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Por qué nadie puede descifrar la economía¡Despertad! 1975 | 8 de mayo
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Imposible predecir
¿Es de asombrarse que con todos estos factores, y cientos de otros que no se mencionan aquí, debilitando la economía occidental, nadie pueda predecir exactamente hacia dónde va ésta? Los problemas ya no se limitan a unas pocas naciones, sino que están por todas partes y entrelazados. El más mínimo ajuste en la situación política o económica de un país puede sacudir la entera compleja trama.
Por lo tanto los economistas van a la deriva en el actual océano económico, manoteando para permanecer a flote al igual que todos los demás. Están desconcertados por la vasta formación de factores que obran entre sí. “El conocimiento del hombre de sus propias instituciones económicas es limitado,” confiesa R. W. Everett de la División de Investigación Económica del banco Chase Manhattan de Nueva York, agregando: “Es difícil hacer un buen análisis por el hecho de que estas instituciones están cambiando constantemente.”
La imposible tarea a la que se enfrentan los pronosticadores económicos la describe vívidamente el redactor Max Lerner de la siguiente manera:
“Esta es la temporada de recreo de los economistas. No parecen saber mucho, y lo que sí saben les es de poca utilidad. Pero es hermoso observarlos mientras se retuercen y forcejean, se menean y brincan como peces en la red de circunstancias económicas que los rodea.”
La mayoría de ellos espera lo mejor pero no pueden producir ninguna razón válida para creer que las cosas mejorarán. Aun si el sistema fuera a salir temporariamente de la crisis actual, ¿cómo pudiera creer alguien que mantendrá su equilibrio en el futuro? Como hemos visto, su fin parece obvio. La única pregunta es, ¿cuándo terminará?
Las personas con fe en la Biblia saben que el cambio mundial —no solo un importante ajuste en el sistema económico— viene. Saben que la Biblia dice que el sistema mundial no puede tener buenos resultados y que pronto pasará, siendo reemplazado por uno hecho por Dios. Ahora mismo, aunque obviamente están afectados por el sistema en el cual viven, no cifran su confianza en él. (Mat. 6:9, 10, 19-34) Buscan en otro lugar el entendimiento exacto del futuro, y eso es en Dios.
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El amor es costoso... ¡pero vale la pena!¡Despertad! 1975 | 8 de mayo
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El amor es costoso... ¡pero vale la pena!
EL MUNDO está lleno de buscadores de gangas. Entre éstos siempre hay muchos que desean conseguir algo por nada. Pero muy a menudo se llevan una desilusión. Esto aplica no solo a cosas materiales sino también a cosas intangibles, como el amor y el afecto.
El sentimiento fundamental de la mayoría de las canciones de “amor” de la actualidad es que éste es agradable y libre. Claro está, a lo que se refieren es al amor romántico o gratificación sexual. Se dice poco, o nada, del amor que cuesta algo o de si uno es merecedor de amor. Y así los jóvenes se precipitan al matrimonio. O empiezan a vivir juntos sin el beneficio del matrimonio... “amor libre,” lo llaman algunos. Pero tarde o temprano una gran cantidad de ellos se separan o se divorcian. ¿Por qué? Porque no fueron prácticos, no fueron lo suficientemente maduros para estar dispuestos a pagar lo que cuesta el amor.
El amor duradero, ya sea amor romántico, amor a la familia o amigos de uno, o amor basado en un sentido del deber y un amor de justicia, invariablemente cuesta algo... pero vale la pena.
Varias clases de amor
Los griegos tenían una palabra especial para cada diferente clase de amor. Es interesante que los escritores bíblicos no emplearon eros, la palabra que designa el tipo de amor romántico que se basa en la atracción sexual. Sin embargo, sí emplearon storgé cuando se referían a la clase de amor que existe entre padres e hijos, entre hermanos y hermanas. También emplearon filía con referencia a un tipo de amor de amistad que existe entre personas que tienen mucho en común, en cuanto a cultura o ideales. Pero muy frecuentemente usan una palabra que los escritores griegos antiguos raramente emplearon, agape, refiriéndose al amor basado en principios, un amor que puede ser una expresión ejemplar de altruismo.
Aun del amor de la clase romántica se puede decir que es cierto que es costoso pero vale la pena... es decir, si se mantiene dentro de los límites establecidos por el Creador. La Biblia misma muestra esto. En un relato de Génesis, el primer libro de la Biblia, se halla un ejemplo. Nos cuenta del amor que Jacob tuvo por Raquel. Sirvió durante siete años para poder hacerla su esposa. ¿Parece esto un precio muy alto para pagarlo? Sin embargo, dice el relato: “A sus ojos resultaron como unos cuantos días debido al amor que le tenía.” Sintió que valía la pena. Y ella y sus hijos José y Benjamín llegaron a estar muy allegados a su corazón.—Gén. 29:20; 37:3; 44:18-34.
La clase de amor que existe entre padres e hijos, así como entre hermanos y hermanas también cuesta algo. Esas relaciones tienen que ser alimentadas para tener buen éxito o prosperar. Hay que cumplir con las obligaciones. Pero el hacerlo así vale la pena. Piense tan solo en la satisfacción que tenemos al hacer algo por una persona a quien amamos, también cuánto significa tener a alguien que realmente nos quiere. La soledad es la porción de muchos en el mundo porque, tal como lo ven, nadie los quiere realmente.
También hay que pagar un precio para tener el amor de los amigos. La amistad entre personas maduras requiere, entre otras cosas, consideración, cuidado, buenos modales, buen tacto e interés genuino por el bienestar de la otra persona. Cuando la amistad vacila es porque una persona o la otra ha tratado de tomar demasiado sin dar lo suficiente. Un excelente ejemplo bíblico de verdadera amistad es el que existió entre David y Jonatán. Jonatán amaba a David “como a su propia alma,” y David dijo que el amor de Jonatán ‘excedía el amor de las mujeres.’ Su relación fue ricamente recompensada, pero les costó algo. Entre otras cosas, Jonatán arriesgó su vida por David. (1 Sam. 18:1; 20:30-34; 2 Sam. 1:26) ¿Significan tanto sus amigos para usted?
Amor basado en principios
Sobre todo es cierto del amor agape, el amor basado en principios, que aunque es costoso vale la pena. Jehová mismo nos da el más grande ejemplo de esto. De Él leemos que “tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna.” (Juan 3:16) ¿Le costó algo eso a Jehová... ver a su Hijo sufrir resistencia, ser calumniado y morir una muerte dolorosa en un madero de tormento? Sí, le costó, pues aunque es omnipotente, Jehová Dios tiene sentimientos. Le fue angustioso ver la angustia de su pueblo escogido Israel. ¡Cuánto se debe haber adentrado en los sufrimientos de su Hijo unigénito!—Isa. 63:9; Mat. 27:1-50.
Pero todo ello valió la pena. Tal como
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