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  • ¿Quién es Jesucristo, que todos lo necesitamos?
    La Atalaya 1976 | 15 de abril
    • el mundo de la humanidad nacido en condición pecaminosa la pena del pecado. Con un arreglo sabio y misericordioso de esa índole, la balanza de la justicia divina se equilibra perfectamente. Esto es algo que todos nosotros necesitábamos, y de esto es que se nos da seguridad en la Santa Biblia de Dios, en 1 Corintios 15:21, 22, con estas palabras: “Dado que la muerte es por medio de un hombre, la resurrección de los muertos también es por medio de un hombre. Porque así como en Adán todos están muriendo, así también en el Cristo todos serán vivificados.”

      17. ¿De qué única manera podía producirse en la Tierra el igual de Adán, y, apropiadamente, a quiénes fue anunciado el nacimiento de ése?

      17 ¡Qué maravilloso y económico arreglo resulta ser éste, y todo tan sencillo! Todo lo que necesitábamos era un solo hombre, el igual de Adán cuando estuvo en su perfección humana, sin pecado. ¿Cómo podía producirse tal hombre en la Tierra, puesto que absolutamente ninguno de nosotros los descendientes de la primera pareja humana nacía como el igual de Adán en su inocencia en Edén? El hombre que se necesitaba solamente podía ser provisto por un milagro de Dios el Todopoderoso. Este milagro divino sí aconteció hacia fines del primer siglo antes de nuestra era común. Resultó en que se presentara aquel a quien la Revelación llama repetidamente “el Cordero.” Aunque semejante a un cordero, éste resultó ser “el León que es de la tribu de Judá” y “la raíz de David.” Todo el testimonio de la Santa Biblia de Dios señala que éste fue Jesucristo, nacido en la ciudad de David, Belén, a principios del otoño del año 2 a. de la E.C. En excelente concordancia con el hecho de que llegó a ser como un cordero de sacrificio, su nacimiento fue anunciado por el ángel de Dios a testigos escogidos por Dios, a pastores que vigilaban sus rebaños de ovejas por la noche.—Luc. 2:4-18; Mat. 2:1-18.

      18. Por la resurrección de entre los muertos, ¿de quién fue llamado Hijo este que había venido “de la descendencia de David”?

      18 Todo esto fue, según lo llama el apóstol cristiano Pablo, “buenas nuevas . . . que él prometió en tiempo pasado por medio de sus profetas en las santas Escrituras, acerca de su Hijo, que provino de la descendencia de David según la carne, pero que con poder fue declarado Hijo de Dios según el espíritu de santidad mediante la resurrección de entre los muertos —sí, Jesucristo nuestro Señor.”—Rom. 1:1-4.

      19. ¿En qué nivel fue declarado Jesús Hijo de Dios por la resurrección, pero qué había sido antes cuando estuvo en la Tierra?

      19 Ahora bien, en cuanto a que uno fuera en sentido verdadero un hijo de Dios, pues, según la genealogía carnal de Jesucristo como se da en Lucas 3:23-38, Adán el primer hombre era “hijo de Dios.” Pero él desobedeció a su Padre celestial y murió y nos trajo pecado y muerte a todos. Todavía está muerto; no ha sido resucitado de entre los muertos. Perdió su condición de hijo de Dios. Pero Jesucristo ha sido resucitado en el nivel espiritual y así ha sido declarado de nuevo Hijo de Dios con poder mayor que el que tuvo en la Tierra. Pero hasta cuando estuvo en el nivel terrestre, y aunque nació como criatura humana carnal por medio de la virgen judía llamada María, Jesús fue Hijo de Dios. No hay razón para que pongamos en tela de juicio ese hecho. ¿Por qué no?

      20. ¿Por qué no fue solo por su propio razonamiento en cuanto a los asuntos que Juan el Bautista testificó que Jesús era el Hijo de Dios?

      20 En aquel tiempo las necesidades de la situación exigían que hubiera un “hijo de Dios” disponible en la Tierra. Jesucristo resultó ser el necesario Hijo de Dios. Cuando alcanzó desarrollo completo a la edad de treinta años, fue bautizado en agua por Juan el Bautista, el hijo de un sacerdote judío llamado Zacarías. ¿Quién era Jesucristo, según la declaración que Juan hizo en público? Juan el Bautista dijo a sus discípulos que Jesucristo era el Hijo de Dios. Juan no sabía esto solo por su propio razonamiento en cuanto a los asuntos. ¿Por qué no? Porque inmediatamente después de haber bautizado a Jesús, Juan oyó que la voz de Dios dijo desde el cielo: “Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado.” (Mat. 3:13-17; Mar. 1:9-11; Luc. 3:21, 22) Por eso, en público, Juan dijo: “Yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.”—Juan 1:34.

      21. ¿Por qué no pudo Jesús haber tenido un padre humano, carnal, pero quién confesó que era el Padre de él?

      21 Sin embargo, la condición de hijo de Dios en que se hallaba Jesús no comenzó al nacer él como criatura humana por medio de María, la virgen judía. Puesto que Jesús nació de una virgen que no había tenido relaciones sexuales con un descendiente masculino de Adán, Él no pudo haber tenido un padre humano, carnal. Ningún ángel fue su padre, porque María no tuvo relaciones sexuales con un ángel materializado como en el caso de las madres de aquellos notorios nefilim de los días de Noé el constructor del arca. (Gén. 6:1-4) El ángel Gabriel, que se le apareció a María y le explicó que de manera milagrosa ella llegaría a ser la madre de Jesús, no fue el padre del hijo primogénito de María. (Luc. 1:26-38; Mat. 1:18-25) Hoy la ciencia moderna quizás dispute el que Jesús haya tenido un nacimiento virginal, alegando que es imposible, pero el ángel Gabriel removió de la mente de María toda posible pregunta al decir: “Con Dios ninguna declaración será una imposibilidad.” (Luc. 1:37) Por consiguiente, Dios confesó delante de todo el universo que era el Padre del infante Jesús de la línea de David.

      22. ¿Cómo indican las palabras de Juan y las de Jesús en oración a Dios que Jesús había sido Hijo de Dios en el cielo?

      22 Todo eso es cierto, pero ¿fue el nacimiento de Jesús en Belén-Judá el comienzo de su existencia como Hijo de Dios? ¡No! Juan el Bautista, quien nació unos seis meses antes de Jesús, dijo en público lo siguiente acerca de Jesús, a quien había bautizado: “¡Mira, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo! Este es aquel de quien dije: Detrás de mí viene un varón que se me ha adelantado, porque existió antes que yo.” (Juan 1:29, 30) Pues bien, puesto que Jesús no existió como hombre en la Tierra antes de Juan el Bautista, ¿dónde había existido antes de Juan? Fue arriba en el cielo. Allí había existido como Hijo de Dios. Allí estuvo en contacto y asociación personal con su Padre celestial. Por esta razón fue que, en la noche antes de que él muriera como mártir fuera de los muros de Jerusalén, dijo en oración a su Padre celestial: “Yo te he glorificado sobre la tierra, habiendo terminado la obra que me has dado que hiciese. Así es que ahora, Padre, glorifícame al lado de ti mismo con la gloria que tenía al lado de ti antes que el mundo fuese.”—Juan 17:4, 5.

      23. ¿Desde dónde fue que Dios envió su Hijo al mundo, y cómo?

      23 Por eso, el que llegó a ser Jesucristo, “el Cordero de Dios,” había existido como Hijo de Dios al lado de su Padre celestial en la región invisible de los espíritus. Por lo tanto, para llegar a ser el Hijo humano de Dios con el nombre de Jesucristo, tuvo que dejar que el Dios Todopoderoso le transfiriera la vida desde el cielo al óvulo humano en el cuerpo de la virgen judía. De esta manera Dios continuó siendo su Padre cuando él nació en Belén. Solo pudo haber sido del cielo que Dios transfirió la vida de su Hijo milagrosamente y de esa manera “envió” a su Hijo, tal como Jesucristo le dijo al gobernante judío Nicodemo: “Tanto amó Dios al mundo [de la humanidad] que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para que juzgara al mundo, sino para que el mundo sea salvo por medio de él.”—Juan 3:16, 17.

      24. ¿Por qué necesitamos al Hijo de Dios como “el Cordero”?

      24 De esta manera vemos que Dios proveyó el un solo hombre que necesitábamos para nuestra salvación eterna, el un solo hombre que era igual a Adán durante la perfección y condición sin pecado de éste en el Jardín de Edén. Solamente este hombre podía ofrecerse a Dios para ser sacrificado como “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.” (Juan 1:29) Puesto que esto incluye nuestro pecado, lo necesitamos.

  • Por qué necesitamos el reino de Jesucristo
    La Atalaya 1976 | 15 de abril
    • Por qué necesitamos el reino de Jesucristo

      1. ¿Como hijo de qué “dios” nació Jesús, y por qué no fue eso accidentalmente?

      UNA cosa importante notamos acerca del Hijo de Dios que estuvo en la Tierra como hombre durante el primer siglo de nuestra era común. Él no nació dentro de alguna familia hindú en la India. No nació dentro de alguna familia budista en el Tibet, ni dentro de la familia real de la China antigua, ni dentro de la familia del César imperial de Roma. (Est. 1:1; Luc. 2:1, 2) Más bien, “provino de la descendencia de David según la carne.” (Rom. 1:3) Esto no fue accidental. Era necesario que este Hijo de Dios naciera como “descendencia de David.” Por esta razón Dios escogió a una virgen judía que era de la línea carnal de David de Belén para que llegara a ser la madre de Jesucristo. (Luc. 1:26-32) Esta María era adoradora del Dios que la hizo fértil milagrosamente, y por eso el hijo de ella no nació como el hijo de algún dios hindú ni de alguna deidad budista ni del Júpiter romano ni del Zeus griego.—Luc. 1:34-55; Hech. 14:12, 13.

      2. ¿Por qué no tenía que nacer Jesús de la tribu de Leví ni de la familia de Aarón para ser el Cordero de sacrificio; y en qué día murió él?

      2 En el Israel antiguo, la tribu del rey David era la de Judá, una tribu de la cual no se tomaban sacerdotes para ofrecer sacrificios. De todos modos, Jesucristo podía nacer como “la descendencia de David” de la tribu de Judá y todavía llegar a ser “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.” (Juan 1:29) No tenía que ser de la tribu de Leví ni de la familia sacerdotal de Aarón, que era la familia de la cual se tomaban los sacerdotes de Israel. Podía nacer en la tribu de Judá, de la cual era David, y todavía ser un hombre perfecto, sin pecado, que fuera apropiado para un sacrificio aceptable a Dios debido a que era perfecto y no estaba manchado por el pecado. La perfección e impecabilidad que había mantenido como el Hijo de Dios en el cielo continuó con él cuando fue enviado a la Tierra a llegar a ser el hombre absolutamente igual al Adán perfecto y libre de pecado en el día en que fue creado en el Jardín de Edén. Jesucristo tenía que ser tal cosa para poder ‘darse como rescate correspondiente por todos.’ (1 Tim. 2:5, 6; Mat. 20:28) Él derramó su sangre como sacrificio expiador de pecados en el día de la Pascua de 33 E.C., el día en que los judíos sacrificaban el cordero pascual y comían su carne asada mientras celebraban el que su nación hubiese sido librada del Egipto antiguo.

      3. ¿Qué decía Levítico 17:11, 12 acerca de la sangre, y por eso, qué beneficio obtenemos de la sangre de Jesús, y cómo?

      3 En el pacto de Dios con el antiguo Israel él dijo las siguientes palabras, según se encuentran en Levítico 17:11, 12: “El alma [o vida] de la carne está en la sangre, y yo mismo la he puesto sobre el altar para ustedes para hacer expiación por sus almas, porque la sangre es lo que hace expiación por el alma [vida] en ella. . . . ‘Ninguna alma de ustedes debe comer sangre y ningún residente forastero que esté residiendo como forastero en medio de ustedes debe comer sangre.’” Por eso, al derramar su sangre en sacrificio a Dios, Jesucristo estaba derramando su vida como sacrificio de expiación para todos nosotros los descendientes del pecaminoso Adán. Él presentó la sangre vital de su sacrificio humano perfecto a Dios en el cielo, y por eso no podemos comer ni beber la sangre de Jesús para obtener el beneficio que viene de ella. Para beneficiarnos de la sangre vital de Jesús tenemos que ejercer fe en ella como cosa que expía completamente nuestros mortíferos pecados.—Heb. 9:11-14, 24.

      4. ¿Por qué es apropiado que Revelación presente a Cristo como un Cordero cuando se consideran las palabras de Simón Pedro acerca de la sangre de éste?

      4 Uno de los judíos del primer siglo que creyó en el valor expiatorio de la sangre de Jesús fue Simón Pedro, quien había sido pescador en el mar de Galilea. Al escribir a sus compañeros de creencia, Simón Pedro dijo: “No fue con cosas corruptibles, con plata u oro, que fueron librados de su forma de conducta infructuosa recibida por tradición de sus antepasados. Empero, fue con sangre preciosa, como la de un cordero sin tacha e inmaculado, sí, la de Cristo.” (1 Ped. 1:18, 19) Ahora, pues, podemos apreciar lo apropiado de que el libro de Revelación continuamente presente a Jesucristo como “el cordero,” aquel que fue “degollado.” (Rev. 5:6) Todos nosotros los de la humanidad ciertamente necesitamos un Cordero expiatorio tal que, con su sangre, pueda limpiarnos de nuestros pecados y quitar de sobre nosotros la condenación de la muerte. Sin vida por medio del sacrificio de este Cordero ninguno de nosotros podría disfrutar de nada en el futuro con una conciencia limpia delante de Dios. Ciertamente, pues, ¡este Cordero es imprescindiblemente necesario para nosotros!

      5. Al ofrecerse como sacrificio, Jesucristo sirvió de antitipo de ¿quién, en el Día de la Expiación de Israel?

      5 Al ofrecerse como Cordero de sacrificio, Jesucristo sirvió del Sumo Sacerdote de Dios que fue prefigurado por el primer sumo sacerdote de Israel, a saber, Aarón de la tribu de Leví. Todos los demás sumos sacerdotes del Israel antiguo que hacían sacrificios descendían de este Aarón el hermano de Moisés. Esa es otra razón por la cual toda la humanidad necesita a Jesucristo, para que él sirva de antitipo de los sumos sacerdotes de Israel cuando éstos llevaban la sangre de los sacrificios dentro del Santísimo del templo en el Día de la Expiación celebrado anualmente, Yom Kippur.

      6. ¿A quién se les dijo a los judíos convertidos al cristianismo que acudieran para la expiación de pecados, y por qué?

      6 Jesucristo resucitado cumplió este cuadro del Día de la Expiación cuando ascendió de la Tierra de regreso al cielo, para comparecer ante la presencia de Dios y ofrecer el mérito o valor de su sacrificio humano perfecto en expiación por los pecados de toda la humanidad. Por eso a los judíos que se habían hecho cristianos se les dijo que ya no acudieran a los sumos sacerdotes aarónicos, sino al antitipo de ellos, en estas palabras que se registraron en Hebreos 3:1, 2: “Por consiguiente, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, consideren al apóstol y sumo sacerdote que nosotros confesamos: a Jesús. Él fue fiel al que lo hizo tal, así como Moisés también lo fue en toda la casa de Aquél.”

      SE NECESITA ALGO MÁS QUE UN SUMO SACERDOTE

      7. ¿De qué manera es Jesucristo un sumo sacerdote apropiado para nosotros, y dónde en el capítulo uno de Revelación se le pinta sirviendo de tal manera?

      7 Al seguir explicando a los judíos que habían llegado a ser cristianos cómo Jesucristo como Sumo Sacerdote sirve con mayor eficacia que Aarón y sus sucesores, el libro de Hebreos pasa a decir, en el Heb. capítulo siete, versículo veintiséis: “Tal sumo sacerdote nos era apropiado: leal, sin engaño, incontaminado, separado de los pecadores, y llegado a ser más alto que los cielos.” El libro de Revelación, capítulo uno, versículos doce a dieciocho inclusive, representa al glorificado Jesucristo sirviendo de Sumo Sacerdote para las congregaciones cristianas. Sin embargo, el Rev. capítulo cinco lo representa siendo más que el Sumo Sacerdote de Dios. Esto señala al hecho de que todos necesitamos a Jesucristo por otra razón además de la de ser un Cordero de sacrificio y nuestro Sumo Sacerdote.

      8. ¿Qué títulos se le dan al Cordero en Revelación 5:9, 10, y a qué se refiere todo esto además de al sacerdocio?

      8 Revelación 5:5, 6 identifica al Cordero que fue degollado diciendo que es “el

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