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El fin de los sistemas económicos de hoy¡Despertad! 1980 | 8 de junio
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podrá librarlos en el día del furor de Jehová.”—Eze. 7:19.
Ningún caudillo humano, ni forma alguna de gobierno humano, podrá impedir la venidera “grande tribulación,” pues esta tribulación es el juicio de Dios contra el inicuo sistema actual. Por eso la Palabra de Dios advierte: “No cifren su confianza en nobles, ni en el hijo del hombre terrestre, a quien no pertenece salvación alguna.” (Sal. 146:3) Entonces, ¿qué debemos hacer? La Biblia responde: “Confía en Jehová con todo tu corazón y no te apoyes en tu propio entendimiento.”—Pro. 3:5.
A los que ahora confían en Jehová él promete ayudarles hasta en sentido económico. No, Dios no dará lujos a sus siervos, pero ha prometido suministrarles lo necesario para la vida. (Mat. 6:24-34; Sal. 37:25) Eso no significa que los que confían en Dios tendrán una vida fácil, pues a ellos también afectan las malas condiciones del mundo. Pero ciertamente tendrán más éxito que otros en hacer frente a los tiempos dificultosos de hoy día.
Además, tienen la seguridad de que Dios los protegerá durante el venidero desplome del sistema de cosas y de que saldrán con vida para entrar en un nuevo sistema justo. (1 Juan 2:15-17; Sal. 37:27, 34, 37) Por eso una familia del Brasil que ha aprendido a confiar en Jehová declara: “Aunque tenemos problemas económicos, somos una familia feliz porque conocemos a Jehová, el Dios feliz, y conocemos sus propósitos.”
“Levántense erguidos y alcen sus cabezas, porque su liberación se acerca”
Así que, sin importar lo severos que lleguen a ser los aprietos económicos, ante nosotros hay una esperanza segura de que la situación será excelente en el nuevo orden de Dios. Por lo tanto, las personas que tienen la esperanza correcta, basada en conocimiento exacto, y que confían en Dios y no en las riquezas materiales, pueden ‘levantarse erguidas y alzar la cabeza, porque su liberación se acerca.’—Luc. 21:28.
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“Alisando” la verdad¡Despertad! 1980 | 8 de junio
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“Alisando” la verdad
UNA italiana trabajaba con un grupo de monjas en una clínica de Manfredonia, al sur de Italia. Nos dice: “Un día, mientras yo estaba en la cocina, la madre superiora me dijo que fuera a la lavandería y tirara un libro que ella había sumergido en agua por unos cuantos días.” La italiana fue a buscar el libro, pero, antes de tirarlo, decidió darle una ojeada. El libro no había perdido su color anaranjado. Era el libro De paraíso perdido a paraíso recobrado.
Ella continúa su relato: “Tomé el libro delicadamente y fui a la terraza para ponerlo a secar y luego llevármelo a casa. Con mucho cuidado le planché las páginas, para alisarlas. Dejé también que mi madre lo viera, y cada noche leíamos algunas páginas. A menudo nos encontrábamos con el nombre Jehová, pero no entendíamos que era el nombre de Dios. Algún tiempo después llegó a mi casa, para hablar acerca de la Santa Biblia, una señora con un bebé. Le pregunté: ‘¿Me pudiera decir lo que significa Jehová?’”
La sincera italiana aceptó rápidamente el estudio de la Biblia que le ofreció la señora y comenzó a asistir a las reuniones de los testigos de Jehová.
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