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  • ¿Qué hace usted con su tiempo?
    La Atalaya 1950 | 15 de junio
    • listo para consolar! Él me consuela en toda mi aflicción, para que yo pueda consolar a personas que están en cualquier angustia con el consuelo con que yo mismo soy consolado por Dios.” (2 Cor. 1:3, 4, Una Tradu. Amer. [en inglés]) El compartir el consuelo, predicando las verdades del evangelio, eso librará las mentes perturbadas para usos provechosos. Pablo afirmó que Dios lo había consolado a él para que él a su vez consolara a otros. Al hacerlo así, siguió a su Dechado, Cristo Jesús, cuya comisión fué, en parte, “con solar a todos los que lloran.”—Isa. 61:2.

      PREDICANDO

      27. ¿Cómo consideran nuestra predicación los del mundo? ¿Por qué equivocadamente?

      27 Es verdad que el dedicar uno su tiempo a la predicación del evangelio se considera como cosa extraña e insensata por los que carecen de vista para ver las señales de los tiempos. En un sentido, es extraño o raro ir de un lugar a otro diciéndole a la gente que la destrucción les espera si siguen en su proceder descuidado; y será una cosa extraña o rara cuando Jehová realice esa destrucción, porque muchos siglos han pasado desde que él manifestó su poder de tal manera a los hombres. Pero el hecho de que es extraño no cambia la verdad. Más bien, sirve para confirmarla, porque Isaías, profeta de Jehová, escribió: “Porque Jehová se levantará como en el monte Perasim, y se indignará como en el valle de Gabaón; para hacer su obra, su obra extraña, y para ejecutar su acto, su acto extraño. Ahora bien, no seáis vosotros escarnecedores, no sea que se aprieten vuestras ligaduras; porque un exterminio, y ese decretado, es lo que tengo oído de parte del Señor Jehová de los Ejércitos, contra toda la tierra.” (Isa. 28:21, 22) De modo que sucede en este caso que la cosa extraña, la cosa insensata, es la cosa provechosa. Es tan provechosa que conduce a la vida. ¿Qué cosa puede ser de mayor provecho que eso? “Plugo a Dios salvar a los creyentes, por medio de la insensatez de la predicación.”—1 Cor. 1:21.

      28. ¿Debe el escarnio hacernos restringir nuestra predicación? ¿Qué muestra Job?

      28 ¿Qué importa, pues, que los sabios de este mundo se dediquen a escarnecer y a ridiculizar? Eso no da motivo para temerlos ni reverenciarlos sumisamente de modo que no se predica y así se deja de usar el tiempo de la manera más provechosa. “Lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.” (1 Cor. 1:25) El predicador puede saber con toda seguridad que será ridiculizado. La oposición y escarnio hasta podrán venir de su propia familia. Pero ¿debe eso impedir que uno salga y vaya a las puertas de sus vecinos para traerles palabras bondadosas de amonestación? Apenas pudiera esperarse peor aflicción que la que fué visitada sobre Job, siervo de Dios, sin embargo ese testigo de Jehová dijo en su condición atormentada: “Si me intimidó el mucho gentío, o me atemorizó el desprecio de los parientes, y yo más bien callé . . . , y me estuve quieto en mi casa, sea yo castigado de Dios.” (Job 31:34, Torres Amat) Su manera de proceder para retener su integridad hacia Dios fué provechosa. No sólo le dió el Señor a Job “el doble de lo que había tenido antes” y “bendijo el postrer estado de Job más que el primero” (Job 42:10, 12), sino que aumentó el tiempo que le quedaba a Job en la tierra en ese entonces. Y a Job se le asegura la vida eterna sobre la tierra como uno de los “príncipes en toda la tierra”.—Sal. 45:16.

      29. ¿Cuál temor es provechoso en lo que toca al tiempo? ¿Cómo lo mostró Noé?

      29 El temor es un arma que el adversario usa para paralizar las actividades del hombre, para hacerlos caer en el lazo de hacer su voluntad. “El temor del hombre trae un lazo; mas el que confía en Jehová será puesto en alto.” (Pro. 29:25) El espíritu de cobardía se ha apoderado de este viejo mundo moribundo, y si uno huyera de todas las cosas que este mundo teme y de las cuales huye, de seguro que no tendría tiempo para nada más, provechoso o no provechoso. Mas Dios no le ha dado a su pueblo espíritu de cobardía. (2 Tim. 1:7) Los inicuos consumen su tiempo huyendo cuando nadie los persigue (Pro. 28:1), pero el cristiano, intrépido como el león, permanece estable en el conocimiento de la supremacía de su Dios y dedica su tiempo a actividades provechosas. El amor perfecto echa fuera el temor (1 Juan 4:18), dejando la mente libre para pensar con claridad y dirigir el cuerpo en obras provechosas de alabanza. El que se interesa en tener más tiempo que dedicar a las obras provechosas echa a un lado los cuidados mundanos y teme a Dios únicamente. “El temor de Jehová aumenta los días; pero los años de los inicuos serán acortados.” (Pro. 10:27) El amor piadoso fué lo que movió a Noé a edificar el arca para la salvación de su casa. Si él hubiese permitido que el temor de los hombres interrumpiera su trabajo, aunque fuera sólo por un rato, en toda probabilidad el arca no habría estado completa en tiempo para servir el propósito para el cual se había intentado. En tal caso, todo el tiempo y esfuerzo que Noé había dedicado a la estructura incompleta se habría desperdiciado por completo. En vez de tener muchos años largos después del diluvio para seguir con su servicio provechoso al Creador, él y sus estimados hubieran perecido con los demás desobedientes. Más bien que parar o interrumpir su trabajo por causa del temor, “¡resistid al diablo, y huirá de vosotros!”—Sant. 4:7.

      30. ¿Por qué es esencial la regularidad en predicar en lo que concierne el tiempo?

      30 La regularidad en la obra de predicar también es esencial. No sólo es verdad que la mente empleada en eso está demasiado ocupada para que el Diablo la tiente y la tropiece, sino que la actividad constante mejora la eficiencia del predicador de modo que más puede lograrse en el tiempo disponible. Cuando uno se detiene pierde su movimiento acertado en el servicio piadoso; por falta de práctica ya no puede usar la espada del espíritu con destreza y nuevos hábitos malos se introducen a fuerza y toman el lugar de los buenos hábitos de antes. Por lo tanto, el tiempo que no se usa para alabar a Dios no es el único tiempo que se pierde sino también el que se consume en adquirir de nuevo la destreza anterior. El tiempo restante es demasiado corto para permitir tales pérdidas; y siempre existe el peligro de ser completamente tragado por el mundo viejo. Ya es tiempo de estar despiertos y activos y de ser constantes en el servicio de Dios.

      31. ¿De qué manera nos portamos como sabios en estos tiempos malos?

      31 La necesidad de estar despiertos fué hecha prominente por Pablo, que, después de reprender a algunos en la congregación de Éfeso por haber caído de nuevo en la práctica de la corrupción, dijo, “Despiértate tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y te alumbrará Cristo. Mirad, pues, diligentemente, cómo andáis; no como necios, sino como sabios; aprovechando cada oportunidad del bien hacer, porque los días son malos.” (Efe. 5:14-16) ‘Compraos toda la oportunidad.’ (Rótherham [en inglés]) Estas palabras de amonestación las ofreció Pablo para dirigir el proceder futuro de los cristianos. Lo que sucedió con aquellos efesios, sucede hoy con nosotros; lo que se ha hecho o lo que nosotros hemos faltado de hacer en lo pasado no puede ser cambiado. Ese tiempo ya se fué, no puede usarse otra vez. Pero en la actualidad y en el futuro todavía le esperan muchas oportunidades al que desea servirle a Dios. Estas oportunidades pueden presentarse de muchas diferentes maneras. Pero no importa de qué manera vengan, los sabios las aprovecharán, comprándolas y haciendo buen uso de ellas para que no se desperdicien.

      32. ¿Cómo conseguimos más oportunidades? ¿Por qué vale la pena, cueste lo que cueste?

      32 Es sólo razonable que el que dedica más tiempo a servir a Dios tendrá manera de comprar o hacer uso de más de estas oportunidades preciosas. No importa lo costoso que le sea a uno renunciar las riquezas y una buena reputación en este mundo, estas oportunidades para servir a Dios y a Cristo lo hacen valer la pena y aun más. Cristo pronunció una parábola a sus apóstoles, diciendo: “El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo; el que un hombre halló, y lo encubrió, y por el gozo de su hallazgo, va, y vende todo cuanto tiene, y compra aquel campo.” (Mat. 13:44) Ninguna cosa que ahora poseamos o esperemos obtener en el futuro pudiera compararse en valor al reino de Dios y las bendiciones que les traerá a los que vivan en él. Aunque uno diera su vida por el Reino sería provechoso: “pues el que quisiere salvar su vida, la perderá; y el que perdiere su vida por mi causa, la hallará.” (Mat. 16:25) Cristo puede resucitar y resucitará de la muerte a los que fielmente dedican su tiempo al servicio de él.—Juan 5:28, 29.

  • Haciendo provechoso el tiempo que queda
    La Atalaya 1950 | 15 de junio
    • Haciendo provechoso el tiempo que queda

      1. Por el Reino, ¿qué oportunidades terrestres cedió Jesús?

      JESÚS no predicó una cosa e hizo otra. Su proceder era consistente con sus palabras. Todo lo que tenía, Jesús lo cedió por el Reino, hasta la vida misma. Pero cedió mucho antes de dar su vida en sacrificio. Primero cedió su existencia celestial como el Arquitecto y Portavoz del Creador. Luego considérense sus posibilidades terrestres. Este joven talentoso (en verdad su mente era perfecta) pudo haber dedicado su tiempo al adelanto de la ciencia, a la prolongación de la vida de la gente mediante indagaciones médicas y sociales; pudo haber edificado grandes ciudades con casas ejemplares o tremendas organizaciones comerciales. Con su cuerpo perfecto pudo haber dedicado su tiempo a hazañas físicas en las cuales de por cierto que pudo haber sobresalido, cazador sin igual, artista con destreza insuperable; sí, lo que se hubiera propuesto hacer sin duda podría haberlo hecho mejor que cualquier otro hombre. Fué el único hombre perfecto en la tierra. Pero Jesús volvió las espaldas a todas estas cosas, y su decisión dependió de lo que él, con percepción perfecta, consideraba ser el uso más provechoso del tiempo.

      2. ¿Por qué nos sirve Jesús especialmente como ejemplo de redimir el tiempo?

      2 Lo que Jesús decidió hacer él mismo, fué la misma cosa que les dijo a sus seguidores que ellos hicieran. Él predicó. Sí, predicó acerca del reino de Dios; en la playa, en el desierto, en las montañas, en el templo, en las calles y en las casas de la gente, en toda oportunidad engrandeció el nombre y el propósito de su Padre. Por haber escogido este proceder sabía que sus días estaban contados, pero redimió el tiempo, compró toda oportunidad, usó provechosamente el tiempo que le quedaba. Viendo, pues, que Jesús, que tenía tan grandes potencialidades en todo campo de esfuerzo humano, decidió dedicar su tiempo al ministerio de Dios, ¿no ha de concluirse que nuestra meta principal debe ser hacer lo mismo? ¡De veras que sí! Jesús les decía a los que buscaban su favor que ‘cargaran con su estaca de tormento diariamente y lo siguieran’. (Luc. 9:23) Servicio diario, sí, servicio de tiempo cabal debe ser la meta de todo siervo de Dios.

      3. ¿Qué uso del tiempo aprueba Dios? Pero, ¿qué es ideal?

      3 Es verdad que no todos podrán alcanzar esta meta. Jesús era soltero; no tenía ninguna obligación de familia, ningún estorbo. Dios conoce las circunstancias de cada uno de sus siervos y le agrada el servicio de cada uno, no importa lo pequeño que sea ese servicio, si los siervos dan todo lo que pueden. Jesús manifestó que esto es verdad cuando llamó la atención de sus discípulos al hecho de que Dios aprobó la viuda que dió todo lo que tenía aunque era cantidad pequeñísima. (Mar. 12:41-44) Esto pues no niega sino apoya la verdad de que el servicio de tiempo cabal a Dios es la situación ideal para el cristiano. Cada uno, pues, puede usar provechosamente un poco de su tiempo para considerar seriamente y con oración sus circunstancias para

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