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    ¡Despertad! 1970 | 8 de septiembre
    • En alas delicadas por la vida

      Por el corresponsal de “¡Despertad!” en el Brasil

      IMAGÍNESE, si puede, un delicado despliegue de colores revoloteando de flor en flor. Los rayos del Sol juegan sobre sus alas azules sedosas al posarse sobre una flor grande de hibisco. Cerca usted podría alcanzar a oír una conversación como ésta:

      “¿Qué hace en las flores?” pregunta la joven María.

      “Observa cuidadosamente y verás,” contesta el tío Memo.

      Mientras todavía revolotea precisamente sobre otra flor, el insecto desenrolla su delgada lengua enroscada, introduciéndola profundamente en el recipiente nectarino de la flor.

      “Mira, su lengua es como una manguera chiquita,” exclama Juan.

      Pero realmente no es así. Está dividida por la mitad. Situada entre los dos ojos salientes, está enroscada como el muelle de un reloj cuando no anda, pero se endereza cuando funciona. La succión, incidentalmente, se lleva a cabo con una bomba muy semejante a fuelle.

      Mientras usted observa esta deslumbradora joya alada, la Azul Brasileña, aparecen en escena muchas otras, todas ocupadas en reabastecerse de combustible. El joven Juan corre tras una y pronto regresa, sosteniéndola por las alas.

      “Ahora tus manos van a quedar llenas de ‘polvo’ fino, Juan. ¡Mira esto! Traje este microscopio de bolsillo. Pon en la platina algo del ‘polvo’ que tienes en las puntas de los dedos. ¿Ves la forma de las partículas del ‘polvo’? En realidad son escamas diminutas. En diferentes especies varía la forma de estas escamas. A menudo están en un arreglo de filas regulares sobre las alas.

      “Ahora ya sabes,” continúa el tío Memo, “por qué las mariposas y las polillas reciben el nombre científico de lepidópteras... una palabra derivada de las palabras griegas, lepis (escama) y pteron (ala), es decir, ‘alas escamosas.’”

      “¡Qué maravilloso azul!” exclama Juan.

      “¡Y tan frágil!” añade María.

      “Bueno, en realidad, en ambas cosas las apariencias engañan,” explica el tío Memo. “Visto bajo el microscopio, el color es café claro, pero las escamas transparentes de la parte superior estorban los rayos de luz de tal manera que hacen que el color parezca diferente. Y estas criaturas realmente no son tan frágiles como se pudiera creer. Las patas son partes tubulares de la piel, que también sirve de esqueleto que proporciona protección y resistencia. También, dentro del cuerpo, compuesto de cabeza, pecho y abdomen, hay un corazón y un estómago.”

      Una asombrosa transformación

      “Dinos, tío, cómo nacen las mariposas,” ruega María.

      “Bueno, pequeña, primero las mariposas macho y hembra tienen que juntarse. Con este propósito los machos están equipados con dos antenas compuestas de muchos segmentos diminutos y con éstas pueden detectar la presencia de una hembra desde gran distancia, aun desde varios kilómetros de distancia. Quizás el secreto sea el olor, porque el macho siempre tiene sus antenas dirigidas hacia el viento.

      “Cuando el macho se acerca a la hembra que ha escogido, se dice que despliega todos sus colores en una clase de danza revoloteadora. Después de la fecundación la hembra secreta cierta sustancia con la cual se cubre para ahuyentar a cualquier otro macho. Entonces pone sus huevos, quizás hasta mil. Habiendo logrado su propósito en la vida, rehúsa comer, vive solo unos cuantos días y muere. El macho, también, pronto muere.”

      “Entonces, ¿qué sucede, tío?”

      “Los huevos empollan, y salen orugas, orugas hambrientas, María. Esto por lo general sucede de ocho a diez días después de ser puestos los huevos. Y no necesitan madre que las alimente, porque vienen equipadas con mandíbulas fuertes y de ocho a diez ojos con los cuales buscar alimento. Su menú consiste de jugosas hojas verdes. ¡Unos observadores notaron en una ocasión que durante un período de cincuenta y dos días una oruga devoró 120 hojas, se bebió quince gramos de agua y creció hasta alcanzar 86.000 veces el peso que tuvo al nacer!

      “Las orugas son bastante vulnerables para los enemigos,” continúa el tío Memo, “de modo que tienen que vigilar. Algunas solo se alimentan de noche; otras por la superficie inferior de las hojas; otras se ocultan en telas o retiros tubulares hechos de hojas torcidas. Otras tienen la sumamente asombrosa habilidad de camuflarse. La reflexión de la luz desde su ambiente inmediato produce una reacción nerviosa, que resulta en un cambio de color. Por ejemplo, la larva de la polilla de ala inferior roja, cuando se somete a alrededores verdes, llega a ser verde azulada, y en un fondo de color oscuro llega a ser de un color gris azulado.”

      “¿Qué le sucede finalmente a la oruga?” pregunta Juan.

      “Bueno, un día, instintivamente se retira a un escondite, hila unas hebras sedosas hasta formar un capullo y entra en su última etapa, la crisálida... algo que parece una envoltura córnea, de forma cilíndrica. Esta etapa puede durar de una semana a varios años. Dentro del cilindro se efectúa un verdadero milagro; se rehace el cuerpo de la oruga, que se transforma en otra criatura. Entonces, un día caluroso, se abre la corteza hermética y ¿qué creen ustedes que sale?”

      “Yo sé, yo sé,” irrumpe María. “¡Una mariposa!”

      “Exactamente, una mariposa o una polilla, dependiendo de la familia a la que pertenezca el huevo. Pero, ¡imagínense! Ya no es una oruga viscosa, sino una criatura alada extraordinariamente hermosa... y quizás muy llena de colorido. Extiende las alas, les inyecta un líquido de su cuerpo interior y cuando las alas se secan está lista para su primer vuelo.”

      “¿Hay muchas clases de mariposas?”

      “Bueno, María, contando las mariposas y polillas, se han descrito por lo menos 80.000 especies, y se cree que existen unas 120.000 especies. Se entiende que el Brasil tiene el mayor número. Se ha informado que hubo un naturalista que observó en la región del Amazonas setecientas en el transcurso de solo una hora.”

      “Entonces, ¿pueden verse en todas partes del mundo?” pregunta Juan.

      “Su alcance es prácticamente igual al de las plantas que florecen. Solo evitan las regiones muy frías como las que están alrededor de los polos. Por lo menos cuarenta y seis especies se extienden dentro del círculo ártico. Pero no se conoce ninguna mariposa residente en Islandia. Las más hermosas viven en los trópicos.

      “También se han encontrado fósiles de mariposas,” hace notar el tío Memo, “como las que estaban enclavadas en ámbar báltico. Sin embargo esas muestras antiguas no exhiben ninguna diferencia material de las que revolotean hoy. No hay rasgos de desarrollo a través de los miles de años. Evidentemente fueron hechas por Dios según su género en el quinto día creativo, al cual se refiere la Biblia.”—Gén. 1:20-23.

      Vagabundas curiosas

      “Pero tío, ¿viajan lejos las mariposas?”

      “Sí, Juan. Sin embargo, en esto también hay extensas variaciones. La mayoría de las especies solo viven unos cuantos días o semanas y permanecen en un solo sitio. Otras viven por meses y vuelan miles de kilómetros ya sea solas o en grupos grandes. Consideren la mariposa monarca, por ejemplo. En el verano es común en latitudes norteñas tan lejanas como la bahía de Hudson. Invierna en California o México, y cada generación sucesiva regresa a los mismos sitios. En la primavera esta mariposa cobra nueva vida y se remonta en el aire para el largo viaje al norte de nuevo. Llega allá para junio, pone sus huevos y muere.”

      “¿Cómo pueden emigrar a los mismos sitios, tío?”

      “Dios les dio esa habilidad, María. Se ha sugerido que la fragancia desempeña un papel importante en esto. Cada ala trasera del macho de la monarca tiene una mancha oscura y las escamas que están en esta mancha son negras y huecas. Despiden un perfume que se asemeja tenuemente al de la madreselva. Se usa principalmente en relación con el apareamiento, pero también es posible que dejen una huella de fragancia tras ellas cuando viajan en enormes números.

      “Por supuesto, no todas las especies vuelan en la misma dirección. En África se ha observado que grandes cantidades de mariposas que van en diferentes direcciones se encuentran y sus senderos se cruzan, por decirlo así. Pero cada género se mantiene en su propio derrotero. Ni siquiera un aguacero las desvía. Y algunos de sus enjambres son enormes. En Europa se observó una partida que tenía 64 kilómetros de ancho y necesitó tres días para pasar sobre cierto sitio dado a una velocidad de 10 kilómetros por hora. Se calculó que la cantidad de mariposas en el enjambre era de aproximadamente tres mil millones.”

      “¿Es ésa su velocidad acostumbrada?”

      “No necesariamente, Juan. La investigación del asunto ha sacado a luz algunos datos realmente asombrosos. En Inglaterra unas mariposas que estaban siendo observadas registraron una velocidad de cuarenta y dos kilómetros por hora. Una, seguida por un helicóptero, voló 220 kilómetros en 4 horas 42 minutos. Y estos insectos no consumen casi ningún combustible en comparación con el que usan las máquinas de volar del hombre. El helicóptero consume de 4 a 5 por ciento de su peso de combustible en una hora de vuelo; un avión usa 12 por ciento. Pero la mariposa en el mismo tiempo solo usa seis décimas de uno por ciento de su peso.”

      Otras rarezas

      “¿Qué tamaño alcanzan, tío?” pregunta María.

      “Hay unas que son realmente grandes. La hembra del Troides Alexandre de Nueva Guinea, por ejemplo, mide de veinticinco a treinta centímetros de un lado al otro. La Ornithoptera Cassandra, del norte de Queensland, Australia, mide diecisiete centímetros y otra especie de Borneo mide dieciocho centímetros de envergadura.

      “También,” continúa el tío Memo, “existen los ‘zorrillos’ del mundo de las mariposas. Estos despiden un olor detestable para desviar a los enemigos... principalmente los pájaros. También, el diseño de sus alas a menudo está bien calculado de modo que suministre camuflaje. En una clase las alas parecen ojos de lechuza; otra parece una hoja seca; sin embargo, otra tiene un diseño semejante al número 80 u 88 en la superficie inferior de las alas.”

      “Entonces, ¿cuál es la diferencia entre las polillas y las mariposas?”

      “Hablando generalmente, Juan, las mariposas vuelan de día, las polillas de noche. Pero hay excepciones. De hecho, es probable que hayas visto volar polillas en el día. Cuando la mariposa descansa, generalmente mantiene las alas, por lo menos las del frente, cerradas y erguidas verticalmente. La polilla deja abiertas sus alas del frente, inclinadas oblicuamente. Además, las polillas como regla no ostentan colores tan vívidos como las mariposas.”

      “Una cosa más, tío. ¿Sirven para algo las mariposas?”

      “Claro que sí, María. Además de ser un deleite para los ojos de las personas que las aprecian, también desempeñan una función importante a favor de las plantas. Llevan polen de una flor a otra, así haciendo posible la reproducción de las plantas. También, has oído acerca de los gusanos de seda. Ellos, también, llegan a ser polillas, pero en la etapa de larva hilan capullos de seda pura, que el hombre usa para sus propios fines. Pero ahora, niños, el Sol se está poniendo y es hora de que regresemos.”

      “Gracias, tío,” dice Juan, “por contarnos todo esto acerca de las lepi . . . ¿lepi... qué?”

      “Lepidópteras. ¿Recuerdan? Alas escamosas.”

  • Por qué dejé mi iglesia
    ¡Despertad! 1970 | 8 de septiembre
    • Por qué dejé mi iglesia

      CUANDO acepté un puesto en la oficina de mi iglesia creí que Dios me había bendecido. Pero poco comprendía lo que me esperaba.

      Como usted verá, el estar yo dentro de la organización de la iglesia me proporcionó la oportunidad singular de ver y oír más de lo que podía ver y oír el individuo que simplemente acostumbra ir a la iglesia, que solo asiste a los servicios del domingo por la mañana. Llegué a ver lo que sucede en la iglesia como pocas personas lo ven.

      Un día sonó el teléfono de la oficina de la iglesia. Cuando lo contesté, me enteré de que la madre de una familia se estaba muriendo y me pedían que enviara al ministro inmediatamente a su casa. Jamás olvidaré ese día. El ministro, en vez de ir a ofrecer ayuda espiritual, me pidió que me comunicara inmediatamente con el abogado de la iglesia. El ministro quería que él fuera a aquel hogar y se asegurara de que el testamento de la mujer que agonizaba era aceptable y que hubiera incluido a la iglesia como uno de los beneficiarios.

      Ese día abrí realmente los ojos por primera vez y comencé a orar por guía. Luego nos mudamos a esta pequeña población [Warrensburg, Nueva York], donde pensé que las cosas podrían ser diferentes en nuestra iglesia metodista. Por semanas nadie nos habló ni nos visitó. Yo asistía a los servicios eclesiásticos, pero luego regresaba a casa y lloraba.

      Por fin, ofrecí ayudar enseñando en la escuela dominical... un puesto que retuve hasta que una enfermedad grave me obligó a renunciar. El ministro se encolerizó porque no pude continuar enseñando. ¡Oh, pero sí sabían dónde estaba yo cuando querían dinero y más dinero! De hecho, todo lo que oía era: nueve mil dólares para reparar el órgano, o necesitamos dinero para construir una nueva casa para el ministro, etc.

      Finalmente dejé de ir, a pesar de sentirme culpable y con temor por no recibir la comunión el primer domingo de cada mes. Con el tiempo mis oraciones fueron contestadas. Un día cuando yo estaba especialmente abatida, una testigo de Jehová me visitó. Me habló acerca de las profecías de la Biblia y el propósito de Jehová Dios para la humanidad. Comencé a estudiar la Biblia, y poco tiempo después de eso me salí de mi iglesia original. Comencé a asociarme con los siervos verdaderos de Jehová, sus testigos. ¡Y qué grandes bendiciones he recibido a causa de esto! Si solo pedimos que la voluntad de Jehová sea nuestra voluntad, entonces todas las cosas obrarán juntas para nuestro bien.—Contribuido.

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