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Manteniendo equilibrio en las relaciones humanasLa Atalaya 1969 | 15 de marzo
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que lleva la delantera, han de ceñirse con humildad de mente. “Estén en sujeción los unos a los otros en temor de Cristo,” manda la Biblia.—Efe. 5:21.
25 De hecho, el superintendente debe ser el que ponga el ejemplo tocante a ser humilde y tocante a tener humildad de mente. Eso es lo que hizo el Pastor Excelente Jesucristo. No escatimó esfuerzo para inculcar mediante ejemplo la necesidad de que sus seguidores tengan amor y humildad. Así, también, debe tenerlos el superintendente. No es capataz, sino siervo de sus hermanos. (Mat. 20:25-27) Esto es algo importante que él debe recordar. Sí, es un asunto que todo cristiano debe aprender bien, porque para mantener equilibrio en nuestra relación de unos con otros, es preciso que estemos amando a nuestros hermanos y jamás pensemos que somos superiores a ellos.—1 Juan 4:21; Fili. 2:2-4.
26. ¿Cuál es un verdadero aliciente para mantener equilibrio cristiano ahora?
26 Mirando adelante, ¡piense en el tiempo cuando todos los que vivan en la Tierra tengan esta misma actitud mental refrescante! ¡Qué agradable lugar será éste en el cual vivir! Entonces todos los que vivan estarán vestidos perfectamente de los “tiernos cariños de compasión, de bondad, humildad de mente, apacibilidad,” y especialmente de amor. (Col. 3:12-14) Sí, todos amarán a Jehová Dios con todo su corazón, mente, alma y fuerzas; y amarán a sus hermanos con un amor semejante al de Cristo. ¡Qué magnífico aliciente para mantener equilibrio ahora, a fin de vivir entonces!
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‘Sufriendo el mal como soldado de la clase correcta’La Atalaya 1969 | 15 de marzo
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‘Sufriendo el mal como soldado de la clase correcta’
Según lo relató Gerhard Oltmanns
‘A TODA costa obedeceremos las leyes de Dios aunque esto signifique perder la vida y continuaremos reuniéndonos para adorar. Si su gobierno nos oprime tendrá que rendirle cuentas al Dios Todopoderoso.’ Estos fueron los pensamientos de conclusión de una resolución que se recibió en la Cancillería del Tercer Reich el 7 de octubre de 1934. Centenares de copias del mismo mensaje vinieron de congregaciones de los proscritos “estudiantes sinceros de la Biblia,” conocidos en otros países como testigos de Jehová.
Nunca olvidaré ese día, porque a las diez de la mañana nos habíamos reunido para orar, y luego, después de tratar sobre ello, resolvimos unánimemente enviar este mensaje al gobierno de Hitler. Jamás podríamos seguir a Hitler como caudillo, ni reconocerlo como tal, porque ya habíamos emprendido el ser ‘excelentes soldados de Jesucristo,’ el genuino “caudillo y comandante a los grupos nacionales” dado por Dios. (2 Tim. 2:3; Isa. 55:4) Para mí especialmente fue una ocasión conmovedora.
Pues, me había puesto en contacto por primera vez con los estudiantes de la Biblia en mayo de 1924. Sucedió cuando estaba ayudando a uno de mis compañeros de trabajo a mudarse a otra casa. Me topé con una mandolina vieja, y sin ningún motivo en absoluto me puse a rasguear en ella en tono bajo el himno antiguo: “Alabad al Señor, Poderoso Rey de gloria.” Eso bastó. Pronto nos enfrascamos en una seria consideración de la Biblia, porque el
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