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  • Jehová... ¿un Dios cruel, o amoroso?
    La Atalaya 1985 | 15 de marzo
    • Jehová... ¿un Dios cruel, o amoroso?

      “PERO el Dios de la Biblia es un Dios cruel”, insistió el japonés. El misionero, de pie en el portal del hogar del japonés, se halló ante una persona que estaba familiarizada con la Palabra de Dios, la Biblia.

      “¿Qué hay del hecho de que Dios ahogó a la gente durante el Diluvio? —dijo el hombre a continuación—. Y ¿qué hay del hecho de que quemó a Sodoma y Gomorra, por no mencionar que hizo que los israelitas exterminaran a los cananeos? ¿Cómo puede usted decir que Dios no tiene nada de cruel? Además, el Dios del ‘Nuevo Testamento’ es totalmente diferente. Jesús enseñó acerca de un Dios de paz y amor.”

      Este concepto de que el Dios del “Viejo Testamento” es cruel y belicoso impregna el pensamiento de muchas personas. Por consiguiente, algunas ven con sospecha incluso al Dios de amor del “Nuevo Testamento”. ¿Cómo podría alguien sentirse impulsado a servir a un Dios que parece tener una personalidad doble?

      “Todos sus caminos son justicia”

      No obstante, los seres humanos difícilmente pueden criticar las acciones de Dios. ¿Comprende inmediatamente el hijo por qué su padre le hace aguantar el dolor que experimenta mientras está sentado ante el dentista? De igual manera, nosotros quizás no comprendamos al principio todas las acciones de Dios. “Sepan que Jehová es Dios” —dice el salmista—. Es él quien nos ha hecho, y no nosotros mismos.” (Salmo 100:3.)

      ¿No es imprudente, pues, concluir a la ligera que las acciones de Dios son crueles? “‘Los pensamientos de ustedes no son mis pensamientos, ni son mis caminos los caminos de ustedes,’ es la expresión de Jehová. ‘Porque como los cielos son más altos que la tierra, así mis caminos son más altos que los caminos de ustedes, y mis pensamientos que los pensamientos de ustedes’.” (Isaías 55:8, 9.) Además, la Biblia nos asegura que “todos sus caminos son justicia”. A Jehová se le identifica como “Dios de fidelidad, con quien no hay injusticia” (Deuteronomio 32:4). Por tanto, examinemos algunos casos en que Dios vio que era apropiado ejecutar juicio.

      El Diluvio

      “Vio Jehová que abundaba la maldad del hombre en la tierra y que toda inclinación de los pensamientos de su corazón era solamente mala todo el tiempo.” (Génesis 6:5.) Así era el mundo antediluviano. Sí, “vio [Jehová] Dios la tierra y, ¡mire! estaba arruinada, porque toda carne había arruinado su camino sobre la tierra” (Génesis 6:12). Tal vez algunas personas sostengan que Dios debió haber dejado en paz a la gente y dejarla hacer lo que quería. Pero aún quedaban personas honradas y moralmente rectas en la Tierra. ¿No habría sido cruel que Dios permitiera que los inicuos exterminaran el último vestigio de moralidad que quedaba en la Tierra? Por eso Dios decidió traer un diluvio mundial para eliminar de la Tierra a los que la estaban arruinando.

      Un Dios cruel no habría hecho provisión alguna para la supervivencia del hombre y la bestia. Sin embargo, Jehová sí la hizo. Un Dios cruel jamás habría dado advertencia del venidero cataclismo. No obstante, ¡él asignó a Noé para que fuera “predicador de justicia” durante por lo menos unos 40 ó 50 años! (2 Pedro 2:5.) La gente podía escoger la supervivencia, o la muerte.

      Sodoma y Gomorra

      Cuando dos ángeles visitaron a Sodoma, los habitantes pronto revelaron su naturaleza pervertida. Los hombres de Sodoma cercaron la casa de Lot, “desde el muchacho hasta el anciano, toda la gente en una chusma. Y siguieron llamando a Lot y diciéndole: ‘¿Dónde están los hombres que entraron contigo esta noche? Sácanoslos para que tengamos ayuntamiento con ellos’” (Génesis 19:4, 5). Esto constituía ‘ir en pos de carne para uso contranatural’. (Judas 7; véase también Romanos 1:26, 27.)

      Dios, “que escudriña los corazones”, vio que aquellas ciudades no se podían salvar. Merecían que fueran aniquiladas (Romanos 8:27). Pues, ¡ni siquiera se pudieron hallar diez hombres justos en Sodoma! (Génesis 18:32.) La conducta de los sodomitas planteaba una verdadera amenaza para el justo Lot y su familia. Por consiguiente, ¡el que Dios rescatara a Lot y a las hijas de éste fue un acto de amor! (Génesis 19:12-26.)

      La ejecución de los cananeos

      Jehová prometió a Abrahán que su descendencia ocuparía con el tiempo la tierra de Canaán. Sin embargo, note que no había de efectuarse ninguna ejecución en los días de Abrahán. ¿Por qué no? “Porque todavía no ha quedado completo el error de los amorreos [la tribu cananea dominante]”, dijo Jehová (Génesis 15:16). Pasarían unos 430 años antes que la iniquidad de aquella nación alcanzara proporciones tan malas que Moisés pudiera decir: “Es por la iniquidad de estas naciones [de Canaán] que Jehová tu Dios está expulsándolas de delante de ti”. (Deuteronomio 9:5.)

      El libro Archaeology and the Old Testament dice: “La brutalidad, lujuria y desenfreno de la mitología cananea [...] tiene que haber desarrollado las peores características en sus devotos y ocasionado muchas de las prácticas más desmoralizadoras del tiempo, tales como la prostitución sagrada, el sacrificio de niños y la adoración de culebras [...] completa degeneración moral y religiosa”. No obstante, los gabaonitas y los residentes de otras tres ciudades se salvaron (Josué 9:17, 18). ¿Habría permitido esto un Dios cruel?

      ¿Una personalidad doble?

      Con todo, hay quienes insisten en que el Dios del “Viejo Testamento” experimentó un cambio de personalidad en el “Nuevo Testamento”. ‘Las enseñanzas de Jesús estaban centradas en el amor’, dicen tales personas. (Mateo 5:39, 44, 45.)

      Sin embargo, la destrucción de Jerusalén en 70 E.C. fue el resultado de un juicio procedente de Jehová, tal como lo predijo Jesús (Mateo 23:37, 38; 24:2). Además, a personas injustas como Ananías, Safira y Herodes se les dio muerte. Dios no había cambiado (Hechos 5:1-11; 12:21-23; Malaquías 3:6). Las enseñanzas de Jesús acerca del amor tampoco eran una tendencia nueva. Mucho antes, en la Ley mosaica se había dado el mandato: “Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo” (Levítico 19:18). No obstante, las enseñanzas de Jesús acerca del amor abnegado fueron más allá de este mandato (Juan 13:34). Además, recuerde que él pronunció también fuertes denunciaciones contra los líderes religiosos hipócritas. Lea todo el capítulo 23 de Mateo y vea cuán enérgicamente denunció Jesús a tales individuos.

      El registro bíblico, pues, no prueba que Dios sea cruel, sino que contiene evidencia de Su profundo y duradero amor a la humanidad. Por eso nos sentimos impulsados a aprender más acerca de Jehová y sus amorosos caminos. Nuestro siguiente artículo puede ayudarle a hacer precisamente eso.

  • Jehová... inspirador de temor, pero amoroso
    La Atalaya 1985 | 15 de marzo
    • Jehová... inspirador de temor, pero amoroso

      “¿A QUIÉN pueden ustedes asemejarme[?]”, preguntó Jehová Dios. Aun el lenguaje más elevado jamás podría comunicar plenamente el significado del incomparable poder y la gloria de Dios. Él mismo nos invita a que consideremos la expansión de los cielos, pues dice: “Levanten sus ojos a lo alto y vean. ¿Quién ha creado estas cosas? Es Aquel que está sacando el ejército de ellas aun por número, todas las cuales él llama aun por nombre. Debido a la abundancia de energía dinámica, él también siendo vigoroso en poder, ninguna de ellas falta”. (Isaías 40:25, 26.)

      ¡Los millares de estrellas que se pueden ver a simple vista son tan solo una fracción de los aproximadamente 100 mil millones de estrellas que componen nuestra galaxia solamente! Sin embargo, ¡Jehová ha puesto número y nombre a todas las estrellas de todo el universo! Considere también la imponente cantidad de energía que está encerrada en toda esta materia. Nuestro Sol tiene una temperatura central de 15.000.000 de grados centígrados (27.000.000 °F). ¡Cuánta “energía dinámica” tiene que tener Jehová para haber creado miles de millones de estos hornos nucleares!

      Por eso, el entender plenamente a Jehová está más allá de nuestra limitada capacidad. Eliú dijo: “En cuanto al Todopoderoso, no lo hemos sondeado; es sublime en poder [...] Por lo tanto que lo teman los hombres” (Job 37:23, 24). No obstante, Jehová no quiere que le tengamos solo temor o miedo. “Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y toda tu alma y toda tu fuerza vital”, manda la Biblia (Deuteronomio 6:5). Pero ¿podemos amar a alguien a quien no entendemos plenamente? Sí, pues aunque Jehová mora en lo alto de los cielos, él trata de manera amorosa con los seres humanos imperfectos y les permite adquirir por lo menos un entendimiento parcial de él. (Compárese con Salmo 113:5-9.)

      Sus “ojos”, “oídos” y “rostro”

      Un modo como Jehová nos ayuda a entenderlo es permitiendo que se le describa en términos humanos. El apóstol Pedro dijo: “Los ojos de Jehová están sobre los justos, y sus oídos atentos a su ruego; pero el rostro de Jehová está contra los que hacen cosas malas”. (1 Pedro 3:12; compárese con Éxodo 15:6; Ezequiel 20:33; Lucas 11:20.)

      Está claro que éstas son metáforas, no se deben tomar literalmente, tal como no se toman literalmente las ocasiones en que las Escrituras llaman a Dios “sol”, “escudo” o “la Roca” (Salmo 84:11; Deuteronomio 32:4, 31). ‘Pero ¿no dice la Biblia que estamos hechos a Su “imagen”?’, razonan algunas personas (Génesis 1:26, 27). Sí, pero el afirmar que Dios tiene boca, nariz y oídos en sentido literal crea problemas serios. Por ejemplo, ¿estaría la audición de un Dios todopoderoso realmente limitada a percibir los sonidos que las ondas sonoras transmiten a los oídos literales? No, pues la Biblia indica que Dios puede “oír” hasta expresiones no articuladas que se hacen en el corazón humano (Génesis 24:42-45). Su capacidad de “ver” tampoco depende de las ondas de luz. (Salmo 139:1, 7-12; Hebreos 4:13.)

      Por lo tanto, el hombre perfecto no era un reflejo de características físicas, sino de las cualidades de Dios, como el amor y la justicia. Los cristianos manifiestan dichas cualidades especialmente al prestar atención al consejo del apóstol Pablo, quien instó: “Vístanse de la nueva personalidad, que va haciéndose nueva en conocimiento exacto según la imagen de Aquel que la creó”. (Colosenses 3:10.)

      Visiones de gloria

      En tiempos antiguos, ciertos siervos de Jehová tuvieron el privilegio de recibir visiones inspiradas de la gloria celestial de Jehová. Ezequiel fue uno de ellos (Ezequiel 1:1). ¡Era imposible describir lo que él vio en visión! Ezequiel recurrió a metáforas y símiles, y frecuentemente declaró que lo que vio era “algo como” cosas materiales bien conocidas. Por ejemplo, el profeta dijo:

      “Había algo que en apariencia era como piedra de zafiro, la semejanza de un trono. Y sobre la semejanza del trono había una semejanza de alguien que en apariencia era como un hombre terrestre sobre él, arriba. Y llegué a ver algo como el fulgor de electro, como la apariencia de fuego todo alrededor en el interior, desde la apariencia de sus caderas y hacia arriba; y desde la apariencia de sus caderas y hacia abajo vi algo como la apariencia de fuego, y él tenía un resplandor todo alrededor. Había algo como la apariencia del arco que ocurre en una masa de nubes en el día de una lluvia fuerte. Así era la apariencia del resplandor que había alrededor. Era la apariencia de la semejanza de la gloria de Jehová”. (Ezequiel 1:26-28.)

      ¡Qué gloria describió Ezequiel! El apóstol Juan tuvo una visión de Jehová parecida a ésa, y escribió: “¡Miren! un trono estaba en su posición en el cielo, y hay uno sentado sobre el trono. Y el que está sentado es, en apariencia, semejante a una piedra de jaspe y a una piedra preciosa de color rojo, y alrededor del trono hay un arco iris de apariencia semejante a una esmeralda” (Revelación 4:1-3). Aunque a Jehová se le representa en términos tan grandiosos, nunca se le describe como un Dios cruel. Más bien, el marco de circunstancias es tranquilo, pacífico como el arco iris. (Compárese con Génesis 9:12-16.)

      El hecho de que Dios haya permitido que se vea así, aun de manera limitada, su majestad celestial muestra que sus intenciones para con la humanidad son pacíficas. Ciertamente, pues, los que aman a Dios pueden acercarse a él con confianza como el benévolo “Oidor de la oración”. (Salmo 65:2.)

      El hombre llamado Job dijo de Dios: “¡Miren! Éstos son los bordes de sus caminos, ¡y qué susurro de un asunto se ha oído acerca de él!” (Job 26:14). Ciertamente hay mucho que aprender acerca de Jehová Dios, quien ha bendecido a sus siervos con la perspectiva de vivir eternamente (Juan 17:3). Pero ni siquiera el “tiempo indefinido” bastará para que podamos ‘descubrir la obra que el Dios verdadero ha hecho desde el comienzo hasta el fin’. (Eclesiastés 3:11.)

      No obstante, lo que las personas de corazón sincero sí saben o aprenden puede moverlas a amar y obedecer a Jehová (1 Juan 5:3). ¿Figura usted entre esas personas? No siempre es fácil obedecer a Dios. Pero cuando uno ha llegado a conocer verdaderamente a Jehová Dios y sus amorosos caminos, ningún esfuerzo parece demasiado grande. Por consiguiente, ¿ha tomado usted la resolución de conocer más plenamente a este Dios inspirador de temor, pero amoroso?

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