón lo que se llama fibrilación ventricular... una complicación poco usual y grave en la cual el corazón se contuerce caótica e ineficazmente, y se para por falta de fuerza motriz. La muerte sigue en cosa de minutos a menos que se restaure la debida acción de bombear.
Similarmente, muchas veces los ataques cardiacos son provocados por un coágulo, o trombo, en una arteria coronaria. La aterosclerosis no causa un estrechamiento uniforme de los vasos. Más bien, las acumulaciones de depósitos ocurren intermitentemente a lo largo del vaso sanguíneo, mientras que el diámetro del resto del vaso puede permanecer normal. De modo que el coágulo ocurre en una parte del vaso que se ha hecho estrecho y obstruye el flujo de la sangre a una porción del músculo cardiaco. A este bloqueo de un vaso sanguíneo del corazón se le llama trombosis coronaria, u oclusión coronaria. Se hace referencia a lo que resulta de este bloqueo como un infarto de miocardioa... un ataque cardiaco.
¿Cómo se puede saber que una persona está sufriendo un ataque cardiaco?
Síntomas
Muchas veces los ataques cardiacos son difíciles de reconocer. De hecho, los especialistas cardiacos calculan que tal vez el 20 por ciento de los ataques iniciales ocurren sin que las víctimas siquiera se den cuenta. Esto puede suceder cuando la obstrucción del vaso sanguíneo en el corazón ocurre gradualmente durante un período de varias semanas o meses, en vez de abruptamente.
Además, a veces los síntomas simplemente no se reconocen como los de un ataque cardiaco. Por ejemplo, puede que los confundan con un ataque severo de indigestión. También pueden ocurrir vómitos junto con fatiga y una apariencia pálida. Otras señales pueden ser sudor y falta de aliento. Sin embargo, el síntoma más común de un ataque cardiaco es un sentimiento incómodo de presión, apretadura o llenura en el centro del pecho. O puede ser un dolor aplastante del pecho, lo cual es una señal casi segura de un ataque cardiaco.
En muchos casos las personas viven vidas largas y activas después de un ataque cardiaco, tal vez sin nunca darse cuenta de que tuvieron un ataque. Por otra parte, hasta un ataque liviano que le cause daño mínimo al corazón puede provocar una fibrilación ventricular, y la víctima puede perder el sentido y morir dentro de minutos. Pero usted pudiera salvar la víctima, si supiera cómo hacerlo.
Salvando a víctimas de ataques cardiacos
Muchas personas cuyos corazones se han detenido por hasta cinco minutos actualmente están en buen estado físico y pueden hacer todas las cosas que hacían antes del ataque cardiaco. La acción rápida de personas que estaban cerca de ellas las salvaron. Esas personas sabían qué hacer. ¿Sabría usted qué hacer? ¿Pudiera usted salvar una vida?
No es tan difícil como posiblemente piense. En muchos lugares se le está enseñando al público en general un procedimiento de salvamento muy eficaz que se llama resucitación cardiopulmonar, o por las siglas RCP. Es una combinación del masaje externo del corazón y la respiración artificial. Si se le presenta la oportunidad de recibir instrucción en este procedimiento, sería excelente aprovecharla. Sin embargo, por medio de seguir cuidadosamente las instrucciones provistas aquí, posiblemente pueda salvar la vida de una víctima de un ataque cardiaco... tal vez de alguien a quien usted ama mucho.
Si halla una persona postrada, hay ciertos pasos preliminares que debe dar antes de empezar la RCP. Pero debe actuar rápidamente, porque una persona inconsciente solo puede vivir de cuatro a seis minutos sin respirar.
Primero, debe determinar si la persona realmente está inconsciente. ¡Pudiera ser un poco vergonzoso empezar a administrar el procedimiento de salvamento a alguien que solo está dormido! Por eso, sacúdale suavemente del hombro y pregunte: “¿Está usted bien?” Si no responde, vea si está respirando, puesto que tal vez solo se hay desmayado. Para hacer esto, ponga su oído cerca de la boca de él, con su rostro vuelto hacia el pecho de él. Si está respirando, podrá sentir su aliento en el oído, y tal vez observar movimientos del pecho.
Si no hay indicio de respiración, es importante abrirle las vías respiratorias. A veces la lengua de una persona inconsciente se le encorva en la garganta e impide el paso de aire a los pulmones por este pasaje vital. A veces el despejar esta vía para el pase de aire a los pulmones es todo lo que hay que hacer para restaurar la respiración, y por lo general esto no es difícil.
Con la persona inconsciente acostada de espaldas, levante suavemente la parte trasera de su cuello con una mano. Esto hará que la cabeza cuelgue hacia atrás y extenderá el cuello. Póngale la otra mano sobre la frente y eche su cabeza completamente hacia atrás. Quizás le sorprenda ver hasta dónde llega la cabeza. Habiendo hecho esto, el mentón estará apuntando casi directamente hacia arriba, con la coronilla descansando en el suelo. En esta postura la mandíbula y la lengua tienen que moverse hacia adelante y la vía respiratoria en la garganta queda libre.
Si este rápido despejamiento de la vía respiratoria no restaura la respiración, empiece inmediatamente a administrar la respiración artificial. Usando la mano que tiene sobre la frente de la víctima, oprímale la nariz para cerrarla mientras que, a la vez, mantiene la parte posterior de la mano en lugar para ayudar a mantener inclinada la cabeza. Mantenga la otra mano debajo del cuello de la víctima (o debajo de su mentón), a fin de no dejar caer la cabeza. Entonces abra bien su boca y colóquela directamente sobre la boca de la víctima, y dé cuatro soplos rápidos y plenos en sucesión veloz. Verá que el pecho de la víctima sube al extenderse los pulmones.
En seguida, examine rápidamente el pulso de la víctima, para saber si el corazón está latiendo. El mejor lugar donde hallar el pulso es en la arteria carótida, la principal arteria del cuello. Para hallarla, deje que los dedos índice y cordial de la mano que tiene bajo el cuello de la víctima se deslicen en el hueco o ranura al lado de la laringe. Si no hay pulso, se ha parado el corazón y, además de la respiración artificial, también tendrá que proveer circulación artificial para salvar a la víctima.
La circulación artificial se logra por medio de un masaje externo del corazón. Este es un procedimiento relativamente sencillo de comprimir el pecho. Estas compresiones realmente obligan el corazón a bombear la sangre. Muchas veces esto logra que el corazón vuelva a latir por su propia cuenta. Pero, por supuesto, también hay que continuar suministrando oxígeno, puesto que de nada vale que la sangre circule si no está recogiendo oxígeno de los pulmones.
Por eso, lo que el rescatador tiene que hacer es realizar las funciones vitales de respirar por la víctima y al mismo tiempo obligar el corazón de ésta a bombear la sangre. Aunque el corazón no empiece a latir por su propia cuenta, si puede seguir con la RCP hasta que llegue ayuda médica, quizás se salve a la víctima. En algunos casos ha sido necesario seguir por horas con la respiración artificial y la propulsión artificial de la sangre antes de lograr que el propio sistema de la víctima asuma estas funciones.
Cuidado preventivo
Aparte de estar preparados para ayudar a las víctimas de ataques cardiacos, ¿qué más podemos hacer? ¿Es posible evitar, o por lo menos retardar, la acumulación de depósitos en las arterias, la principal causa de los ataques cardiacos?
Por lo general se concuerda en que el colesterol y las grasas (glicéridos) están envueltos de alguna manera en la acumulación de estos depósitos. Por eso, sería cosa de sentido común el que uno cuide de su dieta y evite engordar y pesar más de lo debido, puesto que es probable que la gordura visible signifique que dentro del cuerpo se están acumulando depósitos grasos en las arterias, estrechándolas peligrosamente. También puede ser aconsejable limitar o eliminar por completo de su dieta los alimentos fritos en mucha grasa animal. Al mismo tiempo coma una cantidad generosa de vegetales, frutas, melones y cereales nutritivos.
Parece que también el modo de vivir actual de paso veloz y productor de tensión es otro factor que intensifica la acumulación de depósitos grasos en las arterias. Por eso, puesto que los que luchan con demasiada insistencia para lograr demasiadas cosas en un espacio de tiempo demasiado corto son propensos a ataques cardiacos, usted querrá evitar este continuo sentido de urgencia.
El que consigamos suficiente ejercicio también es un modo importante de neutralizar los posibles efectos desastrosos de la acumulación de depósitos grasos en las arterias. De hecho, el Dr. Wilhelm Raab, en calidad de director de la Investigación Cardiovascular en la Universidad de Vermont, dijo: “La falta de ejercicio es la principal causa de las enfermedades de las coronarias del corazón.” ¿Por qué?
Como sabemos, el corazón es un músculo, y cuando los músculos no reciben suficiente ejercicio se debilitan. De hecho, la falta de ejercicio produce un efecto adverso en todo el sistema circulatorio. Las arterias que suministran sangre a los músculos van haciéndose de tamaño más angosto, y muchos vasos pequeños hasta desaparecen. Por otra parte, el hacer ejercicios con regularidad aumenta el tamaño de las arterias para que puedan llevar más sangre. Además, se abren más vasos sanguíneos en el tejido muscular, lo cual provee nuevas rutas para la entrega de más oxígeno, y esto reduce la posibilidad de un ataque cardiaco.
La actividad física regular también fortalece la acción de bombeo del corazón. Como resultado, se requieren menos pulsaciones para lograr la misma cantidad de trabajo. Por eso, el corazón que está en buen estado físico no tiene que esforzarse ante una emergencia como el corazón que no está acondicionado. Por eso, para proteger su corazón, tenga por hábito hacer ejercicios con regularidad. Un médico dijo: “El andar vigorosamente, si se practica desde la juventud en adelante, bastaría en sí mismo para reducir drásticamente la incapacidad y las muertes prematuras que se deben a las enfermedades de las coronarias.”
Pero no todos los trastornos cardiacos son provocados por una acumulación de depósitos grasos que reducen el interior de las arterias coronarias. Un defecto en el funcionamiento del sistema eléctrico del corazón es la fuente de algunos trastornos cardiacos.
Bloqueo del corazón
Como ya se hizo notar, el corazón tiene un complejo sistema de células especializadas que inician y conducen los impulsos eléctricos por todo el corazón para empezar su latido rítmico. Un bloqueo del corazón es una anormalidad en la transmisión de estos impulsos eléctricos. Son interrumpidos de algún modo y esto tiene un efecto adverso en la acción de bombeo del corazón.
Hay diferentes grados de bloqueo del corazón. Puede que un bloqueo parcial solo cause un retardo en la transmisión de los impulsos, y no resulte en una anormalidad significativa en el funcionamiento del corazón. Pero el trastorno puede ser grave. Es posible que los impulsos de los atrios a los ventrículos estén bloqueados por completo de modo que las cavidades cardiacas latan independientemente una de la otra. Esto resulta en latidos ineficaces que no pueden proveer el debido flujo de sangre. Si persiste el bloqueo del corazón, y la insuficiencia del flujo sanguíneo es demasiado grande, la persona puede morir.
Sin embargo, miles de personas que hace unos cuantos años probablemente hubieran muerto, todavía están vivas, y llevan vidas casi normales. Esto se debe al perfeccionamiento de los marcapasos, un aparato capaz de proporcionar al corazón la excitación eléctrica que precisa. Fue alrededor de 1960 que se implantaron los primeros de estos aparatos en los pacientes. Han tenido tan grande éxito que literalmente centenares de miles de personas actualmente cumplen sus rutinas diarias con estos marcapasos en el cuerpo. Hallará el siguiente relato acerca de los tremendos cambios que un marcapaso efectuó en la vida de un hombre tanto informativo como animador.
[Nota]
a “Mio” se refiere a músculo, “cardio” a corazón, e “infarto” quiere decir la zona de tejido que ha muerto debido a la interrupción del flujo sanguíneo.
[Ilustración y recuadro de la página 9]
¿Precisamente cómo debe administrarse la RCP? Un folleto de la American Heart Association, publicado en inglés, da las siguientes direcciones:
“Arrodíllese al lado de la víctima, junto a su pecho. Tantéele el pecho para encontrar el extremo inferior del esternón. . . . Coloque la parte posterior de una mano de 2,5 a 4 centímetros de ese punto [es decir, hacia arriba de él]. Ponga la otra mano encima de la que está en la posición descrita. Guárdese de poner los dedos en la pared del pecho. Hallará que es más fácil hacer esto si entrelaza los dedos.
“Ponga sus hombros directamente sobre el esternón de la víctima a medida que oprime hacia abajo, y mantenga rectos los brazos. Para una víctima adulta, empuje el esternón hacia abajo entre 4 y 5 centímetros. La relajación tiene que seguir inmediatamente después de la compresión y ser de igual duración. Una moción rítmica, mecedora, ayuda a asegurar que el ciclo de relajación sea de la debida duración. Recuerde que entre las compresiones no debe quitar las manos del esternón de la víctima mientras permite que el pecho vuelva a su posición normal.
“Si usted es el único rescatador, tendrá que suministrar la respiración artificial y la compresión cardiaca. La proporción correcta es de 15 compresiones del pecho a 2 soplos rápidos. Si está trabajando solo, tendrá que comprimir a razón de 80 veces por minuto porque perderá compresiones cuando las interrumpa para dar estos soplos.
“Cuando hay otro rescatador que pueda ayudarle, pónganse en lados opuestos de la víctima. Uno de ustedes debe ser responsable de interponer un soplo después de cada quinta compresión del pecho. El otro rescatador, que se encarga de comprimir el pecho, debe apegarse a un ritmo de 60 compresiones por minuto.”
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Por qué aprecio mi marcapaso¡Despertad! 1979 | 8 de julio
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Por qué aprecio mi marcapaso
AL INCLINARSE el médico para escuchar el latido del corazón del niño aún no nacido, supo inmediatamente que algo marchaba muy mal. En vez del acostumbrado ritmo fetal de 120 latidos por minuto éste disminuía a veces hasta a 48 latidos por minuto. El médico se dio prisa en llamar a otros facultativos para determinar la causa del problema. Antes que pudiera realizarse la diagnosis, nací, un mes antes de tiempo, el 11 de septiembre de 1944. El latido de mi corazón solo era de 48 a 60 pulsaciones por minuto. ¿La causa? Un bloqueo ventricular del corazón.
La mención de un bloqueo ventricular del corazón suena peor de lo que el problema en realidad es. En mi caso esto significa que los atrios laten normalmente, pero los ventrículos no siempre reciben el mensaje. Esto hace que el latido del ventrículo sea mucho más lento, de entre 30 y 40 latidos por minuto, mientras que los atrios tienen un latido de entre 60 y 80 latidos por minuto. Puesto que los ventrículos ejecutan la verdadera acción de bombeo del corazón, yo recibía solo la mitad del flujo sanguíneo que recibe la persona media. El médico creyó que, según los registros, ésta era la primera vez que se había hallado este problema cardiaco en alguien antes de nacer. Se le informó a mi madre que el promedio de vida en mi caso sería corto porque la ciencia médica no tenía remedio para este problema.
Después del primer año que fue muy difícil empecé a estabilizarme y ponerme más fuerte. Durante mi niñez fue necesario limitar severamente mis actividades físicas. Tenía que dormir un rato varias veces durante el día, y en la escuela no podía participar en la educación física ni en los deportes. Casi todos mis amigos eran testigos de Jehová quienes consideraban mis limitaciones pero me incluían en sus actividades. Era adolescente cuando volvimos a consultar con un médico, pero dijo que no se podía hacer nada más.
Me resigné a mis limitaciones físicas, reconociendo que tenía que observar un estilo de vida restringido si quería seguir viviendo. Después que me gradué de la escuela de segunda enseñanza descubrí que podía trabajar parte del tiempo, y esto ayudó a pagar mis gastos en la familia. Por más o menos un año y medio pude servir de “precursor” un mes sí y otro mes no, meses durante los cuales dedicaba por lo menos 75 horas a compartir mi fe cristiana con otros. Esta fue una actividad sobresaliente de mi vida temprana.
Consigo un marcapaso
A fines de 1965 mi tía, una enfermera no diplomada, llegó a conocer un médico cardiovascular que estaba intensamente interesado en un tratamiento médico progresivo que se llamaba “marcapasos.” Mi tía le explicó a este médico mis circunstancias. Le preguntó si un marcapaso me ayudaría. Se hicieron los arreglos para una visita inicial. Después de algunos exámenes preliminares, este médico insólitamente considerado dijo que estaba seguro de que un marcapaso mejoraría mi situación.
El médico explicó que el marcapaso es un pequeño instrumento electrónico que se alimenta con pilas y que generalmente está encerrado en plástico duro, con una conexión de enchufe para los alambres que van al músculo cardiaco. Esto invierte la polaridad de la carga eléctrica del músculo cardiaco y hace que se contraiga el músculo y así bombee la sangre. Estos impulsos eléctricos que van con regularidad al músculo cardiaco causan un latido cada vez, lo cual resulta en latidos razonablemente normales.
Se usan varias clases de marcapasos. Los tipos más tempranos eran unidades de ritmo fijo. Estos funcionan sin variar a un ritmo fijado de antemano, generalmente de 72 latidos por minuto. Sin embargo, el tipo más común es la unidad “de demanda.” Cuando el corazón no mantiene su actividad rítmica, la unidad percibe esto y asume la carga. Pero cuando el corazón vuelve a establecer su ritmo, la unidad lo percibe y no interfiere.
El médico pidió que me presentara en el hospital para unos exámenes especiales, los cuales incluían un cateterismo cardiovascular. Para este último examen me tuvieron que hacer pequeñas incisiones en los brazos y meter tubos por las venas hasta llegar al corazón. ¡Durante todo esto estaba despierto y sabía lo que pasaba!
En una ocasión, me introdujeron cuatro catéteres, dos en cada brazo, al mismo tiempo. Así los médicos pudieron examinar las paredes y cavidades de mi corazón en busca de agujeros o defectos. Hasta pudieron introducir los alambres de un marcapaso directamente en el músculo cardiaco y probar si un marcapaso corregiría mi problema. Los resultados mostraron que el marcapaso anularía el bloqueo de mi corazón y aceleraría los latidos del corazón al ritmo normal fijado de antemano en el marcapaso. Los médicos no hallaron ningún otro defecto en mi corazón.
Se fijó la fecha del 23 de enero de 1966, un mes después, para la implantación del marcapaso en mi cuerpo. Me hicieron una incisión en el abdomen, e implantaron el marcapaso reemplazable. La razón por la cual colocaron el aparato en la zona del abdomen fue que en ese tiempo solo pesaba 43 kilos, ¡y ésa era la parte más gorda de mi cuerpo! Se hizo otra incisión entre mis costillas del medio. Esto era necesario para conectar los alambres del marcapaso al corazón. Se cosieron los alambres al tejido cardiaco del ventrículo para asegurar un buen contacto para los impulsos eléctricos del marcapaso.
El comienzo de una vida nueva
Me restablecí rápidamente y en 10 días pude salir del hospital. Mis amigos y los miembros de mi familia notaron que tenía un color de rojo subido debido a la cantidad adicional de sangre que ahora fluía apresuradamente por mis vasos sanguíneos. Después de seis semanas de convalecencia, volví a mi trabajo solo para hallar que mi puesto había sido eliminado durante mi ausencia. Después de un período breve hallé otro empleo, y fue bueno que no demoré mucho porque ya empezaba a desarrollar nuevas metas y actitudes.
Lo primero que hice fue empezar a cambiar mi actitud de “No, no puedo hacer eso” a “Sí, creo que puedo hacerlo.” Oh, sí, todavía tenía limitaciones, pero empecé a aprender que tenía nuevos máximos, especialmente en la zona de las actividades físicas. Descubrí que podía trabajar tiempo completo. Con el tiempo, me mudé a mi propio apartamento, y por primera vez en mi vida pensé en casarme.
Conocí a la que más tarde llegó a ser mi esposa la noche antes de la cirugía para la primera implantación. Ella todavía habla de cómo le parecía que este joven tenía un relato exagerado que contar, pero más tarde se enteró de que todo ello era la verdad. Comencé a trabajar muy duro para pagar todas mis cuentas médicas y también para amueblar una casa después que nos casáramos. Pude demostrar a mi familia y a mis amigos que estaba físicamente capacitado para mantener a una esposa y familia.
Nos casamos en 1967. Cuando esperábamos el nacimiento de nuestro primer niño nos preocupábamos por la posibilidad de que heredara mi defecto cardiaco, aunque el médico decía que no era muy probable. ¡Qué alivio sentimos cuando la niñita nació con un corazón sano!
Reemplazos de los marcapasos
Mi marcapaso era un modelo de 24 meses, que era todo lo que duraban las pilas. Esos dos años me parecieron muy cortos. Entonces tuve que regresar al hospital para obtener una unidad de reemplazo. Esta vez la cirugía fue mucho más fácil. El médico solo tuvo que hacer una incisión, cortar y separar la carne del marcapaso, desenganchar sus alambres, quitarlo y enganchar el nuevo aparato. Entonces cerró la incisión con costura. La cirugía tomó más o menos una hora, y para ello se me administró una anestesia general. Pasé tres días en el hospital, y pude volver a trabajar dentro de una semana.
Al principio el marcapaso me daba la sensación de que llevaba una hebilla grande de cinto en la cintura, y hasta sobresalía un poco de la zona del estómago. Con el tiempo, al aumentar de 43 kilos a 69 kilos, el médico pudo colocar el reemplazo un poco más adentro, y así resaltaba menos.
El siguiente reemplazo fue básicamente lo mismo que el anterior. Pero entonces, en 1972, el médico empezó a usar un nuevo procedimiento. Entré en el hospital como paciente externo, y se efectuó la cirugía mientras estaba despierto; ¡pude observar todo! Primero, me administraron anestesia local. Entonces me hicieron una incisión, y la unidad vieja fue reemplazada por el nuevo aparato. Esto tomó casi una hora, y aparte de la primera incisión y las inyecciones de anestesia no sentí ninguna incomodidad verdadera. Sin embargo, es obvio que el que uno esté despierto mientras le operan puede causar alguna tensión.
Hallé algo de qué agarrarme y lo hice con tanta fuerza que tenía las manos doloridas después. Para no pensar en lo que estaba pasando, hablé sin cesar durante esa hora. Cada movimiento que el médico hacía, por más ligero que fuera, era amplificado en mi cuerpo. Sentía como si estuvieran moviéndome las entrañas de un lugar a otro, aunque en realidad hubo muy poco movimiento. Terminada la hora, estábamos bromeando y riendo. Luego me vestí y anduve al automóvil para ir a casa.
Este nuevo procedimiento cuesta mucho menos, puesto que se elimina la estancia en el hospital. Además, la convalecencia es más rápida porque el cuerpo no tiene que luchar contra los efectos de la anestesia general. Volví a trabajar en tres días.
Otra ventaja de los marcapasos nuevos es que el médico puede hacer ciertos ajustes desde el exterior del cuerpo. Por ejemplo, con el uso de una pequeña caja electrónica se puede fijar la frecuencia de latidos que se desea por minuto, sea de 60, 70, 80 ó 90. También, se puede establecer la intensidad del impulso electrónico para que sea baja, mediana o alta. Así, en caso de que se necesite un cambio debido a un problema médico o un período de actividad adicional, se puede ajustar el latido del corazón durante una visita a la oficina. En 1973 pude ir a Israel en una gira arreglada por la Sociedad Watchtower Bible and Tract. El médico me aumentó el ritmo del corazón a 80 latidos por minuto, y esto resultó tan satisfactorio que desde entonces hemos mantenido ese ritmo.
Bendiciones, seguidas por una tragedia
Este período de mi vida fue muy feliz. Tenía una esposa maravillosa, dos hijas hermosas, un hogar lindo y un trabajo que me permitía suficiente tiempo para mis actividades cristianas. También servía de anciano en la congregación cristiana. Pocos de mis hermanos y hermanas tenían la menor idea de que había estado tan limitado más temprano en mi vida, o de que un marcapaso controla mi corazón.
Por supuesto, aun así no tenía toda la energía que me hubiera gustado tener. De modo que tenía que dividir mi energía entre varias actividades... alguna para mi empleo seglar, alguna para tener tiempo con mi familia así como para las reuniones cristianas, para preparar discursos y para participar con mis compañeros Testigos en la obra de predicar de casa en casa. Por lo general esto quería decir que al llegar a casa del trabajo dormía un rato antes de ir a nuestras reuniones. Yo no era como la mayoría de las personas; cuando me sometía a esfuerzo excesivo no tenía energía de reserva para apoyarme. Pero hice los ajustes mentales que precisaba para mostrar equilibrio en mi punto de vista y en mis actividades.
Sucedió que un domingo por la tarde en el verano de 1975 mi esposa y yo íbamos en automóvil al hogar de mi suegra para traer a casa a las niñas. Habían pasado toda la noche con ella. ¡Un joven que venía conduciendo en la dirección opuesta se durmió al describir una curva y chocó con nosotros de frente! Asombrosamente no nos mató, pero los dos fuimos gravemente lesionados. Mi tobillo estalló, pues todavía estaba comprimiendo el pedal de freno cuando chocamos.
Nos llevaron a un hospital local. En la sala de emergencia lo primero que hice fue pedir que los médicos examinaran mi marcapaso. Todavía latía con regularidad, pues el accidente no lo había afectado. Cuando el ortopedista vino a verme acerca del pie, le pregunté: “¿Puede arreglarlo?”
“Sí, creo que sí,” contestó.
“¿Volveré a andar?” quería saber.
“Es demasiado temprano para poder decirlo.”
“¿Puede operarme sin transfusiones de sangre, porque soy testigo de Jehová?”
“No,” dijo él.
“¿Puede usted hallarme un médico que lo haga?”
El médico que atiende a nuestra familia sabía de alguien. Cuando le hice a este médico las preguntas que acabo de mencionar, recibí las mismas respuestas con la excepción de la tercera. Dijo: “Es un poco más arriesgado sin la sangre, pero si usted está dispuesto, yo también lo estoy.” De modo que dije: “Prosiga.”
El médico pudo tomar más tiempo que lo acostumbrado en la cirugía porque con el latido regular y controlado del marcapaso había menos posibilidad de que se desarrollaran complicaciones. La operación duró cuatro horas y fue necesario usar dos tornillos y dos clavijas de metal para mantener unido el tobillo. Gracias a nuestra familia y a los hermanos de nuestra congregación local que bondadosamente se encargaron de las tareas domésticas y de prepararnos las comidas, mi esposa y yo nos mejoramos constantemente. ¡Qué feliz me siento al decir que puedo andar!
Perspectivas felices
Durante este tiempo vivíamos en la zona meridional de California. Pero después de hablar con los representantes viajantes de los testigos de Jehová que visitaban nuestra localidad y de orar al considerar el asunto, decidimos mudarnos a una zona rural en el norte de Arizona donde pudiéramos prestar más ayuda en el adelanto de la obra de predicar de los testigos de Jehová. Durante los pasados dos años he podido, de vez en cuando, participar en la obra de “precursor,” y también mi esposa ha podido hacerlo. Hemos tenido muchas bendiciones al hablar con nuestros vecinos acerca del mensaje de la Biblia y al trabajar con nuestros hermanos cristianos.
No hay duda alguna de que un marcapaso artificial ha extendido mi vida, y ciertamente la ha mejorado. Debido a los problemas que he tenido con el corazón, me he familiarizado más con sus funcionamientos que posiblemente la mayoría de las personas. Es cierto que actualmente hay muchas cosas que pueden funcionar mal en el corazón y que funcionan mal, y, a lo mejor, un marcapaso artificial solo puede corregir ciertos problemas temporalmente. Pero cuando uno estudia las maravillas del corazón, puede ver que tiene la posibilidad de latir para siempre.
Existe esta potencialidad porque nuestro Creador, Jehová Dios, originalmente se propuso que las criaturas humanas vivieran para siempre en la tierra en felicidad. Y es cosa segura que ese propósito se realizará, así como promete la Biblia: “Dios mismo estará con ellos. Y él limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.” (Rev. 21:3, 4) ¡Qué maravillosa perspectiva, por lo tanto, tenemos ante nosotros! ¡Sí, se ha acercado un nuevo sistema en el cual todos disfrutarán de salud vigorosa, sin el indicio más leve de que haya algún trastorno en el corazón o en ninguna otra parte del cuerpo!—Contribuido.
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