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  • Obteniendo riqueza para el nuevo Rey de la Tierra
    La Atalaya 1974 | 1 de junio
    • 13, 14. (a) Al morir Jesús como hombre de “carne y sangre,” ¿dónde llegó a estar? (b) ¿Cómo sabemos si Jesús comenzó inmediatamente después de su resurrección su viaje a la “tierra lejana” de la parábola o no?

      13 Por supuesto, al morir Jesús como hombre de “carne y sangre,” no fue a la “tierra lejana” de la parábola, es decir, a la presencia celestial de su Padre. Estuvo verdaderamente muerto, y su cuerpo fue puesto en una tumba, de manera que, por parte de tres días, Jesús estuvo en lo que los judíos llamaban Sheol y los griegos llamaban Hades. Al resucitar como persona de la región espiritual al tercer día, Jesús tenía consigo el valor o mérito de su vida humana sacrificada, pero no comenzó inmediatamente su viaje a la “tierra lejana.” Aquel mismo día se le apareció a María Magdalena en el jardín de la tumba y le dijo:

      14 “Deja de colgarte de mí. Porque todavía no he ascendido al Padre. Mas ponte en camino a mis hermanos y diles: ‘Asciendo a mi Padre y Padre de ustedes y a mi Dios y Dios de ustedes.’” (Juan 20:17) Por cuarenta días continuó en la vecindad de la Tierra invisiblemente, materializándose a veces en forma humana y apareciéndose a sus discípulos para probarles que estaba vivo de nuevo, resucitado de entre los muertos.—Hech. 1:1-5.

      15, 16. (a) ¿Cuándo comenzó Jesús resucitado el viaje a aquella “tierra lejana,” y delante de qué testigos? (b) ¿Para cuándo tiene que haber llegado a aquella “tierra lejana,” y cómo verifica esto Pedro?

      15 Cuando Jesucristo resucitado sí ascendió a su Padre celestial, ése sería el tiempo en que comenzó a viajar a la “tierra lejana.” Esto sucedió el día cuadragésimo desde su resurrección de entre los muertos. Mientras varios de sus discípulos que estaban en el monte de los Olivos veían ascender al cielo y desaparecer el cuerpo materializado en el cual Jesús se había aparecido, dos ángeles se pusieron de pie al lado de ellos y dijeron: “Varones de Galilea, ¿por qué están de pie mirando al cielo? Este Jesús que fue recibido de entre ustedes arriba en el cielo vendrá así de la misma manera que lo han contemplado irse al cielo.” (Hech. 1:11) No sabemos cuánto tiempo le tomó a Jesucristo en la región espiritual llegar a la “tierra lejana” de la parábola, pero fue dentro de diez días, o antes del día de fiesta del Pentecostés de aquel año de 33 E.C. En aquel día el espíritu santo fue derramado sobre los discípulos de Cristo en Jerusalén, y el apóstol Pedro habló bajo inspiración y dijo a miles de judíos que escuchaban:

      16 “De hecho David no ascendió a los cielos, sino que él mismo dice: ‘Jehová dijo a mi Señor: “Siéntate a mi diestra, hasta que coloque a tus enemigos como banquillo para tus pies.”’ Por lo tanto sepa con certeza toda la casa de Israel que Dios lo hizo Señor y también Cristo, a este Jesús a quien ustedes fijaron en un madero.”—Hech. 2:34-36.

      “NEGOCIEN HASTA QUE VENGA”

      17. ¿Cómo indica la parábola de Jesús lo que sus discípulos habían de hacer en la Tierra durante la larga ausencia de él?

      17 De manera que Jesucristo había de volver... pero esta vez con “poder real.” La parábola que Jesús dio porque sus discípulos “se imaginaban que el reino de Dios iba a exhibirse instantáneamente” indicó que Jesucristo, como el “hombre de noble nacimiento,” estaría ausente por largo tiempo. (Luc. 19:11, 12) Pues bien, ¿qué harían sus discípulos mientras tanto, mientras esperaban su regreso con “poder real”? Jesús no los dejó sin instrucciones en cuanto a lo que específicamente habían de hacer. La parábola de Jesús ilustró que él haría esto. Leemos lo siguiente respecto al noble que partía: “Llamando a diez esclavos suyos, les dio diez minas y les dijo: ‘Negocien hasta que venga.’”—Luc. 19:13.

      18. (a) ¿Qué valor dan varias traducciones de la Biblia y Aid to Bible Understanding a las diez minas de plata? (b) ¿Qué habían de hacer los esclavos con las minas de plata?

      18 An American Translation (Una Traducción Americana) da un valor monetario a la mina antigua y traduce este versículo de este modo: “Y llamó a diez de sus esclavos y les dio veinte dólares a cada uno y les dijo que traficaran con aquello mientras él estuviera ausente.” La traducción de la Biblia por Moffatt da un valor británico a la mina y dice: “Primero llamó a sus diez siervos, dándoles un billete de cinco libras a cada uno, y diciéndoles: ‘Traficad con esto hasta que yo regrese.’” The New English Bible (La Nueva Biblia Inglesa) del año 1970 asigna a la mina el valor de solo una “libra.” The New American Bible (La Nueva Biblia Americana) es indefinida y dice que el hombre de noble nacimiento dio a sus siervos “sumas de diez unidades.” La publicación de 1971 intitulada “Aid to Bible Understanding” (Ayuda para entender la Biblia) asigna a la mina de plata del primer siglo E.C. el valor de 14 dólares y 9,4 centavos. Esto era mucho dinero en el día de Jesús, pues era el equivalente de 100 dracmas, aunque valía solo una sesentava parte de un talento de plata que equivalía a 845 dólares y 64 centavos. Fuera cual fuera el valor de la mina de plata hoy día, los diez esclavos del hombre de noble nacimiento habían de negociar con las minas de plata por operaciones de traficar y así obtener riqueza para el rey en perspectiva.

      19. ¿A quiénes representaron los “diez esclavos,” y qué representaron las “diez minas”?

      19 Los diez esclavos de la parábola de Jesús representaron a los discípulos del Señor Jesús. Después de la resurrección de él de entre los muertos, ¿qué dejó confiado a sus discípulos antes de ascender al cielo diez días antes del día de fiesta del Pentecostés de 33 E.C.? En su muerte sobre el madero en Calvario, Jesús había sido despojado de absolutamente toda cosa material en la Tierra que tuviera valor alguno. En su resurrección de entre los muertos al tercer día, hasta los vendajes de entierro y el paño para la cabeza quedaron atrás en la tumba. (Juan 20:6, 7) Entonces, ¿qué poseía Jesús para confiarlo a sus discípulos antes de ascender a la “tierra lejana” celestial? Era algo que, como las diez minas de plata, tenía un valor que podía servir como base o haber para efectuar un aumento valioso para el Rey en perspectiva, el Mesías. Puesto que no era algo material, era algo intangible y sin embargo estaba allí, existía. ¿Qué? El campo de interés que Jesús había cultivado respecto al reino mesiánico de Dios por su ministerio público de unos tres años y medio en Israel.

      20. (a) Por eso, ¿qué cualidad valiosa se le había impartido al campo de actividad que los discípulos de Jesús podían aprovechar como si estuvieran negociando con diez minas? (b) ¿Cómo indicó un esclavo, y Jesús mismo, esa característica de valor útil impartida a un campo de actividad?

      20 Sí, aquellas simbólicas diez “minas” de plata representaban los efectos que había producido en el mundo judío o israelita la intensa enseñanza y predicación de Jesús de modo que el pueblo escogido de Jehová se inclinara a aceptar a Jesús como el Mesías prometido. Así había un campo preparado para los discípulos de Jesús donde ellos podrían funcionar, para edificar y animar a la madurez en judíos la disposición de creer o persuadirse de que Jesús era el Ungido de Jehová debido a lo que Jesús enseñó e hizo en cumplimiento de la profecía bíblica. Era un campo que los discípulos de Jesús podían hacer muy productivo al ocuparse en lo que Jesús les dijo que hicieran. En la parábola uno de los diez esclavos lo comparó a un campo o finca cuando este esclavo le dijo al rey que había regresado: “Siegas lo que no sembraste.” (Luc. 19:21) Jesús también lo ilustró antes cuando dijo a sus discípulos mientras estaba en Samaria: “Es verdadero el dicho: Uno es el sembrador y otro el segador. Yo los despaché a segar aquello en que ustedes no han hecho labor. Otros han labrado, y ustedes han entrado en el provecho de su labor.”—Juan 4:37, 38.

      21. (a) ¿De qué quería Jesús más? (b) Si el campo judío no resultaba suficientemente productivo, ¿qué habían de hacer los discípulos?

      21 Así los discípulos de Jesús tenían algo útil, algo valioso, algo adaptable, eficaz, con lo cual comenzar a trabajar o ‘negociar’ y obtener aumento. No era más plata ni oro lo que Jesús deseaba obtener por medio de sus discípulos-esclavos. Aquello de lo que quería más era discípulos que siguieran en sus pisadas y estuvieran a favor de él como el Rey Mesiánico. Y si el campo judío ya cultivado no los producía a todos, especialmente a los 144.000 herederos del Reino con Jesús, entonces los discípulos podían engrandecer el campo de sus actividades penetrando en la región gentil o no judía. De esta manera aumentarían el campo cultivado que produciría cinco o diez veces más que la zona bajo cultivo para producir adherentes al reino de Cristo.

      22. Por ser diez, los “esclavos” representan ¿a quiénes, en el cumplimiento completo de la parábola?

      22 Los “diez esclavos suyos” de la parábola de Jesús no tuvieron su cumplimiento completo en los apóstoles y discípulos del primer siglo de nuestra era común. Apropiadamente, el número de “esclavos” se fijó en “diez,” puesto que diez se usa en las ilustraciones bíblicas para representar totalidad o lo completo, particularmente respecto a cosas terrestres. Así, los “diez esclavos” de la parábola representarían bien a todos los esclavos engendrados por espíritu y ungidos de Jesucristo que son herederos en perspectiva con él del reino celestial y que han sido producidos a través de todos estos pasados diecinueve siglos hasta la entrada de Cristo en el poder real al terminar los Tiempos de los Gentiles en el año 1914 E.C. y hasta ahora. Tiene que ser así, porque los apóstoles y otros discípulos del primer siglo E.C. no han sobrevivido en la carne hasta el regreso invisible de Cristo con poder del Reino en este siglo veinte.

      23. (a) Los rasgos culminantes de la parábola tienen sus correspondencias en el caso de los discípulos de Cristo de ¿qué período? (b) En vista del degüello inminente de los enemigos del Rey, ¿qué será para nuestro bien hacer en cuanto a la parábola?

      23 Por consiguiente, los rasgos culminantes finales de la parábola de Jesús acerca de los “diez esclavos” con diez minas tienen que tener sus correspondencias en el caso de los discípulos bautizados, engendrados por espíritu y ungidos de Jesucristo que están vivos en la Tierra durante este siglo veinte. La investigación revela que hay un resto de aproximadamente diez mil de ellos todavía en la Tierra, que están ‘negociando’ con las diez minas simbólicas para aumentar la riqueza del nuevo Rey de la Tierra. Estos diez mil son en verdad solo una cantidad pequeña que queda, cuando los comparamos con el número completo de 144.000 discípulos que han de ser unidos con Jesucristo en reinar con él por mil años para gloria de Dios y bendición eterna de toda la humanidad. La manera en que todos estos diez esclavos figurativos han negociado o traficado con las “diez minas” del Rey en perspectiva suministra una historia interesante. En vista del degüello inminente de todos los enemigos del legítimo Rey Mesiánico de la Tierra, será para bien nuestro el que consideremos la historia hasta su fin y veamos qué parte apropiada podemos desempeñar en el cumplimiento moderno de la parábola de Jesús.

  • No degollados con los enemigos del Rey
    La Atalaya 1974 | 1 de junio
    • No degollados con los enemigos del Rey

      1. El que rechacemos ahora al nuevo Rey de la Tierra puede significar ¿qué consecuencias, según qué ejemplo amonestador de hace mucho tiempo?

      VIVIENDO como lo hacemos en el “tiempo del fin” del “sistema de cosas” actual, el que rechacemos al nuevo Rey de la Tierra puede resultar en las más graves consecuencias para nosotros. (Dan. 12:4; Mat. 24:3) Hace mil novecientos años las consecuencias fueron muy graves para los israelitas que vivían en el fin del sistema de cosas judío que giraba alrededor de Jerusalén y su templo. (Heb. 9:26) Aquél fue un ejemplo amonestador para nosotros hoy. Esta amonestación recibe énfasis para nosotros en la parábola de Jesús acerca del hombre de noble nacimiento que confió diez minas de plata a diez de sus esclavos.

      2. ¿Cuándo partió Jesús como el Rey en perspectiva, y quiénes fueron sus ‘conciudadanos’ que habían de enviar una delegación tras él para oponerse a su adquisición de poder real?

      2 En la parábola Jesús pasa a decir: “Pero sus ciudadanos lo odiaban y enviaron tras él un cuerpo de embajadores a decir: ‘No queremos que éste llegue a ser rey sobre nosotros.’” (Luc. 19:14) Fue después de su resurrección de entre los muertos que Jesús como el que había sido ungido con el espíritu santo de Dios para llegar a ser el Rey Mesiánico ascendió desde la Tierra al cielo, precisamente diez días antes del día de la fiesta del Pentecostés de 33 E.C. Según la nacionalidad carnal de Jesús, “sus ciudadanos” eran los israelitas o judíos. En armonía con este hecho está escrito: “Cuando llegó el límite cabal del tiempo, Dios envió a su Hijo, que vino a ser procedente de una mujer y vino a estar bajo ley, para que librara por compra a aquellos bajo ley, para que nosotros, a nuestra vez, recibiésemos la adopción de hijos.” (Gál. 4:4, 5) “Vino a su propia casa, pero los suyos no lo recibieron.” (Juan 1:11) Pues bien, después del ascenso de Jesús al cielo, ¿cómo enviaron sus conciudadanos judíos una delegación o diputación tras él para expresar sus objeciones a que Jesús ejerciera poder real sobre ellos?

      3. Puesto que sus ‘conciudadanos’ eran de carne y sangre, ¿cómo podían enviar una delegación “tras él” para objetar a él como Rey?

      3 Ningún cuerpo de embajadores judíos, por ser de carne y sangre, podría ir al cielo y comparecer en la santa presencia de Dios y decirle que no diera el poder real mesiánico a su Hijo resucitado Jesús. Pero no tenían que hacer esto. Le notificaron de ello a Dios tan eficazmente como si hubieran hecho aquello. ¿Cómo? Fue desde el día de fiesta del Pentecostés en adelante, porque entonces los discípulos cristianos que se habían estado manteniendo en “clandestinidad” salieron a la luz pública. Fue entonces que el apóstol Pedro, obrando como vocero para unos 120 discípulos, dijo a más de tres mil judíos reunidos en Jerusalén: “Sepa con certeza toda la casa de Israel que Dios lo hizo Señor y también Cristo, a este Jesús a quien ustedes fijaron en un madero.” (Hech. 2:36) Pero, ¿concordaron las autoridades religiosas de Jerusalén con aquel anuncio de Jesús como el Mesías? No fue así, si la oposición y persecución que lanzaron contra los discípulos de Jesús después de eso son indicación alguna en cuanto a ello. De manera que, por su objeción oficial al testimonio que daban los discípulos de que Jesús era el Mesías prometido por Dios, estaban notificándole a Dios que estaba en el cielo que ellos no querían a su Hijo resucitado como Rey Mesiánico de ellos.—Hech. 5:34-39.

      4. (a) Al rechazar a Jesús como el rey mesiánico, ¿a qué se expusieron los “ciudadanos” judíos? (b) ¿A qué resultado llevó esto a aquellos “ciudadanos” más tarde, pero cómo les fue a los judíos convertidos al cristianismo?

      4 Los conciudadanos de Jesús tenían sus propias ideas en cuanto a quién debería llegar a ser su rey que desempeñara el papel de Mesías. Así, se expusieron a ser engañados por Mesías falsos, Cristos falsos. Fue bajo ideales mesiánicos falsos que los judíos nacionalistas se rebelaron en el año 66 E.C. contra seguir teniendo a César como rey. (Juan 19:15) Los pocos años de independencia que obtuvieron del Imperio Romano terminaron cuando Jerusalén y su templo fueron reducidos a ruinas en el año 70 E.C. Los miles de judíos convertidos al cristianismo agradecieron el no haber sido engañados de modo que se unieran a la rebelión mesiánica judía, y continuaron ‘negociando’ con las minas de plata figurativas que Jesucristo les dio antes de partir a la “tierra lejana” celestial. Espiritualmente no perdieron nada debido a la horrible destrucción de Jerusalén y la cruel dispersión de los judíos no creyentes.

      NEGOCIANDO CON LAS COSAS VALIOSAS DEL REY

      5. En la parábola, cuando el noble que había vuelto entró en cuentas con sus esclavos, ¿qué dijo el primero que se presentó?

      5 En la parábola de Jesús, es solo después que el “hombre de noble nacimiento” había vuelto de su largo viaje al extranjero que aprendemos lo que sus diez esclavos hicieron con las minas de plata que les fueron encomendadas. Leemos: “Con el tiempo, cuando volvió después de haber conseguido el poder real [o el reino], mandó llamar a sí a estos esclavos a quienes había dado el dinero en plata, para averiguar lo que habían ganado por la actividad de negociar. Entonces se presentó el primero, diciendo: ‘Señor, tu mina ganó diez minas.’” (Luc. 19:15, 16) Según An American Translation (Una Traducción Americana) este esclavo dijo: “¡Tus veinte dólares han producido doscientos, señor!” Según la traducción de Moffatt, dijo: “Tus cinco libras han producido otras cincuenta, señor.” Ganó diez veces lo que le había sido dado.

      6. (a) ¿Qué representó este primer esclavo? (b) ¿Cómo se negoció con la “mina” de plata del Señor desde el Pentecostés en adelante?

      6 Puesto que los “diez esclavos” de la parábola representaron a todos los discípulos engendrados por espíritu y ungidos de Jesucristo desde el Pentecostés del año 33 E.C. hasta ahora, este primer esclavo representó a una clase o grupo de esos discípulos cristianos. Indudablemente los doce fieles apóstoles y el apóstol Pablo pertenecieron a esta clase. Siendo apóstoles o “enviados,” ciertamente ensancharon el campo bajo cultivo que su Señor Jesucristo había dejado como cosa valiosa y productiva con la cual comenzar a trabajar o negociar. El libro de Hechos de Apóstoles muestra cómo negociaron con la simbólica mina de plata. Desde el día de fiesta del Pentecostés en adelante leemos de “la enseñanza de los apóstoles” a la cual se dedicaban los creyentes cristianos, y que “muchos portentos y señales ocurrían por medio de los apóstoles,” y que “al mismo tiempo Jehová continuó uniendo diariamente a ellos los que se iban salvando.”—Hech. 2:42, 43, 47.

      7. Bajo persecución, ¿qué hicieron los apóstoles, como, por ejemplo, después de su experiencia con el Sanedrín de Jerusalén?

      7 Los apóstoles siguieron efectuando su obra de predicar y enseñar, a pesar de que fueron injustamente castigados por hacerlo. Por ejemplo, esto es lo que sucedió después que los apóstoles habían tenido su audiencia delante del Sanedrín de Jerusalén: “Mandando llamar a los apóstoles, les dieron azotes, y les ordenaron que dejasen de hablar sobre la base del nombre de Jesús, y los dejaron ir. Éstos [los apóstoles], por lo tanto, se fueron de delante del Sanedrín, regocijándose porque se les había considerado dignos de sufrir deshonra a favor de su nombre. Y todos los días en el templo y de casa en casa continuaban sin cesar enseñando y declarando las buenas nuevas acerca del Cristo, Jesús [o Jesús el Mesías].”—Hech. 5:40-42, Traducción del Nuevo Mundo; Nácar-Colunga; Versión Hispanoamericana; vea también Besson.

      8. Debido a que los apóstoles se adhirieron estrictamente a la predicación y la enseñanza, ¿qué sucedió en cuanto al número de creyentes?

      8 En adherencia estricta a su ministerio, los doce apóstoles le dijeron a la congregación de Jerusalén: “Nos dedicaremos a oración y al ministerio de la palabra.” (Hech. 6:4) No sorprende que después de eso leamos: “Por consiguiente, la palabra de Dios siguió creciendo [por la predicación y la enseñanza], y el número de los discípulos siguió multiplicándose muchísimo en Jerusalén; y una gran muchedumbre de sacerdotes empezó a ser obediente a la fe.” El número de creyentes para este tiempo tiene que haber subido a más de cinco mil, porque de algún tiempo antes leemos esto: “Muchos de los que habían escuchado el discurso creyeron, y vino a ser el número de los varones como cinco mil.”—Hech. 6:7; 4:4.

      9, 10. (a) ¿Cómo se ensanchó el campo de cultivo, según Hechos, capítulos ocho hasta diez inclusive? (b) ¿Qué explicación da el apóstol Pablo de cómo negoció con la simbólica mina de plata?

      9 Desde entonces en adelante, desde Jerusalén como base de operaciones, el campo de operaciones fue extendido a los samaritanos circuncisos, a un prosélito etíope circunciso, y entonces, al tiempo señalado de Dios, a todos los no judíos o gentiles incircuncisos. (Hechos, capítulos 8-10) En el concilio del cuerpo gobernante cristiano en Jerusalén, el discípulo Santiago comentó acerca del ensanchamiento del campo de cultivo hasta abarcar al mundo gentil, diciendo: “Simeón [Pedro] ha contado cabalmente cómo Dios por primera vez dirigió su atención a las naciones para tomar de entre ellas un pueblo para su nombre. Y con esto convienen las palabras de los Profetas.” (Hech. 15:14, 15) Después de eso el apóstol Pablo hizo su segunda

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