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Lo sagrado de nuestra guerraLa Atalaya 1955 | 1 de mayo
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Este libro puede haber tenido su principio con la guerra de Abrahán contra los cuatro reyes aliados que efectuaron una invasión y capturaron a su sobrino Lot junto con su familia. No se dice que Dios haya ordenado a Abrahán que fuera en pos de ellos y recobrara estos cautivos, pero la victoria que Abrahán consiguió con sus 318 esclavos y tres confederados contra las poderosas huestes del enemigo únicamente pudo habérsele concedido por Dios. Melquisedec, el sacerdote real de Jehová, declaró que tal era el caso. Al bendecir a Abrahán cuando éste volvía de la matanza de esos reyes, Melquisedec dijo: “¡Bendito sea Abram del Dios Altísimo, Productor del cielo y la tierra, y bendito sea el Dios Altísimo, que ha entregado a tus opresores en tu mano!” (Gén. 14:17-20, NM; Heb. 7:1-10) La guerra que Abrahán peleó era teocrática; la de los cuatro reyes agresores no era teocrática, aunque había sido santificada por sus ritos religiosos paganos. Muy apropiadamente, entonces, Abrahán dió la décima parte de todos los despojos a Melquisedec como representante de Jehová, el Dios Altísimo, que había peleado por su amigo Abrahán.
11. ¿Con qué pueblo se hizo especialmente prominente la guerra teocrática y desde cuándo en adelante, y qué expresión clásica se desarrolló en conexión con esto?
11 La guerra teocrática se hizo especialmente prominente en el caso de los biznietos de Abrahán, las doce tribus de Israel. Para librar del poder opresivo de Egipto a estos descendientes de su amigo Abrahán, Jehová no sólo peleó en una guerra contra Faraón y su máquina de guerra de primera clase de ese día sino también en una guerra de los dioses, una guerra contra los dioses demoníacos que los egipcios adoraban. Dijo él: “En todos los dioses de Egipto ejecutaré juicios. Yo soy Jehová.” Después que todos los primogénitos de los egipcios, los cuales estaban dedicados a sus dioses, habían muerto a manos del ángel destructor que Jehová envió en aquella primera noche de pascua en 1513 a. de J.C., Faraón admitió la derrota y los israelitas salieron de allí. En cuanto a esto está escrito: “Durante todo ese tiempo los egipcios estaban enterrando a los que Jehová había herido de entre ellos, es decir, a todos los primogénitos, y en sus dioses Jehová había ejecutado juicios.” (Éxo. 12:12; Núm. 33:4, NM) Entonces durante los cuarenta años que su pueblo escogido viajó en el desierto hasta llegar a la Tierra Prometida él peleó por ellos. Después que los hubo introducido en la Tierra Prometida, y durante todos los días de sus jueces, a quienes Jehová levantó como libertadores, y durante los reinados de Israel y de Judá, el único Dios verdadero peleó por su nación santa, de modo que se desarrolló la expresión clásica: “Jehová era quien estaba peleando por Israel.”—Jos. 10:14, 42; 23:3, 10, NM; Éxo. 14:14; Deu. 1:30; Neh. 4:20.
12. (a) ¿Por qué puede justificarse la participación en tales guerras, y cómo podía pecarse en conexión con ellas? (b) ¿Cómo respaldaba Jehová esas guerras?
12 El Dios Altísimo estaba plenamente justificado al pelear todas estas batallas por su pueblo, porque él es justo en toda su actividad. La derrota y la destrucción que él efectuó de sus enemigos y de los enemigos de su pueblo fueron una ejecución de juicio contra opositores merecedores de muerte. Él mandó que su pueblo tomara parte en esta destrucción de los pecadores condenados, y él hizo teocrática su guerra y los usó como ejecutores de él. No había ningún pecado ni mal moral en participar en tal guerra, porque se hacía en obediencia a la voluntad y mandato de su Dios. Como en el caso del rey Saúl, el pecado yacería en no llevar a cabo las órdenes de la manera que agradara a Dios; como está escrito en Jeremías 48:10: “¡Maldito aquel que hace la obra de Jehová negligentemente, y maldito aquel que retrae su espada de derramar sangre!” Jehová no autorizó a su pueblo escogido a emprender una obra de agresión mundial y establecer una potencia mundial, pero sí le mandó que destruyera a los paganos inmorales, adoradores de demonios, de la tierra que él había prometido darle. Muchos fueron los milagros que él ejecutó para ellos mientras cumplían obedientemente estas órdenes acerca de guerra teocrática. Él los respaldó en la lucha.
13. ¿Por qué motivo militar sufrieron los israelitas de diferentes maneras, y cómo era persona favorecida el que participaba obedientemente en estas guerras?
13 Los israelitas sufrieron tanto física como religiosa, espiritual y nacionalmente porque les faltó obediencia amorosa y denodada al dar impulso a esta guerra teocrática hasta que la tierra quedara completamente depurada de los adoradores de demonios que la contaminaban y la voluntad de Dios se hubiera hecho. Se decía del israelita que obedientemente participaba en la lucha que él estaba peleando las batallas de Jehová. No se trató simplemente de palabras lisonjeras, sino de una verdad real, cuando el rey Saúl le dijo a David el matador del gigante: “Con tal que me seas valiente, y pelees las batallas de Jehová.” (1 Sam. 18:17) Fué con buen entendimiento que Abigail, la mujer de la ciudad de Carmel, habló al mismo David, diciendo: “A buen seguro va a hacer Jehová para mi señor una casa duradera; porque las batallas de Jehová las pelea mi señor.” (1 Sam. 25:28) El ser luchador por Jehová es un alto honor y una bendición, y Jehová está con cada luchador teocrático. La bendición divina está sobre él. Hoy día hay luchadores cristianos por Jehová, y en cierto sentido ellos despliegan mayor valor que el de los israelitas que luchaban por Jehová, porque estos testigos cristianos de Jehová no usan o recurren a armas carnales asestadoras de muerte como hacían los guerreros israelitas y ellos no usarán ni recurrirán a tales armas violentas ni levantarán escuadrones militares particulares ni siquiera en la batalla del Armagedón, “la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso.” ¿Por qué es cierto esto respecto a los batalladores cristianos por Jehová Dios? Veremos.
GUERREROS SANTIFICADOS
14. A causa de ser cosa sagrada, ¿cómo se preparaban para ello los que en ella participaban, y qué intercambio de palabras entre David y Ahimelec arroja luz sobre este asunto?
14 La guerra teocrática es cosa sagrada, y los que tienen el privilegio de participar en ella son santificados para ello debido a que ésta es santa. Hay que acercarse a la guerra y participar en ella en una condición santificada como servicio santo. Esto se da a entender claramente en la conversación que David tuvo con el sumo sacerdote Ahimelec en la ciudad de Nob, adonde había sido trasladada el arca sagrada de Jehová Dios. El rey Saúl había llegado a tenerle celos a David porque la bendición de Jehová descansaba sobre este joven como luchador por Jehová. Por fin David tuvo que huir del alcance de Saúl para escaparse de la muerte. Acompañado durante parte del camino por jóvenes fieles, llegó a Nob, hambriento y sin armas. Quería alimento para él mismo y para los jóvenes que había dejado en cierto lugar. David pasó a decir al sumo sacerdote Ahimelec: “‘Ahora bien, ¿qué tienes a mano? Dame cinco panes, o lo que haya.’ Y el sacerdote contestó a David: ‘No tengo a mano pan común, pero hay pan santo; con tal que los jóvenes se hayan guardado de las mujeres.’ Y David contestó al sacerdote: ‘En verdad las mujeres se nos han prohibido como siempre es el caso cuando salgo en expedición; los vasos de los jóvenes están santos, aun cuando sea un viaje común; ¿cuánto más hoy estarán santos sus vasos?’ Así que el sacerdote le dió el pan santo; porque no había allí otro pan aparte del pan de la Presencia, el cual se quita de delante del SEÑOR [Jehová], para reemplazarlo con pan caliente en el día que es quitado.”—1 Sam. 21:1-6, Norm. Rev.
15. ¿Cómo mostró Jesús que la santidad era algo que debería considerarse en conexión con esto?
15 El Señor Jesús mostró que la santidad era algo que había de tomarse en cuenta aquí cuando dió testimonio a la veracidad de este incidente histórico y dijo: “¿No han leído lo que David hizo cuando él y los hombres que iban con él tuvieron hambre? ¿Como entró en la casa de Dios y comieron los panes de la presentación, alimento que no era lícito que él comiera, ni los que con él iban, sino sólo los sacerdotes?” (Mat. 12:3, 4, NM) Por eso fué que Ahimelec primero preguntó si David y los jóvenes que lo acompañaban se habían guardado de las mujeres por lo menos por un día y David contestó que sí. ¿Pero cómo estaba implicado en esto la santidad? ¿Y qué se daba a entender por la respuesta de David respecto a una expedición de guerra?
16. ¿Por qué hubiera descalificado a David y sus hombres el contacto con las mujeres de modo que no pudieran comer el pan de la proposición, y por qué dió David énfasis a su condición limpia al hacer una comparación con una expedición militar?
16 El guardarse de las mujeres significaba el guardarse del ayuntamiento con sus esposas o concubinas. En tiempos usuales no había nada malo o que descalificara en ese ayuntamiento correcto. Pero cuando una ocasión o servicio exigía limpieza ceremonial, entonces tales relaciones entre un israelita y su esposa estaban fuera de orden. ¿Por qué? Porque después de tales relaciones tanto el hombre como su esposa estaban ceremonialmente inmundos hasta la próxima tarde. En la ley teocrática que se dió a los israelitas por medio de Moisés estaba escrito: “Ahora bien, en caso de que saliera del hombre una emisión de semen, entonces él debe bañar toda su carne en agua y estar inmundo hasta la tarde. Y cualquier prenda de vestir y cualquier piel sobre la cual llegue a estar la emisión de semen debe ser lavada con agua y estar inmunda hasta la tarde. En cuanto a la mujer con quien el hombre cohabite con una emisión de semen, deben bañarse en agua y estar inmundos hasta la tarde.” (Lev. 15:16-18, NM) Por consiguiente, el ayuntamiento ese día hubiese hecho ineptos a David y sus hombres de modo que no se les pudiera dar a comer el pan de la proposición que no se había usado. Ahora bien, David decía que era una misión ordinaria la que él estaba llevando a cabo en el servicio del rey; sin embargo David dijo que él y sus hombres estaban ceremonialmente limpios de contacto sexual con sus esposas y concubinas tal como si estuvieran saliendo a una “expedición,” es decir, una expedición militar. El emprender una expedición militar o una guerra exigía la santificación mediante una limpieza ceremonial de sus “vasos” u organismos físicos. La índole teocrática de la guerra exigía santidad de esta clase, si la bendición divina había de estar sobre el ejército y la victoria iba a concederse a los que luchaban por Jehová. Era un servicio sagrado.
17. ¿Cómo había de mantenerse limpio un campamento militar de los israelitas, y por qué?
17 Se exigía la limpieza ceremonial, moral y física del campamento israelita cuando participaba en guerra teocrática. Decía la ley de Jehová a los israelitas: “En caso de que salieras a campaña contra tus enemigos, entonces debes guardarte de toda cosa mala. En caso de que sucediera que haya en ti un hombre que no continúe limpio, debido a una contaminación que ocurra de noche, entonces debe salir fuera del campamento. No puede entrar en medio del campamento. Y debe suceder que al declinar la tarde él debería lavarse con agua y al ponerse el sol él puede entrar en medio del campamento. Y debería estar a tu servicio un lugar privado fuera del campamento, y debes salir allá. Y deberías tener a tu servicio una estaquilla junto con tus instrumentos, y debe suceder que cuando te agaches afuera, entonces debes cavar un hoyo con ella y volverte y cubrir tu excremento. Porque Jehová tu Dios está andando en medio de tu campamento para libertarte y para abandonar tus enemigos en manos tuyas, y tu campamento debe resultar santo, para que no vea él cosa indecente en ti y de seguro se aparte de acompañarte.” (Deu. 23:9-14, NM) Si la presencia divina representada por el ángel de Jehová había de acompañar al ejército hasta la misma victoria final, el campamento tenía que ser mantenido limpio de acuerdo con las normas teocráticas.
18. ¿Cómo diferían de esto los paganos en cuanto a campamento y en conquista, y cómo se ilustró esta diferencia por el proceder de Urías el heteo, guerrero del rey David?
18 El campamento de la nación teocrática de Jehová difería, por lo tanto, del campamento de los ejércitos paganos. Los paganos llevaban mujeres con ellos para que los guerreros se entregaran a relaciones con ellas, o al capturar un lugar a los soldados se les daba rienda suelta para agarrar las mujeres y violarlas. (Isa. 13:16; Lam. 5:11; Zac. 14:2) Hoy día existe algo parecido a esto, puesto que leemos u oímos de prostitutas que van siguiendo a los campamentos militares y de oficiales militares que deliberadamente proveen lugares de prostitución en la vecindad para la satisfacción sexual de sus soldados. Esto estaba prohibido en el campamento teocrático de Israel porque la guerra a la que ellos habían salido era teocrática, por lo tanto sagrada, y exigía la santificación de los luchadores. Por eso el contacto sexual con mujeres, aun sus propias esposas y concubinas, les estaba prohibido y ellos voluntariamente se abstenían de ello. Por eso fué que Urías, un heteo de buena voluntad, cuando fué llamado del campamento por el rey David, no fué de noche a su hogar en Jerusalén para estar con su esposa. Cuando el rey David, pasando por alto los requisitos sagrados de la campaña militar, le preguntó a Urías por qué no se había ido a casa esa noche, ese fiel soldado contestó teocráticamente: “El Arca, e Israel y Judá están debajo de enramadas; y mi señor Joab, con los siervos de mi señor, están acampados al raso; ¿y por ventura había yo de irme a mi casa, para comer, y beber, y acostarme con mi mujer? ¡Por tu vida, y por la vida de tu alma, que no haré tal cosa!” (2 Sam. 11:6-11) Urías quería permanecer santificado para la lucha. De modo que durante ese tiempo estaría él como si no tuviera esposa. Nos recuerda esto de lo que el apóstol Pablo dijo a los cristianos: “Además, esto digo, hermanos, el tiempo que queda está reducido. De ahora en adelante que los que tengan esposa sean como si no tuvieran ninguna.” (1 Cor. 7:29, NM) A veces los deberes teocráticos exigirán que el cristiano deje el lado de su esposa y él tiene que cumplir.
19. En el interés de la santidad del ejército israelita, ¿qué proceder se exigía en cuanto a las doncellas cautivas a quienes se deseaba por esposas, y cómo y por qué estaba libre de servicio militar el hombre comprometido a casarse con una muchacha?
19 Si a los israelitas se les mandaba capturar cierto lugar y matar a todos los hombres y a las mujeres que no fueran vírgenes, no estaban libres para violar las muchachas que fueran conservadas con vida. Eso hubiese sido corromper el ejército, porque hubiera sido cometer fornicación, inmoralidad. Si algún israelita quería alguna doncella cautiva no podía tener relaciones con ella inmediatamente después de cautivarla. No, sino que tenía que mantenerse santificado para la guerra teocrática por medio de cumplir con la ley que decía: “En caso de que salieras a la guerra contra tus enemigos y Jehová tu Dios los haya entregado en tu mano y te los hayas llevado cautivos, y hayas visto entre los cautivos a una mujer de forma bella y hayas llegado a prenderte mucho de ella y la hayas tomado por esposa tuya, entonces debes traerla en medio de tu casa. Ahora ella debe rasurarse la cabeza y atender a sus uñas, y quitarse la prenda de vestir de su cautiverio y morar en tu casa y lamentar por su padre y su madre por un mes entero, y después de eso deberías tener relaciones con ella y debes tomar posesión de ella como tu novia y ella debe llegar a ser esposa tuya.” (Deu. 21:10-13, NM) Hasta que la campaña militar hubiese terminado y su santidad se hubiese mantenido, este contacto sexual no podría tomar lugar con aprobación divina. Si un hombre llamado al ejército estaba comprometido a casarse con una muchacha, se le dejaba libre de sus obligaciones al ejército por un año para que se fuera a casa y se casara con su prometida y tuviera un hijo por ella para que tuviera descendencia y mantuviera vivo su nombre, para que así no fuera muerto en batalla sin tener un hijo.—Deu. 20:7; 24:5.
20. ¿Qué cosa consideraba el campamento de mucha más importancia que la inmundicia ceremonial o moral?
20 La vindicación de Jehová, el Dios de victoria, estaba comprometida. El mantener el campamento irreprensible a los ojos de Dios y digno de conseguir la victoria por seguir disfrutando del favor de Jehová era de mucha más importancia que el cometer algún acto ceremonial o moralmente inmundo y violar la santidad de la expedición militar. Esto también es cierto hoy en día en cuanto a la guerra sagrada de los luchadores cristianos de Jehová. Por supuesto, el pacto legal que Jehová Dios hizo con los antiguos israelitas por medio de Moisés no aplica hoy día a los cristianos y por eso no se requiere de los luchadores cristianos que se abstengan de ayuntamiento con sus esposas debido a que están en una guerra sagrada. Sin embargo, su comportamiento tiene que ser limpio moral y espiritualmente. El que se guarden de la inmoralidad y también del adulterio espiritual que resulta de ser parte de este mundo tiene que estar en conformidad con lo sagrado de esta guerra cristiana. (Sant. 4:4) Su parte en la vindicación de Jehová está envuelta en ello, y les suministra una influencia limpiadora, un impulso a pureza, moral y espiritualmente.
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Sacerdotes con el ejército teocráticoLa Atalaya 1955 | 1 de mayo
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Sacerdotes con el ejército teocrático
1. ¿Por la presencia de quiénes era santificado el campamento israelita, y por qué se requería su presencia?
LO SAGRADO de la guerra teocrática exigía que se santificara a los hombres israelitas para este servicio de Dios como sostenedores de su soberanía universal y como ejecutores de su justa indignación contra los adoradores de dioses falsos. Por consiguiente era necesario que los sacerdote de la tribu de Leví acompañaran al ejército israelita. Su presencia añadía santidad al ejército de Jehová. En los días cuando el arca sagrada del pacto se abrigaba bajo el tabernáculo o tienda era la costumbre llevar el arca dentro del campamento del ejército, puesto que simbolizaba la presencia de Jehová Dios con sus fuerzas luchadoras. (1 Sam. 4:4-6; 14:18, 19; 2 Sam. 11:11) Esto de necesidad requería la presencia de los sacerdotes levitas en el campamento, porque ellos eran los únicos que estaban autorizados para cargar el arca de Jehová Dios. En una ocasión un israelita que no era sacerdote quedó muerto por haber tocado el arca, pensando que iba a evitar que ésta se cayera de la carreta. Si los sacerdotes levitas hubiesen estado cargando el arca, esto no habría sucedido. (Deu. 31:9; Jos. 3:17; 6:4-11; 1 Sam. 4:4; 2 Sam. 6:6, 7; 1 Cró. 15:2-15, 26) Además, cuando el ejército israelita estaba frente a un compromiso de lucha, era la costumbre ofrecer un sacrificio a Jehová Dios, y esto requería que estuviera presente el profeta de Jehová o sus sacerdotes levitas. (1 Sam. 7:9; 13:9) Además, antes de tomar parte en cierta estrategia de batalla el comandante militar temeroso de Dios consultaba a Jehová por medio del arca del pacto o por un efod sacerdotal o por los sagrados Urim y Tumim que llevaba el sumo sacerdote. Los paganos, como el rey Nabucodonosor de Babilonia, acudían a varias formas de adivinación, pero el pueblo de Jehová se dirigía a él, el Dios verdadero, pidiendo la dirección de él en la batalla. (Jue. 1:1; 20:27, 28; 1 Sam. 14:37; 23:2, 6, 9-14; 28:6; 30:8; 2 Sam. 5:19, 23; Eze. 21:21) Esto, también, exigía que estuviera presente en el campamento teocrático el profeta o el sacerdote de Jehová.
2. ¿Con qué propósito se ordenaba a los sacerdotes estar directamente en el frente antes de las batallas?, aun así, ¿se requería de ellos que tomaran armas y pelearan?
2 Jehová específicamente ordenó a sacerdotes suyos ir al frente cuando dió el siguiente mandamiento para los israelitas en sus batallas en la Tierra Santa, la Tierra Prometida: “En caso de que salieras a la guerra contra tus enemigos y hayas visto caballos y carros de guerra, un pueblo más numeroso que tú, no debes temerlos, porque Jehová tu Dios contigo está, quien te sacó de la tierra de Egipto. Y debe suceder que cuando te hayas acercado a la batalla, entonces el sacerdote debe acercarse y hablar al pueblo. Y debe decirles: ‘Oye, oh Israel, ustedes están acercándose hoy a la batalla contra sus enemigos. No se les desmaye el corazón. No se atemoricen y corran en pánico ni tiemblen a causa de ellos, porque Jehová su Dios está marchando con ustedes para pelear por ustedes contra sus enemigos a fin de salvarlos.’” (Deu. 20:1-4, NM) Era lo más adecuado que a los luchadores de las guerras de Jehová los animara su representante directo, su sacerdote consagrado, allí mismo en el frente de batalla. Sin embargo, no se requería de los sacerdotes mismos que ellos tomaran armas y lucharan de manera alguna.
3. ¿Por qué requería la señal de batalla que los sacerdotes estuvieran presentes en el ejército, y qué, de hecho, era esta señal de batalla?
3 El hacer que se sonara la señal de batalla también exigía la presencia de los sacerdotes en el centro del campamento. Ellos eran los únicos que podían dar la señal de batalla para que se llevara a cabo un ataque victorioso contra el enemigo. Las instrucciones que Jehová dió por medio de Moisés fueron: “Hazte dos trompetas de plata. Las harás de labor a martillo, y deben estar a tu servicio para convocar la asamblea y para disolver los campamentos. Y en caso de que ustedes trabaran guerra en su país contra el opresor que los esté acosando, entonces cuando ustedes hayan tocado una llamada de guerra con las trompetas de seguro que serán recordados ante Jehová su Dios y serán salvados de sus enemigos. . . . y el uso de ellas debe servirles de memorial ante su Dios. Yo soy Jehová el Dios de ustedes.” (Núm. 10:2, 8-10, NM) El registro bíblico que trata del uso de estas dos trompetas de plata revela a quiénes les pertenecía tocarlas. Era a los sacerdotes levitas. Cuando ellos daban la señal de batalla, los toques de trompeta animaban a todo el ejército, y las tropas entraban en acción. El toque de trompeta era una petición de ayuda a las alturas. Era como una señal de alarma dirigida a Dios para que entrara en acción junto con ellos y diera la victoria, puesto que era un sonido sacerdotal.
4. ¿Qué factor sirvió para que los israelitas resultaran victoriosos en su guerra contra los madianitas?
4 Hacia el fin de los cuarenta años de vagar en el desierto los israelitas llegaron a las llanuras del desierto de Moab al otro lado del río Jordán frente a Jericó, una ciudad en la Tierra Prometida, y allí establecieron su campamento. De allí Moisés envió una fuerza militar de doce mil hombres a pelear contra los madianitas adoradores de demonios. Dice el Registro: “Entonces los envió Moisés, mil de cada tribu, al ejército, a ellos y a Finees el hijo de Eleazar el sacerdote para el ejército, y los utensilios santos y las trompetas para tocar llamadas estaban en manos de él. Y fueron peleando una guerra contra Madián, así como Jehová le había mandado a Moisés.” (Núm. 31:1-7; 22:1, NM) ¡Las llamadas de trompeta dirigidas a Jehová fueron contestadas con victoria!
5. ¿Con qué desventaja militar se enfrentó el rey Abías, de Judá, al rey Jeroboam, de Israel, pero que ayuda vital adicional tuvo Abías?
5 Siglos después de esa guerra teocrática contra los enemigos de Jehová, el reino de Israel de doce tribus establecido en la Tierra Prometida fué dividido en dos reinos, el reino de Judá y el reino de Israel. En una ocasión los ejércitos de sus dos reyes se hallaron cara a cara en el campo de batalla. El rey Abías del reino de Judá, fiel a Dios, contaba con cuatrocientos mil hombres en el campo contra dos veces ese número, ochocientos mil adoradores de ídolos que estaban bajo el rey Jeroboam del reino de Israel. Pero el rey Abías de Judá tenía más de cuatrocientos mil guerreros con él, y él hizo mención de esta otra ayuda vital en la súplica que dirigió al ejército contrario, diciendo: “Pero en cuanto a nosotros, Jehová es nuestro Dios; pues nosotros no le hemos dejado; y los sacerdotes que ministran delante de Jehová son los hijos de Aarón; y los levitas asisten en su obra apropiada. . . . Y he aquí que al frente de nosotros, está el mismo Dios, y sus sacerdotes con las trompetas resonantes, para tocar alarma contra vosotros. ¡Oh hijos de Israel, no queráis pelear contra Jehová, el Dios de vuestros padres, porque no podréis salir con bien!”
6. En la peligrosa situación que se desarrolló, ¿cómo mostraron las fuerzas del rey Abías la confianza que depositaban en Jehová, y cómo la vindicó él?
6 Esta súplica nada logró con el enemigo. Se libró batalla, y el ejército del rey Abías se halló en una emboscada. La situación era peligrosa. Pero vino ayuda divina en respuesta a las trompetas. Dice el Registro: “Y cuando Judá volvió la cara, he aquí que tenía la batalla de frente y por las espaldas; y clamaron a Jehová, y los sacerdotes tocaban las trompetas. En seguida los hombres de Judá alzaron el grito; y aconteció que cuando los hombres de Judá alzaron el grito, Dios desbarató a Jeroboam y a todo Israel delante de Abías y de Judá. Y huyeron los hijos de Israel delante de Judá; y los entregó Dios en mano de ellos.” ¿Por qué, pues, vino esta victoria santa? Jehová contesta en el Registro, diciendo: “Así fueron humillados los hijos de Israel en aquel tiempo; y prevalecieron los hijos de Judá, por cuanto se habían apoyado en Jehová, el Dios de sus padres.” El toque sacerdotal en las santas trompetas de plata resonó como un memorial, un recordatorio de confiar en Jehová. Un grito unido de confianza en Él, un ¡Aleluya!, retronó de la boca de los guerreros, e, infundido de valor divino, el ejército de Judá atacó al enemigo al frente y atrás, y ¡Jehová vindicó con victoria la confianza que habían puesto en él!—2 Cró. 13:3, 10-18.
7. Cuando Jerusalén fué amenazada por el ejército de los moabitas, amonitas y hombres de monte Seir, ¿a quién usó Jehová para que entregara su mensaje, y qué decía éste?
7 Otra ilustración de la santidad de la guerra teocrática y de cómo Jehová usaba a su devota tribu de levitas en conexión con el ejército es un caso que ocurrió en un tiempo muy peligroso para el reino. Los ejércitos aliados de adoradores de demonios, los moabitas, los amonitas y los hombres del monte Seir, estaban atravesando el desierto de Judea para asaltar la santa ciudad de Jerusalén. El rey Josafat proclamó un ayuno por todo el reino e hizo que toda la gente se reuniera en el templo de Jerusalén. En una súplica solemne a favor de todos los hombres, mujeres y niños en su alrededor, el rey Josafat elevó una oración a Jehová. Entonces Jehová escogió su instrumento por medio del cual dar consolación e instrucciones para hacerle frente a la crisis. Escogió a un hombre santo, a un cantor levita llamado Jahaziel. Puso su espíritu santo sobre él, moviéndolo a decir: “Así os dice Jehová: No temáis vosotros, y no os acobardéis delante de esta tan grande muchedumbre de gentes; porque no es de vosotros la batalla, sino de Dios. Bajad contra ellos mañana; . . . No toca a vosotros pelear en este combate; ¡apostaos, estad quedos, y ved la salvación de Jehová, obrada por vosotros, oh Judá y Jerusalem! ¡No temáis, ni os acobardéis! Salid mañana al encuentro de ellos; y Jehová estará con vosotros.”
8. ¿Cómo se mostró la santidad del enfrentarse ellos a esta situación, y por qué no estuvo mal colocado el énfasis que se dió a la santidad?
8 A la mañana siguiente obedientemente salieron fuera de los muros protectivos de la ciudad y marcharon para encontrarse con el enemigo que se acercaba. Pero ¿cómo? Las dos trompetas de plata en manos de los sacerdotes no los acompañaban para sonar la alarma. No había de haber ninguna embestida de infantería con gritos contra Moab, Ammón y monte Seir. No les tocaba a ellos pelear en esta batalla; era una batalla santa; no era batalla de ellos, sino de Dios. Al tiempo que salían, el rey Josafat, como el principal jefe del ejército, se puso de pie y en obediencia a Deuteronomio 20:5-9 exhortó a los que iban marchando: “¡Creed en Jehová vuestro Dios, así estaréis firmes; creed en sus profetas [tal como Jahaziel], así prosperaréis!” Al mismo tiempo, para fortalecer su creencia y confianza en Jehová, el rey Josafat puso a Jahaziel y sus compañeros cantores levitas ataviados en su vestidura santa al mismo frente de la columna marchante. En vez de un grito después de una alarma de trompeta, estos santos levitas marcharon adelante cantando: “¡Alabad a Jehová, porque para siempre es su misericordia!” El rey Josafat y el ejército seguían tras ellos tomando una posición secundaria. Este énfasis que se le dió a la santidad de la guerra no estuvo mal colocado, porque leemos: “Y al tiempo que comenzaron a cantar y a tributar alabanzas, Jehová puso emboscadas contra los hijos de Ammón, y de Moab, y del monte Seir, los cuales venían contra Judá; y fueron batidos. Porque se levantaron los hijos de Ammón y Moab contra los habitantes del monte Seir, para destruirlos completamente y para asolarlos; y como acabasen con los habitantes de Seir, ellos mismos ayudaron a destruirse los unos a los otros.” Al llegar a la atalaya en el desierto la procesión teocrática pudo ver la matanza que había ocurrido.
9. ¿Cómo celebraron ellos la victoria de Jehová, y qué se le dió a conocer al mundo antiguo por medio de su victoria?
9 Lo único que tenían que hacer ellos ahora era despojar los cuerpos muertos. Después de tres días de hacer esto se reunieron en el valle de Beraca y bendijeron a Jehová, y entonces acompañados de música sagrada volvieron a Jerusalén y su templo, regocijándose, “porque Jehová los había hecho regocijar sobre sus enemigos.” ¿Cuál fué el resultado de la santa batalla de Jehová contra los agresores impíos? Contesta el Registro: “Y estuvo el pavor de Dios sobre todos los reinos de las tierras comarcanas, cuando supieron que Jehová había peleado contra los enemigos de Israel.” (2 Cró. 20:1-29) Al mundo antiguo se le hizo saber que Jehová no es pacifista sino un luchador, un luchador que siempre gana y a quien por lo tanto se le debe temer. ¡Ay de los que pelean contra Dios; no pueden menos que perder! Pero no así los que están peleando las batallas de Jehová. Esos son los que se entregan cabalmente a la guerra teocrática cristiana. Han sido santificados exclusivamente para esta guerra, porque es santa, dado que ha sido autorizada por el Santo del universo y él la apoya con victoria en mira.
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