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  • Llevando la carga de la injusticia
    La Atalaya 1979 | 1 de junio
    • Esto se desprende claramente de la acusación que Satanás dirigió contra Job: “Todo lo que el hombre tiene lo dará en el interés de su alma. Para variar, alarga tu mano, por favor, y toca hasta su hueso y su carne y ve si no te maldice en tu mismísima cara.” (Job 2:4, 5) Por lo tanto, al mantener lealtad a Dios frente a las injusticias, podemos demostrar que nuestro corazón tiene la motivación apropiada, como lo hizo Job.

      13. ¿Cómo podemos evitar el responder a las circunstancias desfavorables de la manera que se describe en Salmo 73:21, 22?

      13 Si nosotros mismos somos víctimas de la injusticia debido al prejuicio o a que nos negamos a envolvernos en la política, tenemos que ejercer cuidado para que el hecho de que Dios permita injusticias no nos lleve a una respuesta basada simplemente en sentimientos o sensaciones como los de un animal irracional. Esto pudiera amargarnos profundamente y desequilibrar nuestro pensamiento, y hacer que viéramos las cosas estrictamente desde nuestro propio punto de vista y nos segáramos al propósito de Dios. Eso fue lo que le pasó a Asaf. Él admite: “Mi corazón se había agriado y en mis riñones sentía dolores agudos, y yo era irrazonable y no podía saber; llegué a ser como meras bestias desde tu punto de vista.”—Sal. 73:21, 22.

      14. ¿Qué relación debemos esforzarnos por salvaguardar?

      14 Prescindiendo de lo que afrontemos personalmente, debemos esforzarnos vigorosamente por salvaguardar la relación que tenemos con Jehová Dios, porque nuestro ensalzamiento vendrá de él. Eso fue lo que el salmista llegó a comprender. Leemos: “Constantemente estoy contigo; me has asido de la mano derecha. Con tu consejo me guiarás, y después me llevarás aun a la gloria. ¿A quién tengo yo en los cielos? Y además de ti no tengo en efecto otro deleite en la tierra. Mi organismo y mi corazón han fallado. Dios es la roca de mi corazón y la parte que me corresponde hasta tiempo indefinido. Porque, ¡mira! los mismísimos que se mantienen alejados de ti perecerán. Ciertamente harás callar a todo el que te deja inmoralmente. Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es bueno para mí. En el Señor Soberano Jehová he puesto mi refugio, para declarar todas tus obras.”—Sal. 73:23-28.

      15. ¿Cómo nos conducirá Jehová a la gloria?

      15 Debemos recordar que Jehová Dios de ninguna manera nos abandonará si permanecemos fieles a él. Siempre está con nosotros. El Altísimo nos tomará de la mano, para conducirnos y apoyarnos. El consejo de Jehová será nuestra guía a un futuro seguro y feliz. Aunque quizás suframos humillación por algún tiempo, Jehová hará que esto cambie en dirección contraria y nos conducirá a gloria u honra. Como Asaf, no tenemos a nadie sino a nuestro Padre celestial sobre el cual podemos apoyarnos en busca de consuelo.

      16. (a) ¿En qué sentido es Jehová la roca del corazón de uno? (b) ¿Cómo puede ser Jehová nuestra “parte que nos corresponde”? (c) ¿Qué debemos esforzarnos por hacer con relación a las obras maravillosas de Jehová?

      16 El estar en condición aprobada delante de Jehová debería ser nuestro mayor deleite. Hasta si nuestro organismo y nuestro corazón fallan, Él nos fortalecerá. Dará estabilidad a nuestro corazón para que no perdamos esperanza y valor frente a la adversidad. En verdad, el tener el privilegio de disfrutar de intimidad con nuestro gran Padre celestial y poder servirle es habernos tocado una parte correspondiente muy deleitable en la vida, una posesión de valor incalculable. Jamás soltemos esto, puesto que ello significaría calamidad para nosotros, junto con todos los que abandonan a Jehová. Como el salmista, acerquémonos a Jehová, y pongamos todas nuestras ansiedades en manos de él. Esto es bueno, puesto que promoverá nuestra felicidad y bienestar. Además, relatemos a otras personas las obras maravillosas de Jehová y fortalezcamos así a cualesquiera que tengan dudas.

      17. ¿Qué debe llegar a ser el punto central de nuestra vida, y cómo nos ayudará esto con relación a soportar la injusticia?

      17 Ciertamente podemos beneficiarnos mucho hoy de lo que el salmista registró por experiencia propia. Mientras que las injusticias que se ven en este sistema pueden ser perturbadoras, podemos llevar esta carga con éxito por medio de hacer que nuestra vida tenga como centro el servir a Dios. Si hacemos esto, nuestra recompensa es segura. (Heb. 6:10) De hecho, tan magnífica será la recompensa que, en comparación con ella, cualquier prueba o tribulación que tengamos que afrontar será solo “momentánea y ligera.”—2 Cor. 4:17.

  • El sufrimiento que puede beneficiarle
    La Atalaya 1979 | 1 de junio
    • El sufrimiento que puede beneficiarle

      “En este hecho ustedes están regocijándose en gran manera, aunque ahora por un poco de tiempo, si es menester, han sido contristados por diversas pruebas, a fin de que la cualidad probada de su fe, de mucho más valor que el oro que perece a pesar de ser probado por fuego, sea hallada causa de alabanza y gloria y honra al tiempo de la revelación de Jesucristo.”—1 Ped. 1:6, 7.

      1. ¿A qué maltrato se enfrentaron los cristianos en los primeros días de la congregación?

      SE LES ridiculizó, golpeó y aprisionó. Sus hogares fueron invadidos y sus posesiones tomadas como botín. Algunos de sus amigos y parientes leales perecieron a manos de chusmas encolerizadas o fueron sentenciados a muerte por decreto judicial. No habían cometido ningún crimen que justificara un trato tan brutal. Vivían de manera ejemplar y amaban verdaderamente a sus semejantes humanos. Pero incurrían en el odio de muchas personas. ¿Por qué? Porque eran discípulos de Jesucristo.—Hech. 8:1-3; Heb. 10:32-34.

      UNA FORMA DE DISCIPLINA PROVECHOSA

      2, 3. (a) ¿Por qué se estaban cansando algunos judíos cristianizados en la carrera para alcanzar la vida? (b) ¿Qué habían olvidado?

      2 ¿Era provechoso el terrible sufrimiento que los cristianos experimentaban? Sería fácil apresurarse a contestar: No. Sin embargo, la Biblia presenta como algo altamente provechoso el asunto de que alguien se vea obligado a experimentar maltrato. A los judíos cristianizados del primer siglo se les dijo: “Al llevar a cabo su contienda contra ese pecado, ustedes todavía no han resistido hasta la sangre, pero se han olvidado por completo de la exhortación que se dirige a ustedes como a hijos: ‘Hijo mío, no tengas en poco la disciplina de Jehová, ni desfallezcas cuando seas corregido por él; porque a quien Jehová ama él disciplina; de hecho, él azota a todo el que recibe como hijo.’”—Heb. 12:4-6.

      3 La oposición que se dirigía contra los judíos cristianizados ciertamente era severa. Pero la lucha de ellos contra el pecado que fácilmente enreda —la pérdida de fe— no había llegado hasta el punto de que su sangre hubiera sido derramada. Es posible que muchos de ellos no hayan tenido todo su corazón puesto en la carrera por la vida, y por lo tanto no estuvieran llevando a cabo una contienda contra este pecado de la manera que sería necesario para que pudieran tener éxito en ‘resistirlo hasta la sangre.’ Estaban cansándose de tener que enfrentarse a los vituperios de la gente impía. (Heb. 12:3) No se daban cuenta de que el duro trato que les venía de los opositores servía de disciplina procedente de Jehová y confirmaba que él los amaba profundamente como hijos suyos. Habían olvidado la exhortación bíblica que se halla en Proverbios 3:11, 12. Amplificando la aplicación de este pasaje, la carta a los Hebreos continúa de este modo:

      “Es para disciplina que ustedes están aguantando. Dios está tratando con ustedes como con hijos. Pues ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si ustedes están sin la disciplina de la cual todos han venido a ser participantes, son verdaderamente bastardos, y no hijos. Además, teníamos padres que eran de nuestra carne que nos disciplinaban, y les

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