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¿Qué pasa con los precios?¡Despertad! 1980 | 8 de junio
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¿Qué pasa con los precios?
EN LOS Estados Unidos, un señor y su esposa se detuvieron en una tienda de comestibles para comprar unas cuantas cositas que les hacían falta. La cajera tomó el billete de 10 dólares que la pareja le dio para pagar la compra, pero devolvió solo 40 centavos. La esposa, que esperaba mucho más cambio, exclamó: “¡Ay, joven, usted no nos ha dado el cambio correcto! ¡Le dimos un billete de 10 dólares!” La cajera respondió: “¡Pero ése ES el cambio correcto! Esos artículos cuestan $9,60.”
El esposo sostuvo la pequeña bolsa de compras en la palma de la mano, sacudió la cabeza y dijo en son de queja: “Pero . . . ¿qué está pasando con los precios?”
Si el lector va de compras con alguna regularidad, sabe muy bien lo que ha pasado con la mayoría de los precios: un alza implacable. Es cierto que por muchos años, especialmente desde la II Guerra Mundial, ha habido alzas de precio. Pero nunca antes se había visto un aumento tan persistente ni tan grande como el de ahora.
Y la situación no está limitada a solo unas cuantas naciones. El mundo entero, casi sin excepción, está plagado por este fenómeno, y esto incluye hasta las economías bajo estricto control de los países comunistas. Y es rara esta situación, porque nunca antes habían experimentado todas las naciones semejante inflación.
Por supuesto, a las personas extremadamente acaudaladas no les perturban mucho la mayoría de las alzas de precio. Tienen con qué pagar los precios más altos. Pero lo que por mucho es el grueso de las personas del mundo no son ricas, y muchas de ellas están sufriendo como resultado de lo que está sucediendo.
En país tras país las encuestas revelan que para la gente la inflación es su mayor problema. Les parece que han caído en una trampa que se cierra sobre ellos y no les deja salida. Muchos esposos trabajan horas extraordinarias, o tienen un segundo empleo. Ahora muchas esposas también trabajan; en algunos países más de la mitad de ellas lo hacen. Esto afecta la vida familiar, pues las riñas debidas a asuntos de dinero son una de las principales razones para la disolución de las familias.
Un ama de casa estadounidense se quejó en estos términos: “Me pregunto si alguna vez saldremos adelante.” Pero mientras ella se preguntaba acerca de ‘salir adelante,’ otros se preguntaban en cuanto a subsistir. Un camionero del Brasil comentó: “Estos días con su absurdo coste de vida me aterrorizan. No parece que haya salida alguna.” En ese mismo país no es rara la situación en que se halla cierto hombre casado que tiene dos empleos y trabaja 12 horas al día, seis días a la semana. Su esposa es maestra de costura y también trabaja de costurera en casa. Este matrimonio declaró: “Se hace cada vez más difícil atender una familia.” Un portero del Brasil llegó a decir: “No estamos seguros de si estamos viviendo o solo existiendo.”
No se debe pensar que esta situación exista solo en los países más pobres. En los Estados Unidos, una señora de la ciudad de Atlanta trabaja de peluquera 40 horas a la semana y entonces de camarera los fines de semana. Dice: “Me moriría de hambre si no tuviera dos trabajos; se me haría absolutamente imposible pagar el alquiler.” La situación en que ella se halla tampoco es muy rara.
Un informe declara que lo siguiente está aconteciendo en un país africano, y lo atribuye principalmente a una inflación galopante: “Cada vez más personas están recurriendo al hurto, desfalco, soborno y a cualquier otra operación que les permita conseguir dinero para satisfacer sus necesidades cotidianas.”
En el Japón, país altamente industrializado, en unos siete meses casi 100 personas se quitaron la vida debido a los problemas que les ocasionaron los sarakin (usureros). Estas personas se habían cargado de deudas, habían tomado dinero prestado a tipos de interés elevados, y se vieron en el aprieto de no poder pagar el dinero. Al no poder encararse a la vida, se suicidaron.
Respecto a la situación económica, el historiador Arthur M. Schlesinger, Jr., afirmó: “Se terminó la fiesta.” Dijo que en lugar de los días de prosperidad sin igual que se habían visto en algunos lugares ahora tendría que haber disciplina, sacrificio y un nivel de vida más bajo.
En Francia, un comentador declaró: “El sueño de una ‘nueva sociedad’ de abundancia que se prometió hacia el fin de los años sesenta y se ensalzó al principio de los años setenta ha desaparecido completamente ante el ataque mortífero que la inflación ha dirigido contra el poder adquisitivo de Francia.” Del mismo modo, en los Estados Unidos la Encyclopedia Americana Annual para 1979 comentó lo siguiente: “El sueño estadounidense, según decía la gente, se había convertido en una pesadilla.”
Citicorp, un banco grande de los Estados Unidos, llegó a la siguiente conclusión: “La desagradable realidad es que si se permite que la persistente inflación que aflige a la mayoría de los países siga, las consecuencias de ello finalmente se extenderán hasta mucho más allá de lo que cae estrictamente dentro de la definición de lo económico.”
Sí, el que la inflación continúe su avance sin trabas puede significar algo mucho más grave que el que simplemente algunas personas tengan menos. Puede amenazar con arruinar el entero modo de vivir de una nación. De hecho, en el pasado ha destruido la economía de naciones. Esta vez la inflación amenaza al mundo entero, y no solo en sentido económico, sino también con pasmosas consecuencias políticas y sociales.
¿Precisamente cuánta inflación se está experimentando ahora? ¿A qué se debe? ¿Qué puede hacer usted acerca de ella? Y ¿en qué terminará todo esto?
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La inflación aprieta¡Despertad! 1980 | 8 de junio
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La inflación aprieta
“TENEMOS que reconocer que estamos en guerra . . . con la inflación,” declaró la revista Business Week. Esta siguió diciendo: “Lo que es más, estamos perdiendo esa guerra.”
Se estaba perdiendo la “guerra” contra la inflación en el sentido de que, prescindiendo de las medidas que se han tomado hasta la fecha, la inflación ha apretado y la economía del mundo ha empeorado.
Como resultado, se ha perdido confianza en el dinero... es decir, en el papel moneda. El precio del oro hace patente ese hecho. Históricamente, el oro ha sido el “dinero” de último recurso, el más altamente valorado en tiempos de dificultad. Por eso, el oro sirve más o menos como “barómetro” de las condiciones económicas. Hace menos de 10 años una onza (28,35 gramos) de oro valía 35 dólares. ¡Pero en 1979 el precio subió a más de 444 dólares la onza, y hace unos meses a más de 800 dólares por unos cuantos días! Eso representa una significativa pérdida de confianza en el papel moneda, y es una indicación de lo severa que se ha hecho la inflación.
Durante todo el siglo 19 los precios se mantuvieron relativamente estables. Pero después de la I Guerra Mundial se hicieron más volubles. Entonces, después de la II Guerra Mundial, la inflación se convirtió en parte de la vida cotidiana. Últimamente la inflación se ha hecho más señalada que nunca, de modo que hasta durante recesiones, o disminuciones de la actividad económica, persiste.
Durante un solo mes de 1979 la inflación alcanzó un aumento de 12 por ciento sobre la del año anterior en los Estados Unidos, de 15 por ciento en el Japón, de 18 por ciento en Inglaterra y de más de 10 por ciento en Francia. La República Federal de Alemania, que tiene una de las economías más estables, experimentó un aumento de 10 por ciento ese mes.
Según informes de las Filipinas, desde 1966 el precio de los alimentos, la ropa y el combustible ha subido a más del cuádruplo. El precio del alimento básico del Japón, el arroz, aumentó en más de 500 por ciento en dos décadas. Del Brasil vino la admisión de que en 1979 la inflación sería de aproximadamente 40 por ciento, como en 1978. En ese país la revista Administracão e Servicos comentó que “68 millones de brasileños ni siquiera pueden pensar en comprar una simple plancha eléctrica” porque tienen que gastar su dinero en conseguir los artículos de primera necesidad.
En algunos países africanos la inflación ha aumentado en más de 100 por ciento en tan solo un año. En Israel el aumento casi alcanzó ese punto el año pasado, y, desde la fundación de ese país hace más de 30 años, ¡el índice de precios de consumo ha aumentado en más de 5.000 por ciento!
La situación que existe en los Estados Unidos demuestra lo que con los años puede suceder como resultado de la inflación. El dólar que en 1898 valía 100 centavos hoy solo vale 12 centavos.
Los obreros cuyos sueldos aumentan al mismo paso que la inflación sufren en dos sentidos
Sin embargo, ¿no han aumentado también los sueldos? Sí, han aumentado. Y en el caso de muchos obreros los aumentos de salario han sido mayores que el incremento en la inflación, de modo que su nivel de vida ha mejorado.
Pero eso no ha sucedido en el caso de muchos otros obreros. Por ejemplo, para más o menos la mitad de todos los obreros de los Estados Unidos la inflación aumenta más rápidamente que sus ingresos, lo cual significa una baja en su nivel de vida.
Además, muchas personas pobres y personas que tienen ingresos fijos han quedado muy atrás. Considere tan solo un ejemplo de esto, un maestro de escuela jubilado de la ciudad de Nueva York; él dijo:
“La pensión anual que recibo actualmente de la Ciudad es de 4.439 dólares [lo cual es inferior al nivel de pobreza en los Estados Unidos]. Estamos seguros de que no le sorprenderá saber que, a pesar de nuestros esfuerzos heroicos por economizar, se nos hace difícil subsistir.
“No tenemos automóvil. No somos propietarios de nuestro hogar. Alquilamos el mismo pequeño apartamento donde hemos vivido por más de 35 años. No tomamos vacaciones. No viajamos. No comemos en restaurantes. Solo compramos cuando hay ventas especiales, y solo las cosas de verdadera importancia.
“No usamos tabaco. Nunca nos permitimos el lujo de comprar bebidas alcohólicas... ni siquiera una cerveza de vez en cuando. Desde que me jubilé hace más de 21 años, no hemos ido al teatro o siquiera al cine de la vecindad.
“No invitamos a nadie a visitarnos. No gastamos dinero en regalos para amigos o parientes. En ocasiones de importancia nos contentamos con una tarjeta postal de buena voluntad para la ocasión. Ya no compramos el diario con regularidad.
“Mi esposa y yo tenemos unos 75 años de edad. Ninguno de los dos tenemos buena salud ni podemos trabajar.”
Sufren también los obreros cuyos sueldos aumentan justamente al mismo paso que la inflación. ¿Por qué? Porque la mordedura de la inflación los hiere en dos sentidos. El alza en los precios no solo reduce el valor del dinero que ganan a duras penas, sino que, además, los aumentos correspondientes de salario ponen a los obreros en categorías de impuestos más elevadas, lo cual los expone a mayores gravámenes de impuestos. El resultado es una pérdida neta en el poder adquisitivo.
Además, la inflación a menudo perjudica a las personas económicas que ponen su dinero en bancos o cajas de ahorros. En un país el interés que los bancos pagaban solo alcanzaba a aproximadamente la mitad del porcentaje de inflación. Así, al fin del año el valor adquisitivo de la cuenta bancaria, hasta con los intereses, era menos que al principio del año. El hecho de que el interés estaba sujeto a impuestos hacía aún peor la situación.
La gente se endeuda cada vez más
El aprieto monetario ha resultado en un tremendo aumento en las deudas personales de toda clase. Una razón para esto es que la gente no quiere tratar de ahorrar dinero antes de comprar las cosas que desea. De modo que contrae deudas para obtenerlas.
Pero otro factor que contribuye cada vez más a las deudas personales es que, debido al avance implacable de la inflación, más personas ahora piden dinero prestado simplemente para mantener lo que tienen. Y el Americana Annual para 1979 también ha llamado atención a lo siguiente: “Las personas que en un tiempo rara vez pedían prestado, y cuando lo hacían era solo para artículos muy costosos, descubrieron que a veces, contrario a su intención, se encontraban usando los préstamos para pagar por artículos de primera necesidad.”
También hay personas que, por no tener una perspectiva positiva en cuanto al futuro, adoptan la actitud de ‘comer, beber y gozar,’ y tratan de disfrutar de cuanto puedan antes de que sea demasiado tarde. Como dijo alguien que así pensaba: “Mi actitud es como la del que vive en el tiempo en que todo va a acabar.” Otras personas hasta piden prestadas grandes sumas sin la intención de pagarlas, lo cual equivale a robar.
La publicación U.S. News & World Report llamó la tendencia a endeudarse “una oleada” que está “dando un nuevo susto a los economistas.” También dijo: “Nunca antes ha dependido tanto la gente del dinero que toma prestado.” Si ocurriera un revés económico severo, millones de estas personas quedarían arruinadas.
¿Por qué hay tanta inflación hoy día?
¿Qué está causando la clase de inflación desenfrenada que se extiende por todo el mundo hoy? Las autoridades no están de acuerdo en cuanto a todo aspecto del problema. Pero la mayoría de ellas sí convienen en que una de las cosas que más contribuyen a ello es el gastar más dinero del que se está ganando, y contraer deudas para financiar esos gastos. Como informó el Times de Londres: “Después de todo, ¿qué es la inflación? . . . Es la palabra de los economistas para consumo excesivo; para vivir por encima de los ingresos de uno, para sacar de la reserva más dinero del que se pone en ella.”
Cuando los gobiernos gastan más dinero que la suma que reciben de los impuestos, tienen que “crear” dinero para cubrir el déficit. La revista Harper’s lo explica así: “Cuando los impuestos no bastan para pagar los gastos del gobierno, se cubre la deuda resultante por medio de crear dólares nuevos y flamantes.” La publicación The Wall Street Journal también hizo notar lo siguiente:
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