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A la manera del hombre o a la manera de Dios... ¿Cuál?La Atalaya 1968 | 1 de junio
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de sangre, lo que está envuelto es el cuerpo vivo. Y cuando el cuerpo de un niño menor de edad es violado por una transfusión obligada con la ayuda de un guardián señalado por el Tribunal contra las protestas religiosas y constitucionales de los padres naturales, el asunto se hace gravemente serio: ¿A quién pertenece el cuerpo del niño... al Estado político o a los padres de sangre y carne? La ley de Dios coloca la responsabilidad por el cuidado de los niños menores de edad y su crianza religiosa sobre los padres cristianos. A éstos se les ha encargado la crianza de sus hijos en la misma fe y prácticas religiosas que los padres siguen, obedecer a Dios como gobernante más bien que al hombre o al Estado en este respecto.—Efe. 6:4; Tito 1:5, 6; contraste con Mateo 2:13-21.
LA MANERA EN QUE DIOS USA LA SANGRE PARA VIDA SIN FIN
28. (a) ¿De qué manera sostienen los testigos de Jehová la salvación del mundo por medio de sangre? (b) Al beber de la copa en la Cena del Señor, ¿qué estaban haciendo e indicando los apóstoles?
28 Nosotros, como testigos de Jehová, estamos a favor de la salvación del mundo de la humanidad por sangre, no por medio de transfusiones de sangre médicas, sino por la manera en que Dios la usa para dar vida sin fin. Cuando su Hijo, Jesucristo, estableció la Cena del Señor, poco antes de derramar su sangre en el madero de muerte hace diecinueve siglos, él bendijo una copa de vino y la entregó a sus apóstoles fieles, y dijo: “Beban de ella, todos ustedes; porque esto es mi ‘sangre del pacto,’ que ha de ser derramada a favor de muchos para perdón de pecados.” (Mat. 26:27, 28, margen [edición en inglés de 1950]) Jesús no cambió allí el vino en sangre; y al beber de aquella copa los apóstoles no bebieron sangre humana, al estilo de caníbales. Las palabras de Jesús significaron meramente que el vino representaba su sangre. Al beber el vino que tenía aquel significado simbólico los apóstoles representaron que por fe en Cristo ellos absorberían, se apropiarían, asimilarían los beneficios de su sangre derramada. El derramamiento de la sangre de Jesús significó derramar su sangre humana a favor del mundo de la humanidad.
29, 30. (a) ¿Cómo y por qué hizo Dios que su Hijo participara de sangre y carne? (b) ¿Cómo retuvo Jesús todavía el valor de su vida humana en su resurrección?
29 Puesto que la vida está en la sangre, la sangre de Jesús tenía un valor. Era sangre perfecta, sin enfermedades, porque Jesús había nacido como humano perfecto, por medio de una madre virgen. El que él derramara su sangre fue en realidad el que diera su vida humana perfecta como sacrificio a Dios a favor de toda la humanidad pecaminosa. (1 Juan 2:1, 2) Jehová Dios primero transfirió la vida perfecta de su Hijo celestial desde el cielo a la Tierra para que él participara de sangre y carne y pudiera proveer un sacrificio humano perfecto. (Gál. 4:4; Heb. 2:14, 15) Porque Jesús murió como un hombre inocente fiel a Dios, Jehová Dios lo levantó de entre los muertos al tercer día. Por ser levantado como Hijo espiritual de Dios, Jesús todavía retuvo el valor de su vida humana sacrificada. Por lo tanto, en Hebreos 13:20, leemos:
30 “El Dios de paz . . . hizo subir de entre los muertos al gran pastor de las ovejas con la sangre de un pacto eterno, a nuestro Señor Jesús.”
31, 32. (a) Por lo tanto, ¿con qué apareció Jesucristo en la presencia celestial de Dios? (b) ¿Por qué fue más efectivo el que Jesús actuara como Sumo Sacerdote de Dios que el que lo hiciera el sumo sacerdote de Israel?
31 Con el equivalente de su sangre humana perfecta, es decir, con el valor de su vida humana, Jesucristo ascendió al cielo y compareció en la presencia de Jehová Dios.—Heb. 9:24.
32 Arriba en el cielo Jesús le presentó a Dios el valor de su vida humana sacrificada. El actuó así como el Sumo Sacerdote de Dios, tal como está escrito: “Él entró, no, no con la sangre de machos cabríos y de torillos, sino con su propia sangre, una vez para siempre en el lugar santo y obtuvo liberación eterna para nosotros. Porque si la sangre de machos cabríos y de toros . . . santifica al grado de limpieza de la carne, ¿cuánto más la sangre del Cristo, que por un espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin tacha a Dios, limpiará nuestra conciencia de obras muertas para que rindamos servicio sagrado al Dios vivo?”—Heb. 9:11-14.
33. (a) ¿Cómo dio Dios una santidad especial a la sangre de animales en Israel? (b) ¿Cómo ha dado Dios una santidad especial a la sangre humana, y qué significa el uso médico de ésta?
33 Dios especialmente santificó la sangre de criaturas animales haciendo que la sangre de ellas se aplicara a su altar en una expiación por los pecados del antiguo Israel. Igualmente, el que Dios acepte la sangre que derramó en sacrificio su Hijo como hombre perfecto da una santidad especial a la sangre humana, además del hecho de que la vida de la humanidad está en su sangre. (Lev. 17:11, 12, 14) Por esa razón el usar este fluido de la vida en transfusiones de sangre médicas bajo el pretexto de salvar vidas es profanar la sangre. Aparta la atención del hombre del hecho, sí, le quita importancia al hecho, de que Dios el Creador salvará al mundo de la humanidad por medio de la sangre sacrificatoria de su perfecto y fiel Sumo Sacerdote, Jesucristo.
34. El que sepamos estas verdades nos pone bajo ¿qué obligación? ¿Y en qué cifrarán esperanza los cristianos que tienen la expectativa de perfección humana en un paraíso terrenal?
34 Conociendo estas vitales verdades bíblicas, estamos bajo obligación de tratar la sangre de humanos, así como la de animales, como algo sagrado. La sangre humana transfundida nunca nos puede dar vida eterna perfecta en una Tierra paradisíaca. Hasta registros médicos prueban que tales transfusiones pueden matarnos y matar a nuestros hijos menores de edad. Para salvación eterna a perfección humana, los cristianos obedientes, que esperan un paraíso terrenal bajo el reino de Dios, cifrarán esperanza en la sangre derramada de Jesucristo, administrada de la manera sagrada de Dios.
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La juventud no es obstáculoLa Atalaya 1968 | 1 de junio
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La juventud no es obstáculo
● Aunque se reconoce que la Biblia es el más grande almacén de sabiduría y la personificación de la doctrina religiosa correcta, no necesariamente se requieren la vejez y la mucha experiencia para entender algunas de sus verdades fundamentales. Como dijo en una ocasión el joven Eliú: “No son aquellos que solo abundan en días quienes resultan sabios, ni los meramente ancianos quienes entienden el juicio.” (Job 32:9) Esto se ejemplificó por la experiencia que se contó en una reciente asamblea de circuito de los testigos de Jehová. Dijo una niña de once años:
“Siempre había deseado participar aunque fuera poco en hacer discípulos de gente de todas las naciones. Pero desde que me bauticé deseaba más que eso... deseaba conducir un estudio bíblico con alguien. Se me presentó la oportunidad el verano pasado. Había colocado una Biblia y el folleto ‘Estas buenas nuevas del reino’ con una señora a solo tres cuadras de casa. De modo que Kathy, mi hermana menor, y yo pudimos ir solas a hacer la revisita.
“Nos preparamos bien antes de salir a hacer la visita. La señora convino en dejarnos estudiar con ella. Debido a su trabajo a veces nuestros estudios se terminaban antes de la hora. Pero durante todo el verano dejábamos de jugar, nos aseábamos e íbamos a conducir este estudio con regularidad. Después de terminar varios folletos comenzamos el libro ‘Imposible que mienta.’ Para este tiempo su interés había aumentado tanto que las preguntas que hacía eran muy difíciles para que yo las contestara, de modo que mi madre nos acompañó para ayudarnos. ¿El resultado? La señora viene ahora al Salón del Reino con regularidad y da testimonio a sus parientes.
“La parte que me gusta más es que ella estaba perpleja en cuanto a por qué insistía en que ella estudiara sus lecciones con anticipación. Ahora comprende que esto es lo que ella había estado buscando toda su vida, y yo participé en ayudarla.”
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