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El camino de regreso a la paz en el ParaísoLa Atalaya 1970 | 15 de abril
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en la cabeza y tú le magullarás en el talón.’”—Gén. 3:14, 15.
23. (a) ¿Quiénes son la serpiente simbólica y la mujer simbólica que se mencionan en Génesis 3:14, 15? (b) ¿Qué querría decir por fin para el género humano el que se le magullara la cabeza a la serpiente?
23 Al maldecir así a la serpiente Dios realmente estaba maldiciendo al Diablo, el operador de la serpiente. La serpiente llegó a ser un símbolo del Diablo. (Rev. 12:9; 20:2) Si el símbolo, la serpiente literal, fue degradada, el Diablo también tiene que estar degradado. El hecho de que Dios llamó al Diablo “la serpiente original,” indicó dicha degradación. En conformidad con eso, la descendencia de la serpiente llegó a ser símbolo de la descendencia del Diablo. La descendencia de la mujer llegó a ser símbolo de la descendencia de la “mujer” simbólica de Dios, a saber, su santa y fiel organización celestial de criaturas espíritus. El que la cabeza de la serpiente fuera magullada por la descendencia de la mujer quería decir que la cabeza del Diablo sería magullada, que recibiría una herida que significaría muerte y destrucción para él. Pero no solo habría de ser castigado así el Diablo, “la serpiente original,” sino que también su obra inicua habría de ser deshecha. Esto tendría que incluir la restauración de la humanidad a un paraíso terrenal.
24. ¿Qué bendición le tocaría a la descendencia de la “mujer” de Dios por pelear contra la “serpiente” y su descendencia? ¿Dónde podemos hallar la identificación de la descendencia de la “mujer” de Dios?
24 El daño infligido a la descendencia de la mujer al magullársele en el talón no habría de infligírsele a cambio de nada. Por habérsele magullado, el que era la descendencia de la mujer habría de ser recompensado, porque se le habría magullado al pelear de parte de Jehová Dios en la guerra que resulta de la enemistad que Dios puso entre la serpiente y la mujer y entre la descendencia de la serpiente y la descendencia de la mujer. Por ser magullado habría de ser recompensado con el honor y la gloria de llevar a cabo la voluntad de Jehová y magullar la cabeza de la gran Serpiente, destruyendo a este principal oponente de Dios. Estamos acercándonos mucho al tiempo en que la descendencia de la “mujer” de Dios conquistará gloria eterna al magullar la cabeza de la gran Serpiente. Todo el género humano que viva estará en deuda con esta gloriosa Descendencia entonces por este acto de libertarlos de este principal enemigo suyo, el Diablo. Pero, ¿sabemos quién es esta descendencia de la “mujer” de Dios? La historia nos lo identifica, y esa historia indisputable se halla en las páginas del Libro que también nos habla acerca de la replantación venidera del Paraíso para el género humano, a saber, la Santa Biblia. Busquemos rápidamente las pistas que llevan a la identificación.
25, 26. Siga la línea de la historia que empieza con Sem y que nos lleva a la descendencia de la “mujer” de Dios.
25 No obtenemos esta información de los historiadores seglares, mundanos. Por lo general la historia seglar pasa por alto, deja de ver u omite los hechos históricos que realmente cuentan. Es a la Biblia que acudimos para enterarnos de que el hijo de Noé que se llamaba Sem fue señalado con especialidad cuando Noé bendijo a Sem y dijo: “Bendito sea Jehová, el Dios de Sem, y llegue a ser Canaán esclavo para él. Conceda Dios amplio espacio a Jafet, y resida él en las tiendas de Sem.” (Gén. 9:24-27) Pasando ahora nueve generaciones después de Sem llegamos al descendiente de Sem que se llamó Abrán (o Abrahán) en la tierra de Mesopotamia. El Dios de Sem, Jehová, se le reveló a Abrahán y dijo: “Vete de tu país y de tus parientes y de la casa de tu padre al país que yo te mostraré; y haré de ti una nación grande y te bendeciré y de veras que haré grande tu nombre; y resulta ser una bendición. Y ciertamente bendeciré a los que te bendigan, y al que invoque mal sobre ti lo maldeciré, y ciertamente se bendecirán por medio de ti todas las familias del suelo.” (Gén. 12:1-3) Abrahán obedeció a Dios y consiguió su bendición.
26 Abrahán resultó ser una bendición a todas las familias del suelo, no por medio de su primer hijo Ismael, sino por medio de su segundo hijo Isaac. Cuando Abrahán demostró que era obediente a Jehová Dios hasta el mismo punto de sacrificar a su amado hijo Isaac por mandato de Dios, Dios le dijo a Abrahán en el altar de sacrificio: “Yo seguramente te bendeciré y seguramente multiplicaré tu descendencia como las estrellas de los cielos y como los granos de arena que hay en la orilla del mar; y tu descendencia tomará posesión de la puerta de sus enemigos. Y por medio de tu descendencia ciertamente se bendecirán todas las naciones de la tierra debido a que has escuchado mi voz.” (Gén. 22:15-18) La promesa de Dios aquí indicó que la descendencia de su “mujer” llegaría a estar asociada con la descendencia de Abrahán para la bendición de todas las naciones de la Tierra.
27, 28. (a) ¿Por medio de quién siguió después de Isaac esta línea descendente que lleva a la Descendencia? (b) ¿Qué muestra entonces el registro bíblico en cuanto a la bendición de los doce hijos de Israel?
27 Jehová Dios repitió su promesa de bendición a Isaac, hijo de Abrahán. Pero Isaac tuvo hijos gemelos, Esaú y Jacob. Dios escogió al hijo segundo, Jacob, y a él le repitió su promesa de bendición. También le cambió el nombre de Jacob a Israel. Los israelitas del día actual son descendientes de Jacob o Israel, y no obstante, hoy, todas las naciones de la Tierra están muy lejos de querer bendecirse por medio de estos descendientes carnales de Jacob o Israel. ¿A qué se debe esto? La historia de la Biblia nos aclara a qué. Al seguir su registro notamos que Jacob tuvo doce hijos, los cuales con el tiempo llegarían a ser los cabezas patriarcales de las doce tribus de Israel, una nación familiar. ¿Por medio de cuál de estos doce hijos en particular vendría la descendencia de la “mujer” de Dios que se encargaría de magullar la cabeza de la gran Serpiente y bendecir a todas las naciones de la Tierra sin parcialidad alguna? Jacob en su lecho de muerte allá abajo en Egipto indicó quién sería. Al tiempo de dar sus bendiciones proféticas a sus doce hijos, dijo a su cuarto hijo, Judá:
28 “En cuanto a ti, Judá, tus hermanos te elogiarán. . . . Cachorro de león es Judá. . . . El cetro no se apartará de Judá, ni el bastón de mando de entre sus pies, hasta que venga Silo; y a él pertenecerá la obediencia de los pueblos.”
29. ¿Qué hechos tenemos ya acerca de esta descendencia de la “mujer” de Dios?
29 Esas palabras, conservadas para nosotros en Génesis 49:8-10, aseguraban que el Magullador de la gran Serpiente y el Bendecidor de toda la gente obediente tendría que ser de Judea o judío. Él habría de empuñar el cetro real, y el bastón de mando legítimo habría de descansar entre sus pies o contra su regazo. Habría de ser Aquel a quien le pertenece el nombre o título “Silo,” el cual título quiere decir “Aquél a Quien Pertenece.” Como Gobernante nombrado por Jehová Dios él tendría derecho a la obediencia de toda la gente que busca la bendición por la Descendencia de Abrahán.
30. ¿Cómo sabemos que David y Salomón, descendientes de Judá, no satisficieron los requisitos necesarios para ser aquella descendencia de la “mujer” de Dios?
30 Seiscientos cuarenta y un años después, o en 1070 a. de la E.C., un descendiente del patriarca Judá realmente llegó a ser rey de una nación, a saber, David el hijo de Jesé del pueblo de Belén. Como rey en Jerusalén, él se atrajo la obediencia de las doce tribus de Israel. Acabó de conquistar toda la tierra que Dios había prometido darle a Abrahán en el Oriente Medio, y los pueblos en aquellas zonas conquistadas tuvieron que serle obedientes al rey David. Pero ni David ni Salomón, su hijo y heredero al trono, se atrajeron la obediencia de los pueblos de toda la redondez de nuestro globo terráqueo. Sin embargo, la gobernación mundial habría de tocarle a un descendiente real de David a quien Dios daría un reino que duraría para siempre. Dios le indicó esto al rey David por la promesa pactada que Dios hizo con él. (2 Sam. 7:4-17) Bajo el régimen pacífico del hijo de David, Salomón, gran parte de la tierra de Israel vino a estar en una condición que se asemejaba mucho a la del Paraíso.—1 Rey. 4:20-25.
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El Caudillo en el camino al Paraíso pacíficoLa Atalaya 1970 | 15 de abril
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El Caudillo en el camino al Paraíso pacífico
1. ¿Quiénes hoy día no satisfacen los requisitos como descendientes de Judá y David para ser aquella Descendencia prometida, pero quién sí los satisface?
HOY ya no existe el reino terrenal del rey David de Jerusalén, ni siquiera desde que se estableció la República de Israel en el año 1948, ni desde que los judíos lograron tomar a toda Jerusalén en 1967 E.C. Ningún judío en la Tierra hoy puede probar que es descendiente real del rey David. Pero hay Uno en el cielo hoy que puede probar que nació en la Tierra en la tribu de Judá y en la familia real del rey David. ¿Quién es ése? Si nos dirigimos al último libro de la Santa Biblia, a saber, a Revelación 5:5-12, hallamos a uno a quien se llama “el León que es de la tribu de Judá,” y acerca de quien se dice: “Digno es el Cordero que fue degollado de recibir el poder y riquezas y sabiduría y fuerza y honra y gloria y bendición.” Éste también habla y se llama a sí mismo “la raíz y la prole de David” y afirma tener la “llave de David” con la cual abrir y cerrar. (Rev. 22:16; 3:7) ¿Quién es ése? Él se refiere a sí mismo llamándose Jesús.
2. ¿Por qué rehusó Jesús ser rey en la Tierra?
2 ¡Ah, sí! éste es Jesucristo, quien nació en Belén, el pueblo de David, hace poco menos de dos mil años, pero que ha sido glorificado en el cielo por su Padre celestial Jehová Dios. Pero él tuvo que sacrificar su vida humana a fin de conseguir aquel lugar en el cielo a la diestra de Dios. Por eso cuando se hace referencia a él se dice que es “el Cordero que fue degollado.” Aunque era el heredero legítimo del rey David, rehusó ser rey en la Tierra. Predicó “el reino de los cielos,” “el reino de Dios.” No obstante, cuando le dieron muerte en un madero de ejecución fuera de los muros de la vieja Jerusalén, el gobernador romano del país hizo que se fijaran estas palabras más arriba de la cabeza de Jesús: “Jesús el nazareno el rey de los judíos.” (Juan 19:16-22) Con razón un malhechor que estaba colgado en un madero al lado de Jesús mostró que creía en la resurrección de los muertos y le dijo a Jesús: “Jesús, acuérdate de mí cuando entres en tu reino.”
3. ¿Qué esperanza futura de una Tierra paradisíaca dio Jesús al hablarle al malhechor que estaba colgado a su lado, y cómo se nos asegura que éste es un paraíso terrenal y no celestial?
3 La respuesta de Jesús mostró que él también tenía fe en la resurrección de los muertos tanto para sí mismo como para este hombre amigable. Jesús le dijo: “Verdaderamente te digo hoy: Estarás conmigo en el Paraíso.” (Luc. 23:39-43) Solo había un Paraíso acerca del cual sabía algo este malhechor judío moribundo, y ése no era un paraíso en el cielo, sino el Paraíso en Edén en el cual Adán y Eva habían sido creados en perfección humana. Fue a aquel Paraíso que se refirió Jesús. Sus palabras al malhechor querían decir que cuando Jesús llegara a estar en su reino por medio de ser resucitado de entre los muertos, iba a restaurar el Paraíso a la Tierra y se acordaría de este malhechor muerto y se encargaría de que disfrutara de este Paraíso terrenal por medio de resucitarlo de entre los muertos. Las palabras de Jesús también querían decir que el propósito original de Jehová Dios de hacer que todo nuestro globo terráqueo fuera transformado en un Paraíso iba a realizarse bajo el reino de Jesucristo. El día en que Jesús le dijo aquellas palabras al malhechor, parecía muy improbable que tal cosa jamás sucediera. Pero que todo el género humano se regocije. ¡El Paraíso pronto será restaurado!
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