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El nombre de Dios y el “Nuevo Testamento”El nombre divino que durará para siempre
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Muchos traductores han hecho esto. Empezando por lo menos desde el siglo XIV, se efectuaron muchas traducciones hebreas de las Escrituras Griegas Cristianas. ¿Qué hicieron los traductores cuando llegaron a citas del “Antiguo Testamento” en las cuales aparecía el nombre de Dios? Frecuentemente se sintieron obligados a restituir al texto el nombre de Dios. Muchas traducciones de partes o del total de las Escrituras Griegas Cristianas al hebreo contienen el nombre de Dios.
Traducciones a idiomas modernos, particularmente las usadas por misioneros, han seguido este ejemplo. Así, muchas versiones de las Escrituras Griegas en idiomas africanos, asiáticos, americanos y de las islas del Pacífico usan con liberalidad el nombre Jehová, para que los lectores vean claramente la diferencia entre el Dios verdadero y los falsos. El nombre ha aparecido, además, en versiones en lenguajes europeos.
Una traducción que, con buena autoridad, restituye denodadamente el nombre de Dios es la Traducción del Nuevo Mundo de las Escrituras Griegas Cristianas. Esta versión, que en la actualidad está disponible en 11 idiomas modernos, incluso el español, ha restituido el nombre de Dios cada vez que en las Escrituras Griegas se cita una porción de las Escrituras Hebreas que contiene el nombre. En total, con sólida base el nombre aparece 237 veces en esa traducción de las Escrituras Griegas.
Oposición al nombre
A pesar de los esfuerzos de muchos traductores por restituir el nombre de Dios a la Biblia, siempre ha habido presión religiosa encaminada a eliminarlo. Los judíos, aunque lo dejaron en sus Biblias, rehusaron pronunciarlo. Los cristianos apóstatas de los siglos segundo y tercero lo quitaron cuando hicieron copias de los manuscritos griegos de la Biblia y lo dejaron fuera cuando hicieron traducciones de la Biblia. En tiempos modernos algunos traductores lo han quitado, hasta cuando han basado sus traducciones en el hebreo original, donde aparece casi 7.000 veces. (Aparece 6.973 veces en el texto hebreo de la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras, edición de 1984 en inglés.)
¿Cómo considera Jehová a los que quitan de la Biblia el nombre de él? Si usted fuera autor de un libro, ¿qué pensaría de alguien que hiciera grandes esfuerzos por quitar de ese libro su nombre? Los traductores que objetan al nombre, basándose para ello en problemas de pronunciación o en la tradición judía, pudieran ser comparados con las personas de quienes Jesús dijo que “[¡]cuelan el mosquito pero engullen el camello!” (Mateo 23:24). Tropiezan con estos problemas menores, pero terminan creando un problema de importancia... al remover el nombre del personaje más importante del universo del libro que él ha inspirado.
El salmista escribió: “¿Hasta cuándo, oh Dios, seguirá vituperando el adversario? ¿Seguirá el enemigo tratando tu nombre con falta de respeto para siempre?”. (Salmo 74:10.)
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Por qué tenemos que conocer el nombre de DiosEl nombre divino que durará para siempre
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Por qué tenemos que conocer el nombre de Dios
“Todo el que invoque el nombre de Jehová será salvo” (Romanos 10:13). Con esas palabras el apóstol Pablo dio énfasis a lo vital que es para nosotros conocer el nombre de Dios. Su declaración nos devuelve a la pregunta que hicimos originalmente: ¿Por qué puso Jesús el ‘santificar’ el nombre de Dios en el mismísimo principio de su Oración Modelo, antes de muchos otros asuntos importantes? Para entender esto, tenemos que entender a mayor grado el significado de dos palabras claves.
Primero, ¿qué significa, realmente, la palabra ‘santificar’? Literalmente significa: “hacer santo”. Pero ¿no es santo ya el nombre de Dios? Por supuesto que sí. Cuando santificamos el nombre de Dios, no lo hacemos más santo de lo que es. Más bien, lo reconocemos como santo, lo ponemos aparte, lo tenemos en la más alta estima. Cuando oramos que el nombre de Dios sea santificado, esperamos con anhelo el tiempo en que toda la creación lo respete como santo.
En segundo lugar, ¿qué implica, en realidad, la palabra “nombre”? Hemos visto que Dios tiene un nombre, Jehová, y que su nombre aparece miles de veces en la Biblia. Hemos considerado, también, la importancia de restituir ese nombre a su lugar legítimo en el texto bíblico. Si el nombre no está allí, ¿cómo pueden cumplirse estas palabras del salmista: “Los que conocen tu nombre confiarán en ti, porque ciertamente no dejarás a los que te buscan, oh Jehová”? (Salmo 9:10.)
Pero ¿envuelve el ‘conocer el nombre de Dios’ simplemente un conocimiento intelectual de que el nombre de Dios en hebreo es YHWH, o, en español, Jehová? No; significa más que eso. Cuando Moisés estuvo en el monte Sinaí, “procedió Jehová a bajar en la nube y a estacionarse con [Moisés] allí y a declarar el nombre de Jehová”. ¿En qué consistió esta declaración del nombre de Jehová? En una descripción de sus cualidades: “Jehová, Jehová, un Dios misericordioso y benévolo, tardo para la cólera y abundante en bondad amorosa y verdad” (Éxodo 34:5, 6). Además, Moisés, poco antes de su muerte, dijo a los israelitas: “Yo declararé el nombre de Jehová”. ¿Qué vino después de esto? La mención de algunos de los magníficos atributos de Dios, y entonces un repaso de lo que Dios había efectuado con relación a Israel por consideración a Su nombre (Deuteronomio 32:3-43). Por eso, el conocer el nombre de Dios significa aprender lo que ese nombre representa, y adorar al Dios que posee ese nombre.
Puesto que Jehová ha conectado su nombre con sus cualidades, propósitos y hechos, podemos ver por qué la Biblia dice que el nombre de Dios es santo (Levítico 22:32). Es majestuoso, grande, inspirador de temor e inalcanzablemente alto (Salmo 8:1; 99:3; 148:13). Sí; el nombre de Dios es más que un simple rótulo. Lo representa como persona. No era sencillamente un nombre temporal que se hubiera de usar por un tiempo y entonces hubiera de ser reemplazado por un título tal como “Señor”. Jehová mismo dijo a Moisés: “‘Jehová [...]’ Éste es mi nombre hasta tiempo indefinido, y éste es el memorial de mí a generación tras generación”. (Éxodo 3:15.)
El hombre jamás eliminará de la Tierra el nombre de Dios, por más que se esfuerce por hacerlo. “‘Desde el nacimiento del sol aun hasta su puesta mi nombre será grande entre las naciones, y en todo lugar se hará humo de sacrificio, una presentación se hará a mi nombre, aun una dádiva limpia; porque mi nombre será grande entre las naciones,’ ha dicho Jehová de los ejércitos.” (Malaquías 1:11; Éxodo 9:16; Ezequiel 36:23.)
Como vemos, la santificación del nombre de Dios es mucho más importante que cualquier otra cuestión. Todos los propósitos de Dios están enlazados con su nombre. Los problemas de la humanidad empezaron cuando Satanás originalmente profanó el nombre de Jehová al llamarlo, por decirlo así, mentiroso e indigno de gobernar a la raza humana (Génesis 3:1-6; Juan 8:44). Solo cuando el nombre de Dios sea debidamente vindicado disfrutará la humanidad de liberación completa de los efectos desastrosos de la mentira de Satanás. Por eso los cristianos oran tan fervorosamente por la santificación del nombre de Dios. Pero hay cosas que ellos pueden hacer, también, para santificarlo.
¿Cómo podemos santificar el nombre de Dios?
Una manera de hacer eso es hablar a otras personas acerca de Jehová y señalar a su Reino mediante Cristo Jesús como la única esperanza de la humanidad (Revelación 12:10). Muchas personas están haciendo esto, en un cumplimiento moderno de estas palabras de la profecía de Isaías: “En aquel día ustedes ciertamente dirán: ‘¡Den gracias a Jehová! Invoquen su nombre. Den a conocer entre los pueblos sus tratos. Hagan mención de que su nombre está puesto en alto. Celebren a Jehová con melodía, porque ha obrado de manera sobresaliente. Esto se da a conocer en toda la tierra’”. (Isaías 12:4, 5.)
Otra manera es la de obedecer las leyes y mandatos de Dios. Jehová dijo a la nación de Israel: “Tienen que guardar mis mandamientos y ponerlos por obra. Yo soy Jehová. Y no deben profanar mi santo nombre, y tengo que ser santificado en medio de los hijos de Israel. Yo soy Jehová que está santificándolos”. (Levítico 22:31, 32.)
¿Cómo santificaba el nombre de Jehová el que los israelitas guardaran la Ley de Jehová? La Ley fue dada a los israelitas sobre la base de Su nombre (Éxodo 20:2-17). Por eso, cuando ellos guardaban la Ley, estaban mostrando debido honor y estima por ese nombre. Además, el nombre de Jehová estaba sobre los israelitas como nación (Deuteronomio 28:10; 2 Crónicas 7:14). Cuando ellos actuaban u obraban apropiadamente, esto redundaba en alabanza a Él, tal como el hijo que hace lo correcto trae honra a su padre.
Por otra parte, cuando los israelitas no observaban la Ley de Dios profanaban su nombre. Así, pecados como el ofrecer
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