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Termina el permiso a la iniquidadEl Paraíso restaurado a la humanidad... ¡por la Teocracia!
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mundanos sean destruidos como por fuego en la cercana “tribulación grande,” su llanto y crujir de dientes cesarán al destruírseles.—Mateo 24:21, 22; 25:41, 46.
39. Entonces, ¿en qué proceder de lealtad tenemos que persistir, mientras tomamos a pechos Salmo 145:20?
39 Todos nosotros los que hemos salido de Babilonia la Grande y sus amantes mundanos que están en la babilónica “tierra de Sinar” nos hallamos sin motivo para regresar a la “iniquidad” que pertenece a aquel lugar en que fue concebida. Nuestro proceder de lealtad a Jehová como el Señor Soberano y único Dios verdadero es persistir en su adoración pura e incontaminada en su templo espiritual bajo su Sumo Sacerdote, Jesucristo. Tomamos a pechos lo que su salmista inspirado ha escrito: “Jehová está guardando a todos los que lo aman, pero a todos los inicuos los aniquilará.”—Salmo 145:20.
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Carros de Dios salvaguardan la coronaciónEl Paraíso restaurado a la humanidad... ¡por la Teocracia!
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Capítulo 13
Carros de Dios salvaguardan la coronación
1. ¿Son los carros que se ven en la octava visión de Zacarías carros que se hubiera hecho subir de Egipto?
EN LA visión octava y final que se le dio al profeta Zacarías aparecen carros. Estos carros no son ningunos carros que se hubiera hecho subir de Egipto para la protección de los edificadores del templo en Jerusalén en aquel año de la visión, 519 a. de la E.C., o sea, el segundo año del reinado del rey Darío I de Persia. La fuente más encumbrada de estos carros más poderosos se revela en la visión. Vigilemos con Zacarías cuando éstos entran precipitadamente en la escena:
2. ¿De entre qué salieron los carros, cuántos había, y qué clase de caballos tiraban de ellos?
2 “Entonces levanté mis ojos de nuevo y vi; y, ¡mire! había cuatro carros que salían de entre dos montañas, y las montañas eran montañas de cobre. En el primer carro había caballos rojos; y en el segundo carro, caballos negros. Y en el tercer carro había caballos blancos; y en el cuarto carro, caballos manchados, abigarrados.”—Zacarías 6:1-3.
3. ¿Para qué sirven los colores de los caballos, y qué pregunta surge en cuanto a las montañas?
3 No es necesario que hagamos conjeturas en cuanto a lo que significan los colores distintivos de los caballos. Los colores de los caballos servían para distinguir a los carros de los cuales cada grupo de color diferente tiraba. Zacarías no nos dice cuántos caballos estaban enganchados a cada carro. Pero aquellas dos montañas de cobre de entre las cuales salieron los cuatro carros... ¿qué representan? Ciertamente no representan la altura montañosa de Jerusalén y el monte de los Olivos al este mismo de ella. Se aclara lo que representan por lo que ahora se le dice a Zacarías:
4. ¿De dónde dice el ángel que salen los carros?
4 “Y procedí a responder y decirle al ángel que hablaba conmigo: ‘¿Qué son éstos, mi señor?’ Así que el ángel respondió y me dijo: ‘Estos son los cuatro espíritus de los cielos que salen después de haber tomado su puesto delante del Señor de toda la tierra.’”—Zacarías 6:4, 5.
5. ¿Quién es el “Señor de toda la tierra,” y por qué tomaron su puesto delante de él los cuatro carros?
5 ¡Ajá! Estos no son carros de guerra materiales que procedan de las tierras llanas de Egipto, sino carros que son parte de una visión, símbolos de los “cuatro espíritus de los cielos que salen después de haber tomado su puesto delante del Señor de toda la tierra.” ¿Y quién es ese “Señor de toda la tierra”? (Zacarías 4:14) Es Jehová de los ejércitos. (Miqueas 4:13) ¿Y dónde está ubicado él? En los cielos, en su santo templo espiritual. Es delante de Él que estos cuatro carros simbólicos se presentan, tomando su puesto respetuosamente delante de Él para recibir su comisión oficial, sus asignaciones respecto a la Tierra de la cual Él es el Señor. Después de eso salen de entre las dos montañas simbólicas de cobre.
6. Bíblicamente, ¿qué representan las dos montañas de cobre?
6 Estas dos montañas de cobre deben representar, por consiguiente, montañas de Dios. Es decir, organizaciones gubernamentales de Dios. Esto no es sorprendente, porque en las Santas Escrituras se usa a las montañas como símbolos de gobiernos de realeza, reinos. Por ejemplo, el
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