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  • Toda persona necesita esperanza
    La Atalaya 1981 | 15 de octubre
    • Toda persona necesita esperanza

      “LA ESPERANZA fluye eternamente dentro del corazón humano.” Eso fue lo que dijo el bardo inglés Alexander Pope en su “Ensayo sobre el hombre.” Dos mil años antes, el poeta griego Teócrito expresó el asunto de esta manera: “Mientras haya vida hay esperanza.” Mucho antes aún, el sabio judío Salomón escribió: “Tiene más esperanza aquel a quien se concede seguir viviendo.”—Ecl. 9:4, Versión Popular.

      Sí, en todas las épocas, hombres de toda clase necesitaron esperanza. Hoy día, hay millones de personas que dicen que la única esperanza que existe es lograr un mundo mejor mediante el comunismo. Creen que los cambios revolucionarios traerán tiempos mejores a las masas. Citan las palabras de Gabriel Péri, un mártir comunista francés, cuando dicen que, gracias al comunismo, las generaciones futuras experimentarán “mañanas felices.” Es verdad que mucha gente ha visto los desilusionadores resultados que han obtenido gobiernos que siguen los principios marxistas, y esto ha desanimado y disgustado a esas personas. Sin embargo, el comunismo todavía es la “esperanza” de millones de personas de la humanidad que están buscando un mundo en que haya justicia social.

      El Corán ofrece a unos quinientos millones de musulmanes la esperanza de felicidad eterna en un paraíso llamado “el Jardín” donde los benditos disfrutarán de lujos en sus cuerpos resucitados. Muchos musulmanes tienen aún la esperanza de un milenio o un reinado de 1.000 años de paz en la Tierra antes del Día de Juicio. Los que sean rechazados por Alá serán lanzados dentro del “Lugar Ardiente” para ser atormentados eternamente.

      La esperanza de centenares de millones de hindúes y budistas es alcanzar la meta de Nirvana. Para los hindúes, esto representa literalmente que se “apague” o extinga la llama de la vida por medio de ser absorbidos ellos dentro de Brahma o el alma universal impersonal. Para los budistas, Nirvana es “el estado de bienaventuranza perfecta que se logra por la extinción de la existencia individual y por la absorción del alma dentro del espíritu supremo.”

      Además, para los centenares de millones de personas que alegan ser cristianos, se dice que la esperanza es una de las tres “virtudes teologales,” junto con la fe y la caridad (o amor). Respecto a estas tres virtudes, la Enciclopedia de M’Clintock y Strong declara: “La fe es la raíz, la caridad es el tronco que lleva frutos y la esperanza es la copa del árbol de la vida cristiana, que alcanza al cielo.”

      En armonía con esa obra del protestantismo que indica que la esperanza de los miembros de las iglesias de la cristiandad es la de ir al cielo, The Catholic Encyclopedia, bajo el tema “Esperanza,” dice: “[La esperanza] se define como una virtud Divina mediante la cual podemos con confianza esperar, con la ayuda de Dios, alcanzar la felicidad eterna . . . Todo esto se puede entender solo sobre la base, la cual damos por sentada, de que hay tal cosa como un orden sobrenatural, y de que, bajo la presente providencia de Dios, el único destino final y realizable del hombre reside en ese orden. . . . La esperanza tiene como su principal objetivo la unión con Dios en el cielo.” (Bastardillas nuestras)

      Así que la única esperanza que los católicos y la mayor parte de los protestantes tienen ante sí es la de “felicidad eterna . . . en el cielo.” Si esto falla, no tienen esperanza alguna. A Catholic Dictionary dice: “Los malditos en el infierno no pueden tener esperanza, ya que para ellos no puede haber expectativa de salvación.” Dante se imaginó que un aviso colocado en la entrada del infierno decía: “Abandonad toda esperanza, vosotros los que aquí entráis.”

      Pero para todos los que creen en Dios y en Cristo, ¿es la alternativa o “la felicidad eterna” en el cielo o una condición desesperanzada de castigo eterno en el “infierno”? Ya que las raíces del cristianismo están profundamente arraigadas en la Biblia, ¿cómo definen las Escrituras la esperanza cristiana y cualquier castigo que haya cuando no se alcance tal esperanza?

      Además, ya que a los millones de personas a quienes fascina el comunismo evidentemente no les atrae la “gloria celestial” que las iglesias ofrecen como la única esperanza, ¿pudiera ser que la Biblia ofrezca a estas personas —no por el breve período de una vida, sino para la eternidad— la mismísima esperanza que ellas piensan que han encontrado en el comunismo: un mundo de “igualdad social y económica para todos” en una “sociedad sin clases”?

      ¿Pudiera ser que la Biblia hasta ofrezca a millones de musulmanes una esperanza que sea parecida a la del “Jardín” paradisíaco que se les ofrece en el Corán, pero sin el peligro de ir a parar al “Lugar Ardiente”?

      Y, ¿qué hay de los centenares de millones de practicantes de ciertas religiones orientales a quienes se les ha enseñado que toda existencia material significa sufrimiento, y para quienes, por lo tanto, la vida en la Tierra es un mal? ¿Cancelarían estas personas en Nirvana su existencia individual si pudieran convencerse de que nunca hubo el propósito de que la vida en la Tierra fuera un período de sufrimiento como el que ellos han conocido? ¿No podría la Biblia cambiar su concepto de la vida y darles una esperanza que corresponda mejor con los deseos naturales de criaturas humanas inteligentes?

      Teniendo presentes estas preguntas, examinemos la Biblia y la historia religiosa para ver si la única esperanza que se ofrece a la humanidad es la de “ir al cielo.” Y, ya que, de acuerdo con la Biblia, aun antes de la fundación del cristianismo a la humanidad se le había dado una esperanza, retrocedamos para ver qué esperanza tenían los judíos primitivos.

  • Origen de la esperanza de un reino de mil años
    La Atalaya 1981 | 15 de octubre
    • Origen de la esperanza de un reino de mil años

      HOY día es poca la diferencia que existe entre las esperanzas y los temores de los católicos, protestantes y judíos comunes. Casi todos ellos creen en la inmortalidad inherente del alma humana y sus creencias relacionadas de dicha celestial en un mundo etéreo o tormento eterno en alguna clase de “infierno.”

      Puesto que las religiones de la cristiandad afirman que sus creencias guardan relación con la creencia monoteísta de los judíos, y puesto que aceptan las Escrituras judías como inspiradas, sería interesante ver si tanto las esperanzas de los judíos como las de los “cristianos” de hoy corresponden con la esperanza que se expone en las Escrituras Hebreas y con las creencias antiguas de los judíos.

      LA ESPERANZA MESIÁNICA

      Sobre la base de textos tales como Génesis 3:15; 22:15-18; 49:10 y Deuteronomio 18:18, para citar solo cuatro de los 456 textos de la Biblia Hebrea que la antigua Sinagoga Judía consideraba textos mesiánicos, ¿exactamente qué estaban esperando los judíos? ¿Cuál era su esperanza?

      Una autoritativa obra de consulta, una enciclopedia judía, proporciona la siguiente información: “. . . la idea de un Mesías personal se encuentra por todo el Viejo Testamento. Es el resultado natural de la esperanza futura profética. Isaías fue el primer profeta que dio una descripción detallada del rey ideal futuro. (ix. 1-6 [2-7 en las Biblias no judías], xi. 1-10, xxxii. 1-5). . . . El rey ideal que Isaías espera será un vástago del tronco de Jesé en el cual descansará el espíritu de Dios como espíritu de sabiduría, valor y religión, y quien gobernará en el temor de Dios, con los lomos ceñidos de justicia y fidelidad (xi. 1-3a, 5). No se envolverá en guerra ni participará en la conquista de naciones; los aparejos de guerra serán destruidos (ix. 4 [5]); su único interés será establecer justicia entre su pueblo (ix. 6b [7b]; xi. 3b, 4). La paz y el orden por toda la tierra serán el fruto de su gobierno justo. El cordero no temerá al lobo y el leopardo no hará daño al niño (xi. 8 [6]); o sea, como explica el siguiente versículo, en la santa montaña de Dios ya no se practicarán la tiranía ni la violencia, porque la tierra estará llena del conocimiento de Dios como el agua cubre el mar (compare con xxxii. 1, 2, 16). La gente no aspirará a conseguir grandeza política, sino que llevará una vida pastoril (xxxii. 18, 20). En medio de tales condiciones ideales la nación no puede menos que prosperar; no tendrá que temer el ataque de otras naciones (ix. 6a [7a], xxxii. 15). El recién brotado vástago de Jesé se destacará como guía para otras naciones, y éstas vendrán a él en busca de dirección y arbitraje (xi. 10). Se le llamará correctamente ‘Maravilloso Consejero,’ ‘Héroe Divino,’ ‘Padre Constante,’ ‘Príncipe de Paz’ (ix. 5 [6]).

      “Este cuadro del futuro está en completa armonía con el punto de vista de Isaías, de que el juicio conducirá a una regeneración espiritual y dará origen a un estado de perfección moral y religiosa.”—The Jewish Encyclopedia, Tomo 8, página 506.

      Esto es suficiente para manifestar la esperanza mesiánica que las Santas Escrituras ofrecían a los judíos. ¡Ciertamente no había mucho de “celestial” en esa esperanza! Pero, ¿qué hay de los escritos seglares judíos? La misma obra de consulta declara un poco más adelante: “El concepto de un Mesías terrestre es el general en la literatura apocalíptica rabínica, y desde el fin del primer siglo de la era común es también el concepto oficialmente aceptado por el judaísmo.”—Página 510.

      UNA ESPERANZA TERRESTRE

      Así, la esperanza original de los judíos era una esperanza terrestre. No hay prueba bíblica de que tales antepasados fieles de los judíos como Abrahán, Isaac y Jacob hayan esperado ir al cielo. La ley que se dio por medio de Moisés no ofreció tal esperanza. Lo mismo se puede decir de los libros poéticos de las Escrituras Hebreas y los Profetas.

      En relación con esto, el bien documentado Dictionnaire de Théologie Catholique declara: “Note en el Viejo Testamento toda la prosperidad temporal que la persona religiosa esperaba, con base en las promesas de Dios a ella, su familia y su nación. Además, tenía la esperanza de recibir dones espirituales y morales, la esperanza de la venida del Mesías y de su reino.” (Bastardillas nuestras)

      El Dictionnaire Encyclopédique de la Bible, una obra de consulta protestante, confirma lo antedicho. Leemos: “Las esperanzas expuestas en el V. T. [Viejo Testamento] se desarrollaron gradualmente. Comienzan con beneficios terrestres, restauración política y repoblación por los habitantes. . . . Esa esperanza se desarrolló y llegó a ser universal. Jehová es el Amo del mundo. . . . El ‘Siervo del Eterno’ vendrá; por medio de su sufrimiento y su humillación salvará a su pueblo. Isaías 42:1-4 nos muestra que el mundo cifra esperanza en su enseñanza. Entonces vendrá la gloria del Siervo del Eterno, la era mesiánica y una humanidad renovada.” (Bastardillas nuestras)

      The Jewish Encyclopedia resume muy bien la esperanza terrestre de los judíos de este modo: “. . .los Profetas desarrollaron la esperanza de un futuro mesiánico ideal por medio de la gobernación de un hijo de la casa de David... la edad de oro de la dicha paradisíaca . . . Habría de venir en forma de un mundo de paz y armonía perfecta entre todas las criaturas, el estado angelical que el hombre tenía antes de su pecado (Isa. xi. 1-10, lxv. 17-25: ‘nuevos cielos y una nueva tierra’). . . . ‘el principal objetivo de la esperanza mesiánica de Israel es la conversión de todas las criaturas para que lleguen a ser un solo grupo que haga la voluntad de Dios; solo que al establecimiento del reino de Dios debe preceder la remoción del ‘reino de la violencia.’ . . . Sin embargo, en la escatología [estudio del destino final de la humanidad y del mundo] judía se transformó el año mundial de doce milenios persa-babilónico en una semana mundial de siete milenios en correspondencia con la semana de la Creación, pues el versículo: ‘Mil años delante de tus ojos son como el día de ayer’ (Sal. xc. 5 [A.V.4]) había sugerido la idea de que el presente mundo de afán (‘‘‏olam ha-zeh’) será seguido por un milenio sabático, ‘el mundo por venir’ (‘‘‏olam ha-baʹ’. . .).”—Tomo 5, páginas 209-211. (Bastardillas nuestras)

      RESURRECCIÓN, NO INMORTALIDAD INHERENTE

      Por siglos entre los judíos no existió la creencia pagana de la inmortalidad del alma humana. Los judíos eran un pueblo educado, y cualquier judío que supiera leer podía leer en las Escrituras Hebreas veintenas de textos que declaran en términos claros que el “alma” (en hebreo néphesh) puede morir. He aquí algunos de ellos: Génesis 19:19, 20; Números 23:10; Josué 2:13, 14; Salmo 22:29 (versículo 30 en las Biblias judías); Ezequiel 18:4, 20.

      Así que la antigua esperanza judía de vivir en un paraíso que el Mesías restauraría en la Tierra se basaba en la creencia de la resurrección, no en la creencia de que tuvieran inmortalidad inherente. The Jewish Encyclopedia comprueba esto, al decir: “La resurrección formaba parte de la esperanza mesiánica (Isa. xxvi. 19; Dan. xii. 2). . . . Al principio la resurrección era vista como una dádiva que se concedía solo a los justos . . ., pero después se consideró que esta esperanza era de aplicación universal y que estaba conectada con el Juicio Final . . . El que el proceso envuelto en la formación del cuerpo al tiempo de la Resurrección sea, o no, igual al del tiempo del nacimiento es un asunto de discusión entre los hilelitas y los samaítas.”—Tomo 5, página 216.

      Con relación a “Gehena” (el “infierno” de la cristiandad), esta misma obra de consulta autorizada declara: “No hay base bíblica para la creencia en el castigo del alma después de la muerte; esta creencia provino de los babilonios y los persas, y recibió retoque judío de la palabra ‘Gehinnom’ (el valle de Hinón), valle convertido por Manasés en un lugar detestable con el fuego de los sacrificios a Moloc (II Reyes Re. xxiii. 10).”—Ibídem, página 217.

      Entonces, ¿por qué son enseñanza general de los teólogos judíos de nuestro día la doctrina de la inmortalidad inherente del alma y la del castigo eterno? El Supplément au Dictionnaire de la Bible nos da la siguiente información: “Al principio [los judíos] pensaron que la salvación sería en la Tierra . . .; por brillante que fuera la esperanza mesiánica y por mucho que durara la gobernación futura —y parece que algunos hasta creían que duraría para siempre— la naturaleza terrestre y nacional de aquella época religiosa era fundamental. Entonces se impuso una nueva perspectiva: el ‘descubrimiento’ de una existencia feliz después de la muerte.” (Bastardillas nuestras)

      ¿Cómo “descubrieron” los judíos que el hombre tuviera un “alma” que sobreviviera a la muerte del cuerpo? De nuevo, autoritativas obras de consulta nos proveen información concluyente. Como reconoce The Jewish Encyclopedia: “La idea de un alma incorpórea, con personalidad propia, solo se afianzó en el judaísmo mediante el contacto de los judíos con el pensamiento persa y griego.” Confirma esta declaración el Dictionnaire Encyclopédique de la Bible, al decir: “El concepto de la inmortalidad es un producto del pensamiento griego, mientras que la esperanza de una resurrección pertenece al pensamiento judío. . . . Después de las conquistas de Alejandro, el judaísmo gradualmente absorbió conceptos griegos.”

      Si alguien duda el hecho de que originalmente los judíos no creían en la inmortalidad del alma, basta con decir que en fecha tan tardía como la del primer siglo de la era común la cuestión todavía no estaba totalmente resuelta en la mente de los judíos, como lo prueba el hecho de que los fariseos creían en la inmortalidad del alma, mientras que los saduceos no creían en ella.—Vea en la versión en inglés de las Antigüedades de Josefo: Libro 18, capítulo 1, párrafos 3, 4; y en la versión en inglés de Guerras: Libro 2, capítulo 8, párrafo 14; compare con Hechos 23:8.

      SE TRANSFORMA LA ESPERANZA MESIÁNICA ORIGINAL

      Tal como los judíos abandonaron gradualmente su esperanza de una vida futura mediante la resurrección y adoptaron la idea pagana de la inmortalidad inherente de un “alma” separada, de igual manera transformaron su esperanza mesiánica original. Para el primer siglo de la era común la esperanza mesiánica judía había llegado a ser una esperanza política nacionalista.

      En confirmación de esto, The Jewish Encyclopedia dice: “Los judíos no buscaron refugio en la esperanza de un Mesías personal sino hasta después de la caída de la dinastía de los Macabeos [siglo segundo a. de la E.C.], cuando el gobierno despótico de Herodes el Grande y su familia y la aumentante tiranía del imperio romano habían hecho cada vez más intolerable su condición. Anhelaban la venida del prometido libertador de la casa de David, quien los libraría del yugo del odiado usurpador extranjero.”

      En su libro Life and Times of Jesus the Messiah (La vida y los tiempos de Jesús el Mesías) Alfred Edersheim dice: “Todo lo que Israel esperaba era la restauración y la gloria nacional. Todo lo demás era solo medios hacia aquellos fines; el Mesías Mismo era solo el principal instrumento para conseguirlos. . . . La idea rabínica del Mesías no era la de que él fuera ‘una luz para alumbrar a los gentiles, y la gloria de su pueblo Israel’... la satisfacción de las necesidades de la humanidad.”

      Entonces Edersheim señala que, para el primer siglo de la era común, ya los líderes religiosos judíos no esperaban un Mesías-Redentor. Declara: “Hasta donde se puede ver, por las opiniones que se recogen de sus escritos, los Rabinos de la antigüedad no creían en las doctrinas del Pecado Original, ni de la pecaminosidad de nuestra entera naturaleza. . . . Al no sentirse la necesidad de alcanzar liberación del pecado, podemos entender por qué la tradición rabínica no hallaba lugar para el oficio Sacerdotal del Mesías, y cómo hasta Sus afirmaciones de ser el Profeta de Su pueblo están casi completamente eclipsadas por Su aparición como el Rey y Libertador de ellos. Esta era, en realidad, la necesidad siempre presente, que ejercía sobre ellos cada vez más presión a medida que los sufrimientos nacionales de Israel parecían irse haciendo inexplicables.”

      Así, gradualmente se perdió de vista la esperanza original de los judíos. La esperanza de un Rey Mesiánico que no solo habría de gobernar sobre los judíos, sino que también sería “guía para otras naciones” cedió ante la esperanza fanática de que viniera un líder nacional que los condujera a la victoria sobre sus enemigos políticos y religiosos. La esperanza terrestre de un “milenio sabático” durante el cual el Mesías hubiera de traer una “edad de oro de la dicha paradisíaca,” “un mundo de paz y armonía perfecta entre todas las criaturas,” fue reemplazada por una vaga esperanza celestial basada en el concepto de la inmortalidad inherente, un concepto que se adoptó de los babilonios, persas y griegos.

      Pasaron los años. No llegó tal Mesías político para liberar a los judíos ni para juntarlos y establecerlos nuevamente en su tierra después de la destrucción de Jerusalén en el 70 E.C. Así que hasta esta esperanza mesiánica transformada se desvaneció del corazón de los judíos. Como lo expresa Edersheim: “¿Por qué se ha tardado tan inexplicablemente la redención de Israel y la venida del Mesías? Es aquí donde la Sinagoga se encuentra ante un misterio insoluble. Las explicaciones que se intentan dar son, como ellos lo reconocen, conjeturas, o, más bien, intentos de evadir la cuestión. El único remedio que les queda es el de imponer autoritariamente silencio sobre toda esta clase de preguntas... el silencio, como lo dirían ellos, de una sumisión absoluta y penosa ante lo inexplicable, . . . el silencio de una desilusión y una desesperanza que siempre reaparecen. Así, la grandiosa esperanza de la Sinagoga está, por decirlo así, escrita en un epitafio sobre una lápida quebrada, para que lo repitan los miles que, durante estos muchos siglos, han lavado las ruinas del Santuario con lágrimas infructuosas.”

      Afortunadamente, la esperanza original de un Paraíso terrestre restaurado bajo la gobernación del Mesías todavía está disponible para los judíos sinceros, y algunos ya se han aprovechado de esa esperanza y han enjugado sus lágrimas. Pero para muchos otros de nuestros lectores todavía permanece la pregunta: ¿Qué efecto tuvo la venida de Jesucristo, el Mesías, en la esperanza de un “milenio sabático” de “paz y armonía perfecta entre todas las criaturas” en la Tierra? Y, si Cristo confirmó esa esperanza, ¿a qué se debe el que casi ninguno de los “cristianos” protestantes y católicos tenga tal esperanza milenaria?

      [Ilustración en la página 5]

      ¿“Mañanas felices” del comunismo?

      ¿Nirvana hindú o budista?

      ¿“Gloria celestial” del catolicismo o el protestantismo?

      ¿Qué esperanza ofrece la Biblia?

  • Se priva a los católicos de la esperanza del reino de mil años
    La Atalaya 1981 | 15 de octubre
    • Se priva a los católicos de la esperanza del reino de mil años

      ¡CIELO o infierno! ¡Qué alternativa! No obstante, éstas son las dos perspectivas que se colocan ante millones de católicos, protestantes, judíos y musulmanes. Para los católicos, también hay el purgatorio en camino al cielo. Pero hasta este temor y esta esperanza son tan vagos que muchos creyentes sinceros dudan que sean válidos.

      No es sorprendente que Jacques Duquesne, escritor sobre asuntos religiosos, pudiera registrar las siguientes conversaciones que tuvo con dos católicos practicantes: (Con un hombre) “¿Cree usted en el infierno? —¡De ninguna manera, no señor! . . . —¿Y en el cielo? —No veo más razón para creer en él que en el infierno.” (Con una mujer) “Según opina usted, ¿qué nos sucede al morir? —¿Al morir? Pues, hace años que he dejado de creer que suceda algo. —¿Qué quiere decir con eso? —Que no hay nada que sobreviva. Claro, todo el mundo puede ver que el cuerpo está muerto. Pues, lo mismo sucede con el alma. No sé. Realmente no sé . . . —Pero, ¿usted sigue creyendo firmemente en Dios? —Sí, definitivamente. —¿Qué la impulsa a creer? —Quiero tener esperanza.”—Dios para el hombre de hoy (francés).

      Está claro que la Iglesia Católica no ha dado a sus miembros una esperanza que engendre una creencia firme. De hecho, las dudas y hasta la incredulidad son algunos de los malos frutos que ahora están segando todas las religiones tradicionales de la cristiandad. En muchos países predominantemente católicos la vaga y nebulosa esperanza de la “gloria celestial” ha resultado insuficiente para impedir que millones de personas pierdan la fe y se vuelvan al comunismo para satisfacer su deseo natural y legítimo de tener una buena vida en la Tierra. A cambio de la esperanza incierta de “felicidad eterna” en el cielo, parece que muchas personas están dispuestas a contentarse con “setenta años” de vida feliz en la Tierra. Y hasta esa esperanza está resultando ilusoria.

      DESPRECIO AL “MILENARISMO”

      Muchos hoy han llegado a ser “cristianos” tibios, que se interesan más en la vida de ahora en la Tierra que en el cumplimiento de la esperanza cristiana. Una razón por la cual sucede esto es que las iglesias de la cristiandad han tergiversado esa esperanza. Hablan con desprecio de los cristianos sinceros que fijan su esperanza en el milenio o reinado de 1.000 años de Cristo. Por ejemplo, el muy altamente respetado y voluminoso diccionario francés Dictionnaire de Théologie Catholique define el “milenarismo” como sigue: “Creencia falsa que profesaron los que estuvieron esperando un reinado temporal del Mesías, cuya duración algunos de ellos consideraban que sería de mil años. . . . Desde el quinto siglo, ya no se ha hablado del milenarismo, o lo han hecho muy rara vez unas cuantas sectas chifladas.”

      No obstante, aunque habla desdeñosamente de los que creen en el reinado de 1.000 años del Mesías, esta autorizada obra católica confiesa que sí se habló del milenarismo antes del siglo quinto. En otras palabras, se perdió de vista la esperanza del milenio durante el siglo quinto. ¿Por qué? ¿Confirma la historia lo que la Biblia misma revela, a saber, que los cristianos primitivos creían en el reinado de 1.000 años de Cristo? Si así es, ¿cómo se privó a millones de católicos y protestantes de la esperanza del milenio? En respuesta a estas preguntas, veamos lo que revelan obras de consulta y libros de historia dignos de confianza.

      EL TESTIMONIO DE LOS “PADRES DE LA IGLESIA”

      Obras de consulta católicas reconocen que muchos de los primeros “padres de la iglesia” creían en el reinado de 1.000 años de Cristo, o milenio, y enseñaban acerca de éste. The Catholic Encyclopedia declara: “Posteriormente entre los católicos, el obispo Papías de Hierápolis, discípulo de San Juan [el apóstol], se presento como defensor del ‘milenarismo.’ Afirmó haber recibido su doctrina de contemporáneos de los Apóstoles, y según la narración de Ireneo otros ‘Presbíteros’ [ancianos], que habían visto y oído al discípulo Juan, aprendieron de él la creencia en el milenarismo como parte de la doctrina del Señor. . . .

      “La mayoría de los comentadores han hallado ideas milenaristas en la Epístola de San Bernabé [a principios del siglo segundo] . . . Bajo la influencia de los compañeros de San Policarpo, San Ireneo de Lyon, originario de Asia Menor, adoptó las ideas milenaristas, las cuales consideró y defendió en la obra que escribió en contra de los gnósticos . . . En su diálogo con Trifón (cap. 80-81), San Justino de Roma, el mártir, utiliza la doctrina de un milenio en oposición a los judíos . . . Un testigo que favoreció el seguir creyendo en el milenarismo en la provincia de Asia fue San Melito, obispo de Sardes durante el siglo segundo. . . .

      “. . . Tertuliano, protagonista del montanismo, expone la doctrina . . . según la cual al final del tiempo el gran reino de la promesa, la nueva Jerusalén, se establecería y duraría por espacio de mil años. Todos estos autores milenaristas se apoyan en varios pasajes de los libros proféticos del Antiguo Testamento, en unos cuantos pasajes de las epístolas de San Pablo y en el Apocalipsis [Revelación] de San Juan.”—Bastardillas nuestras.

      ¿QUIÉNES SON REALMENTE “APOSTÓLICOS”?

      Uno de los principales argumentos que presenta la Iglesia Católica Romana para apoyar su superioridad con relación a las iglesias protestantes, y también con relación a los testigos de Jehová, es la afirmación de que ella es la única guardiana de la tradición cristiana tal como ésta se ha transmitido desde el tiempo de los apóstoles. La publicación A Catholic Dictionary dice lo siguiente: “La Iglesia Romana es apostólica, porque su doctrina se compone de la fe que fue revelada una vez a los Apóstoles, la cual fe ella guarda y explica, sin añadirle ni quitarle nada.”—Bastardillas nuestras.

      Sin embargo, la Iglesia Católica misma reconoce que los hombres que según The Catholic Encyclopedia enseñaron acerca de la esperanza del milenio están entre los primeros “padres de la Iglesia.” En cuanto a dos de ellos (Policarpo y Papías), se dice que habían visto y oído al apóstol Juan y habían conocido a discípulos que conocían a Cristo mismo y a otros apóstoles. Todos los demás a quienes se cita son “padres” o “doctores” del siglo segundo o de principios del tercero, y todos creían en el reinado de 1.000 años de Cristo.

      El muy autoritativo Dictionnaire de Théologie Catholique hasta dice que los contemporáneos de Papías, que eran más “inteligentes” y “astutos” que él, “creían como él en el reinado de mil años y consideraban que esta creencia era uno de los dogmas esenciales de la fe cristiana.” Esta misma obra de consulta católica dice acerca de Justino el Mártir que aunque él sabía que algunos de sus contemporáneos no tenían el mismo parecer que él sobre el milenio, con relación a este asunto él se consideraba el “guardián de la doctrina a mayor grado ortodoxa.” Con referencia a Ireneo, el diccionario declara: “Para él, el milenarismo es parte de las enseñanzas tradicionales. . . . Parece que San Ireneo creía que no se podía dar una explicación correcta de las Escrituras sin el milenarismo.”—Tomo X, columnas 1761, 1762 (Bastardillas nuestras).

      Entonces, ¿quiénes están más apegados a la verdadera enseñanza y tradición apostólica? ¿la Iglesia Católica Romana, que despectivamente llama ‘secta chiflada’ a los que todavía creen en el reinado de 1.000 años de Cristo, o los testigos de Jehová, que abrigan la esperanza del milenio? ¿Cómo fue eliminada del dogma católico esta esperanza?

      LA APOSTASÍA TERGIVERSA LA ESPERANZA CRISTIANA

      En el artículo anterior hemos visto que, como resultado de la apostasía que ocurrió en los siglos inmediatamente precedentes a la era común, los judíos reemplazaron su esperanza de la resurrección con la creencia pagana de la inmortalidad inherente del alma y transformaron en esperanza política la esperanza mesiánica que originalmente habían tenido. De manera similar, la apostasía que se predijo que ocurriría entre los cristianos (Hech. 20:29, 30; 2 Tes. 2:3; 1 Juan 2:18, 19) tuvo como resultado la tergiversación de la esperanza del milenio.

      El erudito judío Hugh J. Schonfield declara: “Los cristianos no se desviaron de la esperanza del reino terrestre de Dios sino hasta el siglo segundo.” “A pesar de que se les rogó que mostraran constancia, lealtad y perseverancia, muchos otros cristianos se desilusionaron y abandonaron la Iglesia o siguieron a los maestros cuyas interpretaciones de la naturaleza del cristianismo estaban menos orientadas hacia la Tierra.”

      Con relación a esta tendencia a ‘desviarse’ de la esperanza de un paraíso restaurado sobre la Tierra mediante el reino o gobierno mesiánico, The New International Dictionary of New Testament Theology declara (Tomo 2, bajo “Paradise”): “Más adelante en el transcurso de la historia eclesiástica llegaron a incorporarse en el concepto del paraíso muchos temas, cuadros e ideas que no provenían de la Biblia. . . . Las especulaciones de la iglesia con relación al paraíso y los conceptos de la religiosidad popular están ligados también al hecho de que la doctrina de la inmortalidad del alma llegó a reemplazar a la escatología del NT [Nuevo Testamento] y su esperanza de la resurrección de los muertos y de una nueva creación (Rev. 21 s.), de modo que el alma es sometida a juicio después de la muerte y alcanza el paraíso ahora considerado como parte del otro mundo.”—Bastardillas nuestras.

      Así, a medida que fue infiltrándose la doctrina griega de la inmortalidad del alma los cristianos apóstatas transfirieron el paraíso de la Tierra al cielo y abandonaron la esperanza milenaria que originalmente habían tenido. The Encyclopœdia Britannica (1977) confirma esto, pues admite: “La influencia del pensamiento griego en la teología cristiana socavó el punto de vista milenarista del mundo.”

      EL NEOPLATONISMO REEMPLAZA A LA ESPERANZA DEL MILENIO

      La esperanza del milenio fue, por lo tanto, víctima de la apostasía. Sus enemigos recurrieron a cuanto pudieron para combatirla. Al enumerar los adversarios del milenarismo, el Dictionnaire de Théologie Catholique dice en cuanto al sacerdote romano Cayo (quien vivió a fines del siglo segundo y a principios del tercero) que “para vencer al milenarismo él negó rotundamente la autenticidad del Apocalipsis [Revelación] y del Evangelio de San Juan.” Esta misma autoritativa fuente de consulta católica también revela que “San” Dionisio, obispo de Alejandría en el siglo tercero, escribió un tratado en contra del milenarismo y “a fin de que los adeptos de esta opinión no pudieran apoyarse en el Apocalipsis de San Juan como base para su creencia, no vaciló en negar la autenticidad de este libro.”

      Además, este diccionario católico de 15 tomos nos informa que en el siglo tercero Orígenes, “padre de la Iglesia,” condenó a los que creían en las bendiciones terrestres del milenio porque “interpretaban las Escrituras a la manera de los judíos.” ¿Qué otra razón tenía Orígenes para oponerse al milenarismo? The Catholic Encyclopedia nos informa: “Ya que el neoplatonismo era la base de sus doctrinas . . ., él [Orígenes] no podía hacerse partidario de los milenaristas.” Creyendo, como Platón, en la inmortalidad inherente del alma, Orígenes se vio obligado a transferir las bendiciones terrestres del reinado mesiánico de 1.000 años a la esfera espiritual.

      AGUSTÍN DECIDE QUE “NO HABRÁ MILENIO”

      Pero indudablemente el hombre que dio el golpe de gracia a la esperanza del milenio entre los católicos y aun entre los protestantes fue “San” Agustín, a quien The Encyclopœdia Britannica describe como “el más grande pensador de la antigüedad cristiana” y “el crisol en el cual la religión del Nuevo Testamento se fundió por completo con la tradición platónica de la filosofía griega.” Agustín atacó enérgicamente la esperanza original de que el paraíso hubiera de ser restaurado a la Tierra durante el reinado de 1.000 años de Cristo. The Catholic Encyclopedia dice: “San Agustín finalmente adoptó la convicción de que no habrá milenio. . . . el gran Doctor . . . nos da una explicación alegórica del capítulo 20 de Apocalipsis. Según nos dice él, la primera resurrección que se menciona en este capítulo se refiere al renacimiento espiritual en el bautismo; el sábado de mil años que viene después de los seis mil años de la historia es toda la vida eterna . . . Sucesivamente los teólogos de Occidente abrazaron esta explicación del ilustre Doctor, y el milenarismo tal como había existido anteriormente ya no recibió apoyo.”

      Así se ha privado, no solo a los católicos, sino también a los protestantes, de la esperanza bíblica del milenio que se abrigaba al principio. La Macropaedia de la Britannica de 1977 revela: “El milenarismo alegórico de Agustín se convirtió en la doctrina oficial de la iglesia, y el apocalipticismo [la expectativa de la destrucción final del mal y el triunfo del bien] desapareció de vista. . . . Los reformadores protestantes que siguieron las tradiciones luteranas, calvinistas y anglicanas no fueron apocalipticistas, sino que se adhirieron firmemente a las ideas de Agustín.”

      Teólogos católicos y protestantes aplican erróneamente a toda persona justa la esperanza celestial que la Biblia ofrece a un número limitado de cristianos a quienes se llama para que reinen con Cristo como reyes, sacerdotes y jueces. (Rev. 20:4-6; Luc. 22:28-30) Estos teólogos ofrecen a sus “fieles” una esperanza vaga de “felicidad eterna” en el cielo. El propósito de Dios de que su voluntad “sea hecha . . . como en el cielo, así también en la tierra” no tiene lugar alguno en las expectativas de ellos. (Mat. 6:10, Versión Valera) No obstante, la Biblia ofrece la maravillosa esperanza de vida eterna, no solo en el cielo para unos cuantos escogidos, sino también en la Tierra para un sinnúmero de otras personas. Esta esperanza de dos aspectos, estrechamente relacionada con el reinado de 1.000 años de Cristo, o milenio, se considera en mayor detalle en los dos artículos siguientes.

      “Y vi tronos, y hubo quienes se sentaron sobre ellos, y se les dio poder para juzgar. . . . Y llegaron a vivir y gobernaron como reyes con el Cristo por mil años.”—Rev. 20:4.

      [Ilustración en la página 10]

      Tertuliano creía que el reino prometido sería establecido y duraría 1.000 años

      [Ilustración en la página 11]

      Orígenes creyó, como Platón, en el alma inmortal, y negó que hubiera de haber un reino de 1.000 años sobre la Tierra

      [Ilustración en la página 12]

      Agustín combinó la filosofía griega con las enseñanzas bíblicas y sostuvo que no habrá milenio

  • Los cristianos y la esperanza del reino de mil años
    La Atalaya 1981 | 15 de octubre
    • Los cristianos y la esperanza del reino de mil años

      “Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra.”—Mat. 6:10.

      1. (a) ¿En qué términos habla la cristiandad de la esperanza del reino de mil años? (b) ¿Por qué no perturba esto a los testigos de Jehová?

      LA IGLESIA Católica Romana y, de hecho, la mayoría de las religiones protestantes grandes y bien reconocidas nunca mencionan a sus feligreses la esperanza del reino de mil años. Hablan con desprecio de esta esperanza, a la que llaman “milenarismo,” y llaman “milenarios” o “milenaristas” a los que la abrigan. Pero los testigos de Jehová no se avergüenzan de tener esta creencia, pues hechos históricos irrefutables muestran que los cristianos primitivos abrigaban la esperanza del milenio.

      SE LLAMABA “MILENARIOS” A LOS CRISTIANOS PRIMITIVOS

      2. ¿Qué declaran dos enciclopedias con relación a la creencia en el milenio entre los cristianos primitivos?

      2 En cuanto a los cristianos que creían en el reinado de 1.000 años de Cristo la Encyclopedia Americana declara: “A los que sostienen tales puntos de vista se les llama milenarios o quiliastas, y a su dogma se le llama quiliasmo (griego: khilioi, 1.000). Es por todos aceptado que estos puntos de vista, si no eran generales, por lo menos eran muy comunes en la iglesia primitiva.” La Encyclopœdia Universalis, en francés, nos informa: “En la cristiandad de Occidente el milenarismo estuvo muy activo en el judeo-cristianismo durante los primeros tres siglos. . . . El milenarismo estuvo muy profundamente arraigado durante los primeros siglos del cristianismo.”

      3, 4. (a) ¿Qué indicios hay de que los cristianos no tuvieron que esperar hasta la Revelación para abrigar la esperanza milenaria? (b) ¿Qué pudieran afirmar algunas personas sobre la esperanza milenaria?

      3 Hay prueba de que los cristianos abrigaban esperanzas relacionadas con el reinado de 1.000 años de Cristo aun antes de que el apóstol Juan recibiera la Revelación a fines del primer siglo E.C. El leer los escritos de los profetas judíos les había proporcionado vistas por anticipado de la maravillosa esperanza del milenio que Cristo dio en los capítulos 20 y 21 del libro de Revelación. Es interesante que la Encyclopedia Britannica (edición de 1966) confirma este hecho como sigue: “La idea del milenarismo entre los cristianos primitivos . . . provino mayormente de las expectativas escatológicas [expectativas relacionadas con el destino final de la humanidad y del mundo] judías.” Sobre este mismo asunto la obra de 30 tomos New Encyclopœdia Britannica (1977) dice lo siguiente: “Con el Libro de la Revelación se completó en el cristianismo la asimilación del apocalipticismo [la expectativa de la destrucción final del mal y el triunfo del bien] judío. . . . Durante los primeros cien años de la historia cristiana [33-133 E.C.], se enseñó y aceptó comúnmente en la iglesia esta clase de milenarismo, o quiliasmo (de la palabra griega que significa 1.000).”—Bastardillas nuestras.

      4 Algunas personas pudieran replicar: ‘Tal vez haya sido así, pero para aquellos cristianos primitivos la esperanza milenaria no tenía que ver con la Tierra. Era una esperanza celestial.’ Pero, ¿qué muestran los hechos históricos y la Biblia? Veamos.

      TODAVÍA ESPERABAN EL PARAÍSO TERRESTRE

      5, 6. Según varias autoridades en la materia, ¿qué puntos de vista sostenían algunos cristianos del primer siglo?

      5 Hay prueba abundante de que los cristianos primitivos nunca se imaginaron que la venida del Mesías o Cristo hubiera cancelado todas las profecías y promesas de las Escrituras Hebreas respecto a la restauración del paraíso en la Tierra. El Dictionnaire de Théologie Catholique mismo reconoce lo siguiente: “El milenarismo tuvo su origen mucho antes de la era cristiana. La creencia en un reinado terrestre del Mesías tuvo su origen en las esperanzas de Israel.”

      6 En el libro A History of Christianity, el historiador Kenneth Scott Latourette dice lo siguiente acerca de los cristianos primitivos que estaban esperando la segunda venida de Cristo: “Muchos de los cristianos se aferraban a la idea de que antes del fin final de la historia y del cumplimiento cabal del propósito de Dios en la realización total de Su voluntad, esperanza que era común a todos los cristianos, Cristo regresaría, establecería su reino sobre la Tierra y reinaría por mil años. . . . El concepto de una era o eras de mil años de duración no se limitaba a los cristianos, sino que también se hallaba dentro del judaísmo.”

      7. ¿Cómo sabemos que los cristianos primitivos no confundían el paraíso con el cielo?

      7 Así, hay pruebas acumuladas de que los cristianos primitivos eran “milenarios,” o “milenaristas,” en el sentido en que se aplicó ese término a los que estaban esperando el reinado de 1.000 años de Cristo el Mesías. Jesús había revelado que él gobernaría desde el cielo, pero no anuló la esperanza mesiánica que los judíos tenían al principio, a saber, la restauración del paraíso en la Tierra durante ese milenio. Es interesante notar que la obra católica Supplément au Dictionnaire de la Bible reconoce que “en los escritos judíos, al igual que en la literatura cristiana primitiva, las palabras paraíso y cielo por lo general no son sinónimas.”—Bastardillas nuestras.

      CRISTO NO ANULÓ LA ESPERANZA MILENARIA

      8. (a) ¿De qué fue garantía la venida de Jesús? (b) ¿Cómo muestran las Escrituras que el paraíso será restaurado en la Tierra?

      8 En su famoso Sermón del Monte, Jesús declaró: “No piensen que vine a destruir la Ley o los Profetas. No vine a destruir, sino a cumplir.” (Mat. 5:17) O, como vierte este versículo la Versión Torres Amat (católica): “No penséis que yo he venido a destruir la doctrina de la ley ni de los profetas. No he venido a destruirla, sino a darle su cumplimiento.” Puesto que Jesús vino a dar cumplimiento a la doctrina o las enseñanzas de los profetas, su venida fue una garantía de que se cumplirían las profecías de ellos respecto a la restauración del paraíso en la Tierra. He aquí solo algunas de esas profecías: Salmos 37:11, 29; 72:1-8, 16-19; 115:16; Isaías 9:6, 7; 11:1-10; 45:18; Daniel 2:34, 35, 44, 45; 7:13, 14.

      9. En la oración modelo, ¿cómo se enlaza el Reino con la esperanza milenaria?

      9 También, en el Sermón del Monte, Jesús mostró claramente que la Tierra desempeñará un papel en el resultado final de la voluntad o propósito divino. Enseñó a sus seguidores a orar: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra.” (Mat. 6:9, 10) Jesús enlazó el que se cumpla la voluntad de Dios en la Tierra con la venida del reino de Dios, que no es otra cosa sino el reino mesiánico. Por lo tanto, la oración conocida como el padrenuestro, que los católicos y protestantes han repetido literalmente millones de veces a través de los siglos, es, de hecho, entre otras cosas, una oración a favor del cumplimiento de las promesas mesiánicas enlazadas con la esperanza milenaria.

      SE REVELA PLENAMENTE LA ESPERANZA DEL MILENIO

      10. (a) ¿Cuándo y cómo reveló Jesús plenamente la esperanza de un milenio? (b) ¿Qué detalles conmovedores suministró él?

      10 Veinticinco años después que los romanos destruyeron a Jerusalén en el 70 E.C. (lo que puso fin a las esperanzas de los judíos de alcanzar liberación nacional por un Mesías político) Jesús, el verdadero Mesías, reveló plenamente la verdadera esperanza acerca del milenio. El apóstol Juan, en su registro de la Revelación que recibió de parte de Dios por medio de Jesucristo, escribió:

      “Y vi a un ángel que descendía del cielo con la llave del abismo y una gran cadena en su mano. Y prendió al dragón, la serpiente original, que es el Diablo y Satanás, y lo ató por mil años. . . .

      “Y vi tronos, y hubo quienes se sentaron sobre ellos, y se les dio poder para juzgar. . . . Feliz y santo es cualquiera que tiene parte en la primera resurrección; sobre éstos no tiene autoridad la muerte segunda, sino que serán sacerdotes de Dios y del Cristo, y gobernarán como reyes con él por los mil años.

      “Y vi un nuevo cielo y una nueva tierra; . . . Con eso oí una voz fuerte desde el trono decir: ‘¡Mira! La tienda de Dios está con la humanidad, y él residirá con ellos . . . Y él limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.’”—Rev. 20:1-6; 21:1-4.

      SE EXPLICA EL “SECRETO SAGRADO”

      11. ¿Cómo correspondió la esperanza milenaria que Jesús reveló con la esperanza mesiánica que los judíos tenían originalmente?

      11 ¿Puede usted ver la similitud entre esta descripción del reinado de mil años de Cristo y la esperanza mesiánica que los judíos tenían originalmente, “la esperanza de un futuro mesiánico ideal . . . la edad de oro de la dicha paradisíaca . . . un mundo de paz y armonía perfecta entre todas las criaturas . . . ‘nuevos cielos y una nueva tierra,’” según lo expresa la cita de The Jewish Encyclopedia que ya hemos dado?a

      12, 13. ¿De qué manera revelaron los discípulos de Jesús que todavía esperaban un reinado terrestre del Mesías?

      12 Sin embargo, es innegable que había detalles importantes relacionados con el reino mesiánico que los judíos no entendían y que hasta a los 12 apóstoles y otros de los primeros discípulos de Cristo se les hizo difícil comprender. Poco después de pronunciar su Sermón del Monte, en el que enseñó a sus discípulos a orar por la venida del reino de Dios y por el que se efectuara la voluntad de Dios en la Tierra, como en el cielo, Jesús dijo a sus discípulos: “A ustedes se les ha dado el secreto sagrado del reino de Dios, mas a los de afuera todas las cosas ocurren en ilustraciones.”—Mar. 4:11.

      13 Durante todo su ministerio terrestre Jesús enseñó a sus discípulos muchas cosas relacionadas con el reino mesiánico. De hecho, aun después de su muerte y hasta el mismo momento de ascender a su Padre celestial continuó diciéndoles “las cosas acerca del reino de Dios.” Sin embargo, a pesar de esto, precisamente la última pregunta que sus discípulos le hicieron fue: “Señor, ¿estás restaurando el reino a Israel en este tiempo?”, y así revelaron que todavía estaban esperando que el Mesías restaurara el reino carnal de Israel. (Hech. 1:3, 6) Estaban en lo correcto al pensar que el reino mesiánico tenía que ver con regir, con gobierno, pero se equivocaban al pensar que el Mesías habría de reinar en la Tierra y que su gobierno sería estrictamente judío.

      14. (a) ¿Qué hizo posible que los discípulos de Cristo se libraran de la esperanza errónea que tenían? (b) ¿Qué rasgos importantes del “secreto sagrado” llegaron a entender con el tiempo los cristianos primitivos?

      14 Solo después del derramamiento del espíritu santo en el Pentecostés los discípulos se libraron del concepto de un reino mesiánico nacionalista y llegaron a comprender nuevos e importantes rasgos del “secreto sagrado del reino de Dios.” Un aspecto de ese “secreto sagrado” era que el Mesías sería un rey celestial y que su gobierno estaría situado en los cielos. (Juan 18:36; Hech. 2:32-36; 1 Tim. 3:16) Otros rasgos de ese “secreto sagrado” —verdades que eran nuevas y revolucionarias para fieles mentes judías que estaban moldeadas por las Escrituras y no por la filosofía griega— fueron que se escogería a un número limitado de humanos como “santos” para que llegaran a estar asociados con el Mesías en Su reino, que éstos reinarían con él en el cielo, y que serían escogidos, no solo de entre los judíos, sino también de entre los gentiles o no judíos.—Dan. 7:13, 14, 27; Luc. 12:32; 22:28-30; Juan 14:1-3; Efe. 3:3-6; Col. 1:26, 27.

      UNA REVOLUCIONARIA NUEVA ESPERANZA

      15. ¿Por qué era la mismísima idea de ir a los cielos algo completamente nuevo para el resto de judíos fieles?

      15 Todo esto era algo completamente nuevo. Como ya hemos visto en el artículo “Origen de la esperanza de un reino de mil años,” la esperanza mesiánica que los judíos tenían originalmente era una esperanza terrestre, y solo bajo la influencia de las tradiciones y la filosofía de la religión falsa, mucho más tarde en la historia judía, algunos de ellos llegaron a creer en la inmortalidad del alma. El resto judío fiel que se apegaba a las Escrituras Hebreas inspiradas y que aceptó a Jesús como el verdadero Mesías ciertamente no creía en la inmortalidad inherente. De modo que para éstos la idea de que un Mesías hubiera de gobernar la Tierra desde el cielo y de que ellos hubieran de llegar a ser corregentes de él en el cielo era tanto más revolucionaria.

      16. ¿Qué escribió Pedro acerca de esta revolucionaria nueva esperanza?

      16 En una carta dirigida a cristianos primitivos que habían recibido esta llamada especial para llegar a ser sacerdotes y reyes con el Mesías celestial, el apóstol Pedro escribió: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, porque según su gran misericordia nos dio un nuevo nacimiento y una esperanza viva mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, a una herencia incorruptible e incontaminada e inmarcesible. Está reservada en los cielos para ustedes . . . Pero ustedes son ‘una raza escogida, un sacerdocio real.’”—1 Ped. 1:3, 4; 2:9.

      17. ¿Cómo mostró Pablo que la llamada a la vida en los cielos era algo nuevo?

      17 El apóstol Pablo también escribió acerca de esta excepcional llamada a la vida celestial, y dijo: “Él nos salvó y nos llamó con un llamamiento santo . . . ahora se ha hecho claramente patente por medio de la manifestación de nuestro Salvador, Cristo Jesús, que ha abolido la muerte pero ha arrojado luz sobre la vida y la incorrupción.” (2 Tim. 1:9, 10) Si la vida en el cielo hubiera sido la esperanza del resto fiel de entre los judíos, ¿por qué tuvo Cristo que ‘arrojar luz’ sobre este “llamamiento santo” a la incorrupción? No; se ve claramente que este llamamiento a vida celestial fue algo completamente nuevo para estos cristianos primitivos que habían sido escogidos de entre judíos y gentiles.

      LA ESPERANZA CELESTIAL PARA UN NÚMERO LIMITADO DE “ESCOGIDOS”

      18, 19. Explique de qué manera la segunda carta de Pablo a Timoteo y la primera carta de Pedro indican que no todos los que esperan vivir para siempre serán reyes y sacerdotes con Cristo en el cielo. (Rev. 5:9, 10)

      18 Pero, ¿reciben este “llamamiento santo” a vida incorruptible en los cielos todos los que aceptan a Cristo y que tienen la esperanza de vivir para siempre? Pablo indica que este llamamiento especial se extiende solo a un número limitado de “elegidos” (Nueva Biblia Española) o “escogidos” cuando añade: “Por este motivo sigo aguantando todas las cosas por causa de los escogidos, para que ellos también obtengan la salvación que es en unión con Cristo Jesús junto con gloria eterna. Fiel es el dicho: Ciertamente si morimos juntos, también viviremos juntos; si seguimos aguantando, también gobernaremos juntos como reyes.”—2 Tim. 2:10-12.

      19 Si a todos los que se salva se les llama a “gloria eterna” para que ‘gobiernen juntos como reyes’ con Cristo Jesús, ¿sobre quiénes han de gobernar? Y si todos han de llegar a ser “un sacerdocio real,” ¿en beneficio de quiénes han de actuar como sacerdotes reales?

      20. ¿Cómo muestran las cartas de Pablo a los gálatas y a los romanos que el número de israelitas espirituales es un número limitado?

      20 Considere lo siguiente: En su carta a los gálatas, acerca de los cristianos escogidos de entre los judíos y los no judíos que han sido “bautizados en Cristo” Pablo dice que “realmente son descendencia de Abrahán, herederos con respecto a una promesa,” y los llama “el Israel de Dios.” (Gál. 3:26-29; 6:16) Y en su carta a los romanos, el mismo apóstol habla del “secreto sagrado” de que Dios llamara a no judíos a causa de la “falta de fe” de muchos judíos, a lo que agrega —y éste es un pasaje clave— “hasta que el número completo de la gente de las naciones haya entrado.” Pablo explica que “de esta manera,” es decir, por medio de llamar gentiles para completar el número requerido, “todo Israel será salvo.” Está claro que esto se refiere al Israel espiritual, a los “escogidos” de entre los judíos y los no judíos que son “realmente ‘Israel’” o “verdaderos israelitas.”—Rom. 11:7, 17-26; 9:6 (TA); 2:28, 29.

      21. (a) ¿Cuántos israelitas espirituales hay? (b) ¿Qué texto bíblico prueba que no se les escoge de entre los ángeles?

      21 Puesto que los no judíos recibirían este “llamamiento santo” solamente hasta que se alcanzara el “número completo” de los que componen “el Israel de Dios,” es lógico que el número de tales israelitas espirituales constituya un número limitado. Entonces, ¿cuántos son? Busque Revelación 7:1-8. Ahí se establece un límite al número de cristianos que son “sellados” para llegar a ser parte del Israel espiritual. Revelación 14:1-4 prueba que no es de entre los ángeles de entre quienes se escoge este número limitado, pues de este mismo número este texto dice que son “comprados de la tierra,” “comprados de entre la humanidad como primicias para Dios y para el Cordero.”

      22. ¿Qué clase de esperanza basada en la Biblia tienen los 144.000?

      22 Para estos 144.000 cristianos ungidos engendrados por espíritu su esperanza basada en la Biblia es una esperanza celestial. Después de experimentar “la primera resurrección,” ellos “serán sacerdotes de Dios y del Cristo, y gobernarán como reyes con él por los mil años.”—Rev. 20:6.

      23. ¿Qué preguntas hacen surgir las palabras “primicias” y “reyes”?

      23 Pero si estos “escogidos” son las “primicias,” es lógico que haya otros frutos después. Y si los “escogidos” han de ‘gobernar como reyes,’ ¿quiénes serán sus súbditos y qué esperanza tienen éstos? Eso lo veremos al continuar este examen.

      [Nota a pie de página]

      a Sírvase ver el artículo “Origen de la esperanza de un reino de mil años,” en este número de la revista.

      [Comentario en la página 14]

      Papías de Hierápolis, Ireneo de Lyon y Justino de Roma —“santos” y “Padres” del siglo segundo reconocidos por la Iglesia Católica— eran milenaristas.—The Catholic Encyclopedia

      [Comentario en la página 15]

      En su lucha contra la esperanza milenarista, el presbítero romano Cayo y “San” Dionisio se rebajaron a negar la autenticidad de la Revelación, dada al apóstol Juan.—Dictionnaire de Théologie Catholique.

      [Ilustración en la página 17]

      Durante el Milenio, Jesús gobernará desde el cielo sobre una Tierra restaurada a una condición paradisíaca

  • Triunfa la esperanza del reino de mil años
    La Atalaya 1981 | 15 de octubre
    • Triunfa la esperanza del reino de mil años

      1. ¿Qué preguntas surgieron con la llegada del Mesías?

      CUÁNDO llegó a los judíos el Mesías por tanto tiempo esperado, ¿confirmó él la creencia que originalmente habían tenido ellos de una vida futura mediante una resurrección, o se declaró a favor del concepto pagano de la inmortalidad inherente del alma que ahora habían adoptado? Al sacar a luz una esperanza celestial, ¿quería decir Jesucristo que todos los que se salvaran irían al cielo? ¿O extienden tanto las Escrituras Hebreas como las Escrituras Griegas Cristianas la esperanza de vida eterna en la Tierra a millones de personas?

      VIDA FUTURA MEDIANTE LA RESURRECCIÓN

      2. ¿Qué enseñó Jesús acerca de la esperanza de una vida futura?

      2 Lejos de enseñar el concepto pagano de la inmortalidad inherente del alma humana, Jesús mostró que cualquier esperanza de vida futura depende de la resurrección. Declaró: “Porque así como el Padre tiene vida en sí mismo, así ha concedido también al Hijo el tener vida en sí mismo. Y le ha dado autoridad para hacer juicio, por cuanto es Hijo del hombre. No se maravillen de esto, porque viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz y saldrán, los que hicieron cosas buenas a una resurrección de vida, los que practicaron cosas viles a una resurrección de juicio.”—Juan 5:26-29.

      3. Respecto al alma, ¿qué están reconociendo ahora algunos teólogos de la cristiandad?

      3 Es interesante el hecho de que algunos teólogos de la cristiandad del día moderno están llegando a reconocer que la inmortalidad inherente no tiene apoyo ni en las Escrituras Hebreas ni en las Escrituras Griegas Cristianas. Por ejemplo, The New International Dictionary of New Testament Theology (Tomo 3, 1978) saca a relucir “lo ajeno que es al VT [Viejo Testamento] el concepto de un alma separada del cuerpo, o de un alma que quede separada del cuerpo al momento de la muerte.” Además dice: “Mat. 10:28 no enseña la inmortalidad potencial del alma, sino la irrevocabilidad del juicio divino de los que no se arrepienten. . . . El NT [Nuevo Testamento] ve al hombre esencialmente como una unidad y promete la transformación de toda la persona, y no simplemente la supervivencia de parte de ella. . . . no puede haber inmortalidad sin que primero haya resurrección.”

      UNA ESPERANZA CELESTIAL Y UNA TERRESTRE

      4. ¿Qué reconocen los testigos de Jehová, pero qué niegan, y por qué?

      4 Los testigos de Jehová no niegan que las Escrituras Griegas Cristianas enseñan que algunos cristianos reciben el “llamamiento celestial.” (Heb. 3:1) Lo que sí niegan es que tal “llamamiento celestial” elimine el propósito original de Dios de hacer que se cultive la tierra hasta que el planeta quede convertido en un paraíso y éste se llene de una raza de hombres y mujeres justos. Los testigos de Jehová no pueden aceptar la idea de que todas las profecías de las Escrituras Hebreas en las que se predice la restauración del paraíso sobre la Tierra hayan llegado a ser letra muerta. Lo que les da mayor convicción de esto es que las Escrituras Griegas Cristianas confirman la promesa de “una nueva tierra” en la cual “la justicia habrá de morar.”—2 Ped. 3:13; Rev. 21:1-4.

      5, 6. ¿Cómo revela claramente la Biblia los dos aspectos de la esperanza que ofrecen las Escrituras: (a) ¿el celestial? (b) ¿el terrestre?

      5 Como resultado de su serio estudio de la Biblia, los testigos de Jehová creen que la esperanza cristiana basada en las Escrituras tiene dos aspectos: El don de la inmortalidad en el cielo para un número pequeño, limitado, de personas, y vida eterna sobre la Tierra para el mayor número de personas. La esperanza celestial de “gobernar como reyes” con Cristo se ofrece como excepcional “gracia” (Versión Valera) o “bondad inmerecida” a 144.000 “elegidos” (Biblia de Jerusalén) o “escogidos,” empezando con los apóstoles y los primeros discípulos de Cristo. (Luc. 12:32; Rom. 5:17; 8:33; Rev. 5:9, 10; 7:1-4; 14:1-4) De éstos, solo unos cuantos “que quedan” de los que han ‘sobrevivido hasta la presencia del Señor’ están actualmente vivos en la Tierra.—1 Tes. 4:14-17; Rev. 12:17.

      6 La esperanza terrestre es la que Adán y Eva originalmente podrían haber realizado, si se hubieran mantenido sumisos a la soberanía de Jehová Dios más bien que ir en pos de la independencia moral. (Sírvase ver los primeros tres capítulos de Génesis 1-3.) El hombre “es terrestre por naturaleza.” (1 Cor. 15:47, The Jerusalem Bible) Sus aspiraciones y deseos naturales son terrestres. “A Jehová pertenecen los cielos, pero la tierra se la ha dado a los hijos de los hombres.” (Sal. 115:16) Además, la Biblia dice claramente que Jehová ‘no creó la tierra sencillamente para nada, sino que la formó para ser habitada.’ (Isa. 45:18) Por lo tanto, la esperanza de vida eterna en la Tierra bajo condiciones paradisíacas es tanto natural como bíblica. No hay motivo para avergonzarse de ella.

      ESPERANZA DEL MILENIO PARA DOS GRUPOS

      7. ¿Qué esperanza ofrecen a los pueblos de la Tierra la promesa abrahámica y la profecía de Daniel?

      7 Puesto que los 144.000 israelitas espirituales son la “descendencia” o “verdaderos descendientes de Abrahán” y los “verdaderos herederos de su promesa” (Gál. 3:26-29, Phillips), es bueno recordar que en la promesa que se le hizo a Abrahán también se declaró: “Por medio de tu descendencia ciertamente se bendecirán todas las naciones de la tierra.” (Gén. 22:16-18) El profeta Daniel también habló acerca de “pueblos, grupos nacionales y lenguajes” sobre los cuales el “hijo del hombre,” Jesucristo, ejercerá desde “los cielos” el “reino y la gobernación.” Jesús hace esto junto con los “escogidos,” a quienes se llama “los santos del Altísimo.”—Dan. 7:13, 14, 27, Traducción del Nuevo Mundo, en inglés, nota al pie de la página; 2 Tim. 2:10.

      8. ¿Cómo sabemos que Pablo y Juan reconocían que la salvación no se limitaba a los “escogidos”?

      8 Los cristianos primitivos no estaban sin conocimiento de estas profecías que hablan acerca de dos grupos: la “descendencia” y las “naciones,” los “santos” y los “grupos nacionales.” El apóstol Pablo confirma esto, pues después de hablar acerca de los que serán “coherederos con Cristo” y que serán “glorificados juntamente” con él en el cielo, habla acerca de la “creación” humana cuya “expectativa ansiosa” es la de ser “libertada de la esclavitud a la corrupción,” o al pecado, y ‘tener la gloriosa libertad de los hijos de Dios.’ (Rom. 8:15-21) El apóstol Juan, al escribir a cristianos que, como él, tenían la esperanza celestial, dijo que Cristo era “un sacrificio propiciatorio por nuestros pecados [los de los “escogidos”], empero no solo por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.”—1 Juan 2:2; 3:1-3.

      9. (a) ¿Qué visiones probablemente había visto Juan cuando escribió su primera carta? (b) ¿Cómo confirman éstas la existencia de dos grupos de personas salvas?

      9 Es probable que Juan haya escrito esas palabras después de haber recibido la Revelación, en la cual, después de haber visto a los 144.000 israelitas espirituales “sellados,” vio a “una grande muchedumbre, que ningún hombre podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas.” Estos sobreviven a la “grande tribulación” y el “Cordero,” Cristo Jesús, los guía “a fuentes de aguas de vida.” (Rev. 7:4-17) Y, claro, fue en esa misma Revelación donde Juan también tuvo una visión del reinado de mil años de Cristo, en la cual otra vez se mencionan dos grupos: los que ‘tienen parte en la primera resurrección’ y “gobernarán como reyes,” y la “humanidad,” a la cual Dios bendecirá y que “serán sus pueblos.”—Rev. 20:1-21:8.

      10. Hoy, ¿qué dos grupos abrigan la esperanza del milenio, y cómo difieren el uno del otro en lo que tiene que ver con la cantidad de miembros que los componen?

      10 Hoy, la esperanza del milenio triunfa en el corazón de los que pertenecen al “rebaño pequeño,” a los cuales se llama para que “se sienten sobre tronos” con Cristo en el cielo para reinar por un milenio. (Luc. 12:32; 22:28-30) Los de la “grande muchedumbre” que se han unido al resto de los cristianos ungidos en proclamar “estas buenas nuevas del reino . . . para testimonio a todas las naciones” también han abrazado esta esperanza del milenio. (Mat. 24:14) Estos dos grupos estuvieron representados en la celebración de la Cena del Señor del 31 de marzo de 1980. Los que por todo el mundo participaron de los emblemas del pan y el vino fueron solo 9.564 personas, ciertamente solo unos cuantos “que quedan” de los 144.000 que han de gobernar con Jesús en su reino milenario. Pero junto con éstos asistieron otras 5.717.092 personas que estuvieron allí como observadores, mostrando así aprecio por el gran arreglo que Jehová ha hecho posible mediante el sacrificio de su Hijo. Estas personas se regocijan ante la perspectiva de tener vida eterna en un paraíso terrestre.

      ¡LA ESPERANZA DEL MILENIO SIGUE VIVA!

      11. ¿Cuándo y cómo se hará realidad la esperanza del milenio?

      11 Sí, la esperanza del milenio sigue intensamente viva hoy. Esto llegará a ser realidad después de la “grande tribulación,” cuando Cristo y los 144.000 “escogidos” empiecen su reinado de 1.000 años en el cielo, y la “grande muchedumbre” de personas parecidas a ovejas, junto con miles de millones de personas resucitadas sobre la Tierra, reciban bendiciones indecibles en la esfera terrestre de ese reino mesiánico.—Mat. 25:34; Rev. 20:12, 13.

      12. ¿Cómo se ha definido el milenio en cierta enciclopedia?

      12 Hoy la humanidad necesita urgentemente tal esperanza. Hombres avezados en las cosas del mundo no están ignorantes en cuanto a esta esperanza. Por ejemplo, la Macropaedia de la Britannica de 1977 define el milenio como sigue: “Este período de 1.000 años, conocido como el milenio, se considera como el tiempo durante el cual los deseos vivos del hombre de tener paz, librarse de la maldad, y ver el dominio de la justicia en la Tierra se realizan finalmente mediante el poder de Dios. . . . el milenarismo tiene que ver con las perspectivas terrestres de la comunidad humana. . . . con vívido lenguaje figurativo, el milenarismo procura responder a preguntas como las siguientes: ¿En qué terminará al fin este mundo? ¿Logrará algún día la humanidad el sueño eterno de habitar un paraíso terrestre, o serán destruidos todos los hombres en un cataclismo de fuego provocado por la propia insensatez del hombre, o por el juicio de Dios?”—Bastardillas nuestras.

      13. (a) ¿Cree usted que la Tierra será destruida en un “cataclismo de fuego”? ¿Por qué contesta usted así? (b) ¿Cuál fue el propósito de Dios para la Tierra originalmente?

      13 Para ciertos escritores de enciclopedias y para líderes religiosos que carecen de fe, esas preguntas tal vez sean simplemente de interés académico. Pero para muchas personas sinceras de todos los países del mundo esas preguntas tienen que ver con verdaderos problemas de la vida actual en los cuales se interesan intensamente. Los testigos de Jehová han hallado la respuesta a estas preguntas en la Biblia. Para ellos, la esperanza de vivir para siempre “en un paraíso terrestre” no es un “sueño eterno.” Esa esperanza tiene un fundamento seguro, pues está basada en conocimiento sólido de la Biblia. Tanto las Escrituras Hebreas como las Griegas muestran que Dios no permitirá que los hombres inicuos destruyan la Tierra “en un cataclismo de fuego.” (Rev. 11:18; Isa. 45:18) Tampoco destruirá él la Tierra. (Sal. 104:5) Después de haber creado al hombre y haberlo colocado en un paraíso que estaba situado en un lugar específico, Dios le reveló Su propósito, a saber, de que el hombre ‘sojuzgara’ la Tierra por medio de extender las condiciones paradisíacas por todo el mundo, y que ‘llenara [no que sobrellenara] la tierra’ de una raza justa de hombres y mujeres ‘hechos a la semejanza de Dios.’—Gén. 1:26-28; 2:15.

      14. ¿Cómo encaja la esperanza milenaria con el “propósito eterno” de Dios?

      14 Esta todavía es la “voluntad” de Dios, la cual, mediante su reino mesiánico, se hará “en la tierra como en el cielo.” (Mat. 6:10, Biblia de Jerusalén) Todo el tenor de la Biblia demuestra sin lugar a dudas que Dios no ha abandonado su propósito original. (Isa. 46:9,10) El milenio, o reinado de 1.000 años de Cristo, encaja con el “propósito eterno” de Dios, el cual en parte es “reunir todas las cosas de nuevo en el Cristo, las cosas que están en los cielos y las cosas que están sobre la tierra.” (Efe. 3:11; 1:8-10) En otras palabras, el milenio no es un fin en sí; es un medio para lograr un fin, el de efectuar el propósito original de Dios para la Tierra.

      NO ES “SUEÑO MATERIALISTA”

      15, 16. ¿Cómo ha definido cierto sacerdote católico la esperanza milenaria, pero qué parece haber olvidado?

      15 Adversarios religiosos se mofan de los testigos de Jehová porque los Testigos predican la esperanza del milenio. No obstante, estos mofadores están perfectamente contentos con mandar a todas las personas buenas al cielo y a todos los malos a un tormento eterno en el infierno, haciendo así caso omiso del lugar que ocupa la Tierra en el “propósito eterno” de Dios. Por ejemplo, el sacerdote dominico de nacionalidad francesa H. C. Chéry, quien se ha especializado en criticar a los testigos de Jehová, dice que la esperanza de la restauración del paraíso sobre la Tierra es “un sueño materialista.”

      16 En primer lugar, a este sacerdote católico se le debe recordar que la Iglesia Católica nunca ha condenado oficialmente la esperanza del milenio ni la ha definido como herética. Esto no es sorprendente, puesto que esta esperanza está basada en la Biblia y la mayoría de los primeros y más respetados “padres de la iglesia” la consideraban “uno de los dogmas esenciales de la fe cristiana.” ¿Eran también ‘soñadores materialistas’ Policarpo, Papías, Ireneo, Justino el Mártir y Tertuliano?

      17. ¿Por qué no hay quien pueda acusar correctamente a los testigos de Jehová de ser ‘soñadores materialistas’?

      17 Es cierto que algunos de éstos, y otros que aparecieron más tarde, desacreditaron la esperanza del milenio al dar una aplicación carnal o hasta un sentido sociopolítico a las bendiciones milenarias que se habían predicho. Pero nadie puede de buena fe acusar a los testigos de Jehová de hacer esto hoy en día. Aun en la actualidad, en un mundo que está orientado hacia el placer, estos cristianos están luchando tenazmente para que el materialismo y la búsqueda del placer no se infiltren en su propia vida ni en sus congregaciones. Acentúan los valores espirituales. Reconocen plenamente que si algunos caen víctimas del materialismo en este “tiempo del fin” tal vez nunca vean el milenio. (Luc. 21:34-36; Dan. 12:4) Además, no esperan realizar el milenio mediante programas humanos de reforma social. Confían enteramente en la intervención de Dios mediante su rey mesiánico. Encabezando las fuerzas celestiales de combate, este “Rey de reyes” luchará para poner fin a toda la maldad que existe en la Tierra.—Rev. 19:11-20:3.

      PARAÍSO... ESPIRITUAL Y FÍSICO

      18. ¿Por qué podemos esperar que haya más desarrollo del paraíso espiritual durante el milenio?

      18 Los testigos de Jehová ya están viviendo en un paraíso espiritual. Además, esperan con interés y confianza llegar a ser personas más espirituales durante el reinado de 1.000 años de Cristo, cuando ‘se abrirán rollos’ simbólicos que revelarán los requisitos de Dios.—Rev. 20:12.

      19. ¿Por qué requerirá el milenio mucha abnegación y duro trabajo?

      19 Mediante una lectura cuidadosa de los textos bíblicos que hablan acerca del reinado milenario de Cristo (por ejemplo, Revelación 20:11-21:8), los testigos de Jehová también saben que el milenio requerirá mucha abnegación de parte de los que tienen la esperanza terrestre. Habrá mucho trabajo que hacer para cultivar y embellecer la Tierra, pero ellos no cultivarán condiciones paradisíacas egoístamente solo para sí mismos y para sus familias. El reinado de 1.000 años de Cristo es de hecho un “día” de juicioa para los que sobrevivan a la “guerra del gran día de Dios el Todopoderoso” que se aproxima rápidamente (Hech. 17:30, 31; Rev. 16:14, 16); es también el día de juicio para millones de muertos que serán resucitados y juzgados según las obras que practiquen en el paraíso terrestre. (Juan 5:28, 29; Luc. 23:42, 43) Los que ya estén viviendo bajo la gobernación milenaria del Mesías tendrán que enseñar las sendas de la justicia a la incontable cantidad de personas que sean resucitadas. (Compare con Isaías 11:1-9.) ¡Eso ciertamente no es un “sueño materialista”! Significará que también será necesario hacer mucho trabajo duro en lo que tiene que ver con asuntos espirituales.

      20. ¿Qué ocurrirá cuando hayan terminado los 1.000 años, y con qué perspectiva dejará esto a los fieles?

      20 Además, el milenio será solo el principio. Después de una prueba final, cuando hayan terminado los 1.000 años, los hombres y las mujeres que permanezcan fieles a la soberanía universal de Dios pasarán a vida eterna en una Tierra paradisíaca.b—1 Cor. 15:24-28; Rev. 20:7-10.

      UNA ESPERANZA QUE PUEDE SER SUYA

      21, 22. (a) ¿Qué están siempre bien dispuestos a hacer los testigos de Jehová? (b) ¿Qué esperanza tienen ellos respecto al futuro cercano?

      21 Tal es la esperanza que ahora abrigan más de 2.000.000 de testigos cristianos de Jehová en más de 200 países. Esta esperanza está intensamente viva en la mente y el corazón de ellos, a tal grado que siempre están bien dispuestos a dar a otros la ‘razón de la esperanza que hay en ellos.’—1 Ped. 3:15.

      22 Desde 1914, los sucesos mundiales en cumplimiento de las profecías bíblicas muestran que ahora estamos viviendo en el “tiempo del fin,” y que el “tiempo de angustia” sin precedente se aproxima. (Dan. 12:1-4; Mat. 24:3-21) Al resto de los “escogidos” y a la “grande muchedumbre” que son sus compañeros se les ha prometido que sobrevivirán a la “grande tribulación.” (Mat. 24:22; Rev. 7:9, 10, 14) Tras eso, se cumplirán sus respectivas esperanzas relativas al milenio. ¿Cree usted eso? “Que el Dios que da esperanza los llene de todo gozo y paz por el creer de ustedes, para que abunden en la esperanza.”—Rom. 15:13.

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