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Israel pone a prueba en el desierto a JehováLa Atalaya 1977 | 15 de noviembre
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Israel pecara contra Jehová.—Núm. 28:1-31:54.
Se acercaba el tiempo en que Israel había de atravesar el Jordán y tomar posesión de la Tierra Prometida. Sin embargo, las tribus de Rubén, Gad y la mitad de la tribu de Manasés pidieron que se les permitiera establecerse en el lado oriental del Jordán. ¿Por qué? Porque tenían grandes hatos, y esta tierra era ideal para terreno de pasto. Se les concedió esto con la condición de que ayudaran a las otras nueve tribus y media a conquistar la tierra del lado occidental del Jordán.
¿Cuántas veces se mudó Israel de un lugar a otro durante aquellos cuarenta años? Unas cuarenta veces. (Núm. 33:1-49) Cuando ya el libro va a terminar, habla de los mandatos de Jehová sobre exterminar toda la adoración falsa de la tierra de Canaán; también, de que delinea los límites de la Tierra Prometida y nombra a un principal de cada tribu para que ayuden a Josué y Eleazar el sumo sacerdote a prorratear la tierra entre las diversas tribus. Además, se dan instrucciones acerca de las cuarenta y dos ciudades que se habían de dar a los levitas, puesto que no tenían herencia en la tierra, y las seis ciudades levitas que serían ciudades de refugio para los homicidas involuntarios. Se indican las leyes de Jehová que gobernaban el asesinato premeditado y el homicidio involuntario. El libro termina con reglas que gobiernan el matrimonio de herederas.
Ciertamente el libro de Números subraya la seriedad de poner a prueba a Jehová. Aunque la nación de Israel entró en la Tierra Prometida, en cumplimiento de la promesa de Jehová, ninguno de los que salieron de Egipto y se rebelaron entró. Bien advierte el apóstol Pablo a los cristianos contra seguir el ejemplo de aquellos israelitas. (1 Cor. 10:8-11) Tal como una “muchedumbre mixta” se unió a los israelitas al salir de Egipto y con el tiempo entró en la Tierra Prometida, así sucede hoy. Una “grande muchedumbre” de personas que tienen esperanzas terrestres ha salido del Egipto moderno, este mundo actual, y se ha unido a los israelitas espirituales, los ungidos que siguen en los pasos de Jesucristo y van en camino al nuevo sistema de cosas. (Rev. 7:9-14; 11:8; Juan 15:19) Si acariciamos la esperanza de pasar con vida a través de la destrucción de este sistema de cosas inicuo de la actualidad en la venidera tribulación grande, tendremos que ejercer cuidado para nunca, nunca jamás, poner a prueba por falta de fe a Jehová Dios.—Sof. 2:3.
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Apreciando a los que practican su feLa Atalaya 1977 | 15 de noviembre
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Apreciando a los que practican su fe
UN REPORTERO de una revista tuvo en Corea una conversación con un testigo de Jehová que le habló acerca de la esperanza del paraíso, y de que la gente no se enfermará ni morirá. Él pensó: “Este hombre no parece anormal, pero ¿cómo pueden personas inteligentes creer cosas como éstas?” Se resolvió a escribir un artículo de revista denunciando la manera en que la religión engaña a la gente. Con este fin, empezó a asistir a las reuniones y a estudiar con los Testigos. ¡También investigó cómo los Testigos practicaban sus creencias y se asombró cuando se dio cuenta de que en realidad lo hacían! Rápidamente pudo ver que eran celosos en vivir su fe y en mostrarse amor unos a otros. Ahora empezó a estudiar con ahínco. Terminó en veintitrés días su estudio del libro La verdad que lleva a vida eterna. Entonces escribió su último artículo de revista. Fue en cuanto al Creador, Jehová, y su maravilloso propósito para con la humanidad. En un mes había dejado de fumar y también renunció del personal de la revista. Desde el segundo mes empezó a proclamar el reino de Dios de casa en casa con los Testigos, y desde el tercer mes estaba dedicando cien horas y más al mes a esto. Muy pronto se bautizó, y continúa dedicando todo su tiempo al servicio de Dios, conduciendo diez estudios bíblicos de casa propios con personas que han mostrado interés. Él mismo se regocija ahora por tener una fe viva.
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