BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
Español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • ¿Lo guía una conciencia cristiana sensitiva?
    La Atalaya 1975 | 1 de septiembre
    • de su conciencia, sin creer que si “es asunto de su conciencia” no importa lo que usted haga. Sí importa. La decisión que tome puede afectar su entero punto de vista en cuanto a la vida, su reputación de cristiano, su espiritualidad y, lo que es más importante, su relación con Jehová Dios.

      26, 27. (a) ¿De qué manera puede ayudarle a uno el hablar con un anciano, pero qué no puede hacer él? (b) ¿De qué manera nos ayuda una conciencia sensitiva?

      26 En un asunto de seria importancia, pero que todavía sea asunto de su conciencia, no titubee en hablar con cristianos maduros, como los ancianos de la congregación. Por supuesto, ellos no pueden decidir por usted. (Un cristiano sincero, cuando inquirió acerca de cierto asunto de familia, preguntó: “¿Está esto en contra de la conciencia cristiana?”) No, un anciano no podrá decirle cómo debe responder su conciencia, pero quizás pueda compartir con usted consejo bíblico equilibrado que usted pueda evaluar. Y si la conciencia de usted ha sido plasmada por los caminos y personalidad de Jehová y responde a Sus principios, esto le ayudará a enderezar su camino. (Sal. 25:4, 5) Su conciencia sensitiva ayudará a guiarlo.

      27 Verdaderamente hay satisfacción en tener y poder usar la facultad de conciencia que Dios nos ha dado. Es una bendición. Cuando se le mantiene apropiadamente sensitiva, equilibrada por la Palabra de Dios, puede ayudar a uno a andar sabiamente delante de Dios y de los hombres. (2 Cor. 4:2) Puede servir de dadora de testimonio de que uno se está comportando de una manera que probablemente tenga la aprobación eterna de Jehová.—2 Cor. 1:12.

  • Una familia muy favorecida... ¿por qué?
    La Atalaya 1975 | 1 de septiembre
    • Una familia muy favorecida... ¿por qué?

      ¿NO SERÍA un honor el que una familia tuviera como uno de sus miembros a un hombre que pudiera suministrar el medio de librarnos para siempre de la enfermedad, el dolor, la inseguridad y la violencia? Hace más de diecinueve siglos hubo una familia en esa situación. Fue la familia en la cual nació Jesús, el Mesías o Cristo.

      De todas las familias que existían entonces, ¿por qué recibió ésta tan alto favor? ¿Fue debido a su prominencia, caudal o logros sobresalientes en el mundo romano? No deberíamos esperar que fuese así. Porque Jehová Dios no juzga por las apariencias exteriores, sino que examina el corazón... sus motivos y deseos. (1 Sam. 16:7) Por lo tanto, una consideración del registro bíblico acerca de los parientes humanos del hombre Jesús puede ayudarnos a ver lo que el Creador busca en los que aprueba como siervos suyos.

      MARÍA

      El Mesías había de venir por medio de la línea real de David. Y fue a una mujer modesta y humilde de la línea davídica, María la hija de Helí,a que Jehová escogió para ser la madre de su Hijo. Cuando se le dijo esto, María, con debida modestia, contestó: “¡Mira! ¡La esclava de Jehová!” El que ella llegara a estar encinta mientras era una virgen comprometida podría haber hecho surgir preguntas en la mente de otros en cuanto a la castidad que profesaba. Sin embargo, ella humildemente accedió a la voluntad de Dios, pues dijo al ángel Gabriel: “Efectúese conmigo según tu declaración.” (Luc. 1:38) Es patente que una fe fuerte en Jehová Dios la hacía confiar en que el someterse anuentemente a Su voluntad jamás podría resultar en perjuicio.

      María estaba dedicada a la adoración verdadera. Aunque, siendo mujer, no estaba obligada por la ley mosaica a estar presente en la fiesta de la pascua, sin embargo asistía habitualmente a aquella fiesta en Jerusalén junto con su esposo José. (Luc. 2:41; Éxo. 23:17; 34:23) Su aprecio a las cosas espirituales no disminuyó con el transcurso de los años. De hecho, ella se hizo leal discípula de Jesucristo. Después de la ascensión de Jesús al cielo continuó reuniéndose con los apóstoles, persistiendo en la oración con ellos y otros. Evidentemente estuvo entre los aproximadamente 120 discípulos que recibieron el espíritu santo en el Pentecostés en 33 E.C.—Hech. 1:14; 2:1-4.

      JOSÉ

      El esposo de María, el carpintero José, fue un hombre justo que respondió rápidamente a la dirección divina. Antes de unirse en matrimonio con María, se enteró del estado de embarazo de ella. No estando familiarizado todavía con todos los hechos, quiso manejar la situación tan misericordiosamente como fuera posible. Por lo tanto, trató de evitar que María llegara a ser un espectáculo público cuando él disolviera formalmente el compromiso, que entonces se consideraba tan obligatorio como el matrimonio. Sin embargo, al enterarse de las circunstancias verdaderas y recibir dirección divina en un sueño, José sin vacilar tomó a María como esposa.—Mat. 1:19-24.

      Una comparación de Lucas 2:22-24 con Levítico 12:8 muestra que en cuanto a lo material José era pobre. No obstante, llevaba a toda su familia anualmente a Jerusalén para la celebración de la pascua. (Luc. 2:41) Sin duda su aprecio a las cosas sagradas contribuyó a un ambiente que fue adecuado para que Jesús ‘continuara creciendo y haciéndose fuerte, estando lleno de sabiduría.’ (Luc. 2:40) Está claro que José también le enseñó a Jesús la carpintería.—Mat. 13:55; Mar. 6:3.

      La Biblia no menciona nada sobre el punto de vista de José en cuanto a la predicación de Jesús. Puede ser que ya estuviera muerto para cuando su hijo adoptivo fue bautizado por Juan el Bautista. Indudablemente José no vivió hasta ver a Jesús fijado en el madero. Si hubiera estado vivo, no es probable que Jesús, fijado en el madero, hubiera confiado a María al cuidado del apóstol Juan.—Juan 19:26, 27.

      MEDIO HERMANOS Y MEDIO HERMANAS

      Jesús fue el hijo “primogénito” de María, pero no fue hijo único en la familia de José y María. (Luc. 2:7) Los que conocían a Jesús dijeron, según los citan las Escrituras: “¿De dónde consiguió este hombre esta sabiduría y estas obras poderosas? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Santiago y José y Simón y Judas? Y sus hermanas, ¿no están todas con nosotros? ¿Dónde, pues, consiguió este hombre todas estas cosas?”—Mat. 13:54-56.

      El hecho de que Jesús era un hijo en una familia grande explica un acontecimiento que tuvo lugar cuando él tenía aproximadamente doce años de edad. La familia regresaba a Nazaret de la celebración de la Pascua en Jerusalén. Aunque faltaba Jesús, José y María no descubrieron su ausencia sino hasta después de haber viajado por un día. Supusieron que estaba en compañía de parientes o conocidos. Si ellos solo hubiesen tenido un niño bajo su cuidado, sería difícil imaginarse cómo pudiera haber sucedido tal cosa.—Luc. 2:42-45.

      Durante los primeros tres años del ministerio terrestre de Jesús, sus medio hermanos no ejercieron fe en él. (Juan 7:5) Pero para el tiempo del Pentecostés del año 33 E.C. esto había cambiado. Después de su resurrección, Jesús se le había ‘aparecido a Santiago,’ evidentemente su medio hermano. Esto sin duda contribuyó a vigorizar, no solo en Santiago, sino también en los demás medio hermanos de Jesús, la convicción de que Jesús era el Mesías. Después de eso los medio hermanos de Jesús se reunieron con los once apóstoles fieles y otros en una habitación superior en Jerusalén y evidentemente estuvieron entre los que recibieron el espíritu santo.—1 Cor. 15:7; Hech. 1:14-26; 2:1-4.

      Parece evidente que el medio hermano de Jesús fue el Santiago que sirvió de anciano en la congregación de Jerusalén y patentemente escribió por inspiración la “Carta de Santiago.” (Hech. 12:17; Sant. 1:1) El Judas que escribió una carta que llegó a formar parte del canon de la Biblia probablemente era hermano de Santiago. Ninguno de estos escritores sacó partido de su relación carnal con Jesús; más bien, humildemente reconocieron que eran ‘esclavos de Jesucristo.’—Sant. 1:1; Jud. 1.

      OTROS PARIENTES

      La madre terrestre de Jesús estaba emparentada con Elisabet de la tribu de Leví y en la línea sacerdotal de Aarón. Esta Elisabet y su esposo, el sacerdote Zacarías, personas temerosas de Dios, fueron los padres de Juan el Bautista, el precursor de Jesucristo. (Luc. 1:36-40) Según la tradición, la madre de María y la madre de Elisabet eran hermanas carnales pertenecientes a la tribu de Leví. Eso significaría que María y Elisabet eran primas hermanas y Juan el Bautista y Jesús eran primos segundos. Sin embargo, la Biblia no revela precisamente cómo estaban emparentadas María y Elisabet.

      Es posible que Salomé, la esposa de Zebedeo y madre de dos de los apóstoles de Jesús, Santiago y Juan, haya sido hermana de María. Hay algún apoyo bíblico (aunque no concluyente) para este punto de vista tradicional. Juan 19:25 dice: “Junto al madero de tormento de Jesús . . . estaban de pie su madre y la hermana de su madre; María la esposa de Clopas [Alfeo], y María Magdalena.” En Mateo 27:56 y Marcos 15:40, se menciona a Salomé o la madre de los hijos de Zebedeo con relación al mismo incidente. De consiguiente, si se alude a las mismas mujeres que se mencionan en Juan 19:25, Salomé sería la hermana de María. Esto significaría que Santiago y Juan, aquellos fieles apóstoles de Jesús, eran primos de él.

      La tradición alega que Jesús estaba emparentado con todavía otra familia. El esposo de la “otra María,” Clopas o Alfeo, al que se menciona en Juan 19:25, supuestamente era hermano de José. Esto haría que otro apóstol, Santiago hijo de Alfeo, fuera primo de Jesús.—Mat. 10:3; 27:56, 61; Hech. 1:13.

      Sea que la tradición esté en lo correcto o no, entre aquellos que las Escrituras identifican definitivamente como parientes de Jesús hubo hombres y mujeres de fe y devoción sobresalientes. El objetivo principal de éstos no era glorificarse, sino honrar a Dios. Su actitud era similar a la que mostró María, cuando le dijo a Elisabet: “Mi alma engrandece a Jehová, y mi espíritu no puede menos que llenarse de gran gozo a causa de Dios mi Salvador; porque ha mirado la posición baja de su esclava. Pues, ¡mira! desde ahora todas las generaciones me declararán feliz; porque grandes obras me ha hecho el Poderoso, y santo es su nombre; y por generaciones tras generaciones su misericordia está sobre los que le temen. Poderosamente ha ejecutado con su brazo, ha esparcido a los que son altivos en la intención de su corazón. Ha

Publicaciones en español (1950-2025)
Cerrar sesión
Iniciar sesión
  • Español
  • Compartir
  • Configuración
  • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
  • Condiciones de uso
  • Política de privacidad
  • Configuración de privacidad
  • JW.ORG
  • Iniciar sesión
Compartir