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  • Sean como hombres que se encaran sin miedo al Har–Magedón
    La Atalaya 1983 | 1 de abril
    • Esto indica que “el hombre de Dios” necesita estudiar con regularidad las Escrituras inspiradas y vivir en conformidad con ellas, a la vez que desempeña la obra que dicho estudio le prepara para hacer eficazmente.

      16. ¿Por qué, más que en los días de Noé antediluvianos, es aconsejable huir de los deseos que les son incidentales a los que están creciendo para llegar a ser hombres?

      16 ¡Estamos viviendo en los tiempos más graves de toda la historia humana! Estamos enfrentándonos a la desaparición de un mundo, mundo de dimensiones mucho mayores que las del mundo de los días de Noé. Por consiguiente, estamos participando en la obra más grandiosa y más importante que haya habido para el género humano hasta la actualidad. Ciertamente no es hora de que ningún testigo dedicado y bautizado de Jehová Dios esté satisfaciendo deseos propios de la juventud respecto a las cosas sensuales o la diversión. Así el apóstol Pablo escribió al joven Timoteo: “Huye de los deseos incidentales a la juventud”. “Sin embargo, tú, oh hombre [anthropos, en griego] de Dios, huye de estas cosas” (2 Timoteo 2:22; 1 Timoteo 6:11). Hoy, aún más que cuando el apóstol inspirado Juan escribió las palabras, es un hecho que “el mundo va pasando y también su deseo, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”. (1 Juan 2:17.)

      17. ¿A quiénes no hemos de restar importancia como hombres de Dios, pero a quién miramos como ejemplo perfecto de ellos?

      17 En estos días que exigen que uno demuestre virilidad cristiana, necesitamos mirar el ejemplo perfecto de Aquel a quien se refirió el gobernador Poncio Pilato al dirigirse a una multitud judía tumultuosa: “¡Miren! ¡El hombre!”, “¡Miren! ¡Su rey!” (Juan 19:5, 14). Mucho antes de Cristo hubo hombres de Dios, como “Moisés el hombre del Dios [verdadero]”, y Elías y su compañero Eliseo, y otros (Deuteronomio 33:1; 1 Reyes 17:18, 24; 20:28; 2 Reyes 1:9-12; 4:7, 9, 16). Pero, aunque no pasamos por alto ni restamos importancia a aquellos hombres de Dios de los días precristianos, debemos mirar a Aquel que sigue siendo el más sobresaliente ‘hombre de Dios’ que jamás haya vivido en la Tierra, Jesucristo, que ahora reina como Rey en los cielos desde que terminaron los Tiempos de los Gentiles en 1914 (Hebreos 11:1 a 12:3; Lucas 21:24). Si nos comportamos como hombres al igual que él, podemos enfrentarnos sin miedo a la destrucción que le sobrevendrá en Har–Magedón a este sistema de cosas condenado.

      18. ¿Cómo podemos cumplir nuestra gran responsabilidad de participar en vindicar la soberanía universal de Jehová Dios?

      18 En este tiempo de juicio, a medida que el viejo mundo se desploma, estamos haciendo para nosotros mismos un registro imperecedero que no puede borrarse. ¿Nos acreditará dicho registro y nos hará dignos de elogio, o, aunque sea triste decirlo, nos condenará para siempre junto con el mundo? Si nos comportamos como hombres, imitando el ejemplo perfecto de Jesucristo, probaremos que “el dios de este mundo”, Satanás el Diablo, no es nuestro gobernante espiritual (2 Corintios 4:4). Al contrario, estaremos apoyando la soberanía universal de Jehová Dios y así tendremos parte en vindicarla ante toda criatura viviente. ¡Nuestra responsabilidad al respecto es verdaderamente grande, y la oportunidad que tenemos de hacerlo es gloriosa!

      19. Además de mantenernos despiertos y firmes en la fe, ¿en qué sentido necesitamos crecer como “hombres”, y quién es la fuente de lo que necesitamos para lograrlo?

      19 Nos toca a nosotros mantenernos despiertos respecto a nuestro privilegio y la oportunidad que tenemos, y ‘estar firmes en la fe’. ¡Que Jehová jamás permita que nos pongamos débiles como hombres que pertenecemos a Dios, que estamos dedicados a Dios! Con este digno fin, necesitamos hacer caso de la amonestación oportuna del apóstol Pablo: “Háganse poderosos” (1 Corintios 16:13). Si nos apoyamos estrictamente en El y oramos a El mediante nuestro Rey, Jesucristo, podemos hacer esto y lo haremos. En Isaías 40:29 se nos dice: “Está dándole poder al cansado; y al que se halla sin energía dinámica hace que abunde en plena potencia”. Después que presenciemos la victoria divina en Har–Magedón, que sea nuestro privilegio entonar las palabras que pronunció Moisés después de la derrota de las fuerzas militares de Faraón en el mar Rojo: “Jehová es persona varonil [ish, en hebreo] de guerra. [...] Mi fuerza y mi poderío es Jah, puesto que él sirve para mi salvación”. (Exodo 15:3, 2.)

      ¿Puede usted contestar estas preguntas?

      ◻ ¿De qué dependerá el que sobrevivamos a la guerra de Har–Magedón?

      ◻ ¿Qué circunstancias de los siervos ungidos de Jehová hoy se parecen a las de su antiguo siervo Jeremías?

      ◻ ¿Qué rasgos del servicio que desempeñó Ebed-melec prefiguraron la actividad de las “ovejas” de la parábola de Cristo en Mateo 25:31-46?

      ◻ Conforme a la profecía de Cristo del capítulo 21 de Lucas, ¿qué diferencia hay entre la actitud de los seguidores de Cristo y la de la gente de las naciones?

      ◻ ¿De qué “liberación” se habla en Lucas 21:28?

      ◻ ¿Qué resultado excelente producirá el que todos nosotros imitemos el ejemplo de Aquel a quien se identificó como “¡El hombre!”?

  • Preguntas de los lectores
    La Atalaya 1983 | 1 de abril
    • Preguntas de los lectores

      ◼ ¿Por qué creían algunos judíos que Juan el Bautizante era Elías, como se menciona en Juan 1:21?

      Antes de que Jesús fuera bautizado, algunos sacerdotes y levitas cruzaron el Jordán y llegaron a Betania, donde Juan estaba bautizando, y le preguntaron si él era el Cristo. Cuando Juan dijo que no lo era, le preguntaron: “¿Qué, entonces? ¿Eres Elías?”. (Juan 1:19-28.)

      ¿Por qué creían aquellos judíos que Juan tal vez era el profeta hebreo Elías, que había muerto unos nueve siglos antes? Se debía a una profecía que se había pronunciado más o menos a mediados del tiempo que transcurrió entre los días de Elías y el principio del ministerio de Juan. Malaquías, profeta de Dios, había predicho: “¡Miren! Envío a ustedes a Elías el profeta antes de la venida del día de Jehová, grande e inspirador de temor” (Malaquías 4:5). Algunos judíos aparentemente supusieron que esto significaba que Elías había de regresar en sentido físico, tal vez por medio de ser resucitado por Dios. Entonces apareció Juan usando una prenda de vestir de pelo de camello y un cinturón de cuero, tal como los que había llevado Elías (Mateo 3:4; 2 Reyes 1:8). Además, Juan fue franco al proclamar el mensaje de Dios que hacía un llamamiento al arrepentimiento, al igual que lo había hecho Elías. Por eso preguntaron a Juan si él era Elías.

      Juan respondió: “No lo soy”. No, él no era el profeta hebreo Elías mismo, quien todavía estaba dormido en la muerte. De hecho, un ángel había dicho a Zacarías (quien llegó a ser padre de Juan) que Juan había de servir con “el espíritu y poder de Elías” a fin de hacer que los judíos se volvieran a Jehová (Lucas 1:17). Juan no había de ser Elías, sino que había de hacer una obra semejante a la que efectuó el profeta Elías, quien había muerto hacía mucho tiempo.

      En armonía con eso y teniendo presente a Juan, Jesús luego dijo: “Elías ya ha venido y ellos no lo reconocieron” (Mateo 17:12). El quiso decir que Juan había cumplido la profecía de Malaquías 4:5. Había preparado el camino para el Mesías. No obstante, la mayor parte de los judíos no quisieron admitir que Juan había desempeñado dicho papel. Además, en Juan 10:41 está escrito: “Juan, en realidad, no ejecutó una sola señal”, mientras que el profeta original Elías ejecutó ocho señales o milagros.

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