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Regocijándonos en “el Dios que da esperanza”La Atalaya 1980 | 1 de marzo
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Regocijándonos en “el Dios que da esperanza”
“Tú eres mi esperanza, oh Señor Soberano Jehová, mi confianza desde mi juventud.”—Sal. 71:5.
1, 2. (a) ¿Qué prueba bíblica tenemos de que Dios se interesa por nosotros? (b) ¿Cómo puede hacerse pleno nuestro gozo?
¿SE DETIENE usted a veces a reflexionar en la preciosa relación de que disfruta con Dios? ¡Qué emocionante es saber que Dios se interesa en nosotros! Es cierto que desde el punto de vista de Jehová las naciones son como una simple gota que cae de un cubo. Por eso, como individuos, de veras debemos parecerles muy pequeños. No obstante, Jesucristo nos asegura del interés de su Padre en nosotros con las siguientes palabras: “¿No se venden dos gorriones por una moneda de poco valor? Sin embargo ni uno de ellos caerá a tierra sin el conocimiento de su Padre. Mas los mismísimos cabellos de la cabeza de ustedes están todos contados. Por lo tanto, no tengan temor: ustedes valen más que muchos gorriones.”—Mat. 10:29-31; Isa. 40:15.
2 Si Dios nota cuando cae un gorrión, ¡cuánta más compasión nos debe tener a nosotros, seres humanos, a quienes él creó a su propia semejanza! (Gén. 1:26) Nuestro Dios es verdaderamente magnífico en su sabiduría y poder creador, pero su grandiosidad resalta mucho más en su manera de dar atención a la causa justa de los oprimidos y de manifestar la expansibilidad de su amor para con la humanidad. (Sal. 33:4, 5) Es ciertamente un privilegio el hecho de que podamos entrar, y permanecer, en su amor, en armonía con esta seguridad que Jesús da: “Si observan mis mandamientos, permanecerán en mi amor, así como yo he observado los mandamientos del Padre y permanezco en su amor.” Y Jesús añadió: “Estas cosas les he hablado, para que mi gozo esté en ustedes y su gozo se haga pleno.”—Juan 15:10, 11.
3. ¿Por qué tenía David plena confianza en Jehová, y por qué la podemos tener nosotros?
3 En estos tiempos críticos, también podemos regocijarnos de que nuestro Dios amoroso provea esperanza. Parece que David escribió el Salmo 71 después que hubo pasado por pruebas severas, y en este Salmo alaba al Señor Soberano Jehová como su esperanza y confianza desde su juventud. Por ejemplo, cuando se encaró con aquel gigante de movimientos pesados, Goliat, David declaró: “Jehová, que me libró de la garra del león y de la garra del oso, él es quien me librará de la mano de este filisteo.” ¡Jehová hizo precisamente eso! (1 Sam. 17:37, 45-50) Y hasta el día de hoy Jehová sigue sosteniendo al resto ungido de sus Testigos, los cuales, con firme esperanza, le han servido fielmente ‘desde su juventud.’
SE NECESITA UNA ESPERANZA VIVA
4. ¿Por qué son las cosas que fueron “escritas en tiempo pasado” una fuente de esperanza?
4 Las promesas de largo alcance que Jehová ha hecho, según se registran en su Palabra, verdaderamente son una fuente de esperanza con confianza respecto al futuro. Como declara el apóstol Pablo: “Todas las cosas que fueron escritas en tiempo pasado fueron escritas para nuestra instrucción, para que por medio de nuestra perseverancia y por medio del consuelo de las Escrituras tengamos esperanza.” (Rom. 15:4) Ciertamente necesitamos esperanza. Pero, ¿de qué manera dan razón para que tengamos esperanza las cosas que fueron “escritas en tiempo pasado”? En primer lugar, ¿por qué hubo necesidad de que se diera esperanza?
5. (a) ¿Cómo surgió la necesidad de que se diera esperanza? (b) ¿Por qué incurrieron justamente en la pena de muerte nuestros primeros padres, y por qué estamos nosotros implicados en ello?
5 Las cosas que fueron “escritas en tiempo pasado” relatan claramente que Dios creó a nuestros primeros padres y los colocó en un paraíso de placer, con la perspectiva de vivir para siempre y poblar la Tierra con criaturas humanas amorosas y felices que nunca morirían. (Gén. 1:26-28; 2:7-9, 18-25) Sin embargo, Adán y Eva perdieron este privilegio. ¿Por qué? Se debió a que pecaron, pues erraron el blanco de la obediencia perfecta a su Padre, Jehová Dios. Apropiadamente, el Señor Soberano Jehová sentenció a aquella pareja desobediente a la muerte. Los dos se habían hecho tercos, independientes, de modo que ya no había lugar para ellos entre las criaturas leales de Jehová. Además, no solo incurrieron en pena de muerte para sí, sino también para los miles de millones de hijos que hubieran de nacer de estos padres pecaminosos. Como nos dice Pablo: “Por eso es que, así como por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo y la muerte por medio del pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado.”—Rom. 5:12.
6. La creación quedó esclavizada sobre la base de ¿qué esperanza?
6 Sin embargo, Pablo pasa a decir que, aunque “la creación fue sujetada a futilidad,” esto fue “sobre la base de la esperanza.” ¿Qué esperanza? Pues, una esperanza viva de que la creación fuera “libertada de la esclavitud a la corrupción y [tuviera] la gloriosa libertad de los hijos de Dios,” una libertad como aquella de que disfrutaron nuestros primeros padres cuando estuvieron en el paraíso de Edén. En esto estaría incluida la esperanza de vida eterna. Solo Dios podía proveer semejante esperanza.—Rom. 8:20, 21; Juan 17:3.
ESPERANZA EN LA “DESCENDENCIA”
7. ¿Cómo se identifica a la “descendencia” de la promesa?
7 Muy al principio de las cosas que fueron “escritas en tiempo pasado” leemos acerca de la promesa de Dios de que la “descendencia” de su organización celestial parecida a esposa “magullará [a la serpiente] en la cabeza,” es decir, que destruirá a Satanás, junto con toda su camada. (Gén. 3:14,15) Pero, ¿quién es esa “descendencia”? Más tarde se menciona que dicha descendencia también es la “descendencia” de Abrahán, el amigo de Dios, y que por medio de esta descendencia “ciertamente se bendecirán todas las naciones de la tierra.” El apóstol Pablo identifica a esta “descendencia” al decir: “Ahora bien, las promesas se hablaron a Abrahán y a su descendencia. . . . ‘Y a tu descendencia,’ que es Cristo.”—Gén. 22:18; Gál. 3:16.
8. (a) ¿Cómo se predijo con mucha anticipación el proceder que Jesús adoptaría en la Tierra? (b) ¿Cómo se demostró el amor que Dios le tiene a la humanidad?
8 Las cosas que fueron “escritas en tiempo pasado” predijeron el proceder que Cristo Jesús adoptaría mientras estuviera en la Tierra. Como Isaías había profetizado con más de 700 años de anticipación, a Jesús se le despreció, se le consideró como de ninguna importancia, se le afligió y “se le [trajo] justamente como una víctima ovejuna al degüello.” En armonía con la voluntad de su Padre, “él derramó su alma” en la muerte, a fin de rescatar a “muchas personas” de la esclavitud al pecado. (Isa. 53:3-12) Jehová lo levantó de entre los muertos y lo instaló en los cielos como “Agente Principal de la vida” para “que todo el que cree en él tenga vida eterna.” Fue porque “tanto amó Dios al mundo [de la humanidad]” por lo que hizo este arreglo. (Juan 3:15, 16; Hech. 3:15) ¡Qué maravillosa esperanza ha hecho disponible esto!—Juan 5:24-29.
UNA BASE SÓLIDA PARA LA ESPERANZA DE VIDA ETERNA
9. ¿Qué da seguridad a nuestra esperanza? (b) ¿Cómo debe afectarnos nuestra esperanza?
9 El mismísimo nombre de nuestro Dios, Jehová, da seguridad a nuestra esperanza bien fundada. Ese nombre significa “El Causa que Llegue a Ser,” lo cual indica que el hace que sucedan cosas específicas en el desarrollo de sus propósitos. Él es el Dios “que no puede mentir” y que provee “la base de una esperanza [que se] prometió antes de tiempos de larga duración.” (Tito 1:2) ¿Qué significado tiene esa esperanza para usted? ¿La considera usted de la manera que la gente de la cristiandad considera su religión... como un formalismo al cual dan servicio de dientes afuera? ¿O ha dedicado usted, en lo profundo de su corazón, su persona entera, su vida entera, al “Dios que da esperanza”? (Rom. 15:13) ¿Ha llegado a ser tan firme esa esperanza para usted que ya le parece realidad? Si así es, entonces esa esperanza ha llegado a ser su fe... una fe que está viva con buenas obras a medida que usted testifica a otros acerca de su esperanza.—Heb. 11:1; Sant. 2:17.
10. (a) ¿Qué añade sustancia a nuestra esperanza? (b) ¿Por qué deben los cristianos ungidos regocijarse ahora en su esperanza?
10 Tal como nuestro Señor Soberano Jehová vive para siempre, así sus promesas proveen una base para una “esperanza viva.” Y su Hijo resucitado, Jesucristo, “por cuanto continúa vivo para siempre,” añade sustancia a esa esperanza, porque “él también puede salvar completamente a los que están acercándose a Dios por medio de él, porque siempre está vivo para abogar por ellos.” (Heb. 7:24, 25) Por eso el apóstol Pedro escribió lo siguiente a los cristianos ungidos: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, porque según su gran misericordia nos dio un nuevo nacimiento a una esperanza viva mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, a una herencia incorruptible e incontaminada e inmarcesible. Está reservada en los cielos para ustedes, que están resguardados por el poder de Dios mediante la fe para una salvación lista para ser revelada en el último período de tiempo. En este hecho ustedes están regocijándose en gran manera.” (1 Ped. 1:3-6) Ahora que hemos llegado al “último período de tiempo,” hay razón apremiante para que los cristianos ungidos se regocijen en esa esperanza.
11. (a) ¿Qué “esperanza viva” tienen también los de la “grande muchedumbre”? (b) ¿Qué fundamento firme tiene esa esperanza?
11 Pero, ¿qué hay de la “grande muchedumbre, . . . de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas,” que esperan con anhelo vida eterna en una Tierra paradisíaca? Ellos también tienen una “esperanza viva,” porque esto es lo que se les ha prometido: “Ya no tendrán hambre ni tendrán más sed, ni los batirá el sol ni ningún calor abrasador, porque el Cordero, que está en medio del trono [de Dios], los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida. Y Dios limpiará toda lágrima de sus ojos.” (Rev. 7:9, 16, 17) Los que cifran su esperanza en estas “buenas nuevas” no sufrirán desilusión, porque éstas tienen como fundamento sólido la Palabra inspirada de Dios. El apóstol Pedro, al citar de Isaías 40:8, dijo lo siguiente acerca de “la palabra del Dios vivo y duradero”: “‘Toda carne es como hierba, y toda su gloria es como una flor de la hierba; la hierba se marchita, y la flor se cae, pero el dicho de Jehová dura para siempre.’ Pues, éste es el ‘dicho,’ esto que se les ha declarado a ustedes como buenas nuevas.”—1 Ped. 1:23-25.
12. ¿Cuán generoso es Dios al otorgar vida eterna?
12 Al describirse a sí mismo como el pastor excelente que “entrega su alma a favor de las ovejas,” Jesús dijo: “He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.” (Juan 10:10, 11) Esta generosidad no está limitada a los del “rebaño pequeño,” que llegan a ser coherederos de Cristo en los cielos. (Luc. 12:32) Ciertamente que no, porque Jesús dijo: “Tengo otras ovejas, que no son de este redil; a ésas también tengo que traer, y escucharán mi voz, y llegarán a ser un solo rebaño, un solo pastor. Y yo les doy vida eterna.” (Juan 10:16, 28) En este grupo, además de la “grande muchedumbre” de creyentes que esperan pasar vivos a través de la “grande tribulación,” estarán los siervos fieles de tiempos precristianos y los miles de millones de otros seres humanos muertos que serán resucitados en la Tierra con perspectivas de vida eterna. (Mat. 24:21; Heb. 11:35; Rev. 20:12) ¡Qué generoso es nuestro Dios al haber hecho esta provisión para la vida!
13. ¿Cómo se expresa el amor de Dios para con la humanidad, y qué efecto debe tener esto en nosotros?
13 La generosidad de Jehová al expresar su amor para con las criaturas humanas también se refleja en estas palabras que Jesús había pronunciado antes: “Tanto amó Dios al mundo [de la humanidad] que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para que juzgara al mundo [adversamente], sino para que el mundo sea salvo por medio de él. El que ejerce fe en él no ha de ser juzgado.” (Juan 3:16-18) Puesto que Jehová y su Hijo son tan generosos, ¿no debemos nosotros también ser generosos al dar a conocer a otros estas grandiosas “buenas nuevas”?
14. (a) ¿Por qué se dice de las naciones que “no tenían esperanza”? (b) ¿Cómo se reflejan nuestra fe y “esperanza viva”?
14 Al hacer eso, participamos en “obras buenas, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” Ya no somos como aquellos a quienes Pablo describió como “extraños a los pactos de la promesa” y que “no tenían esperanza” y que estaban “sin Dios en el mundo.” Ya no andamos “así como las naciones también andan en la inutilidad de su mente, estando ellas mentalmente en oscuridad, y alejadas de la vida que pertenece a Dios, a causa de la ignorancia que hay en ellas, debido a la insensibilidad de su corazón.” (Efe. 2:10, 12; 4:17, 18) No, porque ahora andamos con Dios, y nuestras “obras buenas,” en las cuales se destacan la predicación y la enseñanza de las “buenas nuevas,” reflejan nuestra fe y la “esperanza viva” que se desborda de nuestro corazón.—Mat. 4:17; 5:16; 9:35; 24:14.
LA ESPERANZA DE QUE HAYA UN GOBIERNO JUSTO
15. (a) ¿Por qué se necesita un gobierno bueno para que tengamos una “esperanza viva”? (b) A este respecto, ¿qué profecía animadora registró Isaías?
15 Nuestra esperanza viva abarca mucho más que la expectativa de vida eterna. Considere esto: ¿Cuán agradable sería vivir para siempre bajo gobiernos humanos crueles y opresivos, como los que muy a menudo han gobernado al hombre durante toda la historia? Algunas personas preferirían la muerte a esa esclavitud. Felizmente, la esperanza viva del pueblo de Dios incluye la esperanza de que se establezca un gobierno justo, el Reino por el cual los cristianos han orado por largo tiempo, y el cual santificará el nombre de Jehová y hará que su voluntad ‘se efectúe, como en el cielo, también sobre la tierra.’ (Mat. 6:9, 10) En su preparación de largo alcance para ese reino, Jehová usó al rey David de Israel para representar típicamente a Cristo Jesús en Su papel de Rey. El profeta Isaías describió a Este Mismo como “Príncipe de Paz,” diciendo: “De la abundancia del gobierno principesco y de la paz no habrá fin, sobre el trono de David y sobre su reino a fin de establecerlo firmemente y sustentarlo por medio del derecho y por medio de la justicia, desde ahora en adelante y hasta tiempo indefinido. El mismísimo celo de Jehová de los ejércitos hará esto.”—Isa. 9:6, 7.
16. ¿Qué seguridad dieron respecto al Reino Gabriel y el salmista?
16 Más de 1.000 años después, el ángel Gabriel se le apareció a una virgen, María, y le dijo: “Has hallado favor con Dios; y, ¡mira! concebirás en tu matriz y darás a luz un hijo, y has de ponerle por nombre Jesús. Este será grande y será llamado Hijo del Altísimo; y Jehová Dios le dará el trono de David su padre, . . . y de su reino no habrá fin.” (Luc. 1:30-33) De modo que este “Hijo del Altísimo” no solo provee el modo de obtener la salvación para vida eterna, sino que también provee bendiciones por medio de su reino. Este gobierno gobernará a toda la humanidad en justicia y traerá una abundancia de paz a sus súbditos por toda la Tierra.—Sal. 72:1-8.
17. ¿Por qué, pues, debemos ‘abundar en la esperanza,’ y cómo podemos expresar esa esperanza?
17 Refiriéndose de nuevo a las cosas que fueron “escritas en tiempo pasado,” el apóstol Pablo escribe: “Otra vez dice Isaías: ‘Habrá la raíz de Jesé [el padre de David], y habrá uno levantándose para gobernar naciones; en él cifrarán su esperanza naciones.’ Que el Dios que da esperanza los llene de todo gozo y paz por el creer de ustedes, para que abunden en la esperanza con poder de espíritu santo.” (Rom. 15:12, 13) En realidad, el que pongamos nuestra esperanza en el reino de Dios mediante Cristo es una fuente de regocijo y paz del corazón, y a medida que abundamos en esa esperanza, se nos estimula a proclamar esa esperanza a otros, con la fuerza que provee el espíritu de Dios.—Zac. 4:6; Isa. 40:28-31.
18. ¿Qué resplandeciente vista previa suministra Isaías respecto al Reino?
18 Al mencionar “la raíz de Jesé,” Pablo estaba citando del capítulo 11 de Isaías, que suministra una resplandeciente vista previa de la gobernación del reino de Cristo con estas palabras: “Sobre él tiene que asentarse el espíritu de Jehová, el espíritu de sabiduría y de entendimiento, el espíritu de consejo y de poderío, el espíritu de conocimiento y del temor de Jehová; y habrá disfrute por él en el temor de Jehová. Y él no juzgará por la mera apariencia de las cosas a sus ojos, ni censurará simplemente según lo que oigan sus oídos. Y con justicia tiene que juzgar a los de condición humilde, y con rectitud tiene que administrar censura a favor de los mansos de la tierra.” Después de describir la condición pacífica del paraíso espiritual del cual el pueblo de Dios disfruta aun hoy día, como si se hubiese domado a las bestias salvajes de la Tierra, la profecía declara: “La tierra ciertamente estará llena del conocimiento de Jehová como las aguas están cubriendo el mismísimo mar.” ¡Qué gloriosa esperanza! Con razón muchas personas de las naciones están dirigiéndose inquisitivamente a “la raíz de Jesé,” a Jesús entronizado, que está “de pie como seña para los pueblos.”—Isa 11 Vss. 1-10.
19. ¿Por qué es especialmente ahora cuando debemos regocijarnos en la esperanza?
19 Desde el memorable año de 1914, la humanidad ha estado viviendo a través de “la conclusión del sistema de cosas.” “El Hijo del hombre” ha llegado, y todos los ángeles con él, para sentarse en su glorioso trono celestial. Él ha procedido a juntar a las naciones para juicio y a “[separar] a la gente unos de otros, así como el pastor separa las ovejas de las cabras.” Para las naciones y las “cabras” éste es un tiempo de desesperada angustia, pero para los seres humanos obedientes como ovejas es un tiempo en que deben ‘levantarse erguidos y alzar la cabeza, porque su liberación se acerca.’—Mat. 24:3-8; 25:31-34; Luc. 21:26-28.
20. Podemos perseverar ahora en la esperanza si hacemos ¿qué?
20 Sin embargo, necesitamos perseverancia a fin de obtener el cumplimiento de la esperanza. A medida que estos “últimos días” se acercan a su fin, tenemos que ver las cosas de la manera en que Jesús las vio, como exhortó Pablo al escribir: “Que el Dios que suministra perseverancia y consuelo les conceda tener entre ustedes la misma actitud mental que Cristo Jesús tuvo, para que, de común acuerdo, con una sola boca glorifiquen al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.” (Rom. 15:5, 6) Por lo tanto, continuemos “de común acuerdo” y “con una sola boca” sirviendo con perseverancia, a medida que predicamos estas buenas nuevas del Reino “para testimonio a todas las naciones,” seguros de que “entonces vendrá el fin.” (Mat. 24:13, 14) Sí, que sea firme la confianza que ciframos en nuestro Señor Soberano Jehová, el “Dios que da esperanza.”
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Impelidos por nuestra “esperanza viva”La Atalaya 1980 | 1 de marzo
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Impelidos por nuestra “esperanza viva”
“A este fin estamos trabajando duro y esforzándonos, porque hemos cifrado nuestra esperanza en un Dios vivo, que es Salvador de hombres de toda clase, especialmente de los fieles.”—1 Tim. 4:10.
1. ¿Por qué debería movernos a entrar en acción la Palabra de Dios?
ES EN la Palabra de Dios, la Biblia, donde hallamos “palabras deleitables y la escritura de palabras correctas de verdad.” (Ecl. 12:10) Estas palabras son especialmente deleitables por el hecho de que despiertan en nuestro interior una esperanza viva... la esperanza de vida eterna en el arreglo del Reino que el Señor Soberano Jehová ha provisto de manera tan amorosa por medio de su Hijo, Jesucristo. (Juan 3:16; Rom. 15:12, 13) Como lo expresó el congregador, “las palabras de los sabios son como aguijones” que impelen a los que las oyen a entrar en acción. Así, las palabras de sabiduría y esperanza que leemos en la Palabra de Dios deben movernos a trabajar u obrar arduamente y a esforzarnos por servir en pro de su justo reino.—Ecl. 12:11.
2. ¿Qué han esperado con anhelo los hombres de fe?
2 Desde el tiempo en que Jehová dio la promesa edénica, los hombres de fe en Dios han esperado con anhelo el día de juicio en el cual la Descendencia Mesiánica quebrantaría la cabeza de la Serpiente. (Gén. 3:15; Rom. 16:20) Ese sería el día de juicio del mundo de Satanás, que culminará con la liberación de todos los que han cifrado su esperanza en el reino de Jehová por su Cristo.—2 Tim. 4:1, 18; Luc. 21:28.
UNA ESPERANZA SEGURA
3. (a) ¿Por qué es ésta una esperanza segura? (b) ¿Qué debe impelernos a declarar públicamente nuestra esperanza?
3 El Heb capítulo 11 del libro bíblico de Hebreos provee una larga lista de hombres y mujeres que manifestaron fe ejemplar. Tenían la “expectativa segura de cosas esperadas.” Esa esperanza era real para ellos, y ellos obraron en armonía con ella mientras ‘esperaban la ciudad que tiene fundamentos verdaderos, cuyo edificador y hacedor es Dios.’ Aunque no consiguieron el cumplimiento de las promesas en su día, “las vieron desde lejos y las acogieron y declararon públicamente que eran extraños y residentes temporales en la tierra.” (Heb. 11:1, 10, 13) Hoy día, esa esperanza ya no está “lejos,” ¡pues el Reino se ha acercado! ¡Cuánta más razón tenemos, pues, para hacer declaración pública de nuestra esperanza!—Mat. 24:14, 33.
4. ¿De qué profetizó Enoc, y cómo nos concierne eso hoy día?
4 Algunos de aquellos hombres fieles que tuvieron “la expectativa segura de cosas esperadas” vivieron en un tiempo de juicio de parte de Dios, lo mismo que nosotros hoy día. Jehová los usó para dar advertencia a los inicuos. Así, en los días que precedieron al Diluvio, Enoc profetizó acerca de los hombres corruptos: “¡Miren! Jehová vino con sus santas miríadas, para ejecutar juicio contra todos, y para probar la culpabilidad de todos los impíos respecto de todos sus hechos impíos que hicieron impíamente, y respecto de todas las cosas ofensivas que pecadores impíos hablaron contra él.” (Jud. 14, 15) Aquel juicio fue un tipo del juicio de Dios contra el mundo de hoy día, que es escandalizador por su perversidad.
5. ¿Qué ejemplo nos dio Noé en cuanto a obras de fe?
5 Además, Noé, quien vivió a través de la ejecución del juicio de Jehová sobre el mundo impío, fue “predicador de justicia.” (2 Ped. 2:5) Él se esforzó por hacer obras de fe, y construyó “un arca para la salvación de su casa; y por esta fe condenó al mundo.” (Heb. 11:7) Noé fue un ejemplo excelente para nosotros hoy día. Dentro de poco, “el justo juicio de Dios” se expresará, y entonces “los que no conocen a Dios . . . sufrirán el castigo judicial de destrucción eterna de delante del Señor y de la gloria de su fuerza.” ¡Ya que nos acercamos a esa ejecución de juicio, éste, entre todos los tiempos, es el tiempo en el cual predicar la justicia de Jehová en la Tierra!—2 Tes. 1:5-10.
6. (a) ¿Qué juicio antiguo recalca la certidumbre de la “grande tribulación”? (b) ¿Cómo podemos escapar de ese juicio?
6 Entre los que “declararon públicamente” que ponían su esperanza en el reino de Dios estuvieron Abrahán y Sara, también Isaac y Jacob. Abrahán vivió durante el tiempo en que Dios ejecutó juicio sobre Sodoma y Gomorra. Abrahán mostró gran deseo de que se perdonara de la destrucción a Sodoma, hasta si solo se encontrara a 10 hombres justos (como su sobrino Lot) en aquella ciudad. Por fin, Dios le dijo: “No la arruinaré por causa de los diez.” Al igual que Abrahán, nosotros hoy día quizás quisiéramos esperar que multitudes se salvaran de ser destruidas en la inminente “grande tribulación.” ¡Pero no! Este mundo impío tiene que ser destruido, como lo fueron Sodoma y Gomorra, a fin de limpiar la Tierra en preparación para el paraíso restaurado. La única manera de sobrevivir el juicio de Dios es ‘no ser parte del mundo,’ lo cual está en armonía con el hecho de que Lot y su familia huyeron de Sodoma antes de que ésta fuera destruida por fuego. Y también sería desastroso volver a las cosas del mundo. “Acuérdense de la esposa de Lot.”—Luc. 17:26-32; Gén. 18:22-32; 19:15-26; Mat. 24:21; Juan 15:19.
7. ¿Qué privilegio, parecido al de Ezequiel, tenemos hoy día, y qué debemos hacer en cuanto a él?
7 Entre la fiel “nube de testigos” que, según la descripción que da Pablo en el capítulo 11 de Hebreos, abrigaban la “expectativa segura de cosas esperadas,” se encuentran “Samuel y . . . los otros profetas,” ¡y qué intrepidez manifestaron éstos al dar a conocer la palabra de Jehová! (Heb. 11:32; 12:1) Entre ellos estaba Ezequiel, quien profetizó desde Babilonia respecto al juicio de Jehová contra la apóstata Jerusalén... juicio que se ejecutó en 607 a. de la E.C. La seriedad de la comisión de Ezequiel se pone de manifiesto por la “palabra de Jehová” que le vino en varias ocasiones. Fue ésta: “‘Ahora bien, en lo que respecta al atalaya, en caso de que él vea venir la espada y realmente no toque el cuerno y la gente misma no reciba ninguna advertencia y una espada venga y quite de ellos alma, por su propio error ésta misma tiene que ser quitada, pero su sangre la reclamaré de mano del atalaya mismo.’ Ahora bien, en cuanto a ti, oh hijo del hombre, atalaya es lo que te he hecho a la casa de Israel, y de mi boca tienes que oír la palabra y darles advertencia de mí.” (Eze. 33:6, 7; 3:17-21) ¿Vemos “venir la espada” hoy día? ¿Reconocemos con aprecio que la actual “aflicción” entre las naciones está conduciéndolas inexorablemente a Har-Magedón, la guerra de Dios? Entonces tenemos que tocar la ‘trompeta de advertencia,’ y mostrar a la gente el camino al reino de Dios... su única esperanza. ¡Qué privilegio es participar en esta obra de dar advertencia en el actual día de juicio, tal como lo hizo Ezequiel allá en aquel tiempo!—Mat. 24:3-8, 14; 25:31, 32; Rev. 16:13-16.
EL “PERFECCIONADOR DE NUESTRA FE”
8. Con respecto a dar advertencia, ¿qué excelente ejemplo dio Jesús?
8 Después de describir la gran “nube de testigos,” muchos de los cuales predicaron un mensaje de advertencia en tiempos precristianos, Pablo llama atención al “Agente Principal y Perfeccionador de nuestra fe, Jesús.” Este Hijo de Dios también proclamó intrépidamente el reino de Dios durante un día de juicio... y la ejecución del juicio vino cuando Jerusalén fue destruida en 70 E.C. Pablo nos anima a nosotros, que vivimos en otro día de juicio, a ‘mirar atentamente’ y ‘considerar con sumo cuidado’ el ejemplo que Jesús dio cuando estuvo bajo presión, a fin de que nosotros ‘no vayamos a cansarnos y desfallecer en nuestras almas.’—Heb. 12:1-3; Juan 12:31.
9, 10. (a) A los ojos de Jesús, ¿qué alimento era el más precioso? (b) ¿Acerca de qué instruyó Jesús a sus discípulos?
9 Nadie jamás ha trabajado más duro en los intereses del reino de Jehová que el Hijo de Dios mismo. En esto él imitó el ejemplo de su Padre que mora en el cielo, pues dijo: “Mi Padre ha seguido trabajando hasta ahora, y yo sigo trabajando.” El servicio del Reino significó más para Jesús que el alimento material, pues también dijo: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y terminar su obra. . . . ¡Miren! Les digo: Alcen los ojos y miren los campos, que están blancos para la siega. Ya el segador está recibiendo salario y recogiendo fruto para vida eterna.”—Juan 5:17; 4:34-36.
10 Jesús aludía al hecho de que estaba recogiendo a personas, aquellas que estaban “desolladas y desparramadas como ovejas sin pastor,” y él puso el modelo para esta siega a medida que recorrió las ciudades y aldeas enseñando y predicando respecto a la esperanza del Reino. Aquella también fue una obra de advertencia, pues Jesús, al enviar a sus 12 discípulos, los instruyó con las siguientes palabras: “Dondequiera que alguien no los recibe ni escucha sus palabras, al salir de aquella casa o de aquella ciudad, sacudan el polvo de sus pies. En verdad les digo: Le será más soportable a la tierra de Sodoma y Gomorra en el Día de Juicio que a aquella ciudad.”—Mat. 9:35-10:15.
“OBRAS MAYORES QUE ÉSTAS”
11. ¿Qué comentario insólito hizo Jesús precisamente antes de ser colgado en el madero?
11 En vísperas de ser colgado en el madero, Jesús habló a sus discípulos acerca de lo estrechamente unido que estaba con su Padre en hacer obras, y añadió lo siguiente: “Muy verdaderamente les digo: El que ejerce fe en mí, ése también hará las obras que yo hago; y hará obras mayores que éstas, porque yo estoy prosiguiendo mi camino al Padre.” (Juan 14:9-12) ¿A qué obras se refirió Jesús? ¿Cómo podrían ser éstas mayores que las que logró el Hijo de Dios mismo, quien trabajó en unión con su Padre?
12. ¿Cómo indicó Jesús lo que aquellas “obras mayores” envolverían?
12 Algunos días más tarde, después de su muerte y resurrección, Jesús se apareció a sus discípulos en Galilea y les indicó lo que estas “obras mayores” envolverían, al decir: “Vayan y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo, enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado. Y, ¡miren! estoy con ustedes todos los días hasta la conclusión del sistema de cosas.” Por 40 días Jesús continuó instruyéndolos acerca del reino de Dios, y entonces, precisamente antes de ascender al cielo, les dijo: “Recibirán poder cuando el espíritu santo llegue sobre ustedes, y serán testigos de mí tanto en Jerusalén como en toda Judea y en Samaria y hasta la parte más lejana de la tierra.”—Mat. 28:16-20; Hech. 1:3-8.
13. ¿Qué “testimonio cabal” se realizó en los días apostólicos?
13 Así, Jesús habló de una gran obra de testificar y enseñar que llegaría hasta todo rincón de la Tierra. Después de haberse derramado espíritu santo sobre sus discípulos en el Pentecostés, aquella campaña de predicar se inició con la bendición de Jehová. Resultó en un “testimonio cabal,” como tan a menudo se menciona en el libro bíblico de Hechos. Uno de los que llevó la delantera en aquella obra fue el apóstol Pablo, quien a su debido tiempo dijo a los ancianos de la congregación cristiana de Éfeso: “No me retraje de decirles ninguna de las cosas que fueran de provecho, ni de enseñarles públicamente y de casa en casa. Antes, di testimonio cabalmente tanto a judíos como a griegos acerca del arrepentimiento para con Dios y de la fe en nuestro Señor Jesús.”—Hech. 20:20, 21, 24; 2:40; 10:42; 23:11; 28:23.
14. (a) ¿Cuán extensa fue la predicación antes de 70 E.C.? (b) ¿Cómo consideraron los obreros la “devoción piadosa”?
14 Aquellos cristianos del primer siglo habían emprendido la obra de dar advertencia a la gente y de enseñar las “buenas nuevas,” de modo que los judíos recibieron notificación cabal de la inminente destrucción de Jerusalén... la cual vino con sorprendente rapidez en 70 E.C., tal como Jesús había profetizado. (Mat. 23:37, 38; 24:15-22) A medida que se acercaba el tiempo para aquella ejecución de juicio, el apóstol Pablo pudo escribir que la esperanza de las “buenas nuevas” se había ‘predicado en toda la creación que está bajo el cielo.’ (Col. 1:23) ¡En verdad, aquella ‘testificación cabal’ había resultado en “obras” aún mayores que las que Jesús había realizado! ¿Y quiénes eran los obradores u obreros? Eran hombres y mujeres humildes que ponían la devoción piadosa en primer lugar en su vida. Junto con el apóstol Pablo, podían decir: “La devoción piadosa es provechosa para todas las cosas, puesto que encierra promesa de la vida de ahora y de la que ha de venir. . . . a este fin estamos trabajando duro y esforzándonos, porque hemos cifrado nuestra esperanza en un Dios vivo, que es Salvador de hombres de toda clase, especialmente de los fieles.” (1 Tim. 4:8-10) Por dar “testimonio cabal” y participar en “obras mayores” en aquel día de juicio Dios los bendijo abundantemente.
TESTIGOS DEL DÍA MODERNO
15. ¿Cómo difiere la actividad de los testigos de Jehová de la de las religiones de la cristiandad?
15 En este día final del juicio del mundo impío, que comenzó cuando “los tiempos señalados de las naciones” expiraron en 1914 E.C., una gran muchedumbre de Testigos ha abarcado la Tierra dando a conocer el nombre y el reino de Jehová. La cristiandad
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