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  • El “Rey de las naciones”... nuestra única ayuda
    La Atalaya 1980 | 1 de enero
    • El “Rey de las naciones”... nuestra única ayuda

      “¿Quién no debe temerte, oh Rey de las naciones?, por que a ti te es propio; porque entre todos los sabios de las naciones y entre todas sus gobernaciones reales no hay absolutamente nadie semejante a ti.”—Jer. 10:7.

      1. ¿De quiénes se eleva el clamor por auxilio en todas partes del mundo, y por qué?

      “¡SOCORRO! ¡AUXILIO!” De todas partes del globo terráqueo se eleva este clamor. Asciende de personas que ven el proceder que el mundo continúa siguiendo y las consecuencias desastrosas en las que terminará muy pronto. La perspectiva los horroriza y les causa gran tristeza. Propenden a decir, tal como lo hizo el profeta Jeremías poco antes de la destrucción de Jerusalén, que él había predicho: “¡Oh que mi cabeza fuera aguas, y que mis ojos fueran fuente de lágrimas! Entonces pudiera llorar día y noche por aquellos de la hija de mi pueblo [Israel] que fueron muertos violentamente.”—Jer. 9:1.

      2. ¿Debido a qué punto de vista pudiera la persona compasiva llorar hoy día?

      2 ¿Por qué no debería de llorar hoy día la persona compasiva? Pues ahora amenaza a la humanidad lo que hace mucho fue prefigurado por la calamidad nacional concerniente a la cual se le dijo a Jeremías que declarara lo siguiente: “Enseñen a sus hijas una lamentación, y cada mujer [enseñe] a su compañera una endecha. Porque la muerte ha subido por nuestras ventanas [y entrado en nuestros propios hogares]; ha entrado en nuestras torres de habitación, a fin de cortar al niño de la calle, a los jóvenes de las plazas públicas. . . . ‘Los cuerpos muertos de la humanidad también tienen que caer como estiércol sobre la haz del campo [es decir, los cadáveres estarán regados como abono] y como una fila de grano recién cortado tras el segador, sin nadie que recoja.’—Jer. 9:20-22.

      3. En vista de la dificultad mundial que claramente se prevé, ¿qué cosas o a quiénes consulta la gente en busca de guía?

      3 ¿Hay quién no pueda ver en el futuro una dificultad de magnitud mundial, la peor de toda la historia humana? No es preciso tener la previsión profética del Jeremías de la antigüedad para ver esto. Pues bien, ¿cómo puede alguno de nosotros sobrevivir a lo que predicen hasta los observadores no inspirados de las tendencias mundiales? Ante la amenazadora perspectiva, hasta las personas que no son religiosas se sienten involuntariamente impelidas a invocar a algún factor más elevado y más poderoso que el humano para que intervenga y salve a la familia humana. Los gobernantes políticos, hasta los de la cristiandad, consultan ansiosamente a los médium espiritistas y a los clarividentes. En su incertidumbre en cuanto a dar un solo paso de importancia, buscan astrólogos a fin de consultar sus horóscopos y leer los augurios de los cielos. Otros recurren a sus dioses, sus imágenes hechas de madera, cubiertas con plata y oro y adornadas con preciosas prendas de vestir hechas a mano o a máquina. ¿Son tales rasgos de la costumbre popular las cosas a las cuales debemos acudir en busca de ayuda ahora a medida que la situación mundial se hace cada vez más amenazadora y presagia la catástrofe mundial en el futuro cercano? ¡No!—Jer. 10:1-5.

      4. ¿A qué se debe que en la actualidad no sea nuestra única ayuda alguna clase de “providencia bondadosa,” ciega, carente de inteligencia, y dónde se encuentra la ayuda verdadera?

      4 ¿Dónde se encuentra la ayuda verdadera? ¿Qué o quién es nuestra única ayuda? No es alguna “providencia bondadosa” ciega, carente de inteligencia. Tiene que ser una persona verdadera que vea los peligros de nuestra situación tal como los ven nuestros sabios pronosticadores políticos, sí, hasta mejor que esos hombres sumamente inteligentes. Pues ciertamente lo que carece de inteligencia de ningún modo puede ayudar a personas inteligentes como nosotros. Nuestra única ayuda es Aquel que fue lo suficientemente inteligente como para hacer el entero universo, incluso a nosotros, criaturas que poseemos inteligencia. Él domina sobre la situación. Es Aquel a quien el profeta llama el “Rey de las naciones.”

      5. En Jeremías 10:6-8, ¿cómo describe el profeta a nuestra única ayuda?

      5 ¿Preguntamos quién es Él? Es Aquel que está más allá de toda comparación, pues Jeremías dice acerca de él: “De ninguna manera hay alguien semejante a ti, oh Jehová. Tú eres grande, y tu nombre es grande en poderío. ¿Quién no debe temerte, oh Rey de las naciones?, porque a ti [tal temor] te es propio; porque entre todos los sabios de las naciones y entre todas sus gobernaciones reales no hay absolutamente nadie semejante a ti. Y a un mismo tiempo ellos [las naciones y sus gobernaciones reales] resultan ser irrazonables y estúpidos. Un árbol [una imagen de madera cubierta de plata y oro y adornada con prendas de vestir como un dios] es una mera exhortación de vanidades.”—Jer. 10:6-8.

      6. ¿Qué dos naciones reciben primera mención después del diluvio del día de Noé, y qué indica la Biblia en cuanto a si Jehová fue el Rey de ellas?

      6 ¿De qué manera era Jehová Dios el “Rey de las naciones” en el día de Jeremías? ¿Lo reconocían las naciones no judías o gentiles como su Rey? ¿Había establecido él los reinos o gobernaciones reales de ellas, sus familias reales? ¿Les había dado su forma de gobierno y leyes o había entrado en un pacto con ellas a fin de ponerlas en una relación obligatoria con él? Bueno, las primeras naciones que la Biblia menciona después del diluvio de los días de Noé son Babilonia (Babel) y Asiria. ¿Hemos de entender que Jehová fue el Rey de ellas? ¿Cómo pudiera ser tal cosa? Pues Génesis 10:8-12 nos dice acerca de ello:

      “Y Cus [el nieto de Noé] llegó a ser padre de Nemrod. Él dio comienzo a lo de hacerse un poderoso en la tierra. Él se exhibió poderoso cazador en oposición a Jehová. Es por eso que hay un dicho: ‘Como Nemrod poderoso cazador en oposición a Jehová.’ Y el principio de su reino llegó a ser Babel [Babilonia] y Erec y Acad y Calne, en la tierra de Sinar. De esa tierra salió para Asiria y se puso a edificar a Nínive y a Rehobot-Ir y a Cala y a Resén entre Nínive y Cala: ésta es la gran ciudad.”—Note Génesis 2:14; 1 Crónicas 1:10.

      7. ¿Qué antiguos antecedentes indicarían si Jehová fue el Rey del Imperio Neobabilonio del día de Jeremías?

      7 Cuando los edificadores de Babilonia (Babel) estaban construyendo su ‘torre de Babel,’ o zigurat, para la adoración religiosa, ¿qué pasó que les impidió terminar la obra? Pues, Jehová hizo precisamente lo que dijo que haría: “Confundamos allí su lenguaje para que no escuche [con entendimiento] el uno el lenguaje del otro.” ¿Qué resultado tuvo esto? Naciones que hablaban diferentes lenguajes; pues leemos: “Por consiguiente, los dispersó Jehová de allí [Babel] sobre toda la superficie de la tierra, y poco a poco dejaron de edificar la ciudad. Por eso se le dio el nombre de Babel [Confusión], porque allí había confundido Jehová el lenguaje de toda la tierra.” (Gén. 11:7-9) Obviamente, pues, Jehová no fue el Rey de ese primer Imperio Babilonio tal como no lo fue del Imperio Neobabilonio del día de Jeremías. El dios de aquel Imperio Neobabilonio fue Bel o Merodac (Marduc), a quien el emperador Nabucodonosor adoraba. (Jer. 50:1, 2) Jehová no era un dios babilonio.

      8, 9. (a) ¿A quiénes adoraban las otras naciones gentiles como sus gobernantes sobrehumanos? (b) ¿Cómo indicó Satanás a Jesús que él era lo que Jesús lo llamó: “El gobernante de este mundo”?

      8 Otros pueblos gentiles tenían sus dioses nacionales, a quienes ellos consideraban como sus gobernantes y en representación de quienes hacían imágenes idolátricas. Por ejemplo, la nación de los amonitas adoraba a un dios falso a quien llamaban Moloc, nombre que significa “Aquel que reina,” o “Rey.” (Lev. 18:21; 20:2-5; 1 Rey. 11:7; Hech. 7:43) En realidad aquellas naciones adoraban a espíritus demoníacos o diablos. (1 Cor. 10:20) Sobre todos estos demonios invisibles está Satanás el Diablo. En 2 Corintios 4:4 a él se le llama “el dios de este sistema de cosas.”

      9 Afirmando ejercer gobernación real sobre todas las naciones mundanas, Satanás el Diablo trató de tentar a Jesucristo al decir: “Te daré toda esta autoridad y la gloria de ellos [todos los reinos de la Tierra habitada], porque a mí me ha sido entregada, y a quien yo quiera se la doy. Por eso, si tu haces un acto de adoración delante de mí, todo será tuyo.” (Luc. 4:5-7) Pero Jesús rehusó llegar a ser un rey humano bajo el dominio del gran adversario de Dios. Por tanto, poco antes de su muerte, Jesús habló de Satanás el Diablo como “el gobernante de este mundo.” (Juan 12:31; 14:30; 16:11) El último libro de la Biblia, que fue escrito siete siglos después del día de Jeremías, dice que “toda la tierra” estaba adorando a Satanás el Diablo y a su organización política visible, representada por una bestia de siete cabezas.—Rev. 13:3, 4.

      10. (a) ¿Sobre qué como base era Jehová el Rey de solo la nación de Israel hasta que ésta rechazó al Mesías? (b) Aunque el “reino del mundo” llegó a ser de Jehová y de su Cristo en 1914, ¿qué rehúsan hacer las naciones?

      10 En la antigüedad los israelitas reconocían a Jehová Dios como su Señor y Rey. Están en armonía con esto las siguientes palabras del salmista inspirado: “Él está anunciando su palabra a Jacob, sus disposiciones reglamentarias y sus decisiones judiciales a Israel. No le ha hecho así a ninguna otra nación; y en cuanto a sus decisiones judiciales, no las han conocido. ¡Alaben a Jah [o, Aleluya]!” (Sal. 147:5, 19, 20; 145:1, 12, 13) Por consiguiente, las naciones gentiles del mundo no eran los reinos de Jehová Dios. El gobierno teocrático que él estableció sobre el Israel de la antigüedad en los días del profeta Moisés fue el único reino terrestre de Dios hasta que la nación de Israel rechazó al Hijo de Dios, Jesucristo, como el Mesías de Dios. (Éxo. 15:18-21; Deu. 33:2-5; 1 Cró. 29:11, 12, 23; Mat. 21:43) Por primera vez desde el fin de los Tiempos de los Gentiles en 1914 de la era común “el reino del mundo sí llegó a ser el reino de nuestro Señor y de su Cristo”; y a pesar de esto las naciones mundanas siguen rehusando tener a Jehová como Rey de ellas.—Rev. 11:15-18.

      ¿CÓMO “REY DE LAS NACIONES”?

      11. ¿Desde qué punto de vista se dirigió Jeremías a Jehová como “Rey de las naciones”?

      11 ¿Desde qué punto de vista, pues, podía Jeremías llamar a Jehová “Rey de las naciones”? Desde el punto de vista de que entre todos los que eran reyes de las naciones y que, por lo tanto, ejercían gobernación real, Él era el Rey sobresaliente. Él gobernaba como Rey de reyes, el Rey Superlativo, Aquel que domina sobre todos los demás reyes. “Porque,” dijo Moisés a Israel allá en el año 1473 a. de la E.C., “Jehová su Dios es el Dios de dioses y el Señor de señores, el Dios grande, poderoso e inspirador de temor.” (Deu. 10:17) Más tarde, el salmista inspirado dijo las siguientes palabras al pueblo de Jehová: “Den gracias al Dios de los dioses: porque su bondad amorosa es hasta tiempo indefinido; den gracias al Señor de los señores: . . . a Aquel que batió a grandes reyes: . . . y que procedió a matar a reyes majestuosos: . . . aun a Sehón el rey de los amorreos: . . . y a Og el rey de Basán: . . . y que dio la tierra de ellos como herencia: . . . una herencia a Israel su siervo.” (Sal. 136:2, 3, 17-22) De este modo él domina a “todas las naciones,” a pesar de que éstas tienen sus propias gobernaciones reales demoníacas y humanas.—Jer. 9:25, 26.

      12. ¿Qué ejemplo y explicación dio Jehová a Jeremías para mostrar que El era el “Rey de las naciones”?

      12 De modo que Jehová podía decir a Jeremías: “Ve que te he comisionado este día para estar sobre las naciones y sobre los reinos.” (Jer. 1:10) Jehová le dio a Jeremías un ejemplo que mostraba que Jeremías estaba en lo correcto al dirigirse a él como “Rey de las naciones.” Jehová le mandó que bajara a la casa de un alfarero. Después que el alfarero hizo una vasija que se echó a perder y entonces moldeó de nuevo el barro en una vasija que merecía la aprobación de él, Jehová dijo:

      “¿No puedo yo hacer con ustedes justamente como este alfarero, oh casa de Israel? . . . ¡Miren! Como el barro en la mano del alfarero, así son ustedes en mi mano, oh casa de Israel. En cualquier momento que yo hable contra una nación y contra un reino para desarraigarla y para derruirla y para destruirla, y esa nación realmente se vuelva de su maldad contra la cual hablé, yo también ciertamente sentiré pesar por la calamidad que había pensado ejecutar en ella. Pero en cualquier momento que yo hable respecto de una nación y respecto de un reino para edificarla y para plantarla, y ésta realmente haga lo que es malo a mis ojos no obedeciendo mi voz, yo también ciertamente sentiré pesar por el bien que yo me dije que haría para su bien.”—Jer. 18:1-10; note también Jeremías 1:10.

      13. ¿Cómo siguió Jehová el Gran Alfarero esa misma regla de acción declarada en su trato con el antiguo Egipto e Israel?

      13 Siglos antes de hacer esta declaración, Jehová había favorecido la tierra de Egipto en los días en que José el hijo de Jacob fue hecho administrador de alimentos de ese país. Pero algún tiempo después de la muerte de José, cuando los faraones de Egipto comenzaron a oprimir al pueblo de José, los descendientes de Jacob (o Israel), y hasta trataron de eliminarlos, Jehová intervino. Plagó la tierra de Egipto y destruyó a Faraón y a sus huestes militares y libertó a Su pueblo escogido, los israelitas. (Sal. 136:10-16; Rom. 9:17, 18, 21-24) En armonía con aquella misma regla de acción, cuando el reino de Judá se rebeló contra el Dios de su pacto y persistió en sus malos caminos, Jehová el Gran Alfarero se propuso derribar aquel reino israelita. (Jer. 18:11-17) Aquellos rebeldes hasta le devolvieron el mal a Jeremías, el profeta de Jehová, por el bien que él estaba tratando de hacerles. Sí, hasta tramaron la muerte de Jeremías. (Jer. 18:18-20, 23) Debido a esto, finalmente, Jeremías llegó a estar de acuerdo con el que Jehová hubiera de ejecutar sus juicios adversos en aquellos rebeldes.—Jer. 18:21, 22.

      14. ¿Por qué debemos nosotros hoy día, como individuos, tomar a pecho estos ejemplos históricos de los tratos del Gran Alfarero?

      14 Estos ejemplos históricos son algo que todas las naciones, especialmente las naciones de la cristiandad, deben tomar a pecho hoy día. Por lo menos nosotros, la gente común, como individuos, debemos hacer eso. Jehová el Gran Alfarero sigue siendo supremo, y él está a punto de mostrar a toda la humanidad que todavía es el “Rey de las naciones.” Hoy día, más que nunca antes, las siguientes palabras de Jeremías siguen siendo ciertas:

      “Pero [en contraste con los dioses falsos a los cuales se describe precisamente antes de esto] Jehová es en verdad Dios. Él es el Dios vivo y el Rey hasta tiempo indefinido. A causa de su indignación la tierra se mecerá, y ninguna de las naciones podrá sostenerse bajo su denunciación. Esto es lo que ustedes les dirán [a las naciones]: ‘Los dioses que no hicieron los mismísimos cielos y la tierra son los que perecerán de la tierra y de debajo de estos cielos.’a Él es el Hacedor de la tierra por su poder, Aquel que firmemente estableció la tierra productiva por su sabiduría, y Aquel que por su entendimiento extendió los cielos.”—Jer. 10:10-12.

      15. ¿Por qué tiene Jehová buena razón para estar indignado contra las naciones, y cómo expresará esta indignación?

      15 ¿Hay alguna razón verdadera para que Jehová Dios el Creador esté indignado hoy día? Pues, pensemos tan solo en lo propagado que está el desacato a Sus leyes, el desprecio a Su nombre, el delito, el amor a los placeres más bien que el amor a Dios, la inmoralidad, la hipocresía religiosa, la persecución de aquellos que componen la clase de Jeremías del día moderno, la negativa de las naciones en cuanto a someterse al reino de Jehová en las manos de Cristo. Ciertamente, en vista de todas estas cosas, hay toda buena razón para que Jehová Dios el Gran Alfarero esté indignado. Pronto expresará esta indignación, tal como cuando destruyó en el día de Jeremías a Jerusalén y el reino de Judá.

      16. ¿Por qué no ‘podrán sostenerse’ las naciones inicuas cuando Jehová exprese su denunciación?

      16 En su Palabra escrita, la Biblia, Jehová ha denunciado toda la iniquidad. En breve destruirá las cosas que ha denunciado. Cuando exprese su denunciación “ninguna de las naciones podrá sostenerse.” Sus “dioses,” las cosas que ellas han deificado e idolatrado, resultarán inútiles y perecerán. Sus adoradores perecerán junto con ellos.

      17. ¿De quiénes suben clamores por auxilio a nuestra única Ayuda, y por qué?

      17 Es lógico que nuestra única ayuda sea el único Dios vivo y verdadero, el “Rey de las naciones.” Clamores por auxilio suben a él de todas partes, procedentes de aquellos que, como Jeremías, deploran las condiciones impías y de todos los demás que están “suspirando y gimiendo por todas las cosas detestables que se están haciendo,” especialmente en la hipócrita cristiandad. (Eze. 9:4) Tienen el corazón desgarrado porque un “quebranto” semejante al que Jeremías describió amenaza a todas las naciones debido al hecho de que los gobernantes de éstas no han buscado a Jehová como nuestra única ayuda. (Jer. 10:19-22) Su organización de las Naciones Unidas fracasará como agencia para la paz y seguridad mundiales. Todos los proyectos humanos para dirigir el curso de la historia y para detener la destrucción que viene a manos del Gran Alfarero resultarán inútiles.

      18, 19. ¿De qué manera tratan los gobernantes políticos de dirigir sus pasos oficiales, y cómo se demostrará que no les pertenece el hacerlo?

      18 Después de examinar los amonestadores ejemplos de la historia, tenemos que concordar con las siguientes palabras de Jeremías: “Bien sé yo, oh Jehová, que al hombre terrestre no le pertenece su camino. No le pertenece al hombre que está andando siquiera dirigir su paso.”—Jer. 10:23.

      19 Porque el hombre puede andar, quizás crea que puede andar en cualquier dirección que desee y aún así llegar a su destino. Quizás le parezca que Jehová Dios no tiene nada que ver con el asunto. De modo que los gobernantes políticos tratan de encauzar los asuntos políticos a la vez que pasan por alto las lecciones de la historia bíblica. Se burlan de la clase de Jeremías del día moderno por predecir calamidad mundial en una “grande tribulación.” (Mat. 24:3, 21, 22) No prestan atención a la profecía bíblica y piensan que pueden determinar el resultado de los asuntos y dirigir sus pasos rumbo a la paz y prosperidad duraderas. Con todo, aunque política, económica y religiosamente anden como deseen, Jehová, como “Rey de las naciones,” los hará tropezar en la predicha destrucción durante la inevitable “grande tribulación.”

      20. Al igual que Jeremías, oramos a Jehová que nos corrija hasta ¿qué grado, y por qué?

      20 Todos necesitamos corrección procedente de Dios. De modo que queremos orar como lo hizo Jeremías, con el deseo de evitar que se nos reduzca a la nada junto con la humanidad: “Corrígeme, oh Jehová, sin embargo con juicio [es decir, en armonía con lo que sea necesario en mi caso]; no en tu cólera [durante la grande tribulación], para que no me reduzcas a la nada. Derrama tu furia sobre las naciones que te han pasado por alto [o, que no han llegado a conocerte], y sobre las familias que ni aun tu nombre han invocado. Porque [los babilonios y sus aliados] se han comido a Jacob. Sí, se lo han comido, y siguen empeñados en exterminarlo; y han desolado su lugar de habitación.”—Jer. 10:24, 25, lectura marginal de la New World Translation; Sal. 79:6, 7.

      21. ¿En manos de quién podemos dejar el asunto de ejecutar juicio justo sobre los que tratan de exterminarnos debido a nuestro proceder?

      21 Esa oración está dirigida al “Rey de las naciones.” En manos de él podemos dejar el asunto de ejecutar su justo juicio sobre todos los que lo pasan por alto y con espíritu vengativo tratan de exterminar a todos los que reconocen y apoyan lealmente Su soberanía universal. Elevamos nuestro clamor por ayuda al que es nuestra única ayuda.

      “Pero hay nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos según su promesa, y en éstos la justicia habrá de morar.”—2 Ped. 3:13.

  • Jehová, nuestra esperanza para entrar en un nuevo orden
    La Atalaya 1980 | 1 de enero
    • Jehová, nuestra esperanza para entrar en un nuevo orden

      1. ¿A qué se debe que muchos casi hayan perdido la esperanza de que un nuevo orden sea una posibilidad?

      ¿QUIÉN no desea un nuevo orden de cosas aquí en la Tierra? Muchas personas desearían tener un orden de cosas justo, más saludable, pero ahora tienen poca esperanza de que tal cosa sea posible. La condición moral de la humanidad, una condición que va en deterioro, no les da fundamento para esperar que las cosas mejoren. Casi han perdido la esperanza debido a que no se les ha dado a conocer ninguna esperanza verdadera, confiable. Todavía no han aprendido que este deseado nuevo orden ha sido prometido por alguien que es plenamente competente, y que dentro de poco tiempo ese nuevo orden será una realidad. La persona competente de que hablamos es nuestra esperanza. Es la Esperanza de todos los que sinceramente anhelan entrar en un nuevo orden justo.

      2. Según Jeremías 14:8, 9, ¿qué era Jehová para la nación de Israel, pero qué parecía que estaba pasando?

      2 Ahora, en medio de un abatimiento mundial en aumento, es el tiempo en que es aconsejable que nos volvamos a esta única Esperanza, tal como lo hizo el profeta Jeremías cuando no parecía haber un futuro brillante para su propia nación. En su clamor por ayuda, Jeremías dijo: “Oh tú, la esperanza de Israel, el Salvador suyo en el tiempo de angustia, ¿por qué te haces como residente forastero en el país, y como viajero que se ha desviado para pasar la noche? ¿Por qué te pones como hombre atónito, como hombre poderoso que no puede hacer nada en cuanto a salvar? Sin embargo tú mismo estás en medio de nosotros, oh Jehová, y es sobre nosotros que tu propio nombre ha sido llamado. No nos falles.”—Jer. 14:8, 9.

      3. Según Jeremías 14:22, ¿por qué hay razón sólida para que nos dirijamos a Jehová como nuestra única Esperanza?

      3 Hay razón sólida para que hagamos de este mismo Dios nuestra Esperanza hoy día. ¿Por qué de él, y no de alguna otra cosa? Porque él es el Creador y controla todas las fuerzas y funciones naturales que hay en nuestra Tierra y alrededor de ella. Es tal como señala Jeremías cuando se dirige a Dios y dice: “¿Existe entre los vanos ídolos de las naciones quien haga caer lluvia, o acaso pueden aun los cielos mismos [en los cuales confían los astrólogos] dar chaparrones copiosos? ¿No eres tú Ése, oh Jehová nuestro Dios? Y en ti esperamos, porque tú mismo has hecho todas estas cosas.”—Jer. 14:22.

      4. Puesto que la nación de Israel llevaba el nombre de Dios sobre sí, ¿qué apariencias parecían presentar las cosas, de modo que Jeremías se hacía preguntas en cuanto a ellas?

      4 El pueblo del Israel antiguo llevaba el propio nombre de Dios sobre sí, y por eso nos imaginaríamos que tendrían la divina presencia de él con ellos. Entonces, ¿por qué había llegado a ser él como uno que no podía ser “la esperanza de Israel,” como un residente forastero que solo estuviera morando temporalmente entre ellos, o como un viajero que simplemente estuviera pasando por el país de ellos, que estuviera hoy en un sitio y mañana se hubiera ido? ¿Por qué había llegado a ser él como un hombre que estuviera perplejo con el problema que estuviera afrontando, y no pudiera enfrentarse a él, o como un hombre poderoso que, con todo, no pudiera ayudar a personas que necesitaran que se les salvara de las consecuencias de su propio proceder? Pues bien, ¿qué razón le declaró Jehová a Jeremías?

      5. ¿Qué razones dio Jehová para su aparente abandono de Israel, y por qué introdujo él en la comparación al cusita y el leopardo?

      5 La causa de lo que les pasaba a los israelitas no era superficial. En ellos se había arraigado profundamente el desacato al pacto que tenían con el Hacedor de la Lluvia, Jehová, además del desprecio hacia su nombre y su mezcla de la forma de adoración pura de él con la religión de las naciones paganas que los rodeaban. Por eso, no fue extraño que se les dijera: “‘¿Puede un cusita [etíope o nubio] cambiar su piel? ¿o un leopardo sus manchas? También pudieran hacer lo bueno ustedes mismos, que son personas a quienes se les ha enseñado a hacer lo malo. De modo que los esparciré como rastrojo que va pasando en el viento desde el desierto. Esta es tu suerte, tu porción medida de parte mía,’ es la expresión de Jehová, ‘porque te has olvidado de mí y sigues cifrando tu confianza en falsedad. . . . tus actos de adulterio y tus relinchos, tu conducta relajada en prostitución. Sobre las colinas, en el campo, he visto tus cosas repugnantes. ¡Ay de ti, oh Jerusalén! No puedes ser limpia... ¿después de cuánto tiempo más?’”—Jer. 13:23-27.

      6. ¿Qué indica esa declaración de hechos respecto a los asuntos entre Jehová e Israel y también la cristiandad?

      6 ¿Indica tal declaración de hechos que Jehová tuviera una causa o pleito contra Israel? ¿Denota también que él tenga una causa contra la cristiandad, que alega ser el pueblo del Dios de la Santa Biblia? ¡Sí, indudablemente! Por eso, él declara que dirimirá debidamente el caso, porque es el Juez Supremo.

      7. Según Jeremías 17:1-4, ¿a qué grado de profundidad ha llegado a estar inscrito el registro de apostasía y mundanalidad de la cristiandad, y qué consecuencias vendrán de esto?

      7 La cristiandad, en vista de que alega que es cristiana, debería ser buen ejemplo para todo el mundo. Sin embargo, se ha hecho un registro de apostasía religiosa y mundanalidad que no puede ser borrado. Su registro es como el de la antigua Jerusalén y la tierra de Judá:

      “El pecado de Judá está escrito con un estilo de hierro. Con punta de diamante está grabado en la tabla de su corazón, y en los cuernos de sus altares [de adoración falsa], cuando sus hijos se acuerdan de sus altares y de sus postes sagrados [de idolatría] al lado de un árbol frondoso, sobre las colinas altas, sobre las montañas en el campo. Tus recursos, todos tus tesoros, los daré para mero saqueo [a los que traigo para ejecutar el juicio]... tus lugares altos a causa de pecado por todas partes de tus territorios. Y soltaste, sí, de tu propia cuenta, la posesión hereditaria que yo te había dado [en la Tierra Prometida]. Yo también ciertamente te haré servir a tus enemigos en la tierra que no has conocido [a saber, Babilonia]; porque como fuego ustedes han sido encendidos en mi cólera. Hasta tiempo indefinido se mantendrá ardiendo.”—Jer. 17:1-4.

      NO SE INTERVIENE A FAVOR DE LA CRISTIANDAD HIPÓCRITA

      8, 9. Aunque la cristiandad lleva el nombre de Cristo, ¿por qué no podría interceder Cristo por ella, como en el caso del Israel antiguo?

      8 La cristiandad hace alarde del nombre de Cristo. Pero, ¿intercederá él por un sistema religioso como ése que por más de 16 siglos ha persistido en mezclar las enseñanzas bíblicas con la religión pagana? De ninguna manera, porque él está perfectamente de acuerdo con su Padre Celestial, Jehová Dios. Dijo: “No puedo hacer ni una sola cosa de mi propia iniciativa; así como oigo, juzgo; y el juicio que yo dicto es justo, porque no busco mi propia voluntad, sino la voluntad del que me envió.” (Juan 5:30) Seis siglos antes de Cristo, en los días de Jeremías, Jehová dijo lo siguiente con referencia al prototipo de la cristiandad:

      9 “Si Moisés y Samuel estuviesen de pie delante de mí, mi alma no estaría para con este pueblo [Israel]. Habría un despedirlos de delante de mi rostro, para que salieran.”—Jer. 15:1.

      10. ¿Por qué se hubiera considerado eficaz ante Dios una intercesión por Moisés y Samuel, pero cuál era ahora la actitud de Jehová para con el Israel que no se arrepentía?

      10 Moisés, a quien se había usado para dar los Diez Mandamientos a Israel, había intercedido por ellos con éxito. En cuanto a Samuel, de cuatro siglos después, éste empezó una línea especial de profetas entre los cuales estuvo Jeremías, y que continuó hasta el profeta Malaquías. (Hech. 3:22-24) Samuel también intercedió por la nación de Israel, especialmente después que Israel pidió un rey humano visible. Pero ahora, más de cuatro siglos después de Samuel, ni siquiera la intervención por él o por Moisés valdrían ante Jehová. Por eso, ¡afuera con el Israel no arrepentido!

      11. Los israelitas no arrepentidos saldrían de delante del rostro de Jehová para encontrarse con ¿qué agentes mortíferos?

      11 Afuera... ¿adónde? pudiera preguntar alguien que simpatizara con la cristiandad. Tenemos una indicación profética de adónde en lo que Jehová dijo a Jeremías: “Y tiene que ocurrir que si te dijeren: ‘¿Adónde saldremos?’ también tienes que decirles: ‘Esto es lo que ha dicho Jehová: “¡El que esté para la plaga mortífera, a la plaga mortífera! ¡Y el que esté para la espada, a la espada! ¡Y el que esté para el hambre, al hambre! ¡Y el que esté para el cautiverio, al cautiverio!”’ ‘Y ciertamente comisionaré sobre ellos cuatro familias [o cuatro clases],’ es la expresión de Jehová, ‘[1] la espada para matar, y [2] los perros para arrastrar, y [3] las criaturas volátiles de los cielos y [4] las bestias de la tierra para comer y arruinar. Y ciertamente los daré para trepidación a todos los reinos de la tierra a causa de Manasés hijo de Ezequías, el rey de Judá, por lo que hizo en Jerusalén. Porque ¿quién te mostrará compasión, oh Jerusalén, y quién se condolerá de ti, y quién se desviará para preguntar acerca de tu bienestar?’ ‘Tú misma me has abandonado,’ es la expresión de Jehová. ‘Hacia atrás [desde mí] es como sigues andando.’”—Jer. 15:2-6; también Jer 16:4.

      12. ¿Cuándo y quién hizo referencias a cosas mortíferas semejantes acerca de la Jerusalén del primer siglo y el sistema de cosas actual?

      12 ¡La plaga (o peste) mortífera, la espada (o guerra), el hambre (o escasez de alimento) y el cautiverio! Estas palabras que se dijeron a Jeremías respecto a Jerusalén durante el tiempo del fin de ella (647-607 a. de la E.C.) en el día de él fueron palabras que también usó Jesucristo en su profecía acerca del “tiempo del fin” de Jerusalén en el primer siglo de nuestra era común. (Mat. 24:3-7, 21, 22; Luc. 21:10, 11, 20-24) Además, en su profecía que se halla en el último libro de la Biblia se nos llama atención por medio de ilustraciones a las mismas cosas, entre ellas a las bestias salvajes del campo. (Rev. 6:1-8) Esa última profecía lleva el cumplimiento de esas predicciones calamitosas más allá del tiempo en que se escribió Revelación en 96 E.C. hasta nuestro propio “tiempo del fin,” desde 1914 E.C. en adelante. (Dan. 12:4) Por eso la profecía, en su cumplimiento final, aplica al sistema de cosas actual que está condenado a la destrucción, y que incluye a la cristiandad apóstata.

      13. ¿Desde cuándo hemos tenido cosas similares a grado excesivo?

      13 ¿Debería cualquiera de nosotros cerrar los ojos al hecho de que desde el fin de los Tiempos de los Gentiles en 1914 hemos tenido guerra (la espada), hambre, pestilencia y terremotos en medida excesiva? Ha sido tal como se predijo, según se ilustró en el caso de la Jerusalén del día de Jeremías y la Jerusalén de los días de los apóstoles de Jesús.

      14. ¿Por qué no ha sido exceptuada la cristiandad de sufrir estas cosas calamitosas?

      14 La cristiandad, el moderno antitipo de las apóstatas Jerusalén y Judá, no ha sido ninguna excepción al sufrimiento de tales cosas calamitosas. Las oraciones de sus clérigos no le han valido de nada. Esto se debe a la misma causa que hubo en el caso de los israelitas de los días de Jeremías: “‘Yo he quitado mi paz de este pueblo,’ es la expresión de Jehová, ‘aun bondad amorosa y misericordias.’ Porque esto es lo que ha dicho Jehová de los ejércitos, el Dios de Israel: ‘Aquí estoy haciendo cesar de este lugar ante los ojos de ustedes y en sus días la voz de alborozo y la voz de regocijo, la voz del novio y la voz de la novia.’”—Jer. 16:5, 9.

      ¡ESPERANDO LA PAZ EN VANO!

      15. En el día de Jeremías, ¿qué esperanza se tenía respecto a Israel, y qué seguridades estaban dando los demás profetas a los israelitas?

      15 Durante este “tiempo del fin” la situación para la cristiandad ha sido precisamente como fue para los israelitas durante los días en que Jeremías declaró el mensaje de juicio de Jehová: “Hubo un esperar paz, pero no vino ningún bien; y tiempo de curación, y, ¡mira! ¡terror!” (Jer. 14:19) Sin embargo, el clero de la cristiandad persiste en contradecir lo que la clase de Jeremías, la clase del “esclavo fiel y discreto,” ha estado declarando como advertencia a toda la gente. Estos testigos ungidos de Jehová se encuentran con la misma situación con que se encontró Jeremías, y que él describió en estas palabras: “¡Ay, oh Señor Soberano Jehová! Mira que los profetas están diciéndoles: ‘No verán espada [en la mano del ejecutor o verdugo de Jehová], y no habrá hambre que les suceda a ustedes, sino que paz verdadera es lo que les daré en este lugar.’”—Jer. 14:13; Mat. 24:45-47.

      16. ¿Qué palabras y hechos del clero hacen que los miembros de las iglesias de la cristiandad se hagan más sordos a la advertencia que dan los testigos de Jehová?

      16 Ese profetizar en el sentido de que no hay probabilidad de que venga calamidad de manos de Dios tiene como propósito calmar los temores de la gente. Inspira esperanzas falsas en el seno de los miembros de las iglesias de la cristiandad. Hace que queden fuera de guardia en cuanto a que de súbito haya de estallar la “grande tribulación.” Por consiguiente, como ladrón en la noche vendrá sobre ellos, y sufrirán pérdida eterna. Puesto que el clero desacredita a la clase de Jeremías y no toma en cuenta el mensaje oportuno de ésta, eso hace que los miembros de las iglesias, pagados de sí mismos, se hagan más sordos a la advertencia que Jehová está dando por medio de sus testigos.

      17, 18. (a) Debido al clero de la cristiandad, ¿qué ha llegado a ser como una condición crónica, incurable, con relación a la clase de Jeremías? (b) ¿Qué actitud se ha visto obligada a mantener con relación a intimidad con el clero la clase de Jeremías?

      17 Para profundizar la impresión que hacen sus garantías de paz, los líderes religiosos persiguen a la clase de Jeremías y a los apoyadores de ésta. Incitan contra ellos a las autoridades políticas. La persecución y oprobio que la clase de Jeremías continúa aguantando ha llegado a ser como una condición crónica para ellos, como si por permiso de Jehová tuvieran una infección incurable, como si él los estuviera denunciando. No pueden transigir con la clase clerical y entrar en el grupo íntimo de éstos. A Jehová únicamente pueden presentar su causa, y en la provisión de él se regocijan, como dijo Jeremías:

      18 “Tú mismo has sabido. Oh Jehová, acuérdate de mí y dirige tu atención a mí y véngame de mis perseguidores. En tu tardanza para la cólera no me quites. Nota que he soportado oprobio por causa de ti mismo. Fueron halladas tus palabras, y procedí a comerlas; y tu palabra llega a ser para mí el alborozo y el regocijo de mi corazón; porque tu nombre ha sido llamado sobre mí, oh Jehová Dios de los ejércitos. No me he sentado en el grupo íntimo de los que gastan bromas, empezando entonces a alborozarme [con los embromadores que piensan que la paz está asegurada]. A causa de tu mano me he sentado absolutamente solo, porque es con denunciación [amargura, LXX; abatimiento, JP] que me has llenado.”—Jer. 15:15-17, NM; Versión de los Setenta, edición de Bagster en inglés, también la de Charles Thomson; The Jewish Publication Society of America (La Sociedad de Publicaciones Judías de América), edición de 1973.

      19. A pesar de las persecuciones que sufre la clase de Jeremías, ¿por qué pueden alborozarse y jactarse los perseguidos?

      19 La persecución que se adhiere a la clase de Jeremías como una dolencia crónica no es agradable en sí misma. (Jer. 15:18) Pero los perseguidos pueden alborozarse en la Palabra de Jehová, las Santas Escrituras, que han sido conservadas para consuelo nuestro. (Rom. 15:4) Podemos regocijarnos por hallar en esas Escrituras las palabras proféticas que explican los tiempos difíciles en que vivimos y que nos dan una brillante esperanza de que habrá un nuevo orden después de Har-Magedón. Por esto podemos jactarnos en Jehová.—Jer. 9:23, 24.

      20, 21. (a) ¿Por qué sucede que el corazón humano resulta ser muy “traicionero,” sí, “desesperado,” hoy día? (b) Según Jeremías 17:5-8, ¿qué proceder conduce a recibir la maldición de Dios, y qué proceder a recibir su bendición?

      20 Durante esta “conclusión del sistema de cosas,” cuando el desafuero aumenta y Jehová espera su tiempo para castigar la iniquidad que se halla por todas partes, el corazón humano resulta ser muy “traicionero,” sí, “desesperado,” a medida que la humanidad se halla bajo intensa presión. Si tratamos de satisfacer el corazón de maneras contrarias al consejo y las normas de justicia de Dios, eso nos traerá el juicio adverso de Dios. (Jer. 17:9-11) Bajo las presiones de hoy día, que tienen el objetivo de llevarnos a un proceder incorrecto, no dejemos que nuestro corazón nos engañe y nos mueva a hacer cosas antibíblicas, insensatas. Recuerde: el proceder que tomamos determinará si merecemos recibir una maldición o una bendición. Jehová señala qué proceder lleva a recibir su maldición y qué proceder conduce a tener su bendición, al decir:

      21 “Maldito es el hombre físicamente capacitado que cifra su fiada expectativa en el hombre terrestre y realmente hace de la carne su brazo, y cuyo corazón se aparta de Jehová mismo. Y ciertamente llegará a ser como un árbol solitario en la llanura desértica y no verá cuando venga el bien; sino que tendrá que residir en lugares abrasados del desierto, en una región salada que no está habitada. Bendito es el hombre físicamente capacitado que cifra su fiada expectativa en Jehová, y cuya confianza Jehová ha llegado a ser. Y ciertamente llegará a ser como un árbol plantado junto a las aguas, que envía sus raíces al mismísimo lado de la corriente de agua; y no verá cuando venga calor, sino que su follaje realmente resultará frondoso. Y en el año de sequía no se inquietará, ni dejará de producir fruto.”—Jer. 17:5-8.

      22. ¿Cómo mostraron los israelitas del día de Jeremías que hacían de la “carne su brazo”?

      22 Las personas que se encuentran físicamente capacitadas tienden a confiar en el hombre terrestre y a depender de un brazo de carne para liberación. Poco es de extrañar el que lleguen a ser como un árbol solitario en un desierto reseco, impregnado de sal. Hacen lo que hicieron los israelitas del día de Jeremías: Cuando, rugiendo como leones, las fuerzas enemigas amenazaron a estos israelitas, ellos no acudieron al Señor Soberano Jehová. Se volvieron en busca de ayuda militar a hombres terrestres de brazo poderoso, diestros en el guerrear violento. Por eso, no se acercaron a Jehová para beber el agua de salvación procedente de él como la Fuente de la liberación. En vez de eso, bajaron corriendo a Egipto para beber el agua de salvación del río Nilo. O subieron corriendo a Asiria para beber el agua de salvación del río Éufrates, por un tiempo dominado por Asiria.

      23. ¿Cómo fue que los israelitas ‘se labraron cisternas que no podían contener el agua,’ y con qué resultado?

      23 De esa manera, hablando figurativamente, los israelitas sin fe procedieron a “labrarse cisternas, cisternas rotas, que no pueden contener el agua.” Abandonaron a Jehová, “la fuente de agua viva.” Por consiguiente, de él no vino ninguna salvación. Con desilusión para los israelitas, las altamente militarizadas potencias mundiales de Egipto y Asiria no llenaron las “cisternas rotas” de los israelitas con el agua de salvación que los librara de sus enemigos políticos. De modo que no consiguieron agua dadora de vida del Sihor, el río Nilo, ni del río Éufrates cuando estuvo bajo la dominación asiria. Por abandonar a Jehová su Dios como la Fuente de liberación, los israelitas renegados llegaron a estar bajo una maldición abrasadora para el alma.—Jer. 2:13-18.

      24. Sin embargo, ¿adónde dirigen su respeto y esperanza la clase de Jeremías y la “grande muchedumbre,” y dónde adoran a la verdadera fuente de agua viva?

      24 A diferencia de aquellos israelitas, los de la clase de Jeremías de hoy día han hecho de Jehová su Esperanza. Respetan Su trono de soberanía universal. Le adoran como Dios de ellos en el templo o santuario espiritual de él. Esperan en él, no en ningún hombre terrestre o potencia mundial humana que tenga armas nucleares. Conducen a una “grande muchedumbre” hoy a poner fiada expectativa y confianza en Jehová. Evitando el camino que sigue la cristiandad apóstata, dicen con sabiduría: “Allí está el trono glorioso en alto desde el comienzo; es el lugar de nuestro santuario. Oh Jehová, la esperanza de Israel, todos los que están dejándote quedarán avergonzados [desilusionados]. Los que apostatan de mí serán escritos aun en la tierra, porque han dejado la fuente de agua viva, Jehová.”—Jer. 17:12, 13.

      25. Entonces, ¿cuál es el proceder que nos permitirá entrar en el Nuevo Orden bajo Jesús el Mesías?

      25 Dejemos, pues, las “cisternas rotas” hechas por el hombre que no tienen agua de salvación que libre del desastre mundial. Volvámonos a Jehová. Él puede protegernos durante la “grande tribulación” e introducirnos a salvo en su nuevo orden bajo Jesús el Mesías.

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