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Los jinetes del ApocalipsisLa Atalaya 1962 | 1 de agosto
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porque son muy poderosos, pero que no han acudido al Santo de Israel y que no han buscado a Jehová mismo. Los egipcios, sin embargo, son hombres terrestres, y no Dios; y sus caballos son carne, y no espíritu.”—Sal. 20:7; 33:17; Isa. 31:1, 3.
EL PRIMER JINETE
Al primer jinete se le muestra como llevando una corona, teniendo un arco en la mano y cabalgando una montura blanca. ¿Quién es éste? Jesucristo. Es el que ha recibido una corona por parte de su Padre y a quien se le ha mandado salir en una guerra justa, representada por el caballo blanco. Este cuadro hace recordar las palabras del salmista: “Cíñete tu espada en el muslo, oh poderoso, con tu dignidad y tu esplendor. Y en tu esplendor prosigue al buen éxito; cabalga en la causa de la verdad y la humildad y la justicia, y tu diestra te instruirá en cosas que inspiran temor. Tus flechas son agudas—debajo de ti siguen cayendo pueblos.”—Sal. 45:3-5.
Identifican más explícitamente al primer jinete las propias palabras de Juan registradas en Apocalipsis Rev. 19:11, 13, 14: “¡Mira! un caballo blanco. Y uno que va sentado en él se llama Fiel y Verdadero, y juzga y lleva a cabo guerra en justicia . . . y el nombre por el cual se le llama es La Palabra de Dios. También, los ejércitos que estaban en el cielo le seguían en caballos blancos, y estaban vestidos de lino fino, blanco y limpio.”
¿Cuándo salió este jinete a vencer? Según la profecía bíblica cumplida, en el año 1914. Fue entonces que Jehová dijo a su Hijo: “Ve sojuzgando en medio de tus enemigos.” (Sal. 110:2) Eso señaló el tiempo en que el dragón y sus demonios guerrearon contra Miguel y sus ángeles, inmediatamente después de nacer el reino de Dios, representado por el nacimiento de un niño varón; todo lo cual comenzó a tener lugar en el cielo cuando “las naciones se airaron” en la Tierra en 1914.—Apo. Rev. 11:18; 12:1-9.
LOS OTROS JINETES
El segundo jinete cabalgaba una montura roja o de color de fuego. El jinete tenía una espada grande y se le concedió quitar la paz de la Tierra, lo que resultó en una grande matanza entre los hombres. El color rojo está asociado con la guerra porque guerra significa derramamiento de sangre y la sangre es roja. Así, los antiguos hicieron del planeta Marte un símbolo de la guerra a causa de su matiz rojizo. El trabajo de este jinete halla mención en la gran profecía de Jesús: “Nación se levantará contra nación y reino contra reino.” Ciertamente la I Guerra Mundial, que comenzó en 1914, quitó la paz de la Tierra y resultó en mucha matanza.—Mar. 13:8.
El tercer caballo era negro y su jinete llevaba un par de balanzas. Iba acompañado de un anuncio de precios elevados: un litro de trigo y tres litros de cebada, cada uno por un denario, el sueldo de un día. (La cebada se consideraba tan inferior al trigo que los soldados romanos a veces eran castigados recibiendo raciones de cebada en vez de raciones de trigo.) Este jinete representa el hambre que se debe a la guerra. Aptamente el caballo mismo era negro, porque la negrura es símbolo del hambre: “Su aspecto ha llegado a ser más oscuro que la negrura misma. No han sido reconocidos en las calles. La piel se ha arrugado sobre sus huesos.” Jesús, en su gran profecía, igualmente asoció la guerra mundial con el hambre: “Nación se levantará contra nación y . . . habrá escaseces de alimento.”—Lam. 4:8; Mar. 13:8.
El tener el jinete un par de balanzas también indica condiciones de hambre. Así, se le dijo a Ezequiel: “Hijo del hombre, . . . tendrán que comer pan por peso y con cuidado ansioso, y será por medida y con horror que beberán el agua misma, con el intento de que carezcan de pan y agua.”—Eze. 4:16, 17.
En cuanto al significado de la instrucción peculiar dada a este tercer jinete, “No hagas daño al aceite de oliva ni al vino,” la misma Palabra de Dios da una pista, pues en Proverbios 21:17 se nos dice que “el que esté amando el vino y el aceite no ganará riquezas.” El vino y el aceite son símbolos de lujos y el no ser dañados indicaría que, a pesar de las condiciones de hambre que afectarían a la gente común, los ricos todavía tendrían sus lujos, y así resultó ser.
El cuarto jinete que Juan vio, sentado en un caballo pálido o de apariencia descolorida, es un símbolo adecuado de la peste, y por eso hallamos otra vez la profecía de Apocalipsis en paralelo con la gran profecía de Jesús: “Y habrá . . . en un lugar tras otro pestes.” (Luc. 21:11) Este cuarto jinete y su montura verdaderamente representaron pestes o plagas y otros medios de destrucción de vida de mucho alcance, en particular en el período postbélico. “Y se les dio autoridad [a la Muerte y al Hades] sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con una larga espada y con escasez de alimento y con plaga mortífera y por las bestias salvajes de la tierra.”
¿Qué hay de las “bestias salvajes” mencionadas en este versículo (8)? En los días de Israel las bestias salvajes representaban otra amenaza a la vida. Sin embargo, en tiempos modernos ése es el caso principalmente en lugares que han quedado desolados. Las bestias salvajes en los tiempos modernos, por lo tanto, se referirían a maneras bestiales en las cuales la vida fuera quitada por gobiernos u organizaciones debido a las condiciones causadas por la I Guerra Mundial. En cuanto a la expresión “la cuarta parte de la tierra,” esto bien puede ser una manera simbólica de decir que los efectos alcanzarían los cuatro cabos de la Tierra, pero no cubrirían necesariamente toda la Tierra.
El quinto jinete que se muestra es el Hades, aptamente el último jinete. Los tres que le precedieron inmediatamente representaron los varios medios por los cuales se causó la muerte—guerra, hambre y peste y bestias salvajes. Este último jinete, Hades, representa aptamente el destino de todas aquellas víctimas de los tres jinetes previos, a saber, Hades o la región de los sepulcros.
Jesucristo mismo dio tanto la gran profecía concerniente a su segunda presencia según se registra por Mateo, Marcos y Lucas en sus Evangelios como la profecía concerniente a los jinetes según se registra por Juan en el capítulo Rev. seis de Apocalipsis. Y así como en los relatos del Evangelio Jesús asocia su regreso con guerra, hambre y peste, así en la profecía del Apocalipsis, la presencia de Cristo, según se indica por el primer jinete que sale, está asociada con los siguientes jinetes, que representan guerra, hambre y peste, para llenar el sepulcro común de la humanidad. Al notar cuán hermosamente armonizan y se han cumplido estas profecías nuestra fe es fortalecida, y más que nunca antes decimos: ¡“Sea Dios hallado veraz”!—Rom. 3:4.
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Tradición contra EscriturasLa Atalaya 1962 | 1 de agosto
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Tradición contra Escrituras
Ricardo Whately, arzobispo de Dublín en el siglo diecinueve, reconoció el efecto debilitador de la tradición humana cuando dijo: “La tradición, como la sostienen los romanistas, está subordinada a las Escrituras y depende de ella, casi como algunas plantas parasíticas dependen del árbol que las sostiene. Las primeras se abrazan del último; entonces van cubriéndolo gradualmente con su propio follaje, hasta que, poco a poco, lo debilitan, y entonces lo sofocan.” (The New Dictionary of Thoughts) No sorprende el que Jesús condenara la tradición humana cuando dijo: “¿Por qué es que ustedes también traspasan el mandamiento de Dios a causa de su tradición?”—Mat. 15:3.
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