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¿Consciente de su necesidad espiritual?La Atalaya 1956 | 15 de abril
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para que nos guíe en el camino correcto. Sólo si estamos conscientes de que ‘no es del hombre que anda dirigir sus mismos pasos’ nos dirigiremos a la Palabra de Dios. Sólo si apreciamos nuestra debilidad, que el brazo de carne no puede salvarnos, miraremos a Jehová por ayuda.—Rom. 3:10, NM; Jer. 10:23.
Los que están conscientes de su necesidad espiritual son felices porque son humildes. “Dios se opone a los arrogantes, mas da bondad inmerecida a los humildes.” Porque los que están conscientes de su necesidad espiritual son humildes y contritos Jehová dice que él habita con ellos. Verdaderamente, felices son los que están conscientes de su necesidad espiritual. ¿Está usted consciente de su necesidad espiritual? Entonces siga leyendo, porque el propósito de esta revista es ayudar a todos aquellos que son de esa actitud mental.—Sant. 4:6, NM.
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Historia moderna de los testigos de JehováLa Atalaya 1956 | 15 de abril
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Historia moderna de los testigos de Jehová
Parte 19—Cristianos neutrales en América durante la II Guerra Mundial
MIENTRAS los acontecimientos interesantes ya relatados les sucedían a los testigos de Jehová en otras partes de la tierra durante la II Guerra Mundial, ¿qué les sucedía a los testigos de Jehová en los Estados Unidos durante este período? Ellos también se portaron neutrales en medio de un mar de humanidad que había alcanzado el estado de histeria durante los días de la guerra. Esto significó que los testigos estadounidenses soportaron uno de los períodos más calurosos de persecución de cristianos en los anales de la historia moderna. Contando desde 1933, cuando la Sociedad Watch Tówer comenzó a llevar un registro del número de detenciones, hasta 1951, cuando todavía seguía la segunda siega de la persecución debido a las exigencias del servicio militar, hay un registro de 18,886 detenciones individuales.a Esta es una cifra casi increíble para un país que dice ser democrático y campeón de la libertad.
Además hubo por lo menos 1,500 atropellos a manos de chusmas, atropellos que afectaron a los testigos desde un extremo de los Estados Unidos hasta el otro. Como se ha indicado anteriormente, la Corte Suprema de los Estados Unidos dió una decisión en contra de la Sociedad, el 3 de junio de 1940, en el juicio sobre el saludo a la bandera en que estuvieron implicados los niños Gobitis. Esto dió comienzo a una tremenda reacción pública contra los testigos. Requirió gran fortaleza y fe cristianas de parte de todos los del pueblo de Jehová, hombres y mujeres, niños y adultos, el soportar este período de prueba y al mismo tiempo continuar su predicación pública de casa en casa y en las calles. La fe absoluta en Jehová venció la persecución así como lo había hecho en Alemania y en otros países.
Tres años más tarde (1943), cuando el juicio del saludo a la bandera se presentó por segunda vez ante la Corte Suprema de los Estados Unidos, la siguiente descripción oficial de la reacción del público en vista del fallo dado por la Corte en 1940 se presentó en el memorial de la Sociedad dado a cada uno de los nueve jueces.
“Inmediatamente después que se dió el fallo [adverso] Gobitis el 3 de junio de 1940, los enemigos de los testigos de Jehová lanzaron una campaña nacional de publicidad periodística y habladuría vana, acusándolos falsamente de estar ‘contra la bandera y el gobierno,’ simplemente porque se niegan a saludar bandera alguna, incluyendo la bandera americana, a causa de conciencia. Dicho fallo fué como un fósforo prendido aplicado a un campo de hierba seca. El prejuicio creado por la publicidad adversa de los periódicos ardió en violencia abierta. En seguida surgieron asonadas contra los testigos de Jehová por todas partes. Por más de dos años, en miles de comunidades a través de esta nación, ciertos elementos religiosos o seudopatriotas han hecho que hombres desprovistos de ley y razón asalten a miles de los testigos de Jehová, hombres, mujeres y niños; han destruído sus propiedades; los han forzado a abandonar sus hogares; han quemado sus casas, lugares de adoración, muebles, libros y dinero; han amarrado grupos de ellos juntos y les han hecho ingerir a la fuerza grandes cantidades de aceite de ricino; los han conducido como ganado por los caminos y líneas de ferrocarril calurosos y empolvados en muchos lugares; los han arrastrado por las calles principales de las ciudades con una soga atada al pescuezo y colgado; y han cometido numerosos otros actos de violencia y maldad contra ellos sin causa, y continúan haciendo esto hasta el día de hoy sin que la ley los estorbe. Funcionarios públicos, bajo la influencia de religiosos bien conocidos, allanaron las casas de ciudadanos, los testigos de Jehová, los secuestraron llevándolos de un estado a otro, y dispersaron sus asambleas privadas en que estudiaban la Biblia. Miles de niños han sido expulsados de las escuelas y grandes números de ellos perseguidos como delincuentes; a muchos se les ha declarado culpables y se ha dado orden de separarlos de sus padres. A cientos de padres los han amenazado con llevarlos al tribunal por el crimen supuesto de contribuir a la delincuencia y vida holgazana de sus hijos y muchos han recibido fallos de culpabilidad—todo a causa de que les han enseñado lo que la Biblia dice y los hijos humildemente han obedecido los mandamientos de Dios.”b
En una transmisión por radio a través de una cadena de costa a costa, el 16 de junio de 1940, el subsecretario de justicia de los Estados Unidos, Francis Biddle, hizo la siguiente declaración en un esfuerzo por tranquilizar el espíritu de violencia por chusmas que en ese entonces se expresaba sin restricción.
“. . . A los testigos de Jehová los han atacado y golpeado repetidas veces. No habían cometido ningún crimen; pero la chusma juzgó que sí lo habían cometido, y suministró el castigo de la asonada. El ministro de justicia ha mandado que se haga una investigación inmediata de estos ultrajes. El pueblo tiene que estar alerta y vigilante, y ante todo ser sereno y cuerdo. Puesto que la violencia de las asonadas hará infinitamente más difícil la tarea del gobierno, no será tolerada. No venceremos el mal de los nazistas emulando sus métodos.”c
Note el siguiente informe no teocrático sobre este período de la persecución durante el tiempo de la guerra.
“Desde la persecución de los mormones hace años ninguna minoría religiosa ha sido atacada tan general y enconadamente como los miembros de los Testigos de Jehová—especialmente en la primavera y el verano de 1940. Aunque ése era el máximo de los ataques contra ellos, la hostilidad y discriminación han abundado por varios años. Documentos presentados en el Departamento de Justicia por abogados de los testigos de Jehová y la Unión de Libertades Civiles Americana manifestaron más de trescientos treinta y cinco casos de violencia por chusmas en cuarenta y cuatro estados durante 1940, implicando a mil cuatrocientos ochenta y ocho hombres, mujeres y niños. La causa de este estallido extraordinario fué el miedo ‘patriótico’ que surgió como resultado del éxito de los ejércitos de los nazistas en Europa y el pánico que se apoderó de la nación frente a la invasión imaginada de los Estados Unidos. Desde California hasta Maine esta emoción se expresó en buscar ‘Quinta Columnistas’ y ‘Caballos de Troya’—frases que llegaron a ser populares casi inmediatamente para caracterizar a aquellos a quienes se consideraba opuestos a la defensa de la nación. Los testigos de Jehová fueron objeto de ataque inmediato y extenso, principalmente a causa de su actitud en cuanto al saludo a la bandera, ampliamente publicada por su distribución del número del 29 de mayo de 1940 de la revista Consolation, en que se dieron los datos del juicio Gobitis sobre el saludo a la bandera que se presentó ante la Corte Suprema de los EE.UU. Tras el fallo del 3 de junio de 1940, el que apoyó a las juntas de educación en su derecho de expulsar a los niños de esta secta que rehusaran saludar la bandera, hubo quienes consideraron esta propaganda como sediciosa.”d
Se clamó a las puertas de la Corte Suprema de los Estados Unidos para alivio, para refugio. Finalmente sucedió lo inesperado. La Corte Suprema revocó su fallo el 14 de junio de 1943, en el juicio de West Virginia State Board of Education contra Barnette, en que se sostuvo que los testigos de Jehová no están obligados a saludar la bandera. Citamos lo siguiente del fallo histórico de la corte:
“Para sostener el saludo obligatorio a la bandera tenemos que concluir que una Declaración de Derechos que protege el derecho del individuo a hablar lo que piensa en su propia mente, dejó libres a las autoridades públicas para obligarlo a declarar lo que no está en su mente. . . . Si hay alguna estrella fija en nuestra constelación constitucional, es que ningún funcionario, sea alto o insignificante, puede prescribir lo que será considerado como ortodoxo en la política, nacionalismo, religión u otros asuntos de opinión u obligar a los ciudadanos a confesar ya por palabra ya por hecho su fe en aquéllos. . . . Consideramos que la acción de las autoridades locales al hacer obligatorios el saludo y declaración de lealtad a la bandera se propasa de los límites constitucionales de los poderes que ellos tienen e invade la esfera del intelecto y el espíritu, cuando el caso es que el propósito de la Primera Enmienda de nuestra Constitución es evitar todo el dominio oficial de ésta. El fallo de esta Corte en Minersville School District contra Gobitis . . . [queda] revocado.”e
¡Qué regocijo trajo esta victoria al pueblo de Jehová! Ahora sus hijos podían volver a las escuelas públicas para recibir su educación y no sería necesario seguir manteniendo en función las escuelas temporarias del Reino. Por primera vez en ocho largos años los hijos de los testigos de Jehová podían ocupar los puestos que les correspondían en las salas de escuela de la nación. Y podían hacerlo sin que se les exigiera hacer lo que para ellos es un saludo idolátrico.
Otra acusación falsa era la de sedición. En Misisipí, en junio de 1942, R. E. Taylor y dos otros testigos de Jehová fueron detenidos y acusados falsamente de haber incitado deslealtad al gobierno de los Estados Unidos y al del estado de Misisipí, y de haber diseminado oralmente enseñanza y distribuído literatura que tenía como objetivo fomentar deslealtad al gobierno de los Estados Unidos. Se les halló culpables de sedición y cada uno fué sentenciado a prisión por el tiempo que durara la guerra mas no en exceso de diez años. Así se presentó el estigma de sedición. Este juicio llegó a la Corte Suprema de los Estados Unidos un año más tarde, donde la Corte falló el 14 de junio de 1943, en otro fallo del “Día de la bandera,” 9 contra 0 a favor de los testigos de Jehová como no sediciosos. En su fallo la Corte dijo:
“El estatuto según ha sido interpretado en estos juicios hace que sea un delito criminal el comunicar a otros opiniones respecto a la política del gobierno, y profecías concernientes al porvenir de nuestra nación y de otras. En la forma en que se ha aplicado a los apelantes los castiga a pesar de que no se ha declarado ni se ha demostrado que la información haya sido comunicada con motivo malo o siniestro, que haya abogado por o incitado acción subversiva contra la nación o el estado, o que haya constado algún peligro definitivo y presente a nuestras instituciones o a nuestro gobierno. Lo que estos apelantes comunicaron eran sus creencias y opiniones concernientes a medidas y tendencias domésticas en asuntos nacionales e internacionales. Bajo nuestras decisiones no se pueden imponer sanciones criminales por tales comunicaciones.”f
Aquí tenían otra victoria, un fallo unánime, que declaraba que los oponentes religiosos de los testigos no podían, desde ningún punto de vista, insultarlos ni castigarlos jurídicamente como subversivos. Este fallo favorable fué una contribución grande a la construcción del baluarte de defensa de la libertad de adoración y libertad de palabra, y eso en medio de la guerra global.
Después de muchas batallas en los tribunales inferiores, donde las leyes de impuesto y licencias decretadas para buhoneros fueron interpretadas de modo que aplicaran a ministros de la religión (es decir, a los testigos de Jehová en la distribución de su literatura), la Corte Suprema de los Estados Unidos había dado un fallo en contra de la Sociedad en el juicio Jones contra City of Opelika (Alabama), el 8 de junio de 1942.g Con este fallo se tenía la intención de dar un golpe severo contra la obra de casa en casa de los testigos. De hecho, era una clara supresión de la libertad de cultos, palabra y prensa—en que completamente se pasaban por alto las garantías de la constitución federal. Sin dejarse perturbar, los testigos continuaron con su obra de predicar, negándose a solicitar licencias. En esta forma se hizo surgir obligatoriamente una cuestión desde un ángulo algo distinto, cuestión que nuevamente había de presentarse ante la Corte Suprema de los Estados Unidos. Esto sucedió en el juicio de Murdock contra Pennsylvania, donde la corte dió el 3 de mayo de 1943 un fallo en que, notablemente, revocó su fallo anterior. Note los siguientes principios jurídicos clásicos anunciados ese día en el fallo de la Corte.
“La distribución de tratados religiosos por mano es una forma antigua del evangelismo misional—tan antigua como la historia de las prensas para imprimir. . . . Es algo más que predicar; es más que la distribución de literatura religiosa. Es una combinación de los dos. Su propósito es el de evangelizar tanto como lo son las reuniones de despertamiento religioso. Esta forma de actividad religiosa ocupa bajo la Primera Enmienda el mismo estado elevado que la adoración en las iglesias y la predicación desde los púlpitos. Tiene el mismo derecho a protección que los ejercicios más ortodoxos y convencionales de la religión. También tiene el mismo derecho que los otros a demandar libertad de palabra y libertad de prensa. . . . Pero el mero hecho de que la literatura religiosa se ‘vende’ por predicadores viajeros más bien que ser ‘donada’ no transforma el evangelismo en una empresa comercial. Si lo hiciera, entonces el pasar el platillo de colecta en las iglesias haría que el servicio en la iglesia fuera un proyecto comercial. . . . No se le permite al estado imponer un impuesto por el disfrute de un derecho que la constitución federal otorga. . . . El poder de imponer impuestos por licencias por el ejercicio de estas libertades es, en realidad, tan potente como el poder de censura que esta Corte ha derribado repetidas veces. . . . El fallo en el juicio Jones contra Opelika ha sido rescindido hoy. Libres de ese precedente restrictivo, podemos restaurar a su puesto elevado y constitucional las libertades de los evangelizadores viajeros que diseminan sus creencias religiosas y los credos de su fe por medio de la distribución de literatura.”h
¡Palabras grandiosas y semejantes a gemas son éstas! Otra victoria notable para reforzar el baluarte creciente que se levanta contra la invasión de la libertad de adoración. Ante los testigos ahora se extendía un campo jurídico despejado para continuar su ministerio de casa en casa. Su manera apostólica de predicar había sido inscrita en las leyes de la nación.i
(Continuará)
[Notas]
a Estadísticas suministradas por el departamento jurídico de la Sociedad Watch Tówer en Brooklyn, N. Y.
b Memorial del Apelado, West Virginia State Board of Education contra Barnette, págs. 71, 82.
c Ib., pág. 74.
d The Persecution of Jehovah’s Witnesses, por la Unión de Libertades Civiles Americana, enero de 1941, pág. 3.
e West Virginia State Board of Education contra Barnette, 319 U.S. 624.
f Taylor contra Mississippi, 319 U.S. 583, 589, 590.
g Jones contra Opelika, 316 U.S. 584.
h Murdock contra Pennsylvania (1943), 319, U.S. 105.
i Douglas contra Jeannette (3 de mayo de 1943), 319 U.S. 157, 181.
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Yo viví en destierro en SiberiaLa Atalaya 1956 | 15 de abril
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Yo viví en destierro en Siberia
EN NOVIEMBRE de 1955, dado que soy ciudadano alemán, pude volver a mi tierra natal después de cuatro años y medio de destierro en Siberia. Pero, muchos testigos de Jehová procedentes del territorio de Mémel, Lituania, Latvia, Estonia, Besarabia y Ucrania, así como también de otras partes de Rusia, que no tienen ciudadanía alemana, todavía se hallan en esa tierra fría. Muchos de ellos me pidieron que hiciera un informe a los testigos de Jehová de otras partes del mundo.
Mientras los ejércitos rusos ocupaban diferentes partes de Alemania yo vivía en Prusia oriental, Mémel. Por ser testigo de Jehová yo ya había pasado más de seis años en diferentes prisiones e instituciones bajo el régimen de Hitler. Cuando Hitler dió órdenes de que se evacuara Mémel [ahora Klaipeda] casi todos los habitantes de este territorio huyeron a Alemania. Yo no participé en esta huída. No podía conformarme con la idea de buscar refugio bajo el régimen de Hitler, que le había ocasionado dolor tan indescriptible a los testigos de Jehová. También había pensado que los comunistas tratarían con menos severidad a los testigos de Jehová, que tanto habían sufrido bajo el régimen de Hitler. ¡Cómo me equivoqué! Ahora estoy más convencido que nunca de que este mundo está bajo la dirección y guía de su gobernante invisible, Satanás.
En cuanto a la persecución de los testigos de Jehová, la forma comunista de gobierno ha mostrado que es una verdadera imitadora de Hitler y su partido nacionalista. Al venir los rusos, el clero y los predicadores huyeron y dejaron abandonadas a sus ovejas detrás de ellos. Muchos de los testigos de Jehová, al ver en este tiempo a esta gente en angustia, tuvieron la oportunidad de predicarle acerca del reino de Dios. A menudo estas personas les pedían a los testigos de Jehová que les predicaran. El resultado de esto fué que se formaron varias congregaciones nuevas en esta parte del país. Muchas personas se dedicaron a Jehová y fueron bautizadas. Los pocos ejemplares de La Atalaya que teníamos se estudiaban en las reuniones que se celebraban con regularidad. Después se volvían a imprimir y distribuir entre el pueblo. Todo esto se hacía sin ocultarlo de la vista de la policía de seguridad rusa. Muchas veces nos aprehendían y tras largas interrogaciones sobre nuestras doctrinas y organización nos soltaban. Sabíamos que la policía secreta enviaba espías a la congregación pero no teníamos nada que ocultar. Estábamos predicando la Palabra de Dios y confiando en el reino de Dios como la única esperanza del mundo. Tan recientemente como en 1949 dirigí la palabra a casi 300 personas en una reunión. Mi texto bíblico fué Isaías 25:6-8.a A base de estos textos explicaba como Jehová bendeciría ricamente a los que le sirvieran y que la muerte sería tragada en victoria y que Jehová limpiaría las lágrimas de toda cara y que el oprobio de su pueblo sería quitado de sobre la tierra, puesto que Jehová lo había declarado.
El día siguiente me arrestaron mientras andaba por la calle. Pasé dos días bajo la custodia de la policía y entonces me volvieron a dejar libre después de muchas horas largas de interrogación. Después de pocos días tuve que presentarme de nuevo ante la policía de seguridad. Allí se me dijo que escribiera un informe exacto acerca de la organización de los testigos de Jehová. Se hizo un informe respecto al reino de Jehová Dios ya establecido, junto con muchas otras verdades adecuadas al tiempo y la ocasión. También se señaló que los testigos de Jehová habían sido perseguidos horriblemente bajo el régimen de Hitler y que el 7 de octubre de 1934 las congregaciones de testigos de Jehová en muchos países habían enviado telegramas al Canciller del Reich en Berlín, todos los cuales decían la misma cosa: “Su maltratamiento de los testigos de Jehová ofende a todas las personas buenas de la tierra y deshonra el nombre de Dios. Absténgase de continuar la persecución de los testigos de Jehová; de otro modo Dios le destruirá a usted y a su partido nacional.”
No dudo en lo más mínimo que se envió este informe a las oficinas principales de la policía de seguridad en Moscú. El primer golpe severo contra los testigos de Jehová en esta parte de Rusia vino en septiembre de 1950. Una noche la policía de seguridad recogió a todos los hermanos de cuerpo sano y a varias hermanas y se los llevó a las prisiones del ministerio de seguridad en Vilna. Aquí los tuvieron en custodia por medio año, cuando por fin llegaron de Moscú sentencias que exigían que casi todos ellos fueran encerrados en el presidio por diez años. Después de seis meses de interrogaciones y persecuciones que alteraban los nervios, muchos quedaron con los nervios destrozados. Muchos habían sufrido severamente debido al hostigamiento que tuvieron que soportar durante la investigación. A algunos de éstos los sacaron del presidio y los pusieron en campos de trabajo. Muchos tuvieron que hacer trabajo subterráneo en minas de hulla. A algunos les enviaron al norte a lugares tan retirados como el campo infame que llaman Vorkuta. Todavía hay algunos de nuestros hermanos trabajando en ese lugar.
Hace mucho frío allá. No hay vegetación de clase alguna en esta localidad, y los inviernos son largos, los veranos cortos. Muchos de nuestros hermanos quedaron incapacitados, inválidos, debido a los requisitos sobrehumanos del cruel régimen comunista. A algunos de éstos entonces los enviaron a sus familias en Siberia.
A fines de marzo de 1951 vino la segunda ola de persecución. A los que no habían sido arrestados antes, tales como los ancianos, mujeres, hijos e infantes y otros que no habían sido recogidos, los pusieron bajo custodia rusa. Nadie se escapó; todos fueron llevados en camiones a trenes de carga que iban a Siberia. Sólo podían llevar consigo unas cuantas posesiones personales, una pequeña cantidad de harina, unas cuantas piezas de ropa, y a algunos les fué posible llevar sus camas. Todo lo demás quedó en poder de las autoridades de la policía. En este tiempo los comunistas registraron cuidadosamente todo el equipaje, para ver si había Biblia alguna o literatura de la Watch Tówer entre ellos.
De Vilna vimos dos grandes trenes de carga, cada uno de los cuales constaba de unos cincuenta vagones de ganado. Fué en éstos que se llevó a los testigos de Jehová, procedentes de todos los territorios, a cierta tierra, para que murieran allá, o trataran de vivir. Los vagones estaban más que atestados. No había dónde sentarse. El alimento les era raro y de calidad muy inferior. Los testigos de Jehová le dieron gracias y alabanza a su Padre celestial durante todos estos tiempos dificultosos. Unos a otros se animaban. Por la consideración que daban a la Palabra de Jehová todos recibían consuelo y cobraban ánimo para seguir adelante, pasare lo que pasare. Las palabras que ellos habían llevado a la gente para consolarla al fin de este mundo ahora les servían de gran consuelo a estos testigos de Jehová apiñados en vagones de ganado. Fuerte era su cantar de canciones del Reino, pero más tarde los soldados del Soviet hasta pusieron fin a esto.
Después de trece días todos los testigos de Jehová llegaron a su destino, habiendo viajado día y noche en vagones de ganado. Entonces se nos informó: “Como enemigos del Estado se les destierra a ustedes por vida a Siberia. Despidan cualquier esperanza que abriguen de volver alguna vez a su tierra natal.”
Ahora esparcieron a los testigos de Jehová como esclavos de trabajo por diferentes granjas colectivas entre Tomsk e Irkutsk y a algunos hasta más allá de esos lugares. La protección y ayuda de Jehová fué lo único que nos dió la fortaleza necesaria para hacerle frente a esta situación. Frente a nosotros teníamos una vida hostigada por el hambre. Los víveres que algunos de nosotros llevábamos pronto se acabaron. Las granjas colectivas no estaban en precisamente buenas condiciones. No se les ocurría a los directores de estos centros de agitación soviéticos proveer pan antes de la nueva cosecha a los que allí sufrían malnutridos. No hay instituciones para labor de beneficencia en el “paraíso soviético.”
No obstante, en lo que toca a los testigos de Jehová el amor fraternal se encarga de la situación. Así fué que aun a los más necesitados se les ayudó con la escasa cantidad de alimento que teníamos. Durante los primeros dos años algunos de los desterrados murieron debido a las pesadas aflicciones que les fueron impuestas. Trabajo sumamente pesado les fué impuesto especialmente a las mujeres. Durante el tiempo de invierno, habiendo nieve en el suelo, se les enviaba al bosque a cortar leña, porque no alcanzaba el tiempo para hacer este trabajo durante el breve verano. Los inviernos de Siberia duran siete meses sin intermisión. No se conocen allí la primavera ni el otoño. Además hay temporadas de frío extremado, en que la temperatura baja a 50 grados bajo cero (Fahrenheit). Hay que tener mucho combustible en este país, y éste es uno de los principales problemas de los desterrados en Siberia. Hay muchos bosques grandes en Siberia, pero el transferir la leña del bosque al hogar de uno es una tarea sumamente difícil. Para recoger leña la persona verdaderamente necesita un trineo tirado por caballo, pero estas pobres personas desalojadas tienen que pedir, sí, en realidad rogar al encargado que les dé ayuda de esta clase. Esta vida les es casi insoportable a los ancianos. No tienen las fuerzas que se necesitan para hacer trabajo agrícola, y cuando una persona tiene sesenta o setenta años de edad el llevar a casa una carga de leña sobre el lomo no es trabajo fácil.
Con dolor es que hablo de las condiciones de alojamiento en Siberia. Durante la mayor parte del período que yo pasé en destierro viví en un solo cuarto, junto con cuatro familias, incluyendo los hijos. Además teníamos una pequeña cocina con una estufa provisional hecha de lata, sobre la cual teníamos que cocinar nuestra comida. Cada vez que la nieve se derretía, el agua inundaba nuestra casa. A través de todas estas condiciones los testigos de Jehová en destierro se ayudaban los unos a los otros siempre que les era posible. Algunos se pusieron a construir sus propias chozas cuando terminaban sus horas de trabajo agrícola. Aunque lograban establecer sus propios hogares y hacer de ellos lugares un poco más habitables, todavía quedaba mucho que desear.
Mientras yo estaba en uno de estos campos de esclavos en Siberia, durante los primeros dos años el jornal que se pagaba en una granja colectiva, fuera hombre o mujer el trabajador, era de medio kilo a un kilo de grano, es decir, de una y una décima libras a dos y una quinta libras. Desde que murió Stalin las normas de vida han mejorado hasta cierto grado. La cantidad de grano ha mejorado y se ha dado una pequeña suma de dinero a los trabajadores esclavos de modo que ya no tienen que pasar tanta hambre ni sentir tanto frío como antes. En medio de estas condiciones los testigos de Jehová siguen estudiando la Palabra de Dios a medida que tienen la oportunidad, y confían en gran manera en sus memorias, hablándose y consolándose los unos a los otros según se les presenta la oportunidad. Nuestro ruego todavía es: “¡Si sólo tuviéramos Biblias y nuevas Atalayas!”
Todos los testigos de Jehová en estos campos de esclavos por toda Rusia le oran a Jehová Dios de continuo y tienen plena fe en que algún día serán librados de estas condiciones. En estos campos de prisión y afuera, por toda Rusia, una cantidad aun más grande de rusos está aceptando la verdad. Una hermana informa: “Yo tengo aproximadamente treinta muchachas estudiantes a mi cuidado y ellas reciben con ansia cada palabra que hablo respecto al Reino.” Hoy hay mucha gente en Rusia que quiere saber acerca del reino de Jehová y que está ansiosa de oír la verdad. Siempre ocasiona gozo el leer una carta de otros publicadores del Reino en Rusia y saber de sus experiencias en los campos de prisión. Al ser sentenciados a prisión ellos han venido a estar más estrechamente unidos los unos a los otros y a Jehová. Día tras día cada uno está recibiendo un mejor entendimiento de la organización teocrática de Jehová, y todos están más resueltos a presentar al gran Juez la prueba de su fidelidad al predicar. Por la bondad inmerecida de Jehová están resueltos a retener su integridad y probar que son dignos de la vida eterna.
Yo sé que estas personas a quienes se ha desalojado y puesto en las granjas colectivas no están ocultando su luz debajo de una canasta. Más bien, están dejando que su luz resplandezca.
En noviembre de 1954 el periódico ruso Pravda de Moscú informó que un bien conocido líder del partido comunista había dicho: “El comunismo ha llegado a estar tan firmemente establecido por todo el mundo hoy día que se puede descontinuar la lucha que se llevaba a cabo contra las diferentes religiones. En lo pasado después de nuestra ascensión al poder nos fué necesaria esta lucha. Ahora, sin embargo, ya que la juventud en particular ha sido debidamente entrenada, todo el mundo seguramente debe llegar a la conclusión de que el comunismo es lo único que puede traerle verdadera paz y prosperidad al género humano.” Pero los testigos de Jehová están firmemente convencidos de que la verdadera paz y prosperidad para todo el género humano serán realizadas únicamente por medio del reino de Jehová que ahora se ha acercado y que estará bajo su gran Príncipe de Paz, Cristo Jesús.
Pronto voy a cumplir setenta y siete años. La Sociedad llegó a mí por medio de sus ministros unos cuantos meses antes que estallara la primera guerra mundial en 1914. He tenido el privilegio de ser un ministro de Dios durante todos estos años, y ahora que he vuelto de Rusia mi único deseo es pasar el resto de mi vida terrestre en el servicio de Jehová.
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