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La amigabilidad genuina es poderosaLa Atalaya 1977 | 1 de octubre
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La amigabilidad genuina es poderosa
LA ADORACIÓN verdadera tiene un efecto saludable en la disposición del individuo. Induce en él interés en otros. A menudo esto se manifiesta en amigabilidad al hablar y tratar con extraños. A veces esa amigabilidad ha tenido un efecto saludable en enconados opositores del mensaje de la Biblia.
Eso fue lo que sucedió en una isla en el sur de Grecia. Cierto señor estudiaba la Biblia con un testigo de Jehová, pero su esposa se oponía con encono. Se acercó la celebración de la Cena del Señor y el esposo decidió asistir. Notando que su esposo se estaba preparando para salir, la esposa preguntó a dónde iba. “Escucha,” le dijo su esposo, “hoy los testigos de Jehová están observando una celebración singular que estableció Jesús, la Conmemoración o Memorial de su muerte. Voy a asistir. No sabes lo mucho que me gustaría que tú también vinieras.” La esposa se enfureció y empezó a maldecir a los Testigos y a insultar a su esposo.
Finalmente aquel señor se dispuso a ir solo. Mientras salía, la esposa súbitamente le gritó: “¡Espera! Yo también voy.” Al hombre sencillamente se le hacia imposible creer lo que había oído. Le brotaron lágrimas. Ambos asistieron a la reunión y la esposa escuchó en silencio. Al terminar el discurso, una Testigo conversó muy amigablemente con ella e hizo arreglos para visitarla en su casa. Se inició un estudio bíblico con la señora.
En el mismo primer mes esta señora le dijo a la Testigo: “Ahora yo también soy testigo de Jehová, hermana suya. Todavía no se lo he dicho a mi esposo. Ahora le voy a revelar algo que tenía intención de hacer. El día que mi esposo me habló acerca del Memorial, yo tenía un cuchillo escondido debajo de la almohada y estaba esperando la oportunidad de matarlo. Mientras yo estaba resuelta a hacer esto él me estaba invitando a ir a la reunión. Al fin decidí ir, y allí llamar a la policía para que todos fueran arrestados. Le debo a usted el haber llegado a conocer la verdad. Y es debido a la verdad que mi esposo está vivo y yo estoy libre y no en la prisión.”
¡Qué poder tuvo la amigabilidad de esa Testigo!
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Fiestas espirituales... antiguas y modernasLa Atalaya 1977 | 1 de octubre
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Fiestas espirituales... antiguas y modernas
JEHOVÁ DIOS, el Todopoderoso, es nuestro magnífico Creador. Sus obras dan testimonio de que él es un Soberano sabio, justo y amoroso. Nadie conoce mejor que él precisamente lo que necesitamos como seres humanos y lo que nos proporciona felicidad. Consecuentemente, él no solo nos hizo con ciertas necesidades, deseos y apetitos, sino que también hizo arreglos para satisfacerlos.—Sal. 104:24; 145:16-18.
La Tierra está llena de las cosas que nuestro Creador puso a nuestra disposición para que satisfagamos nuestras necesidades físicas de alimento, ropa y abrigo. Dios también hizo amorosa provisión para la satisfacción de nuestras necesidades emocionales de belleza de vista y sonido, para afecto y amistades y para los gozos y bendiciones que acompañan el ser miembros de una familia.
Precisamente del mismo modo Jehová Dios suministró lo necesario para satisfacer nuestra sed intelectual y nuestra sed espiritual: nuestra facultad de raciocinio, nuestra hambre de conocimiento y nuestro instinto de adorar. Deseamos conocer el propósito de nuestra existencia, de dónde vinimos y cuál es nuestro destino. Sí, deseamos saber a quién estamos endeudados por todas las bendiciones de la vida y la mejor manera en que podemos cumplir con el propósito para el cual fuimos creados y mostrar así nuestra gratitud. Para satisfacer estas necesidades fundamentales, desde el principio Jehová Dios nos ha comunicado su voluntad para nosotros por medio de siervos escogidos de él. En tiempos antiguos Dios usó particularmente al profeta Moisés para dar a conocer a los hombres Sus propósitos y voluntad.
Entre las maneras en que Jehová Dios hizo provisión amorosa para que su pueblo antiguo llegara a conocerlo mejor y disfrutara de otras bendiciones espirituales estuvo la de instituir sábados y fiestas. Todas estas fiestas daban testimonio del interés amoroso de Jehová Dios en el bienestar de su pueblo, no solo espiritualmente, sino también en muchos otros respectos.
FIESTAS ANUALES EN JERUSALÉN
Al mirar al pasado a aquellos tiempos, podemos ver que se destacaban con particular prominencia e importancia las tres grandes fiestas anuales que se celebraban en Jerusalén, el centro de la adoración de Jehová. Estas fiestas nos interesan especialmente debido a su significado profético. “Tres veces al año todo varón tuyo debe presentarse delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escoja.” (Deu. 16:16) Descubrimos que estas fiestas tenían varias características fundamentales. Habían de ser ocasiones de gran gozo: “Tienes que regocijarte durante tu fiesta . . . y nada sino gozoso tienes que llegar a estar.” (Deu. 16:14, 15) También se ofrecían muchos sacrificios. Un requisito importante era que nadie se presentara con las manos vacías; cada uno traía un regalo en proporción con la bendición material que hubiera recibido de Jehová. (Deu. 16:16, 17) Y en una de estas fiestas, cada siete años, también se leía la ley de Moisés.—Deu. 31:10-13.
Si examinamos estas fiestas según el año civil, hallamos que la primera de éstas era la fiesta de las tortas no fermentadas. (Deu. 16:1-8) Esta venía inmediatamente después de la celebración de la Pascua y duraba siete días. Las tortas no fermentadas, o sin levadura, o panes ácimos, les recordaban a los israelitas que habían salido de la esclavitud egipcia tan apresuradamente que no tuvieron tiempo para leudar la masa de harina en sus artesas. (Éxo. 12:33, 34) Llamando atención al significado profético de esta fiesta, el apóstol Pablo escribió: “Cristo nuestra pascua ha sido sacrificado. Por consiguiente, guardemos la fiesta, no con levadura vieja, ni con levadura de maldad e iniquidad, sino con tortas no fermentadas de sinceridad y verdad.”—1 Cor. 5:7, 8.
Después venía la fiesta de las semanas o del Pentecostés. (Deu. 16:9-12) Esta se celebraba siete semanas después, o en el día quincuagésimo después del 16 de Nisán. En ella se ofrecían las primicias de la cosecha del trigo. Ésta duraba un solo día y contenía una representación de las primicias de la humanidad, los 144.000 miembros del cuerpo espiritual de Cristo, que fueron comprados de entre la humanidad. (Sant. 1:18; Rev. 14:4) Muy apropiadamente esta congregación del Israel espiritual, como también se le llama, comenzó en el día literal del Pentecostés.—Hech. 2:1; Gál. 6:15, 16; Rev. 7:4-8.
La fiesta final del año era la “fiesta de las cabañas.” (Deu. 16:13-15) Esta tenía lugar en el mes séptimo desde el día quince hasta el veintiuno, y se celebraba una asamblea solemne en el día veintidós. La fiesta conmemoraba el hecho de que los israelitas moraron en cabañas durante su viaje de cuarenta años en el desierto. A ésta también se le llamaba la fiesta de la recolección, pues celebraba la cosecha final de todas sus siembras. Una de sus características era el ondear palmas. Esto nos hace recordar la visión que tuvo el apóstol Juan de la “grande muchedumbre” recogida que ondeaba palmas y decía: “La salvación se la debemos a nuestro Dios, que está sentado en el trono, y al Cordero.” (Rev. 7:9, 10) Hoy, Jesucristo está recogiendo a esta “grande muchedumbre” de sus “otras ovejas” para que con el tiempo estén unidas con su “rebaño pequeño” y compongan “un solo rebaño” bajo el un solo “pastor excelente.”—Luc. 12:32; Juan 10:14, 16.
NUESTRAS FIESTAS MODERNAS
Hoy los cristianos no están bajo la Ley que exigía aquellas grandes fiestas anuales. Sin embargo, en tiempos modernos el pueblo de Jehová sí disfruta de alegres fiestas espirituales, particularmente desde la década de los 80 del siglo pasado. Un ejemplo típico de aquellas asambleas tempranas fue la que se celebró del 16 al 18 de junio de 1900, en St. George’s Hall, en Filadelfia, Pensilvania. Un anuncio que se hizo en el número del 1 de junio de 1900 de Zion’s Watch Tower (hoy en español La Atalaya) explicó que se podían obtener habitaciones de hotel por un dólar al día y comidas desde quince centavos en adelante, además de que éstas se les suministrarían gratis a los que no pudieran pagar por ellas. El número del 1 de julio informó que unos 200 hermanos se habían congregado en la fecha de apertura, y que hubo diecinueve estados representados allí además de Inglaterra, que treinta y nueve adultos se bautizaron y que unas 400 personas asistieron al discurso público.
Una asamblea sobresaliente fue la que se celebró en Cedar Point, Ohio, en 1919, poco después de haber sido puestos en libertad de un aprisionamiento injusto los oficiales de la Sociedad Watch Tower. Su presencia en esta asamblea fue gran causa de gozo, como lo fue también la presentación de la revista Golden Age (ahora en español ¡Despertad!). En 1922 se celebró otra asamblea en Cedar Point. En esa asamblea el entusiasmo alcanzó su apogeo cuando el hermano J. F. Rutherford dio la llamada de: “¡Anuncien! ¡Anuncien! ¡Anuncien al Rey y el Reino!” Esta fue también la primera de siete asambleas anuales que correspondieron con los toques de trompeta y el derramamiento de los tazones según se profetizaron en Revelación 8:7 a 11:15; 16:1-17.
La asamblea de 1931 en Columbus, Ohio, dio al pueblo de Dios aun mayor causa de regocijo. ¿Por qué? Porque aquí aprendieron por qué razones desde entonces en adelante deberían identificarse, no simplemente como Estudiantes de la Biblia, sino como testigos de Jehová. (Isa. 43:10-12) Los críticos dijeron en son de burla: ‘El nombre no se les pegará.’ ¡Pero ‘se pegó’! Dos años después, muchos miles de personas del grupo de las “otras ovejas” reunidas en la asamblea de 1935 en Washington, D.C., se emocionaron al aprender que pertenecían a la “grande muchedumbre” que se describe en Revelación 7:9-17. El anuncio que se hizo en 1943 de que las congregaciones tendrían una Escuela Teocrática hizo que las asambleas que se celebraban en aquel año —mientras en muchos lugares regían restricciones de tiempos de guerra— una ocasión muy feliz. En la primera asamblea que se celebró en el Yankee Stadium de Nueva York en 1950 el pueblo de Jehová tuvo el deleite de recibir varias ayudas para adorar a Jehová, la más notable de las cuales fue la edición en inglés de la Traducción del Nuevo Mundo de las Escrituras Griegas Cristianas. Ciertamente todas estas asambleas fueron tiempos de especial importancia en la historia de los testigos modernos de Jehová, tal como lo han sido las que se han celebrado desde entonces.
La mayor asamblea por sí sola de los testigos de Jehová en tiempos modernos
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