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El nombre de Dios... su significado y pronunciaciónEl nombre divino que durará para siempre
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Pero nadie puede estar seguro de eso. Pudiera ser que lo pronunciaran así, y pudiera ser que no.
Con todo, muchas personas prefieren la pronunciación Jehová, escrita a veces también Jehovah. ¿Por qué? Porque tiene un uso generalizado y un aspecto familiar que Yahweh o Yahvéh no tienen. Sin embargo, ¿no sería mejor usar la forma que pudiera estar más cerca de la pronunciación original? Realmente no, porque eso no es lo que se acostumbra hacer con los nombres bíblicos.
Para considerar el ejemplo más prominente, piense en el nombre de Jesús. ¿Sabe usted cómo llamaban a Jesús en la conversación cotidiana su familia y los amigos de él mientras Jesús crecía en Nazaret? La verdad es que ningún ser humano sabe eso con seguridad, aunque puede haber sido algo como Yeshua (o quizá Yehoshua). Ciertamente no era Jesús.
Sin embargo, cuando los relatos de la vida de Jesús fueron escritos en griego, los escritores inspirados no trataron de conservar aquella pronunciación hebrea original. Más bien, vertieron el nombre en griego: Iesóus. Hoy se vierte de diferentes maneras según el lenguaje del lector de la Biblia. Los que leen la Biblia en inglés encuentran Jesus (pronunciación aproximada: Yisos). Los italianos lo escriben Gesù (pronunciación aproximada: Yesú). Y los alemanes lo escriben Jesus (pronunciación aproximada: Yesus).
¿Tenemos que dejar de usar el nombre de Jesús porque la mayoría de nosotros —o hasta todos nosotros— realmente ignoramos cómo se pronunciaba originalmente? Hasta ahora, ningún traductor ha sugerido que se haga eso. Nos agrada usar el nombre, porque éste identifica al Hijo amado de Dios, Jesucristo, quien dio su sangre vital por nosotros. ¿Sería honrar a Jesús el quitar de la Biblia toda mención de su nombre y reemplazarla con un simple título como “Maestro” o “Mediador”? ¡Por supuesto que no! Podemos vernos en relación con Jesús cuando usamos su nombre de la manera como comúnmente se pronuncia en nuestro idioma.
Se pudiera comentar de modo similar en cuanto a todos los nombres que leemos en la Biblia. Los pronunciamos en nuestro propio idioma y no tratamos de imitar la pronunciación original. Así, decimos “Jeremías”, no Yirmeyahu. También decimos Isaías, aunque en su propio día a este profeta probablemente lo conocían como Yesha-yahu. Hasta eruditos que están al tanto de la pronunciación original de estos nombres utilizan la pronunciación moderna, no la antigua, cuando hacen referencia a ellos.
Y lo mismo es verdad respecto al nombre Jehová. Aunque la pronunciación moderna Jehová quizá no sea exactamente la manera como se pronunciaba originalmente el nombre, esto de ninguna manera detrae de la importancia del nombre. Identifica al Creador, el Dios vivo, el Altísimo a quien Jesús dijo: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre”. (Mateo 6:9.)
“No puede ser reemplazado”
Aunque muchos traductores favorecen la pronunciación Yahweh o Yahvéh, la Traducción del Nuevo Mundo y varias otras traducciones continúan utilizando la forma Jehová porque la gente ha estado familiarizada con esa forma por siglos. Además, en algunas ediciones de esta traducción, que usan la forma Jehovah, se conservan, al igual que en otras formas, las cuatro letras del Tetragrámaton, YHWH, YHVH o JHVHb.
En época anterior, el profesor alemán Gustav Friedrich Oehler tomó una decisión similar por más o menos la misma razón. Él consideró varias pronunciaciones y llegó a esta conclusión: “Desde este punto en adelante uso la palabra Jehovah, porque la realidad es que este nombre en la actualidad ha llegado a estar más naturalizado en nuestro vocabulario, y no puede ser reemplazado”. (Theologie des Alten Testaments [Teología del Antiguo Testamento], segunda edición, publicada en 1882, página 143.)
De modo semejante, en su Grammaire de l’hébreu biblique (Gramática del hebreo bíblico), edición de 1923, en una nota al pie de la página 49, el erudito jesuita Paul Joüon declara: “En nuestras traducciones, en lugar de la forma (hipotética) Yahweh, hemos usado la forma Jéhovah [...] que es la forma literaria convencional que se usa en francés”. En muchos otros idiomas los traductores de la Biblia usan una forma similar, como lo indica el recuadro en la página 8.
Entonces, ¿es incorrecto utilizar una forma como Yahweh o Yahvéh? De ninguna manera. Es solo que la forma Jehová, o Jehovah, probablemente evoque una respuesta más rápida del lector porque es la forma que se ha “naturalizado” en la mayoría de los idiomas. Lo importante es que usemos el nombre y lo declaremos a otras personas. “¡Den gracias a Jehová! Invoquen su nombre. Den a conocer entre los pueblos sus tratos. Hagan mención de que su nombre está puesto en alto.” (Isaías 12:4.)
Veamos cómo han obrado en armonía con este mandato los siervos de Dios a través de los siglos.
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El nombre divino a través de las edadesEl nombre divino que durará para siempre
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El nombre divino a través de las edades
JEHOVÁ Dios desea que el hombre conozca y utilice Su nombre. Esto se desprende con claridad del hecho de que Él reveló Su nombre a las mismas primeras dos personas de la Tierra. Sabemos que Adán y Eva estaban familiarizados con el nombre de Dios, porque, según el texto hebreo original, después que Eva hubo dado a luz a Caín dijo: “He producido un hombre con la ayuda de Jehová”. (Génesis 4:1.)
Posteriormente leemos que hombres fieles como Enoc y Noé ‘anduvieron con el Dios verdadero’ (Génesis 5:24; 6:9). Por eso, ellos también tienen que haber conocido el nombre de Dios. El nombre sobrevivió al gran Diluvio con el hombre justo Noé y su familia. A pesar de la gran rebelión que estalló algún tiempo después en Babel, los siervos verdaderos de Dios siguieron utilizando Su nombre. Aparece centenares de veces en las leyes que Dios suministró a Israel. En tan solo el libro de Deuteronomio aparece 551 veces.
Es patente que en los días de los jueces los israelitas no vacilaban en usar el nombre de Dios. Hasta lo utilizaban al saludarse unos a otros. Leemos (en el hebreo original) que Booz saludó a los segadores de su campo con la expresión: “Jehová esté con ustedes”. Ellos respondieron a su saludo diciendo: “Jehová te bendiga”. (Rut 2:4.)
Durante toda la historia de los israelitas hasta su regreso a Judá después de su cautiverio en Babilonia, el nombre de Jehová continuó en uso común. El rey David, un hombre agradable al propio corazón de Dios, utilizó extensamente el nombre divino... aparece centenares de veces en los salmos que escribió (Hechos 13:22). El nombre de Dios también fue incorporado en muchos nombres personales israelitas. Así, leemos de Adonías (“Mi Señor Es Jah” [“Jah” es una forma abreviada de Jehová]), Isaías (“Salvación de Jehová”), Jonatán (“Jehová Ha Dado”), Miqueas (“¿Quién Es Como Jah?”) y Josué (“Jehová Es Salvación”).
Fuera de la Biblia
De fuentes extrabíblicas también hay prueba del uso extenso que se daba al nombre divino en la antigüedad. En 1961 se descubrió una cueva sepulcral antigua a poca distancia al sudoeste de Jerusalén, conforme a un informe en el Israel Exploration Journal (Periódico sobre exploraciones en Israel), volumen 13, núm. 2. En las paredes de esta cueva había inscripciones hebreas que aparentemente datan de la segunda mitad del siglo octavo a. de la E.C. Las inscripciones contienen declaraciones por el estilo de “Jehová es el Dios de toda la tierra”.
En 1966, en Israel Exploration Journal (volumen 16, núm. 1), se publicó un informe acerca de pedazos de vasijas de barro con escritos hebreos hallados en Arad, en la parte sur de Israel. Esta escritura se efectuó en la segunda mitad del siglo séptimo a. de la E.C. Uno de los escritos era una carta particular a un hombre llamado Eliasib. La carta empieza así: “A mi señor Eliasib: Que Jehová inquiera por tu paz”. Y termina: “Él mora en la casa de Jehová”.
En 1975 y 1976, arqueólogos que trabajaban en el Néguev descubrieron una colección de inscripciones hebreas y fenicias sobre paredes de yeso, grandes jarros de almacenaje y vasijas de piedra. Entre las inscripciones se hallaba la palabra hebrea para Dios, así como el nombre de Dios, YHWH, en letras hebreas. En Jerusalén misma recientemente se descubrió una tirilla enrollada de plata que aparentemente databa de antes del destierro en Babilonia. Los investigadores dicen que, al desenrollarla, se encontró escrito en la tira de plata el nombre de Jehová en hebreo. (Biblical Archaeology Review [Revista de arqueología bíblica], marzo/abril de 1983, página 18.)
Otro ejemplo del uso del nombre de Dios se halla en las llamadas Cartas de Laquis. Estas cartas, escritas en tiestos, fueron halladas entre los años 1935 y 1938 en las ruinas de Laquis, una ciudad fortificada que figuró prominentemente en la historia de Israel. Parece que fueron escritas por un oficial de una avanzada de Judá a su superior, llamado Yaos, que se hallaba en Laquis, aparentemente durante la guerra entre Israel y Babilonia hacia el fin del siglo séptimo a. de la E.C.
De los ocho tiestos leíbles, siete comienzan su mensaje con un saludo como éste: “¡Que Jehová haga que mi señor vea esta temporada con buena salud!”. En total, el nombre de Dios aparece 11 veces en los siete mensajes, lo cual indica claramente que el nombre de Jehová se empleaba cotidianamente para fines del séptimo siglo a. de la E.C.
Hasta gobernantes paganos conocían y usaban el nombre divino al referirse al Dios de los israelitas. Así, en la Estela Moabita, el rey Mesa de Moab se jacta de sus hazañas militares contra Israel y, entre otras cosas, declara: “Kemos me dijo: ‘¡Ve, priva de Nebo a Israel!’ De modo que fui de noche y peleé contra él desde rayar el alba hasta el mediodía, y lo tomé, y los maté a todos [...] Y tomé de allí los [vasos] de Jehová, y los arrastré delante de Kemos”.
Con referencia a estos usos no bíblicos del nombre de Dios, el Theologisches Wörterbuch zum Alten Testament (Diccionario teológico del Antiguo Testamento), en el tomo 3, columna 538, dice: “Así, unas 19 pruebas documentales del Tetragrámaton en la forma jhwh testifican a este respecto en cuanto a lo confiable del T[exto] M[asorético]; se puede esperar más, sobre todo de los Archivos de Arad”. (Traducción del alemán.)
No olvidado el nombre de Dios
Esta familiaridad con el nombre de Dios, y su uso, continuaron hasta los mismos días de Malaquías, quien vivió unos 400 años antes del tiempo de Jesús. En el libro bíblico que lleva su nombre, Malaquías da gran prominencia al nombre divino, pues lo emplea, en total, 48 veces.
A medida que pasó el tiempo, muchos judíos llegaron a vivir lejos de la tierra de Israel, y algunos ya no pudieron leer la Biblia en hebreo. Por eso, en el tercer siglo a. de la E.C. comenzó la traducción de la parte de la Biblia que existía entonces (el “Antiguo Testamento”) al griego, el nuevo idioma internacional. Pero el nombre de Dios no fue descuidado. Los traductores lo retuvieron, escribiéndolo en su forma hebrea. Copias antiguas de la Septuaginta (o Versión de los Setenta) griega que han sido conservadas hasta nuestro día testifican de eso.
Sin embargo, ¿qué situación existía cuando Jesús estuvo en la Tierra? ¿Cómo podemos saber si acaso él y sus apóstoles usaron el nombre de Dios?
[Ilustración de la página 12]
En esta carta, escrita en un fragmento de vasija de barro en la segunda mitad del siglo séptimo a. de la E.C., el nombre de Dios aparece dos veces.
[Reconocimiento]
(La ilustración es cortesía del Departamento de Antigüedades y Museos de Israel.)
[Ilustraciones de la página 13]
El nombre de Dios se halla también en las Cartas de Laquis y en la Estela Moabita
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Los cristianos y el nombreEl nombre divino que durará para siempre
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Los cristianos y el nombre
NADIE puede decir con toda exactitud cuándo cesaron de pronunciar en voz alta el nombre de Dios los judíos ortodoxos y, en lugar de ello, usaron las palabras hebreas para Dios y Señor Soberano. Algunos creen que el nombre de Dios dejó de usarse cotidianamente mucho antes de los tiempos de Jesús. Pero hay fuerte evidencia de que el sumo sacerdote continuó pronunciándolo en los servicios religiosos que se celebraban en el templo —particularmente en el día de la Expiación— hasta el mismísimo tiempo en que el templo fue destruido en 70 E.C. Por eso, cuando Jesús estuvo en la Tierra se conocía la pronunciación del nombre, aunque quizá no se usaba extensamente.
¿Por qué dejaron de pronunciar el nombre de Dios los judíos? Probablemente, por lo menos en parte, debido a que aplicaron mal las palabras del tercer mandamiento: “No debes tomar el nombre de Jehová tu Dios de manera indigna” (Éxodo 20:7). Por supuesto, este mandamiento no prohibió el uso del nombre de Dios. De otra manera, ¿por qué usaron tan libremente ese nombre siervos antiguos de Dios tales como David, y todavía disfrutaron de la bendición de Jehová? ¿Y por qué lo pronunció Dios ante Moisés y le dijo a Moisés que explicara a los israelitas quién era el que había enviado a Moisés? (Salmo 18:1-3, 6, 13; Éxodo 6:2-8.)
No obstante, para el tiempo de Jesús había una vigorosa tendencia a tomar los mandatos razonables de Dios e interpretarlos de modo altamente irrazonable. Por ejemplo, el cuarto de los Diez Mandamientos ponía a los judíos bajo la obligación de observar el séptimo día de cada semana como un día de descanso, un sábado (Éxodo 20:8-11). Los judíos ortodoxos llevaron ese mandato hasta lo ridículo, forjando reglas innumerables para gobernar hasta el más pequeño acto en cuanto a si podía o no podía efectuarse en el sábado. Indudablemente en manifestación de la misma actitud tomaron un mandato razonable, el de que el nombre de Dios no debía ser deshonrado, y lo llevaron a un extremo muy irrazonable, diciendo que el nombre ni siquiera debía pronunciarsea.
Jesús y el nombre
¿Hubiera seguido Jesús una tradición tan antibíblica? ¡Difícilmente! Él ciertamente no se retuvo de efectuar obras de curación en el sábado, aunque esto significaba quebrantar las reglas de hechura humana de los judíos y hasta arriesgar la vida (Mateo 12:9-14). De hecho, Jesús condenó a los fariseos como hipócritas porque las tradiciones de éstos iban más
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