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  • Ejecución del juicio contra los opositores
    La Atalaya 1951 | 15 de marzo
    • de Dios. Cristo Jesús y sus asociados en el cielo harán eso.

      12. ¿Qué cosas pagaremos a diferentes personas, según se nos manda?

      12 El apóstol ahora concluye la discusión, manifestando que podemos devolver concienzudamente las cosas de “César” a “César” mientras que al mismo tiempo devolvemos las cosas de Dios a Dios. En vista de las palabras de Jesús y las instrucciones de los apóstoles, el proceder de esta manera denota nuestra sujeción a las “autoridades superiores”. Pablo dice: “Paguen a todos lo que se les debe, al que pide tributo [exigido por personas y bienes raíces], el tributo; al que pide impuesto [sobre cosas comerciales], el impuesto; al que pide temor, dicho temor; al que pide honor, dicho honor.” (Rom. 13:7, NM) Las autoridades superiores dentro de la organización divina exigen nuestro temor y honor apropiados. Pagaremos estas cosas que debemos. A “César” le pagaremos lo que le debemos por los servicios que él nos rinde, pero no permitiremos que él invada nuestra adoración del Dios Altísimo mediante decretos contra el arreglo de Dios. Estaremos “en temor de aquel que puede destruir tanto el alma como el cuerpo en el Gehena”, es decir, el Todopoderoso y Altísimo. (Mat. 10:28, NM) A las personas que ocupan puestos de prominencia dentro de la organización de “César” daremos el debido y apropiado respeto, pero lo haremos con el temor de Dios. “Honren a hombres de todas clases,” escribe Pedro, “tengan amor para toda la asociación de hermanos, estén en temor de Dios, tengan honra para el rey.” (1 Ped. 2:17, NM) En el temor de Dios honraremos a su Rey a quien ha revestido con la autoridad del nuevo mundo.

      13. ¿Qué estaremos siempre pagando los unos a los otros como cosa que se debe? ¿En obediencia a qué mandamiento estaremos en sujeción a las autoridades superiores?

      13 Procediendo de esta manera prescrita por la Autoridad Suprema, estaremos pagando a cada cual lo que se le debe. Cumpliremos nuestras obligaciones en este mundo tanto a “César” como a Dios, para que en el juicio final no se nos pueda cobrar alguna deuda no pagada. Una cosa siempre estaremos debiéndole a nuestro prójimo, y eso es el amor, amando a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Esto trataremos de pagar a todo tiempo, en obediencia a la instrucción apostólica: “No le deban a nadie ni una sola cosa, sólo el amarse los unos a los otros; porque el que ama a su prójimo ha cumplido la ley.” (Rom. 13:8, NM) En obediencia. al más grande mandamiento, el de amar a Dios cabalmente, nos sujetaremos a las “autoridades superiores”.

  • Jesús el fiel Hijo de Dios
    La Atalaya 1951 | 15 de marzo
    • Jesús el fiel Hijo de Dios

      NINGÚN otro nacimiento en toda la historia humana ha igualado el nacimiento de Jesús en importancia. El que fué el interlocutor o Logos de Dios, el que fué la primera y única creación directa de Dios, por medio de quien fueron hechas todas las demás cosas, éste puso a un lado su elevada existencia invisible como criatura espiritual y nació de carne humana en la forma inferior de hombre. Con razón criaturas angelicales cantaron regocijadamente cuando nació, “Gloria a Dios en lo más alto de los cielos, y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.”—Juan 1:1-14, DE; Apo. 3:14; Luc. 2:13, 14, TA.

      ¿Y por qué puso a un lado su gloria celestial este “Hijo unigénito” de Dios y vino a ser hombre? (1 Juan 4:9) Hay varias razones muy importantes. Nacido de María, la hija de Elí, Jesús vino a ser un descendiente natural del rey David, por esto “el hijo de David”. Su padre adoptivo, José, también un descendiente natural de David, pudo pasar a Jesús el derecho legal al trono de David. (Mat. 1:1-17; Luc. 3:23-38) Nacido perfecto bajo el pacto de la ley, Jesús pudo cumplir esa ley y acabar con ella. (Gál. 4:4; Mat. 5:17) Siendo humillado en la forma de un esclavo, hasta en la semejanza de un hombre pecador, resistió a Satanás, mantuvo integridad, y se probó apto para ser el vindicador de Jehová Dios.—Fili. 2:5-8.

      Además, Jesús fué un humano perfecto, ni más, ni menos, la equivalencia exacta del hombre perfecto Adán. Por lo tanto pudo entregar una vida humana perfecta como el precio de compra por todo lo que perdió Adán, a saber, el derecho a la vida humana perfecta y de dar vida a la posteridad.—1 Cor. 15:21, 22.

      Era el otoño del año 2 a. de J.C., por el 1de octubre. Los pastores todavía estaban en los campos rasos cuidando sus rebaños, cuando un ángel les notificó del nacimiento milagroso de Jesús. (Luc. 2:8-20) El nacimiento de esta “simiente” prometida, la que a su debido tiempo aplastaría la cabeza de la serpiente, hizo que esa serpiente, Satanás, el Diablo, se airara sumamente. (Gén. 3:15) Así que el Diablo trató de matar al infante Jesús. Prevenidos por el Señor, los padres huyeron a Egipto. Después de la muerte de Herodes regresaron y se radicaron en Nazaret. (Mat. 2:1-23) “Y el niño crecía, y se iba fortaleciendo en espíritu, llenándose de sabiduría: y la gracia de Dios era sobre él.”—Luc. 2:40.

      En una fiesta de la Pascua en Jerusalén, cuando tenía sólo doce años de edad asombró a los doctores y sabios doctos de ese tiempo por sus preguntas y respuestas. Cuando fué reprendido por su madre por no haber regresado con ellos a casa, Jesús contestó discretamente, “¿No sabían que debo estar en la casa de mi Padre?” (Luc. 2:41-49, Ver. Normal Revisada [en inglés]) A medida que crecía aprendió el oficio de carpintero de su padre adoptivo y “avanzaba en sabiduría y en estatura, y en favor para con Dios y los hombres”.—Luc. 2:52.

      ENTRÓ AL MINISTERIO PÚBLICO A LOS 30

      Llegando a su plena edad de madurez de acuerdo con la ley judía, Jesús se bautizó en el río Jordán. La gente no se bautiza en el Jordán en diciembre frío. Fué el otoño del año 29 d. de J.C.; prueba de que Jesús no nació el 25 de diciembre. (Luc. 3:21-23) ¿Pero por qué se bautizó el Jesús inmaculado? Porque había hecho una consagración o contrato para hacer de allí en adelante la voluntad de su Padre Jehová y no la suya. (Sal 40:7, 8; Juan 4:34) Su bautismo simbolizó que había hecho tal convenio.

      En seguida de su bautismo Jesús fué al desierto y permaneció allí 40 días preparándose para su ministerio público. Al fin de ese período el Diablo vino a él con tentaciones muy sutiles, las que Jesús frustró con la “espada del espíritu”, la Palabra de Dios. (Mat. 4:1-11) Después de eso, Jesús se puso en contacto con algunos de los discípulos de Juan, que vinieron a ser sus compañeros cuando viajó hacia el norte a Galilea. Fué allí en Caná, en la fiesta de bodas, que Jesús ejecutó su primer milagro, convirtiendo agua en vino.—Juan 1:29-51; 2:1-11.

      La primavera del año 30 d. de J.C., con seis meses ya de predicación del evangelio, con todo el país despertando a la presencia del Mesías, fué el tiempo para que Jesús subiera a Jerusalén para la Pascua anual. Allí halló a los cambistas y a los vendedores de bueyes, ovejas

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