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  • La angustia de Jacob y el nuevo pacto de Dios
    La Atalaya 1980 | 1 de mayo
    • los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto, “el cual pacto mío ellos mismos quebrantaron, aunque yo mismo los poseía como dueño marital,”’ es la expresión de Jehová. ‘Porque éste es el pacto que celebraré con la casa de Israel después de aquellos días,’ es la expresión de Jehová. ‘Ciertamente pondré mi ley dentro de ellos, y en su corazón la escribiré. Y ciertamente llegaré a ser su Dios, y ellos mismos llegarán a ser mi pueblo. Y ya no enseñarán cada uno a su compañero y cada uno a su hermano diciendo: “¡Conozcan a Jehová!” porque todos ellos me conocerán, desde el menor de ellos aun hasta el mayor de ellos,’ es la expresión de Jehová. ‘Porque perdonaré su error, y no me acordaré más de su pecado.’”—Jer. 31:31-34.

      SE NECESITA UN MEDIADOR NUEVO

      17. ¿Por qué debe interesarnos aun hoy día el nuevo pacto, y desde cuánto tiempo atrás ya estaba anticuado el pacto de la Ley y a punto de pasar?

      17 ¿Nos interesa hoy día aquel nuevo pacto? Debe interesarnos, porque todavía está en vigor. ¿Pero con quiénes ha estado en vigor hasta ahora? Los millones de judíos que viven en todas partes de la Tierra no dicen que esté en vigor con ellos. Ellos creen que todavía están bajo el pacto que se celebró con sus antepasados en el monte Sinaí. ¡Eso fue hace más de 3.490 años! Hace más de 2.580 años que, por medio de Jeremías, Jehová hizo la promesa de un nuevo pacto. Si esos judíos tienen razón, ¿por qué ha tardado Dios tanto para poner en vigor el prometido nuevo pacto? Pues, hace más de 1.900 años el pacto judío de la Ley ya estaba anticuado y evidentemente a punto de pasar y dejar lugar para el nuevo pacto. ¿Lo hizo?

      18. (a) ¿Qué indicaba respecto al pacto de la Ley la promesa de Dios de un pacto que era “nuevo”?, y ¿en qué categoría respecto a edad colocaba a aquel pacto? (b) ¿Cómo se le transmitió a la nación de Israel aquel código de la Ley?

      18 Respecto a eso, un estudiante judío que solía sentarse a los pies del famoso maestro fariseo Gamaliel de Jerusalén, escribió esto: “Al decir él ‘un nuevo pacto’ ha hecho anticuado al anterior. Ahora bien, lo que se hace anticuado y envejece está próximo a desvanecerse.” (Heb. 8:13; 2 Cor. 3:14) El escritor judío escribió aquellas palabras a los hebreos cristianizados de Jerusalén, alrededor del año 61 E.C. En una carta anterior a las congregaciones cristianas de la provincia romana de Galacia, él escribió: “¿Por qué, pues, la Ley? Fue añadida [al pacto abrahámico respecto a la Descendencia] para poner de manifiesto las transgresiones [cometidas por seres humanos], hasta que llegara la descendencia [de Abrahán] a quien se había hecho la promesa; y fue transmitida mediante ángeles por mano de un mediador.”—Gál. 3:19.

      19. Puesto que el pacto de la Ley precisaba a Moisés como mediador, ¿qué demuestra eso respecto al nuevo pacto, que también se hace entre Dios y los hombres?

      19 Aquel mediador, al cual no se menciona por nombre en el texto citado, fue Moisés. Ahora bien, si el hacer el viejo pacto de la Ley precisó a Moisés como mediador entre Dios y los hombres imperfectos, pecaminosos, ciertamente el hacer un nuevo pacto entre Dios y los hombres requeriría un mediador, aunque no se mencione a éste en Jeremías 31:31-34. Para el día de Jeremías, Moisés había estado muerto por muchísimo tiempo. Debido a que él había servido de mediador, a la Ley del viejo pacto se le llamaba “la ley de Moisés.”—Hech. 15:5.

      20, 21. (a) Al predecir el nuevo pacto, ¿cómo indicó Dios la superioridad de éste sobre el pacto previo? (b) ¿Qué haría Dios de los israelitas que habían pactado con él si cumplían fielmente con el pacto?

      20 El nuevo pacto, por ser un pacto superior, merecía tener un mediador superior a Moisés. Notemos ahora cómo el Proveedor celestial del nuevo pacto indicó la superioridad de éste sobre el pacto previo. Refiriéndose al nuevo pacto dice que “no [es] uno como el pacto que celebré con sus antepasados en el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto, ‘el cual pacto mío ellos mismos quebrantaron, aunque yo mismo los poseía como dueño marital.’” (Jer. 31:32) Él tenía presente hacer de ellos algo grandioso por medio del pacto que celebró con los israelitas después de sacarlos de Egipto. Por lo tanto, les dijo:

      21 “Si ustedes obedecen estrictamente mi voz y verdaderamente guardan mi pacto, [¿entonces qué?] entonces ciertamente llegarán a ser mi propiedad especial de entre todos los demás pueblos, porque toda la tierra me pertenece a mí. Y ustedes mismos llegarán a ser para mí un reino de sacerdotes y una nación santa.”—Éxo. 19:5, 6.

      22. (a) ¿Qué clase de gobierno sería dicho “reino de sacerdotes,” y para quiénes sería adecuado? (b) ¿Para quién sería aquella “nación santa” una “propiedad especial,” y qué clase de relación tendría con él?

      22 Ciertamente las palabras “un reino de sacerdotes” señalan a un gobierno idóneamente adecuado para satisfacer las necesidades de la humanidad. Sus sacerdotes representan y sirven a Dios, el Salvador de la humanidad. De por sí, el “reino de sacerdotes” es una “nación,” un grupo nacional de tal limpieza que se le puede llamar ‘santo,’ adecuado para que lo use Dios. Dios lo escogió de todas las otras naciones de la Tierra. Se propuso que fuera la “propiedad especial” de Dios, así como una esposa es la propiedad especial de su esposo. De hecho, Dios comparó a los israelitas redimidos de la antigüedad con una esposa nacional al decir que él “los poseía como dueño marital.” Pero ella, en vez de rendir a Jehová la debida sujeción de esposa por medio de cumplir el pacto sagrado de él, pasó por alto las obligaciones especiales de esta relación favorecida. (Jer. 3:1-3, 20) ¡Merecía que él se divorciara de ella!

      23. ¿Surtió efecto la Ley Mosaica? ¿Qué hizo Dios acerca del gobierno ideal que se había propuesto para la humanidad?

      23 Sabemos por medio de la historia posterior de aquel antiguo pueblo en pacto con Jehová Dios que las cosas no mejoraron permanentemente para ellos. Por eso, no se puede disputar el hecho de que el pacto de la Ley para el cual Moisés sirvió de mediador no surtió efecto. Por lo tanto, ¡cuánto nos podemos alegrar de que Dios no haya dejado de hacer los arreglos a favor de aquel deseado “reino de sacerdotes”! Teniendo en mira ese gobierno ideal, reemplazó el viejo pacto con el pacto mejor.

  • Beneficiándonos de “un solo mediador entre Dios y los hombres”
    La Atalaya 1980 | 1 de mayo
    • Beneficiándonos de “un solo mediador entre Dios y los hombres”

      1. (a) ¿Por qué no están interesados en un nuevo pacto los judíos de hoy día? (b) ¿Quién era el único que podía proponer el nuevo pacto y su mediador?

      HOY día ninguna de las 152 naciones que componen las Naciones Unidas está interesada en hacer un pacto con Jehová, el Dios de Abrahán, Isaac y Jacob. No, ni siquiera los 15.000.000 de judíos que actualmente están esparcidos por la Tierra. A pesar de la profecía de Jeremías 31:31-34, prefieren creer que todavía están bajo el viejo pacto de la Ley en el cual Moisés sirvió de mediador. “A causa de ignorar la justicia de Dios pero de procurar establecer la suya propia [esforzándose por guardar el pacto de la Ley], no se sujetaron a la justicia de Dios,” que les estaba disponible por medio del nuevo pacto. (Rom. 10:1-3) Jehová, el Dios de verdadera justicia, propuso el nuevo pacto. Él era el único que podía establecerlo y escoger el mediador apropiado para él.

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