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  • Poniendo los intereses del Reino en primer lugar
    La Atalaya 1968 | 15 de junio
    • predicar, se le acabó la gasolina al auto. A unos 400 metros podíamos ver una gasolinera al lado del camino. A la derecha del camino estaba arando un blanco, al otro lado había cuatro blancos con un buldog, un rifle y un galón de whisky. Uno de ellos estaba tocando una guitarra. Al enviar a mi esposa por un galón de gasolina los cuatro se me acercaron y me hablaron, y el que tocaba la guitarra dijo: “Baila para nosotros, viejito.” Otro dijo: “Denle de beber licor.” Les dije que no podía hacer ni una cosa ni la otra, porque era ministro. Entonces exigieron que predicara un sermón, cantara un cántico o hiciera una oración. También rehusé hacer esto, porque, como les dije, uno no debe burlarse de Dios.

      Entretanto, el que araba se acercó y dijo a los otros cuatro que no se metieran conmigo. Después me preguntó adónde iba y qué estaba haciendo. Cuando le expliqué, dijo, “conozco un buen lugar para usted.” Echamos a andar el auto y se subió con nosotros y nos llevó a su propia casa. Al entrar en su patio, él gritó: “Vida, aquí están algunos de los tuyos.” ¡Qué tiempo pasamos allí! Por varios días se nos hizo sentirnos en casa propia, compartiendo las comidas que preparaba su esposa. Cada noche terminábamos con tres o cuatro horas de animada conversación bíblica. Toda la familia estaba interesada. Y cuando nos fuimos, la mujer lloró y le dio gracias a Jehová por enviarnos allí. Habían obtenido un conocimiento de mucha verdad bíblica por medio de la literatura, pero nosotros habíamos sido los primeros Testigos que habían conocido.

      AGUANTANDO COMO BUENOS SOLDADOS

      Sin embargo, no todas las experiencias terminaban tan agradablemente. En Seale, Alabama, fui arrestado por una infracción menor de la ley de tránsito y en el juicio sumario se me multó con 35 dólares o seis meses en la cuadrilla de presidiarios encadenados entre sí. No tenía el dinero, y me enfrentaba a una sentencia de seis meses cuando faltaban unos cuantos días para la asamblea de los testigos de Jehová en Columbus, Ohio. Cuando mi esposa me dijo que me traería todas las noticias, le dije que de alguna manera esperaba llegar allí para oír el cántico de apertura: “Alaben a Jehová.” Entretanto, el juez me dijo que me pondría en la cárcel, en vez de en la cuadrilla de presidiarios encadenados entre sí. De modo que allí estuve en la cárcel. El sábado por la mañana vino a la cárcel una anciana de color del vecindario y me dijo que pagaría mi multa para que pudiera ir a la asamblea y que le podía pagar después. Se aceleraron los acontecimientos, y llegué a Atlanta un día antes de que el grupo saliera para Columbus.

      De allí en adelante no tuve más problemas. Mis hermanos cristianos contribuyeron fondos, uno de ellos pagó mi boleto de regreso a Columbus, y otro me entregó una caja con alimento que me duró los siguientes dos días. Tuve que aislarme y llorar de tan feliz que me sentía porque Jehová había creído conveniente abrir el camino para que llegara a la asamblea grande en Columbus, a tiempo para oír a la multitud de adoradores entonar juntos “Alaben a Jehová.” En aquella asamblea la Sociedad Watch Tower dio a los ministros precursores de tiempo cabal el privilegio de colocar el libro Enemigos y la revista Consolación (ahora ¡Despertad!) con todos los otros asistentes. Cuando regresamos a nuestra asignación tuvimos suficientes fondos para devolver el préstamo de 35 dólares y para comprar ropa que necesitábamos mucho.

      Cuando mi esposa y yo comenzamos a ofrecer revistas en las calles de Opelika, Alabama, fuimos arrestados y declarados culpables de una violación de su ordenanza de las aceras. Este caso pasó por los tribunales hasta el Tribunal Supremo de los Estados Unidos, donde el fallo nos fue adverso en 1942, aunque al año siguiente el tribunal se revocó. Mientras tanto, se dio bastante publicidad a la obra del Reino y, aunque algunos opositores se vieron obligados a salir y mostrar abiertamente su espíritu incorrecto, a muchas personas honradas se les abrieron los ojos a la verdad de Dios.

      La Grange, Georgia, fue nuestra asignación en 1941. Aquí, también el clero y la policía se consideraban los censores de todo lo que la gente decía o hacía. Trataron de asustarnos con amenazas para hacernos salir del pueblo, y después con el tiempo arrestaron a mi esposa. Cuando los visité para inquirir acerca de ella, me dijeron que me presentara en el tribunal a la mañana siguiente. Llegué temprano y un grupo de policías me echó mano, me llevó al sótano y me golpeó sin misericordia. Cuatro de ellos me sujetaron, uno de cada brazo y de cada pierna, y, levantándome del piso, comenzaron a darme de puntapiés en el estómago y en las costillas, todos ellos por turno. También me golpearon la cabeza con una llanta vieja de bicicleta.

      Recobré el sentido en una celda, con la cara y la cabeza muy hinchadas; tanto, que apenas podía ver. Me detuvieron por cuatro o cinco días y luego fui puesto en libertad después que un oficial sacó su pistola y me advirtió que si me veía otra vez en la población con aquella caja negra (mi maletín) me dispararía. Pero al día siguiente, a pesar de las amenazas, me resolví a visitar a algunas personas interesadas. Al ir caminando pude ver que venía la patrulla con dos o tres hombres. Ahora, pensé, es el punto crítico de mi vida. Pero al pasarme, todos miraron hacia el otro lado. Trataron de ejercer influencia en mi casera para que nos echara, pero ella se mantuvo firme.

      NADA DE JUBILACIÓN

      Por doce años disfruté del gran privilegio de ser representante viajero de la Sociedad a través de todos los estados del sur. Después, en 1955, asistí con mi esposa a la Escuela de Galaad de la Watchtower para entrenamiento misional. Aquella fue una ocasión maravillosa para adquirir conocimiento y disfrutar de la asociación estrecha con mis hermanos cristianos de otras partes del campo y también con los de las oficinas principales de la Sociedad en Brooklyn. Entonces reanudamos el servicio como ministros precursores especiales, es decir, sirviendo en poblaciones donde había necesidad de iniciar y edificar nuevas congregaciones de los testigos de Jehová.

      En mayo de 1965 fui enviado al Hospital de la Administración de Veteranos en Jackson, Misisipí, para tratamiento y observación. Cuando fui dado de alta el doctor me dijo que padecía de enfermedad arteriosclerótica del corazón, úlcera duodenal, hemorroides y vista deficiente. Me dijo que tenía que andar con cuidado de ahora en adelante. No obstante, me siento bien, y no he aflojado mucho el paso todavía. Al meditar en los cuarenta y tantos años de servicio a Jehová y contar las muchas bendiciones que he recibido, no me pesa; mi gozo es completo. Y todavía ocupan el primer lugar en mi vida los intereses del Reino.

  • Tablas “ouija”
    La Atalaya 1968 | 15 de junio
    • Tablas “ouija”

      ◆ En la actualidad hay una gran demanda por tablas “ouija.” La firma Parker Brothers declara que las ventas de tablas “ouija” están ahora oscilando en un promedio de 2.000.000 al año contra 1.750.000 juegos de Monopolio. La Parkers informa que es la primera vez que se ha superado la venta de juegos de Monopolio desde que el mismo fue puesto a la venta hace treinta y dos años. Las tablas “ouija” son usadas para mantener contacto con ‘el mundo de los espíritus,’ una forma de demonismo.

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