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  • Testificación mundial contra conversión de mundo
    La Atalaya 1971 | 15 de febrero
    • nación se le debe someter a determinada religión. Tiene que hacerse voluntariamente.’ . . . El general MacArthur rechazó la proposición del emperador, . . . y pidió en cambio al pueblo norteamericano que enviara 10.000 misioneros. ‘Respondimos con un puñado de misioneros,’ dijo el Sr. [Billy] Graham.”—Times de N.Y. del 7 de abril de 1964, bajo “General dijo de no admitir oferta de crear un Japón cristiano.”

      17. En comparación con el aumento de la población mundial, ¿prueba el aumento de la cristiandad desde ese tiempo que ella tenga razón en lo que toca a la conversión del mundo, o que tenga la razón Jesucristo?

      17 En aquel tiempo el Japón tenía una población de 73.110.995 personas. La población del mundo había aumentado a 2.139.958.919. Aunque decenas de millones de miembros de las iglesias de la cristiandad se habían matado unos a otros en la II Guerra Mundial, se informó entonces que el número de miembros de la cristiandad era de 592.406.542, ó aproximadamente la cuarta parte de la población del mundo. En 1970 se calculaba que el número de miembros de la cristiandad era de 924.274.000, lo cual significaba menos de la tercera parte de la población del mundo, que era de 3.483.263.000, habiendo más de mil millones más de personas no cristianas para ser convertidas a la cristiandad que en el año 1946. Claramente, el aumento de la cristiandad en su programa de conversión del mundo no está manteniéndose al mismo paso que la explosión demográfica del mundo no cristiano. ¿Quién, entonces, está equivocado... la cristiandad, o Jesucristo y las Santas Escrituras de la Biblia? Los hechos escuetos demuestran que la cristiandad está desastrosamente equivocada, pero que Jesucristo y la Biblia tienen razón.

      18. (a) ¿Qué obra pronosticaron Jesucristo y la Biblia que se haría antes del fin completo de este sistema de cosas? (b) ¿Por qué razón pronosticó Jesús la destrucción de Jerusalén y de este sistema?

      18 Ni Jesucristo ni la Biblia pronosticaron jamás la conversión del mundo al cristianismo antes del reinado de mil años de Jesucristo. Pronosticaron testificación mundial antes de la “tribulación grande” con la cual todo este sistema de cosas, incluso la cristiandad, terminará desastrosamente dentro de poco. En su profecía sobre la conclusión del sistema de cosas Jesús dijo: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.” (Mat. 24:3-14) En sus palabras finales a sus discípulos en el monte de los Olivos dijo: “Serán testigos de mí . . . hasta la parte más lejana de la tierra.” (Hech. 1:8) No dijo que Jerusalén o que toda Judea y Samaria o la parte más lejana de la Tierra serían convertidas. No fueron convertidas, y no han sido convertidas. Él predijo la destrucción de Jerusalén, que le sobrevino en el año 70 E.C., y también el fin de este sistema de cosas actual en la “tribulación grande” que se aproxima, porque rehusarían arrepentirse y ser convertidos por el testimonio que se les diera. (Mat. 24:15-22) La testificación mundial todavía está efectuándose.

      ¿TESTIGOS DE QUIÉN?

      19. ¿Qué impresión ha dado el clero de la cristiandad en cuanto al lugar del nombre de Dios en relación con el dar testimonio acerca de Jesús?

      19 Cuando Jesucristo dijo a sus discípulos: “Serán testigos de mí,” ¿quiso él detraer la atención de ellos del Dios Altísimo? ¿Quiso decir que de allí en adelante el nombre de Dios habría de ser puesto en último término y que el propio nombre personal de Jesucristo habría de ser puesto en primer plano y que habría de usarse casi exclusivamente? La manera en que actúa el clero religioso de la cristiandad tiende a dar al mundo la impresión de que eso es lo que Jesús quiso decir. Pero, ¿cómo podría Jesucristo decir jamás a sus discípulos que no fueran testigos de Aquel de quien él mismo era testigo?

      20. En Revelación 3:14, 21, ¿cómo da testimonio Jesucristo acerca de Dios como su Creador y Dador de vida?

      20 En el último libro de la Biblia, es decir, en Revelación 1:5, él habla de “Jesucristo, ‘el Testigo Fiel,’ ‘El primogénito de los muertos,’ y ‘El Gobernante de los reyes de la tierra.’” Pero en Revelación 3:14 el glorificado Jesucristo mismo habla y dice: “Éstas son las cosas que dice el Amén, el testigo fiel y verdadero.” El “testigo fiel y verdadero” ¿de quién? Pues, de nadie más que de Dios, y es por eso que en la mismísima frase siguiente él suministra identificación adicional de sí mismo agregando: “el principio de la creación por Dios.” Y Jesucristo termina el mensaje que se introduce con esas palabras diciendo: “Al que venza yo le concederé sentarse conmigo en mi trono, así como yo vencí y me senté con mi Padre en su trono.” (Rev. 3:21) Así Jesucristo da testimonio acerca de Dios, su Padre celestial, señalando que este es su Creador y Dador de vida.

      21. En Revelación 3:12, ¿a quién menciona Jesucristo cuatro veces, y para indicar qué relación de éste con él mismo?

      21 Jesús fue el Original entre las creaciones de Dios. Y algunos versículos antes, en Revelación 3:12, Jesucristo dice: “Al que venza... lo haré columna en el templo de mi Dios, y ya no saldrá de él nunca, y sobre él escribiré el nombre de mi Dios y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén que desciende del cielo desde mi Dios, y ese nombre nuevo mío.” En esta promesa hace cuatro menciones de “mi Dios,” para testificar que Éste es su propio Dios, a quien él mismo adora. Él también llama la atención a Dios diciendo que éste tiene un nombre diferente de su propio nombre, para denotar a dos individuos separados.

      22, 23. (a) En su Sermón del Monte y en medio de adoradores en Jerusalén en 33 E.C., ¿cómo mostró Jesús si su nombre habría de anteponerse al de Dios o no? (b) En su oración después de inaugurar “la cena del Señor,” ¿cómo dio prominencia Jesús al nombre de Dios?

      22 No era posible que Jesús dijera a sus discípulos que antepusieran el propio nombre personal de él al nombre del Dios a quien oraba. En su Sermón del Monte dijo a sus discípulos: “Ustedes, pues, tienen que orar de esta manera: ‘Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.’” Jesús no oró por que su propio nombre fuera santificado, sino por que el nombre de su Padre y del Padre de ellos fuera santificado. (Mat. 6:9) En la primavera del año 33 E.C., después de entrar cabalgando triunfalmente en Jerusalén, Jesús oró en voz alta al alcance del oído de una muchedumbre de adoradores diciendo: “Padre, glorifica tu nombre.” ¿Hubo respuesta a la oración de Jesús? El relato escrito nos dice: “Luego vino una voz del cielo: ‘Lo glorifiqué y también lo glorificaré de nuevo.’” (Juan 12:23-28) Varios días después, después que Jesús había introducido lo que se llama “la cena del Señor,” oró a Dios en medio de sus once apóstoles fieles, diciendo:

      23 “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo. He puesto tu nombre de manifiesto a los hombres que me diste del mundo. . . . Padre santo, vigílalos por causa de tu propio nombre.”—Juan 17:3, 6, 11.

      24, 25. (a) ¿Qué indica, pues, el mandato que Jesús dio a sus discípulos en la montaña de Galilea con referencia a su mandato final en el monte de los Olivos? (b) Según Isaías 43:1, 10-12, ¿qué estaba obligado a ser Jesús para con Jehová, dado que nació judío y estaba bajo la Ley?

      24 Después de la resurrección de Jesús de entre los muertos, Jesús se apareció a sus discípulos que se habían reunido en una montaña de Galilea y les dijo: “Por lo tanto vayan y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo.” (Mat. 28:18, 19) De modo que todo el registro prueba que Jesucristo no dijo a sus discípulos que rechazaran el nombre de Dios, su Padre celestial, y antepusieran su propio nombre, el nombre del Hijo, al nombre de su Padre. Por eso, en sus palabras de despedida a sus discípulos en el monte de los Olivos, no estaba diciéndoles que fueran, como él dijo, “testigos de mí,” excluyendo el ser testigos de Dios, su Padre celestial. Tenemos que recordar que Jesucristo, igual que los discípulos suyos judíos, nació de una judía y “vino a estar bajo ley,” es decir, la ley dada por medio del profeta Moisés. (Gál. 4:4) Por consiguiente, Jesucristo, igual que sus discípulos judíos, era parte de la nación de Israel (o Jacob), a quien Dios dijo estas palabras por boca de su profeta inspirado Isaías:

      25 “Y ahora esto es lo que ha dicho Jehová, tu Creador, oh Jacob, y tu Formador, oh Israel: ‘No tengas miedo, porque yo te he recomprado. Te he llamado por tu nombre. Eres mío.’ ‘Ustedes son mis testigos,’ es la expresión de Jehová, ‘aun mi siervo a quien he escogido, para que sepan y tengan fe en mí, y para que entiendan que yo soy el Mismo. Antes de mí no fue formado Dios alguno [por naciones idólatras], y después de mí continuó sin que lo hubiese. Yo... yo soy Jehová, y fuera de mí no hay salvador. Yo mismo he anunciado y he salvado y he hecho que sea oído, cuando no había entre ustedes dios extraño. De modo que ustedes son mis testigos,’ es la expresión de Jehová, ‘y yo soy Dios.’”—Isa. 43:1, 10-12.

      26. ¿Cómo prueba el último libro de la Biblia que el resucitado Jesús todavía es testigo del nombre de Jehová?

      26 Inevitablemente, entonces, como miembros natales de la nación de Jacob o Israel, Jesús y sus discípulos allí en el monte de los Olivos estaban obligados a ser testigos de Dios, testigos de Jehová. Jesús, cuando estuvo en la carne en la Tierra, fue testigo de Jehová Dios, y también lo fueron sus discípulos judíos. Después de su resurrección de entre los muertos, Jesucristo continuó siendo testigo de Jehová. El último libro de la Biblia, Revelación, que fue dado al apóstol judío Juan por conducto de Jesucristo, muestra que el glorificado Jesucristo todavía está dando testimonio de Jehová Dios. Revelación 19:1-6 registra cuatro veces el clamor gozoso: “¡Aleluya!”, que es una expresión hebrea que significa “¡Alaben a Jah!”, siendo el nombre “Jah” la abreviatura de Jehová.—Rev. 1:1, 2.

      27. (a) Por su mandato dado en Hechos 1:8, ¿quitó Jesús de sus discípulos la obligación de ser testigos de Jehová? (b) ¿Aplicó esto aun después de llegar a ser israelitas espirituales en el Pentecostés de 33 E.C.?

      27 Para toda la eternidad venidera el celestial Jesucristo será testigo de Jehová Dios. En armonía con eso, por sus palabras dichas a sus discípulos judíos: “Serán testigos de mí,” Jesucristo no quitó de sus discípulos la obligación de ser testigos de Jehová Dios en cumplimiento de Isaías 43:1-12. Lo mismo fue cierto aun después que el espíritu santo fue derramado sobre ellos en el Pentecostés, porque fue originalmente entonces que llegaron a ser israelitas espirituales bajo un nuevo pacto con Jesucristo mismo como Mediador entre Dios y los hombres.—Hech. 2:1-38; Gál. 6:16; 1 Tim. 2:5, 6; 1 Ped. 2:9.

  • El fin de la testificación mundial más cerca
    La Atalaya 1971 | 15 de febrero
    • El fin de la testificación mundial más cerca

      1. (a) ¿Qué testificación adicional se les otorgó a los discípulos judíos de Jesús desde el Pentecostés de 33 E.C. en adelante? (b) ¿Qué efecto habría de tener esto en su testificación acerca de Jehová?

      YA LA testificación mundial de parte de los discípulos de Jesucristo ha estado efectuándose por más de diecinueve siglos. Cuando Jesucristo estuvo en el monte de los Olivos en la primavera de 33 E.C. y dijo a sus discípulos judíos: “Serán testigos de mí,” estaba hablando a testigos natales de Jehová. (Isa. 43:1-12; 44:8) Pero desde entonces en adelante, o desde el derramamiento del espíritu santo de Dios sobre ellos diez días después en el Pentecostés en Jerusalén, también habrían de ser testigos de Jesús. ¿Por qué este testimonio adicional? ¿Tenía esto como propósito quitar algo de que fueran testigos dedicados de Jehová o hasta reemplazar el que fueran testigos de Jehová Dios? En vez de disminuir la importancia de proclamar el nombre de Dios, Jehová, y ponerlo en último término, eclipsado, el propósito era que el dar testimonio acerca de Jesús glorificara todavía más a Jehová Dios. Habría de dar más agudeza, más precisión, a la testificación en pro de Jehová. Habría de mostrar que Jehová no había mentido, sino que, después de más de cuatro mil años, al fin había levantado a su Mesías o Cristo.

      2. ¿Qué provisión, a la que se hizo referencia primero en el Jardín de Edén, había llegado a ser ahora de importancia mundial?

      2 El que Jehová hubiese provisto el Mesías o Ungido que mucho tiempo atrás había sido prometido era asunto de importancia mundial. Merecía que se diera a conocer a todo el mundo de la humanidad, hasta “la parte más lejana de la tierra.” Lo que Jehová Dios mismo había hecho merecía ser imitado por sus testigos fieles en la Tierra. ¿Qué era eso? Pues, dar testimonio acerca del verdadero e histórico Mesías o Cristo, Jesús el Hijo de Dios. Alrededor del año 4026 a. de la E.C., Jehová Dios le había dicho esto a la Serpiente que había ocasionado la caída del hombre en el Jardín de Edén: “Pondré enemistad entre ti y la mujer y entre tu descendencia y la descendencia de ella. Él te magullará en la cabeza y tú le magullarás en el talón.” (Gén. 3:15) Esta fue la primera referencia de Jehová al Mesías o Cristo.

      3. Por consiguiente, ¿qué tenía que hacer Jehová para mostrar que su palabra estaba vindicada tocante a esto?

      3 Cuando Dios vindicara su palabra de promesa levantando a su Mesías o Ungido, sería necesario que Él identificara a su Mesías dando testimonio acerca de él de manera sobrenatural. Toda la humanidad podría repetir la petición que se le hizo en una ocasión: “Resulte Jehová testigo fiel y verdadero.” (Jer. 42:5) Jehová resultó serlo.

      4. ¿Cómo llegó a ser Juan testigo respecto a Jesús para con aquellos que venían a él para ser bautizados?

      4 En la segunda mitad del año 29 E.C., después del bautismo de su Hijo, Jesús, en el río Jordán, Dios suministró una manifestación visible de su espíritu santo que descendía sobre Jesús ya bautizado, y Juan el Bautista oyó estas palabras de Dios desde el cielo: “Éste es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado.” Después de eso Juan el Bautista, un testigo judío de Jehová, pudo dar testimonio acerca de Jesús, que éste es el Mesías, como Juan mismo dijo: “Yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.” (Mat. 3:13-17; Juan 1:29-34) De allí en adelante Juan dio testimonio a los que venían a él para ser bautizados, deseosos de estar preparados para llegar a ser discípulos del Mesías o Cristo de Jehová.

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