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Victoria sobre el mundo sin conflicto armadoLa Atalaya 1974 | 1 de mayo
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contra Jehová y contra su ungido.’ De veras, pues, tanto Herodes como Poncio Pilato con los hombres de las naciones y los pueblos de Israel realmente fueron reunidos en esta ciudad contra tu santo siervo Jesús, a quien tú ungiste, a fin de hacer cuantas cosas tu mano y consejo habían predeterminado que sucediesen.”—Hech. 4:24-28.
24. ¿Qué objeto que había detrás del odio del mundo contra Jesús tenía que ser vencido victoriosamente?
24 Nadie puede poner en tela de juicio el hecho de que Jesucristo se encaró a odio mundial. Pero la pregunta vital es: ¿Dejó el que el odio mundial resultara victorioso sobre él? ¿Se doblegó finalmente en derrota ante aquel odio? Bueno, ¿qué estaba tratando de obligar a Jesucristo a hacer aquel odio mundial? Satanás el Diablo lo agitaba para poner en él temor que lo llevara a someterse. El propósito del odio era inducirlo a dejar de ejecutar sus poderosas obras milagrosas que testificaban del hecho de que él era el Mesías prometido enviado por Jehová Dios. Tenía el objeto de disuadirlo de predicar por más tiempo las buenas nuevas del reino mesiánico de Dios, silenciarlo como Maestro y Predicador. Tenía la intención de convertirlo en rebelde contra Jehová Dios, que lo había ungido y comisionado como el Mesías. Sí, este odio mundial fue suscitado contra Jesucristo para llevarlo a desquitarse de la gente y odiarla y a apartarse de su proceder abnegado de entregar su vida humana perfecta para que la gente obtuviera vida eterna bajo el prometido reino mesiánico de Dios. El odio mundial tenía como objeto destruirlo haciendo que él se esforzara por salvar su vida humana terrestre, lo que solo resultaría en que perdiera su alma, su esperanza de ser resucitado para vida eterna.
25. ¿Por qué no detuvo el odio mundano a Jesús haciendo que cesara de ejecutar milagrosas obras poderosas hasta a pocas horas de ser ejecutado?
25 ¿Logró el odio mundial todas estas cosas con relación a Jesucristo? ¿Se dio él por derrotado y cesó de ejecutar milagros y buenas obras para las cuales el Mesías prometido había sido comisionado? ¡No! Hasta pocas horas antes que fuera sentenciado a muerte, ejecutó un milagro, en muestra de que estaba contra conflicto armado alguno. Cuando él estaba siendo traicionado en el Jardín de Getsemaní cerca de Jerusalén, su apóstol Pedro sacó una espada y le cortó la oreja a un hombre del bando armado que salió a arrestarlo bajo el manto de la oscuridad. Pero Jesús se expresó en desaprobación del uso de la espada y entonces le sanó la oreja al hombre, dando así un testimonio al sumo sacerdote de los judíos, porque este hombre sanado, Malco, era siervo del sumo sacerdote.—Mat. 26:48-54; Luc. 22:47-51; Juan 18:10, 11.
26. ¿Qué se puede decir en cuanto a si Jesús dejó que el odio mundial evitara que él diera expansión a la predicación del Reino hasta el postrer medio año de su ministerio público?
26 Pues bien, ¿logró el embate del odio mundial continuo que Jesucristo se sometiera y lo obligó a mantener la boca cerrada y no predicar más las buenas nuevas del Reino? El testimonio de testigos oculares responde: ¡No! Comenzando solo en la proclamación de lo cercano del Reino después del aprisionamiento de Juan el Bautista, Jesús recogió discípulos a sí y seleccionó a doce que estarían con él siempre y a quienes designó apóstoles. A medida que se acercó la tercera celebración de la Pascua durante su ministerio público, envió a estos doce apóstoles en pares, a predicar el mismo mensaje que él había continuado predicando, porque les dijo: “Al ir, prediquen, diciendo: ‘El reino de los cielos se ha acercado.’” (Mat. 10:1-7) Después de la tercera celebración de la fiesta judía de los tabernáculos durante su ministerio público, Jesús envió otros setenta discípulos como evangelizadores, también en pares, y a ellos dijo: “Dondequiera que entren en una ciudad y los reciban, coman las cosas que pongan delante de ustedes, y curen a los enfermos en ella, y sigan diciéndoles: ‘El reino de Dios se ha acercado a ustedes.’” (Luc. 10:1-9) Esto fue durante el postrer medio año de su vida humana.
27, 28. (a) ¿Cómo dio Jesús una magnífica culminación con toque dramático a su predicación del Reino por toda la nación? (b) Cuando se instó a Jesús a detener los gritos acerca del Reino en aquella ocasión, ¿por qué no hizo aquello Jesús?
27 Ahora se acercaba la cuarta y última Pascua de su ministerio público. Llegó un día de excitación que sacudió en lo religioso a la ciudad de Jerusalén. Este fue el domingo 9 de Nisán del año 33 E.C., cinco días antes de la espantosa muerte de Jesús. Aquel día, con toque dramático Jesús dio una magnífica culminación a su predicación nacional del reino de Dios. Sobre el monte de los Olivos al este de Jerusalén, se sentó sobre un pollino de asna y cabalgó como el Rey Mesiánico hacia la ciudad real, no acompañado de un cuerpo imponente de soldados de caballería armados con lanzas, no con el traqueteo de un escuadrón de carros de guerra o con un batallón de soldados de infantería en toda su armadura, no, no con una gran fuerza militar que hubiera hecho que los soldados romanos irrumpieran como la corriente de un río de los cuarteles de soldados en el Castillo de Antonia en la esquina noroeste de la zona del templo, para resistir la invasión de Jerusalén. No; más bien, en cumplimiento de la profecía de Zacarías 9:9, montó en pacífica procesión triunfal acompañado por una jubilosa muchedumbre de hombres, mujeres y niños sin armas, a quienes dejó que proclamaran el Reino por él.
28 Entre los clamores que con vigor brotaban de la muchedumbre en marcha estaban éstos: “¡Bendito es el reino venidero de nuestro padre David!” “¡Bendito es El que viene como el Rey en el nombre de Jehová!” “¡Salva, te rogamos! ¡Bendito es el que viene en el nombre de Jehová, sí, el rey de Israel!” Cuando los enemigos llenos de odio se opusieron a estos gritos mesiánicos de la gente, Jesús insistió en que la profecía tenía que cumplirse, diciendo: “Les digo: Si éstos permanecieran callados, las piedras clamarían.”—Mat. 21:6-16; Mar. 11:4-11; Luc. 19:32-40; Juan 12:12-16.
29. ¿Cómo cumplió profecías así Jesús, y de qué hizo un cuadro?
29 Así, no en vano había declarado lo siguiente la profecía de Zacarías 9:9 quinientos años antes: “¡Exulta sin mesura, hija de Sión, lanza gritos de gozo, hija de Jerusalén! He aquí que viene a ti tu rey: justo él y victorioso, humilde y montado en un asno, en un pollino, cría de asna.” (Biblia de Jerusalén) “He aquí que viene a ti tu rey, justo y victorioso, humilde, y cabalgando sobre un asno, es decir, sobre un pollino, hijo de asna.” (Versión Moderna) No como presentando meramente un espectáculo, sino en obediencia a la profecía inquebrantable de Dios, Jesús animosamente se encaró al odio del mundo y dramáticamente testificó del reino mesiánico de Dios. De este modo representó proféticamente que después del fin de los Tiempos de los Gentiles en 1914 E.C., y después de terminada la guerra que acontecería en el cielo, montaría triunfalmente y se presentaría a la organización teocrática de Jehová como su Rey legítimo.—Luc. 21:24; Rev. 12:5-10.
DERECHO JUSTO DE DECLARARSE VICTORIOSO SOBRE EL MUNDO
30. (a) ¿Por qué se puede decir que Jesús no dejó que el odio mundial afectara su disposición y actitud personal? (b) ¿Cómo denunció la hipocresía religiosa con relación al Reino?
30 El odio mundial no detuvo a Jesús ni en la ejecución de milagros en prueba de que era el Mesías ni en su predicación de las buenas nuevas del reino mesiánico de Dios. Tampoco hizo aquel odio mundial que él embebiera el espíritu de éste y se llenara de odio malicioso a la raza humana que había venido a rescatar, ni logró su presión que él se hiciera rebelde contra Dios y la voluntad divina. En el templo, Jesús, en expresión de su compasión por la gente engañada y oprimida, públicamente denunció la hipocresía religiosa y dijo: “¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! porque cierran el reino de los cielos delante de los hombres; pues ustedes mismos no entran, ni permiten entrar a los que están entrando.” (Mat. 23:1-13) Tres días más tarde, sin espíritu alguno de rebelión contra Dios, Jesús celebró en Jerusalén, con sus apóstoles, la Pascua judía. Inmediatamente después dio comienzo a una observación nueva, una nueva cena, como memorial o conmemoración de su muerte como sacrificio humano.
31. ¿Por qué las palabras de Jesús acerca de la copa de vino y relacionadas con el Reino no refutan la alegación que hizo después acerca de que había obtenido victoria sobre el mundo?
31 Al explicar el significado de la copa de vino que se bebería en esta cena conmemorativa, Jesús dijo a sus fieles apóstoles: “Beban de ella, todos ustedes; porque esto significa mi ‘sangre del pacto,’ que ha de ser derramada a favor de muchos para perdón de pecados.” (Mat. 26:26-28) No hubo manifestación de odio a la raza humana en esas palabras, ni rebelión alguna contra la voluntad de Dios para él que envolvía una muerte de sacrificio. Entonces, en el transcurso de la conversación que hubo después, Jesús dijo a los apóstoles: “Ustedes son los que con constancia han continuado conmigo en mis pruebas; y yo hago un pacto con ustedes, así como mi Padre ha hecho un pacto conmigo, para un reino, para que coman y beban a mi mesa en mi reino, y se sienten sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.” (Luc. 22:28-30) Más tarde, al fin de su conversación y antes de hacer una oración final a Dios, Jesús les dijo: “En el mundo tendréis dificultad. ¡Pero cobrad ánimo! La victoria es mía; yo he vencido al mundo.”—Juan 16:33, The New English Bible.
32. (a) ¿Por qué tenía Jesús el derecho de declararse victorioso sobre el mundo en aquella hora de la noche? (b) ¿Cómo apoyó su alegación el testimonio que dio delante de Pilato?
32 En aquella hora de la noche del 14 de Nisán, ¿tenía Jesús el derecho de declararse victorioso sobre el mundo entero? En vista de su fiel y amoroso proceder en la vida hasta entonces, podemos contestar: ¡Sí! Jesús no estaba allí expresando una vana jactancia de autoglorificación. Su firme proceder de obediencia a Dios en las horas siguientes probó eso. Al estar delante del más encumbrado representante local de César del Imperio Romano, Jesús rehusó negar que era el Rey ungido de Dios; más bien, le dijo al gobernador Poncio Pilato: “Mi reino no es parte de este mundo. Si mi reino fuera parte de este mundo, mis servidores habrían peleado para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero, como es el caso, mi reino no es de esta fuente. . . . Tú mismo dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad.” Aunque su condición de rey mesiánico fue cosa presentada en acusación contra él por los que lo odiaban como base legal para que los romanos lo ejecutaran, Jesús no repudió el reino de Dios.—Juan 18:36, 37.
33. (a) En el madero de tormento, ¿cómo se completó la victoria de Jesús, y cómo se probó esto menos de tres días después? (b) ¿Qué victoria con relación a este mundo todavía le espera a Jesús glorificado?
33 Poco después de eso, mientras Jesús pendía clavado del madero de tormento en Calvario, cuando los que lo odiaban pasaron por aquel lugar y lo injuriaron, él no se hizo como ellos pagándoles con la misma moneda. Alrededor de las tres de la tarde, cuando Jesús dijo: “¡Se ha realizado!” e inclinó la cabeza y exhaló su último aliento, ciertamente había obtenido la victoria sobre el mundo, y eso sin conflicto armado. (Juan 19:30; 1 Ped. 2:22-24) El mundo lo había matado como hombre, pero él murió invicto. El mundo lleno de odio no obtuvo satisfacción de su muerte. No podía evitar, y no evitó, que él obtuviera la gloriosa recompensa de su victoria mundial. No pasaron completamente tres días antes que el Dios Todopoderoso lo levantara de entre los muertos en una estupenda victoria sobre la muerte y entonces lo exaltara a la diestra del trono de su Padre celestial, mucho más allá del alcance del mundo lleno de odio allá abajo en la Tierra, el simple escabel de Dios. (Fili. 2:5-11; 1 Ped. 3:22) Otra clase de victoria le espera, y ésta con sus santos ángeles guerreros en la venidera “guerra del gran día de Dios el Todopoderoso” en Har-Magedón.—Rev. 16:14, 16; 19:11-21.
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Compañeros de victoria sobre el mundoLa Atalaya 1974 | 1 de mayo
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Compañeros de victoria sobre el mundo
1. ¿Para quiénes fijó un patrón la victoria de Jesús sobre el mundo, y cómo fue ilustración de esto el apóstol Juan en edad avanzada?
LA VICTORIA de Jesús sobre el mundo sin participar en conflicto con él por el uso de armas militares queda como patrón o modelo para sus discípulos. Sus apóstoles fieles del primer siglo E.C. copiaron ese modelo. Nada logró todo el odio del mundo expresado durante décadas de tiempo en cuanto a quebrar la devoción firme de ellos al reino mesiánico de Dios y en cuanto a silenciar la predicación de aquel reino por ellos por todo el mundo. Solo unos cuantos años antes del fin de aquel siglo el apóstol cristiano Juan, probablemente el último apóstol sobreviviente, escribió a compañeros cristianos y dijo: “Yo Juan, hermano de ustedes y partícipe con ustedes en la tribulación y reino y perseverancia en compañía con Jesús, vine a estar en la isla que se llama Patmos por hablar acerca de Dios y por dar testimonio de Jesús.” (Rev. 1:9) Como aquellos fieles apóstoles, los verdaderos discípulos de Jesús están copiando su patrón o modelo para obtener victoria sobre este mundo del siglo veinte.
2. Según la profecía de Jesús acerca de las dificultades que experimentarían sus seguidores, ¿cómo es él objeto del odio del mundo?
2 Aunque Jesucristo ya no está en la escena terrestre, aun hoy es objeto del odio mundial. Los casi mil millones de miembros de las iglesias de la cristiandad quizás levanten objeción a esta declaración, e insistan en decir: “¡Nosotros no lo odiamos!” Y sin embargo hay una prueba por la cual podemos saber si odiamos a Jesús hoy. En una profecía acerca de lo que sus discípulos experimentarían, Jesús de antemano les dio una advertencia con estas palabras: “Ustedes serán objetos de odio de parte de toda la gente por motivo de mi nombre; mas el que haya perseverado hasta el fin es el que será salvo.” “Entonces los entregarán a ustedes a tribulación y los matarán, y serán objetos de odio de parte de todas las naciones por causa de mi nombre.” (Mat. 10:22; 24:9) Lógicamente, pues, el odiar a los discípulos de Cristo por motivo de su nombre significa odiar a Cristo mismo a la vez.
3. Para seguir siendo un seguidor genuino de Jesús, ¿qué victoria tiene uno que obtener lo mismo que él, y con qué galardón para ésta?
3 No hay manera de escapar de la verdad
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