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Nubes sin agua, árboles sin frutoLa Atalaya 1952 | 15 de junio
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para obtener libertad para la predicación del evangelio.
Los cristianos verdaderos así usarán su tiempo y energía. Ellos no necesitan ser regañados para hacerlo. Un entendimiento correcto de las buenas nuevas del reino de Cristo los conmueve y los inspira a servir a Dios. De modo que la Iglesia Católica debe reconsiderar el bagazo seco que compone su menú espiritual, y verá por qué aquellos que se alimentan a su mesa son indiferentes y apáticos, sin vigor y celo espirituales. Y que los católicos sinceros examinen la Biblia para conocer la fuente de fortaleza de los testigos de Jehová.
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“Terremotos en un lugar tras otro”La Atalaya 1952 | 15 de junio
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“Terremotos en un lugar tras otro”
EL 15 de agosto de 1950 el terremoto más severo del siglo veinte, el “más grande de la generación presente”, el “más drástico cataclismo natural en un lugar poblado que el mundo jamás ha conocido”, se concentró en la India septentrional, Asam, Nepal y el Tibet meridional. Tan violento fué ese temblor que todos los sismógrafos por todo el mundo se unieron al ritmo en un baile desenfrenado y vertiginoso. Muchos fueron completamente abatidos. El de Estambul, Turquía, fué roto, y en el Boston College, al lado opuesto del globo, el sismógrafo se salió del papel indicador. Cuando la onda del terremoto llegó a Milwaukee, Wis., a 11,000 millas de distancia, el agua en un pozo hondo estableció un nuevo record saltando 54 pulgadas. Los servicios del radio y la prensa transmitieron rápidamente la noticia, y la gente instintivamente supo que de nuevo una catástrofe de gran magnitud había acontecido.
En algún lugar debajo del Himalaya, la cordillera más elevada del mundo, hubo un desprendimiento de la roca subterránea, que a su vez arrojó en convulsiones 30,000 millas cuadradas de la superficie de la tierra. Algunos de los ríos de la región desaparecieron; otros cambiaron sus cursos. El Brahmaputra, uno de los ríos más grandes del mundo, presentó un acto raro y terrible, ya que la inclinación y el balanceo de la tierra hicieron que primero retrocediera y luego se precipitara con furia enloquecida. En lugares inundó sus márgenes y pasó arrasando a través del campo raso como un océano. Su tributario, el Subansiri, esparció ruina a través de 1,500 aldeas. Montañas enteras se desplomaron, enterrando aldeas y deteniendo a ríos en los valles abajo. Luego cuando los lagos artificiales que se formaron de este modo reventaron a través de las presas terrenas rugieron por los valles, llevándose todo consigo: árboles macizos, selvas poderosas y todas las criaturas en ellas. ¡Qué vista tremebunda—los cuerpos de elefantes, tigres, monos y otros animales salvajes muertos, así como también víctimas humanas—todos llevados en la cresta de las aguas enfurecidas!
En otros lugares grandes abismos se abrieron y aguas subterráneas fueron añadidas al peligro. Graneros fueron destruídos, dejando a muchas áreas amenazadas de inanición. Miles de peces en las corrientes fueron enterrados en los derrumbes de lodo o sofocados por gases sulfurosos de las ardientes regiones interiores de la tierra. Volcanes arrojadores enrojecieron los cielos por días a medida que se unieron en esta rebelión de la naturaleza, que fué considerada como “una de las más grandes catástrofes naturales” de la historia de Asam. Casi es increíble, pero ¡el majestuoso Mte. Everest, el pico más alto del mundo, fué literalmente levantado otros 198 pies de altura!
Todas las comunicaciones fueron suspendidas por completo. Carreteras y corrientes de agua literalmente se desvanecieron y secciones grandes de vías de ferrocarril fueron dejadas suspendidas en el aire. Líneas telefónicas y eléctricas sobre un área grande fueron derrumbadas. El pánico se desató a través de la India septentrional y Birmania, incluyendo Calcuta, y miles corrían gritando por las calles en su terror o se agrupaban en oración a sus dioses demoníacos. Y a medida que casi 200 temblores y sacudimientos posteriores continuaron diariamente meciendo el país por más de un mes, la vida y actividad de la gente ya agobiada de terror se paralizaron más.
Contando algo del costo, el daño a las plantaciones de té ascendió a $4,000,000. Miles de casas fueron destruídas, 50,000 cabezas de ganado fueron muertas, cerca de 5,000 personas perdieron la vida, y 5,000,000 más sufrieron debido a la serie de temblores que duró un mes. Pero la lista de esas cifras desalentadoras dice muy poco acerca del dolor y la miseria y angustia causados por estas fuerzas sobrehumanas estremecedoras de la tierra.
¿HAY UNA EPIDEMIA DE TERREMOTOS?
A medida que el relato continuó dándose a conocer poco a poco desde las regiones remotas del Himalaya, se recibieron informes de terremotos de otras partes del mundo. El 17 de agosto de 1950 un temblor violento meció islas en las Filipinas. Después el 23 de agosto un sacudimiento moderado se registró en la Baja California, y el 9 de septiembre un sacudimiento fuerte golpeó la parte septentrional de Chile. Sólo un año antes de esto, el 5 de agosto de 1949, Ecuador sufrió una tragedia parecida a la de Asam, en la que se calcula que 9,000 fueron muertos y 20,000 fueron dejados sin hogar. Cuatro de las ciudades del Ecuador fueron demolidas y el daño sorprendente llegó a millones de dólares. El año antes de ése otros temblores mataron a 5,000 personas.
Los terremotos no son un invento o descubrimiento científico moderno, porque registros antiguos muestran que tales sacudimientos han acontecido desde los tiempos más antiguos. El libro más antiguo del hombre, la Biblia, habla de diferentes temblores, tanto en las Escrituras hebreas como en las Escrituras griegas. (Amós 1:1; Zac. 14:5; Isa. 29:1, 6; 1 Rey. 19:11; Mat. 27:54; 28:2; Hech. 16:26) Los escritos profanos de Aristóteles, Plinio, Séneca, y otros, igualmente mencionaron tales sucesos catastróficos, y desde sus días muchos, muchos otros han acontecido. Para alistar los principales:
Año Lugar Muertos
1703 Japón 200,000
1737 India 300,000
1755 Lisboa 50,000
1783 Italia 50,000
1797 Ecuador 41,000
1822 Turquía 22,000
1828 Japón 30,000
1868 Perú 25,000
1875 Venezuela 16,000
1896 Japón 22,000
1908 Italia 75,000
1915 Italia 39,000
1920 China 200,00
1923 Japón 143,000
1927 China 100,000
Estas cifras revelan algunos hechos asombrosos. Por ejemplo, es muy notable cuán pocos temblores principales hubo antes de la I Guerra Mundial y a qué grandes intervalos ocurrieron comparados con el registro desde entonces. Este punto es corroborado por el padre jesuíta José Lynch de la Universidad de Fordham en su libro Our Trembling Earth (1940), porque al mostrar cómo ha habido una “alternación de la tormenta y la calma” él alista (págs. 151, 152) sólo once temblores mayores aconteciendo en 3,358 años de historia italiana, terminando en 1908.
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