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“Recíbanse con gusto los unos a los otros”La Atalaya 1982 | 15 de enero
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vista y de sentimientos concienzudos. Esto también pudiera haber resultado en preferencias en cuanto a con quién asociarse.
10. ¿Cómo fijó Jesús el modelo en cuanto a cómo debemos recibirnos los unos a los otros, y qué tenía él en mira al hacerlo así?
10 Dejando todo eso a un lado, Pablo exhortó a todos a que ‘se recibieran con gusto los unos a los otros,’ haciéndolo de modo afectuoso, cordial, sincero, debido a tener aprecio genuino a un compañero cristiano, un compañero de creencia. Había un modelo perfecto el cual seguir respecto a esto, porque Pablo dice que debemos hacerlo “así como el Cristo también nos recibió con gusto a nosotros.” Cuando Jesús estuvo en la Tierra, ¿no dijo él: “Al que viene a mí de ninguna manera lo ahuyentaré”? (Juan 6:37) ¡Sí! Como hombre perfecto, él pudiera habernos mantenido a cierta distancia debido a nuestras imperfecciones y condición pecaminosa. Pero no lo hizo. ¿Por qué no? Pablo declara la razón al añadir estas palabras: “Con gloria a Dios en mira.” Al recibir con gusto a todos los que creyeran en él, Cristo glorificó a Dios, puesto que así se ensalzaba la magnanimidad de Dios y su deseo de que todos los humanos se salvaran por medio del sacrificio de rescate de su Hijo Jesucristo. Era justamente como Jesús mismo dijo: “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna.”—Juan 3:16.
11. ¿Por qué resulta en gloria para Dios el que se les dé una bienvenida afectuosa a los recién llegados?, y por eso, en Galilea, ¿qué dijo el resucitado Jesús que hicieran sus discípulos?
11 Así mismo, cuando nosotros, como imitadores de Jesucristo, recibimos a todos los que buscan la verdad y les damos una bienvenida afectuosa a la congregación a pesar de su raza, color, anterior afiliación religiosa, posición social o educación seglar, esto contribuye a la gloria de Dios. Da a todos los que se reciben así un punto de vista correcto tocante a Jehová Dios. Manifestando que él estaba dispuesto a recibir en la congregación, de la que él era el Cabeza espiritual, a todos los creyentes verdaderos, el resucitado Jesús informó a sus discípulos en “Galilea de las naciones” lo que deberían hacer, diciendo: “Vayan y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo, enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado.”—Isaías 9:1; Mateo 28:16-20.
12. (a) ¿De qué nos sirve a nosotros el que tengamos en mira la gloria de Dios cuando recibimos con gusto a otros? (b) ¿Cómo sirve nuestro ir de casa en casa para contrarrestar el que se acuse a Dios de derramamiento de sangre?
12 Cuando damos la bienvenida sin distinción a todos los que vienen, nos sirve de verdadero estímulo recordar que lo estamos haciendo “con gloria a Dios en mira.” Mueve a los que han recibido tal bienvenida a reconocer la generosidad afectuosa de Dios y a glorificarlo ellos mismos. Cuando salimos de nuestros lugares de reunión y vamos de casa en casa para proclamar las buenas nuevas del reino de Dios a todas las personas con quienes nos encontramos, demostramos que ‘nos recibimos con gusto los unos a los otros, así como el Cristo también nos recibió con gusto a nosotros, con gloria a Dios en mira.’ El proceder así resulta en gloria para el Dios de quien somos Testigos, sea que las personas a quienes visitamos aprecien el mensaje del Reino o no. Las personas que reciben con gusto el mensaje del Reino por fin participarán en glorificar al Dios que les envió sus mensajeros del Reino. Los que no reciben con gusto el mensaje de salvación que Dios nos ha dado comprenderán en algún tiempo del futuro que Jehová Dios había pensado en ellos y les había enviado sus fieles Testigos, lo cual los dejará sin motivo para criticar a Dios. (Ezequiel 33:33) Así Dios permanece libre de acusación en cuanto a la sangre de ellos.
De carpintero a “ministro”
13. ¿Por qué no se puede acusar a Dios de parcialidad por haber dado las primeras oportunidades a un pueblo menos populoso que el resto del mundo?
13 Pero, ¿quiénes tuvieron la primera oportunidad para beneficiarse de la provisión de Dios? Fue el pueblo por medio del cual recibimos la Santa Biblia. Fueron los judíos naturales. Bueno, pues, ¿no estaba Dios mostrando parcialidad, especialmente cuando recordamos que los no judíos eran mucho más numerosos que los judíos circuncisos aun hace 1.900 años? Superficialmente, pudiera parecer así. Pero Dios tuvo que comenzar en alguna parte, y comenzó con aquellos a quienes había hecho promesas especiales por medio de los antepasados de ellos, a saber, los judíos circuncisos. Sin embargo, los beneficios finales que resultarían de seguir Dios este proceder no estarían limitados estrictamente a los judíos naturales o hebreos. Así que, ¿hay motivo justo para quejarse acerca de eso? ¡De ninguna manera!
14. Por eso, ¿qué clase de hombre estaba obligado a llegar a ser el Hijo de Dios del cielo, y qué bienvenida le dieron los que eran de su propia clase?
14 No olvidemos nunca que hubo hombres dignos a quienes Dios había hecho promesas inquebrantables respecto a sus descendientes naturales, los judíos. Por consiguiente, el Hijo de Dios tuvo que descender del cielo a fin de cumplir aquellas promesas de su Padre celestial. Esto lo obligó a nacer como miembro de una raza que era objeto de odio internacional, el pueblo con quien Dios hizo un pacto nacional. Sin embargo, aun como judío, el Hijo de Dios no fue recibido con gusto por la mayoría de los consocios judíos, tal como dice un escritor de la historia terrestre del Hijo de Dios, a saber: “Vino a su propia casa, pero los suyos no lo recibieron.”—Juan 1:11.
15. ¿Qué clase de trabajo hizo Jesús en Nazaret, y al hacerlo, estaba sirviendo como “ministro de los circuncisos”?
15 Por eso, a la congregación cristiana que estaba en Roma, de la cual no todos eran judíos naturales, el apóstol Pablo, que era judío, escribió: “Porque digo que Cristo realmente vino a ser ministro de los circuncisos a favor de la veracidad de Dios, para confirmar las promesas que Él hizo a los antepasados de ellos, y para que las naciones glorificasen a Dios por su misericordia.” (Romanos 15:8, 9a) Al ir creciendo Jesús, aprendió a ser carpintero en Nazaret de Galilea, en el hogar de su padre adoptivo, el judío circunciso José. Dado que Jesús nació en la tribu de Judá, no pertenecía a la familia sacerdotal ni a la tribu de los levitas que servían en el templo. Naturalmente, no podía ingresar en las filas de los siervos del templo en Jerusalén. Pero, ¿vino a la Tierra Jesús, el Hijo de Dios, simplemente para servir y morir como carpintero? ¡No! Por eso, el que él llegara a ser “ministro de los circuncisos” significaba mucho más que el llegar a ser carpintero como su padre adoptivo José.
16. A fin de servir a más personas que a las de su propio pueblo de Nazaret como carpintero, ¿qué procedió a hacer Jesús?
16 Si Jesús hubiese persistido en su carpintería en Nazaret y no hubiera progresado más en la vida, ciertamente no habría cumplido con el ministerio que fue predicho para él. Por eso, su Padre celestial, Jehová Dios, lo inició en algo diferente, para que fuera “ministro de los circuncisos,” no solo de los habitantes de Nazaret, sino de la nación entera. Por consiguiente, a los 30 años de edad dejó para siempre el oficio de carpintero.
17. ¿Qué comparación hay entre el trabajo de Jesús, después que fue bautizado y ungido, y el servicio del sumo sacerdote judío en el templo?
17 ¿Qué clase de trabajo emprendió Jesús después de ser bautizado por Juan el Bautizante, quien era levita, y de ser bautizado con el espíritu santo de Dios? ¿Era un servicio inferior a aquel que desempeñaban los sacerdotes del templo y los levitas, quienes eran verdaderos “ministros” de Dios en Jerusalén? Ciertamente todo el que esté familiarizado con los hechos reconoce que él emprendió un servicio oficial, un “ministerio,” y no simplemente una profesión religiosa. Tal como lo expresa la Versión Moderna de la Biblia: “Cristo fué hecho ministro de la circuncisión, a causa de la fidelidad de Dios, para confirmar las promesas dadas a los padres.” (Romanos 15:8; también la Versión Hispanoamericana) Es innegable que él estaba ejecutando un servicio nacional, que estaba ocupando un puesto ministerial, no por el nombramiento de algún hombre, sino el de Dios, el Soberano Universal. Lo que Jesús hizo después de cambiar de ocupación en la Tierra fue muchísimo más importante que el servicio religioso que el sumo sacerdote judío rendía en Jerusalén.
18. Aunque no lo reconoció como “ministro” ninguna nación terrestre, ¿por qué fue “de los circuncisos” que Jesús llegó a ser “ministro”?
18 Tal como Jesucristo no podía desempeñar ningún servicio religioso en el templo de Jerusalén y así competir con los sacerdotes y levitas que servían ahí, no podía desempeñar, y, por supuesto, no desempeñaría ningún servicio religioso en ningún templo de las naciones no judías, en Roma, Atenas ni en ningún otro sitio. No obstante, estaba obligado a llegar a ser “ministro de los circuncisos” por respeto a la veracidad de Dios. ¿Cómo es eso? Pues, tenía que “confirmar las promesas que [Dios] hizo a los antepasados de ellos,” que eran hebreos, no gentiles. Por ejemplo, el ‘antepasado’ de ellos, Abrahán, tuvo muchos hijos de tres mujeres, pero Dios escogió al único hijo que Abrahán tuvo de su primera esposa, Sara, para que recibiera la promesa abrahámica, es decir, a Isaac. A su vez, Isaac tuvo hijos gemelos, pero Dios escogió al gemelo más joven, Jacob, a quien más tarde se llamó Israel, para transmitirle la promesa abrahámica respecto a la “descendencia” por medio de quien se bendeciría a todas las naciones de la Tierra. Con el tiempo, los 12 hijos de Jacob produjeron las 12 tribus de Israel, con las cuales, como nación, Dios hizo su pacto nacional por medio del profeta Moisés en calidad de mediador.
19. ¿Por qué no nació Jesús en la tribu de Leví, y quiénes le dieron la bienvenida a la Tierra, y dónde?
19 Más adelante, después que la nación de Israel optó por tener un rey humano como representante visible de Jehová, Jehová hizo Su promesa respecto a la realeza al rey David de la tribu de Judá. Por lo tanto, el Mesías prometido, o Cristo, tenía que venir de la familia de David. Esto explica por qué Jesús nació en el pueblo natal de David, Belén, como heredero de David, nacido de la virgen María, quien era de la tribu de Judá. Ángeles celestiales le dieron la bienvenida a la Tierra. Así que el Hijo de Dios no pudo escaparse de nacer judío. Las promesas inquebrantables de Dios su Padre tenían que ser confirmadas o vindicadas. Dios no iba a dejar que se le probara mentiroso.
20. Aunque Jesús llegó a ser uno “de los circuncisos,” ¿qué esperaba a las naciones no judías, y por qué?
20 Jesús tuvo mucho gusto en cooperar con su Padre celestial. Por eso, “realmente vino a ser ministro de los circuncisos.” A él se le circuncidó como uno de ellos. Por tres años y medio después de la muerte y resurrección de Jesús se extendió favor especial a los judíos circuncisos. No obstante, a los gentiles incircuncisos, o no judíos, les esperaba una bienvenida a la organización teocrática de Jehová. Esto habría de realizarse en confirmación de las promesas inviolables de Jehová a los hombres.
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“Alégrense, oh naciones, con su pueblo”La Atalaya 1982 | 15 de enero
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“Alégrense, oh naciones, con su pueblo”
1. ¿Por qué es que los judíos que todavía guardan la ley de Moisés no han demostrado ser “su pueblo” con el que a las naciones se les hace un llamado a ‘alegrarse’?
¿QUIÉN es “su pueblo” con el cual a todas las naciones se les hace un llamado a ‘estar alegres’? (Romanos 15:10) El pueblo judío no ha demostrado ser éste. Los judíos naturales, quienes todavía tratan de cumplir con la ley de Moisés, han sido objetos de odio y persecución durante los pasados 1.900 años desde el año 70 de la E.C., año en que las legiones romanas bajo el mando del general Tito destruyeron la antigua Jerusalén. Extraño como parezca, ni siquiera los judíos naturales mismos se han regocijado con “su pueblo,” el pueblo de Jehová. En la parte final de una canción
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