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  • Vaya al mismo paso que la sociedad del Nuevo Mundo
    La Atalaya 1956 | 15 de octubre
    • Vaya al mismo paso que la sociedad del Nuevo Mundo

      “Hemos dejado todas las cosas y le hemos seguido a usted”—Mat. 19:27, NM.

      1. ¿Qué es la sociedad del Nuevo Mundo, y por qué es imperativo que los amantes de la justicia vayan al mismo paso que ella?

      LA SOCIEDAD del Nuevo Mundo es una sociedad de ministros que se ensancha, extendiendo su influencia hasta los cabos de la tierra habitada. Es una organización que vive, que se mueve, que respira, cuya prosperidad espiritual no tiene igual en la historia del cristianismo. Adondequiera que se dirige, la influencia que ejerce inspira la atención de personas de corazón honrado. Es un faro en este mundo obscuro, ofreciendo palabras de esperanza y vida a todos los que vienen a quedar dentro de sus confines. Es imperativo hoy día que los que desean vivir en el nuevo mundo de justicia vayan al mismo paso que la sociedad del Nuevo Mundo. ¿Por qué? Porque, ya pronto, pasará a todos sus miembros a salvo a través de la más grande de todas las tribulaciones, la guerra del Armagedón, y los introducirá a un brillante nuevo mundo hecho por Dios, donde el género humano disfrutará de paz, prosperidad y felicidad eternas.—Mat. 24:21, NM.

      2. (a) ¿Por qué podemos decir que Jehová está respaldando a la sociedad del Nuevo Mundo? (b) ¿Cómo refleja dicha sociedad la mente de Jehová?

      2 Respaldando a esta organización productora de prodigios y responsable de su buen éxito está su Edificador y Hacedor, Jehová Dios. Sólo él pudo concebir un arreglo tan maravilloso para la preservación de su pueblo. Sólo él tiene el poder de sustentar tan grande empresa durante estos tiempos peligrosos. Y sólo él tiene la sabiduría y espíritu que se necesitan para dirigirla a fin de que logre su propósito de acuerdo con su voluntad divina. Por lo tanto Jehová es el Responsable de su existencia, de su crecimiento fenomenal y de su buen éxito. Con razón, entonces, toda alabanza y honor se dirigen a él. Como el apóstol Pablo lo declaró tan aptamente: “¿Qué, entonces, es Apolos? Sí, ¿qué es Pablo? Ministros por medio de quienes ustedes llegaron a ser creyentes, así como el Señor concedió a cada uno. Yo planté, Apolos regó, pero Dios siguió haciéndolo crecer; de modo que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios que lo hace crecer. Ahora el que planta y el que riega son uno, pero cada persona recibirá su propia recompensa según su propio trabajo. Porque nosotros somos los colaboradores de Dios. Ustedes son el campo de Dios que está bajo cultivación, el edificio de Dios.” Siendo el edificio de Dios, su ‘campo que está bajo cultivación,’ la sociedad del Nuevo Mundo refleja la mente de Jehová en relación con el género humano, por medio de ensanchar la adoración verdadera en la tierra, por medio de avanzar con conocimiento aumentado, por medio de hacer provisión para el crecimiento y prosperidad espirituales, por medio de llevar el paso con su cabeza, Cristo Jesús, quien está mostrando el camino hacia el día perfecto.—1 Cor. 3:5-9, NM; Sal. 127:1.

      3. ¿Cómo ha inspirado Jehová esperanza en el nuevo mundo, y cómo ha influido esta esperanza en los hombres?

      3 Antes de que el hombre pudiera esperar un nuevo mundo, Jehová Dios comenzó a edificar sus fundamentos y a inspirar esperanza en él. Él impulsó a ciertos hombres a escribir y declarar profecías concernientes al mundo venidero donde la justicia habrá de morar. Estas profecías llegaron a ser una fuente de gozo, esperanza y ánimo inconmensurables para hombres de buena voluntad de toda generación. Proporcionaron a los hombres el ímpetu necesario para avanzar en fe y esperar su cumplimiento final. Cuando Jehová mandó a Abrán: “Vete de tu país y de tus parientes y de la casa de tu padre al país que yo te mostraré,” Abrán obedeció sin vacilar, porque él creyó la promesa de Dios de un nuevo mundo. Pablo nos dice que Abrahán obedeció a Dios “al salir a un lugar que él había de recibir como herencia, y salió aunque no sabía adónde iba. Por fe él residió temporalmente en la tierra de la promesa como en tierra extranjera, y habitó en tiendas con Isaac y Jacob, los herederos con él de la mismísima promesa. Porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos verdaderos y cuyo edificador y creador es Dios.” Fué el gran deseo de Abrahán de vivir en el nuevo mundo que Jehová Dios había prometido lo que hizo posible que él dejara su tierra natal y se contentara con vivir, como residente temporario, en tiendas de campaña, para poder heredar la promesa. Sara, su esposa, voluntariamente se unió a él en sus viajes, desplegando así su firme fe en la promesa de Dios. Por fe los dos anduvieron hacia adelante a una nueva tierra con esperanza en un nuevo mundo.—Gén. 12:1-3; Heb. 11:8-10, NM.

      4-6. (a) ¿Quiénes fueron otros que consideraron esta promesa de un nuevo mundo? (b) ¿Cómo demostró Jesús que estaba deseoso de participar en la promesa de Jehová?

      4 La pregunta subsiste: ¿Estamos deseosos de hacer lo mismo, es decir, de ejercer la misma fe en la promesa de Dios y buena disposición como Abrahán y su esposa Sara? El hecho de que Abrahán no heredó la promesa durante su vida no impidió que Isaac o Jacob siguieran en las pisadas de Abrahán de ejercer fe en Dios y recomendar el mismo proceder a sus hijos. Jesús dijo de Abrahán: “Abrahán el padre de ustedes se regocijó grandemente por la perspectiva de ver mi día, y lo vió y se regocijó.” Tan grande era la fe de estos patriarcas en la promesa de Dios que estaban dispuestos a dar todas las cosas, aun su misma vida, para poder heredar la promesa del nuevo mundo.—Juan 8:56; Heb. 11:39, NM.

      5 Moisés ejerció la misma fe en la promesa de Dios. Aquel que había sido criado en las cortes de Faraón “estimó el vituperio del Cristo como riquezas más grandes que los tesoros de Egipto.” Moisés respondió la llamada de Dios cuando tenía ochenta años de edad, dejando atrás la vida de pastor para ser testigo de Jehová ante Faraón y el caudillo de la nación de Israel. En Israel tenemos un ejemplo de cómo una nación entera halló esperanza en la promesa de Jehová de un nuevo mundo. Pablo habla de una gran ‘nube de testigos’ que se quitaron todo peso para poder llegar a ser participantes de la promesa.—Heb. 11:26, 27; 12:1, NM.

      6 El principal de esta gran ‘nube de testigos’ fué Cristo Jesús: “Quien, aunque estaba existiendo en forma de Dios, no dió consideración a un arrebatamiento, a saber, que debía ser igual a Dios. No, sino que se despojó a sí mismo y tomó la forma de un esclavo y vino a estar en la semejanza de los hombres. Más que eso, cuando se halló en forma de hombre, se humilló y se hizo obediente hasta la muerte, sí, muerte en un madero de tormento. Por esta misma razón Dios también le exaltó a un puesto superior.” Jesús dió su todo, lo cual era muchísimo más que todo lo que la raza humana pudiera dar, para poder participar en la promesa de Jehová de un nuevo mundo. Él ilustró cuán deseoso estaba de hacer esto en varias parábolas: “El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo, que un hombre halló y escondió, y por el gozo que tiene va y vende las cosas que tiene y compra aquel campo. Otra vez, el reino de los cielos es semejante a un comerciante viajero que busca perlas finas. Hallando una perla de gran valor, se fué y prontamente vendió todo lo que tenía y la compró.” Tan completamente se había despojado Jesús que pudo decir a cierto escriba que deseaba seguirle: “Las zorras tienen cuevas y las aves del cielo tienen perchas, pero el Hijo del hombre no tiene donde recostar su cabeza.” En vez de lamentar la pérdida de “todas las cosas” Jesús recomendó este proceder a sus seguidores, si querían alcanzar el Reino.—Fili. 2:5-9; Mat. 13:44-46; 8:20; Col. 1:15, 16, NM.

      7. (a) ¿Qué consejo útil para alcanzar el nuevo mundo dió Jesús? (b) ¿Qué significa seguir a Cristo?

      7 Jesús sabía lo que se necesitaría para vencer a este mundo; por eso dijo: “Si alguien quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo y levante su madero de tormento y me siga continuamente. Porque cualquiera que desee salvar su alma la perderá; pero cualquiera que pierda su alma por mi causa la hallará. Porque ¿de qué beneficio le será a un hombre si adquiere todo el mundo pero pierde su alma? o ¿qué dará un hombre en cambio por su alma? Porque el Hijo del hombre está destinado a venir en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces recompensará a cada uno de acuerdo con su comportamiento.” Por lo tanto, el seguir a Jesucristo significa practicar el cristianismo; significa el negarse uno mismo en una vida de dedicación a los principios del cristianismo. Requiere que uno levante el “madero de tormento” y participe de algunos de los trabajos y sufrimientos que Jesús dejó atrás. Significa que uno abandona sus propias ambiciones y los deseos personales que tenga de acumular riquezas, prestigio y poder. El profeta Job dijo: “Si he puesto el oro por mi esperanza, y al oro fino he dicho: ¡Tú eres mi confianza! . . . yo hubiera renegado de Dios que está allá arriba.” De modo que el seguir a Cristo significa el abandonar el viejo mundo, todo el mundo y la vida, si es necesario. Requiere plena obediencia y lealtad al cristianismo, como las que el soldado da a la causa de la independencia y la libertad. Pablo hace claro este punto, diciendo: “Ningún hombre que sirve como soldado se envuelve en los negocios comerciales de la vida, a fin de que pueda alcanzar la aprobación de aquel que lo alistó como soldado.” Los cristianos que siguen a Cristo tienen que estar listos para responder al deber con la misma buena disposición que mostró el profeta Isaías, quien, cuando oyó la pregunta: “¿A quién enviaré? ¿y quién irá por nosotros?” contestó: “¡Aquí estoy yo; envíame a mí!” Dado que no tenía ningún apego a este viejo mundo, estaba libre para responder a la llamada de Jehová. Esta fué la porción envidiable que hombres fieles, como Abrahán, Isaac y Jacob y otros, tuvieron por su fe. Esta tiene que ser la porción de todos los que hoy día van al mismo paso que la sociedad del Nuevo Mundo.—Mat. 16:24-27, NM; Job 31:24, 28; 2 Tim. 2:4, NM; Isa. 6:8.

      EXHORTADOS A DAR TODO

      8. ¿Qué exhortación dió Jesús a sus seguidores, y cómo respondieron?

      8 Cuando estableció el cristianismo Jesucristo exhortó a sus seguidores a exhibir esta misma fe, la fe de Abrahán. Y sus apóstoles inmediatos mostraron que tenían esta fe. Note en particular la buena disposición con que respondieron a la llamada de Jesús: “Vengan en pos de mí.” El relato inspirado dice acerca de Pedro y Andrés, que estaban pescando con sus redes al tiempo que Jesús los llamó: “Dejando al instante las redes, le siguieron.” De Santiago y Juan, a quienes se les llamó cuando estaban reparando sus redes, el relato dice: “Dejando al instante la barca y a su padre, le siguieron.” Cuando un discípulo quiso volver para enterrar a su padre, Jesús respondió: “Continúa siguiéndome, y deja que los muertos entierren a sus muertos.” La idea que esto encierra es que ellos no dejaron que nada se interpusiera en su camino; ocupación, familia, amigos no se consideraban de primera importancia. Pusieron estas cosas en una posición secundaria y la cosa más deseable, el reino de Dios, ocupó el primer lugar en su vida. No hubo meses de ahorrar antes de dejar su trabajo, ni una consideración cautelosa de las cosas para ver si valdría la pena o no. Tampoco preguntaron los apóstoles: ¿Qué sacaré yo de ello? Más bien, respondieron inmediatamente, desplegando gran fe en Jehová, su Hijo y el arreglo que se había hecho para su existencia continuada.—Mat. 4:18-22; 8:22, NM.

      9. ¿Cómo habían de evaluar sus privilegios del Reino?

      9 Jesús había impresionado a sus seguidores con el valor de alcanzar el Reino. Valdría la pena obtenerlo, al costo que fuera. Él dió énfasis a lo necesario que serían la abnegación, el trabajo arduo, el aguante y la paciencia para lograr la meta de la fe, que es la salvación de nuestra alma. Él recalcó que el seguirlo continuamente significaba que uno tenía que estar libre de los vínculos y obligaciones mundanos. El alimento, ropa, abrigo y las otras necesidades de la vida fueron hechas cosas incidentales. “Porque todas éstas son las cosas que las naciones buscan con anhelo. Porque su Padre celestial sabe que necesitan todas estas cosas. Sigan, pues, buscando primero el reino y su justicia, y todas estas otras cosas les serán añadidas. Por tanto, nunca estén ansiosos en cuanto al día siguiente, porque el día siguiente tendrá sus propias ansiedades. Suficiente para cada día es su propio mal.” La cosa principal era el Reino; en comparación todas las demás cosas se convertían en nada. Pablo expresó cómo él se sentía acerca de ello: “Por motivo de él [Cristo] he aceptado la pérdida de todas las cosas y las considero un montón de basura, para que pueda ganar a Cristo.” Y el apóstol Juan razonó de esta manera: “El mundo está desapareciendo y también su deseo, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” ¿Qué mejor razón podría darse en cuanto a por qué abandonar este mundo y dedicarse completamente y sin reservas al reino de Dios? Si era necesario tener fe y confianza absolutas en Jehová y Cristo Jesús para ir al mismo paso que la creciente iglesia cristiana del primer siglo, ¿será posible hacerlo con menos hoy día?—Mat. 19:27; 6:32-34; Fili. 3:8; 1 Juan 2:17, NM.

      10. ¿Cuál ha sido el resultado de la respuesta fiel al mandato de hacer “discípulos de gente de todas las naciones”?

      10 El obedecer fielmente a la comisión de ir y hacer “discípulos de gente de todas las naciones” ha hecho que la congregación cristiana crezca hasta que hoy día se halla representada en toda la tierra por ministros dedicados que declaran estas buenas nuevas del reino establecido de Dios. Particularmente en los últimos treinta y siete años cientos de millones de personas han llegado a oír acerca del gobierno divino del nuevo mundo. De estos millones, cientos de miles han reconocido que éste es el mensaje dador de vida que Dios tiene para este día. Estos han respondido con la misma fe y gozo con que respondieron los profetas de la antigüedad y los discípulos de Jesús, y han dedicado su vida a Dios por medio de Jesucristo y se han unido para mantener en alto esta antorcha brillante del Reino. Todos juntos, estos testigos cristianos forman una sociedad que no es parte de este viejo mundo. Están a favor del nuevo mundo de justicia de Dios; por lo tanto forman una sociedad del Nuevo Mundo.—Mat. 28:19, 20; 24:14, NM.

      11. ¿Se requiere que los miembros de la sociedad del Nuevo Mundo hagan los mismos sacrificios que los testigos cristianos del primer siglo?

      11 Ahora, siendo éstos miembros de la sociedad del Nuevo Mundo, ¿se requiere que hagan los mismos sacrificios y desplieguen la misma fe que aquellos testigos cristianos del primer siglo? Sí. Porque no hay ninguna colección separada de reglas de comportamiento o del ministerio para los cristianos de cierto siglo. Todos ellos siguen el mismo Dechado, Cristo Jesús. Pedro escribió: “De hecho, ustedes fueron llamados a este curso, porque hasta Cristo sufrió por ustedes, dejándoles un modelo para que siguieran cuidadosamente sus pisadas.” Pablo exhortó: “Háganse imitadores de mí, así como yo lo soy de Cristo.” Y otra vez: “Sean imitadores de aquellos que por medio de la fe y la paciencia heredan las promesas.” “Porque todas las cosas que fueron escritas de antemano fueron escritas para nuestra instrucción, para que por medio de nuestro aguante y por medio del consuelo de las Escrituras tengamos nosotros esperanza.” Por lo tanto, además del ejemplo perfecto de Cristo, tenemos por escrito el ejemplo de Abrahán y de todos los profetas de antes de nosotros que podemos estudiar como lecciones provechosas si queremos ir al mismo paso que la sociedad del Nuevo Mundo.—1 Ped. 2:21; 1 Cor. 11:1; Heb. 6:12; Rom. 15:4; 1 Cor. 10:11, NM.

      12. ¿Cuál tiene que ser la actitud mental de los que van al mismo paso que la sociedad del Nuevo Mundo?

      12 Se está haciendo cada vez más claro que para que cualquiera de nosotros vaya al mismo paso que la sociedad del Nuevo Mundo tenemos que responder a las instrucciones de Jehová con la misma prontitud y buena disposición con que respondieron los profetas y apóstoles fieles. No nos podemos dejar atar a este viejo mundo y al mismo tiempo pensar que podemos llevar el mismo paso que esta sociedad cristiana de ministros. Tenemos que estar libres para contestar llamadas como las contestaron Abrahán y Moisés, deseosos de avanzar y dejar atrás los intereses del viejo mundo. Tenemos que estar deseosos de contestar la llamada del Maestro: “Venga y sea mi seguidor,” y contestarla en el sentido completo de Pedro: “Hemos dejado todas las cosas y le hemos seguido a usted.” Dejar atrás “todas las cosas,” no con un anhelo por ellas, como la esposa de Lot, sino al contrario sin ningún pesar, y con gozo de que se nos haya extendido tal oportunidad para que la cumplamos. Como dijo Pablo, quien lo abandonó todo: “Estoy listo no sólo para ser atado sino también para morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús.” Esta debe ser nuestra determinación y devoción.—Mar. 10:21; Mat. 19:27; Hech. 21:13, NM.

      13. ¿Qué puede decirse de aquellos que todavía se adhieren al viejo mundo, y qué exhortación puede dárseles?

      13 Sin embargo, todavía hay algunos “cristianos” que piensan que es posible vivir en la sociedad del Nuevo Mundo y en el viejo mundo al mismo tiempo. Pero aun éstos que parecen lentos en aprender están descubriendo que la tarea es cada vez más difícil. Su dedicación no ha sido completa. No han dejado verdaderamente “todas las cosas” y seguido a Cristo. Su dedicación ha sido con reservas, “condicional.” Todavía anhelan los lujos y placeres del sistema de cosas que está desapareciendo. Saben que el llevar el mismo paso que la sociedad del Nuevo Mundo demanda tiempo, y los placeres del viejo mundo demandan tiempo. En consecuencia los afectos de uno son puestos a prueba, hay un estiramiento en diferentes direcciones, lo cual resulta en tensión y frustración. Una persona inestable, de mente dividida, no es grata a la vista de Jehová. “De hecho,” dice Santiago, “que no piense ese hombre que recibirá algo de Jehová; él es un hombre indeciso, inconstante en todos sus caminos.” “Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes. Límpiense las manos, pecadores, y purifiquen su corazón, ustedes indecisos. Siéntanse afligidos, laméntense y lloren. Conviértase su risa en lamento, y su gozo en desaliento. Humíllense a la vista de Jehová, y él los ensalzará.” Los que insisten en llevar vidas dobles no son verdaderamente humildes. Siempre se les halla al punto de pasarse de la línea de limitación. Prefieren pasar por alto el consejo sabio de Jehová. Renuentes a romper completamente con el viejo mundo, se prenden a duras penas del nuevo, hasta que el viejo mundo los arrastra completamente al olvido. Es peligroso tratar de estar de ambas partes en el punto en disputa, e imposible ser esclavo de dos amos. “Porque u odiará al uno y amará al otro, o se adherirá al uno y despreciará al otro. Ustedes no pueden ser esclavos de Dios y de las Riquezas.”—Sant. 1:7, 8; 4:8-10; Mat. 6:24, NM.

      NO HAY LUGAR PARA INDECISIÓN

      14, 15. (a) ¿Por qué no hay lugar para indecisión ahora? (b) ¿Por qué hay que tener determinación y valor para ir al mismo paso que la sociedad del Nuevo Mundo?

      14 Ahora el paso acrecentado de la sociedad del Nuevo Mundo no deja lugar para indecisión. Aun un ligero titubeo significa terreno perdido. Y mientras más titubeemos y mientras por más tiempo lo hagamos, tanta más distancia tendremos que recobrar si hemos de ir al mismo paso que la sociedad del Nuevo Mundo. Eso significa que tendrá que hacerse mayor esfuerzo y emplearse mayor determinación. La verdad trágica es que el perder distancia casi siempre resulta ser desastroso, porque la marcha progresiva de la sociedad del Nuevo Mundo es inflexible, al avanzar constantemente hacia el día perfecto. Hay que tener fe, valor y determinación para ir al mismo paso que ella. Especialmente ahora, dado que se exige más y más de nuestro tiempo. Se hacen llamadas al precursorado, al servicio misional y al de Betel a las cuales contestar con un “¡Aquí estoy yo; envíame a mí!” Más atención ha de dedicarse al ministerio de casa en casa, al entrenamiento de nuevos publicadores del Reino, a hacer revisitas a los que muestran interés en el mensaje del Reino, y a estudios bíblicos de casa que han de conducirse con personas de buena voluntad. Todo esto requiere tiempo, nuestro tiempo y fuerza vital. Pero dado que es tiempo dedicado, entonces justamente pertenece a Jehová. “No pertenecen a ustedes mismos, porque fueron comprados con un precio. Sin falta, glorifiquen a Dios en el cuerpo de ustedes en conjunto.” “Devuelvan . . . las cosas de Dios a Dios.”—Isa. 6:8; 1 Cor. 6:19, 20; Mat. 22:21, NM.

      15 Pero eso no es todo lo que hay que hacer. Hay estudios y reuniones de congregación a las cuales asistir y prestar apoyo. Estas requieren pensamiento y el prepararse con anticipación. Nuestros estudios personales no deben ser descuidados, ni nuestras obligaciones de familia. El menor enredo con el viejo mundo puede ser un obstáculo y estorbar nuestro progreso hacia el nuevo mundo. Por eso Jesús aconsejó a los que querían seguirlo que se negaran a sí mismos y levantaran el madero de tormento y lo siguieran continuamente. Pablo aconsejó de manera parecida: “Quitémonos también todo peso y el pecado que tan fácilmente nos enreda, y corramos con aguante la carrera que está puesta delante de nosotros, mientras miramos atentamente al caudillo y perfeccionador de nuestra fe, Jesús.” Si prestamos atención a esta exhortación sabia, el ir al mismo paso que la sociedad del Nuevo Mundo no será tan difícil como lo es para los que están abrumados con las cosas de esta vida.—Heb. 12:1, 2; Mat. 16:24, NM.

      16. ¿Qué debe preguntarse todo miembro de la sociedad del Nuevo Mundo?

      16 El estar atados innecesariamente a este viejo mundo sólo tiende a desalentarnos; impide nuestro progreso y destruye el gozo que normalmente derivamos de servir a Jehová. En realidad, si no ejercemos dominio sobre las actividades del viejo mundo, nos llevarán a una parada en seco. Todo miembro de la sociedad del Nuevo Mundo debe interesarse en su progreso hacia el nuevo mundo. Debe preguntarse: ¿Cuál es mi lugar en relación con la sociedad del Nuevo Mundo? ¿Estoy yendo al mismo paso que ella? ¿Estoy descuidando intereses del Nuevo Mundo por las actividades del viejo mundo? ¿Respondo yo a las llamadas teocráticas como lo hicieron los profetas y apóstoles fieles? ¿O estoy dejando que los intereses seglares consuman mi tiempo? A un joven rico y moral que deseaba conseguir la vida eterna, Jesús dijo: “‘Una cosa falta acerca de usted: Vaya, venda las cosas que tiene y dé a los pobres, y usted tendrá tesoro en el cielo, y venga y sea mi seguidor.’ Pero él se entristeció por ese dicho y se fué afligido, porque tenía muchas posesiones. Después de mirar alrededor Jesús dijo a sus discípulos: ‘¡Qué cosa tan difícil les será a los que tienen dinero entrar en el reino de Dios!’” No vaya a dejar que el dinero, el materialismo, las cosas de este mundo, le impidan conseguir la vida.—Mar. 10:17-30, NM.

      17. ¿Pierde algo el cristiano por romper completamente con el viejo mundo?

      17 Fué después de la conversación de Jesús con el joven que Pedro dijo: “¡Mire! nosotros dejamos todas las cosas y le hemos estado siguiendo a usted.” Jesús contestó de esta manera: “Verdaderamente les digo: Nadie ha dejado casa o hermanos o hermanas o madre o padre o hijos o campos por mi causa y por causa de las buenas nuevas que no haya de recibir un céntuplo ahora en este período de tiempo, casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y campos, con persecuciones, y en el sistema de cosas venidero vida eterna.” En otras palabras, Jesús le dijo a Pedro que el cristiano no pierde ni una sola cosa al abandonar el viejo mundo, ni pierde cosa alguna ningún testigo cristiano de Jehová que haga lo mismo por causa de ir al mismo paso que la sociedad del Nuevo Mundo. Ganamos un céntuplo de todo lo que abandonamos, y más. El resto ungido conseguirá además de esto una vida gloriosa en los cielos como novia de Cristo, y las otras ovejas del Señor conseguirán vida eterna en una nueva tierra paradisíaca. Todo esto por no perder la fe, y por avanzar confiadamente con la sociedad del Nuevo Mundo en su camino al nuevo mundo.

  • Vaya al mismo paso amoldándose a los requisitos teocráticos
    La Atalaya 1956 | 15 de octubre
    • Vaya al mismo paso amoldándose a los requisitos teocráticos

      “Te doy órdenes de que observes el mandamiento de manera inmaculada e irreprensible hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo.”—1 Tim. 6:13, 14, NM.

      1. ¿Cuál fué la gran responsabilidad que les sobrevino a los testigos ungidos de Jehová y cristianos profesos después de 1914 d. de J.C.?

      CON el establecimiento del reino de Jehová en el año 1914 (d. de J.C.) una gran responsabilidad les sobrevino a los testigos ungidos de Jehová Dios y a todos los que profesaban el cristianismo. ¿Se levantarían para declarar estas buenas nuevas del reino establecido en toda la tierra habitada con el propósito de dar un testimonio a todas las naciones, o les faltaría su fe, de modo que se hundieran en el olvido desesperanzado de este viejo mundo? El tener fe y confianza en Jehová y en su Palabra era un requisito que tenía que llenarse antes de que Dios pudiera usarlos como testigos suyos. Por lo tanto, Jesús preguntó: “Cuando llegue el Hijo del hombre, ¿verdaderamente hallará esta fe sobre la tierra?” Dando un vistazo a través de los años allá a 1918, cuando Jehová vino a su templo, sinceramente podemos dar gracias a Dios de que él hallara “esta fe sobre la tierra,” la fe de Abrahán. Halló a hombres y mujeres que estaban enteramente dedicados a él como el Todopoderoso Dios Jehová y que abandonaron “todas las cosas” de este mundo y no amaron su vida hasta la muerte.—Luc. 18:8; Mat. 19:27; 24:14; Apo. 12:11, NM.

      2, 3. (a) ¿Por qué y cómo usó Jehová al resto ungido? (b) ¿Qué palabras de Isaías comenzaron a tener cumplimiento?

      2 Esos años de 1914 a 1918 fueron años angustiosos. El enemigo había demolido considerablemente su organización visible terrestre, pero no pudo destruir su amor y devoción a Dios. Su fe en él permaneció imperecedera. Fué con estos dedicados que Jehová comenzó a edificar una nueva organización terrestre, una sociedad del Nuevo Mundo, bajo el establecido reino de Dios. A estos fieles colectivamente, Jesús los ‘nombró al cargo de todos sus bienes.’ Inmediatamente sintieron el apremio de su responsabilidad y cargo. Y dado que estaban libres de todo vínculo con la Babilonia mística pudieron emprender inmediatamente el trabajo que se hallaba a la mano, el cumplir su comisión de declarar hasta los fines de la tierra las buenas nuevas del reino de Jehová. Con el espíritu de Dios sobre ellos y mucho trabajo que hacer, los del resto ungido volvieron a la vida y ante ellos relució un futuro brillante y de bendición divina, al formar ellos el núcleo de la sociedad del Nuevo Mundo.—Mat. 24:45-47, NM; Eze. 37:1-14; Apo. 11:11.

      3 Las palabras de la profecía de Isaías comenzaron a tener cumplimiento: “¡Levántate! ¡resplandece, oh Sión! porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Pues he aquí que las tinieblas cubrirán la tierra, y densas tinieblas las naciones; mas Jehová, cual sol, se levantará sobre ti, y en ti será vista su gloria. Y naciones vendrán a tu luz, y reyes a tu naciente resplandor. ¡Alza tus ojos, mira al rededor y ve! todos estos se reúnen y vienen a ti: tus hijos vendrán de lejos, y tus hijas serán llevadas en brazos. Entonces tú lo verás, y rebosarás de gozo; y pasmaráse tu corazón y se ensanchará; porque las riquezas del mar serán derramadas sobre ti; los caudales de las naciones vendrán a ti.” “Asimismo vendrán a ti, postrándose, los hijos de los que te afligieron; y a las plantas de tus pies se encorvarán todos los que te trataron con desprecio; y te llamarán la ciudad de Jehová; la Sión del Santo de Israel.” Después de 1919, y especialmente desde 1935, grandes muchedumbres de personas, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas, comenzaron a reunirse con la sociedad del Nuevo Mundo para instrucción teocrática. La organización universal de Dios llegó a ser conocida como “La ciudad de Jehová; la Sión del Santo de Israel.”—Isa. 60:1-5, 14; Apo. 7:9; Miq. 4:1-5.

      4. ¿Por qué es necesario que los mansos se amolden a los requisitos de Jehová, y cuáles son algunos de esos requisitos?

      4 Ahora que estas personas mansas han venido a la organización teocrática de Jehová, es del todo correcto que se amolden a los requisitos de Él; porque sólo si proceden así podrán ellos ir al mismo paso que la sociedad del Nuevo Mundo. Entre los primeros requisitos está la necesidad de reconocer la organización teocrática; que por medio de la clase del “esclavo fiel y discreto” Jehová está suministrando a su rebaño alimento espiritual al debido tiempo. También, el estudio y la asociación son requisitos gozosos, un medio de correr parejas con la luz de entendimiento que siempre va aumentando emitida por medio de la organización del Nuevo Mundo. Hay que reconocer lo necesario que es descartar los hábitos y las ambiciones del viejo mundo. Las riñas, los odios raciales y religiosos, las tradiciones, los orgullos y rivalidades nacionales y un sinnúmero de otras teorías divisivas y prácticas peculiares del viejo mundo deben verse como cosas que uno gozosamente echa a un lado porque pertenecen a este sistema de cosas que está desapareciendo. Toda forma de egoísmo mundano, de celos, envidias, ambiciones ególatras, guerras sectarias religiosas, persecuciones de unos a otros—todas ellas manifestaciones del espíritu de este sistema agonizante y su dios, Satanás—tienen que ser dejadas a este viejo mundo. No hay lugar para ellas en el nuevo sistema de cosas. Y es sólo al amoldarnos a estos requisitos teocráticos que nos será posible ir al mismo paso que la sociedad del Nuevo Mundo.—Sant. 3:13-18; 4:1-4; Mat. 24:45, 46, NM.

      EJERCIENDO GOBIERNO DE UNO MISMO

      5. ¿Cómo le ayuda a uno el gobierno de uno mismo a llevar el paso de la sociedad del Nuevo Mundo?

      5 El recorrido hacia el nuevo mundo requiere gobierno de uno mismo. Moisés después de servir diligente y fielmente por muchos años como siervo de Jehová no entró en la Tierra Prometida, porque en una ocasión perdió el gobierno de sí mismo. Él se dejó llevar a la ira, y en un momento de cólera no santificó a Jehová a la vista de Israel. Eso le costó el privilegio de entrar en la Tierra Prometida. Los que viajan hoy día hacia la Tierra Prometida antitípica tienen que estar alerta en contra de perder el dominio. El gobierno de uno mismo es moderación y autodisciplina en todas las cosas. Pablo aconsejó a los filipenses: “Llegue a ser conocida a todo hombre su racionalidad.” A medida que abandonamos los hábitos del viejo mundo y hacemos nuestros los hábitos del nuevo, queremos hallarnos adoptando un proceder razonable, sensato en todo lo que hacemos. El consejo del sabio es: “No seas excesivamente justo; ni te hagas sabio en demasía; ¿por qué querrás destruirte? No quieras ser muy inicuo, ni seas un insensato; ¿por qué has de morir antes de tu tiempo?” Esto significa gobierno de uno mismo, un conocimiento de cuándo comenzar y cuándo terminar. El llegar a ser, no extremadamente de una manera o de otra, no desigual o desproporcionado, sino equilibrado en todas las cosas, es un detalle de importancia al que quiere ir al mismo paso que la sociedad del Nuevo Mundo.—Fili. 4:5, NM; Ecl. 7:16, 17.

      6. ¿Qué debe poder recomendar todo miembro de la sociedad del Nuevo Mundo?

      6 Le es obligatorio a cada persona que viaja hacia el nuevo mundo, y especialmente a los siervos, poner ejemplos apropiados. Todo siervo debe comportarse de tal modo que pueda recomendar su proceder a otros. Cada uno debe poder decir igual que el apóstol: “Háganse imitadores de mí, así como yo lo soy de Cristo.” ¿Qué clase de ejemplo fué este apóstol? Bajo inspiración, aquí está lo que él dijo de sí mismo: “Los llamo para que sean testigos este mismo día de que yo estoy limpio de la sangre de todos los hombres, porque no me he retraído de decirles a ustedes todo el consejo de Dios. . . . Por lo tanto manténganse despiertos, y recuerden que por tres años, noche y día, no cesé de amonestar a cada uno con lágrimas. Y ahora los encomiendo a Dios y a la palabra de su bondad inmerecida, la cual palabra puede edificarlos y darles la herencia entre todos los santificados.”—1 Cor. 11:1; Hech. 20:26-32, NM.

      7. ¿Por qué no puede permitir el siervo que sus hábitos, y especialmente sus hábitos de comer y beber, sean desordenados?

      7 Los siervos del Nuevo Mundo tienen que copiar el ejemplo excelente de Pablo para que ellos también sean ejemplos de bien a las muchas decenas de miles de personas que cada año llegan a formar parte de la sociedad del Nuevo Mundo. Estos nuevos, al ver este ejemplo excelente de comportamiento que se pone delante de ellos, se sentirán impulsados a imitar a los siervos y así irán al mismo paso que la sociedad del Nuevo Mundo. Por eso Pablo declaró enérgicamente: “El superintendente por lo tanto debe ser irreprensible, el esposo de una sola mujer, moderado en los hábitos, de juicio sano.” El siervo no puede permitir que sus hábitos sean desordenados. El rebaño de Dios espera de él dirección apropiada. Algunos hábitos muy fácilmente pueden llegar a ser inmoderados a menos que se ejerza gobierno de uno mismo. Esto es especialmente cierto de los hábitos del comer y el beber. Se nos advierte que ni los glotones ni los borrachos heredarán el reino de Dios. El atracarse de alimento manifiesta falta de buen juicio. Mina la energía de uno y lo hace mentalmente perezoso y soñoliento. El beber con exceso hace que uno pierda el gobierno de uno mismo. Un borracho carece de serenidad, dignidad y respetabilidad. ¿Cómo puede un borracho representar la organización teocrática con una conciencia limpia? ¡Imposible! La borrachera impide el progreso y deshonra a la congregación de Dios y de su Cristo. Ciertamente no es cosa digna de los que corren parejas con la sociedad del Nuevo Mundo. Por lo tanto Pablo aconseja a los superintendentes que sean moderados “en los hábitos, . . . no un pendenciero ebrio, no un golpeador, sino razonable.” Y a las mujeres cristianas su consejo es: “Ser serias, no calumniadoras, moderadas en los hábitos, fieles en todas las cosas.” Y a la familia de Dios él dice: “Sea que estén comiendo o bebiendo o haciendo cualquier otra cosa, hagan todas las cosas para gloria de Dios.”—1 Tim. 3:2, 3, 11; 1 Cor. 9:25; 10:31, NM.

      8. ¿Por llevar qué clase de vida debe esforzarse el cristiano?

      8 El amoldarse a los requisitos de Dios permite que el testigo cristiano lleve una vida equilibrada y feliz. Trae satisfacción. Y “la devoción piadosa es un medio de ganancia. Ciertamente es un medio de gran ganancia, esta devoción piadosa junto con suficiencia en sí mismo.” Ayuda al cristiano a apreciar que él sólo es uno de un gran cuerpo de alabadores que refleja la gloria de Dios; que su comportamiento se hace sentir en la entera organización cristiana, ya sea ayudando o impidiendo el progresar con la sociedad del Nuevo Mundo.—1 Tim. 6:5, 6, NM.

      9. ¿Cómo podemos examinar nuestros hábitos?

      9 El formar buenos hábitos no es fácil en un mundo imperfecto, porque los hábitos no se forman automáticamente. Los buenos hábitos tienen que ser cultivados meditativamente por medio de trabajo arduo. Y en la mayor parte los buenos hábitos son los frutos del espíritu de Dios, un resultado de la aplicación diligente de su Palabra. Los hábitos malos o incorrectos inevitablemente nos harán perder el paso y nos sacarán de la sociedad del Nuevo Mundo. De modo que examine sus hábitos y progreso. Pregúntese: ¿Se hubiera portado Jesús como me porté yo? ¿Cómo hubiera él manejado este asunto que demanda gobierno de uno mismo? Copie su ejemplo. Si está a punto de emprender un derrotero dudoso, pregúntese: ¿Enriquecerá o corromperá este derrotero mi aprecio del Creador? ¿Qué sucederá si dejo que las cosas se desarrollen hasta el grado más pleno? ¿Será el fruto teocrático, razonable, práctico? ¿O perjudicará mi bienestar espiritual? Recuerde las palabras de Pablo: “Sigan examinándose para ver si están en la fe.” Sigan examinándose para ver si están yendo al mismo paso que la sociedad del Nuevo Mundo, por medio de examinar su actitud mental, su disposición, su comportamiento y su progreso. Sigan haciéndose maduros no sólo horizontalmente, es decir, hacia adelante con los años en la verdad, sino hacia arriba también, verticalmente, en espiritualidad, apreciación, amor y entendimiento. “Sigan probando lo que ustedes mismos son.”—2 Cor. 13:5, NM.

      OBEDIENTES A LA REPRESENTACIÓN TEOCRÁTICA

      10, 11. ¿De qué manera deben considerarse las normas y principios del Nuevo Mundo y la clase del “esclavo fiel y discreto”?

      10 Los recién llegados tienen que aprender a amoldarse a los principios y normas de la sociedad del Nuevo Mundo y a obrar en armonía con ellos, de modo que todos funcionen suavemente para el bienestar y bendición de todos los que están dentro de la organización, para la gloria de Dios el Padre. Algunas veces se les hace algo difícil a algunos de nuestros nuevos asociados hacer este cambio. Tienen la tendencia de ser un poco rebeldes o ingobernables. Pero para llegar a ser genuinamente parte de la sociedad del Nuevo Mundo es imperativo que se muestre respeto al arreglo y orden teocráticos. Hay que tener una actitud mental humilde, obediente. No podemos permitir que las disposiciones y tendencias del viejo mundo influyan en nuestro pensamiento y acciones una vez que hayamos entrado en la organización del Nuevo Mundo. Hemos dejado atrás al viejo mundo, por eso ¿por qué no dejarlo todo atrás para siempre? ¿Por qué tratar de arrastrar con uno las normas y métodos del viejo mundo al arreglo del Nuevo Mundo? Dichas normas no le han resultado provechosas al viejo mundo; ¿cómo le pueden ser de algún valor al nuevo? Sólo si hacemos un esfuerzo concienzudo por rehacer nuestra mente, rehusando amoldarnos a este sistema de cosas, podremos probar para nosotros mismos la buena y aceptable y completa voluntad de Dios.—Rom. 12:2, NM.

      11 Dado que al “esclavo fiel y discreto”’ se le han confiado todos los bienes del Amo, entonces consideremos con la apropiada percepción mental que cualquier cosa que el “esclavo fiel” hace es para nuestro bien. De este modo el esclavo está cumpliendo su propia obligación ante Jehová por medio de efectuar Su trabajo. Por lo tanto la voluntad del esclavo es la voluntad de Jehová. El rebelarse contra el esclavo es rebelarse contra Dios. El tener la debida actitud mental respecto a la dirección del esclavo es una parte del ir al mismo paso que la sociedad del Nuevo Mundo.

      12. ¿Por qué es peligroso seguir el camino del “librepensador”?

      12 Una tendencia entre la generación ascendente es exaltar la individualidad—“librepensamiento,” lo llaman. El “librepensador” expresa un deseo individual de independencia. Resiste el ser atado a cualquier regla o reglamento establecido. Tiene su propio modo de hacer las cosas, que a él siempre le parece mejor. El someterse a la autoridad o representación teocrática se le hace difícil a él. Siente que le hace falta espacio, como si estuviera rodeado por todos lados de instrucciones. Todos los que están en la sociedad del Nuevo Mundo han perdido el paso menos él. Parece que él siempre sabe una manera mejor de hacer las cosas. Su proceder es un proceder hinchado de orgullo y amor propio. Si no tiene cuidado de rectificar su indocilidad, engreimiento, su orgullo lo conducirá a una caída vergonzosa. Siempre es mejor reconocer de la manera bíblica el arreglo teocrático que nos trajo la verdad y amoldarnos a él que resistir su dirección simplemente porque a veces no entendemos por qué se hacen las cosas de la manera que se hacen. “Confía en Jehová con todo tu corazón, y no te apoyes en tu mismo entendimiento: tenle presente en todos tus caminos, y él dirigirá tus senderos. No seas sabio a tus propios ojos; teme a Jehová y apártate del mal.” “La soberbia precede a la destrucción, y el espíritu altivo va delante de la caída. Mejor es ser de espíritu sumiso en medio de los humildes, que repartir los despojos entre los orgullosos.” Basten estas palabras.—Pro. 3:5-7; 16:18, 19.

      13. ¿Cómo muestran las Escrituras lo necesario que es obedecer a la representación teocrática y tenerle respeto?

      13 El obedecer a la representación teocrática y tenerle respeto es un requisito en la organización de Jehová. “Que los de mayor edad que presiden de manera correcta sean considerados dignos de doble honra, especialmente los que trabajan con ahinco en hablar y enseñar.” (1 Tim. 5:17, NM) Jehová es responsable de la organización de sus criaturas y delega poder y autoridad a éstas y dirige qué honor debe dárseles. “Ahora Dios ha colocado a los miembros en el cuerpo, cada uno de ellos, así como él quiso.” Los superintendentes terrestres representan a Jehová en su asignación tanto como los celestiales. “Estén en sujeción los unos a los otros en temor de Cristo. Estén sujetas las esposas a sus esposos como al Señor, . . . De hecho, así como la congregación está sujeta al Cristo, que las esposas también lo estén así a sus esposos en todo. . . . La esposa debe tenerle profundo respeto a su esposo.” Esto demuestra lo necesario que es el orden y tenerle respeto dentro de la congregación cristiana a la autoridad delegada.—1 Cor. 12:18; Efe. 5:21-33, NM.

      14-16. (a) ¿Cómo se ilustra el respeto a la representación teocrática en el caso de Zacarías? (b) ¿En el caso de Pablo con el sumo sacerdote Ananías? (c) ¿En el caso de David y el rey Saúl? (d) ¿En el caso de Miguel el arcángel y el Diablo?

      14 Cuando Gabriel le dijo a Zacarías que él iba a tener un hijo, Zacarías no creyó al ángel. Zacarías mostró falta de respeto por medio de incredulidad. Por lo tanto el ángel le dijo: “Soy Gabriel, quien permanece cerca delante de Dios, y fuí enviado para hablar contigo y declararte las buenas nuevas de estas cosas. Pero, ¡mira! estarás callado y no podrás hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, porque no creíste mis palabras. A pesar de eso, se cumplirán en su tiempo señalado.” Gabriel era representante de Jehová. Sus palabras no habían de ponerse en tela de juicio. El que no se le tuviera respeto a esta autoridad resultó en que Dios impusiera un castigo severo.—Luc. 1:19, 20, NM.

      15 Cuando Ananías ordenó que se le pegara a Pablo en la boca, Pablo le dijo: “Dios le golpeará a usted, pared blanqueada. ¿Se sienta usted para juzgarme de acuerdo con la Ley y al mismo tiempo, quebrantando la Ley, manda que yo sea golpeado?” Los que estaban cerca dijeron: “¿Vilipendia usted al sumo sacerdote de Dios?” Pablo entonces pidió disculpas, diciendo: “Hermanos, yo no sabía que era el sumo sacerdote. Porque está escrito: ‘No hablarás perjudicialmente de un gobernante de tu pueblo.’” En otras ocasiones ante reyes y gobernantes de este mundo, Pablo siempre tuvo mucho cuidado de mostrar el debido respeto. ¡Cuánto más debemos nosotros respetar a aquellos a quienes Jehová delega autoridad!—Hech. 23:1-5, NM.

      16 El rey Saúl amenazó la vida de David en muchas ocasiones. No obstante, cuando estaba dentro del poder de David quitarle la vida a Saúl, él dijo: “¿Quién extenderá su mano contra el ungido de Jehová, y será inocente?” David desplegó temor a Dios y profundo respeto a las personas nombradas por él al rehusar tocar a Saúl. (1 Sam. 26:9, Val; Sal. 105:14, 15) Judas hace un contraste entre el comportamiento de personas que son semejantes a los hombres de Sodoma y Gomorra y las ciudades a su alrededor y el de Miguel. De los inicuos, él dijo: “Estos hombres, también, entregándose a sueños, profanan la carne y no reconocen el señorío y hablan injuriosamente de los gloriosos. Por otra parte, cuando Miguel el arcángel tuvo una diferencia con el Diablo y estaba disputando acerca del cuerpo de Moisés, no se atrevió a traer un juicio contra él en términos injuriosos, sino que dijo: ‘Jehová te reprenda.’ Sin embargo, estos hombres están hablando injuriosamente de todas las cosas que realmente no conocen, pero todas las cosas las entienden ellos de modo natural como los animales irracionales, en estas cosas siguen ellos corrompiéndose.” Pedro lanzó una acusación semejante en contra de los irrespetuosos y de mal vivir: “Atrevidos, obstinados, no tiemblan ante los gloriosos, sino que hablan injuriosamente, mientras que los ángeles, aunque son más grandes en fuerza y poder, no traen contra ellos una acusación en términos injuriosos, no haciéndolo por respeto a Jehová. Pero estos hombres, como los animales irracionales nacidos naturalmente para ser prendidos y destruídos, sufrirán, en las cosas de las que son ignorantes y hablan injuriosamente, aun la destrucción en su propio curso de destrucción, haciéndose mal a sí mismos como recompensa por hacer mal.”—Jud. 8-11; 2 Ped. 2:6-13, NM.

      17, 18. ¿Qué graves consecuencias por mostrar falta de respeto a la autoridad se destacaron en los casos de Ananías y su esposa Safira, Coré, María y Aarón?

      17 El siervo fiel tendrá cuidado de mostrar respeto debido a la autoridad a todo tiempo, apreciando que estos representantes hablan en el nombre de Jehová. Cuando Ananías y Safira mintieron a Pedro, el apóstol les dijo: ‘Han tratado de engañar, no a los hombres, sino a Dios.’ Pagaron con la vida por esta falta de respeto a Jehová y su representante. Coré se rebeló contra la dirección de Moisés y Aarón, pero Moisés mostró que la falta de respeto de Coré era más trascendente que eso. Moisés dijo: “Por esto ustedes sabrán que Jehová me ha enviado a hacer todas estas obras, que no es de mi propio corazón: Si es según la muerte de todo el género humano que estas personas morirán y con el castigo de todo el género humano que el castigo se les impondrá, entonces no es Jehová quien me ha enviado. Pero si es algo creado que Jehová creará y el suelo tiene que ensanchar su boca y tragárselos y todo lo que les pertenece y ellos tienen que descender vivos al Sheol, entonces ustedes de cierto sabrán que estos hombres han tratado a Jehová irrespetuosamente.” Por su comportamiento rebelde, Coré y sus cohortes “pecaron en contra de su propia alma.” Tales hombres se oponen, no a hombres, sino a Dios.—Hech. 5:1-6; Núm. 16:1-38; Hech. 5:38, 39, NM.

      18 Las consecuencias graves de mostrar falta de respeto también se destacan en el caso de María y Aarón, que no hicieron caso a Moisés como el portavoz escogido de Jehová: “¿Es únicamente por Moisés solo que Jehová ha hablado?” preguntaron. “¿No es también por nosotros que él ha hablado?” Por su comportamiento antiteocrático María fué herida con lepra. Sólo a causa de su actitud arrepentida y por la intercesión de Moisés a favor de ella fué limpiada María. No obstante, en estas palabras que Jehová dirigió a Moisés se hace patente cuánto le desagradó a Jehová el comportamiento de María: “Si el padre de ella le escupiera directamente en el rostro, ¿no estaría humillada ella siete días? Que esté en cuarentena siete días fuera del campamento y después que se le reciba.” De esto, tanto los hermanos como las hermanas deben tomar a pecho una amonestación, la de que el hablar injuriosa o irrespetuosamente de la autoridad, los representantes de Jehová, es un pecado suficientemente grave como para remover a uno “fuera del campamento,” la organización teocrática. Sea conocido que “es cosa horrenda caer en las manos del Dios vivo.”—Núm. 12:1-15; Heb. 10:31, NM.

      DIOS IMPARCIAL

      19. ¿Por qué no es prudente mirar al imperfecto hombre de carne?

      19 Pedro declaró que Jehová “no es parcial, sino que en toda nación el hombre que le teme y obra justicia es aceptable a él.” Por lo tanto, ponga fin a las ideas del viejo mundo de que la organización de Jehová está llena de “favoritos.” No hay favoritos. Si usted teme a Jehová y hace obras de justicia, entonces usted es favorito de él tanto como cualquier otro. En la congregación, los siervos son escogidos por sus cualidades y habilidad para servir. La congregación debe mostrarles el respeto que sea digno de su asignación, porque éste es el medio de Jehová de tratar con usted y usted con Él. No debilite su relación teocrática por medio de tropezar con la “carne” que a usted personalmente no le guste. Porque, dice Pablo: “De ahora en adelante nosotros no conocemos a nadie según la carne. Aun si hemos conocido a Cristo según la carne, ciertamente ya no lo conocemos así. En consecuencia, si alguien está en unión con Cristo, es una nueva creación; las cosas viejas pasaron, ¡miren! nuevas cosas han venido a la existencia.” Si nos inclinamos a mirar a cualquier hombre imperfecto de carne, eso tenderá a disminuir nuestro aprecio por su puesto teocrático, su responsabilidad como esclavo de Jehová. Si vemos esto claramente, este principio de representación teocrática, no insistiremos en nuestros propios derechos e intereses, sino que seguiremos el consejo sabio de las personas nombradas de Jehová. Estas son “dádivas en hombres” de parte de Jehová. Nos ayudarán a obrar nuestra salvación para la honra de Dios y para la vindicación de su grande y santo nombre.—Hech. 10:34, 35; 2 Cor. 5:16, 17; Efe. 4:8, NM.

      20. ¿Qué, entonces, significa ir al mismo paso que la sociedad del Nuevo Mundo?

      20 Por lo tanto, el ir al mismo paso que la sociedad del Nuevo Mundo significa muchas cosas para nosotros. Significa una vida de dedicación, abnegación, estar dedicado enteramente y sin reservas a Jehová Dios como Cristo Jesús lo estuvo y como ahora lo está. Significa el librarnos de hábitos del viejo mundo y amoldarnos a los requisitos de Jehová. Significa reconocer al “esclavo fiel y discreto,” y mostrar el debido respeto a los que están en autoridad. Significa ‘el probar lo que nosotros mismos realmente somos.’ En substancia todo esto significa observar “el mandamiento de manera inmaculada e irreprensible.”—2 Cor. 13:5; 1 Tim. 6:14, NM.

      21. ¿Cómo nos resultará provechoso ir al mismo paso que la sociedad del Nuevo Mundo?

      21 Si hacemos esto, llegaremos a la madurez por la bondad inmerecida de Jehová. Nos daremos cuenta de cuán copiosa bendición es ir al mismo paso que su organización. Nos emocionaremos con la expansión teocrática. Fulguremos con el espíritu por el aumento de conocimiento y entendimiento. Segaremos con gozo lo que hemos sembrado. Nuestra convicción será fuerte, nuestra fe inmovible, nuestra apreciación profunda, nuestro gozo abundará de la plena seguridad de que llevamos el mismo paso que la sociedad del Nuevo Mundo de Dios, cuya guía y dirección no sólo nos alimentará bien espiritualmente en los últimos días de este viejo mundo, sino que nos mantendrá vivos para entrar en el Nuevo Mundo de justicia y para siempre jamás.

      [Ilustración de la página 633]

      Años en la verdad

      Crecimiento espiritual

  • Rara vez sufren desilusión los que van a las iglesias
    La Atalaya 1956 | 15 de octubre
    • Rara vez sufren desilusión los que van a las iglesias

      El Times de Louisville, Kentucky, tiene una columna que se intitula “Nombres que figuran en las noticias,” y allí, en su número del 10 de enero de 1956, publicó lo siguiente: “El Rdo. Roy O. McClain, de Atlanta, Georgia, le dijo a la Conferencia evangélica de Tejas que la persona de término medio hoy día va a la iglesia esperando poco y rara vez sufre desilusión.”

  • Preguntas de los lectores
    La Atalaya 1956 | 15 de octubre
    • Preguntas de los lectores

      ● Una persona a quien yo predicaba insistió en que tales cosas como los aviones existieron hace mucho tiempo, citando como prueba Eclesiastés 1:9 que dice que no hay nada nuevo debajo del sol. ¿Cómo se entiende correctamente este texto?—D. M., Estados Unidos.

      Después de años de observación y meditación profunda el rey Salomón escribió bajo inspiración divina concerniente a la repetición de los eventos naturales: “¡Vanidad de vanidades, todo es vanidad! ¿Qué provecho saca el género humano de todo su afán en que se afana debajo del sol? Una generación va, y otra generación viene; mas la tierra permanece para siempre. El sol también se levanta y el sol se pone; apresurándose a volver al lugar de donde se levantó. El viento va hacia el sur, luego gira hacia el norte; girando, girando va el viento; y torna continuamente a sus circuitos. Todos los ríos van al mar; y con todo, el mar nunca se llena; al lugar adonde van los ríos, allí mismo vuelven a ir. Todas las cosas se cansan con agitación incesante; no puede el hombre expresarlo: nunca se harta el ojo de ver, ni el oído de oír. Aquello que ha sido, es lo que será; y lo que se ha hecho, es lo que se volverá a hacer; pues no hay ninguna cosa nueva debajo del sol.”—Ecl. 1:2-9.

      En lo supracitado el escritor inspirado no está describiendo el punto de vista de la juventud exuberante ni el de los siervos apreciativos de Jehová, sino el de la persona que va envejeciendo y está alejada de Dios. Es la perspectiva que paulatinamente llegan a tener las personas de este viejo sistema de cosas a medida que los años las alcanzan, debilitan y consumen. Ellas observan el desvanecimiento de su propia generación y la llegada de una nueva para ocupar su lugar sobre la tierra que permanece para siempre. Cuando eran jóvenes con toda su vida por delante, ésta les parecía larga, pero ahora que está casi agotada y la ven en retrospectiva parece que no ha sido más que un soplo. El significado literal de la palabra hebrea traducida “vanidad” es “soplo,” y se usa para proclamar que la vida es tan fugaz y transitoria como un soplo y que el afán del hombre alejado de Dios es en vano y carece de ganancia duradera alguna para tal persona. Su generación es solamente una de muchas, precedida por una cantidad desconocida de otras y que será seguida por aún otras, solamente una de una larga repetición de generaciones que vienen y que van en una tierra perdurable.

      Como analogías de esta repetición el escritor inspirado señala al sol que se levanta, se pone, y se apresura al lugar de donde se volverá a levantar; a los vientos que soplan y giran, volviendo para repetir sus circuitos vez tras vez; a los ríos que corren al mar sin poder llenarlo porque el agua se evapora de él y el viento se la lleva lejos del mar, donde se condensa como nubes que dejan caer la lluvia para rehenchir los ríos y hacer que sigan corriendo hacia el mar. Durante toda su vida las personas observan esta repetición de los sucesos naturales, y a medida que envejecen y sus energías menguan, se les ofusca la vista, se les ensordecen los oídos, se les endurecen las coyunturas y se les debilitan los otros sentidos, pierden el deleite de vivir que tenían en la juventud, y la repetición de los días y las noches, las preocupaciones y los afanes, las llena de un cansancio indescriptible, un sentido de frustración e inutilidad. Su ojo no se harta de ver esta repetición interminable, ni queda satisfecho su oído al escucharla vez tras vez. Es en medio de este ambiente de los sucesos naturales, dentro de la esfera de estos ciclos de la naturaleza que se han narrado, que viene la expresión de que no hay nada nuevo debajo del sol. No podemos correctamente sacar la declaración de su contexto y aplicarla a toda cosa. Se inventan y se hacen cosas nuevas, pero ellas siguen los principios que Dios

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