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  • Más complejo de lo que se esperaba
    ¡Despertad! 1983 | 22 de marzo
    • Más complejo de lo que se esperaba

      Por largo tiempo se había creído que el intestino delgado estaba cubierto simplemente de tejido pasivo. En otras palabras, se creía que los alimentos simplemente pasaban por el tejido del intestino delgado sin que las células mismas de dicho tejido desempeñaran función alguna. Pero Scientific American de noviembre de 1981 señaló: “El trabajo que se ha efectuado últimamente en la fisiología presenta un cuadro diferente de la mucosa intestinal. Ahora está claro que la superficie interior del intestino participa tanto en descomponer los alimentos como en absorberlos. Hay enzimas en la membrana de las células de la mucosa intestinal que convierten azúcares complejos en azúcares simples y descomponen los péptidos que resultan de la digestión de la proteína en los aminoácidos constituyentes, o en péptidos pequeños compuestos de unos cuantos aminoácidos cada uno”.

      El adelanto en el conocimiento ha sacado a luz muchas de las maravillosas funciones del cuerpo humano, pero, sin duda, quedan muchos misterios. Tanto lo que se sabe como lo que no se sabe nos inspira asombro, de modo que muchos se sienten como el rey David, quien dijo respecto al Creador: “Te elogiaré porque de manera que inspira temor estoy hecho maravillosamente”. (Salmo 139:14.)

  • Una mirada a la alfarería de las avispas
    ¡Despertad! 1983 | 22 de marzo
    • Una mirada a la alfarería de las avispas

      OCULTAS debajo de la corteza suelta de un árbol se encuentran cinco vasijas de barro distintas, cada una más o menos del tamaño de una cerecita. Una avispa alfarera hizo estos jarros y los abasteció bien para sus pequeñuelos. Esto requirió mucho trabajo.

      Tan solo para conseguir el barro y transportarlo, ella tuvo que volar entre 160 y 320 kilómetros. Si el barro estaba muy seco, lo mojaba por medio de regurgitar agua. Formó bolitas con el barro y las usó para hacer un disco, que se convirtió en la base de una vasija. A medida que progresó el trabajo, formó tiras de las otras bolitas y las usó para construir un globo vacío. Torció hacia afuera el interior de la parte superior de la esfera completada, y así formó un cuello abierto para su vasija. El exterior de la vasija es áspero, pero el interior es liso.

      Entonces se necesitaba un suministro de alimento. Para abastecer la vasija, con su aguijón paralizó orugas pequeñas y las metió en la jarra. Puesto que las orugas no estaban muertas, era seguro que el abastecimiento de alimento permanecería fresco hasta que la larva de la avispa saliera del único huevo que cada vasija contenía.

      El huevo cuelga de un hilo fino desde la parte superior de la vasija. ¿Cómo llegó a estar en esta posición el huevo? Cuando iba a poner el huevo, la avispa tocó el interior de la vasija con la punta del abdomen y secretó un líquido. A medida que fue alejando el abdomen, se formó un hilo que se endureció inmediatamente. Así, cuando el huevo salió, estaba sujetado al hilo.

      Para las hembras, hay más orugas que para los machos... la etapa de larva de las hembras dura uno o dos días más que la de los machos. Es un misterio cómo la avispa sabe precisamente que cierto huevo contendrá una larva hembra, que necesitará más alimento.

      Con una bolita de barro, la avispa cierra la jarra en la que está el huevo y el abastecimiento de orugas, y alisa el cuello de la vasija. Cuando la avispa sella la última vasija, su trabajo queda terminado.

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