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La experiencia en el umbral de la muerte... ¿prueba de la inmortalidad?¡Despertad! 1984 | 8 de octubre
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experiencias estaban indudablemente bajo la dirección de fuerzas hostiles”. No obstante, él rechaza la idea porque le parece que, en vez de sentirse más piadoso el paciente después de la experiencia, “Satanás supuestamente diría a sus siervos que siguieran un derrotero de odio y destrucción”. Añade: “¡Él ciertamente ha fracasado miserablemente —que yo sepa— en producir emisarios persuasivos para su programa!”.
En esto el Dr. Moody comete un grave error de dos maneras. En primer lugar, Satanás no promulgaría necesariamente el odio y la destrucción mediante estas experiencias. ¿Por qué no? Porque la Biblia declara: “Satanás mismo sigue transformándose en ángel de luz. No es, por lo tanto, gran cosa si sus ministros también siguen transformándose en ministros de justicia” (2 Corintios 11:14, 15). Si él puede perpetuar la mentira fundamental que siempre ha sostenido —“positivamente no morirán”—, puede hacerlo por los medios aparentemente más inocentes e iluminadores. (Génesis 3:4, 5.)
En segundo lugar, ¡él no ha fracasado miserablemente en producir emisarios persuasivos para su programa de mentiras respecto al alma inmortal! ¡Al contrario, ahora cuenta con médicos, sicólogos y científicos que apoyan plenamente la mentira que él ha promulgado por siglos mediante sacerdotes y filósofos! ¡Cuán apropiadamente resumió Pablo la situación al escribir: “Ahora, si las buenas nuevas que declaramos están de hecho veladas, están veladas entre los que están pereciendo, entre quienes el dios de este sistema de cosas ha cegado las mentes de los incrédulos, para que la iluminación de las gloriosas buenas nuevas acerca del Cristo, que es la imagen de Dios, no resplandezca a través a ellos”! (2 Corintios 4:3, 4.)
Sin embargo, como hemos visto, ciertos sicólogos creen que el hombre tiene una existencia consciente después de la muerte. Esta interpretación personal del significado de las experiencias en el umbral de la muerte nos obliga a plantear las siguientes preguntas pertinentes en nombre de los que creen en la Biblia: ¿Hay alguna base bíblica para decir que el hombre tiene un alma inmortal que abandona el cuerpo como una mariposa que sale de su capullo? ¿Qué hay de los textos de la Biblia donde se usan las palabras “alma” e “inmortalidad”?
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El alma... ¿es usted, o está en usted?¡Despertad! 1984 | 8 de octubre
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El alma... ¿es usted, o está en usted?
¿CREE usted que tiene un alma inmortal que sigue viviendo cuando usted muere? La mayor parte de las personas de diversos antecedentes religiosos, ya sean cristianos, musulmanes, judíos, sintoístas, budistas o hindúes, comparten esta misma idea fundamental. Pero ¿por qué tienen dicha creencia? ¿Será porque tienen prueba de ello? ¿O porque la mayoría de las religiones siempre la han enseñado y porque es una idea popular que han conocido de oídas? ¿Cómo, en realidad, llegó a introducirse en la enseñanza “cristiana” la idea de un alma inmortal?
En el libro Death Shall Have No Dominion (La muerte no tendrá dominio), Douglas T. Holden escribe: “La teología cristiana ha llegado a estar tan fusionada con la filosofía griega que ha criado a individuos que son una mezcla de nueve partes de pensamiento griego por una parte de pensamiento cristiano”. Esto se ilustra bien en lo que toca a la tan difundida creencia de la inmortalidad del alma. Por ejemplo, Platón, filósofo griego del cuarto siglo a. de la E.C., escribió: “¡El alma es inmortal e imperecedera, y nuestra alma ciertamente existirá en otro mundo!”.
De acuerdo con Platón, ¿adónde iban dichas almas cuando el cuerpo moría? “Y las que parecen haber llevado una vida ni buena ni mala, van al río Aqueronte, [...] y allí moran y son purificadas de sus malas acciones, y una vez que han sufrido el castigo por las faltas que han cometido contra otros, son absueltas.” ¿No se parece bastante esta idea a la doctrina del purgatorio que enseña la cristiandad? ¿Y adónde van las almas de los inicuos? “A éstas se las echa en el Tártaro [para los griegos de la antigüedad, una sección del Hades reservada para el castigo de los peores delincuentes] el cual es el destino adecuado para ellos, y nunca salen de allí.” ¡Ciertamente, los griegos de la antigüedad tenían su creencia de tormento eterno en el infierno mucho antes que los teólogos de la cristiandad se apropiaran de ella!
¿Hay razón para dudar?
Si lo que escribió en su Dialogue en realidad refleja su propio pensar, Platón estaba convencido de que tenía un alma inmortal. Y pronto sus enseñanzas comenzaron a convencer a otros que lo veneraban como filósofo. Por consiguiente, hasta los escritores cristianos del segundo siglo aceptaron la filosofía platónica. En cuanto a esto la Encyclopædia Britannica declara: “Los platonistas cristianos dieron primacía a la revelación y consideraron la filosofía platónica como el mejor instrumento disponible para el entendimiento y la defensa de las enseñanzas de las Escrituras y la tradición de la iglesia. [...] Desde mediados del siglo segundo después de J.C., los cristianos que tenían algún entendimiento de la filosofía griega empezaron a sentir la necesidad de expresar su fe en los términos de ésta, tanto para su propia satisfacción intelectual como para convertir a los paganos educados. La filosofía que mejor servía sus propósitos era el platonismo”.
Sin embargo, durante el transcurso de los siglos ha habido distinguidos disidentes que han expresado su desacuerdo con los conceptos griegos de un alma inmortal. El traductor de la Biblia William Tyndale (alrededor de 1492-1536) escribió en el prefacio de su traducción: “Al colocar las almas difuntas en el cielo, el infierno, o el purgatorio se destruyen los argumentos mediante los cuales Cristo y Pablo probaron la resurrección [...] Si el alma está en el cielo, decidme, ¿para qué se necesita la resurrección?”. Ésta es una pregunta lógica. Si se vence a la muerte por medio de un alma ‘inmortal e imperecedera’, entonces, ¿para qué sirve la resurrección que Jesús enseñó y en la que creían los patriarcas hebreos? (Hebreos 11:17-19, 35; Juan 5:28, 29.)
En el libro La Agonía del Cristianismo, el escritor español Miguel de Unamuno luchó con este mismo conflicto. Escribió con relación a Cristo: “Creía [...] en la resurrección de la carne, a la manera judaica, no en la inmortalidad del alma, a la manera platónica”. Hasta pasó a decir: “La inmortalidad del alma [...] es un dogma filosófico pagano. [...] Basta leer el Fedón platónico para convencerse”.
El “alma” en la Biblia
El poeta Longfellow escribió: “La declaración polvo eres, y al polvo volverás, no
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