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  • ¿Aprecia usted lo que Jesús hizo por usted?
    La Atalaya 1966 | 1 de abril
    • ¿Aprecia usted lo que Jesús hizo por usted?

      ¿Qué hizo Jesús por usted? ¿Cómo puede usted mostrar que aprecia eso?

      HACE siglos algunas personas exhibieron maneras raras de mostrar que apreciaban lo que Jesús hizo por ellas—como la de perseguir hasta la muerte a las que no estaban de acuerdo con ellas. Sí, a causa de la falta de conocimiento y entendimiento ha habido mucha confusión en cuanto a cómo mostrar aprecio por lo que Jesús hizo para la humanidad; y todavía la hay. De hecho, hay mucho concepto falso también en cuanto a quién fue él y qué hizo. ¿Quién fue este Jesús? ¿Qué hizo por usted? ¿Cómo quiere él que usted exprese su aprecio por lo que hizo por usted?

      Para nuestras respuestas necesitamos dirigirnos a la Biblia. Del registro cuádruplo de su vida, en los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, aprendemos que Jesús nació en un establo en Belén, que como joven su oficio fue el de carpintero y que a la edad de treinta años comenzó su carrera como el principal ministro de Dios en la Tierra, predicando y ejecutando milagros. Después de solo tres años y medio su actividad fue terminada repentinamente al ser ejecutado en un madero de tormento por los cargos falsos de ser blasfemo y sedicioso. Él mismo reconoció ser el Hijo de Dios en un sentido singular y el Mesías prometido por mucho tiempo.—Mat. 16:16, 17; Juan 5:18.

      ¿QUÉ HIZO JESÚS POR USTED?

      ¿Qué hizo Jesús por usted? Aun antes de nacer como humano él hizo algo por usted. Y, ¿qué fue eso? Entregó su existencia prehumana para nacer como humano de la virgen María. Por eso se nos dice en Filipenses 2:5-8 que, aunque existía en forma de Dios, no ambicionó el ser igual a Dios sino que se despojó de su gloria como espíritu para venir a ser humano. Aunque muchos que afirman ser cristianos niegan su existencia prehumana, él mismo repetidamente se refirió a ella, como cuando declaró: “Ningún hombre ha ascendido al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre.” Por eso en la noche de su traición pudo orar: “Padre, glorifícame al lado de ti mismo con la gloria que tenía al lado de ti antes que el mundo fuese.”—Juan 3:13; 17:5.

      Porque Dios fue su Padre y no ningún humano, Jesús estaba libre de pecado. Ni una sola vez pecó en pensamiento, palabra o hecho. A pesar de las condiciones pecaminosas alrededor de él y la oposición a la que tuvo que enfrentarse, pudo decir a sus opositores: “¿Quién de ustedes me prueba culpable de pecado?” ¡Nadie podía hacerlo! Como lo expresó su apóstol Pedro: “Él no cometió pecado, ni en su boca se halló engaño.”—Juan 8:46; 1 Ped. 2:22.

      Y luego, como humano, Jesús voluntariamente renunció a esa existencia para beneficio de la humanidad. Siendo perfecto tenía el derecho a la vida, y él sacrificó éste para dar a los humanos la oportunidad de vida eterna. Como él mismo declaró: “El Hijo del hombre . . . vino para . . . dar su alma en rescate en cambio por muchos.” Sus apóstoles dieron testimonio semejante en cuanto a esto: “Contemplamos a Jesús, que ha sido hecho un poco inferior a los ángeles, . . . para que por la bondad inmerecida de Dios gustase la muerte por todo hombre.” El que Jesús entregara su vida humana para la humanidad no solo fue la más grande expresión posible de amor que alguien pudiera hacer, sino que mediante ello proveyó el mayor don que pudieran recibir las criaturas humanas imperfectas, a saber, la oportunidad de vida eterna.—Mat. 20:28; Heb. 2:9; Juan 3:16; 15:13.

      Además de renunciar a su gloria celestial para venir a ser hombre y luego entregar su vida terrestre como redentor de la humanidad, Jesús efectuó servicio incalculable a la humanidad mediante su enseñanza. Como bien se ha hecho notar, ninguna persona en la Tierra afectó jamás tan poderosamente a la humanidad para el bien como Jesucristo. Él fue el Maestro sobre todos los maestros. Él enseñó a los hombres en cuanto al nombre de Dios, la personalidad de Dios y los propósitos y la voluntad de Dios para las criaturas humanas. Entre los ejemplos sobresalientes de su enseñanza está su Sermón del Monte con su “regla áurea”: “Por lo tanto, todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos; esto, de hecho, es lo que significan la Ley y los Profetas.” (Mat. 7:12) También mostró cuáles eran los dos mandamientos más grandes de la Ley: el amar a Jehová Dios con todo el corazón, mente, alma y fuerzas de uno, y el amar al prójimo como a uno mismo. Tampoco han de pasarse por alto sus profecías, el cumplimiento de las cuales claramente muestra dónde nos hallamos en el horario de Dios.—Mar. 12:29-31; Mateo, capítulos 24 y 25.

      Jesús apoyó su enseñanza con su proceder, dándonos el ejemplo ideal, perfecto, a seguir. Comenzó su carrera dedicándose a hacer la voluntad de su Padre y luego siendo bautizado en agua. Dios lo envió a la Tierra, principalmente para dar testimonio de la verdad, y exactamente antes de morir pudo decir a su Padre: “Yo te he glorificado sobre la tierra, habiendo terminado la obra que me has dado que hiciese.” (Juan 17:4) Que él tenía el propósito de que otros lo imitaran se desprende tanto de sus propias palabras como de las de otros: “Vengan en pos de mí.” “Sé mi seguidor.” “Cristo sufrió por ustedes, dejándoles dechado para que sigan sus pasos con sumo cuidado y atención.” Y dijo el apóstol Pablo: “Háganse imitadores de mí, así como yo lo soy de Cristo.”—Mat. 4:19; 19:21; 1 Ped. 2:21; 1 Cor. 11:1.

      Por eso, ¿qué hizo Jesús por usted? Dejó la gloria celestial y vino a la Tierra como humano y entregó esa vida para que usted pudiera conseguir vida, y dejó mucha instrucción para que usted aprenda y haga caso y un ejemplo perfecto para que usted lo imite.

      MOSTRANDO APRECIO POR LO QUE JESÚS HIZO

      Hoy en día hay más de 900 millones de personas que afirman ser cristianas o son reclamadas por organizaciones religiosas que aseguran ser cristianas, entre un tercio y un cuarto de la población de la Tierra. Pero, ¡cuán poco muestra la inmensa mayoría de éstas que aprecian lo que Jesús hizo por ellas! Aparentemente muchas creen que están cumpliendo bastante bien si van a la iglesia dos veces al año, en las grandes fiestas, y guardan los Diez Mandamientos; y muchas ni siquiera guardan éstos.

      Si usted aprecia lo que Jesús hizo por usted al venir a la Tierra y morir por sus pecados, usted ejercerá fe en él como su Salvador. De hecho, solo es por medio de proceder así que usted puede esperar sacar

  • Asambleas “Palabra de Verdad” de los testigos de Jehová
    La Atalaya 1966 | 1 de abril
    • [Ilustración de la página 219]

      N. H. Knorr pronuncia el discurso clave en Dublín.

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