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    ¡Despertad! 1980 | 8 de enero
    • días de lluvia habían causado estragos. El río Doce había inundado la zona y había barrido con todo lo que hallaba a su paso.

      “Las aguas de la orilla del río crecieron tan rápidamente que nadie pudo escapar y ponerse a salvo. Las granjas de ganado sencillamente desaparecieron.

      “¿Podríamos seguir hasta São Paulo? La policía militar detuvo todo el tráfico de larga distancia. La carretera principal había sufrido graves daños. Las aguas habían destruido un gran número de puentes como si éstos fueran cerillas o palillos de fósforo. Intentamos cruzar el río en canoa, con la esperanza de tomar un autobús al otro lado del río, pero fue en vano.

      “Pasó un día tras otro. Por la noche, los hombres dormíamos en el autobús, mientras que la gente de la localidad bondadosamente alojaba a las mujeres y los niños. Había mucha gente sin dinero. Una de las señoras que viajaban en nuestro autobús no comió durante dos días a fin de poder comprar alimento para su hija de siete años de edad. Otra comía aguacates verdes debido a que se le había acabado el dinero. Por supuesto, cuando nos dimos cuenta de la difícil situación en que se encontraban aquellas personas, decidimos entre nosotros recoger dinero y comprar alimento para todos, y leche para los niños.

      “Siete autobuses habían quedado detenidos en Linhares. Los suministros de alimento de la ciudad se estaban agotando, de modo que nos dijeron que continuáramos el viaje. Pero los pasajeros tenían miedo. Finalmente, un comerciante acudió en nuestra ayuda y nos permitió usar su almacén, que estaba a unos dos kilómetros de la ciudad. Allí recibimos las raciones de alimento que el gobierno había suministrado.

      “La espera y la incertidumbre, el hedor de las aguas negras de las tuberías que habían reventado y de los cadáveres crearon tensión. En nuestro autobús se desataron algunas peleas pero no hubo disparos. Otras personas no fueron tan afortunadas. Después de cinco días las aguas dejaron de crecer y se nos permitió seguir adelante. Le di gracias a Dios cuando llegamos a São Paulo. Parecía el final de una pesadilla.”

      Los tristes resultados

      Para mediados de febrero, se había calculado que habían muerto más de 300 personas, pero muchos dijeron que esta cifra oficial estaba muy por debajo de la realidad. De hecho, se dice que en el valle del río Doce, por lo menos 330 personas fueron barridas a un sepulcro acuoso por la furiosa crecida del río. Otras personas quedaron enterradas cuando desprendimientos de tierra derrumbaron sus casas. De la población de 14.000.000 de personas de la zona, más de 8.000.000 fueron afectadas directamente.

      Aunque la pérdida de vidas no se puede considerar en términos de dinero, se calculó que la destrucción de la propiedad había alcanzado millones de dólares. En conjunto, los cálculos oficiales de desgracias y de destrucción están incompletos, pero de acuerdo con la Oficina de Coordinación de la Defensa Civil, tan solo en el estado de Minas Gerais se confirmaron las siguientes cifras: 250 muertos, 172.400 personas perdieron la casa, 16.000 casas y 712 puentes fueron destruidos, 90 carreteras quedaron interrumpidas y 294 pueblos fueron afectados. Tan solo en Minas Gerais, el total de daños ascendió a 2.800 millones de cruzeiros (113.017.154 dólares).

      Humanitarismo

      Aunque se informaron algunos casos de saqueo y de ciertos individuos que explotaron a sus congéneres hubo muchos casos de humanitarismo o benignidad. Las brigadas del gobierno trabajaron incansablemente en operaciones de rescate y en el suministro de alimento y medicinas.

      Ancianos cristianos de los testigos de Jehová de la ciudad de Vitória se comunicaron con sus hermanos de las zonas afectadas por la inundación. Recogieron alimento, ropa y mantas en la localidad e inmediatamente llevaron este material como servicio de socorro, en imitación de los cristianos del primer siglo.—Hech. 11:29, 30; 12:25.

      Tan pronto como las congregaciones de São Paulo y Río de Janeiro se enteraron del desastre, comenzaron a enviar contribuciones de dinero, ropa y sábanas para sus desafortunados hermanos cristianos. Se hicieron llamadas telefónicas a todas las congregaciones que se pudo y que de alguna manera habían sido afectadas. Un representante de la oficina de la Sociedad Watch Tower en São Paulo viajó por avión a las zonas afectadas para llevar fondos de socorro.

      Se distribuyó el alimento y la ropa entre los hermanos y vecinos. Las autoridades militares y civiles de la localidad encomiaron especialmente a los Testigos de Governador Valadares por el espíritu que mostraron durante un período de calamidad sin igual. Se usó un Salón del Reino para alojar a los vecinos cuyas casas estaban inundadas. Otra congregación usó el Salón del Reino para cooperar con las autoridades en la preparación y distribución de alimento. Esta congregación preparó el alimento que el gobierno había provisto con el equipo que ellos tenían y para el 13 de febrero habían suministrado unas 30.000 comidas. Se apreció mucho la experiencia que tienen los Testigos en alimentar muchedumbres.

      Mientras tanto, el gobierno brasileño ha dado pasos adicionales y ha proporcionado 1.500 millones de cruzeiros (67.415.730 dólares) para medidas de emergencia. Pero a pesar de toda la ayuda que se ha dado, posiblemente tome años el borrar las impresiones de la furia de la inundación.

      ¿Hay alguna explicación?

      Las condiciones del tiempo fueron muy insólitas, pues hubo inundaciones en la parte central y oriental del Brasil, mientras que había sequía en el sur. Nadie podía recordar ningún desastre anterior que se pudiera comparar con esta inundación. Pero, ¿por qué ocurrió?

      Un informe digno de mencionar que se publicó en “O Estado de S. Paulo” dice que los científicos reconocen “que el hombre libera demasiado anhídrido carbónico... por medio de la combustión de carbón y petróleo y la destrucción de los bosques. Debido a esto, el calor que la luz solar produce y que penetra en la atmósfera no se puede escapar, y esto hace que la parte inferior de la atmósfera se recaliente y produzca más lluvia en algunas regiones, graves sequías en otras y el derretimiento de hielo polar.”

      Es patente que para evitar tales desastres, sin importar cuales puedan ser sus causas, el hombre necesita la ayuda de una fuente que pueda controlar fuerzas que son más poderosas que él mismo.

  • Cuando el día se convirtió en noche
    ¡Despertad! 1980 | 8 de enero
    • Cuando el día se convirtió en noche

      Informe del Canadá

      EL 26 de febrero de 1979 será recordado durante mucho tiempo por muchos canadienses de la región central de Manitoba. A las 10:47 de aquella mañana, el pleno día abruptamente se convirtió en noche. Era un eclipse total de Sol.

      Al recorrer su órbita alrededor de la Tierra la Luna se había interpuesto directamente entre la Tierra y el Sol, bloqueando completamente la luz del Sol dondequiera que la Luna proyectaba su sombra sobre la Tierra.

      Debido a la velocidad con que la sombra barría la faz de la Tierra, la oscuridad total que veían los observadores en el centro de la región por donde pasaba la sombra duraba poco menos de dos minutos. La sombra viajaba a aproximadamente 3.000 kilómetros por hora y oscurecía una banda de aproximadamente 270 kilómetros de ancho.

      Por lo general los observadores de eclipses solares se refieren a éstos como “uno de los más dramáticos espectáculos celestiales.” Los redactores del “Atlas of the Universe” (Atlas del universo) de Rand McNally describen el eclipse solar de la siguiente manera: “Probablemente

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