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    Anuario de los testigos de Jehová para 1976
    • de las revistas, y hacer disponibles las otras publicaciones que habían sido confiscadas. También prometió anular la orden que se emitió bajo los Reglamentos de Emergencia que declaraba que toda la literatura era subversiva. Una semana después la sucursal recibió confirmación de esto por escrito, y pocos días después de aquello, aquella enorme existencia de literatura (unas 1.800 cajas) fue entregada a la sucursal. No estaba en malas condiciones después de haber estado detenida tres años. ¡Qué dichosos se sintieron los hermanos en la sucursal y en el campo debido a esto! ¡Qué maravillosa victoria en respuesta a sus oraciones!

      LA PROSCRIPCIÓN DE LOS LIBROS EN OTROS LUGARES

      A principios de la II Guerra Mundial hubo una verdadera manía de proscribir los libros en muchas partes del Imperio Británico y otros países. Fue tal como mucho tiempo antes Jehová había hecho que el profeta Daniel predijera... el ‘cuerno pequeño’ (del cual la Comunidad Británica de Naciones era parte) estaba ‘dándose grandes ínfulas,’ “arrojando la verdad a la tierra” y cometiendo “transgresión” contra las cosas santas de Dios. (Dan. 8:9-12) Esto se extendió a los protectorados británicos en el África austral... Basutolandia, Bechuanalandia y Suazilandia. En febrero de 1941 se impuso una proscripción oficial en la literatura de la Sociedad. Permaneció en vigor hasta 1960 a pesar de todos los esfuerzos que se hicieron para que fuera removida. Hasta la Biblia del Rey Jaime fue proscrita, si sucedía que hubiese sido impresa por la Sociedad Watch Tower. Esto ocurrió a pesar del hecho de que en aquellos tres países en 1941 no había ni siquiera un testigo de Jehová.

      AÑOS FRUCTÍFEROS EN ÁFRICA DEL SUDOESTE

      El memorable año de 1939 abrió otro capítulo en la historia de la obra en África del Sudoeste. En aquellas partes no se habían formado grupos todavía y este amplio campo quedaba abierto para la obra. Un matrimonio de precursores, Barry Prinsloo y su esposa Joan, se sintieron impelidos a ir y testificar a la gente de aquel territorio.

      Barry compró un camión y lo transformó en un coche-habitación. Sobre él también montó una instalación para llevar gasolina, esperando de antemano, correctamente, una escasez de gasolina debido a la guerra. Para llegar al África del Sudoeste desde Johannesburgo, tenían que viajar a través del desierto de Kalahari. Casi no había carreteras y tenían que seguir las huellas dejadas por un auto que anteriormente hubiera pasado por aquel lugar o por una carreta de burros, y a veces hasta estas huellas eran completamente borradas.

      Finalmente llegaron a Windhoek. y desde allí siguieron más hacia el norte, predicando y colocando literatura. Por algún tiempo la policía los siguió y recogió la literatura que ellos habían, colocado. Al fin fueron aprehendidos y se les acusó de vender sin licencia. Por consejo de la Sociedad, hicieron que el caso les fuera pospuesto, hasta que se resolvieran ciertos casos de naturaleza similar en Sudáfrica. Pocas semanas después el hermano Prinsloo compareció ante el tribunal y recibió un veredicto favorable.

      Las noticias de una asamblea que se celebraría en Johannesburgo les llegaron, y aunque aquello significaba un viaje difícil de aproximadamente 1.600 kilómetros, decidieron ir. Pero los azotó la tragedia. La mayoría de los ríos en África del Sudoeste no son más que riachuelos secos y arenosos que solo fluyen cuando hay una precipitación excepcionalmente fuerte. Mientras trataban de cruzar uno de estos ríos, su vehículo se les atascó. Aquella noche el río bajó en inundación, y les llevó el coche-habitación unos cuantos metros corriente abajo. Allí lo hallaron la mañana siguiente, partido en dos y con la estructura externa enterrada profundamente en la arena. Sacaron del vehículo lo que pudieron y le notificaron a la Sociedad el desastre y su desilusión al no poder asistir a la asamblea. Pero, muy prontamente, recibieron un regalo que les envió el superintendente de sucursal, y un telegrama explicando que era para que tuvieran “unas vacacioncitas.”

      Después de la asamblea regresaron y acamparon cerca del coche-habitación descompuesto para repararlo. Al mismo tiempo testificaron a los obreros de las granjas de Ovambo, usando a Johannes de intérprete. Johannes era un bosquimano a quien habían alquilado para que los acompañara en sus viajes por el territorio, y es muy probable que él haya sido el primer bosquimano que haya aceptado la verdad. Los bosquimanos son una tribu nómada de moradores del desierto que se ganan la vida principalmente por medio de cazar con arco y flechas envenenadas. Estos cazadores, por mucho los más pequeños de todos los africanos de la parte del sur de África, comparables en tamaño a los pigmeos del África Central, son extremadamente primitivos en sus costumbres de vida. La comunicación entre ellos y otros se hace muy difícil no solo debido a los lugares inaccesibles en los cuales habitan sino también a que su lenguaje tiene un vocabulario limitado y un incesante fluir de chasquidos. Sin embargo algunos de ellos sí llegan a ser obreros en las granjas. Debido a las proscripciones de literatura y la situación en general, la Sociedad con el tiempo llamó a los Prinsloos para que estuvieran en la Unión Sudafricana.

      Así, aunque durante 1929, 1935, y 1942 hubo precursores que entraron en el África del Sudoeste y colocaron muchos ejemplares de literatura, no hubo verdadero cultivo del campo, y como resultado se produjo poco fruto. Sin embargo, en el año 1950 hubo un punto de viraje en la historia de la obra en África del Sudoeste. La Sociedad ahora envió cuatro misioneros, graduados de la Escuela de Galaad, a saber, George Koett, Fred Hayhurst, Gus Eriksson y Roy Stephens. A principios de 1950 se estableció un hogar misional en Windhoek.

      Aunque estos hermanos no habían de concentrarse meramente en la colocación de literatura, sino en hallar y alimentar a las “otras ovejas” del Señor, todavía lograron excelentes colocaciones. (Juan 10:16) Al mismo tiempo pudieron comunicarse con cinco hermanos africanos que se habían mudado desde la Unión Sudafricana a aquel lugar africano cercano, y éstos fueron organizados en una compañía (congregación). Uno de los misioneros también empezó no menos de veinticinco estudios en este lugar africano. Según todas las apariencias la obra en este territorio, especialmente entre los africanos, empezaba excelentemente y con buenas expectativas de aumento.

  • República Sudafricana y territorios vecinos (Parte 2)
    Anuario de los testigos de Jehová para 1976
    • República Sudafricana y territorios vecinos (Parte 2)

      TRANSICIÓN SIN ASPEREZAS

      A fines de 1941 el hermano Rutherford, que había servido fiel y celosamente de presidente de la Sociedad por veinticinco años, estaba ya muy enfermo. Entonces tenía setenta y dos años de edad y por muchos años no se había abstenido de gastarse en el servicio de Jehová. El 8 de enero de 1942 selló su servicio terrestre del Reino en la muerte. Dentro de pocos días la junta de directores de la Sociedad se reunió en el Betel de Brooklyn eligió a Nathan H. Knorr como nuevo presidente. La respuesta desde el campo fue muy diferente, después de la muerte del hermano Rutherford, de la manera en que se sintieron los hermanos después de la muerte del hermano Russell. En 1942 no hubo clamor de “¿Qué vamos a hacer ahora?” Por supuesto. cuando el hermano Rutherford murió, los enemigos de la verdad se alegraron mucho, y decían: “Ahora que su líder y vocero se ha ido, pronto se desintegrará la obra de ellos.” Pero pronto quedaron desilusionados en cuanto a eso.

      En agosto de 1941, no mucho antes de su muerte, el hermano Rutherford había estado presente en la asamblea de Saint Louis, Misuri, E.U.A., donde uno de los puntos principales había sido el “Día de los niños” y se había presentado para circulación el nuevo libro Hijos. Los rasgos de esta sobresaliente asamblea se copiaron en miniatura en una asamblea que se celebró en Johannesburgo, en abril de 1942. Esta vez la concurrencia subió a 1.700 personas, entre ellas 340 niños que recibieron gozosamente ejemplares del nuevo libro. En aquella asamblea 400 personas simbolizaron su dedicación para hacer la voluntad de Dios, más del doble del máximo anterior. La organización de asamblea, por primera vez, operó una cafetería que sirvió 6.000 comidas, lo cual fue un sobresaliente éxito, y les dio más tiempo para buena asociación. Todos los hermanos fueron muy fortalecidos y se

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