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Nuestra base para esperar que sea restauradoEl Paraíso restaurado a la humanidad... ¡por la Teocracia!
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profetas del Creador. Más de dieciséis años de oportunidad pasaron, pero ¿por qué no prosperó aquel pueblo favorecido? Algo tenía que haber estado mal. Algo había sido pasado por alto. Algo había sido empujado al fondo. ¿Qué era? El Recomprador y Gobernante Teocrático de aquel pueblo liberado sabía lo que era. Para señalar lo que pasaba, levantó a su profeta llamado Ageo. Lo que Ageo señaló en aquel tiempo nos interesa seriamente ahora. Veamos.
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Por qué desilusionadas las más altas esperanzasEl Paraíso restaurado a la humanidad... ¡por la Teocracia!
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Capítulo 2
Por qué desilusionadas las más altas esperanzas
1. ¿De qué vivimos todos, pero qué situación desilusionadora pudiera desarrollarse con relación a esto?
TODOS vivimos de la tierra. Todos dependemos de lo que crece del suelo. Pues bien, supongamos que todos fuéramos jardineros o agricultores. ¿Qué hay si usted sembrara mucha semilla, y esperara mucho, pero recibiera muy poco de la siembra? Si podara sus vides y las cultivara, pero recogiera poco fruto. Si sembrara su lino y lo atendiera bien, pero que fuera poco lo que recogiera con lo cual hacer la tela de lino para la ropa. Si diera toda la debida atención a sus olivos, pero hubiera pocas aceitunas para enviarlas a la prensa para hacer aceite. Si viniera a su almacén y quisiera recoger veinte medidas de grano, pero ¡mire! solo hubiera diez medidas allí en realidad. Si fuera a su lagar después de aplastar todas las uvas que hubiera disponibles, y para atender a otros o para vender necesitara llevarse cincuenta medidas, y, pues ¡mire! todo lo que pudiera sacar fuera veinte medidas. ¡Supóngase que esto siguiera así año tras año! ¿Qué pensaría usted?
2. ¿Qué otras malas condiciones agrícolas pudiera haber, y condiciones sociales, y adónde deberíamos mirar para ver dónde podría estar la culpa?
2 Bueno, usted pudiera culpar de ello a las sequías constantes... la estación seca. En la temporada sin lluvias no hubo siquiera la caída de rocío para humedecer las cosas y salvar lo que crecía del suelo. La tierra se chamuscó. Además, los granos fueron atacados por añublo. No solo eso; hubo el granizo que derribó de los árboles los frutos y aplastó la vegetación contra la tierra. Además, si usted trataba de conseguir un empleo que tuviera que ver con la tierra y ganara algún dinero extra para irla pasando, no había empleos, o lo que se le pagaba por los servicios era muy poco. Encima de eso, había grandes disturbios en las condiciones sociales, y no había paz para nadie que entraba ni salía. Sí, parecería razonable considerar los asuntos desde un punto de vista natural, materialista, y culpar de la situación al tiempo y la falta de seguridad. ¡Sí, el tiempo! Pero, ¿qué hay detrás del tiempo? ¿Quién es responsable de las condiciones del tiempo? ¿Podría estar en eso la verdadera razón para el fracaso de la siembra? Si así fuera, ¿por qué?
3. ¿Es imaginario el caso que se acaba de mencionar? ¿Por qué podemos hoy aprender una lección del pasado distante?
3 Aparentemente, aquí solo estamos imaginándonos un caso desastroso para una comunidad agrícola. Pero en realidad estamos presentando los rasgos de un caso histórico verdadero. Fue especialmente registrado en la historia sagrada para que sirviera de lección útil y práctica para nosotros hoy cuando hemos llegado a una condición de asuntos que es mucho peor de la que existió allá en el caso de la ilustración. (Ageo 1:6, 9-11; 2:15-17; Zacarías 8:9, 10, 13) La lección no es anticuada para nosotros los que vivimos en estos “tiempos adelantados,” solo porque el caso histórico se presentó hace unos dos mil quinientos años. Los principios, es decir, las reglas de operación que tienen que ver con los asuntos de las naciones y con causa y efecto, no cambian.
4. Aunque la gente de aquel caso ha pasado ya hace mucho tiempo, ¿quién permanece, y por eso qué debemos esforzarnos por aprender y aplicar?
4 Más que eso, aunque hace mucho que las personas que estuvieron envueltas en aquella situación de aquel tiempo han pasado del escenario mundial, el Teócrata Inmortal, el Creador que está detrás de las condiciones del tiempo, todavía está presente y hay que tomarlo en cuenta como el Restaurador del Paraíso a la humanidad. Él no cambia en cuanto a su manera de tratar con sus criaturas humanas. No podemos pasarlo por alto sin que nos sobrevengan consecuencias desagradables. Por eso, con sabiduría y dispuestos a ser enseñados, examinemos este caso real de la historia y apliquémonos la provechosa lección.
REMONTÁNDONOS AL AÑO 520/519 ANTES DE NUESTRA ERA COMÚN
5. ¿Cuándo y por quién había sido rebajada la antigua Babilonia, y cómo llegó a ser reocupada Jerusalén?
5 El tiempo de nuestro escenario histórico es allá en el sexto siglo antes de nuestra era común. Han pasado más de ochenta años desde que los ejércitos poderosos de Babilonia destruyeron la internacionalmente conocida ciudad de Jerusalén. Como pago bien merecido, Babilonia misma ha tenido la humillación de quedar prosternada ante un conquistador, Ciro, y de cesar de ser la Tercera Potencia Mundial de la historia bíblica. Eso fue en el año 539 a. de la E.C., estremecedor para el mundo. El Imperio Persa es ahora la potencia mundial dominante, la cuarta en sucesión en la historia bíblica. Sin embargo, Grecia está empezando a hacerse sentir vigorosamente y amenazando apoderarse con el tiempo de la posición dominante en el mundo. Unos años antes de esto hasta se predijo que llegaría a ser la siguiente potencia mundial en sucesión. (Daniel, capítulos 7, 8, 11; Zacarías 9:13) La ciudad de Jerusalén nunca llegó a ser una potencia mundial, pero resultó ser la ciudad donde acontecieron los sucesos más importantes de toda la historia humana. Empezó a ser reedificada y reocupada por los desterrados a quienes el conquistador persa, Ciro el Grande, soltó del cautiverio en Babilonia en el año 537 a. de la E.C.—Esdras 1:1 a 3:2.
6. ¿Cómo quedaron desilusionadas las más altas esperanzas de los desterrados que regresaron de Babilonia, y cuándo se decidió que había habido suficiente de esto, y quién decidió?
6 Así, la ciudad sagrada de Jerusalén fue establecida de nuevo y la provincia de Judá fue formada como uno de los muchos distritos jurisdiccionales del Imperio Persa en expansión. Un antecesor de Jesucristo, a saber, Zorobabel el hijo de Sealtiel, fue el gobernador de la provincia, y Josué el hijo de Josadac el hijo de Seraya fue el sumo sacerdote de la religión nacional. Poco después que los desterrados que habían regresado se establecieron en el país y trataron de cumplir el verdadero propósito de su regreso, se vieron en dificultades con los vecinos paganos en sus fronteras. Su proyecto principal quedó detenido y finalmente fue proscrito por el gobierno central persa. La prosperidad de la provincia de Judá cesó. Las más altas esperanzas de los habitantes de Judá y Jerusalén, con las cuales habían partido de Babilonia, quedaron desilusionadas. Por unos diecisiete años de esto transcurrió el tiempo. Entonces el Principal que tenía que ver con esta situación, que parecía de maldición, decidió que había habido suficiente de esto. Ése era el Gran Teócrata, el invisible Dios Gobernante de los habitantes de Judá y Jerusalén.
7, 8. ¿En qué año aconteció esta intervención teocrática, y por el levantamiento de qué vocero de Jehová fue señalado?
7 El año de la intervención teocrática en los asuntos de Judá y Jerusalén está definitivamente fechado. Fue el año en que el Gran Teócrata levantó a su vocero humano visible, el profeta llamado Ageo. Este era uno de los desterrados que habían regresado de Babilonia, si no en el año 537 a. de la E.C., entonces en un año posterior. Su nombre significa “Festivo, o, de Fiesta”; o, si el final de su nombre en hebreo es una abreviación para “Jah,” entonces su nombre significa “Fiesta [Hhag] de Jah,” este “Jah” siendo la abreviatura para Jehová. Según la tradición se cree que era ya un anciano para este tiempo. Para exactitud histórica, él fecha sus profecías. Su libro de profecías que lleva su nombre Ageo es el antepenúltimo libro de los Doce Profetas Menores, o el antepenúltimo libro de las Escrituras Hebreas inspiradas según se alistan en la Versión Valera de la Biblia. En el versículo de apertura de su libro fechado escribe lo siguiente:
8 “En el año segundo de Darío el rey, en el mes sexto, en el día primero del mes, la palabra de Jehová les ocurrió por medio de Ageo el profeta a Zorobabel hijo de Sealtiel, el gobernador de Judá, y a Josué hijo de Josadac el sumo sacerdote, diciendo.”—Ageo 1:1.
9. (a) ¿Cómo diferenciamos entre este Darío el rey de Persia y “Darío el medo”? (b) Por eso, ¿cuándo empezó a profetizar Ageo?
9 Este Darío el rey difiere de “Darío el medo,” que estuvo asociado con el rey Ciro el Persa en el derribamiento de Babilonia en el año 539 a. de la E.C., teniendo entonces sesenta y dos años de edad. (Daniel 5:30, 31; 6:1-28) Después de Darío el Medo el trono de la caída Babilonia fue tomado únicamente por el rey Ciro el Persa. Este fue sucedido por su hijo Cambises. Después de él, uno de quien se dice que fue un usurpador, el mago Gaumata, se apoderó del trono del Imperio Persa. Fue derribado por Darío el Persa, quien así llegó a ser el persa Darío I. Por lo general se le da el apodo de Histaspes. Puesto que el año del reinado de los reyes persas comenzaba en la primavera del año, el segundo año de este persa Darío el rey continuaría hasta la siguiente primavera, y por eso correspondería con 520/519 a. de la E.C., según nuestra manera de fechar. El sexto mes de ese año contaría desde la primavera de 520 a. de la E.C., y sería el mes lunar de Ageo conocido como Elul. (Nehemías 6:15) Ese mes lunar correspondería con agosto-septiembre para nosotros. Puesto que el día en el cual la palabra de Jehová le ocurrió al profeta Ageo fue el primer día de ese mes lunar, fue el día de la luna nueva.
10. ¿Por qué era aquel día del 1 de Elul de 520 a. de la E.C. un tiempo en que Ageo podría alcanzar con su mensaje a un número mayor de judíos que por lo general?
10 Según la ley teocrática dada por medio del profeta Moisés, aquel día de la luna nueva era un día en el cual tocar las trompetas sagradas en relación con los sacrificios que se ofrecían a Jehová Dios en aquel día. (Números 10:10) Además, se hacían ofrendas especiales por fuego a Jehová. (Números 28:11-15) También surgió la costumbre de hacer visitas religiosas en ese día al lugar donde estaba el altar de Jehová. (2 Reyes 4:23) Eso atraía a muchas personas devotas a Jerusalén. Por lo tanto el profeta Ageo debe haber tenido una muchedumbre más grande de lo acostumbrado a la cual dirigir la “palabra de Jehová” en aquel día del 1 de Elul de 520 a. de la E.C. Sin duda Ageo estaba en Jerusalén en aquel día, porque su palabra profética fue dirigida al gobernador Zorobabel y al sumo sacerdote Josué, quienes oficiaban en Jerusalén. El mensaje de Ageo afectaba a toda la nación y merecía ser escuchado.
LA CASA NACIONAL DE ADORACIÓN ENVUELTA EN EL CASO
11. Aquella palabra de Jehová por Ageo comenzó diciendo ¿qué?
11 Bueno, ¿qué dijo la palabra que ocurrió por medio del profeta Ageo? Ageo 1:2 nos dice: “Esto es lo que ha dicho Jehová de los ejércitos: ‘En lo que respecta a este pueblo, han dicho: “El tiempo no ha llegado, el tiempo de la casa de Jehová, para que sea construida.”’” La gente a la cual habló Ageo tenía que admitir este hecho.
12. ¿Con qué designación se refirió Dios a sí mismo, y de qué valor debe haber sido esto para aquellos judíos?
12 Pero ¿quién le dijo a “Jehová de los ejércitos” lo que “este pueblo” había estado diciendo? Pues, Jehová de los ejércitos mismo lo había oído con sus maravillosos medios de oír desde el cielo. Fue notable la manera en que hizo referencia a sí mismo, a saber, como “Jehová de los ejércitos” (Yehowah Tsebaoth, en hebreo). Por todas las Escrituras Hebreas inspiradas, desde Génesis hasta Malaquías, esta designación “Jehová de los ejércitos” aparece 281 veces, y el profeta Samuel es el primero que la usa al escribir. (1 Samuel 1:3) Hasta los escritores inspirados cristianos Pablo y Santiago la usaron. (Romanos 9:29; Santiago 5:4) ¿Era este recordatorio de que Jehová era un Comandante en Jefe de ejércitos celestiales una consolación a los que entonces habitaban en Jerusalén y la provincia de Judá?
13. ¿Por qué debería haber sido esto un estímulo a los judíos en medio de las circunstancias de aquel tiempo?
13 Debería haberlo sido. En aquel tiempo no tenían un ejército en pie, como los que tienen hoy las naciones poderosamente armadas del mundo. Cuando salieron del país del destierro en Babilonia para regresar a su país de origen, no tuvieron un ejército que los acompañara para protegerlos contra los merodeadores por el camino. Hasta en el año 468 a. de la E.C., el escriba-sacerdote Esdras rehusó dejar que una fuerza militar y jinetes del rey Artajerjes de Persia lo acompañaran a Jerusalén.—Esdras 8:22, 23.
14. ¿Qué opinión particular que habían expresado aquellos judíos no armados había excitado a Jehová en tan gran manera, y qué había de objetable en ella?
14 Pues bien, ¿qué había estado diciendo este “pueblo” no armado, los habitantes de Jerusalén y de Judá, que en tan gran manera había excitado a Jehová de los ejércitos? Esta opinión particular de ellos: “El tiempo no ha llegado, el tiempo de la casa de Jehová, para que sea construida.” Esa “casa” sería un edificio para la adoración de Jehová de los ejércitos en Jerusalén, donde el sumo sacerdote Josué hijo de Josadac oficiaría junto con todos los otros sacerdotes de la antigua familia de Aarón. Sería un templo. Apropiadamente, esa casa de adoración o templo le sería interesante a Jehová de los ejércitos. “Este pueblo” de Jerusalén y Judá eran adoradores de Jehová. Entonces, ¿por qué decían: “El tiempo no ha llegado, el tiempo de la casa de Jehová, para que sea construida”? ¿Qué tenía de objetable eso? Por lo menos, mostraba falta de interés en la adoración más plena a su Dios. También revelaba falta de fe en el invencible “Jehová de los ejércitos.” Por consiguiente, “este pueblo” estaba omitiendo su propósito principal al estar de vuelta en Jerusalén y Judá. ¿Cuál era ese propósito?
DELINCUENCIA EN CUANTO A LA CASA DE LA ADORACIÓN DIVINA
15. (a) ¿Cuándo fueron soltados de Babilonia los desterrados judíos, y cómo? (b) ¿Cuál fue el propósito verdadero de soltarlos para que volvieran a su país de origen?
15 Diecisiete años antes de esto, en la primavera del año 537 a. de la E.C., estos que ahora residían en Jerusalén y Judá habían sido soltados del destierro en Babilonia. Era realmente Jehová de los ejércitos quien estaba recomprándolos y rescatándolos para que vinieran al Camino de Santidad y regresaran a Sión, como también se llama a Jerusalén. (Isaías 35:8-10) ¿Fue la recompra de “este pueblo” solo para dar a estos desterrados un lugar donde vivir lejos de la idólatra Babilonia, preferiblemente la tierra amada de sus antepasados, o cuál fue realmente el propósito principal de que regresaran a esta tierra que había estado desolada sin hombre ni bestia doméstica por setenta años, desde la destrucción de Jerusalén en 607 a. de la E.C. en adelante? (2 Crónicas 36:17-21) Esto se dice con claridad en el decreto imperial que expidió en 537 a. de la E.C. Ciro el Grande, el conquistador persa de Babilonia en el río Éufrates. (2 Crónicas 36:22, 23) Este decreto lo da en su entereza el escriba-sacerdote Esdras, en estas palabras:
“Y el año primero de Ciro el rey de Persia, para que se realizara la palabra de Jehová procedente de la boca de Jeremías, Jehová despertó el espíritu de Ciro el rey de Persia de modo que él hizo pasar por todo su reino un pregón, y también por escrito, que decía: ‘Esto es lo que ha dicho Ciro el rey de Persia: “Todos los reinos de la tierra me los ha dado Jehová el Dios de los cielos, y él mismo me ha comisionado para que le edifique una casa en Jerusalén, que está en Judá. Cualquiera que haya entre ustedes de todo su pueblo, resulte su Dios estar con él. Así pues, que suba a Jerusalén, que está en Judá, y reedifique la casa de Jehová el Dios de Israel —él es el Dios verdadero— la cual estaba en Jerusalén. En cuanto a cualquiera que quede de todos los lugares donde esté residiendo como forastero, que los hombres de su lugar lo ayuden con plata y con oro y con bienes y con animales domésticos junto con la ofrenda voluntaria para la casa del Dios verdadero, la cual estaba en Jerusalén.”’...
“También, el rey Ciro mismo sacó los utensilios de la casa de Jehová, que Nabucodonosor había sacado de Jerusalén y entonces había puesto en la casa de su dios. Y Ciro el rey de Persia procedió a sacarlos bajo el control de Mitrídates el tesorero y a numerarlos y entregarlos a Sesbasar el principal de Judá. . . . Todos los utensilios de oro y de plata fueron cinco mil cuatrocientos. Todo lo subió Sesbasar, junto con hacer subir al pueblo desterrado de Babilonia a Jerusalén.”—Esdras 1:1-11.
16. (a) ¿Quién era “Sesbasar el principal de Judá”? (b) ¿Qué hecho histórico muestra que los desterrados que fueron restaurados se dieron cuenta de la verdadera misión de su regreso a su país?
16 Este “Sesbasar el principal de Judá” es aparentemente el mismo Zorobabel el hijo de Sealtiel el gobernador de Judá. (Esdras 2:1, 2; 5:1, 2, 14-16; Ageo 1:1, 14; 2:2, 21) Zorobabel el gobernador de Judá y los demás desterrados que regresaron se dieron cuenta de que su misión principal al regresar a su país era reedificar el templo en Jerusalén para la adoración de Jehová. Esto lo muestra un hecho histórico: Al fin de los setenta años de desolación de Jerusalén y de Judá estos desterrados que habían sido recomprados edificaron un altar a Jehová en el mismo lugar en que estaba el anterior altar del templo, y más tarde colocaron el fundamento para la construcción de un nuevo templo. Leemos:
“Cuando llegó el séptimo mes [Tisri] los hijos de Israel estaban en sus ciudades. Y el pueblo empezó a reunirse como un solo hombre en Jerusalén. Y Jesúa hijo de Josadac y sus hermanos los sacerdotes y Zorobabel hijo de Sealtiel y sus hermanos procedieron a levantarse y edificar el altar del Dios de Israel, para ofrecer sacrificios quemados sobre él, conforme a lo que está escrito en la ley de Moisés el hombre del Dios verdadero. De modo que establecieron el altar firmemente sobre su propio sitio, porque terror vino a estar sobre ellos debido a los pueblos de los países, y empezaron a ofrecer sobre él sacrificios quemados a Jehová, los sacrificios quemados de la mañana y del atardecer. Entonces celebraron la fiesta de las cabañas [15-22 de Tisri] conforme a lo que está escrito, con los sacrificios quemados de día en día en número conforme a la regla de lo que le correspondía a cada día. . . . Desde el primer día del mes séptimo [Tisri] en adelante comenzaron a ofrecer sacrificios quemados a Jehová, cuando todavía no se había colocado el fundamento mismo del templo. . . .
“Y en el segundo año [536 a. de la E.C.] de su venida a la casa del Dios verdadero en Jerusalén, en el segundo mes [Ziv, o Iyar; abril/mayo], Zorobabel hijo de Sealtiel y Jesúa hijo de Josadac y los demás de sus hermanos, los sacerdotes y los levitas, y todos los que habían salido del cautiverio a Jerusalén comenzaron; y ahora pusieron en posiciones a los levitas de veinte años de edad para arriba para actuar como supervisores del trabajo de la casa de Jehová. . . . Cuando los edificadores colocaron el fundamento del templo de Jehová, entonces los sacerdotes en ropa oficial, con las trompetas, y los levitas los hijos de Asaf, con los címbalos, se pusieron de pie para alabar a Jehová según la dirección de David el rey de Israel. Y empezaron a responder alabando y dando gracias a Jehová, ‘porque él es bueno, porque su bondad amorosa para con Israel es hasta tiempo indefinido.’ En cuanto a todo el pueblo, éste gritó con un grito fuerte al alabar a Jehová por la colocación del fundamento de la casa de Jehová.
“Y muchos de los sacerdotes y de los levitas y de los cabezas de las casas paternas, los ancianos que habían visto la casa anterior, estaban llorando con voz fuerte al colocarse el fundamento de esta casa delante de sus ojos, mientras que muchos otros levantaban la voz gritando de gozo. Por lo tanto la gente no distinguía el sonido del grito de regocijo del sonido del llanto de la gente, porque la gente estaba gritando con un grito fuerte, y el sonido mismo se oyó hasta gran distancia.”—Esdras 3:1-13.
17, 18. ¿Cuándo y por qué cesaron las actividades de construcción en el templo?
17 En aquel tiempo aquellos israelitas repatriados no estaban diciendo: “El tiempo no ha llegado, el tiempo de la casa de Jehová, para que sea construida.” (Ageo 1:2) Pero pronto les vino oposición desde el exterior a aquellos “hijos del Destierro.” Esto se debió a que los israelitas purificados religiosamente no quisieron dejar que las personas de afuera que pretendían ser adoradores de Jehová se unieran a ellos en la construcción del templo al Dios de Israel. Por eso, estos vecinos rechazados, llenos de rencor, se hicieron adversarios y siguieron interfiriendo con la reconstrucción del templo durante todo el resto del reinado del rey Ciro y los reinados de los reyes subsiguientes del Imperio Persa hasta el reinado del rey Darío Histaspes el Persa. Antes del reinado de este persa Darío I, aquellos adversarios palestinos lograron hacer que el gobernante imperial proscribiera la obra de la construcción del templo de Jehová por medio de acusar a los “hijos del Destierro” de ser sediciosos.—Esdras 4:1-22.
18 La Biblia da al emperador persa que emitió la proscripción el nombre de Artajerjes, y dice: “Ahora bien, después que la copia del documento oficial de Artajerjes el rey se había leído delante de Rehum y Simsai el escribano y sus colegas, ellos fueron apresuradamente a Jerusalén a los judíos y los hicieron cesar por la fuerza de brazos. Fue entonces que cesó la obra en la casa de Dios, la cual estaba en Jerusalén; y continuó detenida hasta el segundo año del reinado de Darío el rey de Persia.”—Esdras 4:23, 24.
19. (a) ¿Por aproximadamente cuántos años continuó detenida la obra en el templo? (b) ¿Por qué hizo que los edificadores del templo no supieran qué hacer aquella proscripción, pero quién finalmente puso en moción el caso en la dirección correcta?
19 El año segundo del reinado del rey Darío I coincidió con 520/519 a. de la E.C., y esto significó que la detención de la obra de construir un nuevo templo de Jehová en Jerusalén duró por unos dieciséis años, desde cuando el fundamento de este templo hubo sido colocado por el gobernador Zorobabel y el sumo sacerdote Josué (o Jesúa; Jesús, en la Versión de los Setenta griega). Esta proscripción que impuso el emperador persa, Artajerjes, debe haber dejado muy confusos, sin saber qué hacer, a los judíos que estaban en Jerusalén y Judá. Posiblemente se preguntaron cómo podía la proscripción de este emperador de más tarde revocar el decreto del rey Ciro el Grande que fue expedido en 537 a. de la E.C. como parte de “la ley de los medos y los persas, que no se anula.” (Daniel 6:8, 12) No pensaron en someter a prueba el asunto en los tribunales de ley del Imperio Persa, llevando el caso hasta el mismo Tribunal Supremo del imperio, a la corte de última instancia, que estaba en el emperador mismo. La venida de un nuevo emperador, un sucesor de Artajerjes, permitiría eso. Pero, ¿quién pondría en moción ahora el caso? Nadie sino “Jehová de los ejércitos” Mismo.
20. ¿Debido a qué profecía anterior por Isaías no estaba Jehová dispuesto a dejar que el decreto de construcción del rey Ciro fuera anulado?
20 Dos siglos antes, por medio de su profeta Isaías, el Gran Teócrata Jehová se había mencionado como “Aquel que dice de Ciro: ‘Es mi pastor, y todo aquello en que me deleito él lo llevará a cabo por completo’; aun en mi decir de Jerusalén: ‘Será reedificada,’ y del templo: ‘Te será colocado tu fundamento.’ Esto es lo que ha dicho Jehová a su ungido, a Ciro, a quien he asido de la diestra, para sojuzgar delante de él naciones.” (Isaías 44:28–45:1) Por consiguiente, no era la voluntad de Jehová de los ejércitos que el decreto de Ciro acerca de la casa de Jehová en Jerusalén fuera anulado. Jehová no es la clase de Dios que hace que se coloque el fundamento de un edificio y entonces no puede completar el edificio, de modo que todos los que estuvieran observando ‘comenzaran a ridiculizarlo, diciendo: “Este [Dios] comenzó a edificar pero no pudo terminar.”’ (Lucas 14:29, 30) No, Jehová completa lo que empieza; su palabra nunca vuelve a él sin estar cumplida, “sin resultados.”—Isaías 55:11.
DESAFÍO A LA OPINIÓN POPULAR Y A LA PROSCRIPCIÓN IMPERIAL
21. ¿Cómo y en qué año comenzó Jehová a corregir la impresión equivocada que por mucho tiempo habían expresado los judíos acerca de la edificación del templo?
21 Por eso ahora había llegado el tiempo en que Jehová de los ejércitos corregiría la impresión equivocada que por mucho tiempo habían expresado los judíos de Jerusalén y Judá de que todavía no había llegado el tiempo para que la casa de Jehová fuera reedificada. Entonces, ¿qué hizo? Levantó profetas que no temieron expresarse en oposición a la opinión popular. Esdras 5:1 nos dice quiénes fueron aquellos profetas, al declarar: “Y Ageo el profeta y Zacarías el nieto de Iddo el profeta profetizaron a los judíos que estaban en Judá y en Jerusalén, en el nombre del Dios de Israel que estaba sobre ellos.” Los versículos de apertura de las profecías registradas de Ageo 1:1 y Zacarías 1:1 nos dan el año en que comenzaron a profetizar, a saber, “en el año segundo de Darío el rey” de Persia. Pero Ageo comenzó antes que Zacarías porque la palabra de Jehová aconteció por medio de él el primer día del mes lunar de Elul, el día del novilunio cuando Jerusalén podría tener muchos peregrinos de las ciudades de Judá afuera.
22. ¿De qué tenía que notificar primero al pueblo Ageo, y, en desafío a la opinión popular, qué era necesario mostrarles?
22 Ante todo, el profeta Ageo le notificó a la gente que estaba allí en Jerusalén que Jehová de los ejércitos sabe lo que están diciendo acerca del tiempo de la edificación de Su casa de adoración, edificación que había sido autorizada por el emperador persa, Ciro el Grande. Ya se había ejercido por suficiente tiempo la paciencia divina para con los judíos que pensaban de aquel modo. Ahora, cuando parecía que la situación estaba en su peor condición, cuando la oposición firme y constante de los adversarios religiosos paganos había sido reforzada por una proscripción imperial, aun ahora era el tiempo para que la opinión popular de este pueblo recomprado fuera desafiada. Era necesario mostrarles de qué eran culpables y por qué las cosas habían estado saliendo tan mal.
23. ¿Cómo mostró el desafío presentado una conexión entre la condición de la casa de Jehová entonces y la condición económica de ellos?
23 ¡Ahora viene el desafío! “Y la palabra de Jehová continuó viniendo por medio de Ageo el profeta, diciendo: ‘¿Es tiempo para que ustedes mismos moren en sus casas enmaderadas, mientras que esta casa está desechada? Y ahora esto es lo que ha dicho Jehová de los ejércitos: “Pongan su corazón en sus caminos. Ustedes han sembrado mucha semilla, pero poco es lo que se trae. Hay comer, pero no es a satisfacción. Hay beber, pero no hasta el punto de embriagarse. Hay ponerse ropa, pero no resulta en que alguien se caliente; y el que se alquila se alquila por una bolsa que tiene agujeros [y el que anda a jornal echa su salario en bolso roto].”’”—Ageo 1:3-6, NM; NC.
24. ¿Qué condición desequilibrada de los asuntos había entre sus casas particulares y la casa de Jehová, y qué preguntas hacía surgir esto?
24 Había una razón muy importante por la cual les iba tan mal materialmente. Aquellos judíos repatriados decían que no era el tiempo para que ellos construyeran el templo de Jehová, y por eso “esta casa” de la adoración divina estaba “desechada,” con solo un fundamento que se había colocado allá en 536 a. de la E.C., pero sin edificación encima. Al mismo tiempo ellos mismos vivían en sus bien techadas casas con cielo raso y con sus paredes muy bien enmaderadas con excelente madera. ¡Qué marcado contraste había entre sus casas particulares para las comodidades carnales y la casa sagrada de Jehová para los intereses espirituales de la nación entera! ¿No era esto un estado desequilibrado de los asuntos? ¿No revelaba esto que estaban dando más énfasis a las cosas materiales, las comodidades de su propia carne, que a las necesidades espirituales y sus obligaciones para con el Gran Teócrata, Jehová? ¿No les venían consecuencias debido a esto, no solo de manera espiritual, sino también de manera material? ¿Se estaban causando daño a sí mismos, no solo religiosamente, sino también económicamente? ¡Sí!
25. ¿Qué razón vital había por la cual no solo se causaban daño religiosamente, sino también económicamente, de manera material?
25 ¿Por qué también económicamente, de manera material? Porque la tierra de ellos era una tierra dada por Dios. Jehová también los había recomprado de Babilonia y los había traído de vuelta como su pueblo rescatado a aquella tierra. “Así es que,” como hace mucho tiempo Él les había dicho a sus antepasados, “la tierra no debe venderse en perpetuidad, porque la tierra es mía. Pues ustedes son residentes forasteros y pobladores desde mi punto de vista.” (Levítico 25:23) Puesto que la tierra era de Él, él podía hacer que la tierra prosperara y podía retraer su bendición de la tierra. Así se hacía responsable por su productividad. Si estaba descontento con su pueblo rescatado, ¿no retendría lógicamente su bendición? Y por su profeta Ageo, ¿no indicó Él descontento divino porque su casa, la casa más importante de toda la tierra de Judá, estaba desechada, y lo había estado por tantos años?
26. ¿A qué cosas se debía la conexión entre el que la casa de Jehová estuviera desechada y la mala condición económica de ellos?
26 En medio de aquellas circunstancias, tiene que haber habido alguna conexión entre la condición de “desechada” de la casa de adoración de Jehová y el hecho de que estos judíos rescatados sembraban mucha semilla en la tierra dada por Dios y sin embargo traían poco en cuanto a lo sembrado. Segaban algo para comer, sí, pero no era suficiente para satisfacer sus deseos ni necesidades. Bebían vino hecho del jugo de sus viñas, pero no tenían una cosecha lo suficientemente grande como para hacer suficiente vino para llegar al punto de embriagarse con él. Podían confeccionar algo para ponérselo exteriormente en sus cuerpos, pero no suficiente, o no de tal calidad, como para que los mantuviera calientes durante el tiempo frío. Y si los necesitados se alquilaban para ganarse la vida o para recibir alguna ayuda para sufragar sus gastos, parecía como si el dinero que ganaban se pusiera en una bolsa llena de agujeros que dejaba que las monedas se cayeran y se perdieran sin beneficiar a los asalariados. En vista de la relación que tenían aquellos ocupantes de la tierra con el Dueño celestial de aquella tierra y sus obligaciones religiosas a Él, tiene que haber habido alguna conexión vital entre su casa “desechada” y la depresión económica de ellos.
27. ¿Cómo indicó la profecía anterior de Jehová en Ezequiel 36:33-36 que esa conexión existía?
27 Esta conexión tiene que haber sido real en vista de lo que Jehová el Dios de ellos había prometido por medio de su profeta Ezequiel poco después de la destrucción de Jerusalén y de la desolación de la tierra de Judá más de setenta años antes: “Esto es lo que ha dicho el Señor Soberano Jehová: ‘En el día que los limpie de todos sus errores también ciertamente haré que las ciudades sean habitadas, y los lugares devastados tienen que ser reedificados. Y la tierra desolada misma será cultivada, cuando había llegado a ser un yermo desolado ante los ojos de todo el que pasaba. Y la gente ciertamente dirá: “Esa tierra de allí que había estado desolada ha llegado a ser como el jardín de Edén, y las ciudades que eran un lugar desierto y que habían sido desoladas y que estaban demolidas están fortificadas; han llegado a estar habitadas.” Y las naciones que quedarán alrededor de ustedes tendrán que saber que yo mismo, Jehová, he edificado las cosas demolidas, he plantado lo que ha estado desolado. Yo mismo, Jehová, he hablado y lo he hecho.’”—Ezequiel 36:33-36.
28. ¿Por qué no se había cumplido en los judíos por el año 520 a. de la E.C. aquella profecía dada por medio de Ezequiel, y por qué debemos nosotros hoy aplicar el punto de esto a nosotros mismos?
28 Cuando el resto rescatado de judíos que temían a Dios regresaron a su tierra desolada en 537 a. de la E.C., tenían las más altas esperanzas de ver aquella tan brillante profecía cumplida. Pero ahora, por el año 520 a. de la E.C., sus más altas esperanzas habían parado en desilusión. ¿Por qué? Sí, ¿por qué no estaban los pueblos paganos de alrededor diciendo: “Esa tierra de allí que había estado desolada ha llegado a ser como el jardín de Edén”? La razón es obvia: El resto rescatado de judíos estaba descuidando la adoración de Aquel que había hecho tan grandiosa promesa por medio del profeta Ezequiel. ¿No hay en esto un punto que nosotros hoy, los que esperamos la transformación de toda la Tierra en un Paraíso, debemos tomar a pechos? Sí. Pero, ¿qué remedio era preciso aplicar en aquel tiempo? Debe ser un ejemplo que nos sirva de consejo ahora.
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El remedio para los de esperanzas desilusionadasEl Paraíso restaurado a la humanidad... ¡por la Teocracia!
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Capítulo 3
El remedio para los de esperanzas desilusionadas
1. Todavía era ¿qué fecha, y para ayudar a los judíos a ver la conexión entre qué dos cosas levantó Jehová a Ageo?
TODAVÍA es el 1 de Elul, o el primer día del sexto mes lunar, en el año segundo del reinado de Darío I, rey del Imperio Persa. Eso sería para mediados del mes de agosto del año 520 a. de la E.C., según nuestro calendario de hoy. (Ageo 1:1) Por medio de su profeta Ageo, Jehová estaba llamando atención a los caminos o el comportamiento de su pueblo recomprado al que había restaurado a su país después que éste había estado desolado por setenta años. (2 Crónicas 36:17-21) Jehová los estaba instando a dar consideración sincera a las maneras poco usuales en que les estaban aconteciendo las cosas. Entonces podrían ver la conexión entre el que todo su afanoso trabajo en el terreno resultara tan falto de recompensa y el que hubieran dejado que la casa de adoración de Jehová estuviera desechada, aunque estaban atendiéndose bien a sí mismos en cuanto a condiciones de alojamiento.—Ageo 1:2-6.
2. Básicamente, ¿qué clase de cuestión era aquélla para aquellos judíos, y por eso, quién podía prescribir el remedio correcto, y cómo comenzó la prescripción?
2 ¿Era básicamente una razón religiosa lo que había tras el hecho de que les fuera tan mal a los judíos después de haber estado de regreso en su país por diecisiete años? Si lo era, entonces era Jehová Quien podía señalarles infaliblemente aquella razón y también prescribir el remedio. No le complacía el que ellos estuvieran tan interesados en su propio bienestar material y descuidaran la casa de adoración de Él. Por eso, después de haber soportado esta actitud desequilibrada de ellos por tan largo tiempo, les dijo por medio del profeta Ageo: “Esto es lo que ha dicho Jehová de los ejércitos: ‘Pongan su corazón en sus caminos.’ ‘Suban a la montaña, y tienen que traer madera. Y edifiquen la casa, para que me complazca en ella y sea glorificado,’ ha dicho Jehová.” Entonces, para señalar lo que verdaderamente era responsable de los resultados desilusionadores de tan afanoso trabajo, hizo que Ageo siguiera profetizando de este modo:
3. ¿Quién afirmó ser responsable del mal aprieto económico de ellos?
3 “‘Hubo un esperar mucho, pero vean, hubo solo un poquito; y ustedes lo han traído a la casa, y soplé sobre ello... ¿por qué razón?’ es la expresión de Jehová de los ejércitos. ‘Por razón de mi casa que está desechada, mientras que ustedes están de prisa, cada uno a favor de su propia casa. Por lo tanto sobre ustedes los cielos detuvieron su rocío, y la tierra misma retuvo su producto. Y seguí pidiendo sequedad sobre la tierra, y sobre las montañas, y sobre el grano, y sobre el vino nuevo, y sobre el aceite, y sobre lo que el suelo producía, y sobre el hombre terrestre, y sobre el animal doméstico, y sobre todo el afán de las manos.’”—Ageo 1:7-11.
4. A pesar de la proscripción imperial, ¿qué acción les prescribió Jehová a los judíos, y qué cuestión decisiva planteó esto para los judíos?
4 Cuando las palabras que se acaban de citar se declararon, la proscripción anticonstitucional que había impuesto el difunto rey Artajerjes de Persia a la edificación del templo de Jehová en Jerusalén todavía estaba en vigor. Sin embargo, Jehová de los ejércitos, hablando por medio de Ageo, les dijo a los judíos que se veían en dificultades que consiguieran materiales y “edifiquen la casa, para que me complazca en ella y sea glorificado.” (Ageo 1:8) La cuestión que había de decidirse ahora era: ¿Qué se ha de obedecer?... ¿la voluntad de Jehová, o la proscripción imperial, la voluntad de un hombre mal informado que ahora estaba muerto? ¿La orden de quién ha de cumplirse?... ¿la del viviente Dios Altísimo, el Gran Teócrata, o la de un emperador persa muerto? Si hacían como hicieron los apóstoles cristianos de más tarde, “obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres,” se atraerían las objeciones y la oposición de los que favorecían la proscripción, pero se ganarían la aprobación de Dios. (Hechos 5:29) Ya estaban agradando a aquellos opositores paganos, pero estaban desagradando a Dios. Por eso, ¿estaban dispuestos ahora a agitar el desagrado de sus adversarios paganos y de ese modo ganarse el buen placer de Jehová de los ejércitos?
5. ¿Qué no podían controlar los adversarios y opositores, y qué no podían remover para beneficio de los judíos?
5 Aquellos adversarios paganos no podían controlar las condiciones del tiempo de la tierra de Judá. Ni siquiera el entero Imperio Persa podía hacer aquello. No podían hacer que los cielos produjeran el rocío que se necesitaba en la temporada seca del año. No podían hacer que la tierra produjera su producto, de modo que los labradores judíos no solo sembraran mucho y esperaran mucho, sino que también trajeran mucho del campo. O, a la inversa, aquellos persas imperiales y los adversarios de la vecindad de los judíos no podían remover, durante la temporada ordinariamente húmeda, la sequedad que venía sobre la tierra, sobre el grano, sobre el vino nuevo, sobre el aceite, sobre todos los otros productos del suelo, ni la sequedad que venía sobre hombre, animal doméstico y aquello por lo que los hombres se afanaban con sus manos. Pero Jehová de los ejércitos podía hacer aquello, porque aquellas cosas adversas venían de él como expresión de su desagrado.
6. Por esa razón, ¿a quién deberían temer los judíos, pero de qué manera no estaban mostrando ese temor?
6 A diferencia de aquellos israelitas a quienes se hace referencia en Jeremías 5:24, los judíos repatriados no deberían temer la ira del Imperio Persa, sino que deberían decir: “Temamos, ahora, a Jehová nuestro Dios, Aquel que está dando el aguacero y la lluvia del otoño y la lluvia de la primavera en su estación, Aquel que guarda para nosotros aun las semanas prescritas de la cosecha.” (Jeremías 10:10-13) No podían mostrar ese temor a Jehová por meramente correr a sus propias casas particulares para meterse tan rápidamente como fuera posible en sus propias cómodas casas mientras que al mismo tiempo dejaban que la casa de adoración de su Dios siguiera desechada. La casa de tan gran Personaje como Jehová de los ejércitos, el Gran Teócrata, debería ser puesta en primer lugar. El temor al hombre no debería retraerlos de edificarla, para que él se complaciera en ella y fuera glorificado.
7, 8. (a) ¿Por qué les dijo Jehová a los judíos que trajeran madera para a casa? (b) ¿Por qué no era necesaria para Jehová una casa material de aquella clase, y sin embargo era apropiada?
7 Ese era el remedio para su situación de tener aquellas condiciones desilusionadoras en sentido material y espiritual... a saber, obedecer a Dios como gobernante más bien que al hombre y seguir adelante y construir la casa de adoración de Dios. Que suban a la montaña forrada de bosque y derriben árboles y traigan la madera para construir la tan importante casa. No que el templo de Dios hubiera de ser edificado todo de madera. Pero las piedras del templo anterior derribado yacían allí en el lugar, y madera para enmaderamiento y otras necesidades era el material que más preparación requería. Esto no quiere decir que Jehová de los ejércitos necesitara una casa terrestre material como hogar en el cual morar entre los judíos que tenían sus buenas casas. Él ya tenía su morada no hecha de manos humanas, en los santos cielos, y este templo de piedra y madera sobre el monte Moría en Jerusalén era solo una representación de un templo espiritual futuro, una verdadera casa de adoración del Dios Altísimo. Era tal como dijo Salomón el que había construido el templo:
8 “Pero ¿verdaderamente morará Dios sobre la tierra? ¡Mira! Los cielos, sí, el cielo de los cielos, ellos mismos no pueden contenerte; ¡cuánto menos, pues, esta casa que yo he edificado!”—1 Reyes 8:27.
9. (a) Por eso, ¿cómo podía Dios residir en aquella casa? (b) Al adorar en aquel templo, ¿qué renovarían los judíos, con qué resultados para ellos?
9 Por lo tanto Dios no moraría personalmente en el templo reconstruido en Jerusalén, sino solo por su espíritu, su santa fuerza activa invisible, y por volver su rostro o atención hacia aquel templo. Lo santificaría o lo haría una casa santa y sería el centro de la adoración religiosa para la nación entera. Allí se ofrecerían sacrificios para individuos o para la nación entera en el un solo altar autorizado, y sería el lugar en el cual se congregaría la nación durante sus tres fiestas anuales y en el Día de Expiación para la nación entera. Allí el sumo sacerdote Josué hijo de Josadac y todos los subsacerdotes podrían oficiar a favor del pueblo. Así la nación de Israel podría mantener una relación renovada con su Gobernante Teocrático, Jehová, y sostenerse en buena condición espiritualmente. Jehová sería glorificado por la reedificación del templo sobre el cual se colocaría Su nombre, y él haría saber que estaba complacido por medio de derramar bendiciones sobre ellos, bendiciones espirituales y materiales.
¿OBEDECIENDO A DIOS COMO GOBERNANTE, O AL HOMBRE?
10, 11. ¿A quiénes fue dirigida la profecía de apertura de Ageo, y según demostró la acción que se tomó tras ésta, qué decisión se había tomado?
10 El mensaje de apertura del profeta Ageo fue dirigido especialmente “a Zorobabel hijo de Sealtiel, el gobernador de Judá, y a Josué hijo de Josadac el sumo sacerdote.” (Ageo 1:1) Esto colocaba en ellos la obligación de llevar la delantera y poner el ejemplo correcto para la nación entera. No obstante, aquellos dos hombres, el gobernador y el sumo sacerdote, sabían qué esperar de los adversarios si reanudaban la edificación del templo en Jerusalén. ¿Qué muestra la historia que hicieron?... ¿obedecer a Jehová de los ejércitos como Gobernante, o al hombre? Pusieron en primer lugar los intereses espirituales y obedecieron a Dios. Ageo informa:
11 “Y Zorobabel hijo de Sealtiel, y Josué hijo de Josadac el sumo sacerdote, y todos los que quedaban del pueblo empezaron a escuchar la voz de Jehová su Dios, y las palabras de Ageo el profeta, pues Jehová su Dios lo había enviado; y el pueblo empezó a temer debido a Jehová.”—Ageo 1:12.
12. El pueblo comprendió que el que había enviado a Ageo era ¿quién? y ¿qué temor vencieron?
12 Por el mensaje que el profeta les proclamó aquel día de la sexta luna nueva del año, el pueblo sabía la posición que adoptaba el valeroso Ageo en la cuestión de obedecer a Dios o al hombre. Se dieron cuenta de que Jehová había enviado a Ageo, y por eso le prestaron atención como al comunicador del mensaje del momento procedente de Jehová. Con el corazón atento consideraron lo que dijo, aunque tenía naturaleza de censura. Entendieron el razonamiento de Dios con ellos. Comprendieron su falla, su delincuencia. Tenían buena razón para temer delante de Jehová. Era el Comandante en Jefe de los ejércitos celestiales quien les hablaba por medio de su profeta Ageo, y el temor que le tenían a este Jehová de los ejércitos ahogó todo temor a los hombres o hasta al Imperio Persa. Todavía necesitan estímulo, y ahora se usó a Ageo para dárselo:
13. ¿Qué mensaje estimulador dio entonces Ageo al pueblo?
13 “Y Ageo el mensajero de Jehová pasó a decirle al pueblo según la comisión de mensajero de Jehová, diciendo: ‘Yo estoy con ustedes,’ es la expresión de Jehová.”—Ageo 1:13.
14. En vista de todos los adversarios, ¿qué significaba este mensaje para los edificadores del templo, y qué regla que declaró más tarde Jesucristo estarían siguiendo al ponerse a edificar?
14 ¿Podían aquellos judíos que temían a Dios recibir mensaje más estimulador que aquél? Los adversarios que había en la vecindad pudieran tener de su parte a todo el Imperio Persa, pero los israelitas recomprados, por un curso de obediencia, tenían de su parte a Jehová de los ejércitos. Jehová no sentiría desagrado porque ellos siguieran adelante y reedificaran Su templo. Parafraseando la regla dada por Jesucristo más de quinientos cincuenta años después, las cosas que pertenecían a César (o el emperador) tenían que rendirse a César, pero las cosas que pertenecían a Dios igualmente tenían que pagarse a Dios, y las cosas de Este vienen primero. (Mateo 22:21) Por actuar según esa regla, tendrían a Jehová con ellos. Eso garantizaba el buen éxito en la edificación del templo.
15. ¿Por qué ahora pasaron más de tres semanas antes que el pueblo entrara en la casa de Jehová y trabajara en ella?
15 Confiando ahora en su Dios Todopoderoso, la nación dirigió sus esfuerzos al proyecto principal por el cual habían emprendido la larga caminata desde Babilonia a su sagrado país original. Pasaron tres semanas y más, no porque se pospusieran las operaciones debido al temor, sino porque se estaban organizando los asuntos para un comienzo apropiado. Todos fueron fuertemente agitados con el espíritu o fuerza activa invisible de Dios, y esto obró como fuerza impulsora dentro de ellos. Llegó el día veinticuatro del mes lunar de Elul, ¿y qué sucedió? Ageo, tú estuviste allí; dinos. “Y Jehová procedió a despertar el espíritu de Zorobabel hijo de Sealtiel, el gobernador de Judá, y el espíritu de Josué hijo de Josadac el sumo sacerdote, y el espíritu de todos los que quedaban del pueblo; y empezaron a entrar y a hacer la obra en la casa de Jehová de los ejércitos su Dios. Fue el día veinticuatro del sexto mes en el segundo año de Darío el rey.”—Ageo 1:14, 15.
16. Antes que Ageo comenzara a profetizar, ¿en qué actitud habían caído los judíos, pero, ahora, a hacer qué se les agitó?
16 Antes de la profecía de Ageo en el primer día del sexto mes de aquel año, el gobernador Zorobabel y el sumo sacerdote Josué y el resto repatriado del pueblo judío habían perdido el impulso, la inclinación, el sentido de urgencia, el celo y el entusiasmo en cuanto a reedificar el templo de Jehová. Habían sucumbido a la oposición e interferencia de sus adversarios y se decían: “El tiempo no ha llegado, el tiempo de la casa de Jehová, para que sea construida.” (Ageo 1:2) Pero ahora, debido al mensaje de Ageo procedente de su Dios, comenzaron a ver los asuntos de manera diferente. Por eso el Comandante en Jefe, Jehová de los ejércitos, agitó el espíritu de todos. Después de la organización y preparación necesarias, empezaron a hacer su más importante trabajo en la tierra de Judá, dar los pasos preliminares para la obra de construcción misma en el templo de su Dios. El tiempo está fechado: fue el 24 de Elul del segundo año de Darío I, el rey de Persia. Esto fue para mediados de septiembre del año 520 a. de la E.C. Era el tiempo del año en que comenzaba a formarse el rocío sobre la vegetación después de la temporada seca de mediados del verano.
17. ¿Qué abarcaba aquel trabajo preliminar, y por qué no les importó a los judíos que los adversarios notaran su trabajo?
17 No hay duda de que Jehová de los ejércitos se complació al ver que se emprendía este trabajo adelantado. Había que cortar y aserrar madera para las vigas y el enmaderado; tenía que haber alguna extracción de piedra de las canteras. Y había que limpiar de escombros el lugar histórico del templo que mucho tiempo atrás había sido comprado por el rey David en el siglo once antes de nuestra era común. (2 Samuel 24:18-25; 1 Crónicas 21:18 a 22:19; 2 Crónicas 3:1) Aquellos escombros pudieron haberse acumulado por años. No sabemos si los adversarios paganos de los judíos en la vecindad notaron esta actividad preliminar o no. Pero aun si la notaron, a los ocupados judíos no les importó. Sabían que tenían la aprobación de su Dios y que estaban haciendo Su obra, y que el invencible Jehová de los ejércitos estaba de parte de ellos. No obstante, no podía menos que surgir fuerte oposición de parte del enemigo. ¿Tendría buen éxito esta vez? Veremos.
PARALELO HISTÓRICO
18. ¿Ha habido un paralelo actual de eso? ¿A los escritos de quién acudimos ahora?
18 ¿Hay algún paralelo histórico de esto en tiempos modernos que saque a este acontecimiento antiguo de la esfera de lo que simplemente es historia muerta? Tenemos razón para creer que lo hay. Un escritor judío del primer siglo de nuestra era común, un fariseo de la tribu de Benjamín y llamado Saulo de Tarso de Asia Menor, miró atrás a la historia antigua de su pueblo y entonces puso por escrito sus observaciones. ¿A quiénes escribió? Envió su carta a la Roma imperial en Italia, pero no a ningún llamado “Obispo de Roma, Sucesor del Príncipe de los Apóstoles, Vicario de Cristo.” De ninguna manera. En aquel tiempo todavía no había comenzado la cristiandad con un dignatario religioso de esa índole, sino que tuvo que esperar hasta que el emperador Constantino el Grande, del cuarto siglo, le dio comienzo. Saulo de Tarso, que ahora había llegado a ser apóstol de Jesucristo y era llamado Pablo, escribió su carta a la congregación de cristianos primitivos de Roma y consideró gran parte de las inspiradas Escrituras Hebreas.
19. ¿Qué libro profético está incluido en lo que Pablo escribió en Romanos 15:4?
19 En lo que ahora está alistado como Romanos, capítulo quince, versículo cuatro, Pablo escribió: “Porque todas las cosas que fueron escritas en tiempo pasado fueron escritas para nuestra instrucción, para que por medio de nuestra perseverancia y por medio del consuelo de las Escrituras tengamos esperanza.” (Romanos 1:1-7) Entre esas Escrituras estaba Ageo.
20. Según 1 Corintios 10:6-11, ¿por qué podemos buscar valor típico en el registro de Ageo?
20 El apóstol Pablo también escribió un par de cartas a la congregación cristiana de Corinto en la provincia romana de Acaya, y en su primera carta, el capítulo diez,
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